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Estrategias de autoverificación y autoensalzamiento del yo.

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Autor/autores: Mikel Haranburu Oiarbide , Jesús Guerra Plaza
Fecha Publicación: 01/01/2002
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

El concepto del yo se va desarrollando a lo largo de la evolución del individuo. La diferenciación del yo se da sobre dos ejes: 1) El eje de los aspectos o ámbitos del yo, en los que el sujeto tiene que adoptar diferentes identidades de rol, planteando los consiguientes problemas de la multiplicidad y de la integración de yoes, así como el problema de la regulación de la auto-presentación de la persona frente a las exigencias de situaciones cambiantes. 2) El eje de los diferentes niveles del concepto del yo: el Yo Real, el Yo Ideal y el Yo Deber, en relación a los cuales el sujeto puede utilizar diferentes estrategias: a) Autoensalzamiento: situar el Yo Real en las proximidades del Yo Ideal, auto-atribuyéndose la responsabilidad de los éxitos. b) Autoverificación: situar al Yo Real en la posición que le corresponde con respecto al Yo Ideal, haciéndose copartícipe tanto de los éxitos como de los fracasos. c) El Perfeccionismo: plantearse niveles de aspiración muy elevados y juzgar los logros con criterios muy severos. d) El Impostorismo: el sujeto ha logrado éxito social, pero siente que los otros le perciben como más competente de lo que realmente es y trata de atribuir su éxito a factores externos. e) El Super-rendimiento: el sujeto se plantea un alto nivel de aspiración, pero duda de su competencia y basa su éxito en el esfuerzo que despliega. f) El fenómeno de Auto-impedimento: el sujeto desconfía de sus posibilidades, y ante el miedo a tener que atribuir el fracaso a la falta de aptitudes, se embarca en una estrategia de ponerse trabas a sí mismo, para evitar así la atribución del fracaso a factores aptitudinales.

Palabras clave: Auto-competencia, Autocomplejidad, Autodiscrepancia, Auto-engaño, Autoensalzamiento, Autoestima, Auto-impedimento, Autorregulación, Autoverificación, Impostorismo, Perfeccionismo, Super-rendimiento


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Auto-competencia y autoestima

La auto-competencia es un concepto similar al de autoeficacia percibida de Bandura (1977, 1986) y se refiere a la percepción de que uno es fuente de poder y eficacia, a la creencia de una persona de que puede ejercer el control sobre acontecimientos importantes en su vida. El individuo competente se auto-percibe como capaz de reaccionar adecuadamente a las exigencias del mundo material y social. La auto-competencia es el aspecto instrumental de la autoestima: la medida en que el individuo es bueno porque es capaz de hacer algo.  

El auto-aprecio (o la autoestima) se refiere a la evaluación de uno mismo como bueno o malo en cuanto objeto social. Es el aspecto intrínseco de la evaluación de sí mismo. Uno es valorado incondicionalmente, porque es bueno en sí mismo. Se refiere al atractivo basado en el aspecto moral.  

La escala de autoestima de Rosenberg, auque se presenta como una escala unidimensional, muestra ya las dimensiones de la auto-competencia y del auto-aprecio. Para distinguir estos dos aspectos, Tafarodi y Swann (1995, 2001) crearon la Self-Liking/Self-Competence Scale (SLCS).  

En las investigaciones que se han hecho sobre las relaciones entre la autoestima y las reacciones al éxito o al fracaso se ha comprobado que los sujetos de bajo auto-aprecio sufrían una mayor disminución en la persistencia después del fracaso que los sujetos de alto auto-aprecio. Esta diferencia no se daba entre los participantes altos y bajos en auto-competencia (Tafarodi, 1992).


El modelo de la autocomplejidad

La estructura del self es compleja, ya que esta compuesta por la integración de diferentes aspectos de self. Se le llama estructura de self compleja a la que tiene los aspectos del self bien diferenciados e integrados. Los individuos bien diferenciados organizan su experiencia en un gran número de aspectos de self específicos. Los individuos poco diferenciados organizan su experiencia en pocos aspectos. La integración consiste en el establecimiento de una compleja conexión entre aspectos del self diferenciados. Las personas que tienen un self bien integrado poseen categorías jerarquizadas que conectan entre sí los diferentes aspectos de self . Las personas que carecen de esa integración muestran una estructura fragmentada en la que los diferentes aspectos se encuentran aislados entre ellos.  

