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Parentalidad y diversidad familiar.

Autor/autores: María Dolores Frías Navarro
Fecha Publicación: 01/03/2005
Área temática: Infantiles y de la adolescencia, Trastornos infantiles y de la adolescencia .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

El cambio en la vida familiar tradicional y la convivencia de diversas estructuras familiares caracterizan a la sociedad del siglo XXI. Junto al matrimonio convencional conviven otras estructuras familiares. Las parejas o uniones de hecho con hijos, familias con padres gay o madres lesbianas, familias que adoptan, familias con padres procedentes de diferentes culturas o razas, familias monoparentales, nuevas familias creadas después de anteriores matrimonios, familias de acogida, familias donde los abuelos hacen de padres de sus nietos, familias donde los hijos hacen de padres de sus padres o familias con hijos fruto de la reproducción asistida.

Si además tenemos en cuenta que entre las estructuras de familia numeradas anteriormente son posibles interacciones (como por ejemplo madre lesbiana sola que adopta o madre heterosexual con hijo de anterior matrimonio que con una nueva pareja tiene un hijo gracias a la fertilización in vitro) entonces las posibilidade! s de convivencia familiar sólo tienen una repuesta: diversas. Entre la diversidad de estructuras familiares sobresale un punto en común que es la parentalidad. El objetivo de nuestro trabajo es abordar qué caracteriza a la parentalidad y qué variables están relacionadas con la competencia parental, tratando de dar respuesta a la importancia de los procesos familiares y su relación con el ajuste infantil.

Palabras clave: Parentalidad, diversidad familiar


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Parentalidad y diversidad familiar.

(Parenting and family diversity. )

María Dolores Frías Navarro.

Profesora Titular de Metodologia de
las Ciencias del Comportamiento.
Facultad de Psicologia

 

Resumen

El cambio en la vida familiar tradicional y la convivencia de diversas estructuras familiares caracterizan a la sociedad del siglo XXI. Junto al matrimonio convencional conviven otras estructuras familiares. Las parejas o uniones de hecho con hijos, familias con padres gay o madres lesbianas, familias que adoptan, familias con padres procedentes de diferentes culturas o razas, familias monoparentales, nuevas familias creadas después de anteriores matrimonios, familias de acogida, familias donde los abuelos hacen de padres de sus nietos, familias donde los hijos hacen de padres de sus padres o familias con hijos fruto de la reproducción asistida. Si además tenemos en cuenta que entre las estructuras de familia numeradas anteriormente son posibles interacciones (como por ejemplo madre lesbiana sola que adopta o madre heterosexual con hijo de anterior matrimonio que con una nueva pareja tiene un hijo gracias a la fertilización in vitro) entonces las posibilidade! s de convivencia familiar sólo tienen una repuesta: diversas. Entre la diversidad de estructuras familiares sobresale un punto en común que es la parentalidad. El objetivo de nuestro trabajo es abordar qué caracteriza a la parentalidad y qué variables están relacionadas con la competencia parental, tratando de dar respuesta a la importancia de los procesos familiares y su relación con el ajuste infantil.

Abstract

The change in the traditional family life and the contact of diverse family structures characterize to the company of the 21st century. Together conventional marriage other family structures live together. The couples or unions in fact with children, families with parents gay or mothers lesbians, families that adopt, families with parents originating in different cultures or races, single parent families, reconstituted families, foster families, families where the grandfathers do of parents of their grandchildren, families where the children do of parents of their parents or families with children fruit of the assisted reproduction. Among the diversity of family structures exceed him a point in common that is the parenting. The objective of our work is to undertake what characterizes to the parenting and how variable they are related to the competence parental, trying to give answer to the importance of the family processes and their relation with the children adjustment.



El cambio en la vida familiar nuclear o tradicional y la convivencia de diversas estructuras familiares caracterizan a la sociedad del siglo XXI. La actual familia nuclear, padre-madre-hijos, tiene un proceso de formación y unas funciones diferentes a las que desempeñó en el siglo veinte. Por ejemplo, su número es menor, las parejas se casan con más edad y el número de divorcios es mayor. Además, se tienen menos hijos y a una edad más avanzada.

Los datos de la información proporcionada por la Oficina estadística de las Comunidades Europeas (Eurostat Yearbook, 2004) señalan que en el año 2002 sólo se han producido cinco matrimonios por cada mil habitantes de la Unión Europea comparados con al menos ocho en 1970. Además la edad media para crear el primer matrimonio se ha incrementado, los hombres de los 26 años en 1980 a aproximadamente los 30 años y las mujeres de los 23 a los 28 años. La estimación de la proporción de divorcios era del 15% en los matrimonios creados en 1960 y se encuentra en torno al 30% para aquellos que se han producido en 1985.

Actualmente hablar de familia implica mucho más que familia tradicional con padres heterosexuales e hijos biológicos fruto de la concepción natural. El proceso de configuración de la familia se caracteriza por su diversidad. Las parejas pueden estar casadas o no, pueden ser del mismo sexo o de sexo contrario o puede que sólo exista un padre o una madre. Los hijos pueden ser concebidos de forma natural, adoptados (nacional o internacionalmente), procedentes de uniones anteriores (familias reconstituidas) o procreados por reproducción asistida (con diferentes técnicas). La información proporcionada por la Oficina estadística de las Comunidades Europeas (Eurostat) señala que un poco más de la mitad de los europeos (el 55%) vive en lo que conocemos como una familia tradicional, es decir, un hogar formado por una pareja de adultos de diferente sexo con niños (Torreblanca, Perea y Michel, 1999).

