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Bulimia y anorexia . Una lectura de género y psicoanálisis.

Autor/autores: Julieta Sourrouille
Fecha Publicación: 01/01/2003
Área temática: Personalidad, Trastornos de la Personalidad .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

El cuerpo (body) de las mujeres de estos tiempos es un cuerpo deslibidinizado. Deslibidinizado culturalmente, manipulado por los medios de comunicación, por las exigencias sociales. Es un cuerpo, al decir de Rodulfo, desexualizado, y sin posibilidad de sexualizarse. Imagen fálica del cuerpo, un cuerpo que debe ser tal los mandatos del sistema actual lo indican. ¿ Cuál es el lugar para el deseo mujer (woman wish)que se deja allí? bulimia y anorexia (bulimia and anorexia) son algunas de las problemáticas más renombradas los últimos años dentro del campo de la salud mental; afectan al cuerpo, lo disciplinan al decir de Foucault. Traslucen la manipulación de la producción de subjetividades.

Conductas purgativas que lavan las subjetividades del cambio; se vacían y vuelven a llenar, pero esta vez, con culpas; culpas por un cuerpo que debe responder a un ideal de belleza que impone un vacío, un vaciamiento de sentido. La trama significante (significant weft) que aloja al sujeto se resquebraja, se pierden las coordenadas que guían la vida. Un Otro que devora, que exige. ¿ Cuál es entonces el lugar que debemos ocupar los terapeutas?¿ Cómo trabajar desde un otro lugar, distinto al de ese Otro solo capaz de devorar las subjetividades? Este es el desafío que presentan las nuevas patologías en el siglo XXI.

Palabras clave: Bulimia y anorexia, Cuerpo, Deseo-mujer, Trama significante


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Bulimia y anorexia . Una lectura de género y psicoanálisis.

Julieta Sourrouille.

Hospital Neuropsiquiatrico Braulio Moyano, Buenos Aires; Argentina
Universidad de Buenos Aires, Facultad de psicología, Buenos Aires, Argentina

PALABRAS CLAVE: Cuerpo, bulimia y anorexia, Deseo-mujer, Trama significante.

(KEYWORDS: Body, bulimia and anorexia, Woman wish, Significant weft. )

 

Resumen

El cuerpo (body) de las mujeres de estos tiempos es un cuerpo deslibidinizado. Deslibidinizado culturalmente, manipulado por los medios de comunicación, por las exigencias sociales. Es un cuerpo, al decir de Rodulfo, desexualizado, y sin posibilidad de sexualizarse. Imagen fálica del cuerpo, un cuerpo que debe ser tal los mandatos del sistema actual lo indican. ¿ Cuál es el lugar para el deseo mujer (woman wish)que se deja allí? bulimia y anorexia (bulimia and anorexia) son algunas de las problemáticas más renombradas los últimos años dentro del campo de la salud mental; afectan al cuerpo, lo disciplinan al decir de Foucault.

Traslucen la manipulación de la producción de subjetividades. Conductas purgativas que lavan las subjetividades del cambio; se vacían y vuelven a llenar, pero esta vez, con culpas; culpas por un cuerpo que debe responder a un ideal de belleza que impone un vacío, un vaciamiento de sentido.

La trama significante (significant weft) que aloja al sujeto se resquebraja, se pierden las coordenadas que guían la vida. Un Otro que devora, que exige. ¿ Cuál es entonces el lugar que debemos ocupar los terapeutas?¿ Cómo trabajar desde un otro lugar, distinto al de ese Otro solo capaz de devorar las subjetividades? Este es el desafío que presentan las nuevas patologías en el siglo XXI.



Una lectura desde el género y el psicoanálisis nos permiten analizar el tema de las nuevas patologías, de los cuerpos sin forma que la cultura nos va marcando. El discurso amo del cual nos habla Lacan, se asimila al discurso capitalista, es el discurso que deseca el deseo; pero también deseca los cuerpos. Los terapeutas debemos tratar de cooperar con nuestra época, con las patologías que el siglo XXI nos presenta. El analista debe dar lugar a la excepción en análisis, al NO TODO al cual el sistema capitalista se ha esforzado en negar. Tomemos en primer lugar algunas puntualizaciones hechas por J. Lacan en cuanto a la mujer y a su lugar en el psicoanálisis.
En el seminario 16 “ De otro al otro” Lacan habla de la mujer en estos términos:

“ La mujer, en su esencia, si es algo – y nosotros no sabemos nada de ello- es reprimida para la mujer, como para el hombre y ella lo es doblemente. En primer lugar, el representante de su representación está perdido. No se sabe qué es la mujer, y luego, ese representante, si se lo recupera es objeto de la negación. ¿ Pues qué otra cosa puede atribuírsele como carácter mas que no tener lo que precisamente nunca ha sido cuestión que ella tenga?…”

Lacan nos muestra que la mujer, pensada desde el psicoanálisis, representa el enigma, el lugar de oscuridad, que a su vez es el lugar de la Nada, de la Falta, del ser en palabras de Heidegger. ¿ Es este un lugar de denigración para la mujer, o en cambio representa un lugar endiosado? Tal vez represente los dos lugares, conjuntamente, lo importante es pensar la imposibilidad de poder representar el lugar de equidad en relación al hombre. Y todo este entramado de lugares endiosados o denigrados tiene amplias consecuencias en la salud femenina.

