En este trabajo hacemos una revisión conceptual del sentido del humor y de su posible relación con la salud. Quizá sea el retraso con que se ha abordado el estudio del humor y, en general, de los repertorios positivos en psicología, frente a cualquier concepto más relacionado con la psicopatología, lo que lleve a los investigadores a no detenerse demasiado en las divergencias, ni entablar discusiones acerca de los matices de unas y otras definiciones.
La idea de que la risa y el humor fomentan la salud no es nueva, pero en las últimas décadas, la proliferación de terapias e intervenciones clínicas relacionadas con el humor, y el estudio científico de estos fenómenos ha generado un considerable interés en torno al tema. Presentamos evidencias tanto a favor como en contra de la relación sentido del humor-salud, pero, por ahora, sólo están confirmados algunos efectos más bien localizados, a corto plazo y paliativos (tolerancia al dolor, reducción del estrés, afrontamiento y visión más positiva de la enfermedad. . . ). Considerando la convergencia en los resultados empíricos de diversas fuentes, es muy probable que se confirme la relación entre SH y salud; las últimas investigaciones sugieren que los beneficios quizá dependan del signo (positivo o negativo) del SH, y/o de su interacción con otras variables de personalidad.
Sentido del humor: Aproximación conceptual y su relación con la salud.
Mª Carmen Jiménez Ávalos; Vanesa Gómez Macías; Regina Sala Cassola; Laura Ruiz de la Hermosa Gutiérrez; Mª Ángeles Mairena García de la Torre; Noemí del Prado Sánchez.
Servicio de psiquiatría. hospital de Móstoles. Madrid.
PALABRAS CLAVE: Sentido del humor, Risa, Salud, psicología positiva.
(KEYWORDS: Sense of humor, Laughter, Health, Positive psychology. )
Resumen
En este trabajo hacemos una revisión conceptual del sentido del humor y de su posible relación con la salud. Quizá sea el retraso con que se ha abordado el estudio del humor y, en general, de los repertorios positivos en psicología, frente a cualquier concepto más relacionado con la psicopatología, lo que lleve a los investigadores a no detenerse demasiado en las divergencias, ni entablar discusiones acerca de los matices de unas y otras definiciones. La idea de que la risa y el humor fomentan la salud no es nueva, pero en las últimas décadas, la proliferación de terapias e intervenciones clínicas relacionadas con el humor, y el estudio científico de estos fenómenos ha generado un considerable interés en torno al tema. Presentamos evidencias tanto a favor como en contra de la relación sentido del humor-salud, pero, por ahora, sólo están confirmados algunos efectos más bien localizados, a corto plazo y paliativos (tolerancia al dolor, reducción del estrés, afrontamiento y visión más positiva de la enfermedad. . . ). Considerando la convergencia en los resultados empíricos de diversas fuentes, es muy probable que se confirme la relación entre SH y salud; las últimas investigaciones sugieren que los beneficios quizá dependan del signo (positivo o negativo) del SH, y/o de su interacción con otras variables de personalidad.
Concepto
A la hora de definir el humor, como en muchos otros conceptos, nos encontramos con una falta de consenso entre los investigadores. Sin embargo, casi todos están de acuerdo en que el humor es más fácil de reconocer que de definir.
Cualquier intento de definición sobre el humor tiene un carácter muy amplio. Así, podemos encontrar definiciones que determinarían el objeto de estudio del humor en el individuo que aprecia, genera o muestra humor. Martin [1] plantea una definición en la que intenta contemplarlo desde la globalidad: “El humor es un fenómeno muy complejo, que incluye aspectos cognitivos, emocionales, conductuales, fisiológicos y sociales. Estos componentes se reflejan en las diferentes concepciones del sentido del humor (SH), que se refieren a una serie de rasgos estables de personalidad o diferencias entre los individuos”. Obviamente, este tipo de definiciones tan generales genera un gran consenso.
Podríamos destacar como características propias del SH la tendencia a la risa frecuente, o la facilidad para percibir incongruencias humorísticas en el entorno, o la disposición para hacer bromas y divertir a los demás y estar generalmente alegre, o la actitud de mantener una perspectiva humorística en el afrontamiento al estrés, incluso riéndose de uno mismo, pero por sí solas, ninguna de estas características podría explicar un fenómeno tan complejo.
