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Mediación familiar en la rehabilitación de drogodependientes.

Autor/autores: Rosa Pérez
Fecha Publicación: 01/03/2006
Área temática: Bipolar, trastorno bipolar y trastornos relacionados .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

En nuestra experiencia profesional en el tratamiento de rehabilitación de personas con problemas de drogodependencias hemos sido testigos en muchas ocasiones de procesos de separación y divorcio. Se dan diferentes casos: personas que llegan a la rehabilitación inmersos en un conflicto previo de separación y sin resolver su papel de atención a los hijos, el usuario es el hijo de padres separados, personas que inician un tratamiento y a la par un proceso de separación, y los que ya abanzado este proceso de rehabilitación deciden separarse.

Además, con frecuencia hemos visto los efectos de las separaciones en los hijos de los propios usuarios. Nos planteamos difundir un modelo de trabajo basado en una ideología relacional y cooperativa, que los usuarios, familias y equipos terapéuticos piensen los conflictos desde un punto de vista de la mediación. De los resultados se desprende que hemos encontrado una tasa de ruptura matrimonial de hasta el 63, 1% en el programa de opiáceos. Un 87% de los hijos no se encuentran a cargo de ambos padres, el 31% a cargo de los abuelos. Hemos estudiado tambiéna la población de terapeutas del Programa Proyecto Hombre de Asturias y sus conocimientos sobre mediación familiar y la necesidad percibida de su aplicación. Por último, se describe un modelo de procedimiento de trabajo de mediación familiar en un programa de rehabilitación de drogodependientes.

Palabras clave: rehabilitación, drogas


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Mediación familiar en la rehabilitación de drogodependientes.

Juan Antonio Álvarez García; Andrés Morin Fernández; Rosa Pérez.

Fundación Cespa-Proyecto Hombre.

Resumen

En nuestra experiencia profesional en el tratamiento de rehabilitación de personas con problemas de drogodependencias hemos sido testigos en muchas ocasiones de procesos de separación y divorcio. Se dan diferentes casos: personas que llegan a la rehabilitación inmersos en un conflicto previo de separación y sin resolver su papel de atención a los hijos, el usuario es el hijo de padres separados, personas que inician un tratamiento y a la par un proceso de separación, y los que ya abanzado este proceso de rehabilitación deciden separarse. Además, con frecuencia hemos visto los efectos de las separaciones en los hijos de los propios usuarios. Nos planteamos difundir un modelo de trabajo basado en una ideología relacional y cooperativa, que los usuarios, familias y equipos terapéuticos piensen los conflictos desde un punto de vista de la mediación. De los resultados se desprende que hemos encontrado una tasa de ruptura matrimonial de hasta el 63, 1% en el programa de opiáceos. Un 87% de los hijos no se encuentran a cargo de ambos padres, el 31% a cargo de los abuelos. Hemos estudiado tambiéna la población de terapeutas del Programa Proyecto Hombre de Asturias y sus conocimientos sobre mediación familiar y la necesidad percibida de su aplicación. Por último, se describe un modelo de procedimiento de trabajo de mediación familiar en un programa de rehabilitación de drogodependientes.



Justificación

En nuestra experiencia profesional en el tratamiento de rehabilitación de personas con problemas de drogodependencias hemos sido testigos en muchas ocasiones de procesos de separación y divorcio.  

Hemos trabajado con personas en los diferentes momentos de dicho proceso de separación y en sus diferentes momentos de rehabilitación: 

- Personas que ya han pasado por el proceso de separación o divorcio y llegan a hacer un programa de rehabilitación, siguiendo aún inmersos en los conflictos de pareja, y que aún no han resuelto su papel con respecto a la atención de sus hijos.

- En otras ocasiones no solo es una de las partes la protagonista del tratamiento, sino que es nuestro usuario el que es hijo de padres separados, que están pasando por cualquiera de las situaciones propias de un proceso de separación difícil.  

- Personas que inician el tratamiento y a la par un proceso de separación.

- Personas que están en proceso de rehabilitación y que pasado un tiempo, p. ej. en el momento de la reinserción, inician dicho proceso de separación.

Así mismo hemos sido testigos no solo de estas situaciones y de la complicación que éstas añaden al propio proceso de rehabilitación, sino que hemos visto a los hijos de nuestros usuarios en medio de estos conflictos familiares, viviendo situaciones difíciles para su evolución y crecimiento: 

- Situaciones propias del conflictivo proceso de la separación.

- Situaciones de acogimiento del menor.

- Hijos que solo tienen relación con uno de los padres (normalmente el que no tiene problemas de drogas) o que están siendo educados por sus abuelos.  

Ante nosotros existe un campo complicado de relaciones y conflictos, la mayoría de las veces cronificado y complejizado por el proceso de la propia drogadicción, que se ve entremezclado con el propio y complejo proceso de la separación.

La Mediación familiar nos abre un campo nuevo que complementa el tratamiento de las drogodependencias en la medida que nos puede facilitar ayudar a las familias a resolver sus conflictos, a ver las cosas desde otra perspectiva, desde otro ángulo donde no importe tener la razón, o ganar más, sino que los hijos puedan estar mejor y crecer con salud.

Nuestro interés en este trabajo nace de la práctica diaria, de la realidad cotidiana. Deseamos profundizar, investigar en los datos que observamos día a día y difundir un modelo de trabajo, que es también una ideología relacional y cooperativa, que en su práctica discursiva identifica y responde a las oportunidades de crecimiento personal en afrontar conflictos y en la capacidad de reconocer a los demás.

Queremos que nuestros usuarios, familias y porque no, nuestros equipos, piensen los conflictos desde un punto de vista de la mediación, desde una perspectiva mediadora en la que el otro también tiene que salir ganando.

Queremos saber cuantos de nuestros usuarios podrían beneficiarse de un servicio más específico de mediación familiar, tanto en situaciones de separación y divorcio, como en situaciones de acogimiento. Y facilitar un procedimiento de trabajo que se ajuste a nuestra realidad de intervención.

