La aparición o la ausencia de la transferencia negativa es probablemente uno de los mayores retos técnicos durante la psicoterapia, y su deficiente análisis es probablemente una de las causas del fracaso de la misma en numerosas ocasiones. En 1900, tras el caso Dora, Freud descubrió tempranamente los efectos de la transferencia sobre la cura, y en 1907 y 1910 la situó como la llave el proceso psicoterapéutico.
Poco después, en 1912, en uno de los ensayos sobre técnica estableció la diferencia entre una trasferencia «positiva» y una «negativa», aunque también sentó la base para la confusión entre la definición por su contenido y por su dinámica, y lo que fue más grave, con respecto a la transferencia negativa no fue capaz de separarse de la noción inicial de resistencia y, por tanto, solamente pudo ver en ella un obstáculo para la cura analítica. Tuvieron que pasar más de veinte años, y las disputas técnicas de los años veinte y treinta con sus principales discípulos, para que Freud en 1938, en su último e inacabado texto “Esquema del psicoanálisis”, entreviera la importancia capital del análisis de la transferencia negativa.
Psicólogo de la Comunidad de Madrid; Psicoterapeuta; Profesor del Master de Psicoterapia Psicoanalítica (UCM).
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
Dr. Francisco Javier Montejo Alonso
montejo. alonso@gmail. com
transferencia negativa, Técnica psicoanalítica, contratransferencia, Freud, Historia del
psicoanálisis, psicoterapia.
Negative Transference, Psychoanalytic Technique, Countertransference, Freud, History of
Psychoanalysis, Psychotherapy.
RESUMEN
La aparición o la ausencia de la transferencia negativa es probablemente uno de los mayoresretos técnicos durante la psicoterapia, y su deficiente análisis es probablemente una de las causas del fracaso de la misma en numerosas ocasiones. En 1900, tras el caso Dora, Freuddescubrió tempranamente los efectos de la transferencia sobre la cura, y en 1907 y 1910 la situó como la llave el proceso psicoterapéutico. Poco después, en 1912, en uno de los ensayos sobre técnica estableció la diferencia entre una trasferencia «positiva» y una «negativa»,
aunque también sentó la base para la confusión entre la definición por su contenido y por su dinámica, y lo que fue más grave, con respecto a la transferencia negativa no fue capaz de separarse de la noción inicial de resistencia y, por tanto, solamente pudo ver en ella un
obstáculo para la cura analítica.
Tuvieron que pasar más de veinte años, y las disputas técnicas de los años veinte y treinta con
sus principales discípulos, para que Freud en 1938, en su último e inacabado texto "Esquema
del psicoanálisis", entreviera la importancia capital del análisis de la transferencia negativa.
CONFERENCE (SUMMARY)
The appearance or absence of Negative Transference is probably one of the greatest technical
challenges during psychotherapy, and its poor analysis is probably one of the causes of its
failure on numerous occasions. In 1900, after the Dora case, Freud early discovered the effects
of the transference on the cure, and in 1907 and 1910 he placed it as the key to the
psychotherapeutic process. Shortly thereafter, in 1912, in one of the essays on technique he
established the difference between a "positive" and a "negative" transference, although it also
laid the basis for the confusion between definition by its content and by its dynamics, and what
was more serious, with respect to the Negative Transference was not able to separate from the
initial notion of resistance and, therefore, could only see in it an obstacle to the analytical cure.
They had to spend more than twenty years, and the technical disputes of the twenties and
thirties with their main disciples, so that Freud in 1938, in his last and unfinished text " Some
Elementary Lessons in Psycho-Analysis", would understand the crucial importance of the
analysis of the Negative Transference.
"Los resultados curativos producidos bajo el imperio de la trasferencia positiva están bajo
sospecha de ser de naturaleza sugestiva. Si la trasferencia negativa llega a prevalecer, serán
removidos como briznas por el viento. " (Freud, 1938).
INTRODUCCIÓN
La transferencia es un concepto previo e inaugural del psicoanálisis. Freud lo delimita en 1896
(Freud, 1896), en el contexto de su colaboración y ruptura con Breuer, y de manera previa a
su "autoanálisis" (Anzieu, 1959). Culminado este con "La interpretación de los sueños" (Freud,
1899) y su ruptura con Fliess, Freud choca de lleno con la aparición de su poder como
resistencia en el caso Dora (Freud, 1905).
Aquel fracaso terapéutico le permitió resituar la transferencia como llave técnica del método
psicoanalítico (Freud, 1907), pero no sería hasta su enfrentamiento y ruptura con Jung, que
Freud fue capaz de teorizar el concepto de "transferencia negativa" (Freud, 1912).
Previamente había tenido que instaurar el principio técnico de abstinencia y el reconocimiento
de la existencia de la "contratransferencia" (Freud, 1910), como pasos previos que
inevitablemente preparaban de manera insoslayable su inevitable aparición.