Desde una perspectiva de género podemos decir que los análisis de Lacan tienen como fundamento una teoría estructuralista, donde impera la lógica de lo Uno, donde se deja invisibilizado que no solo existe la lógica binaria, atributiva y jerárquica. ¿ Qué se quiere decir con ello?

Que en el caso del psicoanálisis se piensa a la mujer como el negativo del hombre, desde una lógica fálica donde la mujer se presenta como pura falta de significante; como aquello que queda indecible. Pero con ello no queremos dar por tierra al psicoanálisis, muy por el contrario pensamos que hay infinidades de aportes que tomamos desde allí. Lo que propone este trabajo es pensar la teoría psicoanalítica, así como las distintas teorías filosóficas, desde la perspectiva de “caja de herramientas”, término acuñado por Foucault, es decir, sin imponer una teoría reina sino una multiplicidad de disciplinas que se transversalizan para poder pensar los trastornos de la alimentación como un campo de problemáticas, y no como un objeto discreto desde la lógica moderna.

Se hace necesaria la deconstrucción de estereotipos que han legitimado la postergación de las mujeres en asuntos que competen con las dinámicas de sus vidas. Se reivindica el principio de una “relación para sí”, fortalecedor de la capacidad para decidir en todo lo que compete con sus mundos de la corporalidad, la emocionalidad, la espiritualidad así como lo concerniente a su salud, sus afectos, sus opciones, su sexualidad, es decir, la vida misma.

Pero vayamos ahora a la temática específica que nos convoca; y veamos que nos dice el psicoanálisis lacaniano sobre los trastornos de la alimentación.

En el Seminario 8 “ La tranferencia” Lacan habla de la anorexia y especifíca esta patología como el rechazo a la satisfacción del deseo por parte del Otro, a la manera de frustrar la demanda. Es importante recordar la diferenciación que este autor realiza en relación a la necesidad ( en este caso de ser nutrido) y al deseo, que es la brecha abierta entre esa necesidad y la demanda. Lacan ubica la anorexia en relación a los primeros cuidados maternales, a la relación preedipica con la madre. La madre en estas patologías es una madre que devora; es la “madre cocodrilo” de la que se habla tan frecuentemente. Pero revisemos un poco más sobre esto: la fase oral es por antonomasia aquella donde se resalta el canibalismo, que está, lógicamente, relacionado con lo sexual. En palabras de Lacan “…es en tanto que la demanda oral tiene otro sentido que la satisfacción del hambre, que es la demanda sexual, nos dice Freud, a partir de “ Los tres ensayos sobre la sexualidad”, que es en el fondo canibalismo, y que el canibalismo tiene un sentido sexual…”

Por lo tanto, lo que el autor nos está mostrando con esta cita es que, en un sentido o en otro, la bulimia y la anorexia no escapan a un sentido sexual. ¿ Y desde dónde se sostiene esta afirmación? Si pensamos a la relación sexual como la unión de los cuerpos, como esa reabsorción de los cuerpos, no es difícil encontrar su relación con la fase oral, con el propio canibalismo, donde los cuerpos se fusionan, un cuerpo se traga al otro. Tal como la madre en la anorexia se traga a su hija, se traga el deseo que permite el advenimiento de un sujeto.


Sujeto…. cuerpo…mujer…. palabras que resuenan no solo dentro de la teoría psicoanalítica, sino que forman las subjetividades contemporáneas. Y es desde allí que podemos entrecruzar diferentes miradas en relación a la bulimia y a la anorexia.

Hoy se nos sigue controlando el cuerpo y el alma, pero, al decir de Foucault, vemos en la actualidad que, en la mayoría de las oportunidades, ya no se castiga el cuerpo sino que se controla y vigila el alma. Parafraseando a Foucault, el alma es ahora prisión del cuerpo, es un alma que está sometida y que a su vez somete……desde allí nos manipulan, nos moldean para ser engranajes de la gran maquinaria del sistema, ya que aunque uno crea estar por fuera, siempre nos envuelve. La sociedad de consumo nos muestra los modelos esqueletos a los cuales nos debemos parecer, debemos admirar, son los nuevos ideales de una cultura que invisibiliza la manipulación de la producción de subjetividades por los sistemas de poder.

