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El lenguaje de niños y niñas con autismo.

Autor/autores: Blas Eduardo Mora Maestre
Fecha Publicación: 01/03/2005
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Se realizó un estudio investigativo para caracterizar el lenguaje de niños y niñas con autismo, realizando una comparación con la literatura que existe sobre el tema.

Se emplearon diferentes métodos y técnicas, fundamentalmente la observación; entrevistas a los familiares y maestros; custionario y CARS. La muestra empleada estuvo cosntituida por 50 niños y niñas con autismo. Se refieren las características fundamentales del lenguaje encontradas, así como la comparación con la literatura sobre el tema, explicando las semejanzas y diferencias encontradas.

Palabras clave: autismo


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El lenguaje de niños y niñas con autismo.

María Teresa García; Blas Eduardo Mora Maestre.

Facultad de psicología, Universidad de la Habana, Cátedra de Estudios sobre discapacidad.

 

Se realizó un estudio investigativo para caracterizar el lenguaje de niños y niñas con autismo, realizando una comparación con la literatura que existe sobre el tema. Se emplearon diferentes métodos y técnicas, fundamentalmente la observación; entrevistas a los familiares y maestros; custionario y CARS. La muestra empleada estuvo cosntituida por 50 niños y niñas con autismo. Se refieren las características fundamentales del lenguaje encontradas, así como la comparación con la literatura sobre el tema, explicando las semejanzas y diferencias encontradas.

Introducción

El estudio del autismo infantil ha sido y sigue siendo un reto a los especialistas. Psicólogos, Pedagogos, Médicos, entre otros, no se han puesto de acuerdo al respecto y emiten opiniones distintas y en ocasiones opuestas con relación al mismo, que alcanza incluso su ubicación gnoseológica.

Así mismo, resulta difícil remontarse a sus antecedentes históricos, ya que existen pocas referencias bibliográficas al respecto con anterioridad a las observaciones que realizó Leo Kanner y que reflejó en su artículo: “Perturbaciones Autistas del Contacto Afectivo” (1) donde expresa toda una serie de rasgos del comportamiento que según su opinión podrían caracterizar al síndrome de autismo infantil.

Leo Kanner fue un psiquiatra infantil de origen austríaco residente en Estados Unidos y que trabajaba en la “Escuela Médica John Hopkins” cuando publicó el artículo que referimos anteriormente en el año 1943. Sus observaciones en once niños que presentaban un síndrome no identificado lo llevaron a caracterizar al autismo infantil como un síndrome de aparición temprana, en el cual se presenta un deterioro social y emocional importantes, además alteraciones y/o retrasos en la adquisición y uso del lenguaje, así como una falta de tolerancia a los cambios de ambiente, unido a rituales y actividades repetitivas. Así, nos expresa: "… desde el principio existe una soledad autista extrema que, siempre que es posible desprecia, ignora e impide el paso a cualquier cosa que le llegue al niño desde el exterior".

L. Kanner, a partir de esto definía entre otros los siguientes rasgos del autismo infantil, como los más importantes:

- Incapacidad para establecer relaciones con las personas.
- Retraso en la adquisición el habla y el lenguaje.
- Si tienen habla, no la usan comunicativamente.
- ecolalia retardada.
- inversión pronominal.
- Insistencia obsesiva a mantener el ambiente sin cambios y en preservar la identidad.
- Actividades repetitivas, estereotipadas, poco imaginativas.
- Aparición en ocasiones de "habilidades especiales".
- Aspecto físico normal.
- Aparición de los primeros síntomas desde la edad temprana o desde el nacimiento.

De forma coincidente, un año posterior al informe publicado por L. Kanner, es decir, en 1944 un pediatra que preparaba su tesis doctoral en la Clínica Pediátrica Universitaria de Viena, Hans Asperger, describió a partir de características que presentaban algunos de sus pacientes, un conjunto de síntomas, que concordaban con el síndrome referido por el primero y que denominó psicopatía Autista.

De hecho, el término Autismo se venía utilizando ya desde 1911 cuando E. Bleuler lo introdujo en la psicopatología para referir “ciertos disturbios de la esquizofrenia” que se traducían en problemas en la interrelación con las demás personas y el mundo exterior en general, caracterizándolo como un síntoma tan extremo que el paciente excluía “todo” de su mundo, excepto a sí mismo.

H. Asperger coincidía con L. Kanner con relación a la insuficiencia social que presentan los pacientes, destacando rasgos importantes en este sentido tales como: empatía prácticamente nula, poco contacto visual, insuficiente comunicación no verbal, habla monótona y además destacaba la oposición al cambio que presentaban estos niños; aunque a diferencia de L. Kanner que refería retrasos importantes en relación con el desarrollo cognitivo y/o del lenguaje, Asperger no los describía.

