Dentro del marco de la salud mental, Internet juega un papel importante, por un lado por las posibilidades terapéuticas que brinda y, por otro, por las nuevas psicopatologías que se derivan de un mal uso del mismo. Se ha definido la terapia en red como un tipo de interacción profesional terapéutica que hace uso de Internet para conectar a los profesionales cualificados de la salud mental con sus clientes.
Comienza en este contexto también a utilizarse el término "ciberterapia", que por su brevedad y concisión resulta atractivo y que, con una variante añadida, adoptaremos de aquí en adelante, pasando a denominarla "ciberpsicoterapia", para diferenciarla de otras posibles acciones terapéuticas dispensadas on line. En esta exposición lo que se pretende es un acercamiento a la misma, intentando profundizar en la conceptualización de lo que se puede entender por psicoterapia en red, sus ventajas y posibilidades, así como sus limitaciones, además de dar a conocer los resultados que esta área está generando.
La terapia psicológica en red: Una revisión conceptual y aplicada*.
(Online psychological therapy: A conceptual and applied review. )
Calvo Francés, F*. ; Díaz Palarea, M. D. ; Ramal López, J. Martínez Pascual, B. ; Alonso Valera, J.
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Facultad de Ciencias de la Salud
* Este trabajo está parcialmente financiado por la ayuda TS12005-07764-C02-02 I+D+I del Ministerio de Educación y Ciencia con fondos FEDER.
PALABRAS CLAVE: Salud Mental, Internet, psicoterapia, Revisión.
(KEYWORDS: Mental health, Internet, Psychotherapy, Review. )
Resumen
Dentro del marco de la salud mental, Internet juega un papel importante, por un lado por las posibilidades terapéuticas que brinda y, por otro, por las nuevas psicopatologías que se derivan de un mal uso del mismo. Se ha definido la terapia en red como un tipo de interacción profesional terapéutica que hace uso de Internet para conectar a los profesionales cualificados de la salud mental con sus clientes. Comienza en este contexto también a utilizarse el término “ciberterapia”, que por su brevedad y concisión resulta atractivo y que, con una variante añadida, adoptaremos de aquí en adelante, pasando a denominarla “ciberpsicoterapia”, para diferenciarla de otras posibles acciones terapéuticas dispensadas on line. En esta exposición lo que se pretende es un acercamiento a la misma, intentando profundizar en la conceptualización de lo que se puede entender por psicoterapia en red, sus ventajas y posibilidades, así como sus limitaciones, además de dar a conocer los resultados que esta área está generando.
Abstract
In mental health, internet plays an important role, first for the new therapeutic possibilities that give us and second for the new psychopathologies that appear with the abuse of internet. The on line therapy has been defined as a kind of professional therapeutic interaction that uses the Internet to connect qualified professionals of mental health with their customers. Also in this context the term "cybertherapy" is been using, because of its brevity and conciseness is attractive and, with an added option, we shall henceforth adopt and going to call it "cyberpsychotherapy" to differentiate it from other possible therapeutic actions delivering online. In this work we would like to do and approximation to this kind of therapy, its conceptualization, advantages and disadvantages and we pretend to give information about the results of its use.
Conceptualización de la terapia en red virtual
Internet ha irrumpido en nuestras vidas causando un gran impacto dentro de sus más diversos ámbitos: político, científico, social, sanitario, etc. Cuestiones inimaginables hace unos años, como, por ejemplo, obtener al instante casi cualquier información de casi cualquier tema, son hoy parte de la cotidianeidad. En este momento podemos hablar de la existencia de otra realidad, el ciberespacio, conformado por una red mundial de computadoras interconectadas, que ha dado lugar a nuevos y diversos tipos de vínculos y formas de comunicación interpersonales (Lameiro. 1998; Lameiro y Sánchez, 1998). Obviamente la psicología y la psiquiatría no quedan al margen de este fenómeno. Por el contrario, le corresponde abordarlo, y lo ha hecho ya, como veremos, con éxito.
En el año 2000, más de la mitad de los hogares norteamericanos tenían un ordenador y el porcentaje de hogares con conexión a Internet había aumentado de 26, 2% en 1998 a 41, 5% en e año 2000. En todo el mundo el uso de Internet se ha expandido rápidamente aumentando en 1 año de 463 millones de usuarios (7, 6% de la población) a 581 millones de usuarios (9, 6% de la población) en mayo de 2002 (Shapira et al, 2003).
En el presente trabajo nos vamos a centrar en lo que puede denominarse psicoterapia en red, la terapia dispensada íntegramente online. Comienza en este contexto también a utilizarse el término ciberterapia que por su brevedad y concisión resulta atractivo y que, con una variante añadida, adoptaremos de aquí en adelante, pasando a denominarla psicociberterapia, para diferenciarla de otras posibles acciones terapéuticas realizadas online y que no tienen relación con la terapia psicológica.
Este trabajo pretende ser un acercamiento a la psicoterapia en red. Por un lado, se intentará profundizar en la conceptualización de lo que se puede entender como psicociberterapia, sus ventajas y posibilidades, así como sus limitaciones, y por otro, dar a conocer los resultados que esta área está generando.
Se ha definido la terapia en red como “un tipo de interacción profesional terapéutica que hace uso de Internet para conectar a los profesionales cualificados de la salud mental con sus clientes” (Rochlen et al. 2004a).
