México enfrenta desde hace varios años una grave crisis de Derechos Humanos y violencia, que ha generado un significativo número de víctimas directas e indirectas que por su volumen y activismo, se han colocado en el centrode los discursos públicos y en particular en lo tocante a la responsabilidad del Estado y la reparación del año. Se resalta la importancia de considerar su situación psico-emocional y a las secuelas que estos hechos tienen en el proyecto de vida de los afectados. Es por esto que se abre la necesidad de generar estrategias psico-sociales para su atención y acompañamiento. El presente, muestra los avances que lleva el proceso de construcción de un “Modelo Mexicano de atención y Acompañamiento Psicosocial”. Se ha conformado un equipo interdisciplinario e interinstitucional formado por estudiantes de psicología, abogados y psicólogos para en una primera etapa, realizar las revisiones teóricas que permitan conformar un estado del arte y un marco teórico que sirva como guía para la conformación del modelo. Se presentan los principios de la “Mirada Psicosocial”, sobre el proceso de las víctimas, los efectos de la revictimización y la violencia institucional y los fundamentos del acompañamiento psicosocial.
PSICOLOGÍA Y EDUCACIÓN INTEGRAL A.C. Y EMMAPSI
AVANCES EN LA CONSTRUCCIÓN DE UN modelo MEXICANO DE ATENCIÓN Y
ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL
PROGRESS IN BUILDING A MEXICAN MODEL OF CARE AND PSYCHO-SOCIAL
ACCOMPANIMENT SUPPORT
José Manuel Bezanilla, Ma. Amparo Miranda, Juan López, Cesar Valdez, Marigena Viveros,
Rosalba Rivera Y Francisco Botello.
jjmbezanilla@gmail. com
Derechos Humanos, Acompañamiento Psicosocial, Modelos de atención.
Human Rights, Psychosocial Accompaniment, Models of Care.
RESUMEN
México enfrenta desde hace varios años una grave crisis de Derechos Humanos y violencia, que
ha generado un significativo número de víctimas directas e indirectas que por su volumen y
activismo, se han colocado en el centro de los discursos públicos y en particular en lo tocante a
la responsabilidad del Estado y la reparación del año. Se resalta la importancia de considerar su
situación psico-emocional y a las secuelas que estos hechos tienen en el proyecto de vida de los
afectados. Es por esto que se abre la necesidad de generar estrategias psico-sociales para su
atención y acompañamiento. El presente, muestra los avances que lleva el proceso de
construcción de un “Modelo Mexicano de atención y Acompañamiento Psicosocial”. Se ha
conformado un equipo interdisciplinario e interinstitucional formado por estudiantes de
psicología, abogados y psicólogos para en una primera etapa, realizar las revisiones teóricas que
permitan conformar un estado del arte y un marco teórico que sirva como guía para la
conformación del modelo. Se presentan los principios de la “Mirada Psicosocial”, sobre el proceso
de las víctimas, los efectos de la revictimización y la violencia institucional y los fundamentos
del acompañamiento psicosocial.
ABSTRACT
Mexico faces several years a serious human rights crisis and violence, which has generated a
significant number of direct victims and indirect than volume and activism, have been placed in
the center of public speeches and in particular with regard to State responsibility and reparation
of the year. The importance of considering their psycho-emotional and the consequences that
these events have in the project life of those affected situation is highlighted. That is why the
need to generate psycho-social care and support for strategies opens. This shows the progress
that takes the process of building a "Mexican Model of Care and Psychosocial Accompaniment".
Has formed an interdisciplinary and inter-institutional team of psychology students, lawyers and
psychologists in a first stage, make theoretical revisions help to produce a state of the art and a
theoretical framework that serves as a guide to shaping the Model. the principles of "Look
Psicosocial" about the process of the victims, the effects of victimization and institutional violence
and the foundations of psychosocial support are presented.
INTRODUCCIÓN
México desde hace varias décadas, enfrenta una severa crisis de violencia social, deficiencia
institucional y violaciones graves de derechos humanos (VGDH), misma que se recrudeció con
la “Guerra contra el Narco” declarada por el presidente Felipe Calderón en 20061; otras muestras
de estos hechos que han impactado de manera significativa la vida de los ciudadanos por
acciones u omisiones del Estado, se constatan con la detención masiva de personas en Tecate
Baja California en el 20092; con lo sucedido en el Casino Royale en Monterrey, Nuevo León3 y el
conflicto estudiantil que se dio en la autopista México-Acapulco ambos en 20114; en el que
murieron tres personas entre ellas dos estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de
“Ayotzinapa”; con “Narcobloqueos”5
, en los que delincuentes de diversas regiones, para
enfrentarse o escapar de las fuerzas del estado, han atentado contra la paz, integridad, e incluso
vida de los ciudadanos.
