PUBLICIDAD

Me Gusta   0 0 Comentar  0 0
  DESCARGAR

Depresión y discordia marital.

Fecha Publicación: 01/03/2005
Autor/autores: Silvia B. Franchi

RESUMEN

En el presente trabajo se evalúa la asociación entre la depresión y la discordia marital, dada la relevancia que dicha asociación ha despertado tanto en el terreno clínico como en el de la investigación. La persona deprimida, con sus conductas y actitudes, así como con su expresión emocional produce un impacto poderoso en aquellas personas con las que interactúa. Al mismo tiempo, los familiares, particularmente cónyuges, muestran una reducción en el apoyo social e incrementan el rechazo por la persona deprimida en el curso de los episodios depresivos.

Los problemas interpersonales se convierten en un factor de mantenimiento de la depresión, que deberá tenerse en cuenta en el tratamiento de estos pacientes. Se proponen estrategias terapéuticas focalizadas en la bidireccionalidad del problema, como incrementar la seguridad y el apoyo en la relación, e intervenciones que apunten a disminuir los ciclos coercitivos, defensivos y el estrés en el matrimonio.


Palabras clave: Apoyo social, Depresión, Expresión emocional, Problemas interpersonales, Tratamiento
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Depresión, Trastornos depresivos .

Depresión y discordia marital.

Silvia B. Franchi.

Doctora en psicología. Universidad Católica Argentina. Buenos Aires

PALABRAS CLAVE: depresión, Problemas interpersonales, Expresión emocional, apoyo social, tratamiento.

(KEYWORDS: Depression, Interpersonal problems, Expressed emotions, Social support, Treatment. )

 

Resumen

En el presente trabajo se evalúa la asociación entre la depresión y la discordia marital, dada la relevancia que dicha asociación ha despertado tanto en el terreno clínico como en el de la investigación. La persona deprimida, con sus conductas y actitudes, así como con su expresión emocional produce un impacto poderoso en aquellas personas con las que interactúa. Al mismo tiempo, los familiares, particularmente cónyuges, muestran una reducción en el apoyo social e incrementan el rechazo por la persona deprimida en el curso de los episodios depresivos. Los problemas interpersonales se convierten en un factor de mantenimiento de la depresión, que deberá tenerse en cuenta en el tratamiento de estos pacientes. Se proponen estrategias terapéuticas focalizadas en la bidireccionalidad del problema, como incrementar la seguridad y el apoyo en la relación, e intervenciones que apunten a disminuir los ciclos coercitivos, defensivos y el estrés en el matrimonio.

Abstract

Association between depression and marital discord is evaluated in this paper, since this association has played a relevant role both in the clinical and research fields. Depressed persons have a powerful impact on others, through behaviors and attitudes, as well as with their expressed emotions. At the same time, relatives, particularly partners, show a reduction in their social support and increase rejection towards the depressed person during the course of depressive episodes. Interpersonal problems become a maintenance factor of depression, which should be taken in consideration when treating these clients. Therapeutic strategies are proposed, directed to the bidirectionality of the problem, like increasing security and support in the relationship, as well as interventions directed to diminish coercitive and defensive cycles, and stress in the marital relationship.



Procesos interpersonales en la depresión

Durante los últimos veinte años, a través de sucesivas investigaciones, ha sido reconocida la relación o asociación entre la depresión y los problemas interpersonales. Las personas deprimidas ejercen un poderoso impacto en aquellas con quienes interactúan, y éstas a su vez muestran una reducción en el apoyo social e incrementan el rechazo por la persona deprimida en el curso de los episodios depresivos (Coyne, 1976; Sacco, Milana y Dunn, 1985, 1988).

La persona deprimida y su entorno conforman un sistema de interacción bidireccional, y los comportamientos de ambas partes contribuyen al desarrollo y/o mantenimiento de los síntomas depresivos. En estas interacciones los síntomas depresivos despiertan apoyo en ocasiones y rechazo en otras, aunque las reacciones positivas van disminuyendo a medida que los episodios depresivos se suceden, y las reacciones negativas comienzan a ganar terreno. En el proceso interpersonal se tienen en cuenta tanto la comunicación verbal como la no verbal; tales patrones de comunicación tienden a cambiar en el transcurso del tiempo (Sacco et al, 1988).