Quizá sea el retraso con que se ha abordado el estudio del humor - y de los repertorios positivos en psicología- frente a cualquier concepto más relacionado con la psicopatología, lo que lleve a los investigadores a no detenerse demasiado en las divergencias, ni entablar discusiones acerca de los matices de unas y otras definiciones. Esta misma actitud parece haberse adoptado a la hora de elaborar los cuestionarios que miden el sentido del humor, de tal manera que se basan en el consenso sobre lo que es sentido del humor, más que en resultados empíricos.
Una definición que, en cierta medida, rompe el consenso es la de Carbelo y Jáuregui [2], quienes encuentran cierto riesgo en utilizar el “humor” como sinónimo de “estado de ánimo, o estar de buen o mal humor”. Creen que puede llevar a error, ya que distintas emociones y estados de ánimo caracterizan el buen humor (la alegría, satisfacción, gratitud, esperanza, optimismo…). Para ellos es preferible referirse a “la capacidad para experimentar y/o estimular una reacción muy específica, la risa (observable o no) y así conseguir o mantener un estado de ánimo positivo”. No hay que olvidar que a la hora de elaborar los cuestionarios que puedan medir el sentido del humor, también se parte del consenso acerca de aquellos materiales o situaciones capaces de producir la risa.
Esta definición entroncaría con una línea de investigación, más experimental y que intenta identificar aspectos cuantificables que objetiven las medidas y la recogida de datos para la investigación y su posterior utilización. Entre esos aspectos cuantificables estarían características de la risa, en cuanto reacción psicofisiológica (por ejemplo, vocalizaciones, expresión facial, movimientos corporales y procesos neurofisiológicos concretos como cambios respiratorios y circulatorios). De todas maneras aluden a un componente subjetivo y también reconocible, al que llaman hilaridad y que debe tener carácter placentero para la persona que lo experimenta.
Los trabajos realizados hasta ahora han permitido ilustrar que en todo “acto de humor” habría dos dimensiones, una cognitiva que permite situar los acontecimientos, lo que se escucha, …en un contexto divertido (y esto haría alusión a una capacidad bien del emisor, bien del receptor, o bien de ambos), y otra afectiva y emocional, que implicaría la existencia de una motivación (benévola o malévola). De ahí que un autor como Mc Ghee [3] exponga la necesidad de un concepto añadido al del sentido del humor y es el de estructura mental lúdica, sin la cual algo puede resultar confuso, molesto, interesante…pero no divertido. Se puede identificar lo incongruente, lo absurdo y detallarlo o describirlo, pero sin ese sentido lúdico, no habría humor.
Modelos dimensionales del sentido del humor
En el intento de definir el SH desde diferentes disciplinas ha sido difícil llegar a un acuerdo, algunos investigadores lo han conceptualizado como un rasgo de personalidad, como una variable de algunas situaciones estimulares, como un respuesta emocional o como un proceso cognitivo, entre otros. Como hemos señalado, resulta muy complicado llegar a una definición consistente y definitiva. Vamos a recoger, a continuación una serie de modelos teóricos que intentan explicarlo en base a sus componentes dimensionales.
El primero de estos modelos fue elaborado por el grupo investigador de la Universidad de Valladolid [4]. Proponen un modelo dimensional del SH basado en la literatura científica y en sus propias investigaciones. Este modelo sustenta toda su línea de investigación y el programa de mejora del SH que han elaborado. Las dimensiones se obtienen de aplicar análisis dimensionales y análisis factoriales a las definiciones de conductas que caracterizan a personas altas en SH que hicieron profesores y alumnos de su universidad. El modelo resultante se compone de 4 dimensiones del SH que estarían interrelacionadas:
1. - Creación de humor: faceta más externa y por tanto más fácilmente identificable del SH. Personas con puntuaciones altas en esta dimensión serían descritas como agradables, a las que les gusta reír y que no pierden ninguna ocasión para hacerlo, poseerían habilidades para percibir relaciones de forma insólita y comunicarlas de forma que provoquen risa o sonrisa en los demás.
