La conducta autolesiva es aquella conducta premeditada, con la intencionalidad de realizarse daño somático a uno mismo sin la intención de provocarse la muerte. Estos comportamientos son tratados tanto como síntomas presentes en diferentes psicopatologías, así como síndromes independientes. Observando las diferentes formas de presentación clínica, se ha elaborado una clasificación con la finalidad de comprenderlas así como la elaboración de unos modelos biopsicosociales para explicar sus causas. Una de las líneas de investigación de las que se habla en los últimos años es la del posible patrón adictivo seguido por estas conductas, en la que se han llegado a proponer hipótesis que las relacionan con el sistema opioide.
Hospital Arnau de Vilanova-Llíria (València)
CONDUCTAS AUTOLESIVAS NO SUICIDAS: BREVE REVISIÓN. CONCEPTUALIZACIÓN,
CLÍNICA Y CAUSAS.
Jesús Lull Carmona, Neus Francés Sanjuan, Carmen Pascual Calatayud, Rocío Roselló Miranda,
Yolanda Morant Luján, Elisa Ibáñez Soriano.
jesusmedicin@gmail. com
RESUMEN
La conducta autolesiva es aquella conducta premeditada, con la intencionalidad de realizarse
daño somático a uno mismo sin la intención de provocarse la muerte. Estos comportamientos
son tratados tanto como síntomas presentes en diferentes psicopatologías, así como síndromes
independientes. Observando las diferentes formas de presentación clínica, se ha elaborado una
clasificación con la finalidad de comprenderlas así como la elaboración de unos modelos
biopsicosociales para explicar sus causas. Una de las líneas de investigación de las que se habla
en los últimos años es la del posible patrón adictivo seguido por estas conductas, en la que se
han llegado a proponer hipótesis que las relacionan con el sistema opioide.
INTRODUCCIÓN Y CONCEPTUALIZACIÓN
A lo largo de la historia, se ha explicado que los animales poseen el instinto innato de
supervivencia. La teoría de la evolución habla de que es este instinto lo que lleva a los animales
a velar por la supervivencia del propio individuo y la de sus genes. Para conseguir dicha hazaña,
se realizan auténticas proezas como la de seleccionar la pareja más adecuada, hacer sacrificios
por los hijos y estar constantemente tomando decisiones para asegurar la propia integridad del
individuo.
Sin embargo, en la naturaleza se observan comportamientos contrarios a estos principios,
incluso conductas que se podrían considerar completamente opuestas, lo que supone un giro
desconcertante a estos razonamientos. Un ejemplo son las conductas de autolesión sin intención
suicida, que suponen una destrucción directa e intencionada del propio tejido del cuerpo, sin
intención letal, que aparentemente entran en conflicto con el deseo innato de salud y longevidad.
Las conductas autolesivas han sido descritas a lo largo de toda la historia registrada. Incluso en
la Biblia, se encuentra una de las apariciones más antiguas documentadas. Posteriormente, se
muestran infinitas apariciones dentro de incontables ámbitos: informes antropológicos,
descripciones de casos clínicos, fuentes literarias, fuentes artísticas y un largo etcétera.
En las últimas décadas, se ha presenciado un aumento del interés por este tipo de conductas,
tanto clínico como científico y social; ya que se trata de conductas cada vez más frecuentes (lo
que conlleva un problema clínico), provoca daños psicológicos y físicos significativos a los
individuos que se autolesionan y ocasiona sufrimiento a amigos y familiares. Además de ser un
comportamiento actualmente poco comprendido (incluyendo el sector médico asistencial, en el
que genera sentimientos de ambivalencia entre el personal). También se especula que la
comprensión de este tipo de conductas podría ayudar a entender un poco más las conductas
poco saludables que adopta la humanidad como, por ejemplo, beber alcohol o fumar.
