Un tema de interés y de debate es si el uso de las estrategias de afrontamiento está en función del tipo concreto de estresor que debe afrontar el sujeto, de su valoración (appraisal), o bien de variables más estables como puedan ser los rasgos de la personalidad. Los objetivos de este estudio pueden concretarse en tres puntos:
a) determinar cuál de estas tres variables, estresor, valoración o personalidad, tiene mayor poder explicativo del uso de determinadas estrategias de afrontamiento en población reclusa;
b) determinar qué tipo de estrategias se utilizan ante estresores distintos,
y c) analizar a qué tipo de estrategias de afrontamiento dan prioridad los prisioneros ante el mismo estresor.
La muestra está compuesta por 107 jóvenes prisioneros del Centre Penitenciari de Joves de Barcelona. La edad media es de 19. 89 (SD =1. 46; rango 18-25). Se ha administrado dos instrumentos: MCMI-II (Millon 1998) para evaluar el patrón de personalidad, y el CRI-Adult (Moos, 1993) para! evaluar el tipo de estresor, su valoración y las estrategias de afrontamiento utilizadas ante el mismo. Los resultados de las regresiones categoriales por escalamiento óptimo indican que el tipo de estresor es la variable con mayor poder explicativo de la mayoría de estrategias, si bien otras son explicadas por variables de personalidad.
El poder explicativo del appraisal es marginal. También se destaca que hay estrategias de afrontamiento que no son explicadas por ninguna de las variables entradas en el diseño. Asimismo, se constata que hay estrategias cuyo uso varía de forma importante según el tipo de estresor, y otras, por el contrario, cuyo uso parece más generalizado. Se efectúan hipótesis interpretativas de estos datos.
Tipo de estresor, appraisal y personalidad como variables predictoras del uso de estrategias de afrontamiento en población reclusa.
(Title: Predictor variables on the use of coping strategies in prisoners:)
Teresa Kirchner.
Palabras claves: Estrategias de afrontamiento, estrategias de aproximación,
estrategias de evitación, valoración del problema, patrón de personalidad,
tipo de situación estresante.
Keywords: Coping strategies, approach strategies, avoidance strategies,
appraisal of problem, personality, type of stressor.
Universidad de Barcelona. Departamento de personalidad, Evaluación y tratamiento Psicológico. Facultad de Psicología
E-mail: tkirchner@ub. edu
página 1
[17/2/2004]
Resumen
Un tema de interés y de debate es si el uso de las estrategias de afrontamiento está en función del tipo concreto de estresor que debe afrontar el sujeto, de su valoración (appraisal), o bien de variables más estables como puedan ser los rasgos de la personalidad. Los objetivos de este estudio pueden concretarse en tres puntos:
a) determinar cuál de estas tres variables, estresor, valoración o personalidad, tiene mayor poder explicativo del uso de determinadas estrategias de afrontamiento en población reclusa; b) determinar qué tipo de estrategias se utilizan ante estresores distintos, y c) analizar a qué tipo de estrategias de afrontamiento dan prioridad los prisioneros ante el mismo estresor. La muestra está compuesta por 107 jóvenes prisioneros del Centre Penitenciari de Joves de Barcelona. La edad media es de 19. 89 (SD =1. 46; rango 18-25). Se ha administrado dos instrumentos: MCMI-II (Millon 1998) para evaluar el patrón de personalidad, y el CRI-Adult (Moos, 1993) para! evaluar el tipo de estresor, su valoración y las estrategias de afrontamiento utilizadas ante el mismo. Los resultados de las regresiones categoriales por escalamiento óptimo indican que el tipo de estresor es la variable con mayor poder explicativo de la mayoría de estrategias, si bien otras son explicadas por variables de personalidad. El poder explicativo del appraisal es marginal. También se destaca que hay estrategias de afrontamiento que no son explicadas por ninguna de las variables entradas en el diseño. Asimismo, se constata que hay estrategias cuyo uso varía de forma importante según el tipo de estresor, y otras, por el contrario, cuyo uso parece más generalizado. Se efectúan hipótesis interpretativas de estos datos.
Abstract
An interesting but debatable subject is whether the use of coping strategies depends on the specific type of stressor confronting subject, on the appraisal of this stressor, or rather on more stable variables such as personality. This study has three objectives:
1) to determine which of these three variables (stressor, appraisal or personality) has greater explanatory power of the use of coping strategies in prisoners, 2) to determine the type of strategies used to face specific stressors, and 3) to analyze which type of coping strategies prisoners use when facing the same stressor. Two instruments were used: MCMI-II (Millon, 1998) to assess personality and the CRI-Adult (Moos, 1993) to assess the type of stressor, the appraisal and coping strategies used when facing this stressor. The results of the categorical regressions indicate that the majority of strategies are explained by the type of stressor, only a few are explained by personality, and the explanatory power of app! raisal is marginal. Likewise, it is observed that there are strategies the use of which varies significantly according to the type of stressor, and others, in contrast, whose use is more generalized. Interpretative hypothesis of these data are performed.
Introducción
Un tema de interés y de controversia es si el uso de las estrategias de afrontamiento está en función del tipo de estresor concreto que debe afrontar el sujeto, o bien de variables más estables, como puedan ser la valoración (appraisal) que se efectúe de dicho estresor o los rasgos de la personalidad.
Las relaciones que estas variables mantienen entre sí son complejas, tanto desde el punto de vista conceptual como metodológico. Desde el punto de vista conceptual la complejidad se centra en delimitar claramente el alcance y significado de cada una de ellas, y en establecer su mutua influencia e interdependencia. estrés, afrontamiento, appraisal y personalidad son cuatro grandes constructos psicológicos que se sabe que están interrelacionados, pero la intensidad, dirección y grado de complejidad de esta relación está en debate desde hace años. Para algunos autores el uso de determinadas estrategias de afrontamiento varía en función del tipo de estresor; para otros, está relacionado con variables más estables, como puedan ser los rasgos de la personalidad, y para otros autores es fundamental la valoración que efectúe el sujeto del estímulo.
