La presente investigación se propone indagar la relación entre el apoyo social y las estrategias de afrontamiento en el envejecimiento femenino. La literatura científica en este tema concibe al envejecimiento como una crisis del desarrollo que afecta la adaptación vital. Existe evidencia de la relación entre el uso de estrategias de afrontamiento y el apoyo social. En este trabajo, mediante un diseño descriptivo correlacional y transversal, se evalúan las relaciones entre estrategias de afrontamiento y apoyo social en una muestra de 212 mujeres ancianas de Mar del Plata.
Se propone describir el uso de estrategias y estilos de afrontamiento y examinar la relación entre el apoyo social percibido. Los datos de esta investigación contribuyen a aumentar el saber teórico en relación a la temática del envejecimiento femenino y permiten diseñar diferentes estrategias de intervención interdisciplinaria orientadas a mujeres ancianas en situación de crisis a fin de favorecer la adaptación en esta etapa vital.
Relación entre el apoyo social y las estrategias de afrontamiento en el envejecimiento femenino.
(Relationship between social support and coping strategies in female aging. )
Valeria Martínez Festorazzi.
Grupo de Investigación Temas de psicología del Desarrollo. Facultad de psicología. Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina.
PALABRAS CLAVE: Envejecimiento, Estrategias de afrontamiento, apoyo social, Situaciones críticas.
Resumen
La presente investigación se propone indagar la relación entre el apoyo social y las estrategias de afrontamiento en el envejecimiento femenino. La literatura científica en este tema concibe al envejecimiento como una crisis del desarrollo que afecta la adaptación vital. Existe evidencia de la relación entre el uso de estrategias de afrontamiento y el apoyo social. En este trabajo, mediante un diseño descriptivo correlacional y transversal, se evalúan las relaciones entre estrategias de afrontamiento y apoyo social en una muestra de 212 mujeres ancianas de Mar del Plata.
Se propone describir el uso de estrategias y estilos de afrontamiento y examinar la relación entre el apoyo social percibido. Los datos de esta investigación contribuyen a aumentar el saber teórico en relación a la temática del envejecimiento femenino y permiten diseñar diferentes estrategias de intervención interdisciplinaria orientadas a mujeres ancianas en situación de crisis a fin de favorecer la adaptación en esta etapa vital.
Introducción
El envejecimiento se concibe como un proceso de cambios biológicos, psicológicos y sociales sujetos al tiempo vivido (1). Se considera a la vejez como una crisis del desarrollo donde se producen sucesos críticos tales como cambios y desafíos como el temor por la muerte propia y de familiares, enfermedad, dependencia, aislamiento, soledad y jubilación entre otros (2-5). Estos sucesos requieren el uso de estrategias para afrontarlos. La modalidad de afrontamiento a los sucesos críticos de la vejez permite una oportunidad de desarrollo personal y así alcanzar una adaptación satisfactoria en esta etapa vital (6-9).
Numerosos estudios se han centrado en los efectos positivos del apoyo social, ya dicha variable permite una mejor adaptación en el uso de las estrategias de afrontamiento. (10-14).
Afrontamiento
El término afrontamiento (coping) fue definido por Lazarus y Folkman (7, pág. 164) como “los esfuerzos cognitivos, emocionales y conductuales dirigidos a manejar las demandas internas y ambientales que ponen a prueba o exceden los recursos de las personas”.
Si bien existen discrepancias en cuanto a la identificación, clasificación y evaluación de estrategias de afrontamiento existe consenso en diferenciar las estrategias según sea activo o pasivo (15, 16, 6). En general, el afrontamiento activo, considerado teóricamente como adaptativo, comprende actividades directamente dirigidas a la modificación o minimización del impacto de la situación crítica, a la regulación de la emoción y a la interpretación positiva o búsqueda de un significado del suceso, valorándolo de tal manera que resulte menos desagradable. En tanto que el afrontamiento pasivo o evitativo, considerado como desadaptativo, se refiere a conductas de evasión, a la expresión del estado emocional y a la valoración de la situación a través de pensamientos de deseo o de negación de la realidad, afrontamiento que implica un descompromiso con la situación problemática.