Lo anterior, ha generado que las fuerzas estatales endurezcan sus acciones, lo que
inevitablemente ha propiciado un incremento a las VGDH como la tortura6
, la ejecución extrajudicial7
, el desplazamiento forzado8 y la desaparición forzada e involuntaria, que consideramos
es la más grave de todas y la que tiene impactos más profundos en la vida de las comunidades,
1
https://es. wikipedia. org/wiki/Guerra_contra_el_narcotr%C3%A1fico_en_M%C3%A9xico,
https://es. wikipedia. org/wiki/Anexo:Cronolog%C3%ADa_de_la_guerra_contra_el_narcotr%C3%A1fico_en_M%C3%A9xico
2 http://www. proceso. com. mx/331020/denuncian-retencion-ilegal-de-cuatro-hermanos-en-penal-del-hongo
3 https://es. wikipedia. org/wiki/Atentado_de_Monterrey_de_2011
4 https://es. wikipedia. org/wiki/Conflicto_de_Ayotzinapa
5 http://www. excelsior. com. mx/2011/07/08/nacional/751366, http://www. proceso. com. mx/395228/persisten-enfrentamientos-ynarcobloqueos-en-tamaulipas-autoridades, http://www. proceso. com. mx/318040/vuelven-narcobloqueos-y-balaceras-a-jalisco,
http://www. proceso. com. mx/403014/el-narco-demuestra-su-poderio-derriba-un-helicoptero-39-bloqueos-7-muertos
6 http://www. proceso. com. mx/397805/generalizada-la-tortura-en-mexico, http://www. proceso. com. mx/370323/la-tortura-es-practicacotidiana-en-mexico-acusan-ong-ante-relator-de-la-onu
7 http://www. proceso. com. mx/421702/ejecucion-extrajudicial-y-fuerza-excesiva-en-matanza-de-apatzingan-cndh,
http://www. proceso. com. mx/412265/peritajes-de-la-pgr-confirman-ejecucion-extrajudicial-en-ecuandureo,
http://www. proceso. com. mx/393568/tlatlaya-caso-de-ejecucion-extrajudicial-y-homicidio-calificado-diputados
8 http://www. proceso. com. mx/440322/propone-la-cndh-crear-ley-general-desplazamiento-forzado,
http://www. cndh. org. mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/2016_IE_Desplazados. pdf
www. interpsiquis. com - febrero 2017. Psiquiatria. com
las familias y las personas; poniendo a prueba permanentemente a las instituciones mexicanas9;
al grado de haber llegado a la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de
“Ayotzinapa”10, sin contar la infinidad de casos que no han trascendido a los medios, o aquellos
que por miedo o desconfianza no han sido denunciados11 y mucho menos hecho públicos, que
conforman lo que se conoce como la “cifra negra”12
.
Estos acontecimientos han llevado a los ciudadanos a organizarse para protegerse, dejando de
lado y sustituyendo en la mayoría de los casos las responsabilidades del Estado; observándose
desde organizaciones vecinales13, grupos de guardias comunitarios14 y grupos de autodefensa
armada15
.
Esta inercia de organización ciudadana, ha llevado a un incremento en la movilización16 y
protesta social contra la inseguridad y las falencias de las acciones estatales17. Ha sido de tal
incidencia la movilización social, que el gobierno ha utilizado sus fuerzas de seguridad para
“controlar” dichas acciones18, sin muchos resultados; incluso algunas voces internacionales han
expresado su preocupación19, e incluso lo han declarado como estado fallido20
.
CONSECUENCIA DE LOS EVENTOS DE VIOLENCIA Y LAS VGDH
Los hechos de violencia social, y VGDH, atentan contra lo más profundo de la dignidad humana,
generando consecuencias casi siempre irreversibles, transmisibles generacionalmente y
sumamente difíciles de reparar; particularmente porque en un importante número de casos
derivan de acciones deliberadas de los representantes del estado contra los ciudadanos o por
francas deficiencia de aquel para garantizar la seguridad de estos21
.
9 http://www. proceso. com. mx/397143/la-desaparicion-forzada-en-mexico-crimen-sistematico-ong-alemana,
http://www. proceso. com. mx/395532/los-otros-desaparecidos-de-iguala, http://www. proceso. com. mx/426181/rinden-declaracion-40-
policias-de-tierra-blanca-por-desaparicion-de-cinco-jovenes
10 https://es. wikipedia. org/wiki/Desaparici%C3%B3n_forzada_de_Iguala_de_2014
11 http://www. proceso. com. mx/334360/escalofriante-la-cifra-de-27-mil-desaparecidos-en-mexico-amnistia-internacional
12 http://www. inegi. org. mx/saladeprensa/boletines/2015/especiales/especiales2015_09_7. pdf
13 http://www. latercera. com/noticia/nacional/2015/07/680-639061-9-vecinos-de-las-condes-se-organizan-y-contratan-guardias-privadospara-frenar. shtml, http://www. la-verdad. com. mx/organizan-vecinos-contra-inseguridad-60111. html,
http://www. economiaynegocios. cl/noticias/noticias. asp?id=228252.