2. - Apreciación del humor, disfrute de la vida: personas que disfruta riendo, lo hace frecuentemente y se considera alegre. Posee habilidades para tomarse la vida en serio pero con pequeños toques de humor, pensar en positivo y apreciar el humor generado por los demás, reírse de uno mismo y disfrutar de lo cotidiano aunque sea rutinario.
3. - Afrontamiento optimista de problemas: habilidad para afrontar fracasos o dificultades y mantener el optimismo a pesar de las preocupaciones, encontrar salidas con humor en momentos negativos, reírse incluso en los malos momentos. Supone un estilo de pensamiento: percibir lo positivo que hay en todas las personas, cosas y acontecimientos que nos suceden.
4. - Establecimiento de relaciones positivas: habilidad para relacionarse y comunicarse eficazmente mediante el humor.
El segundo modelo es el elaborado por Kirsh y Kuiper [5] a partir del trabajo psicométrico de Craik (1996, HBD, Humorous Behavior Deck) y de la revisión de la literatura. Descubren tres dimensiones subyacentes al SH:
1. - Hábil socialmente en SH positivo: capacidad para generar humor de forma espontánea en situaciones sociales, de elicitar risas en los otros y usar el SH para mantener relaciones en varios contextos sociales.
2. - humor grosero/zafio y uso agresivo del humor: individuos con un SH muy rudo que carece de respeto hacia los otros; humor tosco, vulgar, mal intencionado y sarcástico.
3. - humor “patoso” (belabored humor): estilo forzado y servil, estos individuos se mostrarían incompetentes para hacer o responder a bromas que pretenden ganarse la aprobación de otros. Harían intentos inapropiados para ajustarse a grupos sociales, de modo que el individuo usaría el humor o la risa para plegarse a los otros y enmascarar su ansiedad personal y social.
Por último, Martin y cols. [6] mediante la revisión literatura que relaciona el SH y el bienestar para identificar estilos de humor adaptativos o desadaptativos, llega a un modelo multidimensional del SH. Encuentra 2 dimensiones positivas (adaptativas) y dos negativas (desadaptativas) y elabora un cuestionario para medir estas dimensiones (Humor Styles Questionnaire, HSQ). Estas dimensiones son:
1. - humor auto-reforzante: perspectiva humorística de la vida que se puede mantener en situaciones estresantes. Estas personas usan el humor como estrategia de afrontamiento para minimizar emociones negativas. Sirve para proteger el self pero no a expensas de otros.
2. - humor afiliativo: uso del SH para potenciar relaciones interpersonales y sociales, para potenciar la identidad y cohesión grupal reduciendo conflictos e incrementando los sentimientos del bienestar de los otros. Hacen bromas para reducir tensiones interpersonales.
3. - humor derrotista: las personas altas en esta dimensión usan la autodepreciación como un intento inapropiado de ganarse la aprobación de los otros pero con un coste personal alto: divertir a los demás a su costa. Puede usarse este estilo para evitar sentimientos negativos subyacentes o enfrentarse constructivamente a un problema. Estas personas se caracterizan por la evitación, la dependencia emocional y baja autoestima.
4. - humor agresivo: incluye técnicas humorísticas negativas tales como el sarcasmo, ridiculización, denigración, burla. . . El SH agresivo se despliega sin contemplar su posible impacto negativo en otros, dañando seriamente sus relaciones sociales e interpersonales.
Tras revisar estos modelos pareciera que entre los autores hay más acuerdo en las dimensiones positivas que en las negativas, aunque entre los dos últimos modelos el consenso es grande. El primer modelo resulta reduccionista pues no tiene en cuenta los aspectos negativos del SH.
Medidas del sentido del humor
Se han hecho muchos intentos de medir el SH y los rasgos relacionados con él. Normalmente se evalúa a través de autoinformes, test de bromas o animaciones, diarios de humor, informes de pares, observación conductual, entrevistas o incluso tareas experimentales.
