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Perfil psicológico de diez hijos de mujeres víctimas del maltrato doméstico.

Autor/autores: I. Quiles
Fecha Publicación: 01/01/2004
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Comunicación

RESUMEN

Objetivos: constatar si los resultados de los tests aplicados coinciden con la bibliografía actual que en divesos autores halla depresión (Gonzalez de Rivera 2002), TEP en la infancia y trastornos psicosomáticos (Mary, A. 2002 ), trastornos del comportamiento y trastornos del aprendizaje y fracaso escolar en estos hijos ( Porter 1980, Jouriles 1987 Kilpatrick 1998, Finkelstein 2001, Gonzalez de Rivera 2002). Metodología: -muestra de 10 niños de edades comprendidas entre los 5 y los 15 años. -test aplicados para medir : inteligencia (WISC-R), ansiedad(STAIC-STAI), depresión(CBC-CEDI), trastornos comportamentales (CBC L- TAMAI) trastornos de atención con hiperactividad (Figura de Rey, Toulouse Pieron, Puntos a contar y Test de las Caras, Conners, Edelbrock, CBCL). -descripción de la historia clínica -descripción de los procesos terapéuticos que siguieron los pacientes.

Resultados: se corroboran en nuestra muestra las aportaciones bibliográficas de anteriores estudios, hallamos un porcentaje que su diagnóstico es de DDA+H.

Conclusión: un ambiente de maltrato observado y a veces compartido provoca psicopatología en los hijos de mujeres maltratadas.

Palabras clave: Hijos, Tests, Violencia doméstica


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Perfil psicológico de diez hijos de mujeres víctimas del maltrato doméstico.

Durán , L. ; Igual, R. ; Quiles, I.

Departamento de psiquiatría del hospital Vall d'Hebron de Barcelona.

PALABRAS CLAVE: Violencia doméstica, Hijos, Tests.
 
[17/2/2004]


Resumen

Objetivos: constatar si los resultados de los tests aplicados coinciden con la bibliografía actual que en divesos autores halla depresión (Gonzalez de Rivera 2002), TEP en la infancia y trastornos psicosomáticos (Mary, A. 2002 ), trastornos del comportamiento y trastornos del aprendizaje y fracaso escolar en estos hijos ( Porter 1980, Jouriles 1987 Kilpatrick 1998, Finkelstein 2001, Gonzalez de Rivera 2002).

Metodología: -muestra de 10 niños de edades comprendidas entre los 5 y los 15 años. -test aplicados para medir : inteligencia (WISC-R), ansiedad(STAIC-STAI), depresión(CBC-CEDI), trastornos comportamentales (CBC L- TAMAI) trastornos de atención con hiperactividad (Figura de Rey, Toulouse Pieron, Puntos a contar y Test de las Caras, Conners, Edelbrock, CBCL). -descripción de la historia clínica -descripción de los procesos terapéuticos que siguieron los pacientes.

Resultados: se corroboran en nuestra muestra las aportaciones bibliográficas de anteriores estudios, hallamos un porcentaje que su diagnóstico es de DDA+H.

Conclusión: un ambiente de maltrato observado y a veces compartido provoca psicopatología en los hijos de mujeres maltratadas.



Introducción

Este estudio describe el perfil psicológico y los resultados terapéuticos de 11 niños con madres que sufren maltrato doméstico y que acudieron entre el año 2001 y 2003 al departamento de psiquiatría infanto-juvenil del hospital del Vall d’ Hebrón de Barcelona. Los motivos de consulta planteados por sus madres fueron: trastornos de comportamiento, hiperactividad, retraimiento social y bajo rendimiento escolar.

Durante la exploración y las entrevistas con la familia surge de forma velada en el discurso el maltrato físico y psicológico que reciben las madres de los padres en aquel momento y que han sido motivo de separación. A partir de este momento, se emprende un protocolo que comprende el tratamiento individual de algunos de los hijos de estas mujeres y, a la vez, un abordaje de las madres según Echeburúa de1997 que comprende diagnóstico y tratamiento.