La exacta delimitación de lo que son un psicoterapeuta online y una psicoterapia online están aún en discusión. En cualquier caso, desde nuestro punto de vista, integrando las características propias de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), esta área debe respetar las consideraciones teóricas, técnicas, éticas y legales aplicables en el ámbito tradicional de la intervención. Siguiendo esta idea, hemos considerado ampliar la definición, de forma que psicociberterapia sería: la aplicación de los principios y métodos, científicamente validados, de evaluación psicológica y de psicoterapia, adaptados para su utilización a través de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) y bajo la supervisión de un especialista.
Y el nuevo escenario de la intervención sería la virtualidad. Pero el concepto de virtual reviste matices. El diccionario de la Real Academia de la lengua Española (vigésima primera edición) define virtual como “que tiene existencia aparente y no real”. La realidad virtual es, por tanto, una realidad ilusoria, mera realidad perceptiva sin soporte objetivo. Existe sólo dentro del ordenador, generada en tiempo real por un interfaz informático que sintetiza digitalmente entornos, personas y objetos y los muestra por medios electrónicos. Por eso puede afirmarse que la realidad virtual es una pseudorrealidad alternativa, perceptivamente hablando.
La virtualidad establece una nueva forma de relación entre el uso de las coordenadas de espacio y de tiempo, supera las barreras espaciotemporales y configura un entorno en el que la información y la comunicación se nos muestran accesibles desde perspectivas hasta ahora desconocidas al menos en cuanto a su volumen y posibilidades.
La realidad virtual (RV) puede ser de dos tipos: inmersiva y no inmersiva. Los métodos inmersivos de realidad virtual con frecuencia se ligan a un ambiente tridimensional creado por un ordenador y que se manipula a través de cascos, guantes u otros dispositivos que capturan la posición y rotación de diferentes partes del cuerpo humano. La RV no inmersiva utiliza medios como el que actualmente nos ofrece Internet, en el que podemos interactuar en tiempo real con diferentes personas en espacio y ambientes que en realidad no existen sin la necesidad de dispositivos adicionales al ordenador (Caspar, 2004).
La RV no inmersiva tiene varias ventajas sobre el enfoque inmersivo como son el bajo coste y la fácil y rápida aceptación por parte de los usuarios. Los dispositivos inmersivos son de alto coste y generalmente el usuario prefiere manipular el ambiente virtual por medio de dispositivos familiares, como son el teclado y el ratón, que por medio de cascos pesados o guantes.
El término virtual puede también utilizarse en el sentido exclusivo de “en ausencia de contacto físico directo”, sin que sea necesaria la recreación de un espacio físico pseudo- real. En este caso, la única diferencia que habría con la psicoterapia presencial se referiría al medio a través del cual se desarrolla (chat, foro, videoconferencia, etc. ), considerándola real, en tanto que implica una interacción entre un cliente y un terapeuta reales, si bien en un espacio virtual.
Una última acepción de virtual haría referencia al terapeuta y no tanto al espacio físico del encuentro. Entonces la diferencia entre psicoterapia online y psicoterapia online virtual, se basaría en que esta última terapia estaría asistida por un sistema informático experto, no por una persona experta, donde, además del espacio, el terapeuta también sería virtual, no habiendo contacto del cliente con persona alguna. La interacción del paciente se realizaría con el sistema y no con una persona. El sistema estaría programado por un experto informático siguiendo las directrices de contenido y criterios dictadas por un experto psicoterapeuta, de manera que las respuestas dadas por este sistema remedarían las que el propio terapeuta real daría, aunque, en la actualidad todavía, sin la flexibilidad de este último (Christensen et al. , 2003).
No obstante, lo que parece más frecuente es la utilización de una combinación de ambas, donde además del contacto real con un psicoterapeuta, a través de los medios TIC comentados, una parte de la interacción del cliente se realiza, con un sistema experto que automatiza, hasta un cierto nivel, las respuestas a la interacción, utilizando sólo ocasionalmente espacios virtuales, tanto inmersivos como no inmersivos.
La psicociberterapia es, por tanto, una atención especializada que se realiza a través de las TIC (Internet, telefonía móvil, PDA) y que se caracteriza por:
• El contacto sin límite espacial. Terapeuta y cliente pueden establecer una relación independientemente de su ubicación física y la distancia que media entre ambos.
• El contacto sin límite temporal. El terapeuta puede estar siempre disponible, bien de forma sincrónica (por ejemplo a través de un chat) o asincrónica (por ejemplo el correo electrónico).
• El contacto virtual. Las aplicaciones pueden disponer de automatismos que presten atención, hasta cierto nivel, al cliente sin mediar intervención humana directa.
La cuestión fundamental que, por tanto, se esconde detrás de la aplicación de las nuevas tecnologías es la esencia misma de la relación terapéutica. La psicoterapia tradicionalmente es considerada como un encuentro humano. La duda entonces es si puede existir encuentro psicoterapéutico en ausencia de dicho contacto. Si tomamos en cuenta el alto nivel de fracasos terapéuticos causados por errores humanos, la idea romántica del encuentro terapéutico como la panacea de la curación podría desmoronarse. Probablemente existan pacientes que necesitan una relación terapéutica en el sentido tradicional, mientras que otros puedan abordar sus conflictos sin un terapeuta de carne y hueso (Caspar, 2004). Es posible que puedan desarrollarse nuevas formas de relación. En este sentido Rochlen et al. (2004b) proponen la “telepresencia” haciendo referencia al sentimiento de estar en presencia de alguien sin compartir un espacio físico inmediato.