L. Wing considera que el término síndrome de Asperger describe a aquellos individuos con Autismo que se encuentran relativamente discapacitados en forma moderada, muestran dificultades de aprendizaje no notorias, tienen relativamente habilidades lingüísticas adecuadas y tienen o deben tener una adecuada oportunidad de ocupar su lugar en la sociedad, siempre y cuando se les brinde la ayuda (educación) oportuna y apropiada desde la edad temprana.

Según M. Sigman y L. Capps (2) en su libro “Niños y Niñas Autistas”, el hecho de que el artículo de H. Asperger se publicó en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, hizo que el síndrome permaneciera desconocido en la literatura especializada hasta hace poco tiempo, lo que influyó en que la explicación que dio L. Kanner del autismo infantil sirviera de base para el cambio de las conceptualizaciones de este trastorno.

Por tanto, el síndrome de Asperger no se llegó a diagnosticar hasta hace poco tiempo y por ello a aquellas personas que estaban clasificadas como de alto grado de funcionamiento Autista y no presentaron retrasos importantes en el desarrollo del lenguaje y en el desarrollo intelectual se les ha rediagnosticado como tributarios del síndrome Asperger en la actualidad.


No obstante, aún en la actualidad escuelas psicológicas como el psicoanálisis consideran al Autismo como una psicosis y lo ubican al lado de la paranoia y la esquizofrenia; aunque la mayoría de los autores psicoanalistas lo consideran un cuadro especial de esquizofrenia en donde se da un desencadenamiento precoz o una esquizofrenia en la que el fracaso de la metáfora paterna es masivo, no obstante, la inmensa mayoría de los estudiosos e investigadores actualmente coinciden en que el Autismo y la esquizofrenia infantil son dos fenómenos diferentes y bien distintos, lo que viene bien explicado al conocer hoy en día que los niños con autismo no presentan ni alucinaciones, ni delirios que están presentes en los niños esquizofrénicos; al mismo tiempo que estos no muestran conductas que adoptan los niños autistas, tales como los rituales mantenidos con los objetos (colocar en fila una y otra vez los juguetes, los adornos, etc. ); la atención prestada a los objetos que giran; los manerismos; además de la preocupación excesiva y obsesiva por un tema determinado. También podemos establecer diferencias importantes en relación con el lenguaje de ambos tipos de niños, ya que, presentan, a decir de M. Sigman y L. Capps (2), un modelo diferente de peculiaridades en su lenguaje, amén de que en una gran cantidad de autistas el lenguaje está ausente y tienen como características de su intelecto un retraso mental en diferentes grados de profundidad.


Pero. . . ¿qué es el autismo?

La definición de Autismo está atravesada por la ambigüedad, ya que en la misma existen diferentes puntos de vista divergentes en relación con criterios importantes como el diagnóstico, la etiología, el pronóstico y la intervención, no obstante, la mayoría de los autores en la actualidad consideran el autismo como un trastorno profundo del desarrollo.

Según la Asociación Americana de psiquiatría (3): el autismo es incluido en la categoría de los trastornos profundos del desarrollo y su sintomatología principal consiste en una falta de respuesta a los demás, un deterioro importante en la comunicación y la existencia de respuestas "raras" a diversos aspectos del medio, todo ello desarrollado en los primeros 30 meses de vida.

La Sociedad de Autismo de América (4) (Autism Society of America, INC’S) en agosto de 1996 ofrecía la siguiente definición: “Autismo es una discapacidad del desarrollo severa, incapacitante y de por vida que típicamente aparece en los primeros tres años de vida. Es el resultado de un desorden neurológico que afecta el funcionamiento del cerebro. El autismo y sus síntomas conductuales ocurren en aproximadamente quince de cada 10, 000 nacimientos. El Autismo es cuatro veces más común en niños que en niñas. Se ha encontrado en todo el mundo en familias de todos los antecedentes raciales, étnicos y sociales. No hay factores del ambiente psicológico que se conozcan como causa de Autismo.

De acuerdo a esta definición algunos síntomas conductuales de Autismo incluyen:

· Problemas en las habilidades físicas, sociales y de lenguaje.
· Respuestas anormales a las sensaciones. Algún sentido o combinación de ellos o sus respuestas estará afectada: vista, oído, tacto, equilibrio, olfato, gusto, reacción al dolor, y la manera en que el niño sostiene su cuerpo.
· lenguaje y Habla están ausentes o retrasados, mientras que algunas capacidades específicas del pensamiento pueden estar presentes.
· Maneras anormales de relacionarse con las personas, los objetos y los eventos.

