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Rasgos psicopatol​ógicos de Martin Lutero.

Autor/autores: Mikel Haranburu Oiharbide , Jesús Guerra Plaza, Nekane Balluerka Lasa, Arantxa Gorostiaga Manterola
Fecha Publicación: 30/03/2014
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Palabras clave: psicopatológico


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RASGOS PSICOPATOLÓGICOS DE MARTIN LUTERO
PSYCHOPATHOLOGICAL TRAITS OF MARTIN LUTHER
Mikel Haranburu Oiharbide; Jesús Guerra Plaza; Nekane Balluerka Lasa; Arantxa Gorostiaga Manterola;
Universidad del Pais Vasco.
mikel. haramburu@ehu. es
Lutero, protestante, Hitler, obsesivo-compulsivo, anti-judaísmo.
Luther, Protestant, Hitler, obsessive-compulsive, anti-Judaism.

RESUMEN
Para entender la emergencia y la propagación de la reforma luterana hay que situarse en el contexto
de las condiciones socio-económicas de la Europa de inicios del siglo XV. En una época en la que en
Italia florecía el renacimiento, Alemania estaba aún instalada en el feudalismo y seguía las directrices
de la Iglesia Romana. Esta institución explotaba a los alemanes por medio de sus diezmos y bulas,
mientras trataba de construir la basílica renacentista de San Pedro en el Vaticano. En este contexto
surge la figura de Martin Lutero, quien se opone a la autoridad papal y a la institución eclesiástica
para liderar la Reforma basada en la libre interpretación de la Biblia. El objetivo de nuestra comunicación es establecer la relación existente entre los rasgos psicológicos y psicopatológicos (problemas de
identidad, rasgos depresivos, rasgos obsesivo-compulsivos) de Martin Lutero y su comportamiento
ante las exigencias y condenas del papado, ante las aspiraciones de la nueva burguesía alemana y
de los príncipes alemanes, ante las revueltas de los campesinos o ante los problemas de su conciencia. Finalizaremos la comunicación, comparando el anti-judaísmo de Lutero con el antisemitismo de
Hitler.

ABSTRACT
If we want to understand the emergence and spread of the Lutheran Reformation we must place
them in the context of socio-economic conditions of the Europe of the early fifteenth century. In
a time when Renaissance flourished in Italy, Germany was installed in feudalism and followed the
guidelines of the Roman Church. This institution exploited the German people through their tithes
and bulls, trying to build the Renaissance basilica of St. Peter in the Vatican. In this context emerges
the figure of Martin Luther, who opposed papal authority and church institution to lead the reform
based on free interpretation of the Bible. The purpose of our communication is to establish the relationship between psychological and psychopathological traits (identity problems, depressive features
and obsessive-compulsive traits) of Martin Luther and his behavior in front of the demands and condemnations of the papacy, the aspirations of the new German bourgeoisie and the German princes,
the revolts of the peasants or his problems of consciousness. We end this paper comparing Luther's
anti-Judaism to the anti-Semitism of Hitler.

1. BIOGRAFÍA Y CONTEXTO HISTÓRICO DE MARTIN LUTERO
Lutero nació en Eisleben (Turingia), norte de Alemania, el 10 de noviembre de 1483. Era
una época en la que abundaban intelectuales y artistas como Maquiavelo, Rabelais, Miguel Angel,
Copérnico, Durero, Paracelso, da Vinci, Rafael, Erasmo. Sus padres eran Hans Luther y Margarethe
Ziegler. El padre de Martin Lutero era agricultor, pero en 1484 se trasladó a Mansfeld. Martín era
todavía un bebé cuando la familia abandonó su pueblo natal para trabajar en las minas de cobre y
de plata de la región de Mansfeld. Hans llegó a formar parte del Consejo Comunal de esa ciudad.
Martín diría más tarde que los sudores de su padre hicieron de él lo que era. Eisleben y Mansfeld
se encontraban cerca de las montañas Harz, y precisamente en las minas subterráneas de esas
montañas morirían en tiempos de los nazis varios miles de reclusos obligados a trabajos forzados.
Margarethe, madre de Martín, cuidaba de la familia y salía a los bosques a recoger leña
para venderla y mejorar así la economía familiar. Martín era el mayor de los hermanos. Tenía tres
hermanas y un hermano menor. La educación que recibió Martin fue muy rigurosa. Recibía palizas
por las faltas más ridículas, tanto en casa como en la escuela. Su padre era extremadamente severo
e incluso recibió castigos físicos de su madre. Lutero decía que sus padres fueron muy severos con él
y que eso le volvió tímido: su madre le azotó un día hasta sangrar por haber cogido una nuez. Decía
que sus padres sólo querían su bien, pero eran desmedidos en los castigos. Eran frecuentes en la
familia los cuentos de terror en los que el diablo castigaba a los niños desobedientes. La severidad
de los castigos alejó a Martín de sus padres y le convirtió en una persona desconfiada, tímida e
insegura, que sufría cambios extremos de su estado de ánimo, combinando períodos de depresión y
de exaltación.
Martín estudió latín en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En Magdeburgo estuvo solo un año,
pero allá conoció a los clérigos más pobres (Nullbrueder: los Hermanos Cero) y conoció también al
príncipe de Anhalt, hermano del obispo de Merseburg, mendigando con el solideo de la orden de los
Descalzos. En Eisenach convivió con una familia de origen italiano.
Entre 1501 y 1505 Lutero estuvo en Erfurt, con el objetivo de estudiar derecho, tal como
quería su padre. Obtuvo los grados de bachiller y maestría, estudiando el ciclo de las artes liberales
(música, gramática, lógica, astronomía, metafísica); se familiarizó con la filosofía de Aristóteles, la
espiritualidad occamista, el humanismo de Crotus Rubeanus y la cultura antigua. En 1502 recibió el
grado de Bachiller de Filosofía, siendo el decimotercero de entre cincuenta y siete candidatos. Estudió
las teorías de autores como Tomás de Aquino, Alberto Magno, Avicena y Averroes. En junio de 1505
obtuvo el título de Maestro en Artes, siendo el segundo entre diecisiete alumnos; su padre empezó
a tratarle de Usted y a buscarle una esposa honorable, pero él se hundió en la melancolía. Estaba
obsesionado con el tema de la muerte y del juicio final, ambos relacionados con las tentaciones
sexuales.
En 1505, a raíz de una experiencia traumática relacionada con rayos, tuvo un ataque de pánico
y se sintió aterrorizado (terrore eta agonis mortis subitae circumvallatus); en ese estado prometió
a Santa Ana que si le libraba de la muerte se haría monje: "Ayúdame Santa Ana. Me convertiré
en monje". Salió ileso de la tormenta, y después de debatir durante algunas semanas con sus
compañeros sobre la promesa, decidió ingresar en el monasterio de los agustinos de Erfurt; desde
allí informó por carta a su padre de la decisión que había tomado, produciendo un gran enfado en él.
Su padre quería que Martín fuera abogado y trabajara para los príncipes, mercaderes y gremios y no
para el clero, el obispado o el papado. En consecuencia, Hans no aprobó la decisión de su hijo. Tal
vez, la muerte de dos de sus hijos a raíz de la peste hizo que el padre de Lutero cambiara de opinión
sobre la decisión de su hijo, y que consintiera la decisión de Martín de ser fraile. Esa decisión, tomada
en estado de duelo, no acabó con el conflicto que tenía Martín entre dar la primacía a la lealtad al
padre terrenal o dársela a la lealtad al padre eterno.