Nos gustaría poder medir la influencia de los procesos de separación en los procesos de drogodependencia, en sus diferentes combinaciones: separaciones previas. Paralelas al proceso, o cuando son los padres del usuario los que han pasado por ella. Aunque nos resulta demasiado ambicioso, queremos hacer constar nuestro interés.
Así mismo queremos hablar de Mediación porque nos sirve en nuestro trabajo diario, porque hacemos Mediación en muchas situaciones, de una forma más global y porque entendemos que el cambio en el consumo de drogas no solo llega desde el análisis de los problemas en relación a las mismas, sino desde el análisis y el cambio en las relaciones y en el estilo de vida de nuestros usuarios. Y la Mediación, nos ofrece tanto a los equipos terapéuticos como a nuestros usuarios una forma alternativa para superar los conflictos.  

Por último queremos hacer constar también nuestro interés en que los hijos de nuestros usuarios puedan disfrutar de sus padres y de sus madres, sin que sigan padeciendo más perdidas de las que ya han sufrido. Entendiendo que el hecho de contar tanto con el padre , como con la madre va a ayudar y a favorecer el buen desarrollo evolutivo de los hijos.


Objetivos

OBJETIVO GENERAL.

- Difundir la mediación familiar, como instrumento de trabajo útil y necesario, en nuestro tratamiento para los problemas de adicciones.

 

OBJETIVOS ESPECIFICOS.

- Investigar número de usuarios de Proyecto Hombre Asturias (P. H. en adelante) que se beneficiarían complementando su tratamiento de drogodependencias con una intervención de mediación familiar, tanto en casos de ruptura, como de acogimiento.

- Investigar la opinión que los terapeutas de los equipos de trabajo de P. H. tienen sobre la influencia de la separación en los procesos de separación/divorcio.

- Investigar el interés dentro de los equipos de trabajo terapéutico de P. H. por formarse en Mediación.

- Ofrecer algún ejemplo donde se pueda ver la utilidad de una perspectiva mediadora en el tratamiento de drogodependencias, para casos de separación, divorcio y/o acogimiento.

- Abrir un campo de investigaciones futuras, que despierten el interés en los equipos de intervención terapéutica de P. H.


Marco teorico

MEDIACIÓN FAMILIAR.

 

DEFINICIÓN DE conflicto.

El conflicto es una realidad de la vida humana. Ha existido y existirá siempre. Allí donde estén dos o más personas en interacción pueden producirse discrepancias que dan lugar al conflicto, generando tensiones y enfrentamientos que aumentan en función de la duración del mismo, destruyendo o deteriorando las relaciones y provocando luchas interminables. Los datos de la vida real y la investigación psicológica indican que nos sentimos más felices cuando no estamos en conflicto, cuando estamos de acuerdo con los que nos rodean. ¿Por qué entramos en conflicto? El problema está en que hemos aprendido a dicotomizar las cosas y eso indica que si la interpretación del otro es correcta la mía no lo es y difícilmente pensamos que ambos podemos tener algo de razón . La diferente forma de entender un mismo acontecimiento y la no aceptación de las diferencias de opinión muestran una interpretación exclusivista de la realidad donde se considera al otro equivocado, por lo que se justifica la defensa de la propia postura.  

Sin embargo el conflicto en sí mismo no es positivo ni negativo. Representa la dinámica del cambio y nos da la posibilidad de encontrar nuevas formas de poder relacionarnos con los otros y, también, movilizar maneras distintas de resolver los problemas. De igual manera el conflicto no tiene edad, sexo ni clase social, afecta a todos. Aprender a mirar el conflicto, cómo entenderlo, puede ayudarnos a elaborar respuestas efectivas y productivas.

Para que pueda hablarse de conflicto resulta necesario que las partes enfrentadas “perciban” incompatibilidad entre sus objetivos y que existan lazos de interdependencia tal que una parte no pueda acceder a esos objetivos sin contar con la otra. Esta primera dimensión del conflicto presenta connotaciones subjetivas ya que el hecho de que se “perciba incompatibilidad” no significa que realmente exista.

Los conflictos no se originan exclusivamente por querer objetivos diferentes sino que lo que puede se diferente es la interpretación que cada parte hace del objetivo común.

 

El escalamiento del conflicto se produce cuando la interacción de las partes adquiere una repetición acción-reacción, donde la respuesta de uno sirve de estímulo al otro para volver a comenzar el proceso, generando una espiral de acciones de castigo o defensa, favoreciendo el enfrentamiento y haciendo cada vez más difícil la resolución. Los cambios que conlleva la espiral del conflicto son variados, destacando un proceso de legitimación de la propia conducta y la aparición de percepciones y actitudes negativas hacia la otra parte.  

Las acciones del otro son interpretadas de forma negativa, atribuyendo lo bueno del otro al azar y las acciones malas a una intencionalidad perversa. Desde esta misma óptica se produce el llamado “pensamiento de suma cero”, donde las ganancias de uno significan las pérdidas del otro, por lo que resulta imposible pensar en el acuerdo, favoreciendo, de esta manera, el mantenimiento del conflicto. Si el conflicto continúa, se va produciendo una mayor implicación de las partes en él, y éstas invierten tanto que es difícil retroceder.  

Las personas que están en conflicto presentan una serie de sentimientos de inseguridad, incapacidad, confusión y ausencia de participación en la situación conflictiva que le conduce a centrarse en el pasado, lo negativo y lo imposible. Estos sentimientos están acompañados por un pensamiento dicotómico, poco flexible y de valoración respecto al otro que induce a no tener en cuenta su opinión, a centrarse en su postura y tratar al otro con desprecio. En estas condiciones no es extraño que la comunicación sea inadecuada, no se entienda al otro y resulte complicado conseguir acuerdos.

El conflicto de pareja, como todo tipo de conflicto, presenta un coste emocional que se intensifica en función de la duración del mismo. La expresión de este conflicto adquiere distintas manifestaciones que se relaciona con el tipo de problemas y el estilo de pareja.