La alta autocomplejidad funciona como amortiguadora de los efectos positivos y negativos de los acontecimientos del entorno. Pero al analizar la complejidad hay que tener en cuenta tanto el número de identidades como el signo de cada una de ellas. Es el hecho de tener muchos aspectos diferenciados del yo con signo positivo lo que funciona como amortiguador de sucesos traumáticos. Si un individuo organiza su vida en torno a muchos aspectos del yo y tiene una experiencia positiva en la mayoría de esos aspectos, el fracaso en uno de esos ámbitos tendrá menos influencia en los demás ámbitos. Los que tienen una autocomplejidad positiva alta tienen más defensas ante los acontecimientos traumáticos.  

El concepto de self indica las actitudes, opiniones, creencias y sentimientos del individuo con respecto a sí mismo. El pluralismo del concepto de self indica el grado en el que uno se percibe como siendo, sintiendo o comportándose de diferentes formas en diferentes momentos y situaciones. Fueron Donahue, Robins, Roberts y John (1993) quienes formularon el concepto de la Diferenciación del Concepto de Self (DCS): la tendencia a verse a sí mismo como teniendo diferentes características de personalidad en diferentes situaciones. Según estos autores, los individuos difieren en el grado en que los componentes o identidades de su autoconcepto están integrados. La medida de la Diferenciación del Concepto de Self aparece positivamente relacionada con medidas de neuroticismo y depresión, y negativamente relacionada con autoestima, conciencia y agradabilidad. Aparece una correlación positiva entre las medidas que arrojan la escala de Pluralismo del Self y la escala de Autorregulación del Self.


La autopresentación y la autorregulación

Las actitudes de la persona varían en función de si la persona está sola o en presencia de otras personas. Según Ekman (1971), los individuos ejercen un control sobre sus expresiones faciales, para intensificar, neutralizar, disimular y enmascarar la expresión de sus afectos de acuerdo a la conveniencia social.  

Las personas vigilan y controlan su auto-presentación con los siguientes objetivos: 

- Comunicar de forma precisa y exacta su estado emocional, por medio de una presentación expresiva intensificada.  
- Comunicar exactamente un estado emocional arbitrario, de forma que no sea congruente con su experiencia emocional real.  
- Ocultar o disimular un estado emocional inapropiado y aparentar que se está experimentando un estado emocional apropiado.  
- Aparentar que se está experimentando una emoción, cuando no se experimenta nada y la falta de respuesta es inapropiada.  

Las personas que puntúan alto en autorregulación muestran una aguda sensibilidad a las señales de la situación que indican qué auto-presentación es apropiada. Cuando estas personas no saben qué reacción emocional tienen que mostrar, se fijan en el comportamiento de otros que se encuentran en la misma situación para que les sirvan de pista para definir su estado emocional y modular así su expresión. Las personas que puntúan bajo en autorregulación no han aprendido a modular su auto-presentación y su comportamiento expresivo; no les preocupa que sus expresiones sean o no apropiadas al contexto; no vigilan las señales del contexto y no autorregulan su expresión emocional. Su auto-presentación está controlada desde el interior de su estado afectivo, más que controlado desde su adecuación a las exigencias externas. Conceden gran importancia a la congruencia entre lo que hacen y lo que son.  

Cuando controlamos nuestras expresiones emocionales, los distintos canales se regulan de forma diferencial. Podemos disimular nuestra tristeza poniendo una cara sonriente, pero el tono de nuestra voz nos delata. Según Ekman y Friesen (1969, 1972) las personas controlan mejor su expresión facial que la expresión de otras partes de su cuerpo.  

Las expresiones de las personas altamente autorreguladoras suelen variar más que las de las personas bajas en autorregulación. Los individuos autorreguladores controlan su expresión en situaciones que contienen pistas fiables sobre lo apropiado de su comportamiento en ese contexto. Es más probable que una persona autorreguladora ría más en una comedia cuando la ve en compañía de sus amigos que cuando la ve sola. Las personas autorreguladoras muestran una expresión y un comportamiento que varía según las variables situacionales; las personas no autorreguladoras muestran más consistencia trans-situacional, ya que la expresión de sus emociones y su comportamiento están regulados desde el interior.  

M. D. Avia et al. (1998) distinguen entre la auto-presentación defensiva y la auto-presentación adquisitiva. La primera busca la aprobación social y trata de evitar el rechazo social. La segunda busca el poder y el estatus social. La primera correlaciona con la Escrupulosidad y la Apertura, mientras que la segunda correlaciona con el neuroticismo y la Escrupulosidad.