La aparición del concepto teórico de transferencia negativa impulsó de manera
decisiva la redacción de la metapsicología freudiana (Freud, 1915b, 1915c, 1915d, 1917a, 1917b, 1985) y
la revisión pulsional (Freud, 1921) y tópica (Freud, 1922 y 1923) del psicoanálisis, pero se
convirtió en un punto ciego técnico para Freud.
Tuvo que pasar una década entera durante la cual los debates técnicos entre sus discípulos
más cercanos y mejor dotados clínicamente, el conflicto con algunos de los más apreciados
personalmente (Ferenczi y Rank), para que Freud volviera a enfrentarse a la transferencia
negativa en sus últimos escritos (Freud, 1937 y 1938), en los cuales reconoce su presencia
siempre inevitable, aunque no fue capaz de resolver ni encauzar cómo resolver su manejo
técnico para así conjurar su enorme peligro con respecto al éxito de la cura y convertirla en un
nuevo motor de la misma.
En este trabajo vamos a intentar exponer ese recorrido de la transferencia negativa por la obra
de Freud. Comenzaremos (capítulo 2) por el descubrimiento teórico y técnico del "fenómeno"
de la transferencia en los albores del nacimiento del psicoanálisis, apoyándonos en la propia
incapacidad de reconocimiento de Freud de sus aspectos "negativos" ligados a su relación con
sus más estrechos colaboradores (Breuer, Fliess, Jung, Ferenczi, Rank y Reich), y fruto de la
insuficiencia de su autoanálisis personal.
Esta dimensión "personal" nos acompañará en el resto del recorrido por la construcción del
concepto teórico y técnico de la transferencia negativa, recorrido que se articulará en los
siguientes capítulos: 2. La transferencia como llave de la cura: construcción del concepto
técnico; 3. "Contratransferencia" y psicosis: preámbulo a la "transferencia negativa"; 4. El
odio: La transferencia negativa entra en escena; y 5. Epílogo: reconocimiento final y "punto
ciego técnico" de Freud.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA transferencia. CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO
TEÓRICO
El descubrimiento de la transferencia (Übertragung) y su conceptualización teórica era algo
necesariamente previo para el nacimiento del psicoanálisis como disciplina teórica y como
práctica terapéutica. Las dificultades de la aplicación del método catártico ideado por Breuer
hicieron que Freud muy tempranamente formalizara su conceptualización. (Freud, 1896, 306):
Cuando la enferma se espanta por transferir a la persona del médico las representaciones
penosas que afloran desde el contenido del análisis. ello es frecuente, y aun de ocurrencia
regular en muchos análisis. La transferencia sobre el médico acontece por enlace falso (. . . ) Al
principio me incomodaba mucho esta multiplicación de mi trabajo psíquico, hasta que aprendí
a inteligir lo sujeto a ley de todo este proceso, y después eché de ver que esa transferencia no
supone un considerable recargo de trabajo. Para la paciente, el trabajo sigue siendo el mismo:
superar el afecto penoso por haber podido abrigar semejante deseo por un momento; y para el
éxito del trabajo parecía indiferente que ella tomara como tema esa repulsión psíquica en el
caso histórico o en el reciente conmigo. También las enfermas aprendían poco a poco a
inteligir que en tales transferencias sobre la persona del médico hay una compulsión y un
espejismo que se disiparán al terminar el análisis.
Los "Estudios sobre la histeria" supusieron en zenit de la colaboración entre Freud y Breuer, y
también el fin de su colaboración científica y de su amistad personal.
Al año siguiente, en plena luna de miel de su amistad con Wilhelm Fliess, Freud, aunque no en
su producción publicada, realiza la primera observación clara de una transferencia negativa,
aunque en esos momentos plenos de transferencia positiva y entusiasmado por las
posibilidades que aquel proceso brindaban en la cura, Freud no atendió a los matices sobre el
tipo de afecto transferido (Freud, 1985, 268)1:
Parece como si en los hijos varones este deseo de muerte se, volviera contra el padre, y en
las hijas contra la madre. Una muchacha de servicio hace de ahí la trasferencia de desear la
muerte de su patrona para que el señor pueda casarse con ella.
En "La interpretación de los sueños" (1900) Freud desarrolló el concepto de transferencia como
uno de los procesos psíquicos inconscientes fundamentales en la construcción de los sueños, y
por tanto, llevándolo más allá del proceso terapéutico: (Freud, 1900): 313-314 y 554-555):
Carta de Freud a Fliess del 31 de mayo de 1897, en el llamado "Manuscrito N".