 

Introducción teórica

Desde el punto de vista clínico, el maltrato doméstico se refiere a las agresiones físicas, psíquicas, sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte de un familiar ( habitualmente el marido), que causan daño físico y/o psíquico y vulneran la libertad de otra persona (habitualmente la esposa)(Echeburúa 1997). (1)(2)

Muchos agresores han tenido una familia violenta donde han aprendido que la violencia funciona. Hoy sabemos que la experiencia de exposición a la violencia en la infancia se ha identificado como una variable relacionada con las conductas agresivas en el hogar(Alcázar y Gómez-Jarabo, 1999). (3)

Diversos autores han definido la situación circular y en escalada progresiva de la violencia como Walker que en 1989(4) la describe así: insultos y coacciones > amenazas y crisis de violencia > arrepentimiento del agresor y perdón de la víctima.

Maccoby en el 1990 (5) describe la otra escalada paralela, la del deterioro emocional de la víctima: a mayor frecuencia del abuso le sucede una más temprana instauración de la depresión en la víctima y una devaluación mayor de su autoestima siendo ésta uno de los factores mantenedores del maltrato.
La violencia familiar constituye un fenómeno en alza. Es difícil determinar la tasa de incidencia del maltrato doméstico debido a que la especificidad de esta problemática conlleva el ocultamiento y el silencio. Según el Institut Català de la Dona, en el año 2001 desde enero a septiembre, en Cataluña, hubo 3569 denuncias por violencia contra las mujeres. Y se calcula que solamente se denuncia en el 10% de los casos.

Estudios realizados en EEUU entre un 12 y un 29% de mujeres que acuden a atención primaria son víctimas de violencia doméstica y que más de un 10% de las mujeres embarazadas se han peleado físicamente o ha sido golpeadas por sus parejas. Se acepta que hasta un 37% de las mujeres tratadas en un servicio de urgencias a consecuencia de una lesión por violencia han sido agredidas por su pareja.

 

La descendencia sufre las consecuencias de la violencia de un modo muy directo y crece en un ambiente tóxico

La posición de los hijos ante el maltrato de la madre:

El hijo puede compartir el maltrato con la madre por violencia indiscriminada. Es frecuente en los casos en que existe un alcoholismo en el maltratador (Linares 2002). (5)

El hijo, incluido en el conflicto matrimonial de los padres, puede sustituir en el maltrato a la madre y sufrir directamente esta situación de triangularización. (Linares 2002), (5) ofreciéndose como víctima propiciatoria en lo se ha denominado síndrome de Ifigenia (Boublil 2001)(6) Puede vivir la agresión que sufre la madre como una situación “ejemplarizante” y desarrollar una fuerte inhibición relacional con el maltratador y no implicarse en las situaciones violentas. Ser testigo sistemático del abuso materno es un predictor de sufrir trastorno por estrés postraumático en la misma infancia (Marr, N. 2001)(7) y predictor de trastornos psicosomáticos, trastornos de personalidad borderline y depresión en la edad adulta. También será causa de absentismo escolar y de trastornos en el aprendizaje del lenguaje(Costa Pau, M , 2003 )(8) Puede experimentar la situación como incoherente al ver que la madre víctima no es acorde en sus respuestas de acatamiento y de apego al maltratador, creando en el niño un conflicto de lealtades. El niño al crecer rechazará el papel humillante de la madre y se negará a defenderla, habiéndose roto la identificación con ella( Martín Serrano 2002)(9). Gardner en el 1992(10) describe las consecuencias emocionales en el hijo de la alienación parental o proceso de maltrato entre los padres a través del hijo:

- ausencia de oportunidades de contraste imparcial. - necesidad de contentar o aplacar al progenitor más próximo a él o con más poder directo sobre él. - rencor hacia el otro progenitor del que se siente abandonado o desprotegido.