Es entonces que debemos poder entrecruzar, transversalizar no solo los aportes del psicoanálisis, sino una mirada desde lo histórico social, para poder abordar la problemática que nos convoca como un nudo, donde se entrecruzan hilos de diferentes colores, desde las diferentes ópticas que aportan a deconstruir este campo de problemáticas.

Los medios de comunicación son en parte los grandes responsables de que la cultura de la imagen fálica haya triunfado en nuestra época. Se impulsa el ideal de la no materia corporal, de la imagen traslúcida, del “no como nada” para “ser como…”. Muestran con quién y cómo debemos identificarnos. Pero, paradojas si las hay, a su vez nos muestran la desnutrición de la extrema pobreza, pero esta desnutrición es la que no se debe mirar, a la que no se debe admirar……¿ Ideal de belleza o ideal de pobreza?

Quizás nos pidan que seamos pobres, pero ya no materialmente, quizás lo que nos estén imponiendo sea una pobreza de pensamiento, ser pobres de visión, y no ver más allá de aquello que nos quieren mostrar. Quizás la madre que devora del psicoanálisis haya sido transmutada por el sistema, por los medios, que nos devoran nuestra capacidad de elección, nuestras subjetividades, tal la madre cocodrilo. Imponen cuerpos uni-formes, todos iguales, como muñecas salidas de la fábrica.

El desafío es, justamente, poder corrernos de este lugar que desubjetiviza, que aliena, que nos deja en el lugar de meros objetos del sistema. Cabe preguntarse aquí, ¿ Qué es el sistema? ; ¿ es un concepto en abstracto?
¿ O nos cabe alguna responsabilidad dentro de él? ¿No somos, cada uno, parte componente de ese sistema? “ Es la institución de la sociedad lo que determina aquello que es “real” y aquello que no lo es, lo que tiene sentido y lo que carece de sentido” . Así es como Castoriadis nos muestra que la misma sociedad llena de sentido, mitifica, lo que cree como real. Pero sabemos que no siempre lo que podemos ver es lo verdaderamente real…. Habrá que preguntarse qué es lo que socialmente queremos ver y hasta donde.

El psicoanálisis nos muestra como el discurso amo se convierte en el discurso capitalista, pero donde ya no hay posibilidad de que emerja el sujeto, donde no hay barradura posible porque nos encontramos bajo un Otro (A) gozador no localizable, que lo único que hace es hacernos creer sujetos de deseo, pero que en realidad nos objetaliza en el lugar de una completud imaginaria, obstruyendo la instauración de una falta. Lacan lo expresa al hablar de los medios en estas palabras: “ De ahora en adelante, y mucho más de lo que creen, todos ustedes son sujetos de instrumentos que, de la radio a la televisión, se han convertido en elementos de su existencia. En la actualidad, no pueden siquiera medir su alcance…. . ”

La era posmoderma trae consigo la vertiginosidad de los tiempos y los espacios, es la era de todo al minuto, de la satisfacción de la demanda, de los valores light, del hedonismo, de cuerpos esculpidos y modelados, del no compromiso político-ideológico. Se “maneja y manipula” a las sociedades mediante imaginarios sociales, mitos, miedos, que no permiten escapar del sistema que asfixia.

Normas, valores, y lenguaje no son solo herramientas para hacer frente a las cosas, en particular para hacer individuos; se alude así a la construcción que, a partir de la materia prima humana, da forma a la producción de subjetividades de una sociedad; a los hombres y mujeres en quienes se fraguan tanto las instituciones como sus mecanismos de perpetuación.

Lipovesky tampoco es ciego ante esto, y lo refleja en sus textos al decir que la fase posmoderna de la socialización es un nuevo tipo de control social, diferente al moderno en forma pero no en esencia, manifestándose en nuevas maneras como el hedonismo, la “información”, y el individualismo.

En palabras de Lipovesky“ Es la moda del descompromiso del Estado, de las iniciativas locales o regionales, del reconocimiento de los particularismos e identidades territoriales……La seducción suprime la revolución, destruye las grandes finalidades históricas. . ” Los grandes líderes históricos se pierden, para que suban al pedestal las figuras “ sin fondo” como modelos, actrices, y hasta políticas que solo deben cuidar su figura en detrimento de sus ideologías. Los cuerpos pasan a ser mercancías de vidriera, muestras de la cultura posmo…. posmo-porno, se extralimitan los diques de la represión de los cuales nos hablaba Freud. Hoy es la era de los sin límites, de la sexualidad sin tapujos……¿ Pero de qué sexualidad hablamos cuando se desecan los cuerpos, cuando se deslibinizan las figuras esqueletos de las mujeres contemporáneas que se esclavizan a los mandatos de la moda? Es la sexualidad industrial, la que por un lado nos muestra la libertad sexual, y por otro nos impone los modelos desexualizados, que pierden toda posibilidad de sexuación. La mujer es mercancía, pero a la vez es objeto del mercado: utilizada por y para el consumo. “ Su cuerpo es usted, existe para cuidarlo, amarlo, exhibirlo, nada que ver con la máquina.