Esta inesperada entrada de Lutero en el monasterio de agustinos de Erfurt se debió a la
brutalidad de su vida familiar y escolar. Aunque los agustinos eran moderados en técnicas de autoabnegación y muy rigurosos en prácticas religiosas, Martín se auto-impuso sus propias prescripciones
de abnegación y destacó por su vida ascética entre sus compañeros, llegando incluso a dormir en
la nieve sin ninguna manta. Lutero afirmó que si hubiera seguido esta mortificación por mucho más
tiempo se hubiera martirizado a sí mismo. Durante el primer año en el monasterio el espíritu de
Lutero estuvo muy tranquilo, porque estaba ocupado en sus rezos, confesiones y canciones, aislado
del mundo exterior, alejado de los estímulos sensoriales, separado del mundo y con muy pocos
momentos de privacidad.
En mayo de 1507 Martín invitó a su padre a la celebración de la primera misa. El padre acudió
acompañado de parientes y amigos y llevando veinte florines para la cocina del monasterio. Martín
tuvo un ataque de gran enfado durante la misa y estuvo a punto de escapar de la ceremonia, pero
un superior le retuvo; en la comida posterior a la misa el padre le dijo a Martín: Dios quiera que esto
no sea un engaño del diablo. Asimismo recordó a los frailes que le hablaban de la importancia del
ministerio sacerdotal el mandamiento que hacía referencia a honrar al padre y a la madre.
Lutero, desgarrado entre la obediencia al padre terrenal y al padre celestial, atrapado entre
las órdenes paradójicas de ambos padres, acabó con la luna de miel que mantenía desde que entró
en el monasterio y se sintió fracasado. A partir de esa celebración, Lutero no lograba apaciguar su
conciencia a pesar de todos sus sacrificios. Se confesaba repetidamente de sus pecados, llegando
incluso hasta pasar cinco horas al día confesándose. Los remordimientos de conciencia ("¿habré
confesado todos los pecados?, ¿me habré arrepentido lo suficiente?") le asaltaban continuamente y
llevaba una vida atormentada. Sufría una aguda ansiedad, que le hacía despertarse lleno de sudores.
De esta forma, desarrolló fobia al diablo, temor y odio a Cristo, y tuvo ataques y convulsiones
acompañados de inconsciencia. Eran cuadros similares a los cuadros psicóticos o límites. Su confesor
Staupitz le consolaba diciendo que Jesucristo salvaba incluso a los grandes pecadores. En la librería
del monasterio de Erfurt conoció la Biblia.
En 1509 Lutero volvió a sus estudios y se interesó por las nuevas ideas humanistas y por los
textos originales, se licenció en teología y dio conferencias sobre teología. La Biblia se convirtió en su
texto de estudio y de enseñanza.

Entre octubre de 1510 y marzo de 1511, siendo papa Julio II, viajó a Roma, en representación
de varios monasterios agustinos, y quedó escandalizado y decepcionado por la superficialidad, la
sensualidad, la mundanidad y el boato de los clérigos y de la jerarquía eclesiástica romana. Visitó las
siete iglesias, las reliquias de capillas y monasterios y realizó la confesión general. Subió de rodillas
los 28 escalones de la Basílica de San Juan de Letrán. En la Basílica de San Sebastián vio cómo siete
curas celebraban la misa en un altar en una hora. No están claros los motivos reales por los que viajó
a Roma, pero él dice que lo hizo a raíz de una promesa por la que tendría que realizar una confesión
general en la ciudad eterna. En las disputas posteriores con Roma nunca mencionó su estancia en
esa ciudad. Lutero no dejó constancia de que hubiera percibido las innovaciones del arte renacentista
italiano, lo cual no quiere decir que no fuera un hombre del Renacentismo. El Renacimientro liberó al
hombre de su mala conciencia, liberó al ego humano de la dictadura del superego, de la misma forma
que Lutero reivindicó la liberación de la iglesia alemana del yugo del papado.
En 1511 le enviaron al nuevo monasterio de Witteberg, y se doctoró en teología en 1512. Entre
1507 y 1512 vivió una intensa lucha interna, con conflictos espirituales que le llevaban a confesarse
y a auto-mortificarse permanentemente, puesto que consideraba a Dios como un juez implacable.
Martín trataba de apagar sus sentimientos de culpabilidad por medio de vigilias, auto-mortificaciones
y torturas. Sin embargo, nada le tranquilizaba.
A raíz de sus relaciones con Johann von Staupitz y debido a la lectura de las escrituras y de San
Agustín, cambiaron las ideas de Lutero sobre la justificación. Staupitz fue una persona importante
para Lutero. Como vicario general de la Congregación General de Agustinos de Alemania y decano
de la facultad de teología de la universidad de Wittenberg, Staupitz ayudó a Lutero a liberarse de la
angustia que sufría por el temor constante a un Dios cruel que le castigaría a la condenación eterna.
Staupitz trataba de mostrarle que el Dios del Nuevo Testamento era más misericordioso que el Dios
del Antiguo Testamento. Lutero no creía en sus propias capacidades para salvarse, y la lectura de las
escrituras le ofreció una salida, en cuanto que la justificación del hombre no provenía de sus acciones
sino de la fe en lo que decían las escrituras. Asimismo, Staupitz orientó a Lutero hacia su carrera
académica.
En 1514, Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Magdeburgo, fue elegido Arzobispo de
Mayence, gracias al dinero proveniente de una indulgencia plenaria que ofrecía. La mitad del dinero
proveniente de la venta de indulgencias fue destinada a los gastos de su elección y la otra mitad se
destinó al Papa. Este tipo de actuaciones acentuaron la oposición de Lutero hacia el papado que ya
venía fraguándose a raíz de su estancia en Roma.
A Lutero se le nombró vicario general de los agustinos en 1515, pero ocupó el cargo durante
poco tiempo, ya que prefería dedicarse a las labores de la cátedra de Escritura, que conservó hasta su
muerte. El enfrentamiento de Lutero con el papado fue progresivo. Empezó a raíz de unas conclusiones
que dedujo de un proceso de búsqueda personal que llevaba a cabo para liberarse de los tormentos
que le producía la conciencia de su culpabilidad. Estaba lleno de sentimientos de culpabilidad y
las continuas confesiones no lograban tranquilizar su espíritu. La búsqueda de su camino personal
basado en las escrituras le llevó a enfrentarse con los que ofrecían el perdón a cambio de la compra
de indulgencias. Lutero pensaba que las manchas del pecado se podían limpiar únicamente por la fe
en el evangelio, sin necesidad de confesarse o sin necesidad de comprar bulas. Además, durante el
año 1516 denunció que la Iglesia utilizaba el dinero de las indulgencias para la guerra, más que para
construir iglesias y ayudar a los pobres.