El ambiente tóxico familiar crea hostilidad y depresión en los hijos, originándose una situación de anomia familiar que se expresa en forma de falta de normas e ideales, falta de proyectos y en un comportamiento alterado en que pueden darse las fugas, las toxicomanías y el coqueteo con sectas (González de Rivera 2002). (9) Jouriles en el 1987 ya describen que el ser testigo directo de la violencia doméstica se asocia a trastornos comportamentales y de que esta experiencia será predictora de futuros malos tratos en sus relaciones de pareja futuras.

 

Objetivos

El propósito de este estudio es:

1. Valorar si el perfil obtenido en los tests cumplimentados por el niño, correlaciona con la descripción realizada por los padres y profesores.

2. Comparar la percepción que tienen del niño los padres y profesores.

3. Comparar los resultados psicométricos de los tres grupos (niño, padre y profesor) con el material obtenido de la terapia.

 

Método

Muestra

El grupo esta constituido por once niños de los cuales ocho son varones y tres mujeres. Todos ellos con edades comprendidas entre los 5 y 11 años de edad.

Material

Como instrumento para la toma de datos, se ha empleado diferentes tests psicológicos. La elección de las pruebas pertinentes se ha realizado a efecto de este estudio considerando las siguientes variables:

- Capacidad intelectual evaluada mediante la escala de inteligencia de Weschler: Wisch-R.

- ansiedad, empleándose para ello el cuestionario de ansiedad STAIC.

- depresión, evaluada a través del cuestionario de depresión infantil CEDI-I y CEDI- II.

- trastorno de la actividad y la atención con o sin hiperactividad. Para ello se utilizó los siguientes test y cuestionarios: Toulousse Pieron, Test de percepción de la diferencia (caras), Puntos a contar de rey, Conners y Edelbrock, estos últimos cumplimentados por padres y profesores.

- retraimiento social, incomunicación, sintomatología de tipo depresiva, quejas somáticas, obsesión y compulsión, hiperactividad y problemas sexuales evaluados mediante el cuestionario CBCL de Achenbach, cumplimentados por padres y profesores.

El origen de la CBCL se halla en la checklist de problemas de conducta de Achenbach (1966) (11) diseñada para ser contestada por el evaluador a partir de los datos de las historias clínicas. Posteriormente, se adecua para que sea contestada por los padres simplificando el vocabulario, añadiendo nuevos ítems y aumentando las alternativas de respuesta. La CBCL es un cuestionario estandarizado cuyo objetivo es evaluar los trastornos de conducta de los niños y niñas de 4 a 16 años y se administra a los padres. Consta de dos partes: la primera parte hace referencia a la competencia social y está compuesta de 20 ítems; la segunda parte se refiere a los problemas conductuales con 113 ítems.

El CBCL está compuesto por dos subescalas: la escala Internalizante y la escala externalizante. Estas subescalas se dividen en 8 factores que se estructuran teniendo en cuenta la edad y el sexo del niño. Para las edades de 4 y 5 años los factores evaluados en las niñas son: quejas somáticas, depresión, esquizoide-ansioso, retraimiento social, obsesión, agresividad, problemas sexuales e hiperactividad.

En el caso de los varones se evalúa: retraimiento social, depresión, inmadurez, quejas somáticas, problemas sexuales, esquizoide, agresividad y delincuencia. El CBCL es un instrumento de evaluación ampliamente utilizado en muchos países pertenecientes a zonas de influencia cultural distintas (Australia, Alemania, China, Francia, Grecia, Japón, Kenia, Puerto Rico, Tailandia, . . . ) hallándose similitudes en la población normativa y diferencias significativas en la suma total de los problemas conductuales de la CBCL (Verhulst y Achenbach, 1995) y por consiguiente los trabajos realizados en estos países apoyan el argumento de la necesidad de introducir diferentes puntos de corte para las distintas poblaciones (Verhulst, 1995).

 

Procedimiento

Una vez seleccionada la muestra total, se procedió a la evaluación diagnóstica. En primer lugar, se procedió a la evaluación de las citadas variables mediante la pasación de pruebas que fueron cumplimentas por los propios sujetos y por los padres de los mismos en algunas de ellas. Se trata de un proceso de evaluación, que se inició en el año 2002 y con una duración aproximada de un año. El lugar de ubicación de este proceso de evaluación, fue el hospital Vall d’Hebrón. Finalmente, se procedió a un abordaje terapéutico con algunos de estos niños.