La seducción amplia el ser-sujeto dando una dignidad y una integridad al cuerpo antes oculto: nudismo, senos desnudos son los síntomas espectaculares de esa mutación por la que el cuerpo se convierte en persona a respetar, a mimar al sol. ” El cuerpo pasa a ser el centro de la escena, deja por fuera al sujeto y se convierte en objeto de veneración. Somos esclavos de nuestro propio cuerpo, de nuestra figura diet. ¿ Almas presas del cuerpo, o cuerpos presos del alma? Quizás debamos volver a aquello que Foucault nos dice en “Vigilar y castigar”, donde nos señala que el alma es prisión del cuerpo, un cuerpo marcado por el poder, prisionero del sistema.

El imaginario social, término acuñado por Castoriadis para designar al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo se instituye como tal, es inseparable de las cuestiones de poder.


Ubicar la naturaleza social del poder supone interrogar sobre la inscripción de sus dispositivos no solo en la organización de una sociedad y sus instituciones, sino también en su inscripción en la subjetividad de los hombres y mujeres; supone, por lo tanto, indagar cómo operan en tal registro las tecnologías sociales de manipulación de deseos, temores, esperanzas, etc .

Si hablamos de poder y de género, necesariamente hablamos de construcción de subjetividades, de regímenes imperantes, de política, economía y sociedad. Por ello me parece pertinente tomar para la continuación de este trabajo el libro de M Foucault "“Microfísica del Poder”. En él, el autor señala que el poder ha logrado manipular a los cuerpos deseantes; el deseo insatisfecho no es más el deseo del cual nos habla el psicoanálisis como constitución del sujeto, sino que es un deseo insatisfecho en relación al deber ser del cuerpo perfecto. A la sublevación del cuerpo sexual que se produce en el siglo XX el poder responde, al decir de Foucault, “ …por medio de una explotación económica ( y quizás ideológica) de la erotización, desde los productos de bronceado hasta las películas porno…se presenta una nueva inversión que no se presenta ya bajo la forma de control-represión, sino bajo la forma de control-estimulación: ¡ Ponte desnudo…pero sé delgado, hermoso y bronceado!”

Es decir que nuestros modos de relacionarnos sexualmente no son lo libre que parece, y si pensamos en la bulimia y la anorexia quizás podamos ver los nuevos modos sexuales-asexuales, de adolescentes sin menarcas, sin deseos sexuales, sin cuerpo que pueda unirse a otros cuerpos.
Marx lo explica con la fetichización de las mercancías, el sujeto pasa a ser objeto, se desubjetiviza, se cosifica ante el Gran Otro del sistema que, parafraseando a Lacan, es un Otro sin barrar, un Otro que nos goza y que no nos deja conocer nuestros propios deseos…. . juegos de seducción, hoy el engaño nos seduce, nos hipnotiza y nos enajena.

En consecuencia debemos llegar al empoderamiento, a la autoestima, a la autodeterminación y el desarrollo humano, que, constituyen el andamiaje sobre el que se potencializan comportamientos de autocuidado para la salud femenina, dejando de lado la imposición sádica de los cuerpos perfectos, de las mujeres maravilla, de la perfección a la carta. Pudiéramos decir que este es un tiempo en el cual el impudor formidable de los cuerpos va extrañamente acompañado de un pudor de las palabras. Se resquebraja la trama significante que aloja al sujeto; no hay más palabras que valgan por sobre los cuerpos idolatrizados. Los trastornos de la alimentación nos muestran como la falta de palabras se manifiesta en los cuerpos; como la boca que no puede ser lenguaje, es ahora prohibición. Nada sale, nada entra, se clausura esa zona erógena, se enmudece en pos de vaciar con conductas purgativas los jóvenes cuerpos subversivos.

La enfermedad causa la soledad. El otro, el semejante, es el espejo al que hay que huirle; al que hay que escapar, para que no nos devuelva la imagen aterradora. Se distorsiona el esquema corporal. La imagen devuelta por el otro, por el espejo, es la imagen de lo que no se debe ser. Es la imagen desidealizada, que se discrimina por haber abierto la boca……ese “ abrir la boca” es signo de peligro para una sociedad light, donde el que habla, el que es sujeto de deseo, el que rompe con las pautas posmodernas, es aquel que es condenable, marginal.