Por ejemplo, Coyne (1976) dice que la persona deprimida despliega ciertos síntomas, como tristeza, autocríticas y pesimismo, para conseguir mayor apoyo o valoración. Las personas con las que convive rechazan estos despliegues y se alejan del depresivo. Asimismo, como el depresivo genera culpa en los demás, su entorno intentará suprimir la expresión de sentimientos negativos, dando lugar a un apoyo no genuino, es decir un apoyo con elementos de rechazo y discrepancias entre las respuestas verbales, afectivas y comportamentales. El patrón interpersonal de provisión de apoyo social no genuino cuando el depresivo pide ayuda, al tiempo que evitan el contacto social, puede servir para reforzar e incrementar la conducta dependiente del depresivo (Sacco et al, 1985).


La asociación entre la depresión y la insatisfacción matrimonial

Una revisión de la literatura sobre las investigaciones realizadas en el terreno de la asociación entre síntomas depresivos y diagnóstico de depresión e insatisfacción matrimonial indica que se ha incrementado el interés en el tema. Además de la evidencia de tal asociación, se observa que la misma se da más en mujeres que en hombres (Beach, 2001). Tanto en las entrevistas de evaluación como durante el tratamiento psicoterapéutico, las mujeres deprimidas comunican problemas matrimoniales, o se quejan de que sus expectativas de apoyo no se ven satisfechas en la relación íntima (Weissman y Paykel, 1974; Brown y Harris, 1978, Sacco, Milana y Dunn, 1988). Weissman (1987) ha identificado el matrimonio mal avenido como uno de los factores más firmes de riesgo en la depresión mayor.

Las investigaciones arrojan las siguientes descripciones (Davila, 2001):

a) Ciertos episodios matrimoniales negativos, como conflictos, circunstancias estresantes crónicas, escasa percepción de apoyo, y el divorcio en sí mismo, pueden abrir paso a la disforia y la depresión;

b) La disforia y la depresión, a su vez, pueden dar lugar a episodios negativos en la relación matrimonial como insatisfacción y circunstancias estresantes crónicas; y

c) Los esposos deprimidos y disfóricos y sus parejas se comportan con una modalidad negativa entre uno y otro, retroalimentando la interacción negativa.

La asociación entre depresión y funcionamiento matrimonial se puede entender mejor si ambas variables se conciben siguiendo un paralelo y ejerciendo influencias recíprocas entre sí, tanto en la esfera intrapersonal como en la interpersonal (Davila, 2001).


La disfunción matrimonial como precursora de la depresión

Como venimos diciendo, numerosos estudios han demostrado que las disfunciones matrimoniales se convierten en un riesgo de depresión, incrementando la vulnerabilidad de las personas a deprimirse o mantenerse deprimidas (Beach y O’Leary, 1993). Es importante señalar que la disfunción matrimonial puede ser precursora de la depresión, pero no necesariamente provoca el comienzo de la misma, ya que no pueden desestimarse los factores genéticos.


La depresión como precursora de la disfunción matrimonial

En menor escala se han realizado investigaciones en cuanto a la asociación entre la depresión y la disfunción matrimonial. Sin embargo, la depresión podría afectar la disfunción matrimonial, aspecto que fue desarrollado por Coyne (1976) en sus trabajos más tempranos acerca de la depresión y el funcionamiento social. Coyne sugirió que los comportamientos de las personas deprimidas promueven el rechazo de quienes están cerca de ellas. De hecho, los síntomas depresivos, como el llanto, las quejas, los auto-reproches, el desinterés, dan lugar a niveles más bajos de satisfacción matrimonial.

Los esposos disfóricos o deprimidos piensan bastante más negativamente acerca de sus parejas, y tienden a tener comportamientos negativos en el vínculo. Por ejemplo, sus expectativas son menores en cuanto a recibir apoyo de sus esposos/as, o muestran una capacidad disminuida de proveer y recibir cuidados de su pareja. Asimismo, realizan atribuciones matrimoniales negativas, y exhiben altos niveles de conflicto, tensión, negatividad, ambivalencia, hostilidad y críticas cuando intentan resolver problemas con sus parejas. También presentan comportamientos depresivos como afecto deprimido, auto denigración, quejas de sufrimiento físico y psicológico, etc. (Davila, 2001).