Frente a esta nueva concepción de la psicoterapia, surgen actitudes diferentes que suelen estar caracterizadas por un doble radicalismo: de un lado un conservadurismo extremo, que se resiste al cambio y pone en duda la capacidad de la nueva tecnología para lograr sus objetivos, y de otro la sobrevaloración de la tecnología como terapia. Ciertamente los nuevos adelantos tecnológicos conllevan el peligro de devaluar la formación y experiencia de un terapeuta, ya que, al menos, parte del trabajo psicoterapéutico es realizado por ordenadores (Caspar, 2004). Estos miedos son alimentados por algunos autores que llegan a cuestionar la necesidad de terapeutas humanos (Bloom, 1998; Lange et al. , 2000). Nuestra posición es científicamente crítica y abierta. Lo que tenemos es que investigar qué y cómo funciona, sus indicaciones y contraindicaciones, sus aportaciones y sus límites.
Este fuerte movimiento científico va más allá de las meras aplicaciones clínicas. Se están haciendo esfuerzos por la clarificación conceptual, el abordaje de cuestiones éticas, la delimitación de las ventajas y desventajas del empleo de estas nuevas tecnologías (Christensen y Griffiths, 2003; Neuhauser y Kreps, 2003; Rhodes, Bowie y Hergenrather, 2003; Rochlen, Zack y Speyer, 2004; Griffiths, Lindenmeyer, Powell, Lowe y Thorogood, 2006), así como sobre los peligros de su uso (Yang, 2001; Shapira, Lessig, Goldsmith, Szabo, Lazoritz, et al. , 2003). Ya existen al menos dos sociedades científicas ocupadas del tema, la “International Society for Research on Internet Interventions”, fundada en Suecia en 2004, y la “Internacional Society for Mental Health Online”, y varias revistas especializadas o monográficas, como CyberPsychology & Behavior o el Journal of Medical Internet Research.
Accesibilidad de la red
Pero de nada sirve el potencial de las nuevas tecnologías de la Información y la comunicación si no son accesibles ¿Cuál es la penetración de Internet en los hogares españoles? Según la “Encuesta de Tecnologías de la Información en los hogares 2005” del INE (Instituto Nacional de Estadística), la mitad (50, 6%) de los hogares españoles disponen de ordenador, un 2, 5% más frente al del mismo período de 2004 (48, 1%). Casi cinco millones de hogares tienen acceso a Internet y las conexiones de banda ancha aumentaron un 5, 6%. En la oleada de la OGM de abril-mayo de 2006 el total de usuarios de Internet fue de 13. 925. 000, un 37, 2% de la población, un 57, 4% varones, un 68, 8% accedieron desde casa, un 30, 2% desde el trabajo y un 9, 1% desde el centro de estudios. El grupo de internautas principales tenía una edad comprendida entre los 25 y 34 años (29, 9%), seguido del grupo de 35 a 44 años (20, 8%), siendo la clase media-media (47, 7%) la principal usuaria Los servicios más populares fueron la navegación por la Web (95, 1%), seguidos del correo electrónico (85, 3%) y algo de lejos por la transferencia de ficheros (25, 4%) (Martín, 2006).
Tabla 1 Evolución de la penetración de Internet en España. Elaborado a partir del informe Tatum extraído del “Informe de Internet en España y en el Mundo” Octubre 2005
El uso del comercio electrónico en la población puede constituir una aproximación a lo que podrían ser los hábitos de acceso a servicios en red de los españoles. Según nuevamente el INI, un total de 2. 703. 425 personas compraron productos o servicios a través de Internet en los tres meses anteriores a la encuesta del 2005, lo que representa un 7, 35% del total de adultos de 15 y más años. El perfil de comprador más habitual es el de varón (su proporción casi dobla a la de las mujeres), de mediana edad (de 25 a 34 años), con estudios superiores y residente en un municipio densamente poblado. Los productos que más se compraron por Internet fueron siendo viajes y alojamientos (41, 1% de los compradores en el último año), entradas de espectáculos (26, 5%) y libros, revistas, periódicos y material de aprendizaje electrónico (15, 7%). Como vemos pues, la accesibilidad a la red es significativa, y está en franca expansión.
Tabla 2. Encuesta de Tecnologías de la información en los hogares 2005. Resultados nacionales
La red y la salud
El creciente posicionamiento de la salud como valor en alza en nuestro marco cultural puede apreciarse en varios indicadores, como por ejemplo, el creciente número de revistas divulgativas (“Muy Saludable, Saber Vivir”, “Salud alternativa”, “Mente Sana”, “Vive”, “Psicología práctica”, “Cuerpo y mente”, “Prevenir”, “Psychologies”, “CuerpoMente”, “Psicología, salud natural”, “Línea Saludable”, “Sportlife”, “Salud Vital”, “Dietética y Salud”, etc. . ), los mensajes publicitarios sobre productos alimenticios relacionados con la salud, la aparición de nuevas líneas de productos “saludables”, las alusiones a la seguridad en los automóviles, y, sin duda, la multiplicación de las páginas Web dedicadas a la salud. En esta misma línea podemos encontrar miles de páginas en Internet de contenido médico o relacionado con la salud. Hospitales, clínicas, consultas, fundaciones, instituciones, centros de investigación, asociaciones de pacientes, aseguradoras, farmacéuticas, tanto de carácter privado como público mantiene sus sitios Web y blogs desde los que se aconseja u oferta todo tipo de información sobre los más diversos y variados temas de salud, a lo que hay que añadir las secciones de salud de las ediciones digitales de la mayoría de periódicos, especialmente importantes en los de tirada nacional (El Mundo, El País, ABC).