En cuanto a la relación entre la regulación de la auto-presentación y la necesidad de aprobación medida por la escala de Deseabilidad Social de Marlowe-Crowne, hay que decir que en cierta manera los individuos con alta necesidad de aprobación deberían de modificar su comportamiento en función de la situación. Pero Zaidel y Mehrabian (1969) descubrieron que los individuos que puntuaban alto en la escala de Necesidad de Aprobación eran realmente menos capaces de comunicar afectos positivos y negativos, tanto facialmente como vocalmente, que los sujetos con baja necesidad de aprobación. Así, aunque los individuos con gran necesidad de aprobación pueden estar motivados para modificar su auto-presentación expresiva y obtener así la aprobación social, les pueden faltar las necesarias habilidades y destrezas de auto-control.  

Aspectos que mide la escala de Autorregulación de Snyder (1974): 

- preocupación por lo apropiado de la auto-presentación.  
- atención a las pistas derivadas de la comparación social para una adecuada auto-presentación.  
- habilidad para controlar y modificar la auto-presentación y el comportamiento expresivo.  
- La utilización de esta habilidad en determinadas situaciones sociales.  
- La medida en la que el comportamiento expresivo o la auto-presentación es consistente o variable a través de diferentes situaciones.  

Los individuos que puntúan alto en esta escala son hábiles en saber lo que es socialmente apropiado en las situaciones nuevas, tienen buen autocontrol de sus expresiones emocionales y pueden utilizar efectivamente esta habilidad para crear las impresiones que ellos desean. Los actores puntúan más alto en la escala de Autorregulación que los no actores. Hay una correlación positiva entre la escala de Auto-Pluralismo y la escala de Autorregulación.


Multiplicidad de yoes

La persona que pertenece a diferentes grupos sociales muestra diferentes self sociales, puesto que muestra un aspecto diferente de sí mismo en cada grupo. Hay varios selfs o sub-personalidades en cada uno de nosotros. Se puede hablar del autoconcepto como de una jerarquía de selfs organizada. Hart (1988) habla de confederación de auto-conceptos. Las personas cumplen diferentes roles sociales, pero sólo adquieren identidades de rol para los roles que ellos interiorizan en su auto-concepto. Algunos individuos desarrollan identidades de rol que no varían demasiado de un rol a otro, mientras que otros desarrollan identidades que varían considerablemente. Los individuos altamente diferenciados aparecen como capaces de adaptarse de modo flexible a las diferentes exigencias de la vida social, mientras que los individuos poco diferenciados tienen dificultades para adaptarse, ya que se muestran más rígidos.  

Desde el punto de vista de la psicología de la personalidad (personólogos internalistas) la personalidad supone una integración estructural que conlleva una continuidad temporal y transituacional de las pautas conductuales. Aun así, es evidente la realidad de la aparición de aspectos diferentes del self, en función de las diferentes identidades de rol que tiene que cumplir en los diversos medios en los que se mueve (círculo familiar, laboral, de amistades. . . ). El hecho de las diferentes expectativas que tienen los otros con respecto a nosotros en los diversos medios, hace que interioricemos esas expectativas y mostremos identidades diferentes en los diferentes entornos. Esas expectativas pueden llegar a ser incluso contradictorias. Lo que está claro, desde el punto de vista de la psicología Social, es que cuantas más identidades de rol tenga una persona mejor se adaptará a las exigencias de los diferentes rol sociales. De hecho, los individuos que han tenido que cumplir muchos roles diferentes o que han experimentado muchos cambios en sus vidas tienden a tener unos yoes más diferenciados. El yo unificado que no dispone de identidades diferentes puede llevar a una excesiva rigidez o la falta de flexibilidad. El disponer de pluralidad de identidades es bueno para la adaptación.  

Desde el punto de vista de la psicología de la personalidad y de los psicólogos de orientación clínica, la pluralidad de yoes supondría una fragmentación del yo o una falta de núcleo integrado de la personalidad. La auto-consistencia es una indicadora importante de la salud mental; los individuos adaptados psicológicamente suelen tener un comportamiento coherente e integrado; para Block (1961), el individuo sin un self integrado es un camaleón interpersonal. Pero el tener muchas identidades no supone necesariamente que estén fragmentadas. Puede ocurrir que haya pocas identidades y que estén fragmentadas, o que haya muchas identidades y estén sin fragmentarse.  