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
Entonces, nos es sugerida esta idea: en el trabajo onírico se exterioriza un poder psíquico que
por una parte despoja de su intensidad a los elementos de alto valor psíquico, y por la otra
procura a los de valor ínfimo nuevas valencias por la vía de la sobredeterminación, haciendo
que estos alcancen el contenido onírico. Si esto se concede, en la formación de los sueños
ocurre entonces una transferencia y un desplazamiento de las intensidades psíquicas de los
elementos singulares, de lo cual deriva la diferencia de texto entre contenido y pensamientos
oníricos. (Freud, 1900, 313-314)
Este es el hecho de la transferencia, que explica tantos sucesos llamativos de la vida anímica
de los neuróticos. La trasferencia puede dejar intacta esa representación oriunda del
preconsciente, la cual alcanza así una intensidad inmerecidamente grande, o imponerle una
modificación por obra del contenido de la representación que se le trasfiere (. . . ) Vemos así que
los restos diurnos, a los cuales tenemos el derecho de asimilar ahora las impresiones
indiferentes, no sólo toman algo prestado del Icc cuando logran participar en la formación del
sueño -vale decir: la fuerza pulsionante de que dispone el deseo reprimido-, sino que también
ofrecen a lo inconsciente algo indispensable, el apoyo necesario para adherir la transferencia.
(Freud, 1900, 554-555)
Si bien Freud ya tenía bien delimitado el concepto teórico de la transferencia y había logrado
fundamentarlo como un mecanismo básico de los procesos del inconsciente, tendría que pasar
por el fracaso terapéutico en el caso Dora (Freud, 1905) para descubrir todo su poder como
resistencia principal al análisis y, simultáneamente, como elemento técnico principal de la
terapia psicoanalítica.
LA transferencia COMO LLAVE DE LA CURA: CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO
TÉCNICO
El "caso Dora" fue la piedra de toque para validar la verdadera relevancia de la transferencia.
Curiosamente, y de nuevo, era realmente el predominio de una transferencia negativa la que
había dado al traste con el tratamiento.
El breve tratamiento de Ida Bauer, "Dora", había tenido lugar durante 1901 y Freud lo había
redactado inmediatamente para su publicación a finales de diciembre. Pero a última hora
decide retirarlo de la imprenta, y guardarlo de momento en un cajón (Montejo Alonso, 2009,
70). En aquellos momentos Freud estaba más solo y aislado que nunca, no había reanudado su
amistad con Breuer y desde 1900, tras el llamado "incidente de Achensee" 2, no contaba ya
2 Freud y Fliess tuvieron una airada discusión cerca del lago Achensee, donde celebraban uno de sus
"Congresos" particulares, así llamaban a sus periódicas reuniones. Posteriormente, Fliess llegará a decir que Freud,
loco de envidia, le atacó violentamente y quiso matarle (consultar: E. Rodrigué [1996a, p. 337] y E. Porge [1994, p.
135]).
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
Tampoco con el apoyo de su único corresponsal y partidario: Wilhelm Fliess. Es el periodo que
años después el propio Freud llamaría de "splendid isolation", espléndido asilamiento:
Cuando desde los embrollos y las urgencias del presente vuelvo la mirada a aquellos años de
soledad, quiere parecerme que fue una época hermosa, una época heroica; al splendid
isolation no le faltan ventajas ni atractivos. No tenía ninguna bibliografía que leer, ningún
oponente mal informado a quien escuchar, no estaba sometido a influencia alguna ni urgido
por nada. (Freud, 1914a, 21).
Tras mi separación de Breuer, por más de un decenio no tuve partidario alguno. Estaba
totalmente aislado. En Viena se me hizo el vacío, en el extranjero no se me tenía en cuenta. La
interpretación de los sueños, editado en 1900, apenas mereció reseñas en las publicaciones
especializadas. (Freud, 1925, 45).
En 1905, en la redacción definitiva del caso, Freud, en el prólogo ("Palabras preliminares")
reconoce que:
(. . . ) justamente la pieza más difícil del trabajo técnico no estuvo en juego con la enferma; en
efecto, el factor de la «transferencia», de que se habla al final del historial clínico, no fue
examinado en el curso del breve tratamiento (Freud, 1905, 12).
Freud afina en su definición conceptual de la transferencia para centrar ahora su estudio como
elemento técnico clave en la terapia. Para ello, lógicamente, muestra la inevitabilidad de su
aparición y como al centrarse en el analista permite actualizar los conflictos inconscientes del
pasado, requisito indispensable para la cura psicoanalítica (Freud, 1905, 101):
¿Qué son las transferencias? Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a
medida que el análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes; pero
lo característico de todo el género es la sustitución de una persona anterior por la persona del
médico. Para decirlo de otro modo: toda una serie de vivencias psíquicas anteriores no es
revivida como algo pasado, sino como vínculo actual con la persona del médico.
Corrigiendo su afirmación inicial de 1896, Freud afirmaba que el análisis de la transferencia es
la parte más difícil de la técnica psicoanalítica, y que superar su resistencia es la calve del
tratamiento (Freud, 1905, 102):
Cuando uno se adentra en la teoría de la técnica analítica, llega a la intelección de que la
transferencia es algo necesario. Al menos, uno se convence en la práctica de que no hay medio
alguno para evitarla, y que es preciso combatir a esta última creación de la enfermedad como
se lo hace con todas las anteriores. Ahora bien, esta parte del trabajo es, con mucho, la más
difícil. La interpretación de los sueños, la destilación de los pensamientos inconscientes a partir
de las ocurrencias del enfermo, y otras artes parecidas de traducción, se aprenden con
facilidad; el enfermo siempre brinda el texto para ello. Únicamente a la trasferencia es preciso
colegirla casi por cuenta propia, basándose en mínimos puntos de apoyo y evitando incurrir en
arbitrariedades. Pero no se puede eludirla; en efecto, es usada para producir todos los
impedimentos que vuelven inasequible el material a la cura, y, además, sólo después de
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
Resolverla puede obtenerse en el enfermo la sensación de convencimiento en cuanto a la
corrección de los nexos construidos.