Junto al matrimonio convencional conviven otras estructuras familiares. Las parejas o uniones de hecho con hijos, familias con padres gay o madres lesbianas, familias que adoptan (nacional o internacionalmente), familias con padres procedentes de diferentes culturas o razas, familias monoparentales (progenitor soltero, viudo o divorciado), nuevas familias creadas después de anteriores matrimonios (familias reconstituidas, ensambladas o familiastras), familias de acogida (acogimiento familiar simple, acogimiento familiar permanente, acogimiento familiar preadoptivo, acogimiento abierto), familias donde los abuelos hacen de padres de sus nietos, familias donde los hijos hacen de padres de sus padres, familias con hijos fruto de la reproducción asistida (con diferentes técnicas). . . Si además tenemos en cuenta que entre las estructuras de familia numeradas anteriormente son posibles interacciones, como por ejemplo madre lesbiana sola que adopta o madre heterosexual con hijo de anterior matrimonio que con una nueva pareja tiene un hijo gracias a la fertilización in vitro, entonces las posibilidades de convivencia familiar sólo tienen una repuesta: diversas.

Ante la diversidad de estructuras familiares es necesario que la sociedad desarrolle nuevas normas de convivencia que garanticen los derechos y responsabilidades de cada uno de los miembros de las diferentes familias. Y de forma especial hay que cuidar el bienestar y el ajuste psicológico de los niños que van a crecer en esa diversidad de familias, donde deben ser protegidos, criados y educados de la manera más adecuada.

En algunas ocasiones se utilizan los términos de ‘nuevas familias’ pero hay que destacar que se está haciendo referencia a nuevas estructuras que se apartan de la familia tradicional vinculada al modelo occidental cristiano (hombre/mujer/hijo biológicos) pero no son nuevas desde un punto de vista antropológico o histórico.

Dicho término implica el reconocimiento de otras estructuras diferentes a la nuclear que también deben ser protegidas y legalizadas por la sociedad.


Parentalidad

Entre la diversidad de estructuras familiares sobresale un punto en común que es la parentalidad. La parentalidad se ha descrito como una de las tareas más complejas del adulto pero sin embargo muy pocas personas reciben preparación para ser padres. Los padres que adquieren conocimiento sobre las fases del desarrollo del niño y sus procesos actúan con mayor capacidad como padres y mantienen expectativas más realistas sobre sus hijos (Arendell, 1997).

Las actividades implicadas en el proceso de la parentalidad no son conductas “naturales” derivadas de la capacidad para reproducir sino que son procesos sociales, dinámicos y cambiantes. Las prácticas parentales competentes se construyen socialmente y no son universales para todas las sociedades y culturas (Azar, 2002), situándose en un lugar concreto y en un tiempo determinado. Desde el punto de vista de nuestra cultura occidental, la forma de ser padres ha ido cambiando con el paso del tiempo como una función del ajuste social, económico y tecnológico. Sin embargo, la meta de la parentalidad permanece: capacitar a los hijos para que sean adultos competentes y humanitarios, capaces de funcionar dentro de la sociedad (Maccoby, 1992).

La parentalidad es un proceso complejo que está relacionado con múltiples factores interrelacionados entre sí, implicando algo más que una madre o un padre proporcionando comida y seguridad al niño. Es un proceso bidireccional entre personas de dos o más generaciones donde la clave es criar al hijo de la manera más saludable que sea posible dentro de un contexto cultural determinado. Holden y Miller (1999) llevaron a cabo un meta-análisis sobre las prácticas de crianza concluyendo que existen más de treinta variables que influyen sobre la parentalidad, agrupándolas en tres categorías: características del padre, características del hijo y variables contextuales. Kendziora y O’Leary (1993) describen la parentalidad como todo aquello que los padres hacen o no hacen y que puede afectar al niño e incluye el juego, la disciplina, la enseñanza, el cuidado de las necesidades físicas y la creación de un medio ambiente placentero.

Por lo tanto, el papel del padre/madre implica proporcionar al niño un medio ambiente seguro y estable, garantizando las necesidades nutricionales, ofreciendo amor y apoyo y favoreciendo interacciones predecibles de naturaleza positiva. Como consecuencia, el desarrollo del niño será saludable y las experiencias vividas en la familia le permitirán adquirir conocimientos, valores, actitudes y conductas que en el futuro serán las bases de un adulto que contribuirá a su familia, a su comunidad y a la sociedad de un modo eficaz y adaptado.

El niño necesita ser guiado en su desarrollo cognitivo, físico, social, emocional, moral, sexual, espiritual, cultural y educativo por unos padres competentes. Las actuaciones relacionadas con la parentalidad pueden ser ejecutadas por el padre o la madre biológica o por otra persona. Desde la perspectiva del niño, la persona que actúa como padre o como madre está determinada por su relación social y no por su relación genética (Golombok, 2000), considerando que sus padres son aquellos adultos que están consistentemente disponibles y emocionalmente vinculados con él. De este modo, la calidad de la parentalidad no depende del tipo de estructura familiar donde se vive, depende de las conductas, interacciones y enseñanzas que se desarrollan en el núcleo familiar.