Desde el punto de vista metodológico la dificultad se centra en que cada una des estas variables puede adoptar distintos roles según el diseño utilizado, y adquirir distinta importancia en la explicación de las otras. En este sentido, las estrategias de afrontamiento pueden desempañar un papel mediador, moderador, o incluso causal. Actuar como variables independientes o dependientes.
Parte del debate conceptual viene motivado por la amplitud e imprecisión de los diferentes conceptos que se manejan. Por ejemplo, el concepto de estrés es un término tan amplio como impreciso, que ha sido definido de diferentes formas según el marco de trabajo de los investigadores.
Como explican Compas, Stuhlmacher, Thurm, McMahon y Halpert (1): “a lo largo de los años han surgido numerosas definiciones, la mayoría de las cuales han sido criticadas por demasiado vagas, demasiado amplias o excesivamente difíciles de operativizar para resultar útiles en la investigación científica” (p. 448). El término estrés puede referirse tanto a un estado interno (strain) como a un evento externo (stressor); a eventos negativos o positivos; puede ser agente activo o pasivo; incluso puede interpretarse como una experiencia derivada de la transacción entre persona y medio (2). Esta vaguedad y amplitud del concepto de estrés lleva a algunos autores a creer que debiera ser eliminado (3). Otros autores, por el contrario, piensan que hay tantas definiciones diferentes de estrés justamente porque el término es muy importante, tal vez uno de los más importantes en ciencias clínicas y sociales (4). Esta autora define el estrés con estas palabras: “. . . el estrés se refiere a la calidad de la experiencia, producida a través de la transacción persona-medio, que, mediante una sobreactivación (overarousal) o infraactivación (underarousal), produce malestar psicológico o fisiológico” (p. 22).
Grant et al. (1), por su parte, definen el estrés con estas palabras: “ . . . sucesos del medio o condiciones crónicas que objetivamente amenazan la salud física y/o psicológica o el bienestar de los sujetos de una determinada edad en una determinada sociedad” (p. 449). Los autores proponen utilizar el término estresor para referirse a las experiencias con el medio, y reservar el término estrés, que es más inclusivo, para referirse tanto a los propios estresores ambientales como a todos los procesos que se activan ante dichos estresores.
También el concepto de afrontamiento es amplio y complejo y ha sido definido de diversas formas y ha adoptado roles distintos, tanto desde el punto de vista conceptual como metodológico. Aldwin (4) sintetiza los datos a partir de tres grandes aproximaciones teóricas: personologicista, situacionista y cognitivista. Las teorías personologicistas sobre afrontamiento asumen que las características de la personalidad son fundamentales a la hora de determinar el modo como las personas afrontan el estrés. Este enfoque tiene, a su vez, diferentes perspectivas. La más antigua tiene sus raíces en la teoría psicoanalítica, especialmente en la concepción freudiana de los mecanismos de defensa, equiparados, en buena medida, con las estrategias de afrontamiento. Esta corriente pertenece a lo que Suls, David y Harvey (5) denominan primera generación de investigaciones sobre afrontamiento. Otra perspectiva dentro de este mismo marco teórico personologicista está representada por autores vinculados a la teoría de los rasgos de personalidad que defienden que el uso de determinadas estrategias puede reflejar estilos más permanentes de afrontamiento, y estar vinculado a patrones de personalidad. La idea esencial se resume en que las características de la personalidad son básicas a la hora de determinar el estilo en que los sujetos afrontan las situaciones estresantes. Sus defensores pertenecen a lo que Suls, et al. (5) denominan tercera generación de investigaciones sobre afrontamiento.
A ellos se debe el renovado interés por la importancia de las variables de la personalidad en la transacción con las situaciones estresantes (6, 7, 8).
Este renovado interés por las variables personológicas surgió, en parte, de la constatación de que algunas personas, pese a padecer circunstancias vitales muy negativas, logran preservar la salud mental. Esta capacidad de resistencia (resilience) podría ser un atributo estable del comportamiento y, por ende, un atributo de la personalidad (para una revisión, ver Rutter, (9). Desde esta perspectiva se habla de estilo de afrontamiento, referido a la manera preferente de afrontar la adversidad (10).
Para Millon (11), otro autor vinculado a esta corriente, los estilos de personalidad caracterizan la manera más o menos estable en que las personas afrontan los sucesos de su vida (life events). Este autor define ocho estilos de afrontamiento ante problemas de salud: introvertido, cooperativo, sociable, seguro, enérgico, respetuoso, hostil y sensible. Lo importante de su idea es que estos estilos de afrontamiento pueden influir en el curso de la enfermedad.
El segundo enfoque al que alude Aldwin (4) es el situacionista que se basa en el supuesto de que las estrategias que usan los sujetos varían según el tipo de estresor. No tiene, pues, ningún sentido buscar estilos de afrontamiento, ya que se presume que los sujetos tienen un amplio repertorio de estrategias que utilizarán según el tipo de demanda con la que se enfrenten. Los investigadores de esta línea suelen clasificar los estresores de acuerdo con su contenido y, posteriormente, observan qué tipo de estrategias pone en juego cada uno de ellos (12, 13, 14). Por ejemplo, Moos (15) (1993) clasifica los problemas relatados por los adolescentes en ocho grandes grupos: salud física, hogar/dinero, relaciones con los padres, relaciones con los hermanos, familia extensa, escuela, relaciones con los amigos y noviazgo. Kirchner y Forns (15) identifican doce categorías diferentes de estresores en adolescentes entre 12 y 16 años. Diversos autores han demostrado que ante estresores de tipo familiar los adolescentes usan preferentemente estrategias de evitación (17). En cambio, ante estresores escolares o ante problemas con los amigos usan más estrategias de aproximación (18).
