Se realizó un estudio descriptivo correlacional de corte transversal con el objetivo de identificar la presencia y características del síndrome de burnout y de la vulnerabilidad al estrés en enfermeros de diferentes especialidades que laboran en el hospital "Hermanos Ameijeiras", así como las posibles relaciones entre ambos constructos. Para ello se utilizaron el cuestionario Breve de Burnout (CBB) de Moreno y colaboradores y el Test de Vulnerabilidad al estrés, elaborado por L. H. Miller y A. D. Smith.
Se encontró que existe un nivel moderado de burnout (51 %) en la muestra estudiada, y un elevado nivel de vulnerabilidad al estrés(51 %) en los enfermeros de la muestra, aunque es una pequeña minoría el grado extremo. El estilo de vida inadecuado es el indicador cualitativo que más afecta dicha vulnerabilidad al estrés y en menor medida la falta de apoyo social y la dificultad para la expresión de sentimientos y emociones, por tanto son estos los aspectos esenciales a considerar al programar estrategias para reducir esta propensión al estrés. El nivel de burnout mostró una correlación positiva muy significativa con la vulnerabilidad al estrés, además de estar asociado al estilo de vida, al bienestar físico y a la expresión de sentimientos. La despersonalización mostró una relación significativa con el estilo de vida.
Vulnerabilidad al estres y burnout en enfermería.
María Elena Rodríguez Lafuente*; Laura Anabel de León Serra**; María Elena Alonso García***; Maritza González Blanco****; Josefa María Gutiérrez Cordoví*****.
Hospital Hermanos Ameijeiras. Ciudad de la Habana. Cuba
Resumen
Se realizó un estudio descriptivo correlacional de corte transversal con el objetivo de identificar la presencia y características del síndrome de burnout y de la vulnerabilidad al estrés en enfermeros de diferentes especialidades que laboran en el hospital "Hermanos Ameijeiras", así como las posibles relaciones entre ambos constructos. Para ello se utilizaron el cuestionario Breve de Burnout (CBB) de Moreno y colaboradores y el Test de Vulnerabilidad al estrés, elaborado por L. H. Miller y A. D. Smith. Se encontró que existe un nivel moderado de burnout (51 %) en la muestra estudiada, y un elevado nivel de vulnerabilidad al estrés(51 %) en los enfermeros de la muestra, aunque es una pequeña minoría el grado extremo. El estilo de vida inadecuado es el indicador cualitativo que más afecta dicha vulnerabilidad al estrés y en menor medida la falta de apoyo social y la dificultad para la expresión de sentimientos y emociones, por tanto son estos los aspectos esenciales a considerar al programar estrategias para reducir esta propensión al estrés. El nivel de burnout mostró una correlación positiva muy significativa con la vulnerabilidad al estrés, además de estar asociado al estilo de vida, al bienestar físico y a la expresión de sentimientos. La despersonalización mostró una relación significativa con el estilo de vida.
El trabajo por ser una actividad tan importante como necesaria al hombre, que representa más de la mitad de la vida útil de una persona, ha sido motivo de estudios e investigaciones, máxime en las condiciones actuales donde emergen con fuerza la alta tecnología y el desarrollo acelerado. Esto ha llevado a que se analicen factores como la satisfacción laboral, la enajenación ante el trabajo, su relación con las aspiraciones en la vida moderna y los efectos del mismo sobre la salud del trabajador, entre otros; como vías de análisis de otras variables que influyen en la productividad del trabajo y su humanización.
El trabajo puede ser un área generadora de estrés importante. Los factores de estrés del medio laboral pueden influir en el individuo, en su hogar y en su medio social, y viceversa, lo cual afecta indudablemente la calidad de vida del sujeto.
La relación entre la exposición a factores de estrés profesional y la morbilidad psicosomática se compone de muchos elementos complejos relacionados entre sí en forma no lineal y condicionados por múltiples influencias que actúan en el trabajo y fuera de él, con frecuencia por un período prolongado.