Además, los mecanismos por los que los padres (madre y padre) influyen positivamente a sus hijos son más similares que diferentes y están relacionados con el afecto, la crianza y la proximidad parental, no manteniendo relación única con las características de género parental (Lamb, 2003). Los hijos que perciben seguridad, apoyo y mantienen relaciones afectivas y recíprocas con sus padres tienen mayor probabilidad de estar ajustados psicológicamente que aquellos cuya relación con sus padres es poco satisfactoria. No se trata de pasar mucho tiempo con el hijo sino de analizar qué se hace con el hijo durante el tiempo que se pasa juntos. El equilibrio del funcionamiento familiar está consistentemente correlacionado con el ajuste infantil mientras que el conflicto intra familiar está asociado con el desajuste infantil.

En definitiva, la calidad de las relaciones padre/madre-hijo está afectada por múltiples aspectos que interactúan entre sí como son los factores psicológicos del padre o la madre (motivación, habilidades, autoestima, salud, historia personal), las características propias del hijo (temperamento, personalidad), el apoyo social (relaciones con los compañeros, con la familia extensa), las influencias culturales y económicas (empleo) e incluso las políticas institucionales (apoyo a la educación, a la crianza).


Padres gay y madres lesbianas

Dentro de la diversidad de las estructuras familiares, las familias de padres gay y madres lesbianas son cada vez más visibles y aunque no son nuevas su visibilidad ha estado controlada por el sesgo social que le atribuía trastornos mentales y desajustes sociales.

Los hombres gay y las mujeres lesbianas han sido siempre padres. Son una realidad aunque desconocemos su número. Hay que tener en cuenta que las estimaciones son poco precisas debido a la dificultad para medir la orientación sexual en la investigación empírica, al fracaso en operacionalizar cuestiones relacionadas con la orientación sexual o a la exclusión de lesbianas, gays y bisexuales de la mayoría de las investigaciones (Allen y Demo, 1995).

Las estimaciones giran entorno al 4-10% de adultos homosexuales. Las estimaciones clásicas de Kinsey y colaboradores (Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948) plantean que el 10% de la población es homosexual, promediando las respuestas de “predominantemente homosexual” (puntuaciones de 4, 5 y 6 en su escala). Fay, Turner, Klassen y Gagnon (1989) ofrecen porcentajes entre el 3% y 6% para hombres exclusivamente gays.

La identificación del número de padres gay y madres lesbianas es aún más difícil. En 1995 Laumann estimaba que entre uno y nueve millones de niños de los Estados Unidos tienen al menos un padre gay o una madre lesbiana. En el censo del 2000 de Estados Unidos, el 30% de las parejas del mismo sexo tienen al menos un hijo menor de dieciocho años conviviendo con ellos. Simmons y O’Connell (2003) estiman que el 33% de las parejas de lesbianas y el 22% de las parejas de gay tienen al menos un hijo menor de edad.

El incremento de los niños criados y educados por parejas gay o lesbianas que se produce a partir de los años sesenta en Estados Unidos está inmerso en el contexto de otros cambios sociales que ocurrieron y que Cherlin (1996) relaciona con el aumento de los divorcios que facilitó que los gay y lesbianas que mantenían un matrimonio heterosexual (a menudo con niños) finalizaran dicha relación, con la emergencia en las ciudades de una subcultura abiertamente gay que facilitó el apoyo social para las parejas gay y lesbianas y con la mayor tolerancia hacia la crianza y educación de los hijos por un padre o una madre sola (familias monoparentales) o por parejas de hecho. A pesar de la mayor tolerancia pública que existe hacia las parejas gay y lesbianas, su capacidad parental y la presencia de hijos en sus hogares sigue siendo un tema que levanta controversia.

Hasta hace unas décadas, la mayoría de los niños de hogares homoparentales eran fruto de relaciones heterosexuales anteriores. Con el desarrollo de las técnicas de reproducción asistida con la inseminación por donación, donación de óvulos y madres sustitutas (surrogate mother) y la posibilidad de la adopción, cada vez es más alto el número de parejas gay y lesbianas que planean conjuntamente ser padres o lo deciden como padres solos constituyendo familias monoparentales o incluso como padres de acogida. Estamos hablando de una parentalidad planificada. Como consecuencia el conocimiento sobre el funcionamiento de las familias homoparentales se va a enriquecer con nuevos estudios donde los niños forman parte de la estructura familiar desde su nacimiento ya que hasta ahora la mayoría de los niños habían pasado por el divorcio de sus padres y la posterior identificación de su padre como gay o su madre como lesbiana.

Desde la década de los cincuenta se han ido realizando estudios metódicos centrados en la comparación entre padres heterosexuales y madres lesbianas o padres gay. El análisis de la realidad de los hijos de familias con padres gay y madres lesbianas es más reciente (finales de la década de los 70) y está conectada con las madres lesbianas y sus problemas por obtener la custodia cuando se divorciaban (Falk, 1989; Osman, 1972).

La investigación psicológica y social se ha centrado en comparar las familias heterosexuales con las de padres gay o especialmente con las de madres lesbianas, analizando si los hijos que conviven en un ambiente homoparental tienen más problemas psicológicos en general y especialmente si desarrollan una identidad de género atípica, identificándose como gay o lesbiana, o sufren en mayor medida el rechazo de sus compañeros.

Los oponentes a la calidad de la homoparentalidad destacan especialmente los problemas infantiles provocados por la falta de modelos (madre o padre), los problemas de confusión sexual y de género y el estigma social. Un dato sobresale en las investigaciones: las creencias sobre diferencias de ajuste psicológico entre los niños criados por padres heterosexuales y padres gay o madres lesbianas no están apoyadas por los estudios empíricos.