Finalmente, el enfoque cognitivo, también denominado transaccional, pertenece según Suls, et al. (5) a la segunda generación de estudios sobre afrontamiento. La idea central es que la forma en que las personas afrontan el estrés depende de la valoración que se efectúe de la situación. Lazarus y Folkman (19), dos de los autores más representativos de esta tendencia, definen el afrontamiento con estas palabras: “esfuerzos cognitivos y comportamentales constantemente cambiantes para manejar demandas específicas externas y/o internas que son valoradas como sobrecargando o excediendo los recursos de una persona” (p141). Los factores contextuales y personales influencian la forma en que las personas valoran los sucesos vitales, las estrategias de afrontamiento que escogen y la efectividad de las mismas. Los estresores y los recursos de afrontamiento se influencia mutuamente.
Los sujetos son flexibles a la hora de escoger la estrategia o estrategias que consideran más adecuadas para afrontar una determinada situación, y pueden escoger tanto estrategias centradas en el problema, como centradas en la emoción. La tarea de los investigadores es analizar qué estrategias de afrontamiento se usan en situaciones especificas y bajo qué condiciones estas estrategias son adaptativas o desadaptativas. Desde la perspectiva cognitivista no es la experiencia específica la que produce estrés, sino la percepción de falta de recursos para afrontarla. Lazarus (20) distingue dos clases de appraisal, primario y secundario. En el appraisal primario los sujetos valoran el riesgo causado por el evento y determinan si es beneficioso o perjudicial.
En el secundario, los sujetos analizan los recursos con que cuentan para afrontar la situación y calibran diversas opciones. Vemos, pues, que el proceso cognitivo es crucial, ya que la percepción de estrés dependerá tanto de las demandas del ambiente, como de los recursos que tiene el sujeto para hacerle frente. Lazarus y Folkman (19) distinguen cinco tipos de appraisal primario: daño, amenaza, reto, pérdida, o benignidad. Moos (15) añade la anticipación cognitiva del problema y el locus of control, a partir de la percepción que tiene el sujeto de si el problema es responsabilidad suya o de otros.
A nuestro entender, el desequilibrio entre la magnitud y tipo de suceso vital, la percepción que tenga el sujeto del mismo, los recursos que tiene, (o cree tener) para hacerle frente, y la posibilidad de acceder a ellos, pueden provocar estrés.
Nuestro estudio deriva del debate anterior sobre la importancia que pueden tener diversas variables en el uso de las estrategias de afrontamiento. Según Aldwin (4) “. . . nadie ha realizado un estudio sobre la cantidad de varianza de las estrategias de afrontamiento explicada por factores de personalidad y situacionales. Los investigadores han demostrado que el afrontamiento varia según la situación. . . y que la personalidad influencia el uso de estrategias de afrontamiento. . . , pero la proporción relativa de varianza que explican estos dos factores no ha sido examinada” (p. 105).
Han pasado 10 años desde que esta autora hiciera esta afirmación. Pero tampoco hemos encontrado estudios que impliquen personalidad, tipo de estresor y valoración del mismo en el uso de las estrategias de afrontamiento. Cierto que hay investigacioness muy parecidas, pero ninguna de ellas utiliza diseños metodológicos que introduzcan como variables dependientes las estrategias de afrontamiento y como variables independientes tipo de estresor, valoración del mismo y personalidad.
Destacamos como más próximos al nuestro los estudios de Gupchup (21); Kim (22); Lee y Lee (23); Matthews (24); Potthoff (25); y Terry (26) Especialmente queremos mencionar el trabajo de Wells (27) con jugadores de baloncesto, que pone de relieve que tanto las disposiciones personales como la valoración de la situación contribuyen en proporciones similares a la predicción del afrontamiento en dos situaciones relacionadas con este deporte. También el estudio de Hudek y Kardu (28) tiene cierta similitud con el nuestro, al poner de relieve que los estilos de afrontamiento, juntamente con dimensiones de personalidad y variables situacionales, influencia las estrategias de afrontamiento usadas por mujeres en algunas situaciones estresantes.
Wearing y Hart (29), por su parte, relacionan personalidad, afrontamiento y competencias vitales y concluyen que la personalidad, el afrontamiento y las experiencias situacionales operan como subsistemas discretos; por una parte obtienen correlaciones entre neuroticismo, afrontamiento focalizado en la emoción y malestar (hassles), y, por otra parte, observan correlaciones entre extraversión, afrontamiento focalizado en el problema y mejoría (uplifts).
El objetivo genérico de nuestro estudio se centra en determinar el valor explicativo del tipo de estresor, de su valoración y de variables de personalidad en el uso de estrategias de afrontamiento en situación de reclusión. Más concretamente, los objetivos principales de nuestro estudio son: a) determinar cuál de estas tres variables, estresor, appraisal o personalidad, tiene mayor poder explicativo del uso de determinadas estrategias de afrontamiento; b) determinar qué tipo de estrategias se utilizan ante estresores distintos, y c) analizar qué estrategias se priman ante el mismo estresor. Si un buen repertorio de estrategias de afrontamiento se relaciona con la salud mental de los sujetos, cabe plantarse qué factores activan dichas estrategias.