Kalimo y Mojman refieren que las principales causas de estrés en el trabajo son las exigencias insuficientes del puesto, en relación con la capacidad del trabajador, las aspiraciones frustradas y la insatisfacción con respecto a metas positivamente valoradas. (1)
Los factores psicosociales, que generan estrés, presentes en el trabajo pueden persistir de manera continua y reiterada, las exigencias pueden rebasar su capacidad y su manera de afrontarlo no ser eficaz, y las consecuencias de esta evolución pueden considerarse como perturbaciones de las funciones psíquicas y del comportamiento. Entre los indicadores tempranos de lo anterior están las emociones negativas (irritación, preocupación, tensión y depresión), los trastornos cognitivos reflejados en una disminución del rendimiento y los signos físicos a largo plazo, con afecciones psicosomáticas.
Dentro de las profesiones se considera que el estrés propio de las profesiones sanitarias es más alto que el de muchas otras, lo cual ha sido indicado por numerosos estudios. (2)
Atender al dolor, a la muerte, a la enfermedad terminal, a situaciones límites de otros con el sentimiento frecuente de no poder hacer nada o muy poco, no puede sino generar estrés, aún más cuando las situaciones a las que se tienen que enfrentar vienen definidas por la urgencia y la toma de decisiones inmediatas en cosas que son de vida o muerte. (2)
Cuando se estudia el personal de enfermería se ha encontrado, que si el personal médico tiene niveles altos de estrés, este es habitualmente mayor en las enfermeras, pues al estrés médico se le añaden problemas más acusados de tipo administrativo de evaluación social y de ambigüedad de rol entre otros.
En los últimos años, a partir de la década de los 80, uno de los enfoques más específicos que ha recibido el estrés de los profesionales de la salud ha sido el proveniente del modelo de “burnout”, especialmente según el modelo propuesto por Maslach y Jackson (1982). (3)
Recientemente, Maslach y Leiter han propuesto un nuevo modelo sobre la base de la relación entre el desgaste profesional y el compromiso en el trabajo, que analiza el grado de compenetración - discordia entre el trabajador y su lugar de trabajo. (4, 5)
El burnout es un síndrome de estrés laboral asistencial crónico, que se genera en aquellas profesiones de servicios caracterizadas por una atención intensa y prolongada con personas que están en una situación de necesidad o de dependencia.
En la delimitación conceptual del burnout pueden diferenciarse dos perspectivas: la clínica y la psicosocial. La perspectiva clínica lo considera un estado al que llega el sujeto como consecuencia del estrés laboral. La perspectiva psicosocial lo considera como un proceso que se desarrolla por la interacción de características del entorno laboral y de orden personal, a lo largo de una serie de etapas, con manifestaciones bien diferenciadas. (6)
Gil – Monte y Peiró (6, 7) sostienen que los marcos teóricos desde los que se han abordado estos modelos pueden fundirse en tres grandes teorías: sociocognitiva del yo, intercambio social y teoría organizacional. En general, los partidarios de la teoría sociocognitiva del yo destacan el papel predominante de las variables cognitivas como elementos fundamentales en la percepción de la propia capacidad del sujeto. Las percepciones y las creencias de la persona, el pensamiento autorreferente o autoeficacia percibida y el autoconcepto son variables determinantes que explican el desarrollo del síndrome. La teoría del intercambio social propone que la causalidad del fenómeno reside en las percepciones de falta de equidad o de ganancia que desarrollan estos profesionales como resultado del proceso de comparación social cuando se establecen relaciones de intercambio e interacción social con los receptores de su trabajo. Por último, las causas del burnout según la teoría organizacional hay que buscarlas en los estresores contextuales u organizacionales y en las estrategias de afrontamiento que los sujetos emplean para manejarlos.
En los últimos años Pines (8, 9) ha planteado la necesidad de abordar el burnout basado en una perspectiva existencial psicodinámica, donde la teoría psicodinámica contribuye con la idea de que las personas seleccionan una ocupación que les permita replicar experiencias infantiles significativas y la teoría existencial con la idea de que las personas tratan de encontrar un significado existencial a través del trabajo, así cuando tratamos el burnout profesional es esencial responder por qué esa persona seleccionó esa profesión y cómo espera que le dé significado existencial, por qué tiene un sentimiento de fracaso y cómo es este sentimiento en relación con el burnout, y por último, qué cambios son necesarios hacer en el ambiente laboral para derivar sensación de significado existencial en el trabajo.
El síndrome de burnout afecta la calidad de los servicios de salud, y la propia calidad de vida del personal que allí labora, deviniendo importante factor de riesgo de enfermar, de ahí el interés creciente en la investigación de este constructo.