La bulimia nos presenta un caso paradigmático también. El atracón de comida es el signo cardinal de esta patología, que es frenado por el propio cuerpo que no resiste la ingesta sobreexcesiva de alimento. El atracón suele ser en soledad, sin Otro que pueda mirar y sancionar, sin un límite que tal vez alguien pueda poner a este desenfreno que desborda toda posibilidad de contención, toda posibilidad de un No Todo. Pero así como el límite queda sobrepasado, esto no es sin reprimenda, sin un castigo. El superyo sádico se venga de su víctima por haberse atrevido a no obedecerlo. Este superyo no solo está conformado por los mandatos paternos, sino también por los mandatos sociales que no dejan que esa boca se abra sin culpas, y si se lo hace el castigo será tan fuerte que las marcas no se borrarán, sino que por el contrario marcarán al sujeto que lo hizo como el infractor de la moral light, de la cultura diet. La manera de lavar esas culpas es mediante las conductas purgativas, donde el “abrir la boca” debe devolver aquello que ha osado en tragar. El mandato es aquel que dice: “ Si abres la boca, no podrás disfrutar, no podrás escapar a lo que te imponemos. Si lo haces te autoagredirás con conductas que se convertirán en el karma de tu vida”

Superyo…sadismo…pulsión de muerte. Freud nos trae en su teoría estos conceptos que nos sirven para desentrañar los problemas que la clínica con estas pacientes nos presenta.
Freud nos explica que en la formación del superyo, cuando se internalizan los mandatos paternos, se presenta el ejemplo paradigmático de la desmezcla pulsinal, con la sublimación, y es así como se nos presenta un superyo sádico que castiga al yo, de las más severas formas. Este superyo se convierte en el almácigo de la pulsión de muerte, es donde ella toma sus mayores fuerzas. En el caso de la bulimia y la anorexia, las expresiones de este superyo cargado de pulsión de muerte parecen ser más patentes que en otros casos donde la libido sexual se deja entreveer con la pulsión de muerte en la mezcla pulsional. Castiga por no ser lo que los mandatos sociales imponen, pero, paradojicamente, también se castiga por no poder asumir la responsabilidad subjetiva que atañe al propio deseo, al deseo inconsciente que nos hace asumirnos como sujetos barrados.

Freud nos explica de la siguiente manera la conformación del superyo:

“De este modo, podemos admitir como resultado general de la fase sexual dominada por el complejo de Edipo, la presencia, en el Yo, de un residuo, consistente en el establecimiento de estas dos identificaciones, enlazadas entre sí. Esta modificación del Yo, conserva su significación especial y se opone al contenido restante del Yo, en calidad de ideal del yo o Super-Yo.

Pero el Super-Yo no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello, sino también una enérgica formación reactiva contra las mismas. Su relación con el Yo no se limita a la advertencia: «Así (como el padre) debes ser», sino que comprende también la prohibición: «Así (como el padre) no debes ser: no debes hacer todo lo que él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado» ” . Pero sabemos que el superyo puede tomar las formas más crueles, puede instaurarse como la ley más perversa, que excede los límites de la transmisión de la ley simbólica. Y es justamente allí donde nacen las disfunciones como los trastornos de la alimentación.

Es la nada de la anorexia; es el todo de la bulimia. No hay justo medio, al decir de Kant; no hay punto de equilibrio en estas patologías que juegan con los máximos extremos.

 

El comer sin límites, el no comer con el mayor de los límites, se convierten en conductas adictivas, en compulsión de repetición que se traslada a todo ámbito de la vida. La pulsión de muerte, el superyo sádico, toma al yo de las bulímicas y de las anoréxicas, como un yo indefenso, masoquista, el cual se expone al castigo por no seguir las ordenes que se le han impuesto. Pero como bien Freud nos señala en “ El problema económico del masoquismo”, el mismo se presenta como el ejemplo paradigmático de la mezcla pulsional; por lo tanto concluimos en que el masoquismo que entrañan los trastornos de la alimentación están sujetos a una posición de goce, goce en sentido psicoanalítico, que, al decir de Lacan, deja posicionado al sujeto en un lugar de objeto. Hay un goce en la enfermedad, en ese síntoma que aqueja, que molesta y a la vez gratifica inconcientemente. Freud nos dice:

“Acabamos por descubrir que se trata de un factor de orden moral, de un sentimiento de culpabilidad, que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo que la misma significa. Pero este sentimiento de culpabilidad permanece mudo para el enfermo. No le dice que sea culpable, y de este modo, el sujeto no se siente culpable, sino enfermo. Este sentimiento de culpabilidad no se manifiesta sino como una resistencia difícilmente reducible, contra la curación. . ”