Para cumplir estos objetivos interesa que los sujetos de la muestra estén sometidos a un alto nivel de estrés y tensión, ya que en situaciones vitales que implican un alto grado de estrés se aprecia un aumento de las estrategias de afrontamiento (para una revisión ver Aldwin (4). Por este motivo, se ha escogido una muestra de jóvenes reclusos. Numerosos autores advierten que el grado de estrés entre los prisioneros es superior al encontrado en población no reclusa. McKay, Jaywardene y Reedie (30) encontraron altos niveles de estrés entre población reclusa, principalmente como resultado de la privación de relaciones con el mundo exterior. Un estudio de Jones (31) muestra que los niveles de estrés entre los prisioneros es 3. 6 veces más elevado que en la población general de adultos de Estados Unidos. Este elevado nivel de tensión queda reflejado en un aumento de los intentos de suicidio (Liebling, 32), y de la conducta autolesiva. Un estudio de Kirchner y Mohino (33) puso de relieve que el 24% de los reclusos se autolesionan durante su estancia en prisión.
McDonald y Thomson (34) afirman que el riesgo de suicidio en situación de custodia policial es mucho mayor que el de la población no reclusa. Tuskan y Thase (35) cifran el ratio en un mínimo de tres veces superior. En la “Schedule of Readjustment Rating Scale” (36) el término “período de prisión” ocupa el rango cuarto, denotando que la situación de encarcelamiento es generadora de altos niveles de estrés.
Método
Participantes
La muestra inicial está compuesta por 107 varones reclusos en el Centre Penitenciari de Joves de Barcelona. El 63. 8% cumple condena por delito de robo con fuerza o intimidación; el 12, 4% por homicidio o intento de asesinato; el 4, 8% por abusos sexuales y el porcentaje restante por otros tipos de delito que van desde el hurto, a las estafas y lesiones. La edad media de los sujetos es de 19. 89 años (DT=1. 46) y el rango de edad oscila desde un mínimo de 18 años a un máximo de 25. El 78% posee una educación elemental y no ha obtenido el Graduado Escolar; el porcentaje restante incluye sujetos que han realizado algún curso de ESO, algún curso de Bachillerato o de Formación profesional.
Se seleccionó a los sujetos mediante un muestreo no probabilístico accidental dentro del nivel avanzado de dicho centro. El nivel avanzado engloba, según criterios de la Junta de tratamiento, a internos preventivos y a penados clasificados en segundo grado de tratamiento. Este nivel corresponde a jóvenes que presentan habilidades de relación adecuadas y una cierta capacidad de autocontrol. A partir de los diversos análisis efectuados la muestra quedó finalmente fijada en N = 74.
Instrumentos
Para evaluar las estrategias de afrontamiento, el tipo de estresor y la valoración del mismo se ha utilizado el Coping Responses Inventory Adult Form (CRI-A) (15) en versión española. Para evaluar la personalidad se ha utilizado la adaptación española del MCMI-II (37).
La versión española del CRI- A presenta índices de consistencia interna alfa de cronbach y fiabilidad dos mitades de Guttman adecuados. Para el total de la escala: a = . 775; Guttman = . 764. Para la escala de Aproximación a = . 742, Guttman = . 754. Para la escala de Evitación: a = . 619, Guttman = . 636. Los niveles de consistencia son muy similares a los hallados por Moos (15) y nos permiten utilizar esta prueba en versión castellana con garantías.
El CRI-A se compone de tres partes. En la primera el sujeto debe describir el problema o situación más difícil que ha tenido que afrontar en los últimos doce meses. La segunda parte comprende 10 ítems relacionados con la valoración que efectúa el sujeto del problema descrito en el primer apartado. Cada ítem tiene 4 opciones de respuesta y está valorado en una escala tipo Likert de 4 puntos ( 0-3). Los ítems evalúan los siguientes aspectos.
1. - Experiencia previa solventando un problema similar
2. - Conocimiento de su ocurrencia
3. - Tiempo de preparación para afrontarlo
4. - Pensar en el problema como un daño o peligro
5. - Ver el problema como un reto
6. - Responsabilidad personal en la ocurrencia del problema
7. - Responsabilidad de otros
8. - Éxito al afrontar el problema
9. - Resolución del problema.
10. - Resolución favorable.
La tercera parte del cuestionario consta de 48 ítems cada uno de ellos con 4 opciones de respuesta (Likert de 0 a 3), distribuidos en 8 escalas que miden estrategias de afrontamiento específicas. Las cuatro primeras escalas evalúan estrategias de aproximación al problema: análisis Lógico (LA) , Reevaluación Positiva (PR), Búsqueda de Guía y Soporte y Soporte (SG) y Resolución de Problemas (PS). Las restantes cuatro escalas evalúan estrategias de evitación del problema: evitación Cognitiva (CA), Aceptación-Resignación (AR), Búsqueda de Recompensas Alternativas (SR) y Descarga Emocional (DE). Del mismo modo, las dos primeras escalas de cada bloque evalúan estrategias de método cognitivo (LA, PR, CA, AR) y las dos restantes de método conductual (SG, PS, CA, AR).
Se ha utilizado la primera parte del CRI-Adult, descripción del problema, para identificar el estresor; la segunda parte para identificar su appraisal y la tercera para determinar el tipo concreto de estrategias de afrontamiento puestas en juego por los sujetos ante dicho estresor. De la segunda parte se han escogido exclusivamente los 8 primeros ítems, dado que los dos últimos hacen referencia a la resolución del problema más que a su apreciación. De la tercera parte del cuestionario se han utilizado las 8 escalas que propone el autor. Además, con la finalidad de analizar tendencias generales en la utilización de estrategias de afrontamiento, para este estudio en concreto se han obtenido dos escalas globales que corresponden a las sumas de las escalas simples que las componen: escala de Aproximación (LA, PR, SG, PS) y escala de evitación (CA, AR, SR y ED).
Del MCMI-II (37) se han utilizado exclusivamente las 10 escalas básicas por tratarse de comportamientos más estables, que hacen referencia a estilos o patrones de la personalidad.
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1 Traducida y reproducida por T. Kirchner y S. Mohino con permiso especial de los editores de Psychological Assessment Resources, Inc. 16204 North Florida Avenue, Lutz 33549, a partir del Coping Responses Inventory de Rudolf Moos, Ph. D. Copyright 1993. Queda prohibida toda reproducción sin el permiso de los editores.