La definición del DSM-IV( (5) resulta más específica y plantea como características diagnósticas del trastorno autista la presencia de un desarrollo marcadamente normal o deficiente de la interacción y comunicación sociales y un repertorio sumamente amplio de rutinas o rituales no funcionales. Los movimientos corporales estereotipados incluyen las manos (aletear, dar golpecitos con un dedo) o todo el cuerpo (balancearse, inclinarse, mecerse) y pueden estar presente anomalías posturales como por ejemplo caminar de puntillas. Además estos sujetos experimentan una preocupación persistente por ciertas partes de los objetos como botones, diferentes partes del cuerpo y también pueden quedar fascinados por un movimiento determinado, por un ilimitado tiempo.

La alteración debe manifestarse antes de los tres años de edad por retraso o funcionamiento anormal en por lo menos una de las siguientes áreas: interacción social, lenguaje tal como se utiliza en la comunicación social o juego simbólico o imaginativo (criterio B). Aunque en ocasiones se haya descrito un desarrollo relativamente normal durante uno o dos años, no existe típicamente período alguno de desarrollo inequívocamente normal. En una minoría de casos, los padres dan cuenta de una regresión del desarrollo del lenguaje, generalmente manifestada por el cese del habla después de que el niño ha adquirido cinco o diez palabras. Por definición, si existe un período de desarrollo normal, éste no puede extenderse más allá de los tres años. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de Rett o de un trastorno desintegrativo infantil (criterio C).

Según las características descriptivas y trastornos mentales asociados que se plantean en el DSM-IV, en la mayor parte de los casos existe un diagnóstico asociado de retraso mental, habitualmente en un intervalo moderado (CI 35-50). Aproximadamente el 75 % de los niños con trastorno autista sufre retraso. El perfil de las habilidades cognoscitivas suele ser irregular, cualquiera que sea el nivel general de inteligencia. En muchos niños con un trastorno autista funcionalmente superior, el nivel de lenguaje receptivo (o sea la comprensión del lenguaje) es inferior al del lenguaje expresivo. Suelen presentar hiperactividad, un campo de atención reducido, impulsividad, agresividad y comportamientos autolesivos. Pueden observarse respuestas extravagantes a los estímulos sensoriales como por ejemplo un elevado umbral para el dolor, hipersensibilidad ante los sonidos, reacciones exageradas ante la luz y los colores, etc. Pueden producirse irregularidades en la ingestión alimentaria o en el sueño, alteraciones del humor así como en la afectividad. Cabe observar una ausencia de miedo en respuesta a peligros reales y un temor excesivo en respuesta a objetos no dañinos.


Por su parte CIE-10 (6) tiene en cuenta los siguientes criterios y diagnósticos, partiendo de que el sujeto posea un total de 6 o más ítems de (1), (2) y (3), con por lo menos dos de (1) y uno de (2) y de (3):

(1) Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada por dos de las siguientes características:

a) importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales, como son contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la interacción social.
b) incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros adecuados al nivel de desarrollo.
c) ausencia de la tendencia espontánea para compartir con otras personas, disfrutes, intereses y objetivos (por Ej. : no mostrar, traer o señalar objetos de interés).
d) falta de reciprocidad social o emocional.

(2) Alteraciones cualitativas de la comunicación manifestada al menos por dos de las siguientes características:

a) retraso o ausencia total del desarrollo del lenguaje oral (no acompañado de intentos para compensarlos mediante modos alternativos de comunicación, tales como gestos o mímicas).
b) en sujetos con un habla no adecuada, alteración importante de la capacidad para iniciar o mantener una conversación con otros.
c) utilización estereotipada o repetitiva del lenguaje o lenguaje idiosincrásico.
d) ausencia de juego realista espontáneo, variado o de juego imitativo social propio del nivel de desarrollo.

(3) Patrones de comportamiento intereses y actividades restringidas, repetitivas y estereotipadas, manifestadas por lo menos mediante una de las siguientes características.

a) preocupación absorbente por uno o más patrones estereotipados y restrictivos de interés que resulta anormal, sea en su intensidad, sea en su objetivo
b) Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales.
c) Manerismos motores estereotipados y repetitivos (por Ej. : sacudir o girar las manos o dedos o movimientos complejos de todo el cuerpo).
d) preocupación persistente por partes de objetos.