Por otro lado, la mayoría de los autores en el campo del afrontamiento (17-21) concuerdan en determinar tres dominios de las estrategias, según estén dirigidas a: la valoración (afrontamiento cognitivo), la situación-problema (afrontamiento conductual) y la emoción (afrontamiento afectivo). En el año 1989, Carver, Scheier y Weintraub definieron las siguientes estrategias de afrontamiento:
. Autodistracción: es una forma de escape, descompromiso conductual, es decir supone la centración en tareas y actividades como modo de pensar menos en el problema y distraer la atención de la situación crítica, puede ser a través de la fantasía, de dormir más de lo habitual, mirar TV, ir de compras, enfocarse en tareas sustitutorias para olvidar la situación- problema.
. Afrontamiento conductual activo: conductas dirigidas a resolver la situación y confrontar las dificultades. Supone una serie de acciones encaminadas a eliminar el problema o bien reducir sus efectos.
. Negación: supone una forma de evitación cognitiva, negándose a creer la realidad de la situación crítica.
. Uso de sustancias: implica un tipo de evitación conductual por el cual se intenta deshacerse de la situación problemática mediante el alcohol o drogas.
. Apoyo emocional: supone la búsqueda de apoyo afectivo, contención emocional y comprensión de otras personas. El apoyo o soporte social es similar a esta forma de afrontamiento, que incluye la comunicación abierta, sosiego y sostén afectivo.
. Apoyo instrumental: intento de contar con una ayuda tangible, material, guías de actuación y consejos acerca de la situación crítica.
. Abandono de resolución o renuncia: se refiere al descompromiso conductual, de tal forma que se dejan que las cosas sigan su curso sin realizar ninguna acción al efecto de la resolución de la situación crítica.
. Descarga emocional: supone la comunicación catártica del estado emocional como forma de eliminación de las emociones negativas elicitadas por el problema.
. Reformulación positiva: reevaluación del suceso crítico como forma de revocación voluntaria, controlable y vinculada a buscar un sentido al problema, mediante la reinterpretación positiva o atribución de un nuevo significado. Supone un aprendizaje a partir de la experiencia de atravesar por la situación, y a la vez un crecimiento personal.
. Planificación: incluye las formas de determinar los pasos de acción, suponiendo que la situación crítica puede ser controlada y sus consecuencias previsibles en alguna medida.
. Humor: se refiere a la consideración de la situación negativa, restándole importancia o aliviando sus efectos críticos.
. Aceptación: supone el reconocimiento de la responsabilidad propia sobre la situación, pudiendo ser una aceptación activa o pasiva.
. Religión: incluye la búsqueda de soporte afectivo y espiritual mediante la depositación de la esperanza en creencias religiosas.
. Autocrítica: implica el reconocimiento de las limitaciones propias para hacerse cargo de la situación, y formas de culpabilización.
Apoyo social
En la literatura científica, una de las variables modulares o condicionantes del afrontamiento y la adaptación en situaciones críticas que se cita es el apoyo social. En la década de los años ´70 aparecen artículos pioneros en el estudio del apoyo social (22-23) asociado a los efectos en el estrés psicosocial. En las últimas décadas, numerosos estudios mostraron la relación existente entre el apoyo social y la percepción de la salud y adaptación (24). Sin embargo, actualmente el tema del apoyo social se ha convertido en un área de investigación creciente y en cierta medida independiente.
El concepto de apoyo social ha recibido diferentes definiciones debido al carácter multifacético o multidimensional de este constructo. Así, en la literatura científica se distinguen tres aspectos relevantes que diferencian las conceptualizaciones: primero, según el nivel de análisis elegido (nivel comunitario, sistemas sociales formal e informal); segundo, según el aspecto estructural (red social) o funcional (calidad y tipo de apoyo); tercero, según el carácter objetivo o subjetivo (apoyo social percibido).
Según Páez, (25) el apoyo social es definido como la posición y el modo de relación entre individuo y sociedad, que constituye cierto grado de pertenencia a la estructura social.
Para varios autores, el apoyo social es resultado de la interacción en un contexto relacional y sociocultural. Es decir, las relaciones y recursos sociales son el punto de partida del apoyo social (26), de ahí la importancia de la integración social y la participación en relaciones y actividades sociales (27- 28). Según Caplan, el apoyo social además incluye los “vínculos entre individuos y grupos que sirven para mejorar la adaptación cuando uno se enfrenta a situaciones de estrés, reto o privación” (22).