Aunque se han hecho grandes progresos en la evaluación del SH, está lejos de ser satisfactoria; en una investigación citada por Peterson y cols. [7], se encontraron más de 60 diferentes medidas del SH, pero muchas fueron instrumentos creados para un solo estudio y otras simplemente se etiquetaban como test de SH aunque luego su contenido fuese variado y no recogieran ninguna medida del SH en el sentido tradicional (forma de ver el mundo). Además, los investigadores necesitan asegurarse de que sus medidas capturan adecuadamente las definiciones de humor relevantes para su hipótesis, pues como ya hemos visto, es un concepto multidimensional, y por tanto, parece que cada escala podría representar una, o varias, de las posibles definiciones del término SH.
A continuación citaremos algunos de los cuestionarios con mayor relevancia en la medida del SH:
- cuestionario de autoevaluación del Sentido del humor (CASH), García-Larrauri, Monjas, Román, Cuetos, Polo y Muñoz (2005a). A destacar que es un cuestionario elaborado en España por el equipo investigador de la Universidad de Valladolid.
- cuestionario de Observación del Sentido del humor (COSH), García-Larrauri, Monjas, Román, Cuetos, Polo y Muñoz (2005b). Es una adaptación del cuestionario anterior (CASH) para ser respondido por personas allegadas.
- Coping humor Scale (CHS), R. A. Martin & Lefcourt, 1983. (Escala de humor adaptativo). Mide la utilización del SH como respuesta adaptativa a los sucesos estresantes de la vida. Está traducida al español por García-Larrauri.
- Situational humor Response Questionnaire (SHRQ), R. A. Martin & Leftcourt, 1984. (Cuestionario de respuestas humorísticas a una situación) Evalúa la frecuencia con que cada persona se ríe o sonríe ante distintas situaciones de la vida diaria.
- Humorous Behavior Q-Short Deck (HBQD), Craik, Lampert, & Nelson, 1996
- State-Trait Cheerfulness Inventory (STCI), Ruch, Köler, & van Thriel, 1996
- humor Styles Questionnaire (HSQ), R. A. Martin, Puhlik-Doris, Larsen, Gray & Weir 2003. (Cuestionario de estilos de humor). Evalúa las cuatro dimensiones del SH del modelo de Martin que vimos anteriormente.
- 3 WD Test of humor Apreciation, Ruch, 1992. Medida de la apreciación de 30 bromas y animaciones
- Multidimensional humor Sense Scale (MSHS), Thorson & Powell, 1991, 1993a , 1993b. (Escala multidimensional del sentido del humor). Valora el SH desde varios puntos de vista y se ha utilizado en trabajos aplicados en los que se ha relacionado el humor con algunas dimensiones de personalidad, con el control de la ansiedad, con la depresión y en estudios transculturales.
Normalmente son preferibles los test multidimensionales que aquellos que miden solo un aspecto del SH, ya que además nos permitirían encontrar más relaciones y poner a prueba más hipótesis.
Sentido del humor y salud
La idea de que la risa y el humor fomentan la salud no es nueva, pero en las últimas décadas algunos casos de “curaciones” mediante material cómico, la proliferación de terapias e intervenciones clínicas relacionadas con el humor, y el estudio científico de estos fenómenos ha generado un considerable interés en torno al tema.
Uno de estos casos célebres de curaciones a través del SH, que es citado en toda la literatura, es el de Norman Cousins, un periodista americano especializado en salud, que se considera pionero en llamar a atención de la comunidad científica sobre los efectos terapéuticos potenciales del humor y la risa. Cousins padeció espondilitis anquilosante, una grave enfermedad inflamatoria de la columna vertebral que le dejó postrado en una cama con grandes dolores y prácticamente paralizado. Describió, en 1979, la utilización que él mismo hizo de la risa para el tratamiento de su enfermedad. Considerando que las emociones negativas tenían un impacto perjudicial para la salud, argumentó que lo contrario también era posible, es decir, que las emociones positivas podían restaurar el equilibrio y ayudar a la recuperación. El tratamiento que siguió consistió en grandes dosis de vitamina C y carcajadas provocadas al ver películas de los Hermanos Marx. Cousins pasó los 12 últimos años de su vida en el Departamento de Medicina Conductual de la Universidad de California, investigando en la comprobación de sus creencias.