14 http://upoeg. blogspot. mx/p/quienes-somos. html
15 http://www. proceso. com. mx/358955/autodefensas-colapso-del-estado-2
16 https://es. wikipedia. org/wiki/Movimiento_por_la_Paz_con_Justicia_y_Dignidad
17 http://noticias. terra. com. mx/mexico/a-10-anos-de-la-marcha-por-la-paz-secuestros-cuadruplicaron, e9b792126e3c6410VgnVCM4000009bcceb0aRCRD. html,
http://www. eluniversaldf. mx/coyoacan/nota25398. html
18 http://www. sdpnoticias. com/nacional/2014/11/21/cronica-miles-exigieron-justicia-por-ayotzinapa-algunosempanaron-la-marcha
http://www. proceso. com. mx/444604/enfrentamientos-en-nochixtlan-parecian-escenario-una-guerra-pais
19 http://www. ohchr. org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews. aspx?NewsID=16578&LangID=S,
http://www. oas. org/es/cidh/prensa/comunicados/2016/023. asp
20 http://www. proceso. com. mx/388727/mexico-da-la-sensacion-de-ser-un-estado-fallido-presidente-de-uruguay
21 https://www. opensocietyfoundations. org/reports/undeniable-atrocities-confronting-crimes-against-humanitymexico
Una de las principales secuelas a nivel psicosocial de las VGDH y la violencia, lo constituye el
terror (CEH, 1999), que se implanta en el núcleo organizador de las dinámicas y convivencia
sociales, permaneciendo largos periodos de tiempo, incluso tras la disminución de los actos de
violencia.
Se conforman duelos alterados, que generan manifestaciones clínicamente significativas e
incluso incapacitantes, como algunas de las manifestaciones de terror más perdurables;
especialmente por la violencia de los hechos, por el desconocimiento del paradero del/los
familiares desaparecidos, la marcada sensación de impotencia y miedo; además de la
desesperanza; acrecentada por las distintas formas de violencia institucional, criminalización e
impunidad revictimizantes, lo que constituye una traumatización social y moral.
Al infiltrarse la presencia de la muerte en los espacios sociales, se desarticulan los patrones de
relación y se da una ruptura de la interacción entre las personas, lo que normalmente utilizan
los perpetradores como un instrumento de control social, donde se implanta entre las personas
la desconfianza en los “otros” con los que se comparte el espacio. Esta desconfianza y
distanciamiento interpersonal, generan miedo y angustia colectiva, reduciendo las capacidades
sociales y circunscribiendo las interacciones solo al espacio familiar donde prevalece el miedo y
la sensación de inseguridad.
Distintos autores e instancias internacionales (Gómez-Córdova, 2006; CEH, 1999; Comisión de
la Verdad de Ecuador, 2010; CVJ, 2008 y Beristain, 2009 a y b); resaltan en los informes sobre
Violaciones a Derechos Humanos que una manera de medir la magnitud del impacto de estos
eventos, es con el número directo e indirecto de víctimas; así como con la duración temporal de
los hechos, aunque esté enfoque no da cuenta de las consecuencias psicosociales de estas, y
mucho menos del daño al interior del espíritu social.
Describen varias áreas que permiten fijar la atención sobre aspectos de la vida psicosocial de los
grupos y comunidades que se ven impactados después de acciones de violencia y VGDH, como
son: a) la fragmentación de los procesos organizativos y relaciones al interior del colectivo y la
comunidad; b) el desarrollo de la desconfianza e imposición de modelos y discursos de control
social; c) la perdida de referentes de identidad, culturales, políticos y sociales; d) la instauración
del miedo, genera una cultura del silencio que favorece el aislamiento y la impunidad al limitar
la capacidad de respuesta social ante los hechos de violencia y e) la perdida de la función
posibilitadora y reguladora del estado, convirtiéndose en agresor y victimario22
.
22 Para una exposición más amplia sobre las consecuencias psicosociales de las VGDH, consultar:
http://www. cuadernosdecrisis. com/docs/2014/numero13vol2_2014_violaciones_ddhh. pdf
Ante la ocurrencia de estos acontecimientos, los grupos familiares quedan atrapados como
víctimas invisibles, entre el drama colectivo y la tragedia individual; resultando aplastadas por
las fuerzas ideológicas y sociopolíticas desatadas (Guerrero et. al. , 2012).
Se ha visto, que el daño en los grupos familiares derivado de los actos de violencia social y las
VGDH es amplio y profundo, siendo una situación de perdida en todas las esferas y áreas de la
vida del grupo familiar y sus miembros. Las esferas que se ven afectadas según Gómez-Córdova
(2006) son: las formas de relación e interacción al interior del grupo; el nivel de tensión y
conflicto emocional entre los miembros; cambios en la dinámica de roles y funciones;
fragmentación de los vínculos y redes externas de apoyo social y afectivo23.
El lugar en que se expresan de manera primaria y directa los actos de VGDH y violencia social,
son el individuo, su cuerpo y su psique; por lo que estos actos adquieren una dimensión
preponderante dentro de las manifestaciones de sufrimiento humano y daño psicológico,
especialmente por la interrelación existente entre las situaciones de violencia social y los efectos
en la salud mental de las personas; consideramos que uno de los acontecimientos con mayor
poder “traumatogénico”, está conformado por la impunidad, especialmente por su carácter de
daño continuado, siendo un nuevo y potente agente “re-traumatizador”.
Dado lo amplio y profundo del daño de estos eventos en el sujeto, su familia y el contexto
comunitario, existen autores (Madariaga, 2002), con los que concordamos, que las
clasificaciones diagnósticas emanadas de la medicina psiquiátrica, no tienen la suficiente
potencia explicativa para abarcar la totalidad del trauma psíquico que estas generan, resaltando
que la crítica principal a este modelo neopositivista, estriba en los intentos por la
descontextualización del evento, despojándolo de todo su valor simbólico y de significado; es
por ello que como un ejercicio más amplio, comprensivo e integrativo, se propone un modelo
explicativo del trauma generado por VGDH y eventos de violencia sociopolítica, que considera a)
primero es el marco temporal pretraumático, las condiciones socio-histórico-culturales del
sujeto; en b) segundo el sujeto en sí mismo, su subjetividad histórica, su campo vincular, así
como la relación que estableció con el evento traumático; el c) tercer punto se enfoca en el
evento traumático mismo, considerando su cualidad, especificidad y su relación con la
temporalidad; para en d) cuarto lugar retomar las manifestaciones traumáticas especificas
presentadas por el sujeto, considerando su individualidad e identidad única24
.