El concepto de self puede estar compartimentalizado o integrado. En la organización compartimentalizada las creencias positivas y negativas acerca del self están separadas en distintos aspectos del self, de forma que cada aspecto contiene preferentemente información positiva o negativa. En la organización integrada, los aspectos de self contienen una mezcla de creencias positivas y negativas. Según Showers (1992), entre los individuos cuyos aspectos de self positivos eran importantes, la estructura compartimentalizada estaba asociada con mayor autoestima y menor depresión que la integrada; entre los individuos cuyos aspectos de self negativos eran importantes, la estructura compartimentalizada estaba asociada con menor autoestima y más depresión que la integrada.


Modelo de autodiscrepancia

El concepto de self es un complejo multifacético, multidimensional y dinámico. El autoconcepto general de una persona está integrado por autoconceptos más específicos ligados a vertientes y contextos más particulares. Si el autoconcepto general es válido para los diferentes contextos en el que se mueve una persona, los autoconceptos específicos (académico-profesional, afectivo-emocional, social, físico) se activarán y se volverán funcionales dependiendo del contexto.  

Tanto el autoconcepto general como los autoconceptos específicos están integrados por diversos niveles o dominios del yo: 

- El Yo Real: es la percepción y representación de las características que se atribuye el sujeto a sí mismo.  
- El Yo Ideal: es la representación de las características que le gustaría tener al sujeto; representación de cómo le gustaría ser.  
- El Yo Deber: es la representación de las características que debería tener.  

Algunas de las facetas del yo son privadas y otras, públicas. Las facetas privadas se refieren a la información oculta sobre uno mismo, información a la que los otros no tienen acceso directo. Las facetas públicas son aquellas sobre las que existe información abierta que los otros pueden observar y evaluar. En este sentido, cada uno de los aspectos del yo se pueden analizar desde el punto de vista de uno mismo, o desde el punto de vista de los otros. Así, los diferentes aspectos o niveles del yo se pueden contemplar desde el punto de vista del propio sujeto o desde el punto de vista de una persona significativa para el sujeto, resultando en consecuencia un Yo Real/propio y un Yo Real/otro, un Yo Ideal/propio y un Yo Ideal/otro, un Yo Deber/propio y un Yo Deber/otro.  

El concepto del Yo es un concepto dinámico que va variando y logrando mayores niveles de diferenciación a lo largo de la evolución. Las descripciones que hacen los niños de sí mismos o de sus compañeros evolucionan de descripciones concretas basadas en características físicas o actividades a descripciones más abstractas basadas en características sociales y psicológicas. Mayores niveles de desarrollo conllevan mayor nivel de diferenciación. En la misma línea de evolución, cuanto mayores se hacen los niños, mayores diferencias se constatan entre su Yo Real y su Yo Ideal. Los niños narcisistas y egocéntricos muestran menor distancia entre su Yo Real y su Yo Ideal que los niños más adaptados.


Según Strachan y Jones (1982), la distancia entre el Yo Ideal y el Yo Real es mayor en la media adolescencia que en la temprana o tardía adolescencia. Lo que sucede es que desde la temprana hasta la mediana adolescencia aumenta la diferenciación entre los conceptos del Yo, pero esta diferenciación es seguida de una integración de los diferentes Yoes en una estructura consistente de personalidad. En los últimos años se ha visto también que el concepto de self se ha relacionado directamente con el tema de la motivación. En este sentido, las guías del self (el Yo Ideal y el Yo Deber) proporcionan incentivos para la acción y las incongruencias entre los selfs reales y las guías del self tienen consecuencias en la motivación y en la vida emocional. Según Higgins (1987), las personas están motivadas para reducir las incongruencias entre los diferentes dominios o niveles del yo, debido a que la incongruencia entre ellos es fuente de malestar. Higgins, Klein y Strauman (1985) y Strauman y Higgins (1987) descubrieron que las incongruencias entre el Yo Real propio y el Yo Ideal propio estaban relacionadas con emociones de decepción, insatisfacción, depresión y vergüenza. Comprobaron también que las incongruencias entre el Yo Real (propio) y el Yo Deber (otros) se relacionaban con la ansiedad, la culpa y el miedo a castigo. Según Higgins (1987), discrepancias entre el Yo Real y el Yo Ideal: provocan emociones depresivas; discrepancias entre el Yo Real y el Yo Deber provocan emociones relacionadas a la ansiedad; según Strauman (1989), discrepancias entre el Yo Ideal y el Yo Real provocan depresiones; discrepancias entre el Yo Real y el Yo Deber provocan fobias sociales. Los fuertes ideales inducen un foco de promoción caracterizado por una sensibilidad a la presencia de resultados positivos y llevan a una motivación de acercamiento; los fuertes deberes sensibilizan a la presencia de resultados negativos y llevan a una motivación de evitación. Sin embargo, recientemente se han publicado también algunas investigaciones que no confirman estos resultados, ya que tanto las incongruencias Real-Ideal como las incongruencias Real-Deber están significativamente asociadas tanto con la depresión como con la agitación (Bruch, Rivet and Laurenti, 2000).  

