El estrés laboral se puede definir, como el resultado de la relación entre las exigencias o demandas del mundo laboral y la capacidad de los individuos para hacerles frente. En este proceso van a influir las características de la situación (demandas) y las características del sujeto (recursos). Si las demandas de la situación superan a los recursos del individuo, tenderá a producirse una situación de estrés, en la que el individuo tendrá que generar más recursos, para hacer frente a la situación.
Si esta reacción de estrés se mantiene durante mucho tiempo, se puede llegar a una situación de agotamiento, en la que el individuo se siente incapaz de hacer frente a la situación y experimentará altos niveles de excitación y angustia, en deterioro del rendimiento, la salud física y la salud mental, produciéndose una serie de reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión. En este trabajo se exponen las técnicas psicológicas más eficaces para prevenir o eliminar los efectos del estrés (reestructuración cognitiva, relajación y resolución de problemas) así como el manejo de las diferentes respuestas emocionales producidas por el estrés (ansiedad, tristeza, depresión, ira).
Autor:
Esperanza Dongil Collado
Universidad de Valencia
Facultad de Psicología
Dpto. de personalidad, Evaluación y tratamiento Psicológico.
m. esperanza. dongil@uv. es
webs. ono. com/atencionpsicologica
Prevención y tratamiento del estrés laboral
El estrés laboral se puede definir, como el resultado de la relación entre las
exigencias o demandas del mundo laboral y la capacidad de los individuos para
hacerles frente. En este proceso van a influir las características de la situación
(demandas) y las características del sujeto (recursos). Si las demandas de la
situación superan a los recursos del individuo, tenderá a producirse una
situación de estrés, en la que el individuo tendrá que generar más recursos,
para hacer frente a la situación. Si esta reacción de estrés se mantiene durante
mucho tiempo, se puede llegar a una situación de agotamiento, en la que el
individuo se siente incapaz de hacer frente a la situación y experimentará altos
niveles de excitación y angustia, en deterioro del rendimiento, la salud física y
la salud mental, produciéndose una serie de reacciones emocionales negativas
(desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la
depresión.
En este trabajo se exponen los principales modelos que intentan explicar el
estrés laboral (Modelo de la Valoración de Lazarus, modelo demandas-control
de Karasek y modelo del desequilibro esfuerzo-recompensa de Siegrist), los
efectos del estrés sobre el rendimiento, las diferentes respuestas emocionales
producidas por el estrés (ansiedad, tristeza, depresión, ira) y cómo manejarlas,
la fisiología del estrés, los instrumentos de evaluación con mayor apoyo
empírico, las técnicas más eficaces para prevenirlo o eliminarlo
(reestructuración cognitiva, relajación y resolución de problemas), así como,
pautas para detectar y prevenir situaciones de Mobbing y Burnout en el trabajo.
Palabras clave: estrés laboral, rendimiento, mobbing, burnout, modelo de la
Valoración de Lazarus, modelo demandas-control de Karasek. modelo de
esfuerzo-recompensa de Siegrist.
Key words: Job stress, performance, mobbing, burnout, Lazarus model of
appraisal, Karasek's demand-control-support model, Siegrist's effort-reward
model.
INTRODUCCION Y CONCEPTO
El término estrés procede de la física y de la arquitectura y se refiere a la fuerza
que se aplica a un objeto, que puede deformarlo o romperlo. Importado para la
psicología por Hans Selye, el término estrés, hace referencia a acontecimientos
o situaciones que plantean fuertes demandas para el individuo, a las que tiene
que dar una respuesta, que pueden agotar sus recursos. Se considera que el
estrés se producirá como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas
del ambiente (estresores) y los recursos disponibles del sujeto. En esta
interacción los elementos a considerar son: las variables situacionales, las
variables individuales y las consecuencias del estrés.
Cuando la demanda del ambiente (laboral, social, etc. ) es excesiva frente a los
recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de
reacciones adaptativas, que tienen como objetivo movilizar los recursos para
hacer frente al estresor. Esta reacción de estrés incluye una serie de
reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles las más
importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión.