Inmediatamente Freud se apresuraba a combatir las posibles críticas que podían hacerse a un
método que, para producir la cura, precisaba de crear artificialmente un vínculo neurótico
entre el analista y el paciente (Freud, 1905, 102):
Se tenderá a considerar una seria desventaja del procedimiento, de por sí nada cómodo, el
hecho de que multiplique el trabajo del médico creando un nuevo género de productos
psíquicos patológicos. Y aun se querrá inferir, de la existencia de las trasferencias, que la cura
analítica es dañina para el enfermo. Las dos cosas serían erróneas. El trabajo del médico no es
multiplicado por la trasferencia; puede resultarle indistinto, en efecto, tener que vencer la
moción respectiva del enfermo en conexión con su persona o con alguna otra. Pero tampoco la
cura obliga al enfermo, mediante la trasferencia, a una neoproducción que de otra manera no
habría consumado.
Freud defendía su método afirmando que aunque no fueran conscientes de ello, todas las
terapéuticas, y no solo de las neurosis, se apoyaban en la recreación artificial de una relación
transferencial y que la cura psicoanalítica no creaba realmente la transferencia, solamente la
revelaba y se apoyaba en su vertiente "tierna y amistosa" para la consecución de sus fines
terapéuticos, aunque también eran despertadas "todas la mociones, aún las hostiles" (la
transferencia negativa) (Freud, 1905, 102-103). El análisis del caso Dora permitía a Freud
afirmar que "la trasferencia, destinada a ser el máximo escollo para el psicoanálisis, se
convierte en su auxiliar más poderoso cuando se logra colegirla en cada caso y traducírsela al
enfermo". Y también reconocer las causas de su fracaso terapéutico (Freud, 1905, 103):
Yo no logré dominar a tiempo la trasferencia; a causa de la facilidad con que Dora ponía a mi
disposición en la cura una parte del material patógeno, olvidé tomar la precaución de estar
atento a los primeros signos de la trasferencia que se preparaba con otra parte de ese mismo
material, que yo todavía ignoraba. Desde el comienzo fue claro que en su fantasía yo hacía de
sustituto del padre, lo cual era facilitado por la diferencia de edad entre Dora y yo. Y aun me
comparó concientemente con él; buscaba angustiosamente asegurarse de mi cabal sinceridad
hacia ella, pues su padre «prefería siempre el secreto y los rodeos tortuosos». (. . . ) Cuando en
el análisis es posible replegar tempranamente las trasferencias, su curso se vuelve más oscuro
y se retarda, pero su subsistencia queda mejor asegurada frente a resistencias repentinas e
insuperables.
Dos años después, en 1907, durante una de las célebres "reuniones de los miércoles",
justamente en la primera que se recibía a un invitado "extranjero" de prestigio3, Freud
estableció con absoluta claridad el papel central de la transferencia, en este caso de la
3 Max Eitingon se desplazó a Viena en enero de 1907, como representante del hospital Burghözli y comisionado
explícitamente por sus superiores en Zurich, Bleuler y Jung.
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
transferencia positiva, para el desarrollo del tratamiento psicoanalítico (Nunberg y Federn,
1967, 123):
Solo hay un poder que puede eliminar las resistencias: la trasferencia. El paciente se ve
compelido a abandonar sus resistencias por amor a nosotros. Nuestras curas son curas de
amor. Por consiguiente, a nosotros solo nos resta llevar a cabo la tarea de eliminar las
resistencias personales (que se oponen a la trasferencia). En la medida en que la trasferencia
existe, en esa medida podrá producirse una cura.
A lo largo de toda su vida y su obra, Freud nunca abandonará este punto de vista técnico, que
se convertirá en principio innegociable con respecto a lo que era o lo que no era un
tratamiento psicoanalítico. Más adelante, en las célebres cinco conferencias que impartirá en
1909 en Estados Unidos, en la Universidad de Clark, Freud recapitulaba todo lo escrito
anteriormente y de manera brillantísima sintetizaba en pocas palabras el concepto, su papel en
la terapia y su amplitud más allá (Freud, 1910, 47-48):
Siempre que tratamos psicoanalíticamente a un neurótico, le sobreviene el extraño fenómeno
de la llamada trasferencia, vale decir, vuelca sobre el médico un exceso de mociones tiernas,
contaminadas hartas veces de hostilidad, y que no se fundan en ningún vínculo real; todos los
detalles de su emergencia nos fuerzan a derivarlas de los antiguos deseos fantaseados del
enfermo, devenidos inconscientes. Entonces, revive en sus relaciones con el médico aquella
parte de su vida de sentimientos que él ya no puede evocar en el recuerdo, y sólo reviviéndola
así en la «trasferencia» se convence de la existencia y del poder de esas mociones sexuales
inconscientes. (. . . ) Por lo demás, no crean ustedes que el fenómeno de la trasferencia, sobre el
que desdichadamente es muy poco lo que puedo decirles aquí, sería creado por el influjo
psicoanalítico. Ella se produce de manera espontánea en todas las relaciones humanas, lo
mismo que en la del enfermo con el médico; es dondequiera el genuino portador del influjo
terapéutico, y su efecto es tanto mayor cuanto menos se sospecha su presencia. Entonces, el
psicoanálisis no la crea; meramente la revela a la conciencia y se apodera de ella a fin de guiar
los procesos psíquicos hacia las metas deseadas.