Este síndrome tiene efectos físicos sobre el hombre, asociado con fatiga crónica, comportamientos de alto riesgo, trastornos del sueño y cefaleas; desde el punto de vista emocional aparecen signos de depresión, frustración, desamparo y desesperanza, desilusión y pérdida del significado emocional del trabajo; aparecen además actitudes negativas y cínicas hacia el trabajo, sentimientos de aislamiento hacia los compañeros y clientes, incremento de los conflictos con los miembros del grupo y con la administración; así como conflictos matrimoniales. El costo sobre el trabajo está asociado a baja moral, ausentismo, tardanzas, decrecimiento promedio del tiempo de trabajo, desacato y desconfianza hacia la administración, incremento del robo en el empleo, así como decrecimiento en la calidad de los servicios ofrecidos.
Atendiendo a estas consecuencias que repercuten en el individuo y su familia, así como en la organización e institución a la que pertenece, dañando la imagen de la misma, es que consideramos importante el desarrollo de estudios sobre el tema que puedan servir de apoyo al diseño de estrategias dirigidas a la prevención del síndrome, así como a intervenciones en las áreas afectadas.
El burnout se relaciona con múltiples categorías psicológicas tanto desde la orientación individual como desde la psicosocial. Su distinción de estas categorías resulta difícil pues el proceso de quemarse implica la interacción de variables afectivas, cognitivas y actitudinales en su vínculo con condiciones laborales particulares.
Desde la aparición del burnout como concepto en la literatura científica, su asociación con el estrés ha resultado la más frecuente, pero en ocasiones, poco delimitada.
Mucho se ha investigado sobre el estrés como proceso general y sobre el burnout, y se discute si el burnout es una forma específica de estrés, si se identifica con cualquier estrés laboral o si se corresponde con indicadores de estrés extralaborales.
Más de un autor se refiere al burnout como el punto final del proceso de estrés, realmente el estrés conduce al burnout pero no toda persona estresada es necesariamente una persona quemada. El estrés es un componente necesario pero no suficiente del burnout.
El burnout es, de hecho, un tipo particular de estrés, específicamente un patrón de respuesta afectiva crónica en relación con condiciones laborales “estresantes” que tienen como elemento principal, grandes niveles de contacto interpersonal (10).
El burnout es un tipo particular de estrés laboral, en el cual un patrón de cansancio emocional, despersonalización y sentimiento disminuido de realización personal, resulta de una variedad de demandas laborales (estresores) especialmente aquellas de naturaleza interpersonal.
El concepto de estrés es un concepto mucho más abarcador que el de burnout, y este último puede incluirse en el primero. Pero el burnout tiene características muy específicas, y es que está asociado no sólo a fatiga y sobrecarga en relación con el contenido laboral, tiene que ver también y sobre todo con el estrecho y continuo contacto interpersonal, con la despersonalización y con una falta de motivación por la labor que se desempeña.
En el síndrome de burnout encontramos el cansancio emocional que es una variable tradicional de estrés, la despersonalización, que es un nuevo constructo, no aparecido formalmente en la literatura de estrés (10), y finalmente, aunque los sentimientos de realización personal (relacionados con el concepto autoeficacia de Bandura) son familiares a la literatura de estrés, el tercer componente del burnout, un nivel disminuido de esta variable, añade la aserción de la autoevaluación como central en la experiencia de estrés. En igual sentido se expresó Leiter (11).
El estrés puede ocurrir en todo tipo de trabajo, el burnout ocurre más frecuentemente en aquellos que trabajan con personas y es el resultado de un estrés emocional que se incrementa en la interacción con ellos. El estrés por si mismo no causa burnout, las personas podrían continuar aptas para prosperar, aún en un marco estresante, si sienten además que su trabajo es significativo y apreciado, si existe una justificación cognitiva del mismo. (3, 12)
A diferencia del estrés, el burnout no aparece después de unos cuantos episodios de sobrecarga o de especial complejidad, se genera a lo largo de un proceso que evoluciona lentamente del entusiasmo a la decepción, a través de un continuo, incluso sin que se percate el propio individuo. Por tanto podemos plantear que son conceptos diferentes aunque estrechamente relacionados, esta afirmación está avalada por todo lo anterior y por numerosas investigaciones en esa área.
Catón y col. (13) realizaron un estudio para diferenciar estrés de burnout y observaron que sólo una variable del estrés estaba relacionada con una de las subescalas del burnout, por lo que concluyeron que estrés y burnout se producen de forma separada y es mejor entenderlo como entidades diferentes.