(4) Retraso o funcionamiento anormal en por lo menos una de las siguientes áreas, que aparecen antes de los tres años de edad:

- interacción social
- lenguaje utilizado en la comunicación social
- juego simbólico o imaginativo
b) El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de Rett o de un trastorno desintegrativo infantil.

El autismo rebasa cualquier tipo de fronteras. Parece estar igualmente distribuido entre todas las clases económicas sociales y en todas las razas y los estudios estadísticos indican que su frecuencia va en aumento. La única característica que no es equitativa por no estar igualmente distribuido es el sexo, pues existe una mayor incidencia de personas autistas entre los hombres que entre las mujeres, encontrándose que la afección en niños es 4 veces más frecuente que en las niñas, aunque los síntomas en el sexo femenino son, siguiendo los criterios de L. Wing (1985) y M. Blue (1992), (7) más severos.


¿Cuáles son las características presentes en el síndrome autista?

Muchas son las características que refieren los distintos autores acerca del autismo infantil. La mayoría de los autores consideran cierto perfil sintomatológico o caracterológico de la persona autista que comprende:

- Problemas en el área del lenguaje y la Comunicación
- Alteraciones Sociales o Dificultades de interacción Social.
- Conductas o comportamientos extraños y ritualistas.
- Respuestas Inapropiadas de los analizadores a los estímulos (vista, gusto, oído, olfato, equilibrio, etc. ).

Por ello uno de los problemas fundamentales del síndrome autista resulta ser entonces las dificultades que presentan en el área de la comunicación y el lenguaje, ya que se refiere que es una característica esencial del Autismo. Se afirma que casi el 50% de los niños y niñas autistas presentan ausencia o retraso severo del lenguaje. R. Leblanc y J. Page afirman (8) "… el desarrollo del lenguaje en estos niños se caracteriza por déficit a nivel de las habilidades subyacentes en la construcción del lenguaje y por un desarrollo atípico de éste último …" Además expresan que en los autistas nunca se adquiere el lenguaje funcional. La adquisición del lenguaje se retrasa de forma significativa tanto en aquellos que se acompañan de retraso mental, como en los sujetos con intelecto normal.

Nos centramos en esta área para estudiar la comunicación y el lenguaje de estos niños y niñas. Para ello nos planteamos los siguientes objetivos y problemas:

Objetivos:

- Determinar las características de la comunicación y el lenguaje de los niños y niñas con autismo que asisten a nuestro centro.
- Comprobar si las características observadas en nuestra muestra se corresponden con lo reflejado en la literatura sobre el tema.

Problemas:

- ¿Cuales son las características de la comunicación y el lenguaje de los niños y niñas con autismo de nuestra muestra?
- ¿Se corresponderán las características observadas en nuestra muestra con lo reflejado en la literatura consultada sobre el tema?

Métodos y Técnicas

Los métodos empleados en nuestra investigación fueron:

- la observación
- la entrevistas tanto a los padres, como a los maestros.
- cuestionario para el estudio del autismo
- C. A. R. S.

Muestra

La muestra con la cual se trabajó esta constituida por 50 niños y niñas con autismo que asisten al Centro de orientación y atención Psicológica a la Población (COAP) de la Facultad de Psicologías de la Universidad de la Habana; siendo 38 del sexo masculino y 12 del femenino, y sus edades oscilan entre los 4 y los 12 años de edad.

Resultados a los que arribamos:

Todos los autistas no llegan a desarrollar el lenguaje. La presencia o no de lenguaje es una de las características que los diferencian. Hemos encontrado que el 78% de los niños lo presentan mientras que el otro 22 % se encuentra inmerso en una etapa de mutismo funcional. Este tipo de mutismo se diferencia del total por la presencia de vocalizaciones con propósito de autoestimulación, no comunicativos.

 




El lenguaje que presentan difiere mucho del de los niños normales pero al menos les da la posibilidad de comunicarse y, en alguna, medida, interactuar socialmente. Además es de destacar que los padres y madres nos refirieron la adquisición del lenguaje, en el caso de tenerlo de forma tardía en el 60% de los casos.
Esto se corresponde con la descrito en la literatura científica, por ejemplo: M. Rutter (9) planteó que aproximadamente el 50 % de las personas con autismo hablan poco o nada. Otros probablemente aprenden a decir algunas palabras aunque de manera general este proceso ocurre después del tiempo establecido normalmente en el que el niño ya debe pronunciar algún sonido o palabras.
De manera general son incapaces de iniciar alguna conversación y los que lo hacen, presentan dificultades en seguir el "hilo" normal de la misma, persisten y divagan en un mismo tema y además no comprenden el contenido o la medida del tiempo de la comunicación. Rara vez hacen preguntas, su habla se limita sólo a órdenes y negaciones.