Esta cita nos deja entreveer que no solo la responsabilidad de los trastornos presentados se debe volcar a la madre preedípica, o a los medios, o al sistema. Sino que también hay responsabilidad en ese lugar masoquista, en ese lugar de sufrimiento y de sometimiento; ya que se saca algún beneficio desde allí para el sujeto. Por lo tanto, me parece pertinente volver a aquella pregunta que anteriormente se formuló y que se cuestionaba acerca del significado que se le otorga al término “sistema”. En ese punto se preguntaba si cada uno de nosotros no es parte componente de ese sistema, si no nos cabe alguna responsabilidad dentro de él. Creo que justamente allí está el eje donde nos debemos detener a pensar, donde se deconstruyen los lugares de víctimas o de héroes que se le asignan a bulímicas y anoréxicas, para poder asumir un lugar de sujeto responsable…. . ¿ Responsable de qué? De su propio deseo, de estar atravesado por lo histórico social, por los poderes que, al decir de Foucault, penetran en los cuerpos.

Palabras y cuerpos; goce y deseo. No hay goce sin cuerpo. No hay deseo sin palabra. El cuerpo significado por la palabra es un cuerpo mortificado. Pero el cuerpo mortificado deja excepciones; en palabras de Lacan esa excepción está representada por un plus de goce que deja el cuerpo, y ese plus es llamado objeto a. J. A. Miller, en “

El hueso de un análisis” nos indica que hay dos efectos que el significante deja en el cuerpo: uno es la mortificación de la que hablábamos; el otro es, justamente, el plus de goce. Por lo tanto el significante es causa de goce en el cuerpo, y al decir de Lacan, eso constituye el síntoma. “

El goce del cuerpo es el goce de un cuerpo habitado por un sujeto del significante, es decir, no es un goce en bruto, no es un goce anterior al significante. En el parletre el goce del cuerpo se vincula al significante y aparece como su consecuencia” . En tanto el goce del cuerpo siempre es consecuencia necesaria del significante, no lo es sin estar en relación al Otro. ¿ Qué significa esto? El goce en el propio cuerpo no es sino a través del goce del cuerpo del Otro. Es decir, hay goce en el cuerpo por la intervención del significante, que no es más que a través del significante del Otro. En el caso de la anorexia y la bulimia vemos que el cuerpo es puro goce por la imposición del significante que viene del Otro, de un Otro gozador.

Pero volvamos por un minuto a Freud, quien nos habla de tres tipos de masoquismo, dentro de los cuales a uno de ellos lo llama masoquismo femenino. Mujer, masoquista, enferma…. emblemas de la discriminación de género. Lacan, en el Seminario 5 “ Las formaciones del inconciente”, nos aclara una típica confución a partir del masoquismo femenino. Nos dice: “ No es porque los masoquistas manifiesten en sus relaciones con su partenaire algunos signos o fantasmas de una posición tipicamente femenina, que, inversamente, la relación de la mujer con el hombre es una relación masoquista. ” Es decir, el masoquismo femenino no implica per se que la mujer, en su posición de género, deba ocupar el lugar del masoquismo. Si se ocupa ese lugar es independientemente del masoquismo que Freud denominó femenino. Quizás hay que pensar que ese lugar en muchas ocasiones es ocupado por mujeres, ya que los mitos, imaginarios colectivos, los lugares sociales, han establecido que la mujer deba representar la imagen de debilidad, de sumisión, de inhibición.

La mujer es llevada a fetichizarse, a sintomatizarse, está forzada a velarse, a ser una mascarada como la cultura se lo impone. Ella nada sabe de su goce; al decir de Miller, ella no sabe qué decir de su propio goce. “ Hay un mercado del goce espectacular, del goce auditivo, hay un mercado del goce fantasmático que alcanza proporciones nunca vistas. Entonces, la desvalorización del amor, la promoción del fantasma y esos fenómenos están principalmente situados del lado masculino. Entonces, sería necesario que las mujeres despertasen, despertasen de la buena manera, que no sería que no sería la misma manera que la de los hombres. ”

J. Butler nos habla del cuerpo desde otro punto de vista, de un cuerpo que, tomando la visión sartreana, es un cuerpo que es sobrepasamiento continuo, es el llegar a ser en el medio. El género sería una de las tantas formas de llegar a ser, de vivir el cuerpo. El cuerpo debe interpretar las normas sociales de acuerdo al género que se llega a ser.