La ansiedad es una reacción emocional de alarma,
que surge ante
situaciones ambiguas, o de resultado incierto, y nos pone en alerta cuando
anticipamos la posibilidad de obtener un resultado negativo para nuestros
intereses. La ansiedad nos activa y nos prepara para actuar ante una amenaza
percibida. El nivel de activación dependerá del grado de amenaza que
percibamos y de los recursos o capacidades con los que contemos para
afrontar dicha situación.
Los síntomas de ansiedad más frecuentes se manifiestan a tres niveles
diferentes; a nivel cognitivo-subjetivo: preocupación, temor, inseguridad,
dificultad para decidir, miedo, pensamientos negativos sobre uno mismo,
dificultades para pensar, estudiar, o concentrarse, etc. A nivel fisiológico:
sudoración, tensión muscular, palpitaciones, taquicardia, temblor, molestias
en el estómago, dificultades respiratorias, dolores de cabeza, mareo,
náuseas, etc. A nivel conductual-observable: evitación de situaciones temidas,
fumar, comer o beber en exceso, intranquilidad motora (movimientos
repetitivos, rascarse, tocarse, etc. ), ir de un lado para otro sin una finalidad
concreta, tartamudear, llorar, quedarse paralizado, etc.
El estrés es un proceso más general que la ansiedad, pues implica reacciones
emocionales diversas (alegría, tristeza, enfado, satisfacción. . . . ) y está asociado
a cansancio y agotamiento. La ansiedad está más asociada a un estado de
nerviosismo ante una amenaza percibida.
DISTINTOS ENFOQUES EN EL ESTUDIO DEL ESTRES
El estrés ha sido entendido de diferentes formas: como reacción o respuesta
del individuo (cambios fisiológicos, reacciones emocionales, cambios en el
comportamiento, etc. ). Como estímulo (acontecimiento capaz de provocar una
reacción de estrés, por ejemplo, eventos vitales estresantes que afectan de
manera fundamental nuestra existencia (salud, familia, divorcio, despido,
catástrofes. . . ), son situaciones de origen externo al propio individuo y no se
atiende a la interpretación o valoración subjetiva que pueda hacer el sujeto.
Sucesos vitales menores; contratiempos de cada día (burocracia, atascos,
relaciones sociales, estrés tecnológico, trabajo) y sucesos menores estables
(ruido, frío, calor, etc. ).
La definición más aceptada en el estudio del estrés, ha sido la que entiende el
estrés como interacción entre las características del estímulo o estresor y los
recursos del individuo. Desde esta perspectiva, el estrés se explica como
consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente (estresores
internos o externos) y los recursos disponibles del sujeto.
Según el modelo de la Valoración de Lazarus, es más importante la valoración
que hace el individuo que las características objetivas de la situación. Si una
persona interpreta una situación como muy amenazante, (aunque
objetivamente no lo sea) y considera que no tiene recursos suficientes para
hacer frente a esa situación (capacidad de afrontamiento frente a ese peligro
percibido) surgirá una fuerte reacción de estrés. Si además, estima que las
consecuencias serán muy negativas si no es capaz de hacer frente al estresor,
se activará más, con el fin de generar más recursos para atender dicha
condición. Una vez que ha surgido la reacción de estrés el individuo seguirá
realizando reevaluaciones posteriores de las consecuencias y de sus recursos.
Estas reevaluaciones son continuas y pueden modificar la intensidad de la
reacción, disminuyéndola o aumentándola.
La situación puede ser más o menos estresante (según las exigencias que
plantee o demande al individuo). El individuo valora subjetivamente las
demandas de la situación (o estresor) y los recursos con los que cuenta para
responder a las demandas. En función del equilibrio entre demanda y recursos
se pone en marcha una mayor o menor movilización de nuevos recursos a nivel
cognitivo, fisiológico y conductual.
El síndrome general de adaptación (S. G. A. ) explica los cambios que se van
produciendo en el organismo como consecuencia de la presencia, más o
menos mantenida de un estresor o situación de estrés, en tres fases o etapas:
1. Alarma: ante las demandas de una situación se estimula el organismo y se
inicia un proceso de activación, que permite que éste alcance su objetivo,
volviendo a la "normalidad" cuando el estímulo ha cesado.