Por su parte, las parejas de las personas disfóricas o deprimidas piensan y se comportan negativamente con sus esposos/as, tienden a disentir y evaluar negativamente a la pareja deprimida. Suelen sentirse tristes, enojados y hostiles en sus interacciones, las cuales están teñidas de comunicaciones negativas, escasos acuerdos en la resolución de problemas y poca regulación afectiva.

Apuntamos a abandonar la idea de determinar si la disfunción matrimonial puede predecir la depresión o viceversa, y buscamos focalizar nuestro interés en la asociación de ambas variables en el transcurso del tiempo y en los mecanismos de tal asociación. Es decir que la asociación entre depresión y disfunción matrimonial no es unidireccional. Una perspectiva interpersonal acerca de la depresión permite avistar influencias recíprocas, en el modo en que las personas se desenvuelven a lo largo de la vida y en el que construyen y responden a sus circunstancias.

Una buena razón para examinar la superposición de los cursos de la depresión y la disfunción interpersonal, es que estos aspectos involucran la vida de otro/s individuo/s. En el caso del matrimonio, la pareja de la persona deprimida afecta y se ve afectada por el curso de la depresión de su esposa/o, y puede jugar un rol instrumental en el tratamiento tanto de la depresión como de la disfunción matrimonial, lo que redunda en esfuerzos para la prevención y el tratamiento.


¿En qué se caracteriza la asociación entre depresión y disfunción matrimonial?

La asociación entre depresión y disfunción matrimonial se basa en el modelo de generación de estrés, proceso en el cual las personas deprimidas contribuyen a la ocurrencia de estrés en sus vidas, así como a aumentar su experiencia depresiva. Es decir, las personas deprimidas promueven sus propias experiencias estresantes, las que retroalimentan y aumentan o mantienen la depresión. Crean tensiones interpersonales, conflictos con otros, contribuyendo a incrementar la insatisfacción y la depresión con sus propias actitudes. Es decir que la depresión, al caracterizarse por la presencia de comportamientos y cogniciones negativas, desencadena circunstancias matrimoniales estresantes, que mantienen o incrementan la vulnerabilidad a deprimirse aún más.

Se genera un círculo vicioso en el que se ve claramente la percepción negativa del apoyo social, encontrando limitaciones tanto en dar como en recibir apoyo. El apoyo social se convierte en un lazo o conexión en la superposición del curso de la depresión con la disfunción matrimonial.

Indudablemente, intervienen diversos factores en el curso de la depresión y la disfunción matrimonial, especialmente los siguientes:

a) El rol de la personalidad;
b) Estilos interpersonales (historia evolutiva de la persona deprimida).


El rol de la personalidad y de los estilos interpersonales en la asociación entre depresión y disfunción matrimonial

Los trastornos de personalidad están definidos preponderantemente en términos de disfunciones interpersonales y tienen alta comorbilidad con la depresión. Entre el 30 y el 70% de las personas que sufren depresión tienen un trastorno de la personalidad (Farmer y Nelson-Gray, 1990). Asimismo, se pueden mencionar estilos interpersonales como los de autonomía y sociotropía, relacionados con la depresión y las disfunciones interpersonales (Nietzel y Harris, 1990).

La hipótesis de la diátesis cognitiva y el estrés

Si bien la predisposición biológica a la depresión es innegable, constituyendo la vulnerabilidad biológica, diversos factores de la personalidad predisponen a las reacciones depresivas como respuesta a las adversidades, e interactúan con los factores genéticos. Las teorías cognitivas de la depresión han puesto gran interés en investigar la vulnerabilidad psicológica, postulando que ciertas actitudes básicas o estilos cognitivos predisponen a la depresión (Beck, 1987).

Diversos estudios han examinado diferentes estilos de personalidad que pueden predisponer a la depresión (Blackburn, 1996), y proponen el modelo de la diátesis de la personalidad. Se exponen características sobresalientes como tener un estilo atribucional negativo, sentir desesperanza, ser perfeccionista, tender a la dependencia interpersonal y realizar auto-críticas. Se determinaron dos grandes categorías:

1. personalidad Sociotrópica
2. personalidad Autónoma

Un individuo con personalidad sociotrópica tendrá mayor tendencia a deprimirse cuando su relación con los demás se vea amenazada, ya que es dependiente en el ámbito social. Le interesa especialmente tener una relación positiva con los demás, valora por sobre todo la aceptación, la intimidad, el apoyo y el consejo.