Los investigadores proponen cuatro mecanismos por los que el SH podría ejercer una influencia relevante para la salud y el bienestar psicológico, cada uno de ellos referido a un aspecto diferente del SH [8]:
En primer lugar, son múltiples las investigaciones que afirman que los beneficios saludables del SH se derivan de alguno de los muchos cambios fisiológicos corporales que acompañan a la risa [9]: relajación muscular, cambios músculo-esqueléticos, cardiovasculares, endocrinos, bioquímicos, inmunológicos y neuronales, estimulación de la circulación sanguínea, mejora de la respiración, estimulación de la secreción endorfinas, reducción de la secreción de hormonas relacionadas con el estrés. . . Según estos resultados, la carcajada es el elemento crucial en la conexión humor-salud, de modo que, el humor y la diversión pero sin risa no es esperable que produzcan beneficios saludables. De hecho, se esperaría que simplemente la risa produjera estos efectos beneficiosos aun sin humor.
Al abrigo de estos resultados, son ya multitud los organismos, foros y publicaciones profesionales que abogan por la utilización profesional de esta nueva arma terapéutica, la risoterapia, con el fundamento empírico antes señalado de que reír es bueno para la salud. Las intervenciones irían dirigidas a animar a las personas a reírse de forma frecuente e intensa. Sin embargo, otros autores señalan que este tipo de intervenciones, aunque predominantes, se basan en un mecanismo que no funciona aisladamente.
Es por eso que otros modelos centran su atención en los estados emocionales positivos que acompañan a la risa [10]. Las emociones positivas pueden tener efectos beneficiosos para la salud, como el incremento de la tolerancia al dolor, refuerzo inmunitario y amortiguar las consecuencias cardiovasculares negativas de las emociones negativas (de todos es conocido el mayor riesgo de infarto de miocardio en el llamado “patrón de personalidad tipo B”). Desde esta perspectiva, se afirma que el SH y la risa no tienen una influencia en solitario para la salud, lo tienen porque aumentan la probabilidad de experimentar emociones positivas. La risa no tendría un papel tan fundamental en la salud, pues SH y diversión pueden inducir estados de ánimo positivos sin risa. El SH saludable tendría que ver con tener un temperamento alegre caracterizado por la diversión, el optimismo y una concepción juguetona o humorística de la vida.
El tercer mecanismo plantea que el SH beneficia la salud de forma indirecta, modulando los efectos adversos del estrés psicosocial sobre la salud [11]. Ciertas variables de personalidad y estilos de afrontamiento amortiguan el grado en que potenciales estresores afectan negativamente a nuestra salud. Una perspectiva humorística de la vida y la habilidad de ver el lado positivo de los problemas capacita a las personas para afrontar más eficazmente situaciones estresantes, haciéndoles tomar perspectiva y distancia de la situación conflictiva y potenciando sus sentimientos de dominio y buen hacer de cara a la adversidad (sentimientos de competencia personal, autoeficacia). Este modelo potencia los aspectos cognitivos-perceptivos del SH, que son más importantes que la mera risa.
Por último, se ha hipotetizado que el SH beneficia la salud, también de forma indirecta, incrementando la red de apoyo social de los individuos. Como hemos visto, las personas que usan el SH de forma efectiva reducen los conflictos interpersonales y potencian sentimientos positivos en otros, por tanto disfrutan de numerosas y satisfactorias relaciones interpersonales. Este modelo se focaliza en aspectos interpersonales del humor y en la competencia con que expresan su SH, más que en la frecuencia con que se ríen.
Los investigadores deben ser conscientes de dentro de cual de estos mecanismos están investigando, pues cada un requiere particulares formulaciones de hipótesis, operacionalizaciones de variables y aproximaciones metodológicas; normalmente las investigaciones actuales no exploran adecuadamente estos posibles mecanismos causales alternativos.