A pesar de todos esos antecedentes, se considera que la Reforma se inició el 31 de octubre
de 1517 cuando Lutero expuso sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de
Wittenberg y envió una copia de las mismas al arzobispado. Esas tesis estaban dirigidas contra la
venta de indulgencias que emitieron Julio II y León X para sufragar los gastos de la construcción
de la basílica de San Pedro en Roma; las tesis afirmaban que el perdón de la culpa y el castigo se
basaba en el arrepentimiento y no en las indulgencias. El arzobispo envió estas tesis a sus consejeros
de Aschaffenburg y a los profesores de la Universidad de Mainz. Los consejeros dijeron que eran
heréticas. Este informe fue enviado al papa. Aunque las tesis de Lutero estaban escritas en latín, se
tradujeron rápidamente al alemán y en pocas semanas adquirieron una amplia difusión, gracias a la
imprenta, lo que generalizó las protestas contra la venta de indulgencias.
Johannes Tetzel estaba ofreciendo indulgencias plenarias a cambio de dinero: "Cuando la
moneda suena en el cofre, el alma sale del purgatorio". En cuanto conoció las tesis de Lutero, Tetzel
le respondió con sus Ciento seis anti-tesis, afirmando que la autoridad y las enseñanzas del papa
estaban por encima de las de toda la iglesia católica y sus concilios. En Wittenberg los estudiantes
asaltaron a un vendedor ambulante que vendía estas anti-tesis y las quemaron en la plaza del
mercado. Lutero no aprobó esa acción.
Después de una reunión solemne de los agustinos en Heidelberg, en abril de 1518, en la que
Lutero presentó su teología sobre el pecado y la voluntad humana, envió una copia al Papa León X. El
punto de litigio con el Papa era que la justificación provenía de la fe, y no del sacramento. El papado
intervino y en agosto de ese mismo año Lutero fue acusado de herejía y convocado a Roma. Esta
citación causó una gran inquietud entre los amigos de Lutero que comenzaron a temer por su vida,
por lo que el elector Federico El Sabio intervino para que el tema de Lutero fuera tratado en Alemania.
El papa no quería enemistarse con Federico, por lo que accedió a su petición, y aprovechando que el
cardenal Cayetano se encontraba en ese momento en la Dieta de Augsburgo, se reunió con Lutero el
7 de Octubre de 1518. La reunión acabó mal y Lutero, temiendo por su vida, abandonó Augsburgo
en secreto el 20 de Octubre.
Lutero enseñaba en 1518 que los hombres se salvaban por su fe en Jesucristo y en la
misericordia de Dios, y no por sus méritos y oraciones. Basándose en San Pablo, defendía que la
justificación se logra por la sola fe y por las escrituras. Esta postura obedecía a la necesidad de
superar la gran ansiedad que sentía porque creía que no podría alcanzar la salvación únicamente por
medio de sus buenas obras. Lutero no encontraba dentro del hombre nada que le pudiera salvar. Si
quería verse libre de los pecados, debería creer en Dios. Solamente la fe y las escrituras (sola fides,
sola escriptura) puede justificar a los creyentes. Las Escrituras son la única fuente de fe; lo que da la
vida al alma es la palabra de Dios. Para Lutero la Iglesia no era un mediador necesario entre Dios y el
creyente; la salvación del creyente se podía dar fuera de la institución eclesiástica. Por medio de sus
postulados y sus corolarios, Lutero desafió los fundamentos de la Iglesia Romana: la exclusividad de
la salvación, la autoridad papal y la autoridad de los concilios; la única autoridad era la Biblia.
En 1519 murió el emperador Maximiliano. Los 7 príncipes electores (Brandeburgo, Palatinado,
Sajonia, Bohemia, Colonia, Maguncia y Tréveris) debían de elegir al Rey, a quien debía coronar el Papa
para llegar a ser emperador. Carlos V que gobernaba en Nápoles, Países Bajos, Flandes, Borgoña,
Franco Condado, Austria, Aragón, Navarra, Castilla y Nuevo Mundo, hizo bastantes concesiones a
estos príncipes electores, con el objeto de ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano.