Así coincidimos en este sentido en nuestra investigación al encontrar que el 76% de los niños y niñas estudiados no presentan comunicación por sí mismo, mientras que el 14% la tienen casi ausente y el resto, es decir, el 10% la presentan de manera pobre.

 

Por otra parte, como puede observarse en la siguiente tabla sólo el 24% de los sujetos estudiados presentan un lenguaje espontáneo, sin embargo, a pesar de poseer un lenguaje espontáneo, no lo utilizan de forma adecuada, es decir, emiten determinadas palabras o sonidos, sin un fin determinado, ya que al intentar entablar una conversación con ellos no fue posible lograrla.

 


Tabla: Espontaneidad del Lenguaje


Con respecto al control del volumen de la voz hemos encontrado que un 50% logra este dominio mientras que el otro 50% es incapaz de controlar sus emisiones vocálicas. Observamos que estos niños no bajan ni suben el tono de la voz cuando su interlocutor se acerca o aleja. Estas variaciones de tonalidad son desmedidas en la mitad de los niños.

Al sujeto M. T. . por ejemplo, en una ocasión le hicimos varias preguntas sobre las actividades que estaba realizando, por única respuesta recibimos siempre la repetición de la pregunta (ecolalia, que referiremos posteriormente), en un tono tan bajo que apenas se le escuchaba. Sin embargo, al cabo de una media hora la maestra se paró frente a su silla y le preguntó el nombre del niño que estaba a su lado. El sujeto respondió el nombre correctamente pero en un tono tan alto que resultaba en extremo molesto.

Hemos encontrado también en la mayoría de los niños una marcada inexpresividad. Un 76 % es incapaz de expresar lo que sienten y su rostro generalmente está vacío de expresión. Los padres de estos niños nos comentan que nunca saben lo que están pensando o sintiendo.

 




Existe otro 24 % que logra una expresión facial consecuente con la situación en que se encuentran y pueden amoldar sus gestos en dependencia de los requerimientos del momento pero este, lamentablemente, es solo el caso de la minoría. , lo cual debe entrenarse evidentemente, ya que se consiguen muchas cosas con estos niños y niñas con una educación desarrolladora y sistemática.

Sobre la comprensión gestual los resultados se mostraron bastante absolutos. Un 100% de los niños comprende mejor los gestos (claros y sencillos) que el lenguaje hablado. Este planteamiento no debe ser interpretado desde una posición absolutista. Con esto no queremos decir que estos niños no comprendan el lenguaje verbal sino que les resulta más difícil de entender y que en la totalidad de los casos se encuentra en desventaja con el gestual. Al sujeto R. Ch. S. por ejemplo, le decíamos "ven acá" y en raras ocasiones obedecía, sin embargo, su aproximación era inmediata cuando le indicábamos con un gesto de la mano, que debía acercarse.

Analizando la obediencia a órdenes encontramos una estrecha vinculación con el aspecto anterior (comprensión gestual), en el sentido de que la posibilidad de que obedezcan o no depende de que puedan comprender la orden, aquellas que se emitan mediante gestos serán comprendidas con mas facilidad y tendrán mayores posibilidades de ser obedecida. En general, pese a esta limitación, encontramos que el 100% de estos niños obedece las órdenes que se les dan (siempre que estas sean claras y sencillas). Sobre el aspecto de comunicación gestual encontramos que, tal y como sucede con la comprensión, estos niños se comunican más fácil mediante el empleo de gestos, lo cual resulta una fortaleza en los mismos y por tanto es posible de aprovechar en beneficio de su educación. . Observamos, por ejemplo, un niño que sentía un dolor y para comunicarlo, llamaba a la maestra y le mostraba la zona donde le dolía. En nuestras observaciones no encontramos ningún caso en que un sujeto empleara el lenguaje verbal como recurso primario para la comunicación. Nuestros resultados en estos aspectos coincidieron con lo que al respecto refleja la bibliografía consultada, el 100% de estos niños se comunican con mayor facilidad mediante gestos. A partir de este punto comenzaremos a analizar aquellos aspectos que constituyen particularidades como tal del lenguaje oral de los niños autistas. Debido a esto quedará excluido el 22% que se encuentra en etapa de mutismo y trabajaremos solo con aquel 78% que presenta lenguaje.