Un análisis de las investigaciones psicológicas recogidas en la base de datos PsycINFO (American Psychological Association) señala que hasta la cuarta semana de Octubre de 2004 se han recogido 227 trabajos que han incluido la palabra clave de “Homosexual Parents” como criterio de identificación de la temática del estudio. De los 225 trabajos incluidos en la base de datos, 28 son investigaciones de tesis doctorales.

El esquema básico de investigación se basa en comparar las características de la heteroparentalidad con las de la homoparentalidad y comprobar si los padres gay o las madres lesbianas actúan igual que los padres heterosexuales o si son diferentes ya sea patológicamente o superiores, analizando su relación con el desarrollo social y emocional de los hijos. Por lo tanto, el objetivo es analizar el ajuste psicológico de los hijos de los dos tipos de estructura familiar buscando la igualdad o la diferencia especialmente en el desarrollo del género y el rechazo social.


Clarke (2002) analiza cuatro dimensiones sobre la homoparentalidad. La dimensión de la “no diferencia”, la denominada “diferentes y desviados”, la dimensión de “diferentes y transformados” y la de “diferentes sólo por el rechazo”. Cada una de las dimensiones recoge una línea de investigación sobre la homoparentalidad especialmente relacionada con las madres lesbianas. Los primeros resultados durante la década de los años setenta destacaban la ausencia de diferencia estadística entre padres heterosexuales y padres gay o madres lesbianas, planificándose actualmente gran parte de las investigaciones sobre esa búsqueda de la igualdad (dimensión de la no diferencia) y en el caso de existir diferencias sólo serán provocadas por la opresión social (dimensión de diferentes sólo por el rechazo).

De este modo, la diferencia no se elige sino que se impone socialmente a través de la estigmatización (Gillespie, 1999; Lewin, 1981; Raymond, 1992). Desde este punto de vista Stacey (1996) vincula la discriminación y el prejuicio social como la única diferencia entre los niños de padres heterosexuales y padres gay o madres lesbianas. Los detractores de la calidad de la homoparentalidad destacan la diferencia entre la vida familiar heterosexual y la de padres gay y madres lesbianas y la atribuyen fundamentalmente a trastornos patológicos de los padres (Cameron y Cameron, 1997).

Sin embargo, también destaca un movimiento feminista lesbiano que subrayan la diferencia de la parentalidad lesbiana como otro modelo de vida familiar propio y rechaza el énfasis de los psicólogos sobre la búsqueda de la similaridad (Clarke, 2002; Goodman, 1980; Kitzinger, 1989; Pollack, 1987; Wells, 1997). Desde esta perspectiva se subraya la situación de la parentalidad planificada de las madres lesbianas y padres gay, permitiendo la educación de una nueva generación de niños y niñas que serán significativamente diferentes de su compañeros criados en familias patriarcales donde a las niñas se les enseña lo que no deben hacer (no te comportes como un niño) y a los niños lo que no deben sentir (los hombres no lloran), como señala Wells (1997). Además, se destaca la superioridad de la homoparentalidad con beneficios inherentes y únicos (Cooper, 1987), subrayando la peligrosidad del argumento de la igualdad ya que sólo sirve para reforzar la invisibilidad de la homoparentalidad, oscureciendo la alternativa homosexual como otro modelo de vida, negando con ello las características positivas y saludables de la homoparentalidad (Pollack, 1987). Sus críticas se dirigen a la sustitución de la idea de que los gay y las lesbianas no son padres ni madres por la de que no son diferentes mientras que en su opinión se trataría de alcanzar el reconocimiento de la diferencia a través de la transformación de la posición negativa de la homoparentalidad por una construcción social positiva (Goodman, 1980).


Padres como los demás

Los resultados de las investigaciones psicológicas que planifican diseños comparativos entre las características de la heteroparentalidad y las de la homoparentalidad señalan que los padres gay y las madres lesbianas actúan como los padres heterosexuales y el desarrollo psicosocial de los niños no está afectado negativamente por la orientación sexual de sus padres, destacando la no diferencia entre los grupos. De este modo, su ajuste cognitivo, emocional, sexual y social no es estadísticamente diferente del de sus homólogos criados en familias con padres heterosexuales (American Academy of Pediatrics, Perrin y the Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health, 2002; Cadoret, 2003; Chan, Raboy y Patterson, 1998; Golombok, Perry, Burston, Murria, Mooney-Somers, Stevens y Golding, 2003; McLeod y Crawford, 1998). Además, sus reacciones ante situaciones familiares estresantes como el divorcio es similar al de los niños cuyos padres heterosexuales se separan (Turteltaub, 2002).

Los resultados del trabajo de meta-análisis de Allen y Burell (1996) resumen la perspectiva de la no diferencia señalando la ausencia de diferencias en el tamaño del efecto respecto al estilo parental de los padres homosexuales y heterosexuales y en el ajuste emocional y la orientación sexual de los niños. El lector puede consultar una revisión de la literatura en Brewaeys y Van Hall (1997), Frías, Pascual y Monterde (2004), Parks (1998), Patterson (2002), Perrin (1998), Portugal y Araúxo (2004), Tasker y Golombok (1991), Victor y Fish (1995).

Los estudios sobre la identidad de género (la identificación como hombre o mujer), la conducta de género (atribución cultural de las actividades para hombres y mujeres o ambos) y la orientación sexual (la atracción sexual y afectiva por otra persona ya sea del otro sexo, del mismo sexo o hacia ambos) no han encontrado diferencias estadísticamente significativas en el desarrollo de los niños como consecuencia de las orientaciones sexuales de sus padres (Patterson, 1997).