Algunos resultados empíricos
Existen numerosos estudios científicos que demuestran que el humor ejerce un efecto positivo para la salud, que aumenta las defensas y equilibra biológica y psicológicamente a las personas y sus relaciones interpersonales. Es más, se afirma que la risa, como hemos adelantado anteriormente, tiene efectos sobre el organismo: activa la circulación y la respiración, equilibrando bioquímicamente el organismo y haciendo que las hormonas se segreguen correctamente, permitiendo tolerar mejor las frustraciones y las enfermedades crónicas en niños, adolescentes, adultos y ancianos. Veamos alguno de estos resultados [12]:
- científicos de la Clínica Mayo han demostrado que el afrontamiento optimista de la vida aumenta la esperanza de vida y disminuye el riesgo de accidente cerebrovascular, de Alzheimer y de dermatitis alérgica. Señalan también que favorece los procesos de recuperación tras accidentes, traumas y estrés postraumático.
- en cuanto a la percepción del dolor, los datos demuestran que los niños hospitalizados en Oncología consumen menos analgésicos cuando van a visitarlos los payasos. Se ha evidenciado que el humor aumenta la tolerancia al dolor más que la mera distracción; por el contrario, el humor negativo y la depresión aumentan el dolor lumbar crónico, las migrañas y el dolor oncológico.
- algunas investigaciones han contrastado el uso del humor como un método válido para disminuir la ansiedad, la depresión y para relajar a pacientes terminales, todo ello debido a la disminución de la tensión muscular que produce y por un aumento en la secreción de endorfinas y catecolaminas.
- también se ha demostrado la eficacia del humor ante el estés en el personal sanitario, mejorando su comunicación con los pacientes, amortiguando el síndrome de burn-out mejorando su empatía. Respecto al burn-out el humor proporciona una perspectiva de “preocupación desvinculada”.
- en una revisión de 2001 realizada por Martin [8], se indica que los diferentes resultados experimentales señalan los beneficios del buen humor sobre el sistema inmunitario y el efecto analgésico de lo que se llama “exposición a la comedia” (visualización de películas cómicas).
Una población que resulta de interés para nosotras y de la que no hay demasiados estudios sobre el SH son los niños, sobre todo considerando el SH como capacidad de afrontamiento. A este respecto, algunos autores señalan que a pesar de los avances en medicina, los niños hospitalizados muchas veces requieren intervenciones o procedimientos de diagnóstico dolorosos para tratar o evaluar su enfermedad. Estos potenciales niveles elevados de malestar han estimulado la investigación sobre los factores que pueden predecir o mejorar un afrontamiento positivo de los niños hacia el dolor. Los estudios sugieren que los niños que mejor se enfrentan a las intervenciones médicas dolorosas tienden espontáneamente a usar los siguientes tipos de estrategias y estilos de afrontamiento: hacer preguntas, usar métodos centrados en el problema (como la distracción), entrar en un autodiálogo positivo y no hacerlo en emociones negativas o usar pensamientos catastróficos. Hasta la fecha, no hay demasiados estudios sobre el uso espontáneo del SH para afrontar el dolor en las intervenciones médicas y el sufrimiento asociado, esta carencia quizá sea debida a la ausencia de instrumentos de evaluación adecuados para esas edades; sin embargo, sí existe evidencia en poblaciones adultas de que el afrontamiento con humor puede ser beneficioso en contextos estresantes relacionados con el dolor. Dentro de este ámbito y entendiendo el SH como estilo de afrontamiento y no como mera risa, se ha obtenido [13] que los niños con mayores puntuaciones en afrontamiento con humor son más propensos a usar estrategias directas y adaptativas para tratar con el dolor (estrategias de afrontamiento centradas en el problema, como la distracción), sin embargo, los niños con menores puntuaciones en afrontamiento con sentido del humor son más propensos a usar estilos desadaptativos centrados en la emoción para tratar el dolor (como la evitación).
Relación negativa entre sentido del humor y salud
A pesar de todos estos resultados y del diferente grado de entusiasmo con que los presentan los investigadores, una reciente revisión de la literatura concluye que solo existe limitada evidencia para el supuesto efecto facilitador del SH y la risa sobre la salud física [2]. Algunos de los estudios que encuentran esta relación positiva entre SH y salud presentan deficiencias metodológicas (muestras pequeñas, déficits en la definición del concepto y la operativización de variables), otros solo tienen en cuenta los elementos positivos del SH, cuando sabemos que el SH incluye aspectos positivos y negativos, lo que hace difícil establecer conclusiones firmes.