Mantener una situación conflictiva conduce a agudizar estas emociones negativas, debilitando las defensas que las personas ponen en acción para hacer frente al problema y colocándolas en una situación de indefensión. Cuanto antes se barajen soluciones, menor será el sufrimiento de las personas implicadas en el conflicto y menor será la repercusión del conflicto en otras áreas de la vida del sujeto. El proceso de ruptura conlleva una disociación instrumental y funcional de la pareja marital y parental, permitiendo que la primera se separe pero que los padres continúen, como tales. Sin embargo, esta diferencia teórica es difícil de llevar en la práctica, y los problemas principales se dan cuando la pareja marital sigue teniendo una fuerte dependencia emocional y no consigue el distanciamiento adecuado, o bien, cuando la pareja parental se distancia tanto que dificulta el ejercicio cotidiano como padre o madre.


Partiendo del hecho de que la separación es el resultado, y no la causa, de los conflictos familiares, las conductas inadaptadas que los menores puedan presentar ante la ruptura no son debidas a ésta sino a toda la situación de conflicto y tensión que precedió a esta decisión, a cómo se lleva a cabo esta separación y cuál es la calidad de la relación entre padres e hijos después de ésta, lo que se relaciona con un mayor o menor conflicto de los padres entre sí, una vez llevada a cabo la separación.

El conflicto que experimentan las personas ante la ruptura está influido por variables cognitivas y emocionales de ambos miembros de la relación que pueden distorsionar la forma que cada uno perciba la situación, disminuyendo la racionalidad y conduciendo a un comportamiento inadecuado recíproco, que incrementa la espiral del conflicto. “Los menores que con independencia de su edad responden a esta situación en función de cómo sus padres resuelvan sus diferencias, tanto antes, durante y después de la separación de la pareja. Por lo tanto, los problemas que los menores pueden presentar ante la ruptura no se deben a ésta sino a la forma en que sus padres la llevan a cabo” (“La mediación, una solución a los conflictos de pareja”. - Trinidad Bernal. ) 

Las dificultades planteadas por la situación emocional de las personas que acuden a separarse, la ineficacia del procedimiento contencioso y una intervención legal, no ayudan a resolver los conflictos que la pareja presenta a la hora de romper su relación, más bien supone un sistema de enfrentamiento entre las partes que los agudiza. La propuesta alternativa está sustentada, por un lado, en el trabajo interdisciplinar, y por otro, en una oferta de lugar neutral, fuera del contexto judicial, donde la intervención profesional no está basada, ni en la evaluación psicológica , ni en la defensa legal. Esta alternativa es la mediación, donde los profesionales actúan con imparcialidad entre las partes enfrentadas para que éstas cambien su percepción del conflicto, presenten alternativas, analicen su viabilidad y consigan acuerdos. Su principal objetivo es la negociación y resolución de los problemas por los propios interesados, de manera que acudan al juzgado con sus propios acuerdos, evitando la judicialización.

LA MEDIACIÓN COMO ALTERNATIVA.

La mediación es una manera pacífica de resolver conflictos donde el protagonismo lo tienen las partes, cambiando el rol de los actores que interviene en la situación conflictiva. Este mayor protagonismo de las personas, en la resolución de sus propios conflictos, eleva la satisfacción psicológica de los participantes, acrecienta su autoestima y fomenta comportamientos de ayuda a los demás.

Junto con esta relevancia de los propios interesados, la mediación enfoca el conflicto desde una óptica positiva de manera que promueve un cambio en la interpretación de la situación, que genera alternativas conducentes a salir del conflicto, y donde los intereses de ambas partes son tenidos en cuenta en base a una interpretación comprensiva de la situación. Finalmente, la mediación proporciona un contexto pacífico y neutro donde pueden, las partes, sentarse a dialogar el cómo resolver sus diferencias, responsabilizarse de sus decisiones y abriendo la puerta para que puedan seguir relacionándose en el futuro.

El ser humano es un ser social, necesita a los otros para comunicarse y busca ambientes que sean más comunales, que le permitan vivir junto a los otros en un buen proceso de interacción. La mediación es uno de esos procesos, ya que ofrece las bases para que la interacción positiva se produzca.

El foco de atención está puesto en preparar a las personas, en lugar de tomar decisiones por ellas.

 

FORMULAS PARA RESOLVER CONFLICTOS.

La gente que está en disputa puede usar diferentes alternativas para resolver el conflicto. La colaboración es una opción a través de la cual las partes mismas toman decisiones, siendo la negociación una forma de colaboración, y otra, la mediación.

En la negociación las partes hablan directamente entre sí o a través de sus representantes. Cuando es directa supone, en la mayoría de los casos, una gran dificultad ya que las emociones intensas dificultan la comunicación y conducen a percepciones equivocadas que agudizan los desacuerdos. Cuando la negociación se realiza a través de los representantes de las partes, falta el elemento más esencial, que es la participación de éstas, dejando en manos de sus abogados la negociación.

En mediación, un tercero elegido de común acuerdo escucha sus posturas, hace reuniones privadas y conduce reuniones conjuntas para que lleguen a un acuerdo. Se inicia la mediación cuando las partes ya no creen que pueden resolver el conflicto por sí mismas a través de la negociación. Con la mediación las partes resuelven sus propios conflictos y toman decisiones que las convierten en protagonistas de todo el proceso.

Otra forma de resolver los conflictos es recurriendo a la ley, con la esperanza de objetividad y de justicia, no asumiendo los problemas y delegando en sus representantes legales para que sean ellos los que realicen la batalla. Sin embargo, al ampliar el conflicto al contexto legal, éste se intensifica por los propios procedimientos legales basados en el enfrentamiento, y la partes pierden protagonismo, no se hacen responsables de sus problemas y tienen que aceptar lo que un tercero decida.


LA MEDIACIÓN. CARACTERÍSTICAS.

La mediación es una negociación en la que interviene la ayuda de un tercero. La tarea del mediador consiste en introducir algunas características especiales, para modificar un enfoque basado en la confrontación. El mediador ayuda a las personas a dialogar, evitando malos entendidos. El objetivo primordial de la mediación no es llegar a un acuerdo, es brindar un proceso en el que las partes puedan reorientar la forma de ver el conflicto e indagar las distintas opciones que tienen para resolverlo.  

