PUBLICIDAD-

La técnica de observación de bebés en la construcción de la personalidad.

Autor/autores: Juan Carlos Belda Oriola
Fecha Publicación: 01/01/2004
Área temática: Infantiles y de la adolescencia, Trastornos infantiles y de la adolescencia .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Describe la Técnica de Observación de Bebés de Esther Bick y desarrolla las aportaciones de esta técnica en la comprensión del desarrollo emocional y social. Tanto en la vertiente formativa de los profesionales relacionados con el desarrollo infantil (Pediatras, educadores, psicólogos, personal de enfermería, ?), como en la vertiente terapéutica.

Ya sea en el sentido de ayudar al desarrollo emocional y social sano del niño, como en la intervención terapéutica propiamente dicha. Para la descripción de las variables que afectan al desarrollo de la personalidad se han utilizado las aportaciones de: a) Dr. Thomas Verny, sobre las capacidades del feto y la influencia de los sentimientos crónicos de la madre, b) de la Dra. Alexandra Piontelli sobre el resultado de sus observaciones fetales y postnatales, y c) de los distintos autores de la teoría del apego (Ainsworth, Bowlby, Isabella, entre otros).

Palabras clave: Desarrollo emocional y social, Formación, Personalidad, Técnica observación de Bebés, Terapéutica


VOLVER AL INDICE

Url corta de esta página: http://psiqu.com/1-2597

Contenido completo: Texto generado a partir de PDf original o archivos en html procedentes de compilaciones, puede contener errores de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.

La técnica de observación de bebés en la construcción de la personalidad.

Juan Carlos Belda Oriola.

Psicólogo Clínico. Consellería de Sanidad. Generalitat Valenciana

 

Resumen

Describe la Técnica de Observación de Bebés de Esther Bick y desarrolla las aportaciones de esta técnica en la comprensión del desarrollo emocional y social. Tanto en la vertiente formativa de los profesionales relacionados con el desarrollo infantil (Pediatras, educadores, psicólogos, personal de enfermería, …), como en la vertiente terapéutica. Ya sea en el sentido de ayudar al desarrollo emocional y social sano del niño, como en la intervención terapéutica propiamente dicha. Para la descripción de las variables que afectan al desarrollo de la personalidad se han utilizado las aportaciones de: a) Dr. Thomas Verny, sobre las capacidades del feto y la influencia de los sentimientos crónicos de la madre, b) de la Dra. Alexandra Piontelli sobre el resultado de sus observaciones fetales y postnatales, y c) de los distintos autores de la teoría del apego (Ainsworth, Bowlby, Isabella, entre otros).



La técnica de observación

La técnica de Observación de Bebés esta documentada por primera vez en 1. 948, incluida en un curso de aprendizaje para Psicoterapeutas de Niños. Su creadora es la psicoanalista Esther Bick, que había sido discípula de Melanie Klein, y que trabajo en la clínica tavistock de Londres. Después, en 1. 960 fue integrada en el plan de estudios del Instituto de psicoanálisis de Londres.

El primer escrito lo realiza Esther Bick en 1. 963, que se titula: “Notas sobre la Observación de Lactantes en la enseñanza de Psicoanálisis”. La introducción en España data de 1. 970 y la realiza en Cataluña: Nuria Abelló. A través de seminarios de formación de psicoterapeutas. En los que además se desarrollan y descubren aspectos teóricos, sobre la relación padres-hijo. Posteriormente desarrollarán la técnica otros terapeutas y autores como: Manual Pérez, Carmen Amoros, y el equipo terapéutico del Centro Especial de Autistas “Carrilet”.

 

La observación de bebés se realiza de una manera práctica, de forma “naturalista” lo que tiene mucho en común con la metodología observacional que se utiliza en la etología y la antropología. Como ocurre con la investigación etológica, en la que el comportamiento observado es fundamentalmente no verbal; el observador ha de suponer que un amplio repertorio de los patrones de comportamiento le son propios a todo ser humano y que el bebé se expresa mediante el comportamiento no-verbal. Las inferencias sobre el comportamiento observado han de ser confirmadas con posterioridad, mediante las siguientes observaciones programadas.

Esta técnica, en principio consiste en la observación de un bebé a lo largo de los primeros años de vida. Tiene una finalidad estrictamente formativa y pretende ayudar al estudiante a comprender las relaciones que se establecen entre el bebé y sus padres. Después de treinta años de experiencia con la utilización de esta técnica, a parte de la aplicación formativa Nuria Abelló desarrolló la utilización clínica de la misma, a la que denominó: Observación Psicoterapéutica. Cuya utilización está indicada en el marco de la psicología Clínica y de la psiquiatría Infantil.