2 Se mantiene el acrónimo en el idioma original para facilitar comparaciones transculturales.
Procedimiento
En primer lugar se requirió el consentimiento del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya para hacer un estudio sobre jóvenes delincuentes. La aplicación de las pruebas fue quasi individual (2 sujetos en cada administración), dado que, por las peculiares características socioculturales de la población muestral, interesaba que la recogida de los datos se efectuara con las máximas garantías y rigor. Asimismo, se solicitó a los examinados su colaboración voluntaria y se garantizó el anonimato mediante la asignación de un código para cada uno de los participantes.
Se ha identificado y clasificado el tipo de estresor mediante el sistema de codificación multidimensional propuesto por Forns, Amador, Kirchner, Martorell y Muro (38), adaptado a las circunstancias específicas de la población reclusa por Kirchner y Muñoz (39). Este sistema incluye cuatro categorías: 1) naturaleza del problema, referido a quien le sucede el problema, 2) contenido del problema, referido a la temática principal del problema, 3) participantes, o sujetos que intervienen en la situación conflictiva, y 4) ámbito de ocurrencia del problema, o contexto en el que sucede el problema. Para este estudio se ha utilizado exclusivamente la categoría 2), contenido del problema, ya que es la que está más relacionada con el tipo de estresor. El coeficiente de fiabilidad intercodificadores de esta versión para prisioneros obtiene índices K de Cohen que fluctúan entre . 830 y . 956 según las categorías contempladas Para la categoría “contenido del problema” el índice K = . 930 (Kirchner y Muñoz, 39).
Un estudio anterior sobre el contenido del problema en esta misma población de reclusos (39) puso de relieve los siguientes resultados: el 30% de presos mencionó como elemento estresante la privación de libertad, el 9, 7% citó muertes o suicidios de familiares, amigos o allegados, el 8, 7% problemas de relación interpersonal, el 8, 7% problemas de salud o accidentes, 8, 7% problemas de adicción a drogas, y un 7% expresó inconformidad con la privación de libertad. Los restantes porcentajes obtuvieron frecuencias más bajas y hacían referencia a pérdidas económicas, divorcios, denegaciones de permisos, etc. En el presente estudio, y a fin de cumplir criterios muestrales para los diferentes análisis estadísticos que se aplican, se han escogido exclusivamente los porcentajes anteriormente mencionados.
Resultados
a) Estresor, appraisal y personalidad como variables explicativas de las estrategias de afrontamiento.
Para analizar cuál de las tres variables (tipo de estresor, valoración del mismo o personalidad) explica mayor proporción de la varianza del uso de las estrategias de afrontamiento, se han realizado una serie de regresiones múltiples lineales y regresiones categóricas por escalamiento óptimo. A fin de cumplir criterios muestrales, se han realizado diversas ecuaciones de regresión independientes actuando siempre como variables dependientes cada una de las estrategias del CRI- A. En un primer conjunto de regresiones lineales múltiples (método por pasos sucesivos) han actuado como variables independientes las escalas básicas del MCMI-II. En un segundo conjunto de ecuaciones de regresión lineal múltiple (método por pasos sucesivos) han actuado como variables independientes los primeros 8 ítems de la segunda parte del CRI-A relacionados con la valoración del problema. En un tercer conjunto de regresiones categóricas por escalamiento óptimo ha actuado como variable independiente el tipo de estresor (contenido del problema expresado por los reclusos en la primera parte del CRI-A).
Se han introducido exclusivamente las 6 categorías de problemas con porcentajes de citación más elevados. Finalmente, se ha escogido de cada uno de estos conjuntos de regresiones las variables aceptadas por la ecuación de regresión y se ha efectuado una regresión categórica para determinar cuál de ellas tiene mayor poder explicativo de las diferentes estrategias de afrontamiento del CRI-A. Los resultados pueden verse en las tablas 2 y 2.
En la tabla 1 puede observarse el porcentaje de varianza explicado por el contenido del problema (o estresor), por su valoración y por las escalas básicas del MCMI-II. El contenido del problema interviene como variable con peso significativo en todas las estrategias de afrontamiento evaluadas, aunque con distintos porcentajes explicativos.
Tanto los ítems relativos a la valoración del problema, como las diferentes escalas básicas del MCMI-II aportan porcentajes explicativos o bien nulos, o bien más discretos. Sin embargo, la estrategia Resolución de Problemas es explicada básicamente por las escalas Agresivo/Sádica y Autodestructiva del MCMI-II, lo que denota que el uso de esta estrategia está poco explicado por el tipo de estresor. El signo negativo de la escala Autodestuctiva indicaría que los sujetos que puntúan alto en ella, suelen utilizar con poca frecuencia la estrategia de Resolución de Problemas. Algo similar ocurre con la estrategia de Aceptación-Resignación, explicada por la escala Autodestuctiva en mayor medida que por las restantes. En este caso, el signo positivo indicaría un mayor uso de esta estrategia por parte de los reclusos que puntúan alto en autodestrucción.
En la tabla 2 puede observarse la proporción de varianza explicada globalmente por todas las variables aceptadas por las ecuaciones de regresión previas. La estrategia más explicada (28. 3%) es Reevaluación Positiva. El máximo poder explicativo corresponde al contenido del problema o estresor. Le sigue Resolución de Problemas (27. 8%) en cuya explicación intervienen el propio problema, su valoración, así como diferentes escalas de personalidad. De la valoración interviene el ítem 2 relacionado con la anticipación de la ocurrencia del problema; no obstante, la significación del coeficiente Beta es muy marginal y el dato debe interpretarse con prudencia. De las escalas de personalidad Agresivo/Sádica es la que explica mayor porción de la varianza, superando a todas las restantes. La escala Autodestructiva también es aceptada por la ecuación de regresión, pero con una probabilidad marginal. Su signo negativo indicaría que los presos con puntuaciones elevadas en esta escala utilizan con menor frecuencia la resolución directa de los problemas como medio de combatir el estrés.