La diferenciación entre el Yo Real y el Yo Ideal puede tener una función motivadora fundamental, en la medida en que el Yo Ideal o el Yo Posible pueden funcionar como incentivos u objetivos a los que aproximarse. Pero esa diferenciación entre el Yo Real y las guías del yo (Yo Ideal y Yo Deber) puede servir también de contexto evaluativo, en cuanto que ofrece criterios de evaluación del Yo Real. Según el modelo de incongruencias entre el Yo-Real y el Yo-Ideal, la auto-percepción alta en dominios específicos contribuye positivamente al auto-concepto global; sin embargo, los ideales o estándares altos en esos dominios específicos contribuyen negativamente al auto-concepto global. Los ideales altos contribuyen en general negativamente a la autoestima. En este sentido, uno puede elevar su autoestima sin cambiar su competencia real, utilizando la estrategia de rebajar sus altos niveles de aspiración.  

Autoverificación y autoensalzamiento

Nos llegamos a conocer a nosotros mismos a través de la retroalimentación que recibimos de los otros. En este sentido, la correlación debería ser alta entre la evaluación que hacemos de nosotros mismos y la evaluación que los otros hacen de nosotros. Pero según las investigaciones de Shrauger y Schoeneman (1999) la evaluación que una persona se hace de sí misma no correlaciona con la evaluación real que los otros hacen de ella, sino con la evaluación que ella cree que los otros hacen de ella. Taylor y Brown (1999) sostienen que las personas sanas tienden a distorsionar y adornar la información referente a sí mismas. Sin embargo, según Colvin y Block (1994), esta distorsión de la información dificulta la adaptación de la persona a la realidad.  

En cuanto a la motivación del conocimiento de sí mismo, cuando una persona se comporta guiada por la emoción, prefiere recibir un feedback positivo sobre sí misma. Cuando se comporta guiada por la lógica, prefiere recibir una retroalimentación (positiva o negativa) que esté de acuerdo con la idea que tiene de sí misma. De los tres motivos más importantes para evaluarse a sí mismo (el de conocerse exactamente a sí mismo, el de ensalzar el concepto de sí mismo y el de mantener el concepto de sí mismo tal como está) el más fuerte de los tres es el que lleva al ensalzamiento de la propia imagen; el motivo más débil es el correspondiente al interés por conocerse a sí mismo (Leary et al. 2000).  

Según Cialdini y colaboradores (1999), las personas mostramos una tendencia manifiesta a vernos reflejados en el brillo del éxito de las personas que nos rodean. Nos vemos reflejados en el brillo de los personajes que han nacido en nuestra ciudad o de nuestro equipo que acaba de ganar la liga. Según algunos autores, los individuos de autoestima baja es más probable que se comprometan en estrategias de autoensalzamiento, porque sienten un déficit que solamente se puede reducir a través del autoensalzamiento. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones apunta a que es menos probable que los individuos de poca autoestima se embarquen en esta estrategia que los individuos de autoestima alta (Taylor y Brown, 1999). Según Tice (1999), las personas de baja autoestima utilizarían estrategias de auto-protección, más que de autoensalzamiento. Y utilizarán esta última cuando puedan utilizar estrategias indirectas de autoensalzamiento, o cuando el resultado favorable es casi seguro.  

Las creencias de auto-ensalzamiento tienen que ver con una percepción no realista de sí mismo, con una exagerada percepción de control, con un exagerado optimismo (Taylor y Brown, 1999). Las personas se ven y juzgan a sí mismas como mejores que la media; muestran un exagerado optimismo, debido a una exagerada percepción de control; en trabajos cooperativos, tienden a exagerar su propia contribución en la fabricación del producto colectivo (Farwell y Wohlwend-Lloyd, 1998).  