En algunas investigaciones incluso se ha llegado a constatar una correlación negativa entre SH y salud, de forma que las personas con mayores puntuaciones en SH eran las que también sufrían más enfermedades y tenían mayor mortalidad que aquellas que eran más serias [14] [15]. Estas personas de disposición alegre, optimista y divertida pueden tener una mayor tendencia a participar en actividades arriesgadas y a descuidar sus dolencias físicas, contribuyendo a una peor salud.
En cuanto a las aplicaciones del humor sin duda puede desempeñar un papel importante en el proceso terapéutico, pero por ahora, como hemos dicho, sólo están confirmados algunos efectos más bien localizados, a corto plazo y paliativos (tolerancia al dolor, reducción del estrés, afrontamiento y visión más positiva de la enfermedad. . . ). Es muy probable que se confirme también la relación entre SH y salud; las últimas investigaciones sugieren que los beneficios quizá dependan del signo (positivo o negativo) del SH, y/o de su interacción con otras variables de personalidad.
Fuentes y recursos
El estudio de la psicología Positiva ha supuesto un nuevo campo de investigación muy prometedor. Desde sus orígenes la psicología se ha preocupado por la “conducta anormal”, la psicopatología, las alteraciones del funcionamiento mental de las personas. Sin embargo, el estudio de la psicología positiva y de los repertorios positivos en personalidad, además de la información relevante que proporciona, supone el reconocimiento y la reivindicación de todo aquello inherente al ser humano que le ayuda a vivir bien.
Por otra parte el empuje con el que surge, en la actualidad, un nuevo ámbito de estudio, nada tiene que ver con lo que ha ocurrido con los tópicos más clásicos de la investigación. Las nuevas tecnologías, la facilidad para compartir informaciones, los nuevos procedimientos de experimentación, la tendencia a aglutinar a los investigadores en sociedades y a concentrar sus esfuerzos en revistas especializadas, o la celebración de eventos que les permiten compartir y difundir sus ideas, adquiere una dimensión excepcional para un nuevo campo de estudio.
En el caso del humor, algunas iniciativas relacionadas con la estructuración y consolidación de este ámbito, tienen gran solidez, son de carácter internacional y aglutinan a profesionales de disciplinas muy diferentes. Es el caso de la International Society for humor Studies (ISHS), con su revista Humor: Internacional Journal of humor Research y que celebra una conferencia anual, cada verano, desde 1. 976. Esta sociedad es de carácter multiprofesional y aglutina psicólogos, médicos, sociólogos, filósofos, filólogos, etc. En agosto de este año la conferencia anual se celebró en Dinamarca y, en agosto de 2008, se celebrará en España.
En nuestro país algunas iniciativas e instituciones están muy ligadas al estudio del humor y de las múltiples aplicaciones que pueda tener en la vida actual. Es el caso de la Universidad de Alcalá de Henares, y la Fundación Alcalá, que organiza cursos y seminarios para la divulgación de los estudios del humor. Además de la celebración de jornadas de humor gráfico, campañas de información y participación de centros escolares, han incorporado el estudio del humor en la formación que se imparte en la escuela Universitaria de Enfermería y parte de su actividad investigadora se centra en el campo de la salud.
Además de las iniciativas ligadas a la investigación, hay muchas otras que intentan llevar el humor a contextos en los que tradicionalmente no tenía cabida. El ambiente grave de los hospitales infantiles, donde la enfermedad es protagonista, cede el paso un día a la semana a la O. N. G. “Theodora”, con su red de voluntarios organizados, que conocen a los niños y les distraen durante un rato de su enfermedad, de los médicos y las medicinas. “Payasos sin fronteras”, otra O. N. G. , comprometida esta vez con la infancia atrapada en conflictos bélicos o en desastres naturales. Éstas son algunas de las iniciativas más serias y consolidadas cuya financiación, por ejemplo, no supone una merma de las partidas presupuestarias para sanidad y con una presencia en los hospitales infantiles que acaba siendo imprescindible.
Bibliografía
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