Las pruebas que aporta la investigación empírica apoyan mayoritariamente la ausencia de diferencias estadísticamente significativas. Los niños criados en familias homoparentales tienen un desarrollo ajustado en identidad de género (Golombok, Spencer y Rutter, 1983), manifiestan estar contentos con su género y no desean ser del sexo opuesto tal y como lo hacen los niños que han sido educados por padres heterosexuales (Stevens, Golombok, Beveridge y ASLPAC, 2002). Además sus atribuciones sobre la conducta de género se desarrollan de forma paralela a la de los niños de padres heterosexuales.

Green, Mandel, Hotvedt, Gray y Smith (1986) no encontraron diferencias estadísticamente significativas en la elección del programa favorito de televisión, en juegos o en juguetes. Cuando se trata de opinar sobre su preferencia sexual, los niños se describen a sí mismo como heterosexuales. Bailey, Bobrow, Wolfe y Mikach (1995) llevaron a cabo un estudio con adultos hijos de padres gay y encontraron que el 90% de sus hijos eran heterosexuales. La probabilidad de que estos niños sean adultos gay o lesbianas no es mayor que la de los niños de padres heterosexuales, situándose en un 10% aproximadamente la prevalencia de la orientación homosexual en la población general.

En 1996 se publicó el estudio de seguimiento de niños criados por padres homosexuales y padres heterosexuales realizado por Golombok y Tasker. El estudio consta de 25 niños criados por madres lesbianas y 21 por madres heterosexuales y fueron entrevistados a la edad de 9. 5 años y cuando tenían 23. 5 años, en términos medios. Nueve niños del grupo de madres lesbianas y cuatro del grupo de madres heterosexuales informaron de haberse sentido atraídas por personas de su mismo sexo. Sus resultados señalan que los niños criados en una familia de madres lesbianas habían explorado en mayor medida relaciones con personas del mismo sexo pero al final la mayoría optó por mantener relaciones heterosexuales.

En definitiva, los resultados de los estudios sobre diferencias de género entre los niños criados por padres gay o madres lesbianas respecto a los niños criados por un padre y una madre tienen un tamaño del efecto pequeño que varía según la edad y el estatus social, sugiriendo que la estructura de la familia no es una variable determinante para el desarrollo de la conducta de género. Como señalan McHale, Crouter y Whiteman (2003) en su revisión, los estudios sobre la socialización del género deben de ir más allá de las interacciones diádicas del niño con sus padres e incluir otras dinámicas familiares e influencias contextuales, desarrollando modelos más complejos de socialización.

Acerca del desarrollo social de los hijos, los datos señalan que los hijos de padres gay y madres lesbianas mantienen relaciones sociales con sus compañeros del mismo modo que los hijos de padres heterosexuales y sus contactos con los adultos son semejantes a los de los niños de familias heteroparentales (Fulcher, Chan, Raboy y Patterson, 2002; Patterson, 1997). No aparecen diferencias estadísticamente significativas ni en la calidad de las relaciones de amistad ni en la percepción de su popularidad por parte de los compañeros (Golombock, Spencer y Rutter, 1983). Incluso cuando la evaluación se realiza en la etapa de la adolescencia, donde el tema de la sexualidad tiene una especial relevancia, tampoco se detectan signos de aislamiento (Ahmann, 1999).

Respecto al desarrollo personal, no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en las áreas de auto-concepto, problemas de conducta, inteligencia y trastornos psicológicos (Golombock, Spencer y Rutter, 1983; Fitzgerald, 1999; Green y cols. , 1986) entre los niños criados por padres gay o madres lesbianas y padres heterosexuales. Además, los adultos del estudio de Golombok y Tasker (1996) que habían sido educados por madres lesbianas tuvieron la misma probabilidad de desarrollar problemas de ansiedad y depresión que su grupo de comparación con madres heterosexuales.

 

Diversas asociaciones prestigiosas internacionales apoyan la calidad de la parentalidad de madres lesbianas y padres gay. En 1976 la American Psychological Association (APA) (www. apa. org/pi/lgbc/policy/statements. html) adoptó una resolución donde destacaba que ni el sexo ni la identidad de género ni la orientación sexual son motivos que impiden la adopción, del mismo modo que no deben ser variables que retiren la custodia. En 1995 el APA publica Lesbian and Gay Parenting: A resource for psychologists, (www. apa. org/pi/parent. html) proporcionando una bibliografía comentada de investigaciones psicológicas. En resumen se concluye que los resultados de las investigaciones señalan que los padres heterosexuales y los padres homosexuales crían a sus hijos de forma muy semejante, no apoyando los datos los estereotipos sociales. En el año 2000, la American Psychiatric Association apoyó el derecho legal de las uniones del mismo sexo, reconociendo sus derechos, beneficios y responsabilidades, destacando su apoyo a la adopción y a la adopción compartida (www. psych. org/news_room/press_releases/adoption_coparenting121802. pdf).  En febrero de 2002 el informe elaborado por la American Academy of Pediatrics (aappolicy. aappublications. org/cgi/content/full/pediatrics%3b109/2/339) dio su apoyo a la adopción por padres gay y madres lesbianas así como a la legalización de la co-parentalidad. En Mayo de 2002 la posición de la American Psychoanalytic Association (apsa-co. org/ctf/cgli/parenting. htm) también es de apoyo a la adopción, destacando la competencia de los padres gay y homosexuales.