La burguesía y el Renacimiento florecían en el norte de Italia, colocando a la persona individual
en el centro de interés, con su derecho a la libertad del pensamiento; para la nueva clase burguesa
el éxito era cuestión de mérito y no de cuna, y la nobleza se podía ganar por el dinero, mientras
que para la aristocracia medieval la nobleza se heredaba. A pesar de que en las ciudades de los
países germánicos existía una próspera burguesía y las condiciones estaban dadas para el cambio
renacentista, existía aún en las zonas rurales un fuerte feudalismo, los monasterios eran dueños de
las mejores tierras, el clero empobrecía a los campesinos por medio de sus diezmos y bulas, y los
espíritus estaban sujetos bajo la autoridad de la Iglesia Romana.
En junio de 1519 tuvo lugar la Disputa de Leipzig, en la que Lutero confrontó sus teorías con
las de Juan Eck. En esa Disputa se desafió directamente a la autoridad papal, se radicalizó la postura
de Lutero frente a la Iglesia Romana y se fraguó la ruptura con ella. Lutero rechazaba toda autoridad,
incluida la del Concilio, y no aceptaba más autoridad que la de la Biblia. Defendía el principio de libre
arbitrio.
Durante los años 1520 y 1521 se configuró el pensamiento de Lutero. En 1520 publicó la
obra Discurso a la nobleza cristiana de la nación alemana, obra en la que desarrolla la doctrina del
sacerdocio universal, dice que las Escrituras son inteligibles para los creyentes y defiende el libre
examen; Lutero invita a los príncipes alemanes a comprometerse en la reforma de la Iglesia, les
apela a que dejen de pagar tributos al papado y reformen los muros que mantienen cautiva a la
Iglesia. De hecho, el papado mantiene que el poder espiritual está por encima del secular, que Roma
es la única intérprete de las escrituras y que solo el papa puede convocar un concilio. Para Lutero,
todos los cristianos pueden interpretar las escrituras, y no solo el papa puede convocar los concilios.
En el libro Preludio sobre la cautividad babilónica de la Iglesia critica al papado y trata de
romper el sistema sacramental, acepta sólo el bautismo y la comunión y niega la teoría escolástica
de la transubstanciación.
En el libro Sobre la libertad del hombre cristiano defiende que la justificación deriva de la libre
gracia divina, no de los méritos humanos, y habla de la liberación espiritual del cristiano a través de
la fe. Para la justificación basta con la sola gratia, sola fide, sola scriptura, y no hacen falta los yugos
sacramentales que ha impuesto la Iglesia Romana. El cristiano puede oponerse a todo aquello que
coarte su libertad.

En El tratado sobre el Papado de Roma Lutero sostiene que el Papa no tiene ninguna autoridad
divina ni eclesial y es inútil en una Iglesia sin jerarquías. El 15 de junio de 1520 el Papa León X
publicó la bula Exsurge Domine, exigiendo que Lutero se retractase de sus errores en el plazo de
dos meses. Al terminar el plazo, Lutero quemó en Wittenberg la bula y varios volúmenes del derecho
canónico en los que se articulaban los privilegios de la Iglesia. León X le excomulgó el 3 de enero
de 1521 mediante la expedición de otra bula excomulgatoria, "Decet Romanum Pontificem"; esta
bula trataba de convertir a Lutero en un proscrito religioso, social y político. La protesta que había
comenzado en 1517 llevó a Lutero a romper con la Iglesia Romana en 1521.
También en 1521 Lutero fue convocado ante el emperador Carlos V en la Dieta de Worms.
Lutero llegó a Worms en una procesión triunfal, escoltado por cientos de soldados. En la Dieta se
le pidió que se retractase ante las autoridades eclesiásticas y seculares reunidas allí. Pidió un día
para considerarlo y al día siguiente dijo que no se retractaría a no ser que fuera convencido por las
Escrituras o por una razón evidente; afirmó que su conciencia estaba cautiva de la Palabra de Dios
y que no era ni recto ni saludable ir en contra de la conciencia: "Aquí estoy, no puedo hacer otra
cosa. Dios me ayude. Amén". Lutero mantuvo sus tesis y afirmó que solo le podían convencer por
los testimonios de las Escrituras, puesto que los papas y los concilios habían errado a menudo. Dijo
que no se podía retractar de nada. El 25 de mayo de 1521 el Emperador Carlos V y el nuncio papal,
cardenal Girolamo Aleandro, proclamaron el Edicto de Worms que declaraba prófugo y hereje a
Lutero. Pero Federico el Sabio de Sajonia le rescató e impidió que le apresaran los enviados del Papa.
Estuvo recluido en el castillo de Wartburgo, en compañía de su amigo Justo Jonás, traduciendo
el nuevo testamento del griego al alemán y escribiendo un tratado sobre la vida de los conventos:
"Sobre los votos monásticos". En este libro defendía que el instinto sexual es algo ineludible y que
no se podía suprimir sin perjudicar a la persona entera, salvo en casos excepcionales. La traducción
de la Biblia al alemán (un siglo antes Wycliffe había traducido la Biblia al inglés), realizada en 11
semanas, es un ejemplo de su germanismo. El nuevo testamento en alemán se publicó en 1522 y se
vendieron 5000 ejemplares en dos meses. Luego inició la traducción del antiguo testamento. Lutero
se convirtió en defensor del germanismo y en padre de la lengua alemana, consiguiendo unificar una
lengua que estaba dividida en diferentes dialectos, permitiendo a todos los alemanes leer y entender
la Biblia. Aparte de esos trabajos, Lutero llegó a escribir varios himnos, ya que concedía un gran valor
a la música. Lutero, en el castillo de Wartburgo sufría a veces de psicosis de la prisión.
Erasmo se distanció de Lutero después de lo de Worms. Atacó a Lutero en su tratado De Libero
Arbitrio. Lutero le respondió con el tratado De Servo Arbitrio.
En 1522 Lutero dejó Wartburgo y volvió a Wittenberg para restablecer el orden que habían
alterado los iconoclastas que destruían estatuas, crucifijos y altares.
La doctrina de Lutero sustituía la autoridad de la Iglesia por el libre examen de las escrituras.
De esta forma abría la puerta a diversos movimientos de contestación. En tiempos de Lutero los
campesinos soportaban duras condiciones tanto en sus impuestos, como en sus rentas y su trabajo.
Carentes de liderazgo y alegría para vivir, se encontraron con las teorías de Lutero que predicaban la
libertad cristiana. Lutero alentaba a los campesinos en contra de la autoridad de los príncipes, que
no hacían sino explotar a los campesinos. Con estas reflexiones Lutero se estaba erigiendo en líder
de los campesinos. Cuando los campesinos proclamaron sus reivindicaciones, la respuesta de Lutero
fue ambigua. Los campesinos continuaron con sus reivindicaciones, los príncipes se opusieron a ellos
y Lutero se posicionó a favor de los príncipes. Lutero se opuso a las demandas de los campesinos,
a pesar de que las peticiones de éstos eran razonables: abolición de la servidumbre, reducción de
impuestos, cese de castigos arbitrarios etc.
Fueron las enseñanzas de Lutero las que desencadenaron la Guerra de los Campesinos contra
los señores y la Iglesia, en el suroeste de Alemania (Salzburgo, Turingia y Sajonia). Los anabaptistas
también se inspiraron en los escritos de Lutero. Eran el ala izquierdista de los luteranos, el socialismo
del siglo XVI. Exigían la abolición de distinciones de todo tipo, la libertad y la igualdad. Era un
movimiento religioso, más que político.