Otros autores también han señalado la diferencia entre ambos conceptos. Pruessner, Hillhammar y Kirschbaum (14) no encontraron interacción significativa del estrés percibido y el burnout, y que la actividad del eje hipotálamo- pituitaria- adrenal puede ser independientemente afectada por condiciones de estrés crónico y el burnout, respectivamente. Señalan que, aunque hay evidencias de que el estrés laboral a menudo precede al desarrollo del burnout, se ha demostrado que no necesariamente resulta en este. Lerman y col. (15) también enfatizan el hecho de que son conceptos diferentes.
Mientras, Baba, Galperin y Lituchy (16) encontraron que el estrés era un significativo y positivo predictor de burnout.
Como señalamos son conceptos diferentes, pero estrechamente vinculados, lo que se ha evidenciado en múltiples investigaciones, que constatan la asociación entre burnout y estrés (17- 22).
McManus y col. (23) realizaron un estudio longitudinal evaluando los vínculos entre el estrés y los tres componentes del burnout y encontraron que el cansancio emocional y el estrés mostraron una relación recíproca (altos niveles de estrés causaron cansancio emocional y altos niveles de cansancio emocional causaron estrés), altos niveles de realización personal incrementa los niveles de estrés, mientras que la despersonalización reduce los niveles de estrés.
También hay estudios donde no se corrobora tal relación, como el realizado por Guthrie y col. (24) en estudiantes de medicina, donde hallaron que la puntuación del MBI no estaba asociada con estrés psicológico, excepto la subescala de cansancio emocional, lo que corrobora lo que señalamos con anterioridad con respecto a este indicador.
Un resultado similar fue obtenido en la investigación de Landeros (25), con enfermeras cubanas, que concluyó que los niveles de burnout no son capaces de predecir las puntuaciones globales de los marcadores de estrés y que no es posible establecer relaciones de dependencia recíproca y bilateral entre estrés y burnout.
Estos resultados tan polémicos en esta área fueron un acicate para proponernos estudiar la relación entre burnout y la vulnerabilidad al estrés; teniendo en cuenta que dicha vulnerabilidad es un elemento primordial en la consideración del estrés, además del hecho de no encontrar referencias de estudios anteriores que investiguen este aspecto.
El concepto de vulnerabilidad se halla estrechamente ligado con el de evaluación cognitiva. Con frecuencia la vulnerabilidad se considera en términos de recursos de afrontamiento, una persona vulnerable es aquella cuyos recursos de afrontamiento son insuficientes. Sin embargo la vulnerabilidad psicológica viene determinada por la importancia de la amenaza implícita en la situación.
Entre los individuos con nivel de funcionamiento adecuado, la insuficiencia de recursos es condición necesaria, pero no suficiente para la vulnerabilidad psicológica, tal insuficiencia convertirá a la persona en vulnerable sólo cuando haga referencia a algo que realmente le importe de manera particular.
Por tanto la vulnerabilidad psicológica no viene determinada solamente por un déficit de recursos, sino por “la relación entre la importancia que las consecuencias tengan para el individuo y los recursos de que disponga para evitar la amenaza de tales consecuencias”. (26)
Según Lazarus esta definición relacional de vulnerabilidad es paralela a la de amenaza, así puede concebirse la vulnerabilidad como una amenaza potencial que se transforma en amenaza activa cuando se considera que realmente pone en peligro al individuo.
También señala que hay que tener en cuenta la susceptibilidad a reaccionar con estrés psicológico ante un amplio grupo de acontecimientos; susceptibilidad que viene determinada por un conjunto de factores personales, entre los que se incluyen los compromisos, las creencias y los recursos.
Así el estrés psíquico depende del modo en que una persona evalúa las consecuencias que una situación puede tener para su propio bienestar (lo que supone consciente o inconscientemente), sí sería afectada por el resultado y si tiene suficientes recursos para afrontarlos. (27)
Las experiencias vividas por las personas cotidianamente o de manera extraordinaria, no se convertirán en fuentes de estrés, a menos que las mismas interpreten tales eventos como amenazantes o desbordantes de su propia capacidad de control.