Pero los cuerpos nunca son estáticos, van variando y con ellos se van modificando las pautas; llega a ser un movimiento dialéctico de interpretaciones y reinterpretaciones. Pero el ser mujer, el ser hombre, muchas veces es lo ya preestablecido, se debe ser de cierta forma y no de otra. Quizás sea hora de pensar que hay múltiples formas de ser mujer o de ser hombre. Hoy las máquinas, las tecnologías, imprimen sus huellas en nuestros cuerpos. Ya no somos un mero dato natural, nuestros cuerpos son la conjunción de la época que nos toca vivir, con las modificaciones que día a día nos presentan cuerpos poco conocidos. El desafío es, justamente, poder seguir el paso de estos cambios al minuto, y poder repensar los cuerpos y las subjetivivades, que, al decir de Deleuze, son un devenir en constante movimiento. Para este autor los cuerpos son juegos de fuerzas, de intensidades que se intersectan; y piensa en una multiplicidad de subjetividades sexuadas. Los modos de subjetivación son un campo de constante lucha, donde vamos ocupando distintos lugares.


Los nuevos cuerpos no se deben juzgar como buenos o malos, quizás sea atreverse a genealogizar cuál es el factor que lleva a que estos valores de lo bello, lo bueno, lo ideal, estén por encima del concepto de salud, y por lo tanto, de vida. Se deben respetar aquellos conocimientos que la tradición cultural ha mostrado ser acertados en la protección de la salud, sin menoscabar otros saberes reconocidos en el mundo de la ciencia y la tecnología. Propiciar espacios de reconocimiento donde se entrecrucen lazos de afecto, convivencias y se validen sentimientos de amor propio.

“Pido perdón a los que, en condiciones espantosas, tratan de volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas en las cuales están inmersos, las pocas armas que pueden hallar. . . . . Pero son pocos, y como la mayoría ni siquiera sospechan del trabajo que el sistema ( que los supera y aplasta) les obliga a hacer. . . . Recelan tan poco que contribuyen efectivamente a mantener y desarrollar una representación ideológica que se convierte en algo natural, útil e indispensable. . . ”

El aparato político ideológico tiene múltiples determinismos que operan produciendo subjetividad. Al decir de Althusser la mayoría ni siquiera lo sospecha. . . pero existe aquel que duda, que cuestiona, que promueve desde el más ínfimo espacio la lógica del cambio. . . quizá sin pensar, quizá impulsado no por la razón sino por la angustia que le provoca aquello que lo interpela y ante lo cual carece de respuestas. Ante esto existen posibles elecciones, la alienación y el consecuente detenimiento; o la osadía de apostar a la transformación. Tal nos dice Foucault, todo poder engendra una resistencia, y mujeres y hombres deben ser la resistencia a un sistema que valoriza la desigualdad, que señala al diferente; y que marca solo el poder de unos pocos. Es allí donde debemos comenzar a

trabajar en pos de un mundo más justo.
Ana Fernandez, en su texto “ autonomía y de-construcciones de poderes” nos llama a la deconstrucción del poder patriarcal, de la naturalización de este poder, y a la vez nos invita a la constitución de la autonomía subjetiva de la mujer, a dar el paso de mujer-esclavo a una liberación de los mitos y los imaginarios que nos sustentan hoy. “…el grado de autonomía que una mujer pueda desplegar dependerá de la autonomia posible de su grupo social y de aquella que las mujeres de la sociedad a la que pertenece hayan alcanzado. ”

Repensar el autocuidado de salud de las mujeres desde la categoría género, es una tarea dificil. Muchas de las vertientes que han sustentado el autocuidado de la salud en las mujeres, han tenido una visión reduccionista. El desafío es poder llegar a ver la salud de la mujer como el eje fundamental desde donde se debe empezar a operar; sabiendo ver que la cultura de hoy nos presenta un terreno sinuoso.

Para finalizar quería comenzar a pensar el lugar que los agentes de salud mental debemos ocupar frente a estas nuevas patologías, cargadas de diferentes aristas que dificultan las formas de pensar nuestras prácticas como terapeutas.

Para ello, tomo en primer lugar los aportes que el psicoanálisis nos hace. En el Seminario 8 Lacan nos dice que el lugar que ocupa el analista es un lugar de sumo cuidado frente a estas patologías. En sus propias palabras: “…. . extrema prudencia que debemos tener en lo que se refiere a nuestras intervenciones, a nuestras interpretaciones en el nivel de este registro oral. Pues, lo he dicho, esta demanda se forma en el mismo punto, en el mismo órgano donde se erige la tendencia. Y es allí que yace el trastorno de la posibilidad de producir toda clase de equívocos al responderle.