La transferencia quedaba completamente definida conceptualmente, y su lugar central en la
técnica psicoanalítica quedaba definitivamente establecido. Solamente quedaba un obstáculo
para que Freud pudiera conceptualizar la otra parte de la ambivalencia, la transferencia
negativa. Pero para atravesar ese obstáculo antes tuvo que producirse el reconocimiento de la
"contratransferencia" (Freud, 1910b), sumergirse en el estudio psicoanalítico de la psicosis
(1911 y 1914b), y en medio de todo ello su ruptura personal y científica con el que había
designado su heredero científico, guardián y sucesor de su obra: Carl Gustav Jung.
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
"CONTRATRANSFERENCIA"Y PSICOSIS:PREÁMBULO A LA "TRANSFERENCIA NEGATIVA".
En 1910 Freud y Ferenczi fundaban la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), entregando
su presidencia a Jung. En su conferencia programática Freud presentaba públicamente un
nuevo concepto: "contratransferencia" (Freud, 1910b, 136):
Otras innovaciones de la técnica atañen a la persona del propio médico. Nos hemos visto
llevados a prestar atención a la «contratrasferencia» que se instala en el médico
por el influjo que el paciente ejerce sobre su sentir inconsciente, y no estamos lejos de exigirle
que la discierna dentro de sí y la domine. (. . . ) cada psicoanalista sólo llega hasta donde se lo
permiten sus propios complejos y resistencias interiores, y por eso exigimos que inicie su
actividad con un autoanálisis y lo profundice de manera ininterrumpida a medida que hace sus
experiencias en los enfermos. Quien no consiga nada con ese auto análisis puede considerar
que carece de la aptitud para analizar enfermos.
Aunque públicamente Freud nunca había hablado ni escrito sobre la contratransferencia, su
aparición y conceptualización estuvo estrechamente ligada a su relación con Jung. El término
aparece por primera vez en una carta de Freud el 7 de Junio de 1909 4, carta que es respuesta
a otra de Jung tres días antes5, en la cual cuenta que el caso presentado en el entonces recién
celebrado Congreso Internacional de psiquiatría en Ámsterdam (1907) era el de Sabina
Spielrein, caso del que Jung había escrito a Freud pidiéndole su opinión, dando así inicio a su
correspondencia. Jung contaba cómo se le había ido de las manos la relación terapéutica con
Sabina Spielrein, aunque seguía ocultando que habían llegado a sostener una larga y
clandestina relación amorosa que acaban de romper.
Posteriormente Ferenczi y Jones vivieron experiencias parecidas (Forrester, 1997), lo que llevó
a Freud a presentar públicamente el concepto e intentar encauzarlo primeramente a través del
autoanálisis y con la idea de elaborar un manual sobre el manejo y los peligros de la
contratransferencia, manual que sería sólo para consumo interno de los psicoanalistas
iniciados (Montejo Alonso, 2009, 236).
Más adelante, los peligros de la contratransferencia impulsaran a Freud a desarrollar el
principio o regla de abstinencia (Freud, 1915a y 1919), que acelerará la inevitable teorización
sobre la transferencia negativa.
La fundación de la IPA, y la designación de Jung como presidente, precipitó los conflictos entre
los psicoanalistas que desembocaros con las escisiones de Adler y Stekel, y empezaron a
4 Carta de Jung a Freud del4/6/1909 (W. McGuire y W. Sauerlander, 1974, p. 277): "La Spielrein es la misma persona
de la cual le he escrito a usted. El caso está abreviadamente publicado en mi conferencia de Ámsterdam de feliz
recordación. Era, por así decir, mi primer caso psicoanalítico, por lo que conservé especial consideración y afecto hacia
ella".
5
Carta de Jung a Freud del 23/10/1906 (W. McGuire y W. Sauerlander, 1974, p. 46).
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
sentar las bases de la desconfianza mutua entre Freud y Jung que eclosionó un año después,
cuando ambos se sumergieron en sendas investigaciones para explicar la génesis de la psicosis
(Freud, 1911 y 1914b, y Jung, 1912). Aquella investigación terminó con su ruptura científica y
personal, pero sirvió a Freud para afrontar de manera abierta la necesidad de delimitar la
transferencia negativa, la predominante en la psicosis, y la resultante de su relación con Jung
(Montejo Alonso, 2013 y 2014).