La estrategia de análisis Lógico es explicada en un 21. 8%, básicamente por el tipo de estresor y en sentido negativo por la escala Compulsiva del MCMI-II. La estrategia de Aceptación-Resignación es explicada en un 18. 2% tanto por el tipo de estresor como por la escala Autodestructiva del MCMI-II, en este caso en sentido positivo. Este último dato indicaría que los sujetos con elevaciones en esta escala, utilizan con mayor frecuencia la aceptación y resignación como estrategia de afrontamiento. La escala de evitación Cognitiva es explicada en un 14. 9% en exclusiva por el tipo de estresor. Finalmente, la escala global de Aproximación es explicada en un 23. 4% por el tipo de problema y por su valoración como un reto a vencer (ítem 5). Las restantes estrategias obtienen porcentajes explicativos muy bajos. Este es el caso de Búsqueda de Guía y Soporte, Búsqueda de Recompensas Alternativas, Descarga Emocional y la escala global de evitación. Estos bajos porcentajes de varianza explicados hacen suponer que se trata de estrategias que están en función de otros parámetros, quizás muy puntuales y aleatorios. En todo caso, no dependen del tipo de problema expresado, ni de la percepción que se pueda tener del mismo, ni del patrón básico de personalidad.
b) Qué estrategias de afrontamiento se utilizan ante estresores distintos?
El segundo objetivo de este estudio consiste en analizar ante qué tipo de estresor la misma estrategia de afrontamiento obtiene la media más elevada. En la tabla 3 quedan recogidos los estadísticos descriptivos. Mediante la prueba H de Kruskal-Wallis se ha comparado la media de cada una de las estrategias del CRI-A en los 6 tipos de estresores distintos. Los resultados indican que las únicas estrategias que varían en función del tipo de problema son: Reevaluación Positiva [H (5, 68) = 23. 084, p < . 001], la escala global de Aproximación [H (5, 68) = 14. 689, p = . 012], y muy marginalmente la estrategia de evitación Cognitiva [H (5, 68) = 10. 760, p< . 050]. Los contrastes dos a dos mediante la técnica U de Mann-Withney ponen de manifiesto que la media más elevada en la estrategia de Reevaluación Positiva corresponde a problemas relacionados con enfermedades y accidentes, que supera significativamente a las medias obtenidas en problemas de relación interpersonal (U = 9. 000, p = . 003), muertes y suicidios (U = 9. 412, p < . 001), inconformidad con la privación de libertad (U = 0. 000, p < . 001) y más marginalmente con la privación de libertad (U = 75. 000, p < . 044). Ante el estresor privación de libertad se obtiene una media superior a la que se obtiene ante problemas de muerte (U = 52. 000, p = . 002). Puede decirse que los estresores relacionados con muertes y suicidios son los que obtienen medias más bajas en la estrategia de Reevaluación Positiva. Se observa, adicionalmente, que esta estrategia varía substancialmente según el tipo de estresor.
Los contraste U para la escala global de Aproximación ponen de relieve que la media más elevada se obtiene ante estresores vinculados a enfermedades y/ o accidentes que se diferencia significativamente de la obtenida en problemas de relación (U = 15. 000, p = . 014), en estresores relacionados con la muerte (U = 11. 500, p = . 006), y con la inconformidad con la privación de libertad (U = 0. 000, p = . 001).
Finalmente, la media más elevada en la estrategia de evitación Cognitiva corresponde a enfermedades y accidentes que se diferencia significativamente de problemas de relación (U = 15. 000, p = . 014), de estresores relacionados con la muerte (U = 11. 500, p = . 004), y con la inconformidad con la privación de libertad (U = 0. 000, p <. 001). Las restantes estrategias varían poco en función del tipo de estresor. Una de las menos variables es Búsqueda de Recompensas Alternativas.
Cabe matizar, no obstante, que los resultados pueden estar influidos por el escaso número de sujetos en cada uno de los bloques de estresores, por lo que los datos sólo son orientativos. Como se observa en la tabla 3 hay importantes diferencias de efectos, que probablemente hubiesen alcanzado significación estadística con un mayor tamaño muestral.
c) ¿Qué estrategias de afrontamiento son más usadas ante el mismo estresor?
Mediante el test de Wilcoxon se ha analizado qué estrategias predominan dentro de cada grupo de estresores. La tabla 3 muestra los estadísticos de cada una de las estrategias del CRI-A para los seis grupos de estresores evaluados.
Los contrastes de Wilcoxon indican que ante problemas de relación interpersonal una de las estrategias más utilizadas es análisis Lógico. Ante problemas de enfermedades y accidentes, análisis Lógico, Reevaluación Positiva y evitación Cognitiva. Asimismo, la escala global de Aproximación obtiene una media más elevada que la de evitación. Ante problemas de muertes y suicidios una de las estrategias más utilizadas es Resolución de Problemas, pero sólo se diferencia significativamente de evitación Cognitiva. La privación de libertad incrementa el uso de Resolución de Problemas, Reevaluación Positiva, Búsqueda de Guía y la escala global de Aproximación. Se puede observar que hay estresores que implican un uso muy similar de las diferentes estrategias de afrontamiento, mientras que otros activan unas estrategias por encima de otras.