Con respecto a la dificultad para responder ante preguntas encontramos que un tercio de estos niños no consigue responder con facilidad a las preguntas que se le formulan. Lo más frecuente observado en estos casos fue que cuando no pueden responder repiten la pregunta que se les hizo, haciendo uso de su ecolalia. No anticipan la respuesta, ni el lenguaje a producir y contestar. La niña Y. P. D. por ejemplo, ante la pregunta ¿donde está el peine? Nos respondía “dónde está el peine", lo cual refleja la ecolalia presente, sin embargo, en este ámbito podemos expresar que la forma en que ocurre esta repetición también está sujeta a diferencias entre los niños.

R. Ch. S. respondía en todas las ocasiones también repitiendo pero en su caso en vez de la pregunta completa, repetía solo la última palabra. Existe también otro 34% que sí responde con bastante regularidad a las preguntas que se le hacen.

 




Incluimos en la categoría "no refiere" aquel 34% de sujetos sobre los cuales fue imposible recoger datos relevantes respecto a este rasgo.

- Una de las características más marcadas de los autistas y que con mas frecuencia se refiere en la bibliografía sobre el tema es la inversión pronominal. Hemos hallado que el 94% de los autistas estudiados hablan en tercera persona (resultado que corrobora lo antes expuesto).

El sujeto J. M F. por ejemplo, nos decía "Julio quiere ir al baño" en lugar de "yo quiero ir al baño". Igualmente cuando se le pedía que nombrara a todos los que estaban presentes respondía: "están Marelis, Noel, Julio. . . "
Encontramos que a la mayoría de estos niños (88%) les cuesta mucho hablar con fluidez: no mantienen el ritmo, realizan largas pausas innecesarias, repiten las palabras, entre otras características.

 




Los resultados aportan que un 22% de estos niños logra hablar con fluidez, sin embargo, esto no quiere decir que el lenguaje en ellos sea siquiera semejante al de los no autistas. La fluidez a que aquí nos referimos es una categoría mas bien comparativa con la cual denominamos a aquellos niños que logran mantener cierto ritmo en la conversación y que no realizan largas pausas innecesarias, ya que prácticamente nos resultó imposible encontrar un niño o niña con autismo que presente un lenguaje suficientemente fluido.

Todos los niños y niñas con autismo estudiados, según pudimos observar, economizan las palabras al hablar:

 




Forman oraciones lo mas cortas posible que les permitan expresar lo que desean con el menor número de palabras. La mamá del sujeto J. M. F. en una ocasión nos decía " Habla como en telegramas"
Esta característica es reflejada por la mayoría de los autores que estudian esta área.
La ecolalia es otro de los rasgos que con mayor frecuencia encontramos en los autistas. Así el 90% de los niños y niñas estudiados presentan ecolalia.

 




Las modalidades en que observamos su presencia diferían entre un sujeto y otro, unos repetían las palabras completas otros solo una parte (el final o el principio), unos lo hacían inmediatamente después de la emisión original y otros luego de pasado un tiempo. Por tanto encontramos, tal y como se refleja en la literatura consultada tanto ecolalia inmediata, como retardada.
Un detalle de interés observado es que, según la bibliografía consultada, puede producirse con imitación de la voz que originó la emisión, sin embargo en todas nuestras observaciones las repeticiones se realizan con la voz natural del sujeto.

Los resultados del análisis sobre los problemas en el uso de las palabras copulativas contrastan con lo reflejado en la bibliografía consultada. Según se señala es frecuente que presenten problemas para emplear vocablos que funcionen como enlace en la oración (pronombres, conjunciones), los cuales pueden omitir o mal emplear, sin embargo no hallamos ningún sujeto en nuestra muestra que presentara este problema.

 




No obstante estos resultados no negamos la posibilidad de ocurrencia de este fenómeno, sin embargo, consideramos que es necesario destacar que en nuestro país se hace un uso enfático en este tipo de palabras, lo cual puede estar influyendo en nuestros sujetos con autismo.

Iguales resultados arrojó el análisis sobre la confusión de antónimos y de palabras que se presentan en pares:

 




Semejante a lo sucedido con el uso de las palabras copulativas estos datos no son ilustrativos de los planteamientos de la bibliografía pues según esta las personas con autismo suelen confundir los antónimos, por ejemplo dicen "cerca" por "lejos", "bien" en vez de "mal", etc. También confunden aquellas palabras que comúnmente, en el uso diario aparecen juntas y se asocian por su significado; como por ejemplo: "peine y cepillo", "cuchara y tenedor", etc.

Tampoco los datos en cuanto a la confusión de palabras similares fueron muy concluyentes. Solo en muy pocos casos fue posible recoger información sobre dicho rasgo y en estos no se presentaba este fenómeno.

 




Sobre la inversión de las letras en la palabra encontramos que la mayoría (72%) de los sujetos la presentan.