El llegar a un acuerdo durante el desarrollo del proceso es obviamente importante, pero tanto el mediador como las partes deben considerar que la decisión de no llegar a un acuerdo es una conclusión igualmente válida del proceso.

Un elemento a tener en cuenta es la motivación de las partes para negociar y conseguir un acuerdo. La mediación es más exitosa cuando las partes están muy motivadas para negociar. Estas motivaciones pueden venir por tendencias personales de las propias partes o porque variables externas les inclinan a considerar la negociación como una mejor opción. La mediación proporciona la posibilidad de que las partes se pongan en marcha y generen alternativas viables para solucionar el problema utilizando el aspecto positivo del conflicto a la vez que atenúa el aspecto negativo. La mediación consigue: ayudar a aceptar cualquier tipo de acuerdo; establecer relaciones, poniendo el acento en el futuro y no en los problemas del pasado.

La mediación como sistema de resolución de disputas o conflictos se aleja del derecho como sistema de resolución de conflictos desde una perspectiva de lo justo y lo legal.

Una cosa es un sistema de resolución de conflictos desde una perspectiva de lo justo, lo legal y otra muy distinta es la mediación. La mediación es un sistema de resolución de conflictos que se basa esencialmente en que la vara para medir la solución o la pauta de resolución es el interés de las partes. Los intereses habituales normales cotidianos que nos llegan a todos a querer ciertas cosas y no querer otras; donde la gente involucrada en el conflicto decide no es desde una perspectiva de lo que le corresponde o no desde la mirada del derecho. Procuran, en general, las personas involucradas en un conflicto que se resuelve por mediación, encontrar soluciones humanas. La verdad es que la mayoría de las decisiones que toma la gente en su vida, no las lleva a cabo a través de consultas jurídicas; en la mediación tampoco.

 

EL MEDIADOR.

Por tanto, lo que necesita el mediador es poder comprender a la gente que tiene delante. Tiene que poder comprender su cultura, su discurso, su conflicto. Lo que ocurre es que la gente llega a pedir ayuda a un tercero para la resolución del conflicto cuando sus capacidades de negociar por sí mismos se han visto seriamente disminuidas por situaciones emocionales. El mediador genera las condiciones necesarias para que la gente recupere su capacidad habitual o al menos la que habían tenido cuando realizaron el acuerdo. Por ello la mediación no resuelve problemas jurídicos. Resuelve problemas humanos. Se procura llegar a través de la mediación a la resolución o acuerdo sobre la base de parámetros jurídicos, pero por otro camino que no sea el del sistema judicial formal.

Lo que sustancialmente diferencia a la mediación de otros sistemas de resolución de conflictos es que la participación del mediador no tiene que ver con contenidos o con determinar quién tiene o no razón ni quién está o no en lo cierto. El mediador está creando las condiciones por medio del control del proceso, para que los clientes hagan lo que hubieran hecho si no se hubieran enojado tanto y disgustado entre ellos. Para hacer eso utiliza aptitudes personales, pues es él mismo una herramienta de trabajo, y técnicas concretas como contener la crisis, ordenar la información, evitar que se pase a la negociación antes de tiempo, organizar las alternativas, etc.

El mediador no pretende modificar las formas y conductas de sus clientes. No pretende que la gente recupere la calidad de la relación que tenía antes del conflicto; esto es campo de otra forma de resolver conflictos y que tiene que ver con la psicología. Tampoco le corresponde al mediador reivindicar lugares o posiciones entre más débiles o más fuertes; Esto es parte de la función política. El mediador sólo procurará que las partes estén en el momento de la mediación en la mayor igualdad posible de oportunidades. Esto es, que compartan igual información, que dispongan de igual posibilidad de tomar decisiones.

Hay que decir también que las personas para dar sentido a sus vidas estructuran sus experiencias en forma de relatos o historias que mantienen una determinada coherencia entre los hechos, personajes y argumentos que es lo que hace que esta historia tenga sentido para cada uno.  

Cuando nos contamos una historia acerca de nosotros mismos, seleccionamos de nuestra experiencia aquellos hechos que confirman nuestra versión, que ayudan a mantener la coherencia interna de la historia y desechamos los hechos que harían peligrar el sentido que le damos a ella.

Por eso mismo no sólo nosotros construimos esta historia sino que a su vez esta historia nos construye, dado que nuestro yo se va conformando con las historias que nos contamos y las que escuchamos contar a los demás sobre nosotros mismos. Para comprender cualquier historia, debemos empezar por ver cómo fue construida; es decir ver el proceso de construcción de la realidad. Cuando las personas llegan a la mediación vienen a contarnos una historia, que es la versión que ellas tienen del problema, cada uno la suya, cada uno con su argumento -yo tengo razón- cada uno con sus roles -yo soy víctima- cada una con sus valores. Y ¿cómo sabe el mediador quién tiene razón? En realidad no le interesa averiguarlo, porque él ya sabe que los dos la tienen porque los hechos verdaderos son inaprensibles; el material con el que el mediador trabaja son las historias, la versión que cada uno ha construido del problema y como tal, cada una de las historias es verdadera. Pero esta manera de ver las cosas no les ha servido a las partes que se encuentran empantanadas en una situación de conflicto de la cual no han podido salir.  

Es necesario que se produzca algún movimiento, alguna modificación en su manera de ver las cosas para que sea posible arribar a un acuerdo. Es la construcción de “La historia alternativa” en términos de Sara Cobb.


DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA “PROYECTO HOMBRE”.

“Proyecto Hombre” es un programa educativo-terapéutico para el tratamiento y prevención de las drogodependencias que nace en Asturias en 1987. Trabaja tres aspectos fundamentales: la prevención del consumo de drogas, la rehabilitación y la reinserción del drogodependiente en todas las áreas de la sociedad.

El programa de Proyecto Hombre tiene un enfoque biopsicosocial, que consiste en aprender a vivir de manera autónoma y sin ningún tipo de dependencia. Una persona que comienza un programa de Proyecto Hombre inicia un proceso terapéutico cuyo objetivo consiste en que la persona recupere su autonomía, su sentido de la responsabilidad, y su capacidad para tomar decisiones y volver a ser un miembro activo de la sociedad.