Consiste en un estudio objetivo ante una situación real y cotidiana. Que evita todo tipo de especulación ya sea teórica o subjetiva que no se base en el material escrito. La finalidad de la observación y de su trascripción es la de recoger e informar sobre la experiencia vivida. Su ejecución consiste en “mirar” las relaciones que se establecen entre un bebé y su madre (cuidador principal) o personas que están en su ambiente, sin utilizar ningún tipo de ayuda técnica (Audio, video, etc. ).

La técnica consta de cuatro momentos claramente delimitados: 1º. - El establecimiento del setting. 2º. - La observación propiamente dicha. 3º. - El registro escrito. 4º. - La supervisión. Y ha de aplicarse de acuerdo con unas normas perfectamente descritas.

. Para el establecimiento del setting (encuadre): se concierta una visita en el ambiente habitual del bebé, que es casi siempre su domicilio, a la hora que el niño suele estar despierto, activo y en presencia de la madre o persona que sustituye a la madre, y otras personas allegadas que coinciden en ese momento. La duración suele ser de una hora. Una vez establecido el “setting”, se realiza la observación. Destacar un concepto, desarrollado por Nuria Abelló, considerado como el eje de la técnica: la “neutralidad benevolente”. Que consiste en una mezcla entre la empatía y la transferencia positiva; de alguna forma el observador debe transmitir una especie de “aceptación incondicional” de la situación observada. Hay que demostrar interés y respeto, pero evitando cualquier tipo de intervención que puede alterar los ritmos propios de las interrelaciones.


Es importante que el profesional que proponga la experiencia de observación a la familia les explique en que va a consistir la situación. De forma que cuando acuda el observador se sepa cual es su papel como observador y no como consejero. En el caso de que se trate de una observación terapéutica, la devolución ya la dará el profesional indicado en el momento establecido.

 

La actitud del observador ha de ser diferente de la de los padres y demás familiares o amigos. No puede dar consejos ni pautas a seguir. No debe ni alabar ni criticar al bebé ni a las personas que se relacionan con él. El observador escucha y mira, sin intervenir, dejando que las cosas se desarrollen de forma natural y que las relaciones madre-bebé y entorno se manifiesten. El observador ha de estar muy atento a los movimientos, los sonidos, los gestos, las miradas, las expresiones, etc. que aparecen en las interacciones de la madre con su bebé y de la madre con su entorno. El observador valora la experiencia que observa y su actitud irradia interés y empatía hacia los padres que le permiten compartir esta experiencia intima e intensa, que promueve un amplio espectro de emociones nuevas y desconocidas para todos. Terminada la observación se agradece a los padres la oportunidad de haber podido realizar la observación. Dependiendo de la disponibilidad de tiempo del observador y el objetivo de la observación (formativa o terapéutica) del caso, se conciertan visitas semanales o quincenales.

Una vez fuera del domicilio el observador debe escribir inmediatamente la vivencia emocional, debe redactarla de forma secuencial tal y como ocurriera cronológicamente. Sin olvidar ningún detalle relevante. Este escrito constituye el material que se analizará en el seminario con la supervisión de un experto.

Debido a estas observaciones, al hecho de describir detalladamente la conducta del bebé, de cómo reacciona (vivamente o no) a la presencia de otros miembros de la familia, podemos ir conociendo y comprendiendo la evolución psicoafectiva del niño.
Para el observador supone un esfuerzo mental, debido a qué puede ver lo que esta pasando y no debe reaccionar, y debe controlar la fuerte tendencia e inercia de los profesionales a dar pautas y soluciones a lo que se nos plantea.

La realización de la Técnica representa una experiencia personal intransferible. Es necesario realizarla ajustándose a las especificaciones propias del rol. Será después en el seminario, en el análisis del material donde descubrimos la individualidad del niño, su proceso madurativo, su sincronía o no con la madre, Y, además, señala la gratitud que demuestra la madre al ser escuchada, sin ser juzgada. El saberse acompañada por profesionales, le permite desplegar todas sus fuerzas y recursos personales, solventar sus dudas y establecer relaciones sensibles para con su bebé.