Entre los usuarios de Internet, el porcentaje de los que busca información sobre temas de salud es cada vez mayor, llegando al 80% en países como Alemania o Estados unidos (Computer Hoy, 2006a). En nuestro país, en el año 2004 un 22, 4% de internautas buscó información relacionada con la salud en la red, alcanzando ese porcentaje el 28, 13% de los usuarios en el 2005. Más concretamente un 5, 42% y un 5, 27% en el 2004 y en el 2005 respectivamente buscaron consejos de salud de un médico “on line” (Fundación Telefónica, 2006), además un 1% concertó citas con médicos, y un 0, 2% gestionó recetas (Computer Hoy, 2006b).
En este sentido la oferta es inagotable, desde páginas que tratan sobre como combatir molestias cervicales y musculares (espalda. org), perder peso controladamente (consultadietetica. com), evitar catarros y resfriados (viatusalud. com), saber acerca de la alergía (laalergia. com), ayudar contra las migrañas y dolores de cabeza (meduelelacabeza. com), mantener la higiene bucal (dentaid. com), cuidar de los ojos y la visión (ocularweb. com), o proteger la piel de la exposición al sol (lapiel. com) entre otras (Computer Hoy, 2006a).
A nivel profesional y científico, en la pasada década se ha incrementando rápidamente el empleo de Internet para proporcionar atención a la salud mental y al cambio comportamental. Las intervenciones facilitadas a través de Internet suelen ser tratamientos típicamente comportamentales, adaptados y operativizados para ser facilitados on-line. Habitualmente están altamente estructurados, total o parcialmente autoguiados, basados en intervenciones cara a cara que previamente han mostrado su eficacia, personalizados, interactivos, realzados con gráficos, animaciones, audio y vídeo, y con seguimiento y retroalimentación adaptados al usuario. Sin ánimo de ser exhaustivos, en una mera aproximación al tema, encontramos trabajos que constatan la eficacia de intervenciones vía Internet relacionadas con el trastorno de pánico (Carlbring, Nilsson-Ihrfelt, Waara, Kollenstam, Buhrman et el. , 2005; Klein, Richards y Austin, 2006), depresión (Christensen, Griffiths y Jorm, 2004), estrés Postraumático (Lange, Rietdijk, Hudcovicova, Van den Ven, Schrieken et al. , 2003), estrés (Zetterqvist, Maanmies, Strom y Andersson, 2003), Trastornos de la conducta Alimentaria (Zabinski, Wilfley, Calfas, Winzelberg y Barr Taylor, 2004), insomnio (Ström, Petterson y Andersson, 2004), Dolor de cabeza (Devineni & Blanchard, 2005), Dolor Crónico (Buhrman, Fältenhag, Ström, & Andersson, 2004), fobia Social (Carlbring, Steczkó, Furmark, Ekselius, & Andersson, 2005), encopresis (Ritterband, Cox, Walker, Kovatchev, McKnight et al. , 2003), pérdida de peso (Harvey-Berino, Pintauro, Buzzell y Casey, 2004), zumbido de oídos (Andersson y Kaldo, 2004), y tabaquismo (Walters, Wright y Shegog, 2006).
El uso problemático de internet
La problemática relacionada con el uso de Internet se ha descrio bajo varios epígrafes: adicción a los ordenadores, trastorno de adicción a Internet, uso patológico de Internet, etc. Publicándose numerosos artículos describiendo esta entidad (Norris, 2004; Yang, 2001).
Desde los años 90 aparece en la literatura un creciente interés por las adicciones tecnológicas: televisión, videojuegos. Ya en 1991 Shotton encontró casos de adicción a los ordenadores. Se trataba de individuos mayoritariamente varones, de edad media 29, 7 años, con una dependencia media de 5, 6 años. Shotton también encontró que los “dependientes” tenían necesidad de comprar sus ordenadores tan pronto como se comercializaban y que tenían una constante necesidad de estimulación intelectual, encontrando escasos efectos negativos de su dependencia.
Se ha sugerido que la dependencia de Internet es similar al concepto de adicción Positiva. Las adicciones positivas son aquellas cosas consideradas buenas para el hombre (ej. , ejercicio, meditación. . . ) y que podrían ser útiles como sustitutas de otras dependencias más destructivas. Una adicción positiva se caracterizaría por no competir con las actividades de la vida diaria, ser relativamente fácil de completar, poderse hacer en soledad, tener valor para el individuo, suponer alguna clase de mejora y no implicar autocrítica. Sin embargo, en la actualidad es cuestionable si las consideradas anteriormente adicciones positivas no son verdaderas adicciones.
En cualquier caso, se ha sugerido que las adicciones tecnológicas y los clásicos modelos de adicciones que incluyen el consumo de drogas, tienen numerosas características en común incluyendo euforia, tolerancia, abandono, conflicto y recaída. Numerosos estudios han mostrado la relación entre el tiempo pasado online y el número de consecuencias negativas.