EL ODIO: LA transferencia NEGATIVA ENTRA EN ESCENA.
Hubo que esperar hasta 1912 para que Freud escribiera por primera vez sobre la
"transferencia negativa". Fue en "Sobre la dinámica de la transferencia" (Freud, 1912), uno de
los escritos técnicos por los que Freud sustituyó su demandada "Metodología general de
técnica" (Freud, 1912, 102):
Al fin uno cae en la cuenta de que no puede comprender el empleo de la trasferencia como
resistencia mientras piense en una «trasferencia» a secas. Es preciso decidirse a separar una
trasferencia «positiva» de una «negativa», la trasferencia de sentimientos tiernos de la de
sentimientos hostiles, y tratar por separado ambas variedades de trasferencia sobre el médico.
Freud planteaba un diferente tratamiento técnico para la transferencia negativa, exigiendo su
pronta resolución pues de lo contrario pondría en riesgo la cura (Freud, 1912, 103):
La solución del enigma es, entonces, que la trasferencia sobre el médico sólo resulta apropiada
como resistencia dentro de la cura cuando es una trasferencia negativa, o una positiva de
mociones eróticas reprimidas. Cuando nosotros «cancelamos» la trasferencia haciéndola
consciente, sólo hacemos desasirse de la persona del médico esos dos componentes del acto
de sentimiento; en cuanto al otro componente susceptible de conciencia y no chocante,
subsiste y es en el psicoanálisis, al igual que en los otros métodos de tratamiento, el portador
del éxito.
Freud terminaba prometiendo un estudio más en profundidad, estudió que nunca acometió,
vinculando además el predominio de la transferencia negativa a la esfera de las psicosis.
Diríamos que resonaban los ecos de Schreber y Jung (Freud, 1912, 104):
La trasferencia negativa merecería un estudio en profundidad, que no puede dedicársele en el
marco de estas elucidaciones. En las formas curables de psiconeurosis se encuentra junto a la
trasferencia tierna, a menudo dirigida de manera simultánea sobre la misma persona. Para
este estado de cosas Bleuler ha acuñado la acertada expresión de «ambivalencia». Una
ambivalencia así de los sentimientos parece ser normal hasta cierto punto, pero un grado más
alto de ella es sin duda una marca particular de las personas neuróticas. El temprano «divorcio
de los pares de opuestos» parece ser característico de la vida pulsional en la neurosis
XIX Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría
www. interpsiquis. com- abril 2018. Psiquiatria. com
LA transferencia NEGATIVA. TEORIZACIÓN Y TÉCNICA EN LA OBRA DE FREUD
obsesiva, y constituir una de sus condiciones constitucionales. La ambivalencia de las
orientaciones del sentimiento es lo que mejor nos explica la aptitud de los neuróticos para
poner sus trasferencias al servicio de la resistencia. Donde la capacidad de trasferir se ha
vuelto en lo esencial negativa, como es el caso de los paranoicos, cesa también la posibilidad
de influir y de curar.
Freud nunca volvió a escribir tanto sobre la transferencia negativa. Además abría una
confusión conceptual al incluir distintos puntos de vista al definirla. Freud diferenciaba la
transferencia negativa de la transferencia positiva por la cualidad del afecto transferido al
analista (odio o amor), pero, desde un punto de vista dinámico la transferencia negativa
vendría definida por el tipo de transferencia que actúa en contra de la cura (resistencia por
transferencia), y la transferencia positiva sería aquella que juega a favor, algo que desarrolló
en su trabajo sobre el amor de transferencia (Freud, 1915a).
Aún hoy en día se tiende a referirnos a la transferencia negativa solamente desde el punto de
vista de la cualidad afecto transferido, llevando a graves confusiones técnicas (Mijolla, 2007,
1348):
El término "transferencia negativa" describe lo que, en la transferencia, se opone al
movimiento de la cura psicoanalítica. No se trata solamente de la expresión por parte del
paciente de sentimientos hostiles respecto al analista esta puede ser favorable para el
desarrollo de la cura- sino de modalidades transferenciales que refuerzan las resistencias y
corren el riesgo de conseguir la interrupción del trabajo analítico, que las sesiones continúen o
que se produzca una ruptura.
Freud nunca aclaró esta "confusión", ni siquiera cuando acometió su otro ensayo dedicado
expresamente al amor de transferencia (Freud, 1915a), donde señalaba como la aplicación de
la regla de abstinencia favorecía la mutabilidad de la transferencia positiva en negativa, como
consecuencia de la frustración de los deseos amorosos del paciente. Tampoco lo hizo cuando
desarrolló la revisión pulsional y planteo la existencia de una pulsión de (Freud, 1921).