Pero existen numerosos obstáculos para llevar a cabo el estudio de este tipo de conductas. Uno
de los mayores obstáculos encontrados, es que los investigadores y los médicos a menudo
utilizan términos y definiciones vagas e imprecisas para referirse a un mismo concepto a
investigar. Es por este motivo que, a lo largo de la historia, se encuentran múltiples términos
para referirse a las conductas autolesivas no suicidas, como por ejemplo: tendencias suicidas,
autoagresión deliberada, automutilación, parasuicido, etc. (Deliberate self harm, non suicidal
self injury, self destructive behaviors, autoinjurious behaviors o cutting; son algunos ejemplos
en inglés).
Afortunadamente, en los últimos años, como la investigación sobre el pensamiento y la conducta
autolesiva ha aumentado, los investigadores y los médicos han empezado a hacer distinciones
más cuidadosas y a utilizar términos y definiciones más claras y concisas para referirse a estos
comportamientos.
Por esto, y en un sentido más acotado, la conducta autolesiva no suicida se definiría como aquella
conducta premeditada, destinada a realizarse daño somático a uno mismo sin la intención de
provocarse la muerte. Por consiguiente, esta definición excluye tanto la ideación suicida como
los actos con intención suicida, así como los rituales y las prácticas culturales. Hay que mencionar
también, que el hecho que se trate de una conducta premeditada, comporta que sea de manera
deliberada, es decir, no accidental, pero sí intencionada y directa sobre uno mismo.
Dentro de esta definición, la mayoría de los investigadores establecen una clara distinción entre
las conductas cuya finalidad es la lesión corporal (es decir, conductas autolesivas directas) y
aquellas en las que el daño corporal es una consecuencia no intencionada derivada del acto (es
decir, conductas autolesivas indirectas), como son las conductas nocivas que tiende a adoptar la
humanidad, entre las que encontramos: beber alcohol, fumar, comer en exceso, etc; ya que
dichas conductas no se realizarían con la finalidad de morir, sino de obtener placer (aunque
indirectamente puedan acarrear la muerte). Por tanto, solamente se incluirían en esta definición
las conductas autolesivas directas.
Revisando la literatura, se encuentra que estos comportamientos son tratados tanto como
síntomas presentes en diferentes psicopatologías (depresión mayor, trastorno de pánico,
trastorno límite de la personalidad, trastorno psicótico, etc. ) así como síndromes independientes.
EPIDEMIOLOGIA
La edad de inicio suele estar comprendida entre los diez y quince años. Su inicio después de los
treinta años es muy infrecuente.
Dentro del grupo de los adolescentes, se observa que este tipo de conductas son más frecuentes
en el sexo femenino; mientras que dentro del grupo de los adultos, no se aprecian diferencias
significativas entre sexos.
En cuanto a la prevalencia, se observa que la conducta autolesiva no suicida presenta una
prevalencia en general muy elevada. En la población general es de un 21% de los adolescentes
y de un 5% de los adultos. Mientras que dentro de la población que ha sido diagnosticada o ha
precisado de ingreso hospitalario en psiquiatría en algún momento de su vida, la prevalencia
aumenta desde un 21% en los adultos hasta un 35% en los adolescentes. Estas prevalencias
tan elevadas pueden responder a las grandes limitaciones que existen en la investigación de
dichas conductas. Estas limitaciones pueden ser, por una parte, la histórica falta de precisión en
la definición de una misma conducta que influye en los criterios de inclusión en los estudios, por
otra parte, la falta de realización de estudios epidemiológicos a gran escala, las características
de las muestras, los métodos de reclutamiento de individuos y los métodos de recogida de datos.
factores de riesgo Y MÉTODOS EMPLEADOS
Como en la mayoría de patologías existentes en el campo de la medicina, se contemplan
múltiples factores de riesgo. Algunos de los más destacables son: sexo femenino, adolescencia,
estrés, bajo nivel socioeconómico, ambiente familiar adverso, abuso en la infancia, trastorno
psiquiátrico, trastorno neurológico y abuso de tóxicos, entre otros.