Retomando las definiciones anteriores, se considera para esta investigación, el apoyo social en relación a la integración y participación social (IPS), incluyendo las siguientes categorías de análisis: 1. relaciones y contactos sociales, 2. participación social, y 3.
disponibilidad de personas confidentes (29). Siguiendo a Conde y Franch (30) se consideran tres niveles de apoyo social que corresponden a:
1. bajo: aislamiento social o escasa integración social: Se incluyen sujetos con carencia o escasos vínculos familiares y sociales, relaciones interpersonales circunstanciales o temporarias y sin participación en actividades socio-comunitarias.
2. medio: Pertenencia a ámbitos familiar y/o medio inmediato: Se incluyen sujetos que mantienen relaciones familiares, de amistad y/o vecinales, reciben apoyo material, emocional y/o social principalmente de la familia y/o vecinos, y no presentan participación en actividades sociocomunitarias.
3. alto: Pertenencia a ámbitos familiar, medio inmediato y medio socio-comunitario: Se incluyen sujetos que mantienen relaciones familiares y extrafamiliares (relación de amistad, vecinal, ocupacional, institucional y comunitaria), reciben apoyo material, emocional y/o social, y participan en actividades y reuniones sociales.
La bibliografía psicológica sobre el tema ha generado un intenso debate en torno a diversos aspectos del efecto positivo de los recursos sociales en el bienestar. En los últimos años se ha hallado la influencia significativa del papel del apoyo social y recursos sociales sobre la adaptación en numerosos estudios (31- 33).
Las redes sociales representan un importante punto de referencia para la persona en situación de crisis (34).
Autores coinciden en que el apoyo social recibido por el ambiente familiar es más efectivo en la adaptación que el contacto con personas menos cercanas (35).
En el caso de la vejez, numerosos estudios se han centrado en los efectos positivos del apoyo social (11-14). Se ha destacado la importancia de los vínculos sociales y la satisfacción que la persona experimenta con ellos. Se ha hallado que en las personas de edad, los familiares, son los principales proveedores de ayuda (36).
Investigadores coinciden en que el afrontamiento de los sucesos críticos de la vida está relacionado con el apoyo social. Así, las personas que poseen mayor nivel de apoyo social afrontan de manera más efectiva los sucesos críticos (37). Una comunidad de científicos comprobaron que las personas con bajo nivel de apoyo social suelen usar estrategias de afrontamiento evitativas frente a una enfermedad crónica como es un padecimiento cardíaco (38).
Clínicos e investigadores han hallado una relación significativa entre el apoyo social y las estrategias de afrontamiento usadas ante la exposición a un factor estresante específico en sujetos adultos. Si varía el grado de apoyo social recibido, varían el uso de estrategias de afrontamiento (39).
Particularmente en la vejez, la influencia de los recursos sociales sobre la forma de afrontar los sucesos críticos de la vida ha sido demostrada en 1985 en el Duke Longitudinal Study of Aging Palmore, Cleveland, Nowlin, Ramm y Sigler, (29), Moos y Lambe (40) muestran que las personas de edad con más recursos sociales tienden a usar las estrategias de afrontamiento activo.
En 1996, Fernández Ballesteros y cols. (41) aportaron un modelo sobre los elementos componentes de la calidad de vida de las personas mayores, las relaciones interpersonales ejercen una notable influencia sobre su bienestar y satisfacción en la vejez. En un estudio realizado a mujeres diagnosticadas con cáncer, se llegó a la conclusión de que el apoyo social percibido y las estrategias de afrontamiento activas estaban asociadas con un ajuste positivo y las estrategias de afrontamiento desadaptativas se relacionaron negativamente con el bienestar psicológico (42).
Estudios en nuestro contexto destacaron que si bien la red de apoyo social reviste gran importancia a lo largo de toda la vida del sujeto, dicha importancia se incrementa fuertemente durante la vejez. Parece que el mantenimiento de los vínculos establecidos así como la reconstrucción de nuevos lazos son prioritarios durante esta etapa de la vida. Las intervenciones en red permiten el desarrollo de estrategias que favorezcan cambios, propicia la participación activa, a la vez que fortalece y revaloriza a los propios actores sociales implicados de manera protagónica en el proceso de optimización de su calidad de vida (43).