23 Una perspectiva más amplia sobre el tema se presenta en:
http://www. cuadernosdecrisis. com/docs/2015/numero14vol1_2015_violaciones_graves_ddhh. pdf
24 Para mayor profundidad retomar:
http://www. cuadernosdecrisis. com/docs/2015/numero14vol2_2015_violaciones_graves_ddhh_3parte. pdf
EL proceso DE LAS VÍCTIMAS
En los tiempos actuales, el concepto de “víctima”, ocupa un lugar central dentro de los discursos
sociales y políticos, considerándola como una categoría tan relevante que ha puesto en jaque a
diversas instituciones y gobiernos del continente, especialmente por el desdén o la imposibilidad
para atender a las personas que se han encontrado en esta situación y especialmente por la
irreparabilidad del daño que han sufrido responsabilidad de los estados a los que pertenecen.
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE, 2014) en su 23o edición, menciona las
siguientes acepciones: 1) persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio; 2) persona que
se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra; 3) persona que padece daño por
culpa ajena o por causa fortuita y 4) persona que padece las consecuencias dañosas de un delito.
En todas las acepciones, el Diccionario refiere a la “Víctima” como a una persona, definiéndola
este mismo cómo: 1) como un individuo de la especie humana; 6) sujeto de derechos; entre
otras. Lo que para los fines del presente, nos permite comprender que una “víctima”, es un ser
humano que se ha visto transgredido en al menos uno de sus derechos inalienables.
En el contexto del derecho internacional humanitario, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los derechos Humanos (1985) refiere que víctimas son: “…las personas que, individual o
colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento
emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como
consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados
Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. ” además: “Podrá considerarse "víctima"
a una persona, con arreglo a la presente Declaración, independientemente de que se identifique,
aprehenda, enjuicie o condene al perpetrador e independientemente de la relación familiar entre
el perpetrador y la víctima. En la expresión "víctima" se incluye además, en su caso, a los
familiares o personas a cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las
personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir
la victimización”.
De ahí que con base en lo anterior, se considera que una “víctima”, es toda aquella persona
receptora de un acto delictivo o de violencia, sus familiares, amigos, equipos de emergencia y
todos aquellos que entren en contacto directo o indirecto con el hecho y su receptor; por lo que
la victimización, es un fenómeno complejo y de alto impacto en el contexto individual, familiar,
comunitario y social.
Este concepto dentro de su complejidad, contiene dentro de sí diversas acepciones y categorías
que es necesario delimitar para tener claridad dentro del análisis de este y especialmente para
no confundir los términos.
En primera instancia Tapia-Gómez (s/a) señala que “Victimar” se entiende como el acto violento
que por su naturaleza delictiva o violatoria producirá una o varias víctimas en una situación
concreta como por ejemplo un asalto, secuestro, detención arbitraria o tortura.
Por otro lado “victimizar” o “victimización”, se refiere a un cambio existencial derivado de un
quiebre o fractura del estilo y proyecto de vida de la o las personas que han sido receptoras de
violencia, deteriorando las relaciones de confianza, seguridad e integridad de estas, ubicándolas
en una postura de vulnerabilidad, generando alteraciones físicas y psicológicas (Marchiori, 2006).
Es por esto, y siguiendo a la autora, que se considera a una persona en situación de victimización
como aquella en un estado de “vulnerabilidad” propiciado por ser receptora de un acto violento
o violatorio de sus derechos humanos, lo que genera un proceso de ruptura en la integridad y
continuidad de su proyecto de vida, propiciando cambios existenciales a partir de la instauración
del miedo, desconfianza y sensación de inseguridad, individual, familiar y colectiva.
Por su parte Tapia-Gómez (ibídem. ) señala que la victimización se conforma como un proceso
social, que alude a la construcción de las relaciones de poder entre los individuos sociales y
colectivos y la forma del Estado. Señalando que la noción de víctima se relaciona directamente
con el sacrificio, entendiendo que los discursos hegemónicos que ostentan el poder, para
sostenerse y regular éticamente sus posiciones, requieren la existencia de individuos en situación
de victimización, lo que les da fuerza al pretender repararlas o reivindicarlas.
Es por esto que según el autor, la elección de las víctimas es casi siempre en los ámbitos de
mayor vulnerabilidad y exclusión, por lo que la lectura de este proceso valida y hace siempre
vigente el discurso de los derechos humanos, conformando patrones verticales de construcción
de relaciones individuo, grupo, sociedad.
Paniagua-Solórzano (2010), señala que el surgimiento de la categoría social de víctima es un
producto directo de la victimización, donde el “débil”, “…deja de ser dueño de lo ocurrido para
pasar a ser dueña simplemente del sufrimiento…”; de ahí que las víctimas reclaman
intrínsecamente una forma de justicia y reparación, que les proporcione un reconocimiento del
daño recibido y una forma de recuperar lo perdido.