En Julio de 2004 la American Psychological Association (www. apa. org/pi/lgbc/) ha adoptado dos resoluciones, una sobre el matrimonio y la orientación sexual y la otra sobre padres, niños y la orientación sexual. En concreto se opone a cualquier discriminación a las parejas del mismo sexo para optar al matrimonio, a la adopción, a las visitas y custodia de los hijos, a la acogida y a los servicios de reproducción asistida, instando a los psicólogos a tener en cuenta dichas consideraciones a la hora de ejercer su tarea profesional.

A finales de 2004 el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) de Madrid ha redactado una declaración oficial donde avala la adopción de menores por parejas de homosexuales señalando que “hasta el momento no existen pruebas científicas que demuestren que los niños educados por parejas homoparentales tengan un desarrollo psicológico peor que el de aquellos que crecen en el seno de una pareja heteroparental”.

Asumir el punto de vista de la no diferencia entre las diversas estructuras familiares plantea el análisis de los procesos familiares (interacciones familiares padres, hijos; estrés familiar) como los principales responsables del ajuste infantil y familiar, descargando al tipo de estructura familiar (número de padres, sexo de los padres) su relación con el adecuado o inadecuado funcionamiento infantil. Además, esa perspectiva mantiene un vínculo estrecho con el planteamiento de la dimensión de diferentes pero sólo por la estigmatización social. La vida familiar de los niños criados por padres gay y madres lesbianas es semejante y cuando hay diferencias se deben al rechazo social que impide el desarrollo ajustado de los miembros de la familia.

Los hallazgos de la perspectiva de la no diferencia entre la vida familiar heterosexual y la homosexual está permitiendo el cambio de estereotipos negativos sobre la homoparentalidad, facilitando la igualdad de los derechos sociales. Al mismo tiempo, no cuestiona la calidad de la familia heterosexual tradicional ya que se utiliza como la norma a seguir (mostrando un sesgo heterosexista), manteniendo la idea de que la discrepancia es peligrosa e indica deficiencia mientras que la igualdad es deseable e indica ajuste. De este modo, se normaliza la parentalidad homosexualidad, pero a costa de silenciar su diferencia. De ahí las críticas que recibe desde la perspectiva del feminismo lesbiano vinculadas con la dimensión “diferentes y transformados”.

Quizás no es tan importante demostrar la igualdad o la diferencia entre los padres heterosexuales y los padres gay o madres lesbianas como descubrir las características propias de la parentalidad positiva y competente y el perfil de las relaciones satisfactorias de pareja. Las condiciones sociales construyen la familia tradicional que se va transformando junto con el cambio social. Dichas condiciones también construyen otros tipos de familias que coexisten en una sociedad diversa. No es el fin de ningún tipo de familia es la coexistencia de diversas estructuras de familia con su propia idiosincrasia y diferente grado de aceptación social. Cuando se dice que la familia está en crisis no es precisamente porque coexistan estructuras familiares diferentes a la tradicional. Los problemas de la familia están íntimamente vinculados con la falta de apoyo institucional y político hacia el cuidado de los hijos y de otros miembros de la familia como los abuelos, especialmente importante en un momento donde tanto el hombre como la mujer trabajan muchas veces también fuera de casa. Y la desatención aumenta cuando la familia no es la tradicional, por ejemplo la monoparental o la homoparental.


Actitudes y opiniones sobre la homoparentalidad

Nuestra línea de investigación sobre el desarrollo social, cognitivo y emocional de los niños criados y educados en diversas estructuras de familias trata de aportar un dato más sobre las creencias y atribuciones que se mantienen respecto al ajuste familiar en estructuras de convivencia diferentes. Los resultados encontrados en estudios previos (Frías, Pascual y Monterde, 2003) nos permiten concluir que en términos generales los estudiantes universitarios de psicología perciben a los hombres gay y a las mujeres lesbianas como ajustados, sin ningún tipo de patología, cuyos derechos deben ser igualados socialmente. Sin embargo, las opiniones no son tan claras y unánimes sobre el efecto que puede tener ser criado y educado por un padre gay o una madre lesbiana, manteniéndose ciertos prejuicios acerca de la capacidad parental asociada a la orientación sexual.

Los datos de las investigaciones llevadas a cabo desde nuestra línea de investigación en el 2004 siguen el mismo patrón. Los alumnos de psicología reconocen los derechos de matrimonio y adopción a los gay y lesbianas. Sin embargo, las opiniones no son tan unánimes cuando se trata de valorar el ajuste de los niños criados en una familia homoparental, sobre todo el ajuste social.

Desde el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de España los datos de la encuesta de opinión del año 2004 señalan que el 67% de los encuestados opina que a las parejas homosexuales estables se le deberían reconocer los mismos derechos y obligaciones que a las parejas heterosexuales frente al 57% de los datos de la encuesta de 1997. En el 2004, el 66. 2% piensa que deberían tener derecho a contraer matrimonio y el 58. 3% están muy de acuerdo o bastante de acuerdo en reconocer el derecho a la adopción, aunque la pareja heterosexual garantiza mejor el bienestar de los niños (47. 6% están muy de acuerdo o bastante de acuerdo) frente a los que consideran que la pareja homosexual garantiza mejor el bienestar de los niños (9. 7% están muy de acuerdo o bastante de acuerdo). Las opiniones están divididas cuando se trata de opinar sobre la tolerancia de la sociedad. Para el 42. 9% la sociedad es bastante tolerante con el tema de la homosexualidad mientras que para el 40. 9% es poco tolerante.