Sin embargo, aún resta por conocer la posible relación entre apoyo social y estrategias de afrontamiento frente a la crisis propia del envejecimiento en el caso de la mujer.
En este sentido, esta investigación se orienta a indagar y describir las relaciones entre apoyo social y estilos y estrategias de afrontamiento frente a las situaciones críticas del envejecimiento femenino.
Métodos
Diseño
Mediante un diseño descriptivo correlacional y transversal se evalúan las relaciones entre estilos y estrategias de afrontamiento y apoyo social en la vejez femenina. Participantes
Se conformó una muestra estratificada no probabilística de 212 participantes de sexo femenino residentes de la ciudad de Mar del Plata entre 60 y 99 años de edad (m=71, 75), distribuidos en tres grupos según el nivel de IPS. Las participantes se seleccionaron intencionalmente de instituciones dedicadas a la tercera edad: Salas de espera (consultorios, servicios sociales y asistenciales), 9. 4%; PAMI (Instituto Nacional de Servicios Sociales Para Jubilados y Pensionados), 50%; HPC (Hospital Privado de la Comunidad), 14. 2%; PUAM (Programa Universitario para Adultos Mayores), 14. 2%; ACF (Asociación Cristiana Femenina), 3. 3%; Centro de Jubilados, Centro Gallego y Centro Asturiano, 7. 1%; y hogares particulares, 1. 9%. Se incluyeron sujetos exentos de sintomatología neurológica, invalidez cognitiva o inmovilidad física y se excluyeron sujetos institucionalizados.
Técnicas de recolección de datos
1. entrevista semidirigida para evaluar los sucesos críticos del envejecimiento femenino. Para ello, se les pidió a las participantes que reportarán la situación más crítica relativa al envejecer que habían afrontado en los últimos dos años. Este lapso de tiempo fue deliberadamente determinado ya que es suficientemente largo para incluir la exposición a ciertos eventos críticos que requieren del paso del tiempo y, a la vez, suficientemente corto para recordar la percepción del impacto del evento. Además, se indagó el grado de satisfacción percibido como resultado del modo de afrontar las crisis en términos: nada, medianamente y mucho.
2. cuestionario para indagar datos socio-ocupacionales y educativos.
3. escala de apoyo social de Conde y Franch (30), consta de una serie de preguntas que proporcionan información sobre estructura familiar, frecuencia de contactos sociales, participación en grupos o actividades sociales, reuniones sociales y disponibilidad de personas confidentes. Se interpreta en función de una escala de puntuaciones, la cual oscila entre 10 y 30 puntos, y permite describir tres niveles de IPS: 1. bajo, 2. moderado y 3. alto.
4. escala Multidimensional de Evaluación de Estilos de Afrontamiento, COPE, (17) el cual responde teóricamente al modelo de estrés de Lazarus y Folkman presentado en el año 1986 (15) y al modelo de autorregulación de Carver (17) y cuyas propiedades psicométricas muestran buenos índices de consistencia interna, validez y fiabilidad test-retest. Se utilizó la versión situacional abreviada Brief-COPE de Carver del año 1997 (44) en español, cuyas propiedades psicométricas muestran buenos índices de confiabilidad y validez, y cuenta con amplia validación en numerosos estudios (45 - 48). La estructura factorial del inventario es consistente a su versión original completa (17). La versión abreviada consta de 28 ítems que se agrupan por pares en 14 estrategias agrupadas en cuatro escalas según análisis factorial: 1. afrontamiento orientado al problema: afrontamiento activo, búsqueda de apoyo instrumental, reinterpretación positiva, planificación, aceptación, renuncia, humor; 2. afrontamiento orientado a la emoción: apoyo emocional, descarga emocional; 3. afrontamiento evitativo: autodistracción, religión, negación, uso de sustancias; 4. autocrítica. El afrontamiento es evaluado en relación a las estrategias que los participantes usan para ajustar su comportamiento y responder a una situación. Puntualmente, los participantes fueron entrenados en evaluar la frecuencia en que usaron cada estrategia descripta por los ítems de la escala frente al evento de crisis específico que reportaron padecer en los dos últimos años, sobre una escala ordinal de cuatro puntuaciones (1: nada frecuente a 4: muy frecuente).