En cambio, un individuo con personalidad autónoma estará más interesado en un funcionamiento independiente, en tener mayor movilidad y libertad, en poder elegir libremente sus metas y lograr sus objetivos, valorando especialmente su integridad y auto dominio, es decir que otorgan especial valor a su desempeño.

Beck (1987) propone que una inclinación hacia niveles de sociotropía o autonomía elevados podrían predisponer a la depresión en respuesta a determinados eventos. En las investigaciones realizadas hasta el momento, la sociotropía se ha mostrado como un factor de vulnerabilidad más confiable con respecto a la depresión que la autonomía, dada la importancia que tienen las relaciones interpersonales en el contexto de la depresión (Blackburn, en Salkovskis, 1996).

El apoyo social

¿Cómo definimos el apoyo social?

Una definición integrativa del apoyo social es la siguiente: “Se trata de la percepción que tiene el sujeto o la provisión de instrumentos reales o expresivos del entorno, conformado por la comunidad, los lazos o tejidos sociales, y la confianza en distintos compañeros (familiares, amigos, vecinos, compañeros)” Arkowitz (1992). Es decir, que el apoyo social involucra tanto la percepción subjetiva como el acceso real a las relaciones de confianza con las que la persona puede disponer de colaboración, y que al mismo tiempo le dan la oportunidad de expresarse emocionalmente. Las personas carecen de apoyo social cuando están aisladas socialmente, o cuando sus relaciones cercanas están perturbadas.

Desde el punto de vista cognitivo, el observable que ocupa el primer plano es la percepción del apoyo. Una persona puede estar rodeada de relaciones, tanto familiares como amistosas o sociales, y sin embargo puede tener la percepción de no sentirse apoyado, o de sentirse sólo aún en compañía de otros significativos. En cambio, otra persona puede contar con un solo amigo, o con un vecino, o tener confianza sólo en su pareja, y percibir un buen grado de satisfacción en el apoyo social. No se trata de contar con mayor número de personas sino de percibir su apoyo como algo genuino y confiable.

La falta de apoyo social puede convertirse en una fuente doble de depresión: Ser la causa o la consecuencia de la depresión.

Coyne (1976) ha sugerido que las personas con tendencia a deprimirse suelen alienar a los demás con su estilo de relación interpersonal, reduciendo el apoyo social, logrando con su comportamiento un efecto contrario al esperado, convirtiéndose en un círculo vicioso: La falta de apoyo social causa depresión y la depresión incrementa la ausencia del apoyo.


Desarrollo de la depresión y la disfunción romántica

La asociación entre la depresión y la disfunción matrimonial se puede comprender mejor si las evaluamos en forma recíproca, dado que ambos aspectos se afectan mutuamente. Conviene aclarar que algunas personas pueden tener una mayor tendencia que otras a presentar la asociación entre depresión y relación romántica, y también es factible que la misma haya comenzado tempranamente en sus vidas. Tienen una historia en la que se enlazaron las disfunciones interpersonales y la depresión, tanto en su niñez como en su adolescencia, y dicho enlace continúa en la vida adulta, en parte debido a que presentan déficits en sus habilidades interpersonales y en los procesos de socialización, es decir carencias en su modo de relacionarse (Dávila, 2001).

Otros factores proclives a mantener la continuidad en la asociación depresión/disfunción matrimonial, son la personalidad y los patrones interpersonales que presentan estas personas, caracterizados por rasgos característicos de necesidad, dependencia y perfeccionismo, esquemas que contribuyen a mantenerlas atadas a un círculo vicioso de depresión y un funcionamiento romántico pobre, que retroactiva y potencia la vulnerabilidad.

El presente modelo tiene implicancias clínicas, en cuanto a la sugerencia de implementar programas de prevención en los que se evalúe la presencia de patrones interpersonales inadaptados que mantienen a las personas con riesgo de depresión y de sufrir disfunciones matrimoniales. La prevención ha de estar orientada a ayudar a las parejas a identificar la existencia de tales patrones y comprender sus implicancias, aplicando técnicas destinadas a interrumpir o reformular dichos patrones, para ayudar a los miembros de la pareja a comprender, tolerar y trabajar en el cambio.