Los datos publicados en 2003 de la encuesta europea Survey on Homosexuality Across Europe (www. eosgallupeurope. com/homo/) elaborada por la empresa EOS Gallup Europe, especializada en investigaciones de opinión en el territorio europeo, señalan que el 68% de los españoles están absolutamente de acuerdo o bastante de acuerdo con el reconocimiento del matrimonio homosexual y el 57% están absolutamente de acuerdo o bastante de acuerdo con la adopción por parejas homosexuales. La empresa señala que son las mujeres jóvenes y con estudios las que manifiestan una opinión más favorable hacia el matrimonio y la adopción por los homosexuales.

En definitiva, existe una opinión mayoritaria a favor del matrimonio homosexual, sin embargo, la posibilidad de la adopción para las parejas homosexuales no alcanza la misma aceptación social. Podríamos decir que la sociedad ya ha construido la imagen de la pareja homosexual que ha pasado a formar parte de la realidad social. Sin embargo, la construcción de la familia homoparental con hijos criados y educados por padres gay o madres lesbianas es más lenta. Los prejuicios y la falta de información son dos elementos destacados que dificultan la normalización de su vida familiar.

En estos momentos la aceptación de la orientación homosexual como otra alternativa de relación sexual y afectiva va alcanzando su regularización, aunque muchas veces más como manifestación de deseabilidad social que por creencia personal. La investigación sobre homofobia así lo señala. Sin embargo, cuando se trata de opinar sobre la calidad de su parentalidad aún quedan muchos mitos y prejuicios. Las creencias más frecuentes señalan que los niños criados por padres gay o madres lesbianas serán también homosexuales, socialmente serán más rechazados por sus compañeros y además tendrán más problemas personales que los niños criados en una familia de padres heterosexuales.


El proceso de investigación con familias homoparentales

Desarrollar investigaciones sobre la familia no es una tarea sencilla y si además se añade que los padres no son heterosexuales la complicación adquiere carácter de extremo. Desde el punto de vista metodológico, la localización de las familias, el desconocimiento de la población, la tasa de respuesta, la utilización de muestras pequeñas o el tipo de muestreo son cuestiones a tener en cuenta cuando se planifica la investigación. Sin embargo la complicación para captar el fenómeno objeto de estudio no debe ser obstáculo para realizar investigaciones que descubran y comprendan la realidad de la vida familiar.

Las críticas (Baumrind, 1995; Belcastro, Gramlich, Nicholson, Price y Wilson, 1993; Cameron y Cameron, 1997; Lerner y Nagai, 2000) sobre los resultados de las investigaciones empíricas que apoyan la falta de diferencias sistemáticas entre los niños criados por madres lesbianas o padres gay y los de las familias heterosexuales se centran especialmente en aspectos técnicos del diseño de la investigación. Consideran que la calidad de los datos no suficiente para llegar a dichas conclusiones, no siendo aún la investigación definitiva.

Las muestras suelen ser escasas, afectando a la potencia estadística y son muestras auto-selectivas (snowball techniques) y de voluntarios, no aleatorias. Otras críticas sugieren que los resultados de los estudios están sesgados por la ideología de los investigadores a favor de los derechos de los gay y lesbianas (Wardle, 1997).

La gran mayoría de los estudios críticos centran su atención en abordar los resultados de investigaciones empíricas realizadas por otros investigadores, sin llegar a elaborar investigaciones propias donde mejoren aquellos aspectos que critican, aportando de este modo nuevos datos a la comprensión científica de la homoparentalidad. Cuando se trata de fundamentar empíricamente la falta de evidencia se alude por ejemplo a los trabajos de Cameron cuya labor investigadora ha sido cuestionada duramente (Herek, 1998, 2000). Evidentemente, la ética del investigador en el proceso del diseño de investigación es el factor más importante para garantizar la validez de los resultados.

Las investigaciones empíricas que se han desarrollado sobre la homoparentalidad tienen una serie de dificultades que son inherentes al mismo fenómeno objeto de estudio. No hay información sobre el número y localización de familias con padres gay o madres lesbianas, impidiendo el uso de muestras aleatorias que sean representativas de las familias homoparentales. En estos casos la replicación de los datos ayuda a la generalización de los hallazgos.

Los estudios con padres gay y madres lesbianas suelen realizarse con muestras pequeñas, suelen ser voluntarios o muestra selectiva y quizás son las familias con mejor ajuste personal y social las que deciden participar en los estudios, favoreciendo resultados positivos. La voluntariedad de la muestra también queda patente en los estudios con padres heterosexuales. Sin embargo, los datos de investigaciones con muestras de no voluntarios tampoco detectan diferencias estadísticamente significativas cuando se evalúan familias de madres lesbianas por inseminación. Por ejemplo en los estudios de Brewaeys, Ponjaert, Van Hall y Golombok (1997) y Chan, Raboy y Patterson (1998) se utilizaron todas las familias de madres lesbianas que habían concebido un niño en los centros de fertilización estudiados.

También se están realizando investigaciones donde se selecciona aleatoriamente la muestra de madres lesbianas a partir de un estudio comunicatorio como por ejemplo la investigación longitudinal desarrollada en Reino Unido y denominada Avon Longitudinal Study of Parents and Children (ALSPAC, Golding y the ALSPAC Study Team, 1996) (www. alspac. bris. ac. uk/alspacext/index. shtm) que se inició en 1990 y que ha sido específicamente creada para conocer de qué modo el genotipo individual interacciona con el medio ambiente y cómo repercuten sobre la salud. La muestra está formada por aproximadamente 14. 000 madres y las evaluaciones se llevan a cabo desde el embarazo hasta la pubertad. Susan Golombok y su equipo de investigadores están realizando desde la década de los años setenta un gran número de investigaciones sobre las familias con madres lesbianas. Con el estudio ALSPAC (Avon Longitudinal Study of Parents and Children) llevaron a cabo un análisis con 7000 familias procedentes del estudio comunitario total con el objetivo de comparar el ajuste de los niños de escuela infantil (media de 3 años y media) que vivían sólo con su madre (n=283) con los niños que vivían con un padre y una madre (n=6420). Los resultados señalan que por ejemplo, no existían diferencias estadísticamente significativas en la conducta de género (Stevens, Golombok, Beveridge y ASLPAC, 2002).