Procedimiento
Se realizó la adaptación de los instrumentos metodológicos en la población anciana femenina, mediante un estudio piloto. Se aplicaron los instrumentos a los sujetos que expresaron su consentimiento de participación, en una entrevista individual de una sesión de 35 minutos. Se realizó un análisis cuantitativo de los datos a través de técnicas estadísticas descriptivas e inferenciales mediante el paquete estadístico SPSS versión 11. 5. La interpretación de los datos integró aportes de la psicología Cognitiva, psicología Social y psicología del Desarrollo en el marco de la gerontología.
Resultados
Características sociodemográficas de la muestra
Con el objetivo de describir las características sociodemográficas de las mujeres incluidas en el estudio (n=212), se realizó un análisis estadístico de frecuencia, de tendencia central y desvío estándar.
La media de edad de la muestra es de 71, 75 con un desvío de 6, 848.
En cuanto al estado civil el 52. 4% de la muestra eran viudas, el 35. 8% casadas, en tanto que un 7. 1% de la muestra eran solteras y un 4. 7% divorciadas.
Respecto a la ocupación principal, casi la totalidad de la muestra son amas de casa (97. 2%), mientras que un 2. 8% realizan otras ocupaciones (servicios a terceros, docentes, secretaria, vendedora, etc. ). El 78. 3% de la muestra se halla jubilada y 21. 7% no jubiladas.
En relación a la variable nivel de instrucción, la mayoría presenta estudios primarios completos (73. 1%), el 18. 9% presenta secundario completo, terciario completo 4. 7% y universitario 3. 3%.
En referencia al lugar de residencia, casi la mitad de la muestra vive en el centro (47. 2%) y la otra mitad en barrios de la ciudad (52. 8%).
La mayoría de la muestra vive sola (47. 6%), un 30. 7% convive con su esposo, aproximadamente un 10% convive con sus hijos, y otro tanto con un familiar, mientras que es casi insignificante aquellas mujeres que conviven con un amigo (0. 9%).
Apoyo social (AP)
Se describe el apoyo social en función de las tres dimensiones mencionadas:
1. Relaciones sociales:
En cuanto a las relaciones familiares, la gran mayoría de la muestra tiene hijos (83. 5%), mientras que existe un 16. 5% que no tienen hijos. De aquellos que tienen hijos, el 61. 3% mantiene contactos continuos o frecuentes con ellos, mientras que un 12. 7% mantiene contactos esporádicos, en tanto que un 9. 4% casi nunca mantiene relación con sus hijos; a su vez, la gran mayoría cuenta con parientes, y casi el 37. 3% se relaciona frecuentemente con ellos, el 28. 3% de la muestra se relaciona a veces, y un 21. 2% casi nunca. Casi la totalidad de la muestra 92. 9% posee amistades. En cuanto a la frecuencia de la relación se ha encontrado que un 55, 2% de la muestra se relacionan en una alta frecuencia con ellos, un 29, 7% se relacionan a veces con amigos y solo un 8% de la muestra que casi nunca se relacionan con los mismos.
2. Pertenencia y Participación social
La mayoría de la muestra no asiste a cursos (59. 4%), un 11. 3% asiste solo a veces y un 29. 2% asiste asiduamente a ellos. Casi la mitad de la muestra (45. 3%) tampoco integra grupos o realiza alguna actividad grupal frecuentemente, en tanto que el 28. 8% asiste a grupos con una frecuencia relativa, y un 25. 9% asiste casi siempre. El 40. 6% participa continuamente en reuniones sociales, mientras que un 35. 4% participa a veces de las mismas, y un 24. 1% asiste casi nunca. Aquí se observa que mayoritariamente, la muestra no asiste asiduamente ni a cursos ni integra grupos o realiza alguna actividad grupal. Solo casi la mitad de la misma participa continuamente en reuniones sociales.