La dependencia a Internet también podría concebirse como un adicción conductual (Marks 1990). Las adicciones conductuales (a conductas) operan sobre el principio modificado de los modelos clásicos de adicciones. En cualquier caso, la validez y la utilidad clínica de clasificar ciertos trastornos mentales como el gasto compulsivo, la cleptomanía, ludopatía, hipersexualidad, etc. , como adicciones ha sido muy cuestionado. Otros autores postulan que hay una tendencia en estos individuos a ser “multi-adictos”, con adicciones que se solapan entre abuso de sustancias como alcohol y tabaco y adicciones a actividades como el uso de Internet, el juego, televisión, etc. Una llave que puede explicar ambos modelos de adicciones: a sustancias y a conductas es el concepto de dependencia psicológica, en el cual no se produce cambios fisiológicos, como en la ingestión de una sustancia. Esto podría explicar la adicción a Internet donde no se producen cambios fisiológicos. Pero, en cualquier caso, esto describe más un proceso de condicionamiento que una adicción.
El uso que la gente le da a Internet es variado (chats, correoelectrónico, forum. . . ) y es posible que sólo algunas de estas actividades faciliten la adicción o uso compulsivo en individuos susceptibles (probablemente donde más se interaccione con otros). Entre los individuos con uso compulsivo de Internet hay variaciones en el tipo de uso según la edad y el género. Así las mujeres y los adictos mayores son más proclives a la participación en chats de naturaleza sexual. Mientras que los hombres y los más jóvenes a los juegos y a las Web pornográficas. La pornografía online, cybersex y relaciones a través de Internet, juegan un papel importante en el abuso de Internet. , y para algunos autores la adicción al sexo a través de Internet sería un subtipo de adicción a Internet (Griffiths, 2001).
Ha habido varios intentos de clasificar y cuantificar los síntomas del uso problemático de Internet. Por ejemplo, Young en 1996 consideraba la posibilidad de la similitud entre el abuso de Internet y la adicción a drogas, alcohol o juego. El mismo Young en 1998 proponía que el uso problemático de Internet estaba más cerca de los trastornos del control de los impulsos, siendo muy similar a la ludopatía. Así mismo, Young y Rogers (1998) encuentran que en la adicción a Internet, al igual que en los trastornos de alimentación y en la ludopatía hay con frecuencia sintomatología depresiva asociada. A partir de los criterios usados por Young, otros autores (Beard y Wolf , 2001) han hecho algunas modificaciones en el número de criterios para realizar el diagnóstico de adicción a Internet. Para Praterelli et al. (1999) relaciona la adicción a Internet con los trastornos obsesivos.
Han aparecido otros estudios donde se relaciona la adicción a Internet con los trastornos del control de los impulsos (Shapira et al. , 2000; Treuer et al. , 2001). Shapira describe la adicción a Internet como el uso de Internet: (1) incontrolado, (2) el tiempo de uso o los resultados provocan problemas laborales, sociales o económicos y (3) no sólo ocurre durante un episodio hipomaniaco o maniaco. En un estudio sobre 20 sujetos con adicción a Internet, Shapira encontró que los 20 sujetos cumplían criterios de otros trastornos del control de los impulsos y sólo 3 cumplían criterios de Trastornos obsesivo-compulsivo. Treuer en un estudio de 86 sujetos que utilizaban abusivamente de Internet encontró una alta prevalencia de trastornos del control de los impulsos.
Muchos autores (Orzack, 1999; Stein, 1997) han hablado del peligro de que Internet anule las interacciones humanas directas, favoreciendo el aislamiento del individuo.
Estudios a nivel internacional (Chou, 2001; Tsai y Lin, 2001, Treuer, 2001) muestran que el problema del abuso de Internet ocurre a nivel mundial. Por ejemplo, un estudio realizado por Greenfield (2000), muestra que el 60% de las empresas estudiadas habían sancionado a empleados por la utilización inapropiada de Internet (chats, email, pornografía) desde los ordenadores de la empresa. Según el estudio de DeAngelis (2000) entre el 6 y el 14% de las personas que usan Internet tienen problemas de abuso del mismo.
Para identificar/diagnosticar la adicción a Internet se han propuesto los siguientes criterios:
• preocupación desadaptativa acerca del uso de Internet, como indican al menos uno de los siguientes síntomas:
o preocupación sobre el uso de Internet que es experimentada como irresistible.
o Excesivo uso de Internet por periodos de tiempo más largos de los planeados.
• El uso de Internet o la preocupación con su uso causa distrés clínicamente significativo o alteraciones en el funcionamiento social, laboral u otras áreas.
• El excesivo uso de Internet no ocurre exclusivamente durante episodios de hipomanía o manía y no se explica mejor por otro trastorno del eje I.
Para realizar dicho diagnóstico se deben cumplir 3 ó más de los siguientes criterios de la Asociación de psiquiatría Americana:
1. Tolerancia: se refiere a la necesidad de aumentar la cantidad de tiempo de utilización de Internet para conseguir satisfacción y/o disminución significativa de dicha satisfacción con el mismo tiempo de uso de Internet.
2. Dos ó más síntomas de retirada (abstinencia) tras reducir o cesar el uso de Internet que causan distrés o problemas en el funcionamiento social, personal o laboral. Estos síntomas incluyen: agitación psicomotora, temblor, ansiedad, pensamientos obsesivos acerca de qué está pasando en Internet, fantasías o sueños acerca de Internet, movimientos voluntarios o involuntarios de los dedos.