Las víctimas se enfocan en obtener reparación-satisfacción sobre el castigo de los perpetradores,
ya que desde las lógicas del accionar del estado, este no les proporciona ningún beneficio y si
en cambio, genera mayores dolores y sufrimientos que incluso tienden a ser re-victimizantes al
enfrentarse a las violencias institucionales, además de no facilitar el restablecimiento y
articulación del tejido social, así como la recuperación en la medida de lo posible del estado de
“normalidad”.
Resulta relevante señalar que desde la perspectiva de la reparación de los efectos de la violencia
y las VGDH, se ha enfatizado en aspectos clínicos y/o psicopatológicos, que han dejado de lado
la reconstrucción de aspectos simbólicos del tejido y proceso psicosocial. Es decir que el enfoque
se ha dado en la despatologización de la víctima, en lugar de incidir de manera profunda y directa
en las condiciones estructurales y colectivas que favorecieron la victimización.
Lo anterior ha propiciado la construcción identitaria de “víctima”, conformándose a partir de
significantes que definen esta condición; entendiendo que una víctima a) ha sufrido una pérdida
o una disminución significativa de bienestar en su estilo y proyecto de vida, b) la perdida tiene
una causa identificable como un delincuente o un agente del estado y c) el contexto legal y moral
de la perdida, da derecho a las víctimas de la perdida a la preocupación moral, dejando a esta
en una situación de sufriente y en estado de debilidad o menoscabo.
En la actualidad a las personas en situación de “victimización” se les reconoce como sujetos
activos que cuentan con elementos de ajuste a partir de los recursos de afrontamiento y
valoración cognitiva de los hechos; teniendo la posibilidad individual y colectiva de valorar las
repercusiones y consecuencias de los hechos victimales, mientras que han desarrollado los
recursos para afrontar las situaciones victimizantes poniendo en juego diversas acciones y
prácticas para manejar las demandas del entorno con respecto a su condición de víctimas
sobrevivientes.
Otra consideración sobre la “víctima”, lo constituye el concepto de “victimidad” (Ídem. ), que a
diferencia de la concepción externa o sociopolítica, el autor la refiere directamente con la
percepción o concepción que tienen los colectivos y las personas sobre ser víctimas.
Retomando lo señalado por Martín Baro (1990 en Solórzano-Paniagua, 2010), donde menciona
la posibilidad de que los sujetos se consideren o sean víctimas, y que al pensarlas como “débiles”
es que se está cometiendo un doble error, ya que esta condición puede presentar dos
posibilidades, la de la auto-victimización y la de adquisición de nuevas formas de acción y
relación con los sistemas y discursos del poder.
Es por esto que la “victimidad” presenta una complejidad que puede ser paradójica, ya que en
la situación actual y a partir de las formas en que se da su construcción como una entidad biopsico-socio-histrico-cultural, predispone a los grupos y colectividades a percibirse o considerarse
como víctimas de una forma particular.
De ahí que la victimidad, no implique solamente poseer una explicación del mundo y sus
relaciones a partir del hecho victimizante y las relaciones que adquieren los discursos
intersubjetivos al cruzarse y compartirse. De ahí que se considere una construcción del efecto
de la acción del otro que tiene como consecuencia la reducción de la capacidad para asumir
responsabilidades sobre las propias acciones, lo que propicia o proporciona el derecho moral del
resentimiento.
De modo que, el que las personas se perciban o consideren como víctimas, siempre está atado
a un contexto histórico-social específico; por tanto esta condición es un proceso netamente
psicosocial; pudiendo ser utilizada sin ninguna prudencia arraigándose en aspectos sustanciales
de la vida de los sujetos implicadas.
La asunción de víctima, tiene una relación directa con las secuelas que circulan en la población,
o por procesos de exclusión o vulnerabilidad propiciados por los discursos en torno a las víctimas
y su condición.
REVICTIMIZACIÓN Y VIOLENCIA INSTITUCIONAL
La revictimización o victimización secundaria, es la que surge a partir de que la persona que ha
vivido una experiencia traumática, y al entrar en contacto con las autoridades o instituciones del
estado, es receptora de tratos injustos e incluso puede ser criminalizada por el mismo acto del
que fue receptora (Martorella, 2011).
Por su parte, refiere Laguna-Hernández (2007), que la victimización secundaria, se instaura
como una variable que consolida la cronificación de las secuelas psicológicas de la violación de
Derechos Humanos (VDH) o el acto violento, derivada directamente del choque entre las
expectativas de la víctima y la realidad institucional con que se encuentra, por lo que en general
se considera que produce efectos más dañinos que el evento victimizante primigenio.
Este factor cronificante y potencialmente dañino, se debe a la ambigüedad en que el sistema
instala a la víctima (en caso de personas que han experimentado violaciones a sus derechos
humanos, sería una segunda ambigüedad), ya que es aquel que debe cuidar, proteger y
restablecer, quien deja nuevamente al sujeto en situación de fragilidad, vulnerabilidad y
exclusión, experimentando muchas veces un primer o segundo estigma. Es posible considerar
como un indicador de las características revictimizantes de las instituciones de un estado, las
cifras negras, de impunidad y de percepción de seguridad y confianza.