3. Disponibilidad con personas confidentes
En cuanto a contar con personas confidentes para comunicar un problema o asunto personal, el 58. 0% cuenta con una o dos personas confidentes, un 13. 7% con tres o más, y el 28. 3% de la muestra afirmó no contar con ninguna persona.
Integración y participación social (IPS)
Considerando las tres variables mencionadas relativas al apoyo social y el puntaje alcanzado por los sujetos en cada nivel, la mayoría de las personas se encuentra en un nivel medio de IPS (2), 40, 5%, mientras que un 31, 6% se encuentra en el nivel bajo de IPS (1) y una minoría (27, 8%) se encuentra en el nivel alto de IPS (3).
Estrategias de afrontamiento
Con el objetivo de analizar la frecuencia de uso de las estrategias de afrontamiento utilizadas por la muestra, se presentan las medidas de tendencia central y desviación típica obtenidas en la tabla 1.
Se observa que las estrategias de afrontamiento predominantes en esta muestra son: Autodistracción, Aceptación Reformulación positiva, Religión, Afrontamiento activo; luego, le siguen en orden decreciente: Descarga emocional, apoyo emocional, Planificación, Autocrítica y Apoyo instrumental. Por último, las menos frecuentes corresponden a humor, Renuncia, negación y Uso de sustancias.
Con respecto a la modalidad de afrontamiento, según la clasificación de Carver (1989), el afrontamiento orientado al problema predomina por sobre el afrontamiento hacia la emoción, mientras que el afrontamiento evitativo es el de menor frecuencia. Por otro lado, siguiendo la clasificación de mayor consenso que discrimina tres dominios del afrontamiento, predomina el afrontamiento cognitivo, seguido por el afectivo y por último, el conductual.
Tabla 1. medidas de tendencia central y desviación típica en las estrategias y estilos de afrontamiento obtenidas en el cuestionario Brief-Cope
Sucesos críticos de la vejez
Los sucesos críticos de la vejez reportados por los sujetos entrevistados fueron los siguientes, según orden de frecuencia descendente: enfermedad física (19. 34%), viudez (13. 20%), soledad o desamparo (11. 79%), muerte de seres queridos (11. 32 %), preocupación por bienestar familiar (8. 49 %), cuidar a un familiar enfermo (8. 02 %), temor a la invalidez, dependencia o enfermedad crónica (8. 02%) y deterioro físico o estético (7. 07 %). Los sucesos menos referidos fueron: discriminación social o maltrato (0. 47%), enfermedad mental o pérdida de habilidades cognitivas (0. 95%), temor a la muerte (1. 41%) y jubilación (1. 8%),
Relación entre apoyo social (AS) y estrategias de afrontamiento
En la tabla 2 se muestra la frecuencia de uso de las estrategias de afrontamiento discriminado según el nivel de integración y apoyo social. Con el objetivo de determinar si varía significativamente el uso de las estrategias y los estilos de afrontamiento según el nivel de apoyo social, se realizó un análisis de varianza unidireccional, verificando previamente el cumplimiento de los supuestos paramétricos, como se muestra en las tabla 3.
Tabla 2. Medidas de tendencia y desvío de las escalas de afrontamiento según el nivel de integración y participación social
Tabla 3. análisis de varianza de valores de afrontamiento según el nivel de integración y participación social
Como se observa, se hallaron diferencias significativas entre los distintos niveles de apoyo social (AS) en la mayoría de las estrategias de afrontamiento: Afrontamiento activo, Uso de sustancias; apoyo emocional; Descarga emocional; Apoyo instrumental; Reformulación positiva; Planificación; humor; Aceptación y Autocrítica y en los estilos de afrontamiento orientado al problema; afrontamiento orientado a la emoción; afrontamiento conductual; cognitivo y emocional. No se hallaron diferencias significativas sólo en cuatro estrategias: Autodistracción, negación, Abandono de resolución y Religión. Es decir, en general, la frecuencia de utilización de estrategias de afrontamiento varía de acuerdo al nivel de integración y participación social.
Considerando los niveles de AS, el nivel alto (3) se correspondió con la mayor frecuencia de uso de las siguientes estrategias de afrontamiento: Activo, apoyo emocional, Apoyo instrumental, Reformulación positiva, Planificación, humor y Aceptación. Como se observa, el uso de estrategias de afrontamiento de carácter activo y adaptativo se asoció a un importante nivel de apoyo social.