3. Se utiliza Internet para evitar que aparezcan eso síntomas de retirada (abstinencia).
4. El uso de Internet se realiza más a menudo o por periodos de tiempo más prolongados de lo pensado previamente.
5. Una importante cantidad de tiempo se emplea en actividades relacionadas con Internet (libros sobre Internet, búsquedas de información sobre Internet, etc. ).
6. Se abandonan importantes actividades sociales, laborales o recreativas por utilizar Internet.
7. El individuo se arriesga a perder relaciones personales importantes, el trabajo, el año académico u oportunidades profesionales por el excesivo uso de Internet.
La adicción a Internet está próxima a la ludopatía y sus efectos pueden ser tan devastadores como los del alcoholismo.
Conclusiones: Ventajas y limitaciones de las TIC para la psicología clínica y de la salud
Las ventajas de la terapia a través de Internet incluyen la mayor accesibilidad a la salud mental de las zonas geográficas más remotas, incluidas zonas rurales, la reducción de costes y la facilitación de la comunicación (Christensen et al. 2003). Además, la utilización de las TIC y la RV para el desarrollo de programas de tratamiento conductual está cada vez más extendida (Danaher et al. 2005). Considerando además que se trata de recursos que, aunque no son universales a día de hoy, están en franca expansión y cuentan con el apoyo de las políticas tanto nacionales como europeas, por lo que su generalización es previsible a medio plazo.
La RV se convierte en un paso intermedio muy útil entre la consulta y el medio real. Ya no hará falta esperar a que se produzcan los acontecimientos en el mundo real, ampliándose así las posibilidades de auto-entrenamiento y la aceleración del proceso terapéutico (Neuhauser y Kreps, 2003).
Frente a técnicas como exposición en imaginación, la RV estimula varias modalidades sensoriales (auditivas, visuales y vestibulares), lo cual resulta muy conveniente para aquellas personas que tienen problemas para imaginar. Además la RV permite al terapeuta saber en cada momento lo que el paciente está viendo y, por tanto, puede saber con mayor precisión qué estímulo está provocando la respuesta del miedo (Botella et al. 2005).
Frente a las técnicas de exposición en vivo, la RV permite ofrecer exposición a aquellas personas que se niegan a someterse a este tipo de técnicas porque les resulta demasiado difícil o amenazador. Permite mayor confidencialidad, en el sentido de que el tratamiento se hace en consulta, por lo que la persona no tiene porqué temer que si la exposición se realiza en un ambiente público, los demás puedan conocer su problema. Permite, además, diseñar a medida la jerarquía de exposición, con lo que la persona puede exponerse prácticamente a todas las situaciones posibles siendo más segura, ya que, en todo momento, está controlado lo que ocurre en el ambiente virtual y se puede repetir la exposición a una situación todas las veces que sea necesaria hasta que la ansiedad baje. Al realizarse en la propia consulta, se convierte más rentable en términos de tiempo y dinero.
Las desventajas de la psicociberterapia incluyen la escasez de protocolos estandarizados y de normas éticas específicas para su aplicación, (Christensen et al. 2003). Pero ya existen datos acerca de la eficacia de esta tecnología en el tratamiento de distintos trastornos, fundamentalmente de trastornos de ansiedad, del estado de ánimo, del tabaquismo, etc. Y son cada vez más las investigaciones en el área, y el respaldo científico que reciben, como así lo atestiguan el nacimiento de publicaciones específicas y la creación de sociedades científicas en el área aplicada de las nuevas tecnologías.
Teniendo en cuenta el rápido desarrollo tecnológico en relación a las TIC, parece previsible que se produzca una progresiva expansión de los servicios psicoterapéuticos y de información sobre salud mental en Internet que, en cualquier caso, complementarían a los distintos tipos de intervención ya existentes, aumentando así la oferta terapéutica.
Por tanto, nosotros consideramos oportuno aprovechar todas sus potencialidades actuales, y también conocer sus limitaciones y problemas, con el objeto de controlarlos al máximo para el mejor aprovechamiento y rendimiento de las nuevas TIC aplicadas a la Salud Mental.
Referencias
Andersson, G. y Kaldo, V. (2004). Internet-based cognitive behavioral therapy for tinnitus, Journal of Clinical Psychology, 60, 171–178.
Beard, K. W. y Wolf, E. M. (2001). Modification in the proposed diagnostic criteria for Internet addiction. Cyberpsychology and Behavior. 4(3), 377-383.
Bloom, W. J. (1998). The ethical practice of webcounselling. British Journal of Guidance and Counselling, 26, 53-59.
Botella, C. , Juan, M. C. , Baños, R. M. , Alcaniz, M. , Guillen, V. , y Rey. B. (2005). Mixing Realities? An Application of Augmented Reality for the Treatment of Cockroach Phobia. CyberPsychology & Behavior, 8(2), 162-171.
Botella, C. , Villa, H. , García-Palacios, A. , Baños, R. M. , Perpiñá, C. , y Alcañiz, M. . (2004). Clinically significant virtual environments for the treatment of panic disorder and agoraphobia. Cyberpsyhology and Behavior, 7(5), 527-535.