La victimización secundaria, puede ser perpetrada por las personas (ya sean servidores públicos
o miembros de OSC’s) que brindan algún tipo de atención a los agraviados, o por las instituciones
encargadas de brindarla.
En el primero de los casos, la causa puede ser la falta de pericia o entrenamiento respecto al
trato y cuidado a personas que se han visto expuestas a un acto violento o violatorio de sus
derechos humanos, el desgaste emocional por deficientes dinámicas laborales o interpersonales,
la identificación psicopatológica por parte de la persona que atiende a las víctimas ya que ante
la interacción con esta, el individuo revive su propia situación traumática, siéndole impuesto
nuevamente su rol de víctima, llegando a sentirse culpable por haber vivido el evento
victimizante (Castañeda, 2010). Posteriormente, el sujeto puede incluso ser afectado por la
“victimización terciaria”, que es “…la estigmatización que la sociedad realiza luego sobre la
víctima…” (Martorella, 2011).
Así mismo, llega a haber una completa negación de los derechos humanos, debido a la falta de
tacto y respeto de aquellos implicados en el proceso jurídico y a su completo desdén de la
experiencia de la víctima (Oficina de Derechos Humanos y Justicia de Córdoba, 1987).
Encontrándose también el fenómeno de la revictimización en instituciones como las escuelas,
los hospitales, instituciones religiosas y medios de comunicación y de atención a víctimas.
Tomando la posición de autoridad, llegan completamente a desestimar el discurso de la víctima
en valor de otros medios de recabar información.
La revictimización originada por las instituciones, deriva de dinámicas y procesos administrativos
burocráticos, que por sí mismos transgreden la dignidad de la persona, ubicándola nuevamente
en un lugar de vulnerabilidad incluso más profundo y ominoso que el generado por las personas
y perpetradores, ya que en este caso, queda anulada cualquier expresión emocional o de
inconformidad individual. Estas dinámicas iatrogénicas, son conocidas como violencia
institucional.
La violencia institucional, es aquella que se encuentra cargada de una dimensión moral, al
caracterizarse por una objetivación y desconsideración hacia la persona, presentando
fundamentalmente un carácter simbólico y administrativo (Pereyra, 2015). Esta manifestación
de la violencia estructural25 se ubica en el lugar intermedio de las luchas simbólicas, en la
frontera entre lo tolerable y lo intolerable; lo que es causante de sufrimiento social, colectivo,
grupal, familiar e individual.
Ya en 1989, Rene Käes, identificó que las instituciones pueden ser causantes de sufrimiento, a
partir de la existencia de un choque entre la realidad psíquica institucional y el psiquismo de las
personas, al generar una externalización de lo interno, donde se sacrifica una fracción de la
unicidad consciente e inconsciente, para la conformación de una colectividad co-consciente y coinconsciente.
Para esto definió a la institución como el conjunto de formas y estructuras sociales instituidas
por la “Ley” y la costumbre, que regulan las relaciones interpersonales, pre-existe a los sujetos,
se impone e inscribe en la permanencia psíquica (Idem. ).
25 Más adelante en este mismo trabajo abordaremos la violencia estructural.
Las instituciones de asistencia y atención victimológica, mantienen el objetivo de la rehabilitación
o reivindicación de las personas, viéndose sometidas a una significativa carga de demanda
material y afectiva, viéndose obligadas a generar elementos dinámicos, estructurales y
simbólicos que contengan y canalicen estas, de ahí que en muchas ocasiones, desarrollen
mecanismos defensivos, que subordinen su función, a procesos burocráticos, de ahí que lo
instituido, suplante a lo instituyente y se conformen como instituciones violentas y causantes de
sufrimiento.
Esto es porque las instituciones de cuidado, convocan al deseo y poder de curación y reparación,
lo que las coloca ante la posibilidad de un ejercicio de poder sobre la vida y la muerte, la
rehabilitación o la exclusión, lo que se conforma como el nudo de conflicto primario entre el
deseo de curación y el prohibido de destrucción. Resultando a partir de la manera como se dirima
este conflicto, la forma que tomará la estructura y funcionamiento de la institución,
manifestándose en una manera de consciencia sobre la realidad psíquica y el trato a los usuarios
y beneficiarios.
Es derivado de lo anterior, que “[e]l rasgo más corriente del sufrimiento de origen institucional
es que es producido por un mal funcionamiento de la institución misma… su organización instaura
una distancia insuperable entre la tarea, la formación que exige y los medios disponibles para
realizarla…” (Idem. ). Esto debido a que el núcleo o mecanismo de la institución se encuentra
trastocado, y el sufrimiento generado es una manifestación de este mal funcionamiento.
Asimismo Kaës (2004), divide los procesos institucionales generadores de sufrimiento psíquico
en:
a) La inversión del objetivo institucional; cuando la institución se desvía de su meta y termina
promoviendo exactamente su opuesto. Por ejemplo, una institución que se dedique a la
atención y apoyo a víctimas que termine provocando revictimización y generando más
víctimas.
b) El incremento patológico de la institución; la institución refuerza o crea patología entre
pacientes, usuarios y trabajadores, en la medida en que hay una crisis en la relación
dinámica de los mismos. Por ejemplo, el trato durante la entrevista a víctimas, la falta de
sensibilidad y especialización teórico-práctica puede provocar el incremento de angustia y
malestar de la persona.
c) El mimetismo patológico; cuando la institución mantiene la misma problemática que
pretende tratar. Es decir, todas las instituciones afectadas por un “Estado” violento, cuyas
únicas soluciones giran en torno al maltrato del que son objeto sus miembros en el día a
día, actúan conforme a lo que su cotidianidad les ofrece; ¿qué provoca? Que permanezca
renovándose el ciclo revictimizante y de violencia.