2. Resistencia: cuando se mantiene la presión, y las personas empiezan a
tener una sensación de disconfort (tensión muscular, palpitaciones, etc. ).
3. Agotamiento: cuando continúa el estresor durante mucho tiempo, se
pueden producir alteraciones funcionales y/u orgánicas: son las llamadas
"enfermedades de adaptación.
FISIOLOGÍA DEL ESTRÉS:
El proceso de estrés produce la activación del eje hipofisosuprarrenal y del
sistema nervioso autónomo. El eje hipofisosuprarrenal (HSP) está compuesto
por el hipotálamo, que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el sistema
nervioso, la hipófisis, y las glándulas suprarrenales. El sistema nervioso
autónomo (SNA) es el conjunto de estructuras nerviosas que se encargan de
regular el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas de sus
funciones de manera involuntaria e inconsciente. Ambos sistemas producen la
liberación de hormonas, sustancias elaboradas en las glándulas que,
transportadas a través de la sangre, excitan, inhiben o regulan la actividad de
los órganos.
Cuando el organismo percibe amenaza, el cerebro envía una señal al SNA que
inmediatamente se hiperacelera. El SNA tiene como misión preparar a nuestro
organismo para afrontar situaciones peligrosas. Está formado por el Sistema
nervioso Simpático y el Sistema nervioso Parasimpático. Ambos son
complementarios y antagonistas. En cuanto el cerebro envía una señal de
peligro al SNA, éste activa al SNS dando una orden a las glándulas
suprarrenales que inyectan adrenalina y noradrenalina en la sangre. Estas
sustancias se encargan de acelerar el organismo.
CONSECUENCIAS PATOLÓGICAS DEL ESTRÉS:
El estrés tiene efectos tanto positivos (euestrés) como negativos (distrés). En
un primer momento, el efecto activador del estrés suele generar consecuencias
positivas (p. ej. sobre el rendimiento). Con el tiempo, esas consecuencias se
pueden volver negativas (si se mantiene demasiada activación, durante mucho
tiempo). Casi siempre se entiende por "estrés" el que tiene consecuencias
negativas sobre: el rendimiento, la salud física y la salud mental.
Para poder ejecutar una conducta, una acción, se requiere un nivel óptimo de
activación. Si estamos poco activados nos falta motivación, energía, recursos.
Si estamos demasiado activados no podemos canalizar la energía para actuar
correctamente. Si el nivel de activación es desproporcionado a la cantidad de
amenaza real, movilizamos demasiada energía sobrepasando el Nivel Optimo
de Activación que necesitamos para actuar correctamente frente a esa
situación. Este despilfarro produce agotamiento por tensión, dificultades para
dormir, desorganización, pérdida de rendimiento, pudiendo sufrir una situación
de caos.
Aunque el estrés es un proceso normal, puede llegar a producir consecuencias
patológicas. Si las demandas son excesivas, en relación a los recursos, se
incrementa la intensidad de la respuesta. Si se mantiene demasiado tiempo
una elevada respuesta a estresores, puede comenzar un proceso patológico,
en el cuál se van agotando los recursos, pero se sigue demandando una
movilización de los mismos. Al final, el estrés laboral es un factor psicológico
que puede afectar a la salud y a la esperanza de vida (además de afectar al
rendimiento y producir altos costes), es un factor que se puede medir y
fácilmente modificar mediante técnicas psicológicas de intervención basadas
en la evidencia científica.
TÉCNICAS DE MANEJO DE ansiedad PARA EL CONTROL DEL ESTRÉS
Existen diferentes técnicas que se emplean en programas dirigidos a reducir o
controlar dicho estrés. Distintos autores señalan que hay dos niveles para
intervenir: intervenciones centradas en el individuo y centradas en la reducción
de los estresores situacionales en la organización. Las técnicas clásicas que se
emplean en el enfoque centrado en el individuo son la relajación, las técnicas
cognitivas y las centradas en la conducta.