Lutero se alineó a favor de las autoridades y escribió Contra las hordas asesinas y ladronas de
campesinos. Lutero se posicionó en contra de los anabaptistas, afirmando que el diablo enseñaba por
boca de los anabaptistas. La libertad espiritual era compatible con la servidumbre y la servidumbre
era compatible con las Escrituras. Lutero animó a las autoridades a cometer atrocidades contra
los anabaptistas. Decía que matar a un campesino insurrecto no es un asesinato, que había que
aplastarles y cortarles el cuello. Era una obligación matar a los campesinos insurrectos y ayudar a
extinguir la conflagración. Lutero prometió recompensas en el cielo para quienes arriesgaran sus
vidas en la represión de la insurrección. Decía que es una fruslería para Dios matar a un montón
de campesinos; que no quedan demonios en el infierno; que todos ellos han entrado dentro de los
campesinos. Para Lutero los príncipes son funcionarios de la ira divina que ordenan castigar a esos
canallas. El príncipe que dejara de hacer esto pecaría contra Dios. Decía que no era la hora de la
tolerancia, la paciencia o la piedad, sino la hora de la rabia y de la espada. Eran tiempos en los que
un príncipe podía entrar más fácilmente al cielo derramando sangre que por medio de la oración.
Lutero atribuyó a la inspiración divina su escrito contra los campesinos. Los príncipes siguieron las
directrices de Lutero.
Lutero condenó los argumentos de Thomas Münzer, fundador de los anabaptistas, y líder de
la Guerra de los Campesinos. Münzer se separó de la ortodoxia luterana y defendió una doctrina
mística, revolucionaria y teocrática que instaba a los creyentes a construir el reino de Dios en la
Tierra. En 1525 Münzer fue hecho prisionero, torturado y ejecutado.
Balthasar Hubmaier, jefe de la comunidad de anabaptistas de Waldshut organizó una revuelta
de campesinos que tomaron las ciudades y quemaron castillos y conventos. Jean de Leyde se
convirtió en gobernador, después de una revuelta anabaptista en Münster. Príncipes y autoridades de
la Iglesia, apoyados por Lutero, se coaligaron bajo la dirección de Jorge de Saxo y derrotaron a los
campesinos. Murieron decenas de miles de personas, pero la posición de Lutero se mantuvo: decía
que lo que escribía y enseñaba seguía siendo verdad, aunque todo el mundo quedara destrozado.
Lutero reconoció que fue él quien mató a los campesinos, porque ordenó matarlos; que su sangre se
vertió bajo su responsabilidad, pero que lo hizo por orden divina. La insurrección de los campesinos
no logró que cambiaran las condiciones de vida de los campesinos.

En junio de 1525 Lutero se casó con Catalina von Bora, monja de 26 años a la que ayudó a
escapar del convento. Antes de que Lutero se casara con Catalina, le propuso a ésta que se casara
con el ex rector de la facultad de teología y párroco de Orlamünde, pero Catalina quería casarse con
Lutero y así lo hizo. Casándose con Catalina Lutero mostró su convicción de que se debía superar la
distinción entre personas religiosas y laicas, entre lo "profano" y lo "sagrado". Lutero afirmaba que
es imposible que el don de la continencia esté tan difundido como lo están los conventos y defendió
que las vírgenes pueden abandonar los conventos con la aprobación de Dios. Cuando una mujer no
es creada para ser virgen, sino para tener hijos, no hay que tratar de enmendar a Dios, tratando de
hacer las cosas mejor de lo que las hizo él.
Lutero y su familia vivieron en el monasterio de los agustinos en Wittenberg con el beneplácito
del príncipe elector Juan de Sajonia. Los frailes habían abandonado el convento. Lutero cobraba un
sueldo, a lo que hay que añadir lo que recibía del príncipe elector y las hortalizas y frutas que extraía
del huerto del monasterio; además alojaba a estudiantes de la universidad como pensionistas. Lutero
y Catalina tuvieron 6 hijos: Juan, Isabel, Magdalena, Martín, Paulo y Margarita. A partir de 1530
alojaron también a sobrinos de Lutero en esta familia y ampliaron los huertos. Después de la muerte
de Lutero, Catalina pasó por situaciones de inseguridad económica y jurídica.
Catalina tenía una personalidad fuerte y hablaba muy bien el alemán, hasta tal punto que
Martín le propuso a un visitante inglés que quería aprender alemán, que lo hiciese con Catalina.
En una ocasión en la que Lutero se encerró en su estudio por tres días, Catalina sacó la puerta de
sus goznes. En otra ocasión Lutero estuvo deprimido durante un par de semanas y Catalina fue al
desayuno con vestido de funeral; Martín preguntó quién había fallecido y Catalina le dijo que había
fallecido Dios. Lutero le echó una reprimenda por tal contestación, pero Catalina le dijo que por la
forma de actuar de Lutero había deducido que Dios habría muerto.
No parece que las relaciones matrimoniales de Lutero con su mujer fueran especialmente
ejemplares. Así, Lutero consideraba que las relaciones amorosas son cálidas en un comienzo, ya que
el amor nos ciega y embriaga; pero una vez que la pareja se ha casado, se cansan el uno del otro,
de tal forma que como decía Ovidio, "No nos gustan las cosas que están cerca de nosotros y nos
encantan las que están lejos".
En 1526 se celebró en Espira la dieta de Espira en la que se decidió, en contra del Edicto de
Worms, que cada príncipe podía permitir en sus dominios la enseñanza luterana. Cada jefe político
regional se convierte en jefe de una iglesia que sigue la doctrina de Lutero. En 1529 se celebró otra
Dieta en Espira, con la intención de prohibir la implantación de nuevas iglesias reformadas, allá
donde no existían.
El año 1529 Lutero publicó un pequeño catecismo en el que exponía en forma de preguntas y
respuestas la doctrina de la Reforma Protestante.
En 1530 Lutero quería consumar la ruptura con el poder imperial. Se celebró la Dieta de