De esta forma conceptualizaremos la vulnerabilidad como “la relación existente entre la valoración y significación de las consecuencias que un evento tiene para el individuo, y la valoración que este hace de los recursos de los cuales dispone para afrontarlo, o sea, la relación existente entre la valoración de las demandas y exigencias que aparecen ante el sujeto y la valoración que este hace de los recursos de afrontamiento con los cuales cuenta o cree contar”. (28)
La vulnerabilidad del individuo a reaccionar con estrés es un aspecto importante en el estudio de este, y su vinculación al proceso de burnout podría aportar elementos al tema anterior.
¿Los individuos vulnerables desarrollan más el síndrome?. ¿Cómo se manifiesta esta relación en la población de enfermería de nuestro hospital?. ¿Cuál es el nivel de burnout en estos profesionales?. Estas son las interrogantes fundamentales que intentamos responder con el presente estudio.
Nuestros objetivos fueron identificar la presencia del síndrome de burnout y de la vulnerabilidad al estrés en un grupo de enfermeros de un hospital cínico quirúrgico, así como las posibles relaciones entre ambos constructos.
Metodología
A través de una estrategia investigativa descriptiva correlacional se realizó un estudio analítico- transversal para evaluar la presencia y correspondencia entre los niveles de estrés asistencial (burnout) y la vulnerabilidad al estrés.
La muestra de carácter intencional y no probabilística, estuvo constituida por 200 enfermeros que laboran en diferentes especialidades de un hospital clínico quirúrgico, en labores fundamentalmente asistenciales.
Se utilizaron dos instrumentos para obtener la información requerida acorde a los objetivos propuestos: el cuestionario Breve de Burnout (CBB) y el Test de Vulnerabilidad al estrés.
Los datos se analizaron descriptivamente en porciento. Se realizó un análisis bivariado utilizando el coeficiente de correlación de Pearson para las variables cuantitativas y el test estadístico chí cuadrado para las variables cualitativas.
Resultados, análisis y discusión
> Distribución y clasificación de los niveles de burnout .
La población de estudio se distribuyó de la siguiente forma: 26. 5 % en el nivel bajo, 51 % moderado y 22. 5 % en nivel alto. Así vemos que el 73, 5 % de las personas están afectadas alta o moderadamente por el síndrome. El nivel predominante fue el moderado, aunque la cifra en alto burnout no es despreciable, pues mas de un quinto de la población estudiada está en un nivel alto.
Tabla 1 Distribución de los niveles de burnout
El nivel moderado de burnout se corresponde con lo planteado por otros autores para esta población sanitaria, dadas las características de la actividad asistencial y el estrecho contacto con los usuarios de este servicio, que identifica la labor de enfermería. (29, 30, 31, 32)
Hay reportes de niveles más bajos como en el estudio de Bourbonnais, Comeau y Vézina (20) que hallaron un 8. 4 % de burnout en enfermeras de hospitales de emergencias.
Mientras en otros trabajos se han detectado niveles más altos. Coffey y Coleman (33) observaron que casi un tercio de su muestra presentaban un nivel alto de burnout. En un estudio multinacional. Aiken y col (34) encontraron niveles altos de burnout en enfermeros de Estados Unidos (43. 2%), Canadá (36%), Inglaterra (39. 1%) y Escocia (29. 1%), mientras que en Alemania era menor (15. 2%). En Chile, García, Meza y Palma (35) obtuvieron un 33. 9% de burnout en un hospital de Urgencias.
En Cuba, en las investigaciones de Hernández (36) y Chacón (37) se reportaron niveles mayores de burnout en enfermeros oncólogos (30. 3% y 44% respectivamente).
La enfermería es un trabajo en el que se está bajo presión, se trabaja con la vida y la muerte a diario y es preciso estar alerta todo el tiempo, además de cumplir otras tareas que no están directamente vinculadas al entrenamiento profesional. Además, no siempre el reconocimiento y la remuneración son acordes a la preparación, responsabilidad y estrés en el trabajo. Todo esto hace a los enfermeros un sector particularmente susceptible al burnout.
- Presencia de vulnerabilidad al estrés
El 56. 5 % de la muestra es vulnerable al estrés, aunque sólo el 5. 5 % lo es seria o extremadamente.
Tabla 2 Distribución de la vulnerabilidad al estrés
Este dato es relevante por el papel de la vulnerabilidad al estrés en la salud en general y en el burnout en particular, por lo que debe tomarse en consideración para realizar estudios posteriores acerca del tema y para implementar programas de intervención que disminuyan la vulnerabilidad al estrés, al ofrecer a las personas más recursos de afrontamiento.