Entre los métodos más comunes empleados para la autolesión se encuentran: cortes y golpes
en las extremidades o abdomen (realizados con objetos punzantes o cortantes), la excoriación
de la piel mediante el rascado, quemaduras o la introducción de objetos en el espacio
subdérmico. Otros métodos menos frecuentes, pero que hay estudios que los catalogan como
conductas autolesivas y otros que no, son: morderse, morderse las uñas y tirarse de los pelos.
La literatura hace referencia a que, dentro del sexo femenino, la forma más frecuente de
autolesionarse es mediante cortes en antebrazos, mientras que en el sexo masculino, son los
golpes o quemaduras en las extremidades.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Referente a las formas de presentación clínica, encontramos una clasificación realizada por
Simeon y Favazza quienes diferencian 4 modos de presentación clínica:
1. Conductas autolesivas mayores: son conductas infrecuentes y de aparición impulsiva.
Provocan gran daño físico como, por ejemplo, la enucleación ocular, la amputación o la
castración. El 75% de estas conductas están descritas durante episodios psicóticos.
2. Conductas autolesivas estereotipadas: son conductas que se presentan de manera
repetitiva con un patrón inflexible. Consisten en que el individuo se golpea de manera
repetida en la cabeza; se muerde los labios, la lengua, las mejillas. . . ; se escorian la piel;
se tiran del pelo; etc. Estas conductas son típicas del trastorno del espectro autista, del
retraso mental severo y de ciertas patologías neurológicas. La magnitud del daño
realizado suele ser moderada.
3. Conductas autolesivas compulsivas: son conductas repetitivas que siguen un patrón
compulsivo, tales como excoriaciones de la piel secundarias al rascado reiterado de esta,
tirarse del pelo y morderse las uñas. La intensidad del daño autoinflingido puede variar
desde leve a moderada.
4. Conductas autolesivas impulsivas: son conductas repetitivas que se presentan de
manera ocasional y, a veces, de modo ritualizado. Dentro de este tipo de conductas,
encontramos la realización de cortes o quemaduras dérmicas y la introducción de objetos
punzantes en el espacio subdérmico. La magnitud del daño provocado suele ser de leve
a moderada. Dichas conductas se observan de manera más frecuente en el sexo femenino
y en individuos con antecedentes de abuso sexual en la infancia. Son también asociadas
a trastorno de la personalidad cluster B (Trastorno límite de la personalidad sobretodo),
trastorno de estrés postraumático, trastorno de la conducta alimentaria, trastorno de la
esfera anímica y a trastorno disociativo.
Este tipo de conductas se puede dividir en 2 subtipos:
a. Autolesiones impulsivas episódicas: son conductas vividas con egodistonía,
ya que el individuo presenta un temor constante a realizarse daño, por lo que
intenta resistirse a los impulsos de autolesionarse, pero finalmente acaba
claudicando y cediendo a dichos impulsos de manera reiterativa. Es objetivable
un aumento de la tensión preautolesión y un alivio posterior a la autolesión.
b. Autolesiones impulsivas repetitivas: es una conducta que sigue un patrón
compulsivo-adictivo, es decir, aparece con frecuencia casi diaria y sin factor
desencadenante. Se describe cierta predisposición obsesiva-compulsiva.
MODELOS DE AUTOLESIÓN NO SUICIDA
Ya analizados los tipos de manifestaciones clínicas que pueden mostrar las conductas autolesivas
no suicidas, surge la siguiente incógnita: ¿cuál es el motivo por el que los individuos acaban
adoptando este tipo de conductas de manera repetitiva?
Para despejar esta incógnita, existen varios modelos que intentan explicar el porqué de la
reiteratividad.
A. Modelos biopsicosociales de Klonsky
1. - modelo de la regulación de los afectos: en el que se plantea que la existencia de ambientes
adversos durante la infancia, podría entorpecer el desarrollo de estrategias adecuadas para
gestionar el estrés, por lo que el individuo se efectuaría la autolesión como una estrategia para
aliviar afectos negativos insoportables.