Las personas se valen de la comparación social como estrategia para mantener su autoconcepto. Los individuos que tienen buen rendimiento en un grupo que tiene poco éxito se sienten mejor que los individuos que son igualmente capaces pero que están en un grupo que tiene éxito. ello es debido a que la gente se auto-evalúa comparando sus resultados con los de otros individuos. En general, las personas se sienten mejor cuando se comparan con individuos que tienen peores resultados que ellos que cuando se comparan con los que tienen mejores resultados que ellos. En una investigación se comparó el auto-concepto académico de individuos que tenían la misma aptitud académica y el mismo estatus socioeconómico pero que asistían a escuelas de alta y de baja calidad; se comprobó que los primeros mostraban un auto-concepto académico más bajo que los segundos (McFarland y Buehler, 1995). De acuerdo a la teoría de la identidad social (McFarland y Buehler, 1995) la autoestima depende tanto de la identidad personal como de la identidad social o colectiva de uno. Solamente los individuos con una autoestima colectiva alta muestran reacciones más favorables cuando su grupo tiene buen rendimiento que cuando tiene mal rendimiento: se concentran en los logros individuales cuando tienen mejores resultados que los otros, y se fijan en los logros grupales cuando estos son más positivos que los individuales. Esta habilidad de focalización selectiva es un mecanismo de protección de la autoestima (McFarland y Buehler, 1995).


Según Johnson, Vincent y Ross (1997), una mayor autoestima ayuda a los individuos a enfrentarse mejor al fracaso, pero una excesiva auto-confianza alimenta una reacción hostil hacia los que amenazan la autoestima. Este descubrimiento confirma la opinión de que es muy probable que los individuos con una autoestima inflada respondan a la amenaza con hostilidad y agresión. Así pues, aun admitiendo que las distorsiones suaves pueden ayudar a mejorar la adaptación, las excesivas incongruencias entre las percepciones de sí mismo y la realidad dificultan la adaptación; el excesivo auto-ensalzamiento conduce a juicios y decisiones erróneos. Los informes clínicos sobre el narcisismo enfatizan la inestabilidad de la autoestima de los narcisistas y su intensa hostilidad hacia los acontecimientos que amenazan sus autoestima. El narcisismo se muestra positivamente correlacionado tanto con la autoestima como con medidas de autoensalzamiento engañoso. La correlación entre el narcisismo y la autoestima disminuye cuando el autoensalzamiento engañoso se separa de la medida de la autoestima. Esto es debido a que el narcisismo y el auto-ensalzamiento de auto-engaño están estrechamente relacionados, y una parte importante de la correlación positiva entre la autoestima y el narcisismo puede ser atribuida a la varianza del autoensalzamiento engañoso (Johnson, Vincent, and Ross, 1997). Parece ser que bajo la máscara del autoensalzamiento , camuflado bajo la inflación de la autoimagen del narcisista, hay un self débil y fragmentado, que necesita de los demás para confirmar su ampulosa imagen. El hecho de que su autoestima sea frágil hace que los narcisistas sean muy sensibles e intolerantes hacia la crítica. Responden con desdén, desprecio y rabia a la retroalimentación negativa. Infravaloran a los que les evalúan negativamente, para seguir manteniendo su imagen y reforzar su autoestima (Smalley and Stake, 1996). El narcisista tiende a menoscabar la imagen del evaluador negativo y a dirigir su hostilidad y afectos negativos contra él.


El fenómeno del impostor

En la estrategia de auto-ensalzamiento los individuos muestran una exagerada tendencia a sentirse copartícipes del éxito y a desentenderse de la responsabilidad en el fracaso, buscan retroalimentación positiva que mantenga la imagen positiva que tienen de sí mismos, distorsionan o evitan el feedback negativo que desinfle su autoimagen.  

El impostor es el individuo que no muestra la tendencia al auto-ensalzamiento; de hecho, cree que los otros le perciben como más competente de lo que es realmente. Se siente incómodo cuando tiene éxito, atribuye el éxito a factores ajenos a su habilidad, y niega que sea tan competente como sus logros parecen indicar (Leary, Pattin, Orlando y Funk 2000). La creencia de que no son tan competentes como aparecen ante los otros les lleva a estos individuos a sentirse como unos impostores, por mucho que hayan tenido éxito.  

Leary et al. (2000) atribuyen las siguientes características a los impostores: 

- sensación de ser un impostor o un fraude. Creencia de que los otros les perciben como más competentes de lo que realmente son.  
- Temen que los otros descubran que son un fraude y les consideren como el fracaso que ellos creen que son. Siente aprehensión en situaciones en que su competencia es evaluada implícita o explícitamente.  
- El impostor muestra dificultades a la hora de interiorizar sus éxitos y se comporta de forma que mantiene sus creencias de impostor. Atribuyen, por ejemplo, los éxitos a factores externos como la suerte, el oportunismo etc.  