Así tenemos que más de la mitad de nuestros enfermeros son vulnerables al estrés según esta evaluación y que por tanto están más propensos a ser afectados por este, lo cual es de destacar, pues dadas las características de su profesión, analizadas con anterioridad, el estrés forma parte de su labor cotidiana, por lo que el riesgo de sufrir sus consecuencias es alto. Esto pudiera significar que la valoración que hace de sus recursos para enfrentarse con las consecuencias de determinados eventos significativos para él está desbalanceada.
Con respecto a los indicadores cualitativos, el 51. 5 % de la muestra está afectado por estilo de vida inadecuado, lo cual significa que llevan una vida sedentaria, con hábitos tóxicos ya sea tabaquismo, alcohol u otras sustancias como café, con patrones inadecuados de sueño y/o alimentación, con una incorrecta distribución del tiempo y con poca distracción.
Estos son elementos que aumentan los riesgos de enfermar. Este fue el indicador más elevado y por tanto el que más contribuyó a la vulnerabilidad mostrada, lo cual indica la necesidad de promover estilos de vida más saludables entre nuestro personal de enfermería.
Este dato tiene una importancia particular si tenemos en cuenta que estamos hablando de promotores de salud y que por tanto deben promover estilos de vida saludables, potencializando las conductas acordes en los pacientes, como vía de prevenir futuras enfermedades o complicaciones de las ya existentes en estos.
Este elemento señala la necesidad de trabajar en la educación para la propia salud en nuestro personal de enfermería, lo cual también redundará en aumento de la calidad de la labor preventiva asistencial, pues no es posible promover los hábitos que no se tienen incorporados como indispensables para el mantenimiento de la salud.
Ya Moreno y Peñacoba (2) citaban la investigación de Roy que halló tasas de alcoholismo y de abuso de drogas en el personal de salud más altos que en población general. Mientras Santamaría y O’Sullivan (38) constataron que el estilo de vida tiene una relación significativa con el estrés psicológico en enfermería en situaciones de conflictos interpersonales, lo que nos sugiere la necesidad de profundizar en este aspecto.
En relación con el apoyo social, el 35 % señala déficit en esta área, ya sea por falta de apoyo familiar como de una red de amigos, por tanto los recursos ofrecidos por otras personas son escasos en estos sujetos. Es de señalar que la mayoría de la muestra no tiene afectada esta área, lo cual puede ayudar a amortiguar el estrés al que se someten cotidianamente, aunque este debe ser un elemento a profundizar en estudios futuros.
En la expresión de sentimientos y emociones, el 28 % manifiesta tener dificultades, lo cual representa que la mayor parte de nuestra muestra (72%) manifiesta adecuadamente sus afectos, emociones y sentimientos, lo que puede permitir una adecuada canalización de aquellas de carácter negativo y por tanto influir positivamente en el control del estrés.
El 22. 5 % señala afectación en el área de los valores y creencias personales o sea un pequeño porciento no tiene concepciones filosóficas y/o religiosas que le sirvan de sostén.
En lo concerniente al bienestar físico, sólo 9. 5 % manifiesta afectación, por tanto la salud física aún no ha sido afectada por el estilo de vida inadecuado y la elevada vulnerabilidad, lo que indica que estamos a tiempo de emprender una labor educativa y modificadora.
Tabla 3 Distribución de los indicadores de vulnerabilidad.
- Relación entre los niveles de burnout y la vulnerabilidad al estrés.
En las tablas que continúan se muestran la distribución de los individuos en relación con su nivel de vulnerabilidad y de burnout.
Tabla 4 Distribución de los sujetos en relación con su vulnerabilidad y nivel de burnout
Existe una asociación altamente significativa entre la vulnerabilidad al estrés y el burnout, así los individuos que se encuentra en nivel alto de burnout son mayoritariamente vulnerables al estrés, esto es lógico que suceda pues el burnout es de hecho un tipo particular de estrés y por tanto la propensión general a ser afectado por el estrés debe influir en la posibilidad de presentar manifestaciones del síndrome de burnout.
Tabla 5 Distribución de los sujetos según nivel de vulnerabilidad y de burnout
Además se muestra que los sujetos de mayor vulnerabilidad (seriamente y extremadamente) se ubican en los niveles moderados y altos de burnout, aunque no fue significativa la relación del nivel de burnout con la magnitud de la vulnerabilidad. Por tanto el nivel de burnout se relaciona con la vulnerabilidad al estrés, sin importar la magnitud de esta.