2. - modelo de la disociación: la conducta autolesiva se realizaría como respuesta a un estado de
disociación, de despersonalización o de desrealización para, a través del dolor, poner fin a este
estado y contactar, de nuevo, con la realidad.
3. - modelo de conducta suicida alternativa: la conducta autolesiva se realizaría como una
alternativa para resistirse al deseo de morir presente en la ideación suicida.
4. - modelo de influencia interpersonal: la conducta buscaría influir sobre terceros. Debe
interpretarse como un aviso, ya que el individuo puede presentar sentimientos de abandono o
minusvalía.
5. - modelo de los límites interpersonales: manifiesto en individuos que no han desarrollado el
sentido de identidad integrado y, por este motivo, el individuo corta su piel (que es lo que lo
separa del resto) para discernir su identidad física y reafirmar así su autonomía.
6. - modelo del castigo: surge de la hipótesis que un ambiente desfavorable durante la infancia
reforzaría el castigo como necesario para modelar comportamientos. Por lo tanto, es una
conducta que se vive con egosintonía (porque el individuo siente que controla los cambios que
realiza, que el cambio está en sus manos).
7. - modelo de búsqueda de sensaciones: se observa en individuos que necesitan emociones
fuertes para sentirse conectado con la vida, por lo que realizan la conducta autolesiva como
mecanismo de excitación. Es por este motivo, que la conducta se realiza repetitivamente y puede
llegar a ser adictiva.
B. modelo funcional de Nock
Desde un punto de vista funcional, para el mantenimiento de la autolesión se proponen cuatro
posibles procesos de refuerzo según el tipo de eventos precedentes y consecuentes a la conducta
autolesiva.
Por una parte, existirían refuerzos intrapersonales, en los que la acción autolesiva podría ir
seguida de la disminución inmediata de sentimientos de aversión (como por ejemplo, la tensión
y la ira, "para terminar con los pensamientos negativos"), lo que constituiría un refuerzo negativo
que podría justificar el mantenimiento de la conducta. Por otra parte, la autolesión también
podría desembocar en la aparición de sentimientos buscados por el individuo (como por ejemplo,
el castigo, "para sentir algo, aunque simplemente sea dolor"), lo que generaría un refuerzo
positivo.
Además, estarían los refuerzos interpersonales, en los que el consecuente de la autolesión sería
la disminución de eventos sociales determinados (como por ejemplo, la discusión entre familiares
o el acoso escolar, "para evitar algún tipo de castigo"), lo que daría lugar a un refuerzo negativo.
En cambio, el refuerzo positivo podría ser dado, después de realizar la conducta, por el aumento
de un acontecimiento social deseado (como por ejemplo, conseguir apoyo de amigos o atención
familiar, "hacer ver a terceros como se siente el individuo o, simplemente ser el centro de
atención").
C. modelo de adicción a las conductas autolesivas
Se postula que la adicción a las conductas autolesivas no suicidas se puede explicar por medio
de mecanismos neurobiológicos y psicológicos.
En cuanto a los mecanismos neurobiológicos, si las conductas autolesivas pueden seguir un
patrón típico de las conductas adictivas en algunos casos, es razonable pensar que hay un
funcionamiento comprometido de los sistemas de motivación del cerebro, incluyendo el sistema
mesocortical de recompensa de dopamina y los sistemas de opioides endógenos, así como una
sobreactivación del sistema de estrés mediado por el cortisol.
Por una parte, se sugiere que eventos adversos de la vida podrían desencadenar cambios que
activarían el eje Hipotálamo-Hipofisario, lo que provocaría un aumento del cortisol secundario a
la disminución del nivel de opioides endógenos. Estos cambios, probablemente estrían
involucrados en el desarrollo de una adicción a la conducta de autolesión.