 

 




El sujeto J. M. F. por ejemplo dice "odrenar" por "ordenar" y "aclanzar" por "alcanzar". Se observó que tanto en éste como en los otros casos, el error se repite al cabo del tiempo aún cuando halla sido rectificado.

Con respecto a la inversión del orden de las palabras en la oración los resultados se presentan bastante balanceados. Hemos encontrado que aproximadamente una tercera parte de nuestra muestra presenta este fenómeno.

 

En sentido general podemos observar una gran cantidad de coincidencias con lo reportado por autores de otras partes del mundo, sin embargo, queremos destacar dos características peculiares que encontramos en nuestros estudios que contrastan con otros consultados por nosotros:

- Las personas con autismo de nuestra muestra se muestran más sociables y se dejan tocar al hablar con ellos, comunicarnos, etc. Esto consideramos que está atravesado por nuestra propia cultura que se basa en la interacción física.

- La adquisición del lenguaje de nuestros sujetos se obtiene como promedio más tempranamente que lo reportado, de acuerdo a la anamnesis consultada en cada caso. Así pudimos encontrar que la media de nuestros sujetos obtuvieron el lenguaje a los 3, 11 años de edad, o que contrasta por ejemplo con lo reportado por Sigman y Capps (2) que afirman que la adquisición del lenguaje en estos niños se manifiesta a los 4; 6 años de edad.


Conclusiones

Los objetivos propuestos al inicio de nuestra investigación han sido cumplidos ya que pudimos encontrar las características más relevantes del lenguaje en el grupo de niños y niñas estudiados, de esta forma comprobamos que semejante a lo referido en la literatura especializada:

1. Más de la mitad de los niños autistas presentan lenguaje.

2. Se destaca una disminución de las funciones más importantes del lenguaje como su direccionalidad, su anticipación y la planificación de la acción.

3. Las características fundamentales del lenguaje encontradas en la mayoría de los casos o en su totalidad son:

· inversión pronominal.
· Economía de palabras
· ausencia de fluidez
· Ecolalia
· No pronunciación de los finales de las palabras
· Comprensión del lenguaje gestual
· Inexpresividad
· Poco control del volumen de la voz
· Dificultad para responder ante preguntas
· comunicación gestual
· Inversión del orden de las letras en la palabra
· Inversión del orden de las palabras en la oración

4. La adquisición del lenguaje de nuestros sujetos se obtiene como promedio más tempranamente que lo reportado.

5. Predomina un comunicación gestual, y de interacción física en contraste con los estudios realizados por otros autores.


Recomendaciones

1. Tener un enfoque pragmático en la enseñanza del lenguaje, realizando la intervención de forma sistemática y clara.

2. Basarse fundamentalmente en lo visual para que se facilite la codificación de la información.

3. Partir de lo gestual para tener un basamento material externo y aprovechar la comprensión que de lo gestual tienen.

4. Trabajar en el nivel de abstracción, de forma tal que el propio sujeto se pueda apropiar de los códigos.

5. Tratar de favorecer la experiencia narrativa, en los contextos más normales posibles.


Bibliografía

1. Kanner, L. Autistic disturbances of affetive contact. The nervous Child, 2, 1943, 217 – 250.

2. Sigman, M. y L. Capps Niños y Niñas Autistas, Ed. Morata S. L. , Colección psicología, 2000

3. American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical manual of Mental Disorders 4ª Ed. , Washingtaon, D. C. , 1994.

4. Autism Society of America, Inc's Newsletter, July - August, USA. 1996.

5. DSM-IV material en soporte magnético, facultad psicología, Universidad de la Habana, 1998.

6. CIE-10 (Material en soporte magnético, Facultad psicología, Universidad de la Habana, 1998.

7. Wing, Lorna. –La educación del niño autista. Guía para los padres. –Ediciones Paidós, Barcelona, 1971.

8. Leblanc, R. y J. Page autismo infantil Precoz en: Trastornos del lenguaje, II, de J. Rondal y X. Seron, Ed. Paidos, España, Pp. 499, 1988.