Buhrman, M. , Fältenhag, S. , Ström, L. , & Andersson, G. (2004). Controlled trial of Internet-based treatment with telephone support for chronic back pain. Pain, 111, 368-377.
Carlbring, P. , Steczkó, J. , Furmark, T. , Ekselius, L. , & Andersson, G. (2005). An open study of Internet-based bibliotherapy with minimal therapist contact via email for social phobia. Clinical Psychologist, 10, 30-38.
Caspar, F. (2004). Technological Developments and applications in clinical psychology and psychotherapy: Introduction. Journal of Clinical Psychology, 60(3), 221-238. Christensen, H. y Griffiths, K. (2003). The internet and mental health practice. Evidence Based Mental Health, 6, 66-69.
Christensen, H. , y Griffiths, K. (2003). The Internet and mental health practice. Evidence Based Mental Health, 6, 66-69.
Christensen, H. , Griffiths, K. M. , & Jorm, A. F. (2004). Delivering interventions for depression by using the Internet: Randomised controlled trial. British Medical Journal, 328, 265-268.
Cho, B. H. , Kim S. , Shin, D. I. , Lee, J. H. , Lee, S. M. , Kim, I. Y. , y Kim, S. I. (2004). Neurofeedback training with virtual reality for inattention and impulsiveness. Cyberpsyhology and Behavior, 7(5), 519-526.
Computer hoy (2006a). Test: 8 webs para dejar de fumar. Computer Hoy, 8(194), 74-78.
Computer hoy (2006b). La red y tu salud. Computer Hoy, 8(197), 64-68.
Danaher, B. G. , Garth, H. , y Seely, J. (2005). The Information Architecture of Behavior Change Websites. Journal Medicine Internet Research, 7(2), e12.
Danaher, B. G. , McKay, H. G. , Seeley, J. R. (2005). The Information Architecture of Behavior Change Websites. Journal of Medical Internet Research, 7(2), e12.
Devineni, T. , & Blanchard, E. B. (2005). A randomized controlled trial of an internet-based treatment for chronic headache. Behaviour Research and Therapy, 43, 277-292.
Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares. Segundo trimestre de 2005. Recuperado el 2 de octubre de 2006 de www. ine. es/inebase/cgi/um?M=%2Ft25%2Fp450&O=inebase&
Fundación Telefónica (2006). La sociedad de la información en España 2005. Recuperado el 2 de octubre de 2006 de sie2005. tpiedita. es/
Griffiths, M. D. (2001). Internet gambling: Preliminary results of the first UK prevalence study. Electronic Journal of Gambling Issues. Retrieved from www. camh. net/egambling/issue5/research/griffiths_article. htm, J. , y Quintana J. psicología de Internet: Presentación del monográfico de anuario de psicología sobre Internet y psicología. Anuario de psicología, 32(2).
Griffiths F, Lindenmeyer A, Powell J, Lowe P, Thorogood M. (2006). Why Are Health Care Interventions Delivered Over the Internet? A Systematic Review of the Published Literature. Journal of Medical Internet Research, 7(2), e10.
Grunwald, M. , y Wesemann, D. (2007). Special online consulting for patient with eating disorders and their relatives: analysis of user characteristics and e-mail. Cyberpsyhology and Behavior, 10(1), 57-63.
Harvey-Berino, J. , Pintauro, S. , Buzzell, P. y Casey, E. (2004). Effect of Internet - support on the long term maintenance of weight loss. Obesity Research, 12(2), 320-329.
Instituto Nacional de estadística, Inebase (2005). Nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y comunicación en los hogares. Recuperado el 30/05/2006 de www. ine. es/inebase/cgi/um?M=%2Ft25%2Fp450&O=inebase&
Klein, B. , Richards, J. C. , y Austin, D. W. (2006). Efficacy of internet therapy for panic disorder. Journal of Behavior Therapy & Experimental Psychiatry. 37, 213-238.
Lameiro, M. (1998), "Vínculos e Internet: Los cibergrupos: su formación y mantenimiento", Casi Nada. Recuperado el 30/05/2007 de usuarios. iponet. es/casinada/22vincul. htm.
Lameiro, M. & Sánchez, R. (1998), "Vínculos e Internet: Investigación cualitativa acerca de nuevas formas de vincularse", Boletín de la Sociedad Española de psicoterapia y Técnicas de grupo, 4, 14, 45-66. Recuperado el 30/05/2007 de www. campogrupal. com/vinculos. html.
Lange, A. , Van de Ven, J. P. , Schrieken, B. A. L. , Bredeweg, B. , y Emmelkamp, P. M. G. (2000). Internet-mediated, protocol-driven treatment of psychological dysfunction. Journal of Telemedicine and Telecare, 6, 15-21.
Lange, A. , Rietdijk, D. , Hudcovicova, M. , van de Ven, J. , Schrieken, B. , y Emmelkamp, P. M. G. (2003). Interapy: A controlled randomized trial of standardized treatment of posttraumatic stress through the internet. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 71, 901-909.
Martín, I. G. (2006). Informe Mensual Nº 42. CEPREDE, Centro de Predicción Económica. Recuperada el 4 de noviembre de 2006 de www. n-conomia. com/pdfhome/informe_mensual2006/informe_mensua
Morahan, J. M. (2004). How internet users find, evaluate, and use online health information: a cross-cultural review. Cyberpsychology and Behavior, 7(5), 497-510.
Marks, I. (1990). Behavioural (non chemical) addictions. British Journal of Adicction, 85, 1389-1394.