Los comportamientos atribuidos a los impostores tienen un componente de auto-presentación importante, puesto que a través de su conducta quieren sacar algunos beneficios interpersonales. En la medida en que estos individuos creen que sus deficiencias van a salir a la luz pública, presentan una imagen pública menos positiva y muestran menos optimismo acerca de su actuación en el futuro. Al proclamar que su habilidad es menor de lo que parece, las expectativas de los otros se rebajan, y es menos probable que el sujeto decepcione a estos. Puede ser un indicativo de modestia. Puede proteger la imagen del individuo en el caso de que fracase. Y puede lograr expresiones de ánimo y soporte por parte de los otros.


Auto-impedimento (Self-handicapping)

Los sujetos que utilizan la estrategia del auto-impedimento para la protección de su autoestima desconfían de sus posibilidades para lograr el éxito, y ante el miedo a tener que atribuir su escaso rendimiento a la falta de aptitudes, se embarcan en una estrategia de ponerse trabas a sí mismos, para tener excusas a las que atribuir el fracaso, ajenas a sus aptitudes. Jones y Berglas (1978) analizan la estrategia del auto-impedimento (self-handicapping) y sostienen que algunos sujetos, con la intención de evitar atribuirse a sí mismos las causas de los fracasos que les puedan ocurrir en su intento de lograr su objetivos vitales, elaboran estrategias que les permitan atribuir la imposibilidad del éxito a factores externos: consumo de alcohol, holgazaneo, diversión. . .  

La procrastinación indica un retraso en el comienzo o la culminación de una tarea, es decir, la tendencia a dejar las cosas para más tarde. La procrastinación crónica se ha mostrado relacionada con la baja autoestima y altos niveles de perfeccionismo. Parece ser también una forma de auto-impedimento. Los auto-impedidores colocan barreras en el camino de su propio éxito como un truco estratégico para manipular las atribuciones. Los procrastinadores crónicos se preocupan igualmente de su imagen y de su auto-presentación y tratan de evitar las situaciones que muestre una imagen negativa de sí mismos.


Auto-engaño

Los individuos utilizan la estrategia del autoengaño para amortiguar los efectos negativos del fracaso. En este sentido, los individuos de autoestima alta utilizan unas estrategias que minimizan la influencia de la retroalimentación negativa que reciben (Shrauger, 1975) y tienen más expectativas de éxito que los de baja autoestima (Johnson, Vincent y Ross, 1997). Les afecta menos el fracaso que a los de baja autoestima. La alta autoestima crónica amortigua los efectos de la retroalimentación de fracaso en la motivación y el rendimiento (Johnson, Vincent y Ross, 1997). En la medida en que se reduce a suaves distorsiones de la realidad, es indicadora de un ajuste psicológico saludable (Taylor y Brown, 1999). El auto-engaño, medido por el cuestionario de Auto-Engaño de Gur y Sackeim se ha visto que correlaciona positivamente con medidas de ajuste y autoestima y negativamente con diversos aspectos psicopatológicos (Johnson, Vincent y Ross, 1997). Estos descubrimientos se han interpretado como que el auto-engaño es un mecanismo que contribuye al ajuste mental positivo.


El perfeccionismo

Cumple una función importante en una gran variedad de psicopatologías. A. Pacht (1984) asoció el perfeccionismo con una gran variedad de trastornos psicológicos y físicos: depresión, anorexia, trastorno obsesivo-compulsivo, alcoholismo, comportamiento tipo A.  

Abarca varias dimensiones: 
- Excesiva preocupación por la equivocación.  
- Alto nivel de aspiración (estándares demasiado elevados).  
- percepción de altas expectativas y alto sentido crítico de sus padres con respecto a él.  
- Preferencia por el orden y la organización.  
Hamachek (1978) establece la siguiente diferencia entre el perfeccionismo normal y el neurótico:
- El perfeccionismo normal establece altos estándares para sí mismo, pero se siente libre para ser menos preciso; permite algunos defectos menores en su realización y no deja de considerarla como exitosa por el hecho de que no sea perfecta del todo.  
- El perfeccionista neurótico establece altos estándares y deja poco margen para la equivocación. Nunca cree que algo está acabado del todo o suficientemente bien.  

La distinción entre el perfeccionismo normal y el neurótico implica que el perfeccionismo tiene altos estándares de realización y una tendencia a evaluar de forma abiertamente crítica su propio comportamiento. La evaluación crítica cuenta más que los altos estándares. Los perfeccionistas se esfuerzan en lograr sus objetivos más por temor al fracaso que por necesidad de logro (Hamachek, 1978).  