En 1915 Freud se encontró de nuevo aislado en Viena, esta vez en medio de la más brutal
emergencia total del odio: la Gran Guerra. En ese terrible contexto Freud acomete la redacción
de los escritos sobre metapsicología (1915-1917), su intento teórico más ambicioso desde "La
interpretación de los sueños". Fueron escritos por básicamente en poco más de un mes
(Rodrigué, 1996, 150) y prepararon decisivamente la revisión pulsional de 1921. El primero de
ellos, "Pulsiones y destinos de la pulsión" (Freud, 1915b) se ocupa de la génesis del amor y del
odio y cómo uno muda en el otro, proceso dinámico de afectos que había descubierto al
trabajar con la transferencia y que le había llevado a conceptualizar la transferencia negativa
(Freud, 1912).
En 1917 Freud volvió a escribir sobre la transferencia negativa. Fue en la conferencia 27 de las
"Conferencias de introducción al psicoanálisis" (Freud, 1917c), escrita casi simultaneamente a
la revisión y publicación del último de los escritos de metapsicología: "Duelo y melancolía"
(Freud, 1917b), donde vuelve a ahondar sobre el dinamismo entre el amor y el odio. En
aquella conferencia Freud señalaba que la transferencia negativa es más frecuente en los
pacientes masculinos (Freud, 1917c, 402) y sugería la técnica indicada (Freud, 1917c, 403):
Nada se registra de ella (la transferencia), y tampoco hace falta tomarla en cuenta, mientras
opera en favor del análisis emprendido en común. Pero si después se muda en resistencia, es
preciso prestarle atención y reconocer que modifica su relación con la cura bajo doscondiciones diferentes y contrapuestas: en primer lugar, cuando en calidad de inclinación tierna se ha hecho tan fuerte, ha dejado ver tan claramente los signos de su procedencia de la
necesidad sexual, que no puede menos que suscitar una resistencia interior contra ella; y en
segundo lugar, cuando consiste en mociones hostiles en vez de mociones tiernas. Por regla general, los sentimientos hostiles salen a la luz más tarde que los tiernos, y detrás de ellos; en su simultánea presencia resultan un buen reflejo de la ambivalencia de sentimientos que rige
en la mayoría de nuestros vínculos íntimos con otros seres humanos. Los sentimientos hostiles importan un vínculo afectivo a igual título que los tiernos, así como el desacato implica la misma dependencia que el acatamiento, aunque de signo contrario. Y en cuanto a que los
sentimientos hostiles hacia el médico merezcan el nombre de «transferencia», no hay duda de
ello, puesto que, a todas luces, la situación de la cura no les da ocasión suficiente; la
necesidad de concebir así la trasferencia negativa nos asegura que no hemos errado en
nuestro juicio sobre la positiva o tierna.
En la siguiente conferencia, la 28, la dedicada a exponer la terapia psicoanalítica, Freud volvía
a ocuparse de la transferencia negativa, aunque decepcionantemente solamente para apoyarse
para volver a señalar su carácter dinámico y cambiante y para remarcar las diferencias en la
utilización de la transferencia entre la terapia psicoanalítica y las terapias basadas en la
sugestión (Freud, 1917d, 412).
(. . . ) el hecho de que durante la cura tenemos que luchar incesantemente contra resistencias
que saben mudarse en trasferencias negativas (hostiles) opera en sentido contrario a la
producción de sugestiones singulares.
En 1918 Freud cerraba sus escritos técnicos con una nueva conferencia en la que resumía los
principios de la técnica psicoanalítica, a la par que proponía una nueva "psicoterapia para las
masas" articulada sobre la regla de abstinencia, con la idea de acelerar los tratamientos y
extenderlos masivamente (Freud, 1919). Nuevamente Freud omitió hablar expresamente de la
transferencia negativa y cumplir la promesa realizada en 1912.
EPÍLOGO: reconocimiento FINAL Y "PUNTO CIEGO TÉCNICO" DE FREUD.
Durante casi veinte años Freud no volvió a escribir sobre la transferencia negativa, aunque
esta ocupó buena parte de los debates técnicos entre sus discípulos.
Ni al ocuparse de su revisión de la teoría pulsional (Freud, 1921), ni al presentar su nueva tópica (Freud, 1922 y
1923), ni con su reformulación de la teoría de la angustia (Freud, 1926). Tampoco lo hizo al
redactar sus "Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis" (Freud, 1933), a pesar de
que Reich acababa de publicar su "Análisis del carácter" (Reich, 1933) donde hacía del análisis
de la transferencia negativa el eje estratégico de la técnica psicoanalítica.