 

Resultados

Acorde al propósito de obtener un perfil psicológico de los hijos de madres maltratadas, tras la pasación de las diferentes pruebas, se procedió a realizar una comparación entre las puntuaciones obtenidas en los diferentes tests cumplimentados por el propio sujeto con la información aportada por ambos progenitores y profesor en el CBCL, obteniéndose los siguientes resultados:

Los resultados en la capacidad intelectual son generalmente medios (CI= 100) y contrastan con las conclusiones obtenidas a partir del contenido terapéutico. Los profesores de estos niños nos refieren que estos tienden a rendir por debajo de sus posibilidades, con lo cual nos hace pesar en la presencia de una inhibición intelectual.

Por otro lado, se aprecia niveles de ansiedad elevados en estos niños. Las puntuaciones obtenidas en ambos cuestionarios STAIC y CBCL (padres), son coincidentes en destacar este aspecto como significativo. Obteniéndose, de este modo, en el primer cuestionario STAIC: seis niños que presentan ansiedad, cuatro de ellos con una ansiedad bastante elevada y dos de ellos con una ansiedad moderada. Mientras que los resultados obtenidos en cuestionario CBCL (padres)reflejan la presencia de quejas somáticas en seis niños, dos de ellos obtienen una puntuación significativa en el área esquizoide-ansioso y cinco de ellos en el área obsesivo compulsivo.

Por lo que se refiere a la sintomatología de tipo depresiva, se aprecia que cuatro de los once niños, manifiestan una depresión moderada. Estos resultados obtenidos a partir del cuestionario CEDI son coincidentes con la información aportada por la madre mediante el cuestionario CBCL

Paradójicamente, la hiperactividad, que en muchos de estos niños se presenta como motivo de consulta, las puntuaciones obtenidas, no confirman la presencia de un trastorno de la actividad y de la atención, pues únicamente dos de las madres destacan este factor como significativo en sus hijos y, tan sólo, uno de ellos, es diagnósticado con este tipo de trastorno.

Por otro lado, en el área de la incomunicación y retraimiento del CBCL se obtiene puntuaciones elevadas en incomunicación en dos niños y en retraimiento en uno de ellos; dificultades de contacto y de expresión que confirmamos también en la observación terapéutica.

Otro aspecto paradoxal a destacar es que la inhibición afectiva observada dentro de casa, contrasta con un afán de búsqueda de afecto y relaciones sociales.

De todo ello, podríamos concluir que existe un perfil psicológico en nuestra muestra, caracterizado por una constelación concreta de síntomas: quejas somáticas, obsesión-compulsión, ansiedad elevada y depresión moderada.

 

Terapéutica

El método terapéutico llevado a cabo con estos niños, ha sido básicamente de apoyo y de tipo dinámico, empleándose para ello la terapia de juego. Este tipo de terapia es en particular útil en los niños de padres maltratadores, pues la mayoría de estos niños, expresan sus sentimientos y fantasías más profundas a través de la acción y facilita la verbalización de sus experiencias traumáticas.

El objetivo de este proceso terapéutico, ha consistido, principalmente, en ayudar a los niños a dominar múltiples tensiones de maltrato y de negligencia familiar; y corregir o prevenir desviaciones en el desarrollo psicosocial en un futuro. A fin de facilitar su comprensión, se ha decidido describir los componentes terapeúticos que se muestran a continuación teniendo en cuenta la fase inicial, media y final de la terapia:

- La actitud del niño frente al terapeuta.
- El contenido y/o material de la terapia.
- La relación madre e hijo respecto al proceso de la terapia.
- Relación madre-terapeuta.