Augsburgo, convocada por Carlos V, para tratar de reconciliar a las partes y lograr una paz religiosa
en sus posesiones. Lutero no pudo asistir a la dieta; en su lugar intervino Melanchton, quien presentó
las Confesiones de Augsburgo, en las que se exponen los principios del luteranismo. Los príncipes
refrendaron estos principios, pero los teólogos de la Iglesia Romana se opusieron. Estos principios
resultaron inaceptables para muchos cristianos occidentales, puesto que rechazaban una justificación
basada en los méritos y en las buenas obras, y basaban la justificación en la fe. El 19 de noviembre
de 1530 Carlos V ordenó la aplicación estricta del edicto de Worms, el restablecimiento de los bienes
eclesiásticos y de la autoridad papal. Los protestantes respondieron coaligándose en la dieta de
Esmalkalda. El emperador estaba preocupado por la ofensiva de los turcos, por lo que firmó la paz de
Nurenberg en 1532. También en 1532 se publicó la traducción que hizo Lutero del Nuevo Testamento,
a partir del testo original hebreo.
El emperador convocó una nueva dieta en Ratisbona en 1541, de la que derivan unas
directrices sobre la justificación y el libre albedrío que están a media distancia entre el catolicismo y
el protestantismo.
En 1536 Federico, elector de Sajonia, decretó que todos los judíos tenían que ser expulsados
de su electorado. El portavoz de los judíos acudió a donde Lutero, creyendo que éste era amigo de
los judíos, pero Lutero rechazó ayudarles. En realidad, la actitud de Lutero ante los judíos cambió a lo
largo de su vida. En un principio, cuando escribió Jesucristo nació judío (1523), trataba de convertir
a los judíos al cristianismo, de una forma cordial; era la época en que Lutero necesitaba aliados para
luchar contra el Papa. Pero cuando sus expectativas sobre la conversión de los judíos se frustraron,
cuando vio que los judíos se resistían a convertirse al cristianismo, y no tenía tanta necesidad de los
judíos para lograr sus objetivos, salió a relucir su anti-judaísmo.
Lutero escribió en 1543 el tratado titulado Sobre los judíos y sus mentiras en el que atacaba
a los judíos. Los judíos eran demonios para Lutero; había que santiguarse ante su presencia. Decía
a los cristianos que, aparte de Satanás, no había enemigo más espantoso y venenoso que un judío.
Trataba a los judíos de perezosos, peligrosos, malos, blasfemos, depravados, pícaros, dispersados
por todo el mundo como los gitanos, dispuestos a afligir a las naciones con la usura, el espionaje y la
traición; afirmaba que vivían del robo y de la usura y se enriquecían a costa de la sangre y el sudor de
los demás. Los rabinos les enseñan que el robo no es pecado. Es la raza más sanguinaria y vengativa
que haya existido. Lutero decía que había que vengarse de los judíos y matarlos o forzarlos a trabajos
y tratarlos tan severamente como hizo Moisés cuando mató a 3000 de ellos.
Lutero aconsejaba a los cristianos quemar las sinagogas y escuelas de los judíos, destruir
sus casas, quitarles sus libros y escritos talmúdicos, prohibir la enseñanza de los rabinos, abolir sus
salvoconductos en los caminos, prohibirles la usura y quitarles los tesoros de plata y oro, obligarles
a que ganasen el pan con el sudor de su frente, desprenderse de su compañía y expulsarlos del
país. Decía que los judíos merecían ser colgados en horcas más altas que los ladrones ordinarios. Si
algún compañero le reprochaba a Lutero que era demasiado duro con los judíos, respondía que era
demasiado débil. Esta actitud la mantuvo hasta los últimos días y alentaba a los príncipes a aplicar
una severa justicia hacia los judíos. Estos consejos de Lutero tendrían una gran influencia en los
nazis. Hitler colocaba a Lutero entre los grandes personajes de la historia alemana y los escritos de
Lutero se utilizaron para justificar las acciones de los nazis.
Lutero mantuvo posturas contradictorias. Por una parte, habló contra la guerra y la persecución;
pero, por otra parte, defendió la guerra y la opresión brutal de las gentes sencillas. Decía que Dios
puede ordenar al príncipe que empiece la guerra en cualquier momento, puesto que la espada y
el poder están al servicio de Dios. Hay que degollar a los enemigos, saquearlos, quemarlos, hasta
vencerlos. Sólo un necio puede argumentar que reprimir y robar no es cristiano. La guerra se hace
para castigar a los malhechores y producir paz y obediencia. Si las autoridades ordenan la guerra, el
pueblo tiene que obedecer y luchar. La guerra es una tarea sagrada y necesaria; tan necesaria como
la de comer o beber.

Lutero se centraba en el país alemán y se consideraba profeta de los germanos. Estaba
dispuesto a morir por sus queridos germanos. Hablaba de la tiranía italiana contra los germanos.
Decía que sus paisanos tenían que recordar que eran germanos. Se consideraba el representante
de los germanos, en contra de los italianos, griegos y franceses, pero sobre todo en contra de los
ingleses y los escoceses. Comparaba las virtudes de los germanos con los vicios de los extranjeros.
Consideraba que el lenguaje germano era superior al español, francés, inglés o italiano. Hablaba de
la unidad de toda la gente que hablara el germano. Lo único que les faltaba era un líder.
En 1545 se celebró el Concilio de Trento y Lutero escribió contra el mismo el planfleto titulado
Contra el papado romano, fundado por el diablo. El 23 de enero de 1546, Martín Lutero viajó a
Eisleben, su ciudad natal, para arbitrar una disputa familiar entre dos hermanos, los condes de
Mansfield. A través de su mediación, los dos se reconciliaron. Sin embargo, Lutero, con sesenta y dos
años y cansado de las muchos litigios de su vida, cayó enfermo. Sabiendo que el fin estaba cerca,
escribió su última voluntad y testamento. Se inició con las palabras: "Yo soy bien conocido en el cielo,
en la tierra y en el infierno", una afirmación que concuerda con la postura audaz que mantuvo en su
vida. Martín Lutero falleció el 18 de febrero de 1546 en Eisleben. En sus últimos momentos, su amigo
Justus Jonas le preguntó a Lutero a ver si quería morir afirmando lo que había predicado en su vida,
y la respuesta fue clara afirmativa. Las últimas palabras de Lutero fueron para recordar que somos
mendigos.
Carlos V se decidió por la guerra y sus tropas vencieron a Juan Felipe Saxo y a Felipe de Hesse.
Alemania del Oeste y del Sur se sometieron al emperador. Alemania del norte resistió. En 1555 se
celebró la última Dieta de Augsburgo de la que derivó el axioma "Cujus regio, eius religio".
Lutero no sólo rompió con la Iglesia, también lo hizo con el Humanismo. Es cierto que la
Reforma en sus comienzos fue deudora del Humanismo en lo que se refiere a la crítica radical de la
escolástica, a la censura de las estructuras eclesiásticas, al recurso a las fuentes clásicas. Pero Lutero
rechazó la visión que tenía el humanismo sobre la libertad humana. Los humanistas proclaman la
bondad natural de las personas, mientras que la visión de Lutero sobre los humanos es más pesimista.