Evidentemente, a partir de lo que le es contestado, resulta sin embargo la preservación de este campo de la palabra, y la posibilidad por lo tanto de volver a encontrar el lugar del deseo, pero también la posibilidad de todas las sujeciones, de lo que tienta imponer al sujeto, que una vez satisfecha esta necesidad no le queda otra que estar contento. De allí que la frustración compensada es el término de la intervención analítica. ” Con esta cita Lacan lo expresa muy bien: frustrar la demanda de una forma compensada. ¿ Qué quiere decir ello? Que el analista debe poder crear la diferencia en análisis, es decir poder, al decir de Heidegger, pensar al ser siendo. Crear la diferencia en análisis es salirse de la compulsión de repetición que ata a bulimicas y anoréxicas a, una y otra vez, cometer actos de autocastigo, marcados por la culpa que engendra no ser lo que se impone ser…. . ¿ Pero cómo se llega a qué en análisis se produzca este giro, esta liberación? No solo es a través del psicoanálisis, sino también de una comprensión de la visión de los géneros, de los lugares que la sociedad situada, en un momento socio histórico, que va produciendo como efecto la manipulación de la producción de subjetividades que los micro y macro poderes van imponiendo. Es empezar a borrar la completud imaginaria que el sistema se esfuerza en hacernos creer, es poder correr el velo de la farsa que nos dice que respondamos al deseo que viene prefabricado, y no al propio deseo subjetivo. Es poner en duda las afirmaciones, las certezas de los modelos impuestos: para poder abrir lugar a la duda, a la falta, a las incertidumbres. La historia de Occidente es la del ocultamiento del ser, que no es un olvido por error.

Heidegger nos explica que la nada, la falta, es la posibilidad de que algo sea. Poder pensarnos como sujetos de deseo, seres en falta, nos permite poder entrar en el campo del deseo. Y es poder reconocer no solo la falta en uno mismo, sino que esta falta nos permite poder pensar la otredad, poder pensar que hay falta por ser sujetos del lenguaje, y el tapar, el velar nuestra incompletud hace que nos encontremos en este siglo XXI con patologías como la bulimia y la anorexia. Debemos atrevernos a emprender el camino de la decontrucción de esos “modelos ideales” que velan y ocupan el lugar de la falta, de lo indecible que debemos asumir para dejar de ser esclavos de los mitos, imaginarios sociales, y de la perversión que los medios implantan en nuestros sentidos.

Para todo ello debemos desnaturalizar nuestras prácticas, comenzar a ver más allá de la puja cotidiana, para problematizar el sistema que nos moldea para poder sostenerse, un sistema que a su vez lo sostenemos día a día con nuestras ideologías, prejuicios y practicas. El imaginario colectivo, los mitos, son sostenedores del régimen que nos ha hecho y nos hace así; y que a pesar del nombre que cobre; nos sigue moldeando con cada acto que nos impone.

Desde allí, debemos actuar como agentes de salud, no perdiendo de vista que ante nosotros hay un sujeto que sufre y no sabe por qué. Quizás podamos ayudar a que la vida no solo sea pura mortificación para quienes padecen de los males posmodernos. Los terapeutas trabajamos a partir de repensar lo que queda por fuera del sistema, para poder poner un haz de luz sobre aquello invisibilizado.


Bibliografía

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- R. Braidotti, Sujetos Nómades, Buenos Aires, Paidos, 2000


Citas

1. J. Lacan, Seminario 16 “ De otro al otro”, clase del 12 de marzo de 1969
2. J. Lacan, Seminario 8 La tranferencia, clase 14 “ Demande et désir aux stades oral et anal”, 15 de marzo 1961
3. C. Castioradis, Los dominios del hombre, las encrucijadas del laberinto, “ Lo imaginario: la creación en el dominiosocio-historico”, pag. 69
4. J. Lacan, Seminario 20 Aún, clase 7 “ Una carta de amor”, 13 de marzo de 1973
5. G. Lipovetsky, La era del vacio, “Seducción continua” cap 1, Pag 26-28
6. Op. Cit, pag. 30
7. M. Foucault, Microfísica del Poder, “Poder-Cuerpo”, pag. 113
8. S. Freud, El yo y el ello, “ El yo y el superyo” cap. IV
9. S. Freud, El yo y el ello, “ Las servidumbres del yo” cap. V
10. J. A. Miller, El hueso de un análisis, Cap. Tres , pag. 70
11. J. Lacan, Seminario 5 Las formaciones del inconciente, Clase 13 del 12 de febrero de 1958
12. J. A. Miller, El hueso de un análisis, Cap. Tres , pag. 94
13. L. Althusser, “ La filosofia como arma de la revolución”
14. Ana Fernandez, psicoanálisis y género. Debates en el Foro, “ Autonomías y de-construcciones de poder”, pag. 134
15. Op. Cit, pag. 165

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