Teoría de la Auto-Verificación

Así como los padres son las figuras de apego primarias durante la infancia, las parejas son las figuras de apego primarias en la adultez. Aquellas personas que tienen problemas de relación, se sienten deprimidas, o ambas cosas a la vez, suelen tener relaciones matrimoniales problemáticas, como venimos exponiendo. La teoría de la auto-verificación ofrece un camino para comprender algunos de los modos más complejos en que las personas y sus relaciones se influyen recíprocamente, y a su vez permite ampliar la comprensión acerca del enlace entre la discordia matrimonial y la depresión concurrente (Katz, 2001).

La teoría de la auto-verificación deriva de las teorías referidas al auto concepto y la auto consistencia, y describe la tendencia de la persona a evaluar la información social acerca de sí misma tratando de confirmar sus propios puntos de vista (Swann, 1987). La información que confirme o verifique los esquemas existentes previamente tiende a ser más recordada y considerada como válida que cualquier otra información que contradiga las expectativas y/o creencias.

Claramente, la auto-verificación no sucede en un vacío. Por ejemplo, una persona con una visión positiva de sí misma, tiene un feedback positivo que le sirve como auto-verificación y auto-afirmación o facilitación. En cambio, aquellas personas con una visión negativa de sí mismas, se encuentran en una lucha entre la auto verificación y la auto afirmación.

El conflicto entre la auto-verificación y la auto-afirmación se constituye en un fuego cruzado tanto cognitivo como afectivo. Esto no significa que las personas con una visión negativa de sí mismas carezcan de motivación para tener sentimientos positivos hacia sí mismas. De hecho, las personas disfóricas con una visión negativa de sí mismas se enfrentan a contradicciones entre un reaseguramiento positivo y un feedback auto verificativo negativo. Las personas con una visión negativa de sí mismas desean tener sentimientos positivos hacia sí mismas y obtener un feedback favorable de los demás. Pero al mismo tiempo les resulta dificultoso aceptar que dicho feedback positivo sea verdadero y auténtico.

La verificación negativa también se refiere a las interacciones en la pareja que pueden no evaluarse en forma negativa por sus miembros. Cuando la pareja acuerda con las creencias negativas de la persona deprimida, se intensifica el efecto de dichas creencias. La verificación negativa puede ser relativamente invisible para los miembros de la pareja, porque no causa malestar por sí misma y puede no estar asociada con el conflicto en la relación.

Indudablemente, la auto-verificación estará relacionada con la satisfacción matrimonial (Katz, 2001). Una persona con una visión positiva de sí misma buscará tener mayor intimidad en la pareja, al igual que si se siente evaluada positivamente por su pareja. En cambio, si tiene una visión negativa de sí misma, la proyectará en la intimidad, y en ese terreno aparecerá el conflicto o la lucha, que se verá reflejada en la calidad de la relación. Este proceso se produce dentro del contexto matrimonial, y la auto-verificación puede influir tanto en la depresión como en la calidad de la relación.

 

Tratamiento de la comorbilidad discordia matrimonial-depresión

Consideraciones técnicas

Dado el consenso otorgado a la relación entre depresión y discordia marital y su naturaleza bidireccional, la focalización en intervenciones eficaces para el tratamiento de esta comorbilidad es prometedora (Davila; Katz, 2001).

Se propone un conjunto de intervenciones técnicas que pueden ser útiles para el tratamiento de la co-ocurrencia depresión-discordia matrimonial, ocupando un primer plano los puntos de intervención que pueden producir efectos beneficiosos. Si la persona deprimida puede recibir ayuda para mejorar sus relaciones interpersonales, tendrá la opción de reducir sus síntomas, aunque no desaparezca el episodio depresivo, y al mismo tiempo se promueve una tarea de prevención.

Se requieren cuatro elementos básicos (Beach, 2001):

1. Los terapeutas deben tener una comprensión de la depresión que les otorgue la confianza necesaria para intervenir en terapia de pareja;
2. Los terapeutas deben encontrar una justificación para emplear este abordaje;
3. Los terapeutas deben entrenarse en estrategias básicas para el tratamiento de la comorbilidad; y
4. Estar abiertos a crear nuevas estrategias, basadas en la experiencia y la investigación.

Se describen a continuación las estrategias que podrían utilizarse en el corto plazo de un abordaje psicoterapéutico, más allá de la orientación primaria que se emplee para el tratamiento de la depresión.

· Incrementar la seguridad y el apoyo en la relación

Promover actividades que construyan la cohesión en la pareja: La cohesión en el matrimonio puede pensarse como la interacción positiva entre los esposos, desde demostraciones de afecto hasta pasar buenos momentos juntos, que apunten a fortalecer el vínculo. Este reaseguramiento puede actuar como colchón ante discusiones ocasionales o alejamientos.