Los perfeccionistas tienen además dudas acerca de la calidad de sus realizaciones; un sentimiento de que la tarea no acaba de estar satisfactoriamente terminada. Asimismo, los perfeccionistas conceden un gran valor a las expectativas de sus padres y a las evaluaciones de estos, debido a que se han criado en un ambiente de consideración positiva condicionada. Su aceptación depende de logros cada vez mayores, por lo que los fallos que cometen los perciben como predictores de la retirada del afecto. Su autoevaluación acaba dependiendo de la evaluación de los padres.  

Algunas de las dimensiones del perfeccionismo están asociadas al malestar psicológico, pero no así la referente a los altos estándares, ya que estos aparecen asociados a experiencias saludables; solamente se asocian a la psicopatología en las personas que están muy preocupados por fallar. Según Frost, Marten, Lahart y Rosenblate (1990), el perfeccionismo correlaciona con una gran variedad de síntomas psicopatológicos. Existe también una asociación entre el perfeccionismo y la procrastinación (dejar las cosas para más tarde). La preocupación por los fallos, las expectativas y el criticismo paterno y las dudas del sujeto sobre su propia realización correlacionan con la procrastinación. Exigencias demasiado elevadas suelen estar asociadas con un aumento de niveles de estrés. Los altos niveles de perfeccionismo aparecen asociados a enfermedades como el cáncer, dolor, asma y dolores de cabeza.  

La investigación sobre el papel que juega el perfeccionismo en la depresión ha mostrado una asociación positiva consistente entre el perfeccionismo prescrito socialmente y la depresión. Se entiende por perfeccionismo prescrito socialmente la tendencia a percibir que los otros significativos exigen perfeccionismo por parte de uno mismo. Cuando el perfeccionismo es orientado a uno mismo, el alto nivel de perfeccionismo correlaciona con alto nivel de depresión, siempre que el nivel de estrés diario sea alto (Martin et al. , 1996). Los sujetos con altos niveles de depresión mostraban menor nivel de autoeficacia percibida, mayor procrastinación (dejar las cosas para luego) y mayor nivel de perfeccionismo prescrito socialmente (Martin et al. , 1996). Son las personas con altos estándares y una percepción negativa de sí mismas las que son especialmente susceptibles de caer en la depresión.


El Super-rendimiento (Overachievement)

En una cultura como la nuestra no es difícil encontrar personas que buscan el máximo rendimiento y los máximos logros, con vistas a tener éxito. Estas personas están preocupadas por tener actuaciones exitosas, y a menudo las tienen, pero tienen dudas sobre si poseen o no el talento necesario o la habilidad suficiente para lograr el éxito. Los super-realizadores serían las personas que tienen gran preocupación sobre su rendimiento y muchas dudas sobre su competencia o habilidad para lograr resultados positivos.  
En nuestra cultura se valora más tener aptitudes y habilidades que ser capaces de trabajar duramente. Se prefiere fracasar por ser vago a fracasar por ser estúpido. Se busca el éxito, pero se valora el éxito basado en el talento, no en el esfuerzo. Pero los individuos tienen dudas sobre sus aptitudes, capacidades, potencial de éxito. Esta incertidumbre tiene sus efectos en la percepción de autovalía y autoeficacia.  

Los individuos pueden utilizar estrategias de auto-impedimento (Jones y Berglas, 1978) para gestionar estas dudas sobre su competencia. En la estrategia del auto-impedimento, los sujetos priorizan las implicaciones atribucionales frente al deseo de éxito; intentando proteger su percepción de tener altas aptitudes, socavan su propia actuación para evitar de ese modo la atribución del fracaso a factores aptitudinales. Interponiendo obstáculos que impiden el éxito, los auto-impedidores difuminan el vínculo entre la pobre actuación y la baja aptitud (Jones & Berglas, 1978).  

Los auto-impedidores pueden parecerse a los que utilizan la estrategia del super-rendimiento en cuanto que los dos patrones de acción están basados en las dudas sobre su capacidad. Los primeros buscan el fracaso, de forma que las causas de la misma puedan ser atribuidas a factores no aptitudinales; los segundos intentan evitar el fracaso por medio de un esfuerzo extenuante. Pero, mientras los super-logradores están preocupados sobre todo por el resultado, los auto-impedidores lo están sobre todo por la evaluación de su habilidad o talento.


Bibliografía

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