 

La actitud del niño frente al terapeuta

En la primera etapa de la terapia se aprecia cierta inhibición en el niño, tiende a mostrarse retraído y con una actitud precavida y algo desconfiada; en el juego no hay iniciativa. Posteriormente, esta conducta de evitación que adopta el niño al inicio de la terapia va disminuyendo y ésta es sustituida por una mayor verbalización. Los acontecimientos se explican manifestando cierta agresividad; apreciándose una relación directamente proporcional entre verbalización y agresividad: a mayor verbalización, mayor agresividad.

No es hasta más adelante, en un segundo período de la terapia, cuando se produce un contacto positivo con el terapeuta. En este momento, fluye la expresión espontanea de las emociones y de los sucesos vivencias secundarias a los sucesos traumáticos que le preocupan, pero no la misma situación traumática, detectando el terapeuta vergüenza y bochorno. Ante estas dificultades, adopta una actitud astuta y precavida, en la que no hay confianza total para expresar las disfunciones familiares.

En definitiva la evolución terapéutica podría resumirse en tres fases:

1ª Fase

Al inicio del proceso terapéutico del niño, su comportamiento sustituye el malestar, mostrándose más agresivo y tenso, con verbalizaciones de lta intensidad.

2ª Fase

A corto o medio plazo, en cambio, es capaz de expresar que las cosas aparentemente le van bien, haciendo referencia esencialmente a los acontecimientos importantes, pero nunca a los esenciales y traumáticos.

3ª Fase

 

Finalmente, en la última fase de la terapia, explica los hechos esperando la crítica del terapeuta y produciéndose una mayor emotividad al relatar los hechos.

 

Contenido o material de la terapia

Por lo que se refiere al contenido o material de la terapia, es frecuente encontrar temas expresados sobre enfrentamientos con compañeros empleando un lenguaje agresivo y jactancioso. Sin embargo, la agresividad del padre hacia la madre, en el discurso se tiende a eludir, limitándose a explicar los acontecimientos graves en el que el niño ha podido estar implicado (enfrentamientos verbales, sanciones irracionales, etc, . . ).

Generalmente, el niño se muestra ambivalente: justifica al progenitor agresor o en algunos casos, el niño expresa las situaciones agresivas, haciéndolo responsable. En este momento, se produce una mayor conciencia de la situación. El adolescente, en cambio, con su mayor madurez, comienza a realizar unas críticas más claras de los hechos importantes. La mayor capacidad de expresar este malestar dependerá de la presencia de terceras personas, como puede ser los abuelos. En el caso de que no estén presentes estas personas, el niño comenzará a hacer protestas más airadas y reivindicativas dirigidas a la madre.

En una segunda fase de la terapia, el niño expresa frustración que tiende a manifestarse a través de cambios bruscos de humor y cierta violencia. No es hasta más adelante, en una última fase de la terapia, cuando el niño empieza a mostrarse más tranquilo, buscando a valoración del terapeuta de los hechos frustrantes, superando la vergüenza al contarlo.

 

Relación madre-hijo respecto al proceso de la terapia

En la relación entre madre e hijo se percibe grandes conflictos. El niño en la relación con los progenitores tiende a cambiar de aliados. De este modo, puede estar bastante enfrentado con el padre y, posteriormente, con la madre.

A lo largo de la terapia, el niño puede entrar en una conducta de verbalización o no del problema que tiene con la madre, es lo que denominamos etapa de concienciación. Si durante este período se produce una resolución por parte de la madre, la situación que se generará con ella será de diálogo y, por lo tanto, se expresará en la terapia. Sin embargo, si la madre no es capaz de resolver el problema, el niño experimentará una actitud hostil hacia ella como la que ve en el padre, quizás identificándose con el agresor.

 

Relación Madre- Terapeuta


En una primera etapa la actitud de la madre es de colaboración. Sin embargo, a medio plazo, en la relación madre- terapeuta se percibe una actitud por parte de ella de no permitir que el niño explique lo acontecido, creándose lo que se podría denominar como “un pacto de silencio”. A medida que se va produciendo una mayor verbalización del niño, la madre podría entrar en rivalidad con el terapeuta con una conducta instigadora que obstaculiza el proceso terapéutico.

