Es frecuente observar en la clínica muchos problemas físicos que atienden a lo que comúnmente se denomina patología psicosomática, una circunstancia en la que intervienen de modo influyente factores psicológicos en la etiología, mantenimiento y/o curso de el proceso mórbido, es decir que la enfermedad psicosomática es la que se encuentra bajo la influencia demostrable de factores psicosociales (Luban-Plozza, 1997).
La cuestión es que bajo este epígrafe nosológico aparecen multitud de descripciones clínicas entre las que habría de hacerse un diagnóstico diferencial con otros problemas como proceso somatopsíquico, histeria de conversión e hipocondría. Incluso en clasificaciones actuales en boga como el DSM-IV-TR (APA, 2002) se ha planteado una ambiciosa clasificación de criterios diagnósticos que dada la complejidad de la temática abordada, también dejan al descubierto ciertas lagunas en cuanto a la comprensión etiológico-dinámica de determinados síntomas y cuadros físicos de difícil explicación.
Por ello en el presente trabajo vamos a tratar de establecer pautas básicas para poder establecer diagnósticos diferenciales de garantía entre los procesos, a veces semejantes en apariencia, y así poder establecer un correcto tratamiento médico y psicológico con cada caso concreto.
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