La variedad de programas de Proyecto Hombre es respuesta a las demandas que se reciben diariamente en nuestros centros, a la evolución de los nuevos tipos de dependencias y en consecuencia, al perfil de los usuarios atendidos. Propone un modelo de rehabilitación e integración social plena donde la clave del proceso es identificar los problemas vitales y trabajarlos desde un marco terapéutico-educativo.

 

PROGRAMAS DE TRATAMIENTO

 

PROGRAMA DE REHABILITACIÓN PARA PERSONAS CON ADICCIÓN A OPIÁCEOS.

Este es el primer programa que Proyecto Hombre puso en marcha en 1987, como respuesta a los problemas derivados del consumo de heroína que se vivieron en España a partir de los años 80. Este proceso de rehabilitación consta de tres fases:

- Acogida y motivación
- Comunidad terapéutica
- Reinserción social

PROGRAMA DE REHABILITACIÓN Y REINSERCIÓN PARA CONSUMIDRES DE psicoestimulantes (COCAÍNA Y OTRAS DROGAS)

Surge como respuesta a la demanda de un tipo de consumidores bien estructurados que conservan su estructura familiar y su trabajo, y no sufren inadaptación social. Muchos compatibilizan tratamiento con su horario laboral. Se trata de un servicio de tipo ambulatorio, en el que el usuario no deja su entorno natural para la realización del tratamiento.

PROGRAMA DE REHABILITACIÓN Y REINSERCIÓN DE PERSONAS ALCOHÓLICAS

Este nuevo servicio se plantea desde tres ejes fundamentales:

- La no percepción social de un consumo inadecuado de alcohol como problema sociosanitario de primer orden.
- El uso de estrategias preventivas de tipo informativo no modifica los factores asociados al consumo inadecuado.
- El diagnóstico precoz de “problemas de alcohol” no se realiza con la frecuencia adecuada.

 

PROGRAMA DE tratamiento CON metadona.

No sólo se trata de un programa de reducción de daños, sino que se trabaja para que los usuarios se planteen objetivos de cambio, iguales a los de un Programa Libre de drogas, cuyo final es la reinserción. La relación terapéutica es fundamental en este modelo terapéutico ya que debe orientarse a poner el énfasis en el tratamiento integral y no tan sólo en dispensación. Por este motivo, entendemos que metadona es un medicamento utilizado como una herramienta más del programa, que junto con motivación, trabajo en grupo, revisión de objetivos personales y otros instrumentos terapéuticos, se consigue la recuperación de la persona.

 

PROGRAMAS DIRIGIDOS A COLECTIVOS ESPECIFICOS.

PROGRAMA DE MENORES.

Se plantea la necesidad de intervenir con adolescentes jóvenes dirigido a la prevención del consumo de drogas y comportamientos y situaciones de riesgo.

REHABILITACIÓN Y REINSERCIÓN PARA DROGODEPENDIENTES DE ÉTNIA GITNA.

Es una experiencia singular con comunidades gitanas que propició el desarrollo de un plan específico acorde a las peculiaridades de su cultura cuya coordinación con la familia es un elemento clave para el trabajo colectivo.

 

 


Organigrama de la Fundación CESPA-Proyecto Hombre de Asturias


Caso de ejemplo de perspectiva mediadora

A continuación se expone una intervención mediadora realizada en una red familiar con situación de un miembro en tratamiento de drogodependencias y donde existe un acogimiento formal por parte de la abuela sobre la hija de la usuaria.

El esquema a seguir será el siguiente:

· Descripción del caso(red familiar)
· Breve explicación de los diferentes objetivos que podrían perseguirse desde una perspectiva terapéutica y una perspectiva mediadora.
· Descripción de la intervención mediadora

Comencemos con la descripción de la red familiar:
María es una chica de 28 años con problemas de drogas desde los 17. Vive con sus padres y su niña de 4 años. Su madre siempre ha sido la encargada del cuidado de la niña, teniendo un papel más secundario María. La relación entre ambas está bastante deteriorada, descalificándose continuamente la una a la otra. María culpa a su madre Josefina de que no le permite hacer nada con su hija Lucía, y Josefina recrimina constantemente a María que está hecha un desastre y que no se fía de ella. Los varones, tanto padre, como pareja de María están bastante ausentes, tanto en el conflicto de ambas, como en el cuidado de Lucía. Las dos están bastante negadas a plantearse una mejora en su relación, pues piensan que ya lo han intentado demasiadas veces y que lo único que consiguen es aumentar los reproches que se hacen la una a la otra.

En el equipo nos preocupa de inicio la situación que vive en este conflicto la niña de 4 años Lucía. Tanto su madre, como su abuela están demasiado atentas a su propio conflicto, como para darse cuenta de que nada de esto le es ajeno a Lucía.

En tal situación podríamos insistir en la mejora de la relación familiar como algo protector y favorecedor en la recuperación del problema de las drogodependencias (marco terapéutico) , o intentar buscar un punto común para ambas, Josefina y María, en este caso, el bienestar, la salud y buen crecimiento de Lucía, como punto de partida (marco mediador).

En nuestro caso, tanto Josefina como María, frustradas de fracasar en los intentos de acercamiento entre ambas, y negadas en un principio a ver parte de responsabilidad en sí mismas en que su relación no funcione (culpabilización y crítica continua de la otra), muestran gran atención, cuando se les habla de un nuevo marco de trabajo, donde las dos pueden salir ganando, y donde ponemos el énfasis de la intervención en el bienestar y salud psicológica de Lucía.

Ante las dificultades por salir del pasado, y por las dificultades para mejorar su relación, abordaje que siempre se ha intentado y fracasado (en anteriores procesos de intervención terapéutica para la rehabilitación del problema de drogodependencia de María), iniciamos así nuestra INTERVENCIÓN MEDIADORA GLOBAL con un primer paso de DISCURSO de la Mediación, como otra alternativa de resolver conflictos, donde las dos van a tener que trabajar para llegar a acuerdos. Donde tendrán que dejar de pensar en las pérdidas y centrarse en las ganancias que ambas pueden obtener en el futuro. Se les explica , así mismo, que iremos poniendo a prueba dichos acuerdos, y que empezaremos teniendo entrevistas individuales, aunque en algún momento podrían ser conjuntas.