La Parra y Tortosa (2003), entienden a la violencia estructural cómo una resultante de los
procesos de estructuración social originados desde el sistema como totalidad, bajando hasta las
mismas bases de población sin requerir ningún acto directo para ser efectiva sobre las
condiciones de vida y posibilidades de desarrollo de las personas. Conformándose como una
privación elemental de necesidades humanas, que se encuentra presente de manera continua y
sistemática mediante la organización y funcionamiento de las instituciones (Pérez-Mendoza,
2013), con una amplia capacidad para confundir a los individuos, debido a su complejidad
invisible (ibídem).
Esta manifestación profunda y casi siempre normalizada e invisibilizada forma de violencia tiene
las siguientes características:
Impide a las personas el ejercicio pleno de sus derechos humanos y la satisfacción de sus
necesidades básicas.
Es la que por su forma y propiedades, genera las condiciones para que se ejerza la violencia
directa e institucional.
Permite introducir los mecanismos de ejercicio del poder como causantes de exclusión y
deprivación de necesidades básicas, derivado de sus prácticas y políticas.
Es por estas características, que se considera que la violencia estructural, posee una significativa
carga valorativa, ya que la victimización, vulnerabilidad, exclusión y deprivación, son el resultado
de un conflicto entre dos o más partes, donde el uso de los recursos públicos, es resuelto
sistemáticamente de manera inequitativa a favor de la parte que ejerce el poder, como una
forma de imposición y sometimiento (Martínez-Roman, 1997).
Es a partir de las dinámicas de interacción cotidiana que colocan a un tipo específico de persona
en una posición de falta, debilidad y vulnerabilidad, que se manifiesta la violencia estructural;
es por ello que en el caso de víctimas de violencia social y VDH, las instituciones encargadas de
su atención inmediata, la investigación de los hechos y la reparación del daño, deben ser
sumamente cuidadosas, ya que esta se manifestará mediante diversas formas de violencia
institucional, al considerarse que se encuentra incrustada en el núcleo fundante del estado, por
lo que se potencializa de manera exponencial la suma de victimizaciones.
Es derivado de lo anterior, y en conjunción con el movimiento global de lucha por la reivindicación
de los derechos humanos, y la falta de credibilidad en las instituciones de los Estados, que a
partir de los años 80 ha tomado un auge relevante la conformación de equipos forenses
independientes, que fundamentalmente se han enfocado en la búsqueda e identificación
antropológica de personas que pudieron haber desaparecido, fallecido, sido torturados o
desplazados por acciones estatales.
México no es ajeno a esta tendencia, con la particularidad de que además de la actuación de
equipos forenses profesionales independientes, desde el 2015, se ha dado una organización y
capacitación de grupos de familias que por su cuenta están realizando labores de búsqueda,
recuperación, fijación y empaquetado de restos que han recuperado, entregándolos a las
autoridades26, que dicho sea de paso no ven con buenos ojos estas acciones.
Una de las problemáticas principales que enfrentan las familias, es la “tremenda” soldad en que
se encuentran, ya que al estar ante una profunda deficiencia de funcionamiento institucional
como hemos mencionado líneas previas, no encuentran apoyo en estas y más bien intentos de
obstaculización de sus acciones; además de que a pesar de que algunas universidades y
profesionales les han brindado capacitación, también se enfrentan con el rechazo por parte de
los especialistas en ciencias forenses, quienes como un mecanismo de defensa de su espacio de
“poder”, tecnifican su discurso, lo que en no pocas ocasiones dificulta la comunicación; además
de que muchas de las universidades se encuentran ajenas a las necesidades de estas
manteniendo un discurso políticamente correcto sin acercarles el “saber” científico que pudieran
requerir para enfrentar esta siniestra situación.
Por otro lado, al reunirse las personas en grupos en un intento organizativo para luchar por la
verdad, justicia y reivindicación, también llevan las secuelas que les han generado estos actos
violatorios; además de las profundas emociones y estados psíquicos que generan las acciones
de lucha y justicia tanto en lo colectivo como en lo individual, sin que en la mayoría de los casos,
cuenten con los conocimientos para generar espacios de descarga catártica y procesamiento
intelectual de las experiencias.
Es por ello que desde las ciencias sociales y especialmente la psicología, hemos detectado la
necesidad que tienen las familias de un interlocutor que tenga la formación científica y el trabajo
personal que le permita el establecimiento de puentes entre el lenguaje emocional y los discursos
profesionales e institucionales; además de facilitar la creación de espacios para la descarga, el
fortalecimiento emocional y procesamiento psíquico racional de las experiencias en un contexto
bio-psico-socio-histórico-cultural.