Si lo hizo al publicar uno de sus últimos escritos fundamentales: "Análisis terminable e
interminable" (Freud, 1937), texto en el polemizaba y criticaba las propuestas técnicas de Otto
Rank (1926), Reich (1933) y sobre todo las de Ferenczi (1931, 1988), con el que entraba en
dialogo directo sobre la transferencia negativa en relación al análisis que habían desarrollado
años atrás. Freud respondía a los reproches de su más fiel discípulo admitiendo su incapacidad
para reconocer y resolver la transferencia negativa (Freud, 1937, 224):
El analizado entra en oposición con el analista, le reprocha haber omitido brindarle un análisis
integral {vollständig}. Es que habría debido saber, y debió tenerlo en cuenta, que un vínculo
trasferencial nunca puede ser meramente positivo; tendría que haber hecho caso de la
posibilidad de una trasferencia negativa. El analista se disculpa diciendo que en la época del
análisis no se notaba nada de una trasferencia negativa. Pero aun suponiendo que hubiera
descuidado unos levísimos indicios de esta última -lo cual no estaría excluido, dada la
estrechez del horizonte en aquella temprana época del análisis-, seguiría siendo dudoso que
tuviera el poder de activar por su mero señalamiento un tema o, como dice, un «complejo»,
mientras este no fuera actual en el paciente mismo. Para ello, sin duda habría necesitado
emprender alguna acción contra el paciente, una acción inamistosa en el sentido objetivo.
Freud no aportaba nada nuevo y se mantenía en la línea técnica de evitar el trabajo analítico
con la transferencia negativa salvo cuando no hubiera más remedio. Seguía más temeroso de
los riesgos que la aparición de la transferencia negativa conllevaba para la cura, pese a que
tanto Ferenczi como
Reich habían ya establecido con rotundidad la presencia ineludible y constante de la transferencia negativa y los mayores riesgos para la cura que ocasionaba el no analizarla y disolverla (Freud, 1937, 241):
Bajo el influjo de las mociones de displacer, que se registran ahora por la reescenificación de
los conflictos defensivos, pueden cobrar preeminencia unas trasferencias negativas y cancelar
por completo la situación analítica. El analista es ahora sólo un hombre extraño que le dirige al
paciente desagradables propuestas, y este se comporta frente a aquel en un todo como el niño
a quien el extraño no le gusta, y no le cree nada. Si el analista intenta demostrar al paciente
una de las desfiguraciones emprendidas en la defensa y corregírsela, lo halla irrazonable e
inaccesible para los buenos argumentos. Así pues, existe realmente una resistencia a la puesta
en descubierto de las resistencias, y los mecanismos de defensa merecen realmente el nombre
con que se los designó al comienzo, antes de ser investigados con precisión; son resistencias
no sólo contra el hacer-conscientes los contenidos-ello, sino también contra el análisis en
general y, por ende, contra la curación.
En su último e inconcluso escrito, "Esquema del Psicoanálisis" (Freud, 1938), Freud terminaba
por aceptar esos posicionamientos y reconocía el papel fundamental de la transferencia
negativa en el proceso terapéutico, resignándose y señalando su inevitable presencia, aunque
sin entrever qué hacer con ella, técnicamente hablando (Freud, 1938, 175):
Este hecho de la trasferencia pronto demuestra ser un factor de insospechada significatividad:
por un lado, un recurso auxiliar de valor insustituible; por el otro, una fuente de serios
peligros. Esta trasferencia es ambivalente, incluye actitudes positivas, tiernas; así como
negativas, hostiles, hacia el analista, quien por lo general es puesto en el lugar de un miembro
de la pareja parental, el padre o la madre. Mientras es positiva nos presenta los mejores
servicios.
Freud ratificaba su propio "punto ciego" para poder desarrollar una técnica explícita con
respecto a la transferencia negativa. La aplicación sistemática "principio de abstinencia" desde
las técnicas activas (Ferenczi, 1919), si bien había sido en principio uno de los instrumentos
técnicos desarrollados para minimizar los riesgos contratransferenciales, había por otro lado
servido para demostrar que la transferencia mutaba rápidamente de una a otra modalidad y no
podíamos ya contentarnos y tranquilizarnos si no aparecía claramente en los tratamientos.
Reconociendo todo esto, sin embargo Freud dejaba sin resolver el enigma de su manejo
técnico, dejando abierto un problema técnico que perturba la técnica psicoanalítica desde
entonces (Freud, 1938, 176-177):
Puesto que la trasferencia reproduce el vínculo con los padres, asume también su
ambivalencia. Difícilmente se pueda evitar que la actitud positiva hacia el analista se trueque
de golpe un día en la negativa, hostil. También esta es de ordinario una repetición del pasado.
La obediencia al padre (si de este se trataba), el cortejamiento de su favor, arraigaba en un
deseo erótico dirigido a su persona. En algún momento esa demanda esfuerza también para
salir a la luz dentro de la trasferencia y reclama satisfacción. En la situación analítica sólo
puede tropezar con una denegación. (. . . ) Los resultados curativos producidos bajo el imperio
de la trasferencia positiva están bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva. Si la
trasferencia negativa llega a prevalecer, serán removidos como briznas por el viento.
Terminamos este trabajo recordando las palabras de Jacques Lacan con respecto a la
transferencia negativa, casi al principio de su enseñanza (Lacan, 1948, 100):
Debemos sin embargo poner en juego la agresividad del sujeto para con nosotros, puesto que
esas intenciones, ya se sabe, forman la transferencia negativa que es el nudo inaugural del
drama analítico.
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