2. RASGOS PSICOLÓGICOS DE MARTÍN LUTERO
Los rasgos psicológicos de Martín Lutero varían a menudo en función de si es descrito por
un seguidor de su doctrina o por un detractor de la misma. Así, pasa de ser una figura titánica y
respetable por su compromiso con la verdad a ser una figura denostada que miente en función de
sus intereses cambiantes.
El padre de Martín Lutero era severo, irascible, con accesos de rabia incontrolada, de tal
forma que Martín no tuvo muchos momentos de alegría en su niñez. Una de las razones que le
condujeron a la vida monástica fue la de escapar de ese ambiente para refugiarse en el monasterio.
Así pues, la niñez de Lutero fue desgraciada debido a la excesiva severidad de la figura paterna y a
la preocupación excesiva de un dios vengador.
En las Conversaciones de mesa Lutero decía que no se les debería azotar a los niños tan
duramente como lo habían hecho su padre y su madre. La disciplina física debiera de ser suave.
Según Erik Erikson

(1)

Lutero sufrió trastornos psicológicos a raíz de los malos tratos que recibió de
sus padres y profesores; incluso en las clases de latín recibían castigos físicos por hablar en alemán.
El alumno designado secretamente por el profesor como "lupus" apuntaba el nombre de los alumnos
que hablaban en alemán o blasfemaban, y al final de la semana el maestro proporcionaba un azote
por cada falta que hubieran hecho contra las normas. Lutero llegó a recibir hasta quince azotes. El
duro castigo físico que recibió de sus padres le convirtió en un cobarde, en un espíritu atormentado,
en una personalidad defensiva y le forzó a entrar en un convento. Debido a esos castigos físicos de
sus padres, Lutero percibía a Dios y a Cristo como jueces estrictos y severos.
La razón principal del ingreso de Lutero en el convento, según su propia versión, hay que
situarla en el episodio de rayo que cayó en sus proximidades, rayo que le dejó prostrado en el suelo
y le hizo prometer a Santa Ana que se haría monje si le sacaba con vida de esa experiencia. Salió
ileso de la experiencia, dejó la universidad de Erfurt sin el consentimiento de su padre, vendió sus
libros de derecho y en verano de 1505 entró en el monasterio de los agustinos de Erfurt. Estando en
el convento, estaba Lutero un día asistiendo a la Misa Mayor en el coro de los monjes, lleno de dudas
y remordimientos. Su padre había dicho que la entrada de Martín al convento podría responder a un
engaño del demonio. En el Evangelio se hablaba de un hombre poseído (Mateo 9:32-33: Mientras
ellos salían, le llevaron un mudo endemoniado. Así que Jesús expulsó al demonio y el que había
estado mudo habló. La multitud se maravillaba y decía: «Jamás se ha visto nada igual en Israel»).
Tuvo un ataque, cayó al suelo, y se comportó como un loco, diciendo que no estaba poseído. Los
otros monjes a menudo pensaban que estaba poseído por el demonio, ya que solía mostrar lloros y
sollozos histéricos. Este episodio ha sido interpretado como una crisis histérica o incluso una crisis
psicótica

(2). Según Erikson (1), Lutero pasó al final de su adolescencia por una especie de crisis de identidad
de la que salió gracias a Staupitz, su padre espiritual, quien cumplió las funciones de terapeuta. Así
podemos distinguir al joven Martín, abrumado por la crueldad de la autoridad paterna y divina,
poseído por los demonios, del Lutero adulto que trataba de liberarse de los rigores de su padre, del
papa, del emperador y de los demonios.
Sea como sea, Lutero padecía una psicopatología que se extendió a lo largo de su juventud e
incluso a lo largo de su vida, con algunos períodos en los que la patología estaba más latente. A los
treinta y cinco años, por ejemplo, tuvo un ataque de terror, sudor y desmayo cuando marchaba en
procesión detrás de su superior Staupitz, figura paterna del convento. La ansiedad que sentía ante la
figura de Staupitz era una ansiedad que se debía a una transferencia ambivalente a la figura paterna;
la imagen de Cristo que portaba Staupitz generaba afectos positivos y negativos (castigo, venganza)
en Lutero. Asimismo, Lutero tenía una postura ambivalente ante Staupitz: por una parte le admiraba
y le respetaba, pero por otra parte le describía como frigidulus (frío) y carente de vehemencia. Hay
que reseñar también que Staupitz ejerció las funciones de terapeuta y director espiritual con respecto
a Lutero. Se cree incluso que en su lecho de la muerte Staupitz dijo que había amado intensamente
a Lutero.

El padre de Lutero no admitió nunca de verdad la decisión de su hijo de ingresar en el convento.
Incluso dijo que ese ingreso podría responder más al hecho de estar poseído por el demonio, que
a estar inspirado por el espíritu santo. Hay que tener en cuenta que los mineros de Turingia eran
bastante supersticiosos. El mismo Martín estaba obsesionado con el demonio: decía que en muchas
regiones habitaban los demonios. Un día que estaba rezando en su habitación, se le apareció el
demonio, en forma de Cristo; de hecho, Satanás aparecía transmutado en Dios o en ángel. Las
verbalizaciones de Lutero en el transcurso del ataque que tuvo en el coro ("Non Sum!", "Non sum!",
"¡Ese no soy yo!") parecen querer indicar que Martin no es quien dice su padre que es. Los ataques
se han interpretado también como paroxismos epileptoides de pérdida de identidad. Martín sufría de
períodos de tristeza profunda y de extrema ansiedad en los que decidió constreñir su vida y hacerse
monje, lo que le permitía disfrutar de momentos de paz y sosiego que desaparecían para sufrir
nuevos episodios de ansiedad.
Lutero era mentalmente inestable. Era muy sensible y tenía recurrentes períodos de depresión
y períodos en los que superaba su depresión con la hiperactividad. Contrasta la extraordinaria
actividad maníaca de Lutero en sus años treinta con la severa depresión de los años cuarenta. En
algunos períodos mostraba una extraordinaria hiperactividad: realizaba tareas de predicador en el
monasterio y en las iglesias parroquiales, de vicario de la orden, de prior, de profesor de salmos, de
responsable de viveros; recitaba el oficio y decía misa, escribía cartas durante todo el día, gestionaba
un monasterio de veintidós sacerdotes. En otros períodos estaba ocioso, quemado en sus deseos,
víctima de la debilidad de la carne, perezoso, somnoliento.
Lutero tenía un talento especial para conectar con los que le escuchaban hablar. Tenía un
talento especial para la expresión verbal en sus diversas modalidades, pero era débil en el control
de sus emociones. Consideraba a su compañero Melanchthon como el más débil en las controversias
públicas, y a sí mismo como el más débil en las controversias privadas. Predicaba mucho: predicaba
intensamente, e incluso obsesivamente. Adoptaba una postura erecta y viril en los discursos, con
su mentón sobresaliente, sus pequeños ojos castaños, su cuello corto, anchas espaldas, poderoso
pecho. Por eso, a menudo le atacaban los desmayos en los sermones o después de ellos. Esta
debilidad provenía de la división interna que vivía Lutero, entre el Lutero tradicional que respondía
al estilo de vida de sus padres, y el Lutero convertido que había adquirido nuevos compromisos
para el desarrollo de su nueva identidad. Una dicotomía entre la obediencia a su padre natural y la
obediencia a su padre celestial.
Los artistas retrataban a Lutero en un comienzo como una persona delgada y ascética, pero
para 1530 su físico había cambiado. Su figura pasó de ser un monje ascético a un clérigo casado,
con hijos y con una teología que atacaba el monasticismo. Le retrataban como físicamente fornido,
rechoncho y corpulento, con anchos hombros y cara carnosa; como una persona que disfrutaba de
los placeres de la vida