Se inician así un proceso de entrevistas individuales donde vamos legitimando a la otra parte, y que nos permita ir construyendo una historia alternativa, para llegar a pequeños acuerdos, que pondremos a prueba , de forma que la nueva forma de ver las cosas, se instale y se mantenga, en su nuevo proceder.

En este caso, donde las dos, Josefina y María, están muy angustiadas por Lucía, resulta fácil, llegar pronto a pequeños acuerdos que benefician muy directamente a Lucía. Ej. : hablar bien la una de la otra a la niña, como “güelita te vistió muy guapa”, o “mamá te contó un cuento muy bonito”. También, si lo hacen mal y critican a la otra, pasar a criticarse a sí misma: “es que güelita es. . . ” o “. . . ah que tonta y repugnante me puse” o “mama ya está como siempre. . . hay que exigente me pongo a veces. . . ”.

Estos acuerdos puestos a prueba y verificados fueron permitiendo, ir haciendo otro tipo de tareas, que beneficiaron enormemente a Lucía, con lo que tanto madre como abuela, fueron dando paso a hacer otro tipo de tareas, para las que antes estaban absolutamente negadas, como permitir que María diese el desayuno a la niña (situación previamente muy conflictiva y donde Lucía terminaba sin comer, ante las críticas de la una a la otra).

Se hizo una valoración positiva del enfoque realizado en este caso, por el beneficio que para nuestra usuaria, y su familia tuvo. Así mismo tanto María como Josefina hicieron una valoración positiva sobre los beneficios que tuvo dejar de hablar de sí mismas, de analizar su relación y centrarse en que las dos ganasen en lo que tenían de interés común, el bienestar de Lucía.


Estudio

Uno de los objetivos del presente trabajo es cuantificar la magnitud del problema, la cantidad de usuarios susceptibles de recibir de forma complementaria una intervención mediadora. Para eso, hay que conocer el número de usuarios que, en alguna de sus vertientes, está inmerso en un proceso de separación/divorcio (actual o anterior).

Para la consecución de los objetivos planteados en el presente trabajo se han utilizado diferentes instrumentos. Por una parte, se han utilizado algunos datos procedentes del Perfil de los Ususarios, que se obtiene de la encuesta personal/individual que se realiza para la elaboración de la memoria de P. H. Asturias 2004. Esta encuesta fue realizada en una población de 186 personas, aproximadamente un mes después de su ingreso en PH. De estas, 102 pertenecen al Programa de opiáceos, 38 al de cocaína y 46 al de alcohol. Además, se consultaron los datos procedentes de la Ficha de Ingreso, primera información que se tiene de un usuario el día en que toma contacto con nuestro recurso, estos datos corresponden al estado civil y se refieren a una población de 786 candidatos en 2004. En relación con los datos del Programa de Menores, la muestra es de 42 sujetos.

Por otra parte, dentro de otras fuentes consultadas, podemos destacar las bases de datos del Instituto Nacional de estadística (INE) y la memoria del Consejo General del Poder Judicial, así como el Anuario Social de España de la Fundación La Caixa. Queríamos tener algún punto de comparación con la población general en relación con las tasas de separación y divorcio.  

Por último, se elaboró un cuestionario adhoc para investigar la opinión que los terapeutas de los equipos de PH Asturias tenían sobre la influencia de los procesos de separación y divorcio en el proceso de rehabilitación y para conocer su interés por recibir más información sobre la propia Mediación familiar. Este cuestionario (Anexo I), fue llamado cuestionario de Evaluación en Mediación Familiar para Equipos Terapéuticos (CEMFET), y tenía una doble misión, de un lado la evaluación de los aspectos antes mencionados, de otro, hacer visible, hablando de ella, la influencia de estos procesos de separación en nuestros usuarios y la sensibilización hacia la formación en Mediación familiar.

 

DATOS DE USUARIOS DE PROYECTO HOMBRE ASTURIAS

Para cuantificar la realidad de la que estamos hablando, vamos a repasar algunos de los datos más significativos de la memoria de 2004 de la Fundación CESPA-Proyecto Hombre de Asturias.

Una variable que nos interesa en este punto, es el estado civil de los usuarios de los diferentes programas de tratamiento, observaremos aquellos que se encuentran separados o divorciados en el momento de hacer la demanda de atención y en el momento de realizar la Encuesta a usuarios, aproximadamente un mes después del ingreso en el programa correspondiente a su droga de referencia.  

Podemos ver como en el estado civil de los 786 usuarios que demandaron atención en PH a lo largo de 2004, se encontraban separados/divorciados un 17, 9% de los usuarios del Programa de opiáceos, un 15, 2% del Programa de cocaína y un 34, 7% del Programa de alcohol.

 


Estado Civil según droga de referencia. Tomado de memoria 2004 Fundación CESPA


Dentro de los usuarios que ingresaron a tratamiento en el Programa de opiáceos, en la Encuesta a los Usuarios, observamos una proporción aún mayor de personas divorciadas/separadas, que alcanza el 22, 5%.

 


Estado civil en el Programa de opiáceos

En lo que respecta al Programa de tratamiento de cocaína, vemos que un 13, 1% de los usuarios que ingresaron se encuentra dentro de las categorías de separado/divorciado.

 


Estado Civil. Programa de Cocaína


En el Programa de tratamiento del alcohol, un 54, 4% del total de usuarios se encuentra separado/divorciado, en el caso de los hombres son un 48, 6%, y en el caso de las mujeres a tratamiento en este recurso llega a un 72, 8%.