La cohesión compite con el estar a la defensiva, a través de pequeñas acciones que puedan repetirse a menudo. El objetivo es acordar pequeñas actividades que incrementen la frecuencia de experiencias positivas y placenteras en la pareja. De esta manera, se podrá identificar y reconocer el sentimiento de cuidado entre los esposos.

Promover la aceptación de la expresión emocional: Este objetivo de intervención apunta a que los miembros de la pareja tengan la oportunidad de expresar sus sentimientos y sentirse comprendidos y aceptados entre sí. Muchas personas deprimidas tienden a percibir que su pareja no los escucha y, de hacerlo, creen que sus reacciones no responden a sus expectativas. Se apunta a incrementar la empatía entre ambos, a fin de evitar malentendidos.
Al lograrse una mayor empatía, se estaría logrando un gran alivio para la persona deprimida, en virtud de que disminuiría la tensión o estrés, a través de mejorar la comunicación y desactivar las defensas.

Incrementar el apoyo y la auto-estima: El apoyo y la auto-estima pueden considerarse una expresión de aprecio y reconocimiento de rasgos positivos en los miembros de la pareja. Generalmente las esposas tienden a ser más autocríticas que sus esposos. La percepción de críticas puede promover una recaída en la depresión (auto-verificación). Asimismo, señalar que los desacuerdos no necesariamente implican que la pareja no los valora. También es importante no considerar obvios los atributos positivos, sino que aprender a comunicarlos puede ser una buena fuente para mejorar el ánimo.

Mejorar la confianza y el compromiso en la relación: La percepción de confianza significa que el compañero transmite que está disponible siempre que se lo necesite, como signo de compromiso en la relación y de que no se alejará cuando se encuentre ante dificultades.

Incrementar la intimidad: En la intimidad los sentimientos más profundos, los pensamientos y la buena disposición encuentran un lugar para revelarse. Compartir sentimientos, pensamientos y creencias puede ser un poderoso elevador del ánimo, y recuperar sentimientos de atracción y amor.

· Disminuir los ciclos coercitivos, defensivos y el estrés en el matrimonio

Las personas deprimidas se sienten más vulnerables ante el estrés relacionado con el matrimonio. Cuando los factores de tensión son muy intensos, como en el caso de la violencia, se les debe dar prioridad en el tratamiento; de lo contrario, bloquean la recuperación.

Ciertos patrones suelen tornarse crónicos, negativos y amenazadores, como por ejemplo, la agresión verbal y física, las amenazas de separación o divorcio y las referencias denigrantes, críticas y culpógenas. Habitualmente, los intercambios negativos de este tipo suelen ser recíprocos, y los incidentes pueden exacerbar los síntomas de depresión, más allá de quien haya iniciado el ciclo.

Eliminar la hostilidad manifiesta y la agresión verbal y física: Es frecuente encontrar una gran hostilidad y tensión en la interacción de las personas con tendencia a deprimirse, lo que los va conduciendo progresivamente al aislamiento y al silencio, hasta la irrupción de nuevas acusaciones y recriminaciones. A veces, estos intercambios destructivos terminan en violencia física. Los episodios de este tipo dejan a los esposos extenuados, aún cuando no se sientan deprimidos. No quedan dudas acerca de la importancia de abordar este problema en la pareja.


Detectar las amenazas de separación o divorcio: Otro elemento de tensión es el miedo a la separación, asociado a la discordia marital. Las parejas en discordia a menudo se sienten inundadas por un sentido de incertidumbre acerca del futuro de la relación, y creen que si los problemas no se resuelven rápidamente, la separación es inminente.

Para la persona deprimida, la idea del divorcio puede crear ambivalencia. Por un lado, la noción de divorcio puede representar un escape y terminación del conflicto; por otro lado, la idea de la separación puede ser extremadamente amenazadora, dada la elevada dependencia característica de tantas personas deprimidas. Para el esposo no deprimido, la amenaza de divorcio puede ser más real, en respuesta a su nivel de frustración en la relación. También la amenaza suele crear distancia entre ambos. Este es uno de los factores más comunes, y su tratamiento no debe demorarse en el transcurso de la psicoterapia.