Neuhauser, L. , y Kreps G. L. (2003). Rethinking communication in the E-health era. Journal of Health Psychology, 8(1), 7-22.
Norris, K. O. (2004). Gender stereotypes, agression, and computer games: an online survey of women. Cyberpsychology, 7(6), 714-727.
Orzack, M. (1999). Computer addiction: Is it real or virtual? Harvard Mental Health Letter, 15(7), 8.
Powell, J. A. , Darvell, M. y Gray, J. A. M. (2003). The doctor, the patient and the world-wide web: how the internet is changing healthcare. Journal of the Royal Society of Medecine, 96, 74-76.
Pratarelli, M. E. , Browne, B. L. , y Johnson, K. (1999). A bits and bytes of computer/internet addiction: a factor analytic approach. Behavior, Research Methods, Instruments & Computer, 31, 305-314.
Rhodes, S. D. , Bowie, D. A. y Hergenrather, K. C. (2003). Collecting behavioural data using the world wide web: considerations for researchers. Journal of Epidemiological Community Health, 57, 68-73.
Ritterband, L. M. , Cox, D. J. , Walker, L. S. , Kovatchev, B. , McKnight, L. , Patel, K. , Borowitz, S. , & Sutphen, J. (2003). An Internet intervention as adjunctive therapy for pediatric encopresis. Journal of Consulting & Clinical Psychology, 71, 910-917.
Rochlen, A. B. , Zack, J. S. y Speyer, C. (2004). Online therapy: review of relevant definitions, debates, and current empirical support. Journal of Clinical Psychology, 60 (3), 269-283.
Shapira, N. A. , Goldsmith, T. D. , Keck, P. E. Jr, y Khosla, U. M. (2000). Psychiatric features of individuals with problematic internet use. Journal of Affective Disorders, 57(1-3), 267-272.
Shapira, N. A. , Lessig, M. C. Goldsmith, T. D. , Szabo, S. T. , Lazoritz, M. , Gold, M. S. , y Stein, D. J. (2003). Problematic internet use: proposed classification and diagnostic criteria. Depression and Anxiety, 17, 207-216.
Shotton, M. A. (1991). The cost and benefits of ‘computer addiction’. Behaviour Information and Technology, 10, 219-230.
Stein, D. J. (1997). Internet addiction, internet psychotherapy, [letter comment]. American Journal of Psychiatry, 153, 890.
Ström, L. , Pettersson, R. , y Andersson, G. (2004). Internet-based treatment for insomnia: A controlled evaluation. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 72, 113-120.
Tatum, Consultoría de Marketing e Internet (2001). Informe de Internet en España y en el mundo año 2001. Recuperada el 4 de noviembre de 2006 de www. tatum. es/buscador_generico_resultado. asp?pmTitulo=Inform
Treuer, T. , Fábián Z. , y Füredi, J. (2001). Internet addiction associated with features of impulse control disorders: is it a real psychiatric disorder? Journal of Affective Disorders, 66, 283.
Walters, S. T. , Wright, J. A. y Shegog, R. (2006). A review of computer and Internet-based interventions for smoking behaviour. Addictive Behaviors, 31, 264–277.
Yang, C. K. (2001). Sociopsychiatric characteristics of adolescents who use computers to excess. Acta Psychiatrica Scandinavica, 104, 217-222.
Young, K. S. (1996). Psychology of computer use: XL. Addictive use of the Internet: a case that breaks the stereotype. Psychological Report, 79, 899-902. .
Young, K. S. y Rogers, R. C. (1998). The relationship between depression and internet addiction. Cyberpsychology Behavior, 1, 25-28.
Yang, C. K. (2001). Sociopsychiatric characteristics of adolescents who use computers to excess. Acta Psychiatrica Scandinavica, 104, 217-222.
Zabinski, M. F. , Wilfley, D. E. , Calfas, K. J. , Winzelberg, A. J. , y Taylor, C. B. (2004). An interactive psychoeducational intervention for women at risk of developing an eating disorder. Journal of Consulting Clinical Psychology, 72, 914-919.
Zetterqvist, K. Maanmies, J. Ström L. y Andersson, G. (2003). Randomized controlled trial of Internet-based stress management, Cognitive Behaviour Therapy 32, 151–160.
IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.
"Solo necesito que me aceptes": La salud mental en la adolescencia
Adamed Laboratorios
Fecha Publicación: 24/10/2024
La ética del cuidado
Literariamente: Literatura y salud mental
Fecha Publicación: 22/10/2024
HÉCTOR ABAD FACIOLINCE y MERCEDES NAVÍO.
Literariamente: Literatura y salud mental
Fecha Publicación: 03/10/2024
Proyecto UNATI. Los efectos del alcohol a partir de los 50 años
Adamed Laboratorios
Fecha Publicación: 01/10/2024
RETOS Y OPORTUNIDADES DEL MANEJO DEL TRASTORNO MAYOR DEPRESIVO EN LATINOAMÉRICA
Marcelo Cetkovich Bakmas
Fecha Publicación: 25/09/2024
INDEFENSIÓN APRENDIDA EN CONTEXTOS DE REPRESIÓN: UN ESTUDIO SOBRE EL IMPACTO PSICOSOCIAL EN CUBA
Dr. Daniel Guevara Silveira et. al
Fecha Publicación: 25/09/2024