 


Estado Civil. . Programa de Alcohol


En lo que hace referencia en la Encuesta a Usuarios sobre quien tiene la responsabilidad de hacerse cargo de los hijos de los usuarios a tratamiento, vemos que tan sólo un 12, 5% de los hijos de los usuarios están a cargo de ambos padres en el Programa de opiáceos, la mayoría se encuentran a cargo del otro cónyuge (43, 8%), de los abuelos (31, 3%) o de una institución (2, 1%).

 


A cargo de quién están los hijos, en el Programa de Opiáceos


En el Programa de cocaína, los hijos se encuentran a cargo de los padres en un 78, 9%, o bien, en el caso de hijos de varones a tratamiento, un 21, 1% está a cargo de las madres.

Los hijos están a cargo de ambos padres en un 20% de los casos, para usuarios del Programa de alcohol, a cargo del padre en un 6, 7% y a cargo de la madre en un 36, 7%. Un 5% de los hijos se encuentra con los abuelos maternos y un 3, 3% en una institución.

 


A cargo de quien están los hijos. Programa de Alcohol


Observamos, por otra parte, como en el Programa de Menores, un 19, 4% de los mismos no conviven con ambos padres.

 


Convivencia de los usuarios del Programa de Menores


Un 13, 7% de los usuarios del Programa de opiáceos ha tenido expediente en el Tribunal Tutelar de menores y u 7, 8% ha estado interno en un Centro de Reforma o de Menores. Sin embargo, ninguno de los usuarios en Programa de tratamiento de adicción a la cocaína ha tenido relación con estas instituciones. Y vemos que para el Programa de alcohol, un 2, 2% de los usuarios ha tenido relación con el Tribunal Tutelar de menores y ha estado en centros en su infancia.

 







OTROS DATOS DEMOGRAFICOS.

Con el objeto de poner tener algún dato de comparación con la población general, se consultaron bases de datos sociodemográficos del Instituto Nacional de estadística (INE), de la memoria del Consejo General del Poder Judicial, Anuario Social de España de la Fundación La Caixa, etc. Si bien los datos obtenidos no son estrictamente comparables con los de nuestra muestra de usuarios de PH, sirven como punto de reflexión y abren un camino hacia futuras investigaciones.

La tasa de divorcios en España, por cada 100 matrimonios, era de 18, 2 en 2001, según la memoria del Consejo General del Poder Judicial de 2004 recogida por el INE.

Observamos, según la estadística del Poder Judicial para Asturias, un importante porcentaje de separaciones y divorcios que se hacen por vía contenciosa, el 26, 9% de las separaciones y el 45, 4% de los divorcios. A esta visión conflictiva de los procesos de separación y divorcio desde los datos del tipo de causa judicial que se emprende, hay que añadir la experiencia de que gran parte de los procesos que se dan de mutuo acuerdo suponen también la presencia de un conflicto familiar importante entre os excónyuges, aunque éste o se refleje en los datos estadísticos.

 




DATOS DE LOS PROFESIONALES DE PH ASTURIAS

Dentro de los objetivos del presente trabajo se encuentra la difusión de la Mediación Familiar, como un instrumento de trabajo útil para los terapeutas del programa. Para ello, se ha considerado fundamental conocer la opinión de estos profesionales en relación a la influencia que los procesos de separación y divorcio tienen en el desarrollo terapéutico de los usuarios, y conocer el interés de los diferentes equipos por recibir formación en este campo.

Para evaluar esta dimensión, se elaboró un cuestionario autoaplicado, que se ha llamado cuestionario de Evaluación en Mediación Familiar para Equipos Terapéuticos (CEMFET). Este cuestionario consta de 15 ítems y fue aplicado a una muestra de 24 terapeutas (de un total de 32 que trabajan en PH Asturias).

La edad media de estos terapeutas es de 36, 7 años. El 62, 5% varones y el 37, 5% mujeres. Con una media de 9, 6 años de trabajo en Proyecto Hombre, siendo la moda de 14 años, es decir, hablamos de un equipo de personas con una importante experiencia de trabajo. En cuanto al estado civil de los terapeutas, un 29, 1% están solteros, el 62, 5 casados y el 8, 3 separados y/o divorciados.

Al abordar los resultados obtenidos en los diferentes ítems del cuestionario, observamos que la gran mayoria de los terapeutas ha tenido en su experiencia profesional usuarios en proceso de separación/divorcio. Considerando, en más del 95% de los casos, que estos procesos tienen influencia en el desarrollo de la terapia.

De forma masiva se aprecia que los terapeutas han tenido experiencia en casos en los que los padres de los usuarios se encontraban en procesos de separación/divorcio. Lo mismo que ocurre al preguntar sobre la experiencia con usuarios que tienen hijos que se encuentran en acogimiento familiar.

 




El total de los terapeutas consideran imprescindible que ambos padres participen en la educación y evolución de los hijos para que se de un buen desarrollo de los mismos. Sin embargo, el 87% observa que cuando hay procesos de separación/divorcio, no se da esta participación de ambos padres.

 




Más del 83% de los profesionales considera que los usuarios que viven o han vivido un proceso de separación/divorcio tienen entre bastantes y muchas dificultades para participar en la educación y el desarrollo de sus hijos. Opinión que se presenta en el 100% de los casos cuando se indaga sobre las dificultades de los usuarios padres para ponerse de acuerdo con sus excónyuges sobre aspectos relacionados con la educación y el desarrollo de sus hijos.

 







En relación con la percepción, por parte de los terapeutas, de haberse encontrado con dificultades para abordar en su trabajo este tipo de situaciones, casi el 71% considera que ha tenido bastantes o muchas dificultades.

 




En los últimos 5 ítems indagamos cuestiones más directamente relacionadas con la mediación familiar. Se aprecia inicialmente, que la mayoría de los terapeutas considera que conoce poco o nada sobre en qué consiste la mediación familiar (dos tercios).

 




Sin embargo, la totalidad de los usuarios considera que la participación en mediación familiar de los usuarios que se encuentran en procesos de separación/divorcio y en los casos en que hay hijos de usuarios en acogimiento, resulta bastante o muy beneficiosa para los mismos.

 




Además, todos los terapeutas consideran que sería beneficioso realizar algún trabajo específico con estos usuarios que se encuentran en procesos de separación/divorcio.