Técnica de relajación muscular progresiva de Jacobson
El objetivo de esta técnica es enseñar al sujeto a identificar las señales fisiológicas
que provienen de los músculos cuando están en tensión, y posteriormente ponga
en marcha las habilidades aprendidas para reducirlas (relaje). La relajación actúa
en el Sistema nervioso Periférico de forma contraria al estrés, por lo tanto no
se puede estar relajado y ansioso a la vez.
El entrenamiento en relajación resulta muy útil para controlar emociones
negativas desagradables como ansiedad, miedo, ira, dolor, depresión,
insomnio, fobias y algunas adicciones. Disminuye la tasa cardiaca, la presión
arterial y el ritmo respiratorio. Aumenta la temperatura corporal y baja la
tensión muscular.
El procedimiento consiste en la realización de ensayos continuados en los que el
sujeto aprende a percibir las sensaciones de tensión y distensión que provienen de
la músculos y cómo estas se modifican al realizar los ejercicios correspondientes.
Actualmente se utilizan versiones abreviadas (Wolpe, 1958; Berstein y Borkovec,
1973).
Cambios Específicos
Disminución
- Tensión muscular tónica
- Frecuencia e intensidad del ritmo cardíaco
- Actividad simpática general
- Niveles de secreción de adrenalina y noradrenalina
- Frecuencia respiratoria
- Consumo de oxígeno y eliminación de C02 sin cambios en el cociente respiratorio
- Nivel de ácido láctico en la sangre arterial
Aumento
- Vasodilatación arterial, riego periférico y oxigenación celular
- Intensidad y regularidad del ritmo respiratorio
Cambios Generales
Disminución
- Metabolismo basal
- Indices de colesterol
- Acidos grasos en plasma
Aumento
- Nivel de leucocitos
- Mejora del funcionamiento del sistema inmunológico
- Ritmos alfa y theta cerebrales
- sensación especial de confort, tranquilidad
Técnicas cognitivas
La ansiedad está íntimamente ligada con los procesos cognitivos, en una doble
dirección por un lado, existen una serie de procesos cognitivos que pueden
generar ansiedad, tales como valoración de la situación, tipos de atribuciones
causales, expectativas negativas, creencias irracionales, pensamientos
automáticos, pensamientos deformados, autoinstrucciones, o autoeficacia
percibida, pero por otro lado, toda una serie de procesos cognitivos
superiores pueden verse alterados por la ansiedad, como por ejemplo,
memoria, pensamiento, categorización, evaluación de estímulos, juicios, toma
de decisiones, solución de problemas, etc. Veamos brevemente cómo algunos
procesos cognitivos pueden generar ansiedad:
Comencemos por el concepto de valoración, sabemos que cuando un
individuo valora una situación como una amenaza, comienza una reacción de
ansiedad, que será mayor si este individuo valora su capacidad de
afrontamiento frente a dicha amenaza como insuficiente o escasa (Lazarus y
Folkman, 1986). Esta comprobado también, que todos tendemos a hacer
atribuciones causales sobre los resultados de nuestras acciones (Weiner,
1986). Se ha comprobado en diferentes estudios que el tipo de atribuciones
que realizan las personas está relacionado con su nivel de ansiedad.
Las expectativas son una probabilidad subjetiva de que un suceso pueda
llegar a ocurrir, de manera que las expectativas tienden a cumplirse, cuando el
resultado depende del individuo. Si un individuo tiene expectativas positivas de
conseguir algo es más probable que lo consiga que si mantiene expectativas
negativas. Por lo general, los individuos con alta ansiedad presentan un
elevado número de expectativas negativas sobre muchos resultados que son
importantes para ellos, lo que hace aumentar su tensión con respecto a tales
resultados.
A veces nuestro comportamiento parece apoyarse en ciertas creencias
irracionales, que a veces no son demasiado conscientes para nosotros, en el
sentido de que no las verbalizamos, o discutimos, pero que suponen en el
fondo fuertes convicciones que nos sirven de guía en nuestra conducta.
Algunas técnicas cognitivas, como la terapia racional emotiva de Ellis (1975),
han desarrollado procedimientos para hacer ver al individuo que se está
comportando de acuerdo con esta creencia irracional y se le ayuda a
modificarlo, lo que cambiará también sus emociones (se reducirá su ansiedad)
y cambiará su conducta en general.