La frecuencia de uso moderada y escasa de las mencionadas estrategias se correspondió con los niveles medio (2) y bajo (1) de AS respectivamente.
Por otro lado, se determinó que la mayor frecuencia de uso de las estrategias de afrontamiento pasivas se correspondió con un bajo nivel de apoyo social, como en el caso de Uso de sustancias. Sin embargo, en el nivel alto de AS también se halló la mayor frecuencia de uso de una estrategia pasiva: Descarga emocional.
Con respecto a los estilos de afrontamiento, se observa que la mayor frecuencia de uso de todos los estilos correspondió al nivel alto de AS (3); excepto en el caso del afrontamiento evitativo nuevamente, cuya frecuencia más elevada se halló en el nivel inferior de AS. Es decir, el uso preponderante de estrategias de afrontamiento desadaptativas y pasivas correspondió al caso de sujetos con escaso apoyo social, mientras que la mayor frecuencia de uso del afrontamiento adaptativo, especialmente cognitivo y emocional, se correspondió con una alta integración y participación social.
Discusión y Conclusiones
La presente investigación se orientó a indagar y describir las relaciones entre apoyo social y estilos y estrategias de afrontamiento frente a las situaciones críticas del envejecimiento femenino.
Coincidentemente con la literatura científica, los resultados muestran que el uso de estrategias de afrontamiento se asoció con el apoyo social en la muestra de adultas mayores estudiada. La selección y uso de estrategias de afrontamiento varió de acuerdo al nivel de apoyo social que presentaban las mujeres ancianas.
Específicamente, el uso preponderante de estrategias de afrontamiento activo y adaptativo, especialmente cognitivo, se correspondió con un alto apoyo social; mientras que la mayor frecuencia de uso del afrontamiento desadaptativo y pasivo correspondió al caso de mujeres con escasa apoyo social.
Dentro de los estilos de afrontamiento, los más preponderantes fueron el Afrontamiento al problema y a la emoción, ambos dados en un nivel alto de AS.
Las estrategias de afrontamiento predominantes en esta muestra fueron autodistracción, aceptación, reformulación positiva, religión y afrontamiento activo, mientras que las menos frecuentes fueron uso de sustancias, negación, renuncia y humor. Es decir, el afrontamiento evitativo es el de menor frecuencia, a excepción del uso de la autodistracción (estrategia considerada teóricamente como evitativa). A su vez, predominó el estilo de afrontamiento cognitivo, por sobre el afectivo y el conductual. Las mujeres adultas mayores de la muestra se valen predominantemente de un estilo de afrontamiento cognitivo como un intento de encontrar significado al suceso y valorarlo de manera que resulte menos desagradable. Conviene destacar algunos de los resultados hallados que permiten realizar inferencias:
- Las adultas mayores que utilizaron estrategias de afrontamiento activo (Activo, apoyo emocional, Apoyo instrumental, Reformulación positiva, Planificación, humor y Aceptación) presentaron un nivel alto de apoyo social. Por el contrario, aquellas mujeres que usaron estrategias de afrontamiento pasivo o desadaptativo (Uso de sustancias y afrontamiento evitativo) mostraron un nivel bajo de apoyo social, con la única excepción de la estrategia Descarga emocional.
- El estilo de afrontamiento emocional se asoció con un nivel alto de apoyo social. Estas mujeres tendieron a utilizar el estilo de afrontamiento emocional, tanto activo como pasivo (estrategias de apoyo emocional y descarga emocional).
- Cabe destacar que en el nivel alto de AS se observó una mayor disponibilidad de recursos de afrontamiento y flexibilidad del uso de estrategias ya que se implementaron los tres estilos de afrontamiento en mayor medida, y no sólo el afrontamiento emocional.
- El estilo de afrontamiento adaptativo se asoció con un nivel alto de apoyo social, descendiendo la frecuencia de uso de estas a medida que se considera los niveles inferiores de AS. Sin embargo, en este nivel alto de AS también se halló el uso frecuente de la siguiente estrategia calificada desadaptativa: descarga emocional.