UN ACERCAMIENTO A LA MIRADA PSICOSOCIAL
El contacto cercano con estos graves acontecimientos, la atención y acompañamiento a los
afectados directos y sus familias, nos han llevado a fortalecer un camino que habíamos
comenzado algunos años atrás, en el que habíamos iniciado un proceso de resignificación de
nuestra posición ontológico-epistemológica, como sujetos y profesionales de la psicología; dondesi bien en el nivel metodológico valoramos las perspectivas explicativas y comprensivo
interpretativas por las posibilidades que cada una otorga para la generación de conocimiento y
acercamiento a la realidad socio-histórica, comprendemos que la condición humana es amplia y
compleja; por lo que requiere una aproximación similar. Es por ello que en esta búsqueda de
recursos teóricos y conceptuales, que nos encontramos con la “Mirada Psicosocial”, para ir
construyendo una psicología de los Derechos Humanos (PsiDH).
Entendemos a la “Mirada Psicosocial”, como una toma de posición ética y existencial, de
compromiso hacia la acción y el encuentro para la transformación social, con las víctimas,
familias y comunidades que han enfrentado la violencia sociopolítica y violaciones graves de
derechos humanos.
Esta posición, nos lleva a acercarnos a la realidad, entendiéndola como un producto complejo
de elementos socio-político-histórico-culturales, para ubicarla como contexto y escenario en el
que suceden los acontecimientos humanos.
Siguiendo a Ibáñez (1987), el acercamiento es dialógico y dialéctico, donde cada uno de los
elementos y los actores representan un rol que construye y transforma el contexto, en una
dinámica de interdependencia multidireccional cargada de significados simbólicos colocados en
el centro del sentido y dinámica social.
Para poder tener este acercamiento con la amplitud requerida y alcanzar la complejidad de la
realidad psicosocial, es necesario enfocarse en la comprensión, desarrollo y dinamización de los
procesos sobre los productos, ya que al ser el hombre y la realidad social instancias en continuo
devenir, se encuentran en permanente transformación, por lo que sus productos cobran
significado solo en el contexto y tiempo histórico en el que se generan. De ahí que las acciones
desde la perspectiva psicosocial, se enfocan en detonar procesos creativos de toma de
consciencia, emancipación y adaptación continua.
Lo fundamental para la realización de la mirada psicosocial, se encuentra en la posibilidad del
encuentro básico existencial y relacional YO-TU (Buber, 1967 y 1998), en el que se detonará un
cúmulo de elaboraciones de significado co-construidas; lo que generará imágenes significantes
que se conformarán como referentes de identidad colectiva y retroalimentarán de manera
sustantiva los encuentros vinculares.
Santiago-Vera (2007), refiere que la mirada psicosocial, se conforma como una respuesta ante
las nuevas situaciones de horror y deterioro de la realidad Latinoamericana, donde los sujetos
nos enfrentamos a un contexto de ruptura cargado de violencia estructural y violaciones
reiteradas a la integridad comunitaria, familiar e individual, lo que ha colocado a millones de
personas en una situación de exclusión y vulnerabilidad victimizantes.
Refiere la autora, siguiendo el pensamiento de Martín Baro, que los actuales saberes psicológicos
de bata, laboratorio y consultorio, devienen y son hijos del paradigma hegemónico capitalista y
neoliberal, el que desde sus fundamentos pretende el dominio del discurso y el control de la
población.
Es por ello, que el acercamiento desde la mirada psicosocial, constituye una re-significación de
los saberes, haceres y discursos, rescatando las aportaciones e identificando las limitaciones.
Partimos desde una apertura comprensiva dialógica y dialéctica, donde se pone el saber al
servicio de la construcción de una sociedad y en la que el bienestar de las minorías, no se
sostenga sobre el malestar de los más, donde la realización de unos, no requiera el descarte
(Papa Francisco, 2015) y la negación de otros; donde el interés de pocos no exija la
deshumanización y alienación todos (Martín-Baro, 1998).
La acción psicosocial, se conforma desde de la “Praxis”
27 reflexiva en la que desde la crítica del
contexto y de nuestro actuar sobre este, se vaya de-construyendo y re-construyendo nuestra
mirada; partimos de la escucha en el encuentro, estableciendo puentes de diálogo entre las
construcciones teóricas y la cotidianeidad de las personas, tratando de aportar continuamente
elementos que les permitan transformarse-transformando su realidad.
REFLEXIONANDO
Estas ideas provienen de un año de trabajo en el que como equipo nos hemos fijado la meta de
construir los principios ontológico-ético-epistemológicos de lo que es nuestra posición, para
acercarnos al trabajo psicosocial con personas que se han enfrentado a VGDH y actos de
violencia social.
Estos renglones constituyen una primera plataforma filosófica para cimentar sobre esta las bases
del modelo Mexicano de atención y Acompañamiento Psicosocial (MMAAPSI), donde en los
subsecuentes presentaremos los principios para el primer acercamiento y la implementación de
los Primeros Auxilios Psicológicos en este contexto, la intervención en crisis, la administración
de las medidas de ayuda y las primeras acciones de acompañamiento, la construcción de un
dispositivo de atención y acompañamiento de mediano y largo plazo, así como la conformación
de una Red Mexicana de atención y Acompañamiento Psicosocial (RMAAPSI), con el objeto de
tropicalizar los principios propuestos y contar con la disponibilidad de atención de manera más
inmediata y coordinada.
27 Consideramos la “Praxis” desde la mirada de Paulo Freire, para una explicación más amplia se puede consultar:
http://bibliotecavirtual. clacso. org. ar/ar/libros/campus/freire/09Masi. pdf
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