9. Rutter, Michael. –Autismo, reevaluación de los conceptos y el tratamiento. –M. Rutter , E. Schopler. –alhambra, Madrid, 1984


Anexos

Cuestionario

1. Su conducta resulta difícil de predecir o entender.
Sí__ No__ ¿__

2. Entiende lo que se le dice de una forma muy literal: no entiende las bromas ni los juegos de palabras.

Sí__ No__ ¿__

3. Puede relatar lo que ha sucedido o lo que ha hecho a lo largo del día.

Sí__ No__ ¿__

4. Su habla es poco expresiva, el tono o ritmo no parecen tener relación con lo que dice.

Sí__ No__ ¿__

5. Prescindiendo de sus dificultades de lenguaje es un niño hablador.

Sí__ No__ ¿__

6. Repite preguntas que se le hacen o frases que oye decir a otros.

Sí__ No__ ¿__

7. Aunque se le insiste mucho, le cuesta corregir errores de pronunciación en palabras que él ya usa espontáneamente.

Sí__ No__ ¿__

8. A veces repite frases que ha oído en otro sitio (o anuncios de T. V. ) con voz similar a la persona que habló.

Sí__ No__ ¿__

9. Hace preguntas (¿qué es?, ¿por qué?), etc. , cuando algo nuevo le llama la atención o no entiende lo que se le dice.

Sí__ No__ ¿__

10. Utiliza mal los pronombres (dice “tú” en vez de “yo”, “tienes” por “tengo”, etc. )

Sí__ No__ ¿__

11. Le resulta fácil recordar o hablar de cosas o situaciones que no estén a la vista o que han ocurrido con anterioridad.

Sí__ No__ ¿__

12. Su manera de hablar parece rígida: pide las cosas siempre de la misma manera, responde a las preguntas con un deducido número de palabras.

Sí__ No__ ¿__

13. Cuando no sabe que contestar responde repitiendo la pregunta que se le hizo.

Sí__ No__ ¿__

14. Sube o baja el volumen de la voz cuando su interlocutor se acerca o se aleja de él.

Sí__ No__ ¿__

Entrevista

1 ¿El niño comprende lo que se le dice?
2 ¿Cómo reacciona cuando le da una orden?
3 ¿Presenta lenguaje hablado?
4 ¿Puede responder a las preguntas que se le hacen?
5 ¿Se puede comunicar mediante gestos?
6 ¿Comprende lo que se le comunica mediante gestos?
7 ¿El ritmo y la entonación se corresponden con lo que está diciendo?
8 ¿Regula el volumen de la voz normalmente?
9 ¿Su habla es similar a la de otros niños de su edad?, ¿En que se diferencia?
10 ¿Comete errores al hablar?, ¿Cuáles?
11 ¿Habla con la menor cantidad de palabras posibles?
12 ¿Invierte los pronombres al hablar?
13 ¿Cómo reacciona cuando no puede responder una pregunta?
14 ¿Repite palabras o frases que ha escuchado con anterioridad?
15 ¿Cómo realiza esta repetición?
16 ¿Puede considerarlo como un niño comunicativo?


Observación:

La misma se realiza a partir del CARS,

C. AR. S.

Utilizamos la parte de la comunicación que resultan ser los ítems XI y XII, donde se refiere la comunicación verbal y la comunicación no verbal. A continuación la referimos:

XI. comunicación verbal

1. comunicación verbal normal y apropiada tanto a la edad como a la situación.

2. comunicación verbal ligeramente anormal. E1 habla muestra un retraso en general. La mayoría de lo que expresan tiene sentido, sin embargo, puede haber repetición o inversión de pronombre. Ocasionalmente puede decir palabras raras o estupideces.

3. comunicación verbal moderadamente anormal. Puede que no hable. Cuando lo hace, la comunicación verbal puede ser una mezcla de lenguaje con pleno sentido y lenguaje peculiar con estupideces, repeticiones o inversión de pronombre. Las peculiaridades en el lenguaje con sentido incluyen excesivas preguntas o preocupación sobre tópicos particulares.

4. La comunicación verbal profundamente anormal. No hay lenguaje con sentido. E1 niño puede producir chillidos infantiloides, sonidos extraños o como los animales, ruidos complejos que se parezcan al habla, o puede mostrar un uso persistente y raro de algunas palabras o frases reconocibles.

Observaciones:

XII. comunicación no verbal

1. Uso normal de comunicación no verbal apropiada a la edad y la situación.

2. Uso ligeramente anormal de la comunicación no verbal. E1 uso inmaduro de comunicación no verbal; puede apuntar de manera vaga o servir para lo que quiere, en situaciones donde niños de una misma edad pueden apuntar o gesticular más específicamente para indicar lo que quieren.

3. Uso moderadamente anormal de la comunicación no verbal. E1 niño es generalmente incapaz de expresar necesidades o deseos de manera no verbal, y no puede entender la comunicación no verbal de otros.

4. Uso profundamente anormal de la comunicación no verbal. E1 niño sólo usa gestos raros o peculiares que no tienen sentido aparente, y no muestra el conocer el significado asociado a los gestos o expresiones faciales de otros.













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