La descarga emocional supone la comunicación catártica del estado emocional como forma de eliminación de las emociones negativas elicitadas por el problema, dentro de las relaciones grupales. La posibilidad de comunicar y compartir las problemáticas del envejecimiento con sus pares para deshacerse de las emociones negativas es de relevante importancia y valor en esta muestra, y puede convertirse en un refuerzo positivo del apoyo social.
- Para explicar el uso frecuente de la estrategia de autodistracción, se considera que si bien existe acuerdo entre los investigadores en que las respuestas evitativas a menudo impiden el afrontamiento adaptativo, Carver (1989) sostiene que es importante conocer el rol que tales estrategias tienen en la efectividad del afrontamiento.
Así, considerando que los sucesos propios del proceso del envejecimiento (por su naturaleza) no son susceptibles de ser controlados, cambiados o resueltos con acciones directas de confrontación, sino más bien, se trata de sucesos vitales propios del paso del tiempo que deben ser aceptados e integrados al curso de la vida, el hecho de realizar actividades de autodistracción no es necesariamente un “escape” o evitación, sino que puede ser una forma de afrontamiento activo con un valor adaptativo frente a estos sucesos inevitables o de escaso control. La autodistracción supone la centración en tareas y actividades como modo de pensar menos en el problema y distraer la atención de la situación crítica. Es decir, esta estrategia le permite a la mujer anciana realizar actividades relegadas por las ocupaciones cotidianas y mantenerse apegada a tareas y a relaciones sociales, favoreciendo la adaptación a la realidad en esta etapa vital.
En síntesis, en base a los datos obtenidos, se evidencia que el estilo de afrontamiento adaptativo y emocional se asoció a un alto nivel de apoyo social en el envejecimiento femenino, ya que se observó que las mujeres adultas mayores con mayor integración social, tendieron a utilizar preferentemente estrategias de afrontamiento adaptativas para intentar resolver las situaciones.
En general, considerando el predominio de estrategias de afrontamiento activas o adaptativas, los resultados del presente estudio muestran que estas mujeres mayores presentan conductas dirigidas a intentar resolver las situaciones críticas y confrontar las dificultades, se orientan a la búsqueda de apoyo afectivo, contención emocional y comprensión de otras personas, intento de contar con una ayuda tangible, material, guías de actuación y consejos acerca de la situación crítica.
También tienden a reevaluar el suceso crítico como forma de revocación voluntaria, vinculada a buscar un sentido positivo a la crisis, mediante la reinterpretación o atribución de un nuevo significado, restándole importancia o aliviando sus efectos críticos. En el caso en que la situación crítica puede ser controlada y sus consecuencias previsibles en alguna medida, estas mujeres tienden a determinar los pasos de acción, reconocen la responsabilidad propia sobre la situación, y aceptan la realidad de los sucesos vividos y valoran el aprendizaje a partir de la experiencia de atravesar por la situación. Muchas veces, el uso de estas estrategias supone un a la vez un crecimiento personal.
En definitiva, de acuerdo a los resultados los sujetos que participan en actividades y relaciones que suponen estimulación y participación social tienden a afrontar de manera diferente las situaciones críticas que los sujetos que no asisten frecuentemente a dichas actividades, es decir, predomina el uso de estrategias de afrontamiento activas y adaptativas, principalmente de carácter cognitivo y emocional.
Por último, a la vez, en estas adultas mayores socialmente integradas, predomina un afrontamiento orientado al problema. Este estilo de afrontamiento hallado contradice los estudios previos que apoyan la hipótesis tradicional de un estilo primitivo y pasivo-dependiente de afrontamiento como característico de la vejez.
En conclusión, los resultados de este trabajo contribuyen a destacar la importancia del apoyo social en el uso de estrategias de afrontamiento frente a los sucesos críticos del envejecimiento femenino.
Sería de interés, en el campo de la gerontología, impulsar la intervención mediante redes de apoyo social orientadas a la integración social de la mujer anciana, con el objetivo de promover un afrontamiento adaptativo y, por ende, reducir el grado de vulnerabilidad y aislamiento de las personas de edad avanzada como consecuencia del prejuicio social predominantemente negativo hacia la vejez que subsiste en nuestra sociedad actual.
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