Reducir explícitamente referencias denigrantes hacia la persona deprimida: Las críticas denigrantes, las inculpaciones, los desprecios, desgastan la autoestima a medida que el tiempo pasa. A mayores críticas, menor será la autoestima de la persona deprimida. Es uno de los factores que más incide en la recidiva. Debe ser abordado explícitamente y lo más temprano posible.


Conclusiones

La utilización de la psicoterapia de pareja es apropiada para el tratamiento de la depresión y la discordia matrimonial co-ocurrente.

La eficacia de la aplicación de las técnicas adecuadas en el momento oportuno puede constituirse en una herramienta útil y valiosa, particularmente en aquellos pacientes que en algún punto del tratamiento se detienen u obstaculizan el proceso de cambio. La resistencia al tratamiento en cuanto a abandonar lo conocido, como el círculo vicioso negativo en la relación de pareja, constituye un obstáculo a ser abordado y esclarecido, y cuanto más temprano se implemente un tratamiento eficaz a fin de facilitar la satisfacción matrimonial más rápida será la recuperación de la pareja.

Se trata de un terreno en el que resta mucho por investigar, y queda abierto el camino para identificar nuevas técnicas y modalidades terapéuticas en la evolución científica sobre este complejo e inagotable tema.


Bibliografía

Arkowitz, H. A Common Factors Therapy for Depression. En Norcross, J. y Goldfried, M. (Eds. ). Handbook of Psychotherapy Integration. Basic Books, New York. 1992.

Beach, S. Marital and Family Processes in Depression: A Scientific Foundation for Clinical Practice. American Psychological Association, Washington DC. 2001.

Beach, S. y O´Leary, D. Dysphoria and Marital Discord: Are Dysphoric Individuals at Risk for Marital Maladjustment? Journal of Marital and Family Therapy. 1993. Volumen 19, 355-368.

Beck, A. Cognitive Models of Depression. Journal of Cognitive Psychotherapy. 1987. Volumen 1, No. 1, 5-37.

Blackburn, Y. Cognitive Vulnerability to Depression. En Frontiers of Cognitive Therapy. Editado por Salkovskis. Guilford Press, New York. 1996.

Brown, G. y Harris, T. Social Origins of Depression: A Study of Psychiatric Disorder in Women. London, Tavistock. 1978.

Coyne, J. Toward an interactional description of depression. Psychiatry. 1976. Volumen 39, 28-40.

Davila, J. Paths to Unhappiness: The Overlapping Courses of Depression and Romantic Dysfunction. Marital and Family Processes in Depression:A Scientific Foundation for Clinical Practice (Edited by Steven Beach). American Psychological Association, Washington DC. 2001.

Farmer, R. y Nelson-Gray, R. Personality disorder and depression: Hypothetical relations, empirical findings, and methodological considerations. Clinical Psychology Review. 1990. Volumen 10, 453-476.

Katz, J. Self-Verification Theory: Expanding current conceptualizations of the link between marital distress and depression. Marital and Family Processes in Depression: A Scientific Foundation for Clinical Practice (Edited by Steven Beach). American Psychological Association, Washington DC. 2001.

Nietzel, M. y Harris, M. Relationship of dependency and achievement/autonomy to depression. Clinical Psychology Review. 1990. Volumen 10, 279-297.

Salkovskis, P. Frontiers of Cognitive Therapy. The Guilford Press, New York. 1996.

Sacco, W. , Milana, S. y Dunn, V. Effect of depression level and length of acquaintance on reactions of others to a request for help. Journal of Personality and Social Psychology. 1985. Volumen, 49, 1728-1737.

Sacco, W. , Milana, S. y Dunn, V. The effect of duration of depressive episode on the response of others. Journal of Social and Clinical Psychology. 1988. Volumen 7, No. 4, 297-311.

Swann, W. Identitiy negotiation: Where the two ways meet. Journal of Personality and Social Psychology. 1987. Volumen 53, 1038-1051.


Weissman, M. Advances in psychiatric epidemiology: Rates and risks for major depression. American Journal of Public Health. 1987. Volumen 77, 445-451.

Weissman, M. y Paykel, E. The depressed woman: A study of social relationships. University of Chicago Press. 1974.


IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.

Comentarios de los usuarios



No hay ningun comentario, se el primero en comentar

Articulos relacionados

  • Insomnio Begoña Achaerandio Cuevas
    Fecha Publicación: 01/06/2024