Conclusiones
El dato más relevante de este estudio, con relación a su primer objetivo, es que, en líneas generales, el tipo de estresor es el factor que explica en mayor medida el uso de la mayoría de estrategias que evalúa el CRI-A. Su poder explicativo es superior al de la valoración del problema y al de variables más estructurales como puedan ser las de personalidad, tal como la explora el MCMI-II. Con todo, los porcentajes explicativos de las tres variables independientes no son altos, por lo que se infiere que pueden estar implicados otros factores no contemplados en este diseño. Esta afirmación es especialmente cierta por lo que se refiere a las estrategias Búsqueda de Guía, Búsqueda de Recompensas Alternativas y Descarga Emocional que apenas son explicadas por ninguna de las variables predictoras.
Los resultados más relevantes obtenidos son los que se resumen. El uso de análisis Lógico es explicado por el tipo de problema y, en sentido inverso, por la escala compulsiva del MCMI-II: los sujetos con puntuaciones elevadas en esta escala hacen un uso menos frecuente de análisis Lógico. La valoración del problema no alcanza valor explicativo.
Reevaluación Positiva y evitación Cognitiva son explicadas básicamente por el contenido del problema. Este dado no concuerda con los aportados por Folkman y Lazarus (13) que sugieren que la estrategia Reevaluación Positiva puede estar más influenciada que otras por factores de la personalidad.
Resolución de Problemas es la estrategia cuyo uso es más interactivo. Participan en su explicación dos escalas de personalidad, el contenido del problema y, aunque de forma marginal, su valoración, concretamente la anticipación de su ocurrencia. De las escalas de personalidad Agresivo/Sádica es la que presenta mayor peso explicativo denotando que las personalidades con rasgos de temeridad, hostilidad y con falta de conciencia social utilizan el enfrentamiento directo con los problemas como forma de combatir el estrés que les pueda ocasionar. No en vano Millon (37) define al sujeto con elevaciones en esta escala como: “. . . asertivamente independiente, vigorosamente enérgico y práctico ante la realidad; valora los aspectos del yo que muestran una imagen tenaz. . . “(p. 32).
Por el contrario, los sujetos con perfiles de personalidad autodestructivos presentan un menor uso de esta estrategia. Este dato parece lógico teniendo en cuenta la descripción que efectúa Millon (37) de estos sujetos como poco resueltos, indolentes y con unos mecanismos de reducción de la ansiedad invertidos por procesos que intensifican el malestar. Dado que la mayoría de estudios indican que la estrategia de resolución de problemas es una de las más efectivas en la reducción del estrés por eliminación directa del problema, la poca utilización de esta estrategia por parte de este tipo de personalidades con tendencias autodestructivas podría estar indicando cierta intencionalidad en la falta de reducción del problema y, por lo tanto, en el mantenimiento de la fuente de estrés. Esta estrategia de Resolución de Problemas es la más vinculada a factores de personalidad, al menos en población reclusa.
Aceptación-Resignación es explicada tanto por el contenido del problema como por la escala Autodestructiva. Parece bastante lógico que las personalidades con rasgos de sacrificio, aflicción y que buscan situaciones que les permitan mantener o aumentar el dolor y el sufrimiento utilicen la resignación ante cierta clase de estresores. Finalmente, el uso de las estrategias de Aproximación se relaciona con el contenido del problema y con la percepción del mismo como un reto. Las demás estrategias son explicadas de forma muy marginal.
La validez cross-cultural de estos datos no puede contrastarse globalmente ya que, hasta donde sabemos, no existen estudios paralelos al nuestro. Sólo se pueden contrastar parcialmente. La importancia del tipo de estresor en la elicitación de estrategias de afrontamiento diferentes ha sido resaltada por numerosos autores (40, 41, 13)). Con respecto al valor explicativo de las variables de personalidad los datos son heterogéneos. Por ejemplo Hyer et al. (42) y Wise, (43) encontraron una relación débil entre factores de personalidad y uso de estrategias de afrontamiento. Por el contrario, Kedem, Moshe y Bartoov (44) pusieron de relieve que las correlaciones entre estrategias de coping ante distintos estresores son altamente significativas, lo que atribuyen a un estilo individual de respuesta más que a la influencia del tipo de estresor. Hay estudios relacionan algunos factores de la personalidad con algunas estrategias de afrontamiento Por ejemplo, se evidencia que el factor de neuroticismo correlaciona con el afrontamiento evitativo o centrado en la emoción.
Un estudio de Zanini (45) con población adolescente pone de relieve que las relaciones entre personalidad, evaluada mediante el HSPQ (46) y estrategias de afrontamiento, evaluadas mediante el CRI-Y (15) no son elevadas. El porcentaje explicativo varía de forma importante según las distintas estrategias. La que obtiene porcentajes explicativos más elevados es Descarga Emocional (13. 4% para chicos y 18. 6% para chicas). La poca relación encontrada entre factores de personalidad y afrontamiento podría estar influenciada por el hecho de que el CRI es un test que explora afrontamiento situacional. Sería interesante realizar este mismo estudio avaluando las estrategias de afrontamiento con un test de corte disposicional. Finalmente, el escaso poder explicativo de la valoración del problema en el uso de estrategias de afrontamiento ha sido puesto de relieve por otros autores (44; 47).
Con respecto al segundo objetivo de nuestro estudio los datos indican que hay estrategias que varían substancialmente en función del tipo de estresor, mientras otras permanecen relativamente estables. Los resultados están en línea con los de otros autores, referidos a poblaciones de edades y culturas heterogéneas (48, 13, 49, 50) que señalan que los sujetos varían sus técnicas de afrontamiento dependiendo de las demandas de la situación. Spirito, Stark, Gil y Tyc (51) llegan a una conclusión similar a la nuestra al destacar que algunas estrategias de afrontamiento son usadas de forma similar a través de distintos estresores, mientras otras varían de estresor a estresor.