(3). Su figura contrastaba con la de Melanchthon, que aparecía más delgado y
ascético o con la figura austera de Ignacio de Loyola.
Sufría a menudo vibraciones y alucinaciones que atribuía a la acción de Satán. Veía
intervenciones del demonio en sus charlas, en sus escritos, en su vida social e intelectual. Afirmaba
que Satán dormía con él más a menudo que su esposa. Son continuas las referencias que hace Lutero
a Satán. Relaciona la analidad con Satán: los excrementos son una poderosa arma que se puede
utilizar contra Satán. No considera que los excrementos sean algo puramente negativo o diabólico;
son algo positivo que puede ayudar a expulsar al diablo. Brown

(4)afirmaba que el demonio era una materialización de la analidad de Lutero. Se sentía atrapado entre Dios y el Diablo. La preocupación
de Lutero por el fin del mundo y los últimos días no eran el resultado de su envejecimiento, ya que
incluso en la juventud tenía los mismos problemas. Concedía más espacio del que se solía dar en
el Renacimiento a las supersticiones, al misticismo, a la creencia en milagros. Lutero acentuó la
creencia en las brujas y en el demonio. Abogó por el exterminio de las brujas, hasta tal punto que los
protestantes persiguieron más a las brujas en Alemania que los católicos.
El sadismo moral, los rasgos obsesivo-compulsivos, las preocupaciones por la limpieza y las
infecciones y las posesiones demoníacas estaban relacionadas con la analidad en Lutero. Había que
combatir al demonio con sus propias armas, es decir, utilizando el sadismo anal: combatir al demonio
echando pedos a sus narices. La analidad y el sadismo estaban unidos, desde el momento en que los
padres y los profesores azotaban a los niños golpeándolos en el trasero.
Paul Reiter

(2)sostenía que Lutero padecía de una psicosis maníaco-depresiva, con un predominio de la fase depresiva. Estaba obsesionado con la suciedad y la obscenidad. Le gustaba gritar y blasfemar, hasta tal punto que la rabia actuaba como estimulante en su vida, agudizando
su ingenio; cuando mejor hablaba y escribía es cuando estaba rabioso. No podía orar durante largo
tiempo, pero sí podía maldecir. Admitía que odiaba la razón ("la razón es la mayor ramera del diablo")
y que se dejaba guiar por sus pasiones, por su humor violento.
Lutero no era capaz de saber si la confesión le tranquilizaba o no. No diferenciaba la atrición
y la contrición; tampoco diferenciaba los pecados mortales y los veniales. Lutero no era amigo de
posturas intermedias. Proclamaba que los hombres son totalmente pecadores y totalmente justos,
condenados y bendecidos. Lutero decía que el cristianismo ha sido contagiado por judíos, turcos y
pelagianos, lo que le llevó a enfatizar el papel del cumplimiento obsesivo de los rituales. Terminó
negando la capacidad del hombre de alcanzar la gracia divina cumpliendo las leyes. Para él, nadie es
justo porque practica obras justas; la fe antecede a los hechos. Las obras serán justas si el hombre
es justo: quia justus, opera justa. Sus dudas de conciencia, su escrupulosidad, su sentimiento de
vivir en pecado, la maldad que percibía en sí mismo, la ira de Dios que le perseguía, el desánimo y
la desesperación que vivía le llevaban a odiar a Dios, a blasfemar contra él, lo que le conducía a su
vez a la depresión.
El ascetismo hipocondríaco que practicaba y su escrupulosidad mórbida no encontraban
descanso después de las confesiones generales. Estaba convencido de que el hombre es un ser
depravado, como consecuencia del pecado original; que el hombre carece de libre albedrío y que
todas las obras, incluidas las destinadas a lograr el bien, no son más que excrecencias de la voluntad
corrupta, y que son pecados mortales ante el juicio divino.
Según Capps

(5),

la melancolía masculina tiene sus raíces en experiencias de pérdida de la madre o en la pérdida del self original del niño. El niño a menudo suele tratar de encontrar a la  perdida a través de la religión. Queda así establecida la relación entre la religiosidad y la
melancolía en los varones. La razón por la que esto se da sobre todo en los varones está en que la
separación que hace el varón de la madre es más decisiva que la que hace la chica, porque tiene
que diferenciarse de la madre en cuanto al género, para identificarse con el padre. Y la experiencia
es más dramática cuando el hijo ha sufrido malos tratos por parte de la madre, como fue el caso de
Lutero. Una separación traumática puede provocar no solo la separación de la madre, sino también
la pérdida de la noción de sí mismo. Necesita separarse del muchacho original, para convertirse en
un muchacho diferente. Para el nuevo muchacho, el afecto de la madre es algo que hay que ganar, y
no algo que se da incondicionalmente. La pérdida de la madre y de la identidad original hace que el
niño se sumerja en la depresión
El año 1527, época en la que se había convertido ya en lo que su padre había deseado que
fuese, Lutero se sumergió en un prolongado estado de ansiedad y depresión. Percibía zumbidos
en los oídos, tenía problemas de ansiedad y problemas cardíacos. Se sentía sin fe y esperaba una
muerte inminente. Una de las preocupaciones que le condujeron a este estado estaba basada en
las dudas que tenía con respecto a la cantidad de personas que se condenaría en el caso de que él
estuviera confundido.
La melancolía se caracteriza por un profundo abatimiento,

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