Por otra parte, algunos autores han demostrado la existencia de una elevada liberación de
opioides endógenos después de eventos estresantes. La conducta autolesiva tendría una función
catártica, lo que estimularía la liberación de opioides endógenos. Este aumento de opioides haría
disminuir el cortisol, disminuyendo así el estrés, pero también activaría los circuitos de
recompensa mediados por la dopamina. Es por esta razon, que se postula que probablemente
la liberación de opioides endógenos al sistema nervioso central sea el responsable del alivio del
dolor psicológico. Más aún, dicho aumento de opioides, también podría ser el causante del
fenómeno de tolerancia y, como consecuencia, de la adicción en sujetos vulnerables. Además de
los opioides, también se hace referencia a la implicación de la oxitocina, neuropéptido que jugaría
también un papel importante en la tendencia a la adición a dichas conductas.
Solamente los individuos vulnerables, con determinadas características de personalidad y con
antecedentes de acontecimientos vitales negativos, serían los candidatos a desarrollar una
adicción a una conducta autolesiva no suicida.
Por lo que se refiere a los mecanismos psicológicos, Beck mediante su hipótesis de sensibilidad,
sugiere que haber presenciado tanto pensamientos como conductas autolesivas en ocasiones
anteriores, con el tiempo provocaría que se adoptaran conductas de autolesión de un modo más
precipitado frente a situaciones de estrés, con el riesgo de volverse conductas más persistentes
y de severidad creciente.
Finalmente, tal como sucede en las adiciones a substancias, se han observado períodos libres
de autolesón (abstinencia), en los que no desaparece el riesgo de recaída ya que de repente,
después de un período de estrés o de determinados estímulos ambientales, se vuelve a incidir
en estas conductas (recaída).
TRATAMIENTO
Pocos resultados estadísticamente significativos se han desprendido del estudio de posibles
tratamientos efectivos para las conductas autolesivas no suicidas. Los trabajos realizados,
apoyan el tratamiento psicoterapéutico, donde se obtiene evidencia empírica en varios tipos de
psicoterapia, como son: terapia cognitivo-conductual, terapia grupal de regulación emocional,
terapia manual asistida cognitivo-conductual, psicoterapia centrada en la transferencia,
psicoterapia dinámica deconstructiva y terapia de movimiento de voz.
También existe evidencia científica en el tratamiento farmacológico, en fármacos como ISRS
(fluoxetina), antipsicóticos atípicos (aripiprazol y ziprasidona), ISRN (venlafaxina), opioides
(buprenorfina) y antagonistas opiáceos (naltrexona).
No obstante, no existe evidencia suficiente que justifique la indicación de una forma terapéutica
determinada en torno al tratamiento de las conductas autolesivas no suicidas.
CONCLUSIONES
Las conductas autolesivas no suicidas suponen un problema tanto social como clínico que ha
estado presente a lo largo de la historia.
Es un tema de complejo estudio debido a la dificultad de obtener objetividad y a la dificultad de
diagnóstico; por lo que existen múltiples hipótesis lanzadas sobre sus causas, motivos,
tratamiento, etc. , pero escasa evidencia científica.
Por todo esto, la gran mayoría de estudios y revisiones sobre esta temática presentes en la
literatura científica, coinciden en la conclusión de la necesidad de realizarse nuevos estudios que
permitan obtener la evidencia empírica suficiente como para poder comprender y abordar este
tipo de conductas.
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PREGUNTAS
¿Qué son las conductas autolesivas no suicidas?
a) Conductas accidentales consistentes en provocarse daño a uno mismo, realizadas sin
intención de morir.
b) Conductas accidentales consistentes en provocarse daño a uno mismo, realizadas con
intención de morir.
c) Conductas deliberadas consistentes en provocarse daño a uno mismo, realizadas con intención
de morir.
d) Conductas deliberadas consistentes en provocarse daño a uno mismo, realizadas sin intención
de morir.
Respuesta correcta: d).
Según el modelo de la addición a las conducas autolesivas, ¿Qué elemento sería el encargado
de la disminución del dolor psíquico?
a) estrés.
b) Cortisol
c) Opioides endógenos.
d) Dopamina.
Respuesta correcta: c).
XVIII Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría
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