Los pensamientos deformados son razonamientos equivocados que el sujeto
da por buenos, alejándose así de una correcta interpretación de la realidad, con
todos los problemas que ello conlleva. Por ejemplo, los sujetos ansiosos
tienden a exagerar la importancia de un pequeño suceso negativo
(magnificación), o por el contrario se minimiza la importancia de un evento
positivo.
Las autoinstrucciones se refieren a la autocharla interna que mantiene el
individuo consigo mismo en cualquier situación, mientras valora su conducta,
resalta los aspectos positivos o negativos de su actuación, se da instrucciones
a sí mismo para seguir adelante, etc. Estas autoinstrucciones están muy
relacionadas con la conducta observable, de manera que una mala actuación
suele estar precedida por una autocharla muy negativa. El resultado en este
caso será una reacción de ansiedad y una peor ejecución de la propia conducta
en dicha situación (Meichenbaum, 1987).
La autoeficacia percibida se refiere al grado de control percibido que el sujeto
cree poseer sobre sus emociones y sobre su conducta en una determinada
situación. Está directamente relacionada con la consecución de los resultados
deseados e inversamente relacionada con el nivel de ansiedad alcanzado
cuando se está intentando conseguir dichos resultados (Bandura, 1977).
Los terapeutas con orientación cognitiva utilizan una amplia variedad de
estrategias, algunas puramente cognitivas y otras más conductuales, hasta el
punto de que algunos autores señalan que la efectividad de las técnicas
cognitivas también podría explicarse en base a principios no cognitivos.
Técnica de Resolución de problemas
Definición del problema:
Reunir información: de manera específica, clara, sin mezclar con
otros problemas.
Clarificar: ¿por qué es un problema para ti esa situación?
Meta realista: ¿qué cambios tendrían que ocurrir para que esto
dejara de ser un problema?
Reevaluar: ¿es necesario tomar la decisión en este momento?
Definición operativa: describirla.
Listado de todas las posibles soluciones:
Principio de cantidad: brainstorming, que sean realistas, específicas,
excluir la crítica.
Aplazamiento: no valorar la alternativa ahora.
Principio de variedad: cuanto más variadas mejor.
Evaluación de las ventajas e inconvenientes de cada posible solución:
Predicción de las consecuencias que tendría cada opción valorada,
utilidad de esas consecuencias.
Eje personal: necesidades satisfechas o no satisfechas gracias a esa
opción. Metas que se cumplen. Que consecuencias van a aparecer
con esa opción.
Eje social: efectos que esa solución va a tener sobre otras personas
relevantes.
Toma de decisión: elección de la alternativa menos mala. Evaluación de los
resultados.
Técnicas conductuales
Tienen como fin el promover conductas adaptativas que doten al individuo de
una serie de estrategias de comportamiento que le ayuden a afrontar el estrés.
Se utilizan diferentes técnicas como el entrenamiento asertivo, en habilidades
sociales, exposición a situaciones difíciles, o estrategias de organización y
control del tiempo.
Referencias
Comisión Europea (2000). Guía sobre el estrés relacionado con el trabajo. ¿La
«sal de la vida» o el «beso de la muerte»? Luxemburgo: Autor.
Disponible en:
http://ec. europa. eu/employment_social/publications/2002/ke4502361_es. p
df
Fernández Abascal, E. G. (1995). estrés. En E. G. Fernández Abascal (Ed. ),
Manual de Motivación y emoción (pp. 489-522). Madrid: Centro de
Estudios Ramón Areces.
Labrador, F. y Crespo, M. (1993). Estrés: Trastornos psicofisiológicos. Madrid:
Eudema.
Merín Reig, J. , Cano-Vindel, A. y Miguel-Tobal, J. J. (1995). El estrés laboral:
bases teóricas y marco de intervención. ansiedad y estrés, 1, 113-130.
Peurifoy, R. (1993). Venza sus temores. ansiedad, fobias y pánico. Barcelona:
Ed. Robin Book.
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