En el transcurso de la terapia, se aprecia un gran vínculo entre la madre e hijo, y un cierto entorpecimiento de la buena dinámica dea las sesiones semanales de terapia. Hemos observado en diferentes casos, una interrupción arbitraria de las sesiones terapéuticas que pueden abortar el tratamiento.


Discusión

Considerando los resultados obtenidos en las pruebas administradas a los diferentes grupos (padres, niños y profesores) y teniendo en cuenta los propósitos iniciales, se puede apreciar que el perfil psicológico obtenido en los tests en los cuestionarios CBCL. sintomatología de tipo ansioso y depresivo.

Parece ser que en la mayoría de los casos, la expresión de la ansiedad, suele producirse mediante quejas somáticas y compulsivas, más que por aspectos relacionados con la cognición. En este sentido, tal y como señala Vallejo Ruiloba, J. ( 1997) (12) que nos describe la psicogénesis de las obsesiones, basadas en un estilo educativo coercitivo como el que poseen las familias con maltrato.

Por otro lado, a pesar de ser la hiperactividad uno de los motivos de consulta más habituales en estos niños, al destacar las madres en ellos inquietud y dificultades para sostener la atención, esto no aparece en los resultados obtenidos en las pruebas administradas a los niños y los cuestionarios de los profesores.

En definitiva, el perfil psicológico que hacen los padres y el niño, no parece coincidir con la descripción que realizan los profesores, pues estos últimos los describen como niños normales sin patología alguna y que tienden a presentar cierta inhibición intelectual. Considerando estos resultados, se podrían generar dos hipótesis: Por un lado, que los profesores se han mostrado excesivamente discretos en sus respuestas, probablemente debido a que desconocen la situación de violencia. Por otro lado, que en la escuela el niño presenta un comportamiento adecuado, quizás algo inhibido pero no patológico.

De todo ello, podemos concluir que e perfil de estos niños se corresponde a niños sanos con una manifestación patológica reactiva a una situación de estrés crónico familiar. Finalmente, la conducta del niño durante el proceso terapéutico coincide con la aportación descriptiva del profesor: Generalmente, tiende a presentar una falta de iniciativa en sus acciones, muestra actitudes evitativas ante las tareas y silenciamiento del problema que le embarga.


Bibliografía

1 Echeburua , E. Corral, P. Amor, P. J. Sarasua, B. , Zubizarreta, I“(1997) “Repercusiones psicopatológicas de la violencia doméstica”. Revista de psicopatología y psicología Clínica, 2 , pp 1- 19.

2 Echeburúa, E y Corral, P. ”Manual de violencia familiar”Siglo XXI Editores. Madrid 1998.

3 Alcázar, M. A. Gómez Jarabo, G. ”Aspectos psicológicos de la violencia de género. Una propuesta de intervención”. psicopatología Clínica , Legal y Forense, Vol. 1 N° 2 , 2001 pp 33-49.

4 Walker, L: “The battered woman”. Harper & Row. New York 1979

5 Linares, J. L. Curso sobre violencia doméstica. psiquiatría hospital Vall d’Hebron de Barcelona , noviembre 2002

6 Boubil “Syndrome d’Ifigenia” Neuropsychiatrie de l’Enfance et l’Adolescence. Juin, 2001.
7 Marr, N. ”The epidemy of violence”. Michigan Medicine 93 (5) 34-49 , 2001

8 Costa Pau, M. “De tal palo tal paliza”. Diario El País . Barcelona, 12 enero 2003.

9 González de Rivera , J. L. “El maltrato psicológico”Espasa Calpe . Madrid 2002

10 Gardner, H. “Estructuras de la mente” F. C. E. México, 1987

11 Achenbach, TM & Edelbrock, C. S. “ Manual for the Child Behavior Checklist and revised Child Behaviour Profile. University of Vermont, 1983.

12 Vallejo Ruiloba “Estados obsesivos”. Paidós. Barcelona, 1997.

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