Así las personas con un alto nivel del síndrome son personas que tienen dificultades en la relación entre la valoración que hacen de las demandas y exigencias y como valoran sus propios recursos para enfrentarlas.
Este resultado agrega un elemento al estudio de ambos conceptos y corrobora que no ha sido claramente delineada la distinción entre ellos. En qué medida esta propensión a reaccionar ante determinados acontecimientos o situaciones con un grado mayor de estrés que otros, puede ser un predictor de padecer el síndrome y cuáles serían los factores moduladores de dicha relación, deben ser objetivo primordial de estudios futuros por su enorme valor en la profilaxis del burnout.
Con respecto a los indicadores de vulnerabilidad estudiados mediante el cuestionario, se evidenció una asociación significativa entre los niveles de burnout y el estilo de vida, el bienestar físico y la expresión de sentimientos y emociones.
Tabla 6 Relación entre indicadores de vulnerabilidad y nivel de burnout
Los individuos que presentan un alto nivel del síndrome en nuestra muestra, tienen un estilo de vida inadecuado, o sea su forma de vida se caracteriza por el uso de sustancias dañinas como la cafeína y la nicotina, el sedentarismo, un régimen inadecuado de descanso y distracción, así como una incorrecta distribución del tiempo. Además tienen problemas de salud física y en la manifestación de sus afectos, sentimientos y emociones. Por tanto estos serían elementos que conformarían un perfil de riesgo a padecer el síndrome, y su reajuste ayudaría a garantizar un perfil de seguridad.
Pero no creemos que sean los únicos elementos que los conformarían, por lo que debe profundizarse en el futuro en esta temática.
Es de notar que la relación con el apoyo social no resultara significativa, dada la enorme importancia que le conceden diferentes autores, tanto como modulador del estrés en general que como variable contribuyente al síndrome. Esto puede deberse al hecho de que esta es una variable compleja que no podemos circunscribirla al estrecho margen de unas preguntas de un cuestionario, por lo que debe profundizarse en futuros estudios en este aspecto.
Con relación a la dificultad para expresar sentimientos y emociones es un elemento en que debemos detenernos, pues la incorrecta canalización de estos estados, cuando son negativos, trae por consecuencia un incremento de la vulnerabilidad al estrés y por tanto de las consecuencias de este.
En los estudios sobre alexitimía se ha demostrado la importancia que reviste el adecuado manejo de las emociones para la salud humana. Las emociones que no se canalizan de manera adecuada quedan contenidas en el plano psicológico, pero buscan vías de escape que generalmente ocurren en el momento más crítico y por el punto más vulnerable.
En la relación que nos ocupa con respecto al burnout en enfermería, hay que tener en cuenta los rasgos de personalidad que se tiende a fomentar en los profesionales de la salud: altruistas, comprometidos, desinteresados, siempre prestos para atender al prójimo, capaces de soportar situaciones de trabajo sumamente delicadas con el mayor autocontrol. Se tiende a pensar que ellos no tienen necesidades personales, que deben dispensar cuidados de salud de forma inmediata, siempre disponibles y siempre en condiciones de obtener resultados y responder a las demandas de pacientes y familiares.
Esto hace que aprendan a reprimir y deslegitimizar sus propias emociones como si fueran muestra de debilidad y de falta de profesionalismo, lo que trae agotamiento psíquico y mayor estrés y por tanto mayor probabilidad de estar “quemados”.
Conclusiones
En los enfermeros estudiados primó el nivel moderado del síndrome de burnout, aunque el nivel alto es un quinto de la muestra, este pudiera continuar aumentando dado que existe un elevado número de enfermeros vulnerables al estrés, y en nuestro estudio el síndrome de burnout se asoció significativamente a la vulnerabilidad al estrés, sea cual sea la magnitud de esta.
Dentro de los elementos de la vulnerabilidad medidos, el estilo de vida, la expresión de sentimientos y emociones, y el bienestar físico se relacionaron significativamente con el nivel de burnout; por tanto los individuos con estilos de vida inadecuados, que tienen dificultad para expresar sus sentimientos y emociones y que tienen problemas de salud física, son más propensos a desarrollar el síndrome.
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