 




Por último, se indagó sobre el interés por parte de los equipos terapéuticos, en recibir información sobre mediación familiar. A esta cuestión, el 100% de los profesionales responde afirmativamente, un 41, 6% manifiesta mucho interés y un 58, 3% bastante.

 




Conclusiones

DISCUSIÓN.

Se ha encontrado un importante porcentaje de usuarios que solicitan tratamiento en alguna de las modalidades de Proyecto Hombre de Asturias y que han vivido procesos de separación y/o divorcio. Podemos analizar estos datos calculando una Tasa de ruptura matrimonial para los usuarios que han solicitado tratamiento (datos de la Ficha de ingreso), vemos como un 56. 6% de los usuarios que han estado casados, han roto su matrimonio. Esta tasa es particularmente importante en el programa de opiáceos, alcanzando el 63, 1%, y la más baja la del programa de cocaína con el 39. 6%.

 




Por otro lado, podemos apreciar cómo son mayores los porcentajes de personas separadas/divorciadas en la muestra de usuarios que ha ingresado en PH en relación con la muestra de aquellos que han demandado atención al menos para los programas de opiáceos y alcohol. Así, se observa como un 17, 9% de los demandantes del programa de opiáceos está separado/divorciado mientras que es el 22, 5% de los que contestaron a la encuesta. Mayor es la diferencia en el Programa de alcohol, siendo el porcentaje del 34, 7% en los demandantes y del 54, 4% en la muestra de ingresados. Es, asimismo, muy llamativo el hecho de que el 72, 8% de las mujeres de este programa se encuentre separada/divorciada.

No se han podido obtener datos relativos a los usuarios que inician procesos de separación o de divorcio una vez iniciado el tratamiento en PH, ni relativos a padres de usuarios que se encuentran en ese proceso, ya que en la actualidad no existen indicadores que los recojan.

El número de hijos de usuarios que no se encuentran a cargo de ambos padres, y que por lo tanto podrían ser en alguna medida susceptibles de beneficiarse de alguna intervención desde una perspectiva mediadora que permita a ambos padres participar de su desarrollo, resulta de importancia. Al observar los porcentajes para los diferentes programas, vemos que no se encuentran a cargo de ambos padres un 87, 5% de los hijos de usuarios del programa de opiáceos, un 21, 1% en el de cocaína y un 51, 7% en el de alcohol (descartamos aquí a los hijos que se encuentran en la categoría de otros ya que por la mayor edad de estos usuarios son hijos emancipados). También destaca el porcentaje de hijos a cargo de los abuelos, sobre todo el 31, 1% en el programa de opiáceos y el 15% de los hijos de mujeres en el de alcohol. Asimismo, apreciamos la existencia de este fenómeno en el programa de menores, donde el 19, 4% de los mismos no convive con ambos padres.

La relación con el Tribunal tutelar de menores se ha manifestado con importancia solamente en el programa de opiáceos, dando cuenta más bien de casos de desestructuración familiar.

En relación con los datos obtenidos del cuestionario elaborado para los terapeutas, podemos destacar que tenemos una muestra de profesionales con mucha experiencia (9, 6 años de trabajo en PH de media). Estos profesionales han observado en su experiencia práctica el fenómeno que analizamos, es decir, casos de personas que se encuentran en proceso de separación/divorcio en el transcurso del tratamiento de rehabilitación, de usuarios cuyos padres están en este proceso y de hijos de usuarios que se encuentran en acogimiento familiar (entre el 85 y el 95% de los terapeutas, según los casos). Además, opinan que estas situaciones influyen bastante o mucho en el proceso terapéutico (95% de los terapeutas).

Nuestros terapeutas aprecian mayoritariamente dificultades de los usuarios para participar en el desarrollo de sus hijos y para ponerse de acuerdo con sus cónyuges en temas referidos a éstos. También aprecian dificultades los propios terapeutas para trabajar con este tipo de conflictos (hasta el 71% aprecia bastantes o muchas dificultades).

En general, podemos ver que se conoce poco la mediación familiar, y sin embargo, mayoritariamente piensan que sería beneficiosa para los usuarios que se encuentran en procesos de separación/divorcio o con hijos en acogimiento familiar. Podemos destacar el interés manifestado por el 100% de los encuestados en recibir información sobre mediación familiar. Esto nos resulta coherente con la influencia que se otorga a estos fenómenos en el proceso terapéutico y con la visibilidad que se le está dando a su existencia.

Por último, queremos mencionar que se ha apreciado que el ítem 4 del cuestionario no recogía de forma clara las opiniones de los terapeutas, ya que contradice la información que se recoge en otros, por ello fue eliminado de este análisis.

En cuanto a los datos demográficos referidos a la población española y asturiana, podemos destacar la complejidad de los procesos de separación y divorcio al comprobar el alto porcentaje que sigue una vía contenciosa (entorno al 27% de las separaciones y casi la mitad de los divorcios), si bien es pertinente recordar, que el que se haga el procedimiento por mutuo acuerdo no significa que no sea conflictivo, pues la experiencia así lo revela, al igual que el mayor porcentaje de divorcios contenciosos (se puede extrapolar que muchas de las separaciones de mutuo acuerdo acaban en contencioso con el tiempo). No ha sido posible encontrar tasas comparables con la muestra objeto de estudio, pues las fuentes existentes no las diferencian por edades similares, etc. Por ello, se ha preferido no comparar ninguno de los datos obtenidos pues pudieran dar lugar a error.  

Al observar el interés mostrado por los terapeutas en recibir información sobre mediación familiar, al mismo tiempo que hablamos sobre la influencia de los fenómenos de ruptura matrimonial y su influencia en el proceso terapéutico, podemos considerar que ha comenzado a cumplirse el objetivo general del presente trabajo, es decir, Difundir la mediación familiar, como un instrumento de trabajo útil y necesario, en nuestro tratamiento para los problemas de adicciones.

En relación con los objetivos específicos, vemos que los porcentajes de usuarios a tratamiento en PH Asturias susceptibles de recibir atención



















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