Desde Estados Unidos Charlotte Patterson y su grupo han llevado a cabo un estudio longitudinal de niños que forman parte del Bay Area Families Study (Patterson, 1996) cuyo objetivo es conocer el desarrollo psicosocial de los niños que son criados por madres lesbianas.

En Francia los estudios de Anne Cadoret (2003) también señalan el equilibrio psicológico de los niños criados en familias homoparentales, destacando la calidad de los procesos familiares como la variable que diferencia la salud psíquica de sus miembros.


A medida que la investigación va avanzando y se conoce mejor a la familia de padres gay y madres gay también se está enriqueciendo el diseño de investigación, eliminando críticas y sesgos metodológicos, facilitando de este modo una visión más válida de la realidad de los hijos.


Estudio español

En España ya existe el primer informe sobre el desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales dirigido por Mar González de la Universidad de Sevilla y cofinanciado por la Oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía (González, Morcillo, Sánchez, Chacón y Gómez, 2004). Los datos siguen en la línea de los resultados extranjeros. Los niños que viven en familias homoparentales no se diferencian estadísticamente de los que lo hacen en familias heteroparentales en ajuste personal, académico y social, aunque son más flexibles en los roles de género y más tolerantes con la homosexualidad. Si se analizan los resultados de los contrastes estadísticos llevados a cabo se observa que el diseño sí tuvo la suficiente potencia estadística para detectar diferencias estadísticamente significativas en las áreas de flexibilidad de los roles y opiniones hacía la homosexualidad donde los tamaños del efecto son mayores.

Cómo interpretar los datos de la investigación. Por un lado, los contrastes estadísticos son claros, no es posible rechazar la hipótesis de nulidad de efectos. Por otro lado, la presencia de valores de tamaño del efecto diferentes a cero plantea la diversidad del ajuste psicológico de los niños en las diferentes estructuras familiares analizadas. Por ejemplo, existen una serie de investigaciones que destacan los beneficios potenciales de ser criados en una familia por padres gay o madres lesbianas como el aprendizaje del respeto, la empatía y la tolerancia hacia la diversidad y la convivencia cultural (Laird, 1993; Rafkin, 1990), la posibilidad de experimentar interpretaciones flexibles de la conducta de género y la facilidad para comprender que la familia no se basa sólo en las relaciones biológicas.

 

Reflexiones finales

Los resultados de las investigaciones ofrecen de forma mayoritaria datos que son coherentes con el postulado de la parentalidad como un proceso bidireccional padres-hijos que no está relacionado con la orientación sexual de los padres. Educar y criar a los hijos de forma saludable lo realizan de forma estadísticamente semejante los padres homosexuales y los padres heterosexuales. Sin embargo, se detectan tamaños del efecto diferentes de cero que señalan la propia idiosincrasia de cada estructura familiar. Una cuestión que habrá que abordar en el futuro es la relevancia sustantiva de los tamaños del efecto y sobre todo realizar un trabajo de meta-análisis que ofrezca una visión más clara del tamaño del efecto medio en cada uno de los constructos psicológicos que son evaluados en la literatura.

Cada vez más el proceso del diseño de investigación con familias homoparentales se va enriqueciendo con muestras mejor definidas y seleccionadas. La replicación de los datos desde fronteras tan diversas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o España facilitan interpretaciones más ajustadas a la realidad. Disponer de muestras seleccionadas aleatoriamente de contextos más amplios como los estudios comunitarios y realizar estudios longitudinales que permitan abordar la salud de los adultos que fueron criados en familias de padres gay o madres lesbianas como el trabajo de Golombok y Tasker (1996) y Tasker y Golombok (1997) que pudieron medir de nuevo a la muestra catorce años después cuando ya eran adultos están permitiendo que se aborde el tema de la homoparentalidad con mayor calidad metodológica, eliminando críticas de diseño de investigación.
Ser padres y madres no es una tarea sencilla pero ser padre gay o madre lesbiana requiere un extra de parentalidad si atendemos a los problemas de homofobia.

Eliminar el prejuicio social y lograr la normalización social de las familias homoparentales permitirá desarrollar una vida familiar sin extras. Promover la educación que elimine las creencias que favorecen prejuicios siempre es la herramienta más eficaz que garantiza además los efectos a largo plazo.

Las familias de padres gay y madres lesbianas ya existen en nuestra sociedad y es obligación de todos conocer su realidad a través de investigaciones científicas y facilitar su desarrollo, eliminando sesgos que sólo impiden la normalización de un tipo de vida familiar diferente al heterosexual. Ignorar su presencia sólo conduce a interpretaciones erróneas de la diversidad familiar. En estos momentos el cambio legal que se está produciendo sobre la situación de las familias homoparentales abre un nuevo camino para su normalización y protección junto a otro tipo de estructuras familiares que caracterizan a la familia como implicación física, social y afectiva de los miembros que la integran.


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