Reevaluación Positiva y evitación Cognitiva son, según nuestros datos, las estrategias más variables en función del tipo de estresor. Las estrategias de aproximación, en conjunto, son más variables que las de evitación, que suelen mostrarse más estables a lo largo de los diferentes situaciones estresantes. Las restantes estrategias se muestran relativamente estables sea cual sea el tipo de estresor, lo que sugiere que su uso es más generalizado.
Esta generalización, sin embargo, no es imputable a factores de personalidad, al menos tal como la explora el MCMI-II. En nuestro estudio una de las estrategias menos variable es Búsqueda de Recompensas Alternativas. Los resultados tienen cierta lógica, ya que ante determinados estresores resulta poco adecuado utilizar ciertas estrategias. Por ejemplo, en caso de muertes de familiares o amigos se hace difícil utilizar la estrategia de Reevaluación Positiva. Por el contrario, sí que es posible leer o hacer actividades que distraigan de la dolorosa pérdida. Estas actividades sustitutivas podrían tener valor polivalente y aplicarse como un hábito adquirido de conducta frente a la adversidad, sea del tipo que fuere.
Con respecto al tercer objetivo los datos indican que ante un mismo tipo de estresor se utilizan más unas estrategias que otras. Los presos que mencionan problemas de relación interpersonal utilizan preferentemente análisis Lógico por encima de otras estrategias. Los que explican problemas de enfermedades y accidentes incrementan el uso de Reevaluación Positiva, de análisis Lógico y, en general, utilizan más las estrategias de Aproximación que de evitación. Los presos que mencionan como principal problema el hecho de estar privado de libertad utilizan en mayor medida las estrategias de Aproximación, especialmente Resolución de Problemas, Reevaluación Positiva y Búsqueda de Guía. Los presos que mencionan como principal problema su adicción a las drogas, o aquellos otros que están disconformes con la privación de libertad no manifiestan un uso superior de un tipo de estrategias por encima de otros.
Finalmente, cabe comentar que los sujetos que mencionan problemas de muertes de familiares o amigos, y los que no están conformes con la privación de libertad son los que presentan un perfil menos activo en cuanto a uso de estrategias de afrontamiento, ya que obtienen medias globales más bajas. Este resultado podría interpretarse como cierta actitud de indefensión frente a unas circunstancias percibidas como inmanejables. Por el contrario, los estresores relacionados con temas de salud son los que activan más estrategias sean del tipo que sean.
Llama la atención el hecho de que los presos que mencionan estresores vinculados con la muerte de familiares y amigos utilicen Resolución de Problemas, estrategia que parece poco adecuada ante un hecho inmodificable. Por el contrario, la menos utilizada es evitación Cognitiva, lo que sugiere que siguen pensando en esta pérdida. Parece una inversión en el patrón que parecería lógico y que es resaltado por algunos autores. Por ejemplo Folkman y Lazarus (13) ponen de relieve que en casos de muertes y enfermedades las estrategias más utilizadas son las centradas en la emoción. Aupperle (52) resalta que ante la muerte de hermanos tiende a incrementarse el uso de la evitación cognitiva. McCrae (53) indica que ante experiencias de pérdida suele incrementarse el sentimiento de fatalismo, la expresión de sentimientos y la religiosidad.
A modo de conclusión cabe reseñar que la escasa varianza explicada por las variables introducidas en el diseño hace pensar que la manera en que las personas se enfrentan a los problemas es compleja e implica la combinación de múltiples factores, algunos de ellos quizás muy circunstanciales. Retomando el debate con el que iniciábamos este estudio, si tuviéramos que contestar a la pregunta de si las estrategias de afrontamiento están en función del tipo de estresor, de su valoración, o de variables más estables, tendríamos que contestar que depende. En líneas generales, parece desprenderse de los datos de nuestro estudio que el tipo de estresor concreto que debe afrontar un sujeto es el factor que explica mayor proporción de la varianza, pero sólo de ciertas estrategias; en otras la personalidad es el factor más influyente. La valoración del estresor adopta un papel más discreto en todos los casos. El reducido número de sujetos de la muestra también puede ser un factor a tener en cuenta, ya que se observan tamaños del efecto elevados, que no llegan a alcanzar significación estadística.
Otra constatación es que algunas estrategias apenas son explicadas por ninguna variable. Este es el caso, por ejemplo, de Búsqueda de Guía, Búsqueda de Recompensas Alternativas y Descarga Emocional. Esto nos lleva a pensar que su activación pudiera depender de factores muy específicos y circunstanciales, tal vez incluso aleatorios. Pongamos por caso, un sujeto introvertido, con pocas amistades y poco dado a hablar de sus problemas y sentimientos, puede ser poco dado a utilizar como estrategia de afrontamiento la búsqueda de guía.
No obstante, mientras está decidiendo qué hacer con un problema que le ha surgido, se presenta de improvisto en su casa un antiguo amigo con el que tenía cierta confianza. El amigo le comenta que le ve preocupado y el sujeto le explica su problema y le pide consejo. Si este amigo no hubiese aparecido casualmente de forma tan oportuna, ¿hubiera utilizado nuestro sujeto la búsqueda de guía como estrategia de afrontamiento? Uno de los prisioneros de la muestra relata un problema que transcribimos literalmente: “tuve un problema con un funcionario que creía que me llevaba a la celda de aislamiento, y yo le iba a matar porque me dio dos “cates” en la boca, y se interpuso el de mi celda, si no pago una muerte, porque yo le iba a clavar un bolígrafo”. Si este presidiario no hubiese tenido un compañero de celda, o su compañero no hubiese captado sus intenciones y no hubiese intervenido oportunamente, sin duda hubiese agredido a su vigilante con las duras consecuencias que eso hubiese comportado. ¿Hubiese mencionado las mismas estrategias de afrontamiento si le hubiera agredido o matado?
Hay muchos interrogantes por contestar, especialmente qué factores pueden explicar el 70% de la varianza no explicada por ninguna de las variables introducidas en le diseño.
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