La construcción de la personalidad

Más allá de pretender redundar en la disputa sobre la posible prevalencia de la influencia de la herencia o del medio en el desarrollo del individuo, lo que se pretende es objetivar la importancia de la interacción entre lo biológico y lo ambiental desde el momento mismo de la fecundación, partiendo del bagaje de los padres y del contexto en el que se encuentran.

El Dr. Thomas Verny a partir de sus estudios sobre el desarrollo emocional en la vida intrauterina nos señala que: el niño no nacido es un ser consciente, que siente y recuerda. Y que en los nueve meses que van desde la concepción al nacimiento se moldea y se forma la personalidad, los impulsos y las ambiciones de manera significativa.

Representa un avance cualitativo respecto a las creencias anteriores debidas a S. Freud, según las cuales la personalidad no empezaba a formarse hasta el segundo o tercer año de vida. Porque según sus estudios se observa que la madre desempeña un papel en la formación y guía de la personalidad de su hijo en gestación. Y son precisamente sus pensamientos y sus sentimientos los que tienen la posibilidad de modelar la personalidad de su hijo.

Nos dice: “No afirmo que todo lo que le ocurre a ella en esos meses críticos modela de manera irrevocable el futuro de su bebé. Hay muchos factores en juego en la formación de una nueva vida. Los pensamientos y sentimientos maternos sólo son un elemento de esa combinación; pero lo que los singulariza es que, a diferencia de unas características dadas, como la herencia genética, son controlables. Una mujer puede convertirlos en una fuerza tan positiva como desee. Sin lugar a dudas, esto no significa que la felicidad futura de un niño depende de la capacidad de su madre para tener unos pensamientos optimistas las veinticuatro horas del día. Dudas, ambivalencias y ansiedades ocasionales son un aspecto normal del embarazo y, como veremos más adelante, pueden contribuir realmente al desarrollo del niño intrauterino. Lo que significa es que una embarazada o una futura madre disponen ahora de otro modo de influir activamente y para bien en el desarrollo emocional de su bebé”.

Si la influencia, en el periodo de gestación, de la dieta y la ingestión de drogas es un hecho constatado clínicamente. Y si a ello unimos, los descubrimientos de la medicina psicosomática, la influencia de las emociones en la enfermedad y la salud, es fácil llegar a la conclusión que los pensamientos y los sentimientos de la madre pueden tener un “efecto potencialmente benéfico” sobre su hijo en gestación.

Una de las consecuencias de este estudio se refiere al momento del nacimiento, ya que si nos encontramos ante un niño “mucho más consciente, receptivo y cariñoso de lo que nadie había imaginado, en el útero y durante el nacimiento merece- en realidad, requiere- un tipo de asistencia más sensible, nutritiva y humana de la que recibe en la actualidad”. Citando al obstreta francés Frederic LeBoyer señala que hay que proporcionar, en el momento de parto, un entorno cálido, tranquilizador y humano, ya que el niño es muy consciente de cómo nace. “Percibe la ternura, delicadeza y un trato cuidadoso, y responde a ellos del mismo modo que siente y responde de una manera totalmente distinta a las potentes luces, las señales eléctricas y la atmósfera fría e impersonal que tan a menudo se asocian al nacimiento en la sala de partos de un hospital”.

Todo le conduce a revelar que el feto es consciente, aunque- señale- su conciencia no sea tan profunda o compleja como la del adulto. De forma que “el niño intrauterino es sensible a matices emocionales excepcionalmente sutiles. Puede sentir y reaccionar no sólo ante emociones amplias e indiferenciadas, como el amor y el odio, sino también ante complejos estados afectivos más matizados, como la ambivalencia y la ambigüedad”.

En relación a la construcción de la personalidad, el hecho de que a partir del sexto mes el feto pueda recordar, oír e incluso aprender, posibilita que ciertas características y rasgos de personalidad se conformen en el útero. Bien sean los gustos o las aversiones, los miedos o las fobias puedan ser fruto del aprendizaje condicionado. Se abre una vía para la prevención de las enfermedades mentales, desde los conocimientos adquiridos sobre el desarrollo de la mente y las emociones del niño intrauterino. Lo que denomina psicología prenatal constituye la base para evitar toda una serie de repercusiones de lo ocurrido en el periodo fetal sobre la vida adulta. , repercusiones como los trastornos mentales y emocionales. Señala la importancia y las limitaciones cuando dice: “No estoy diciendo que tengamos una panacea universal que mágicamente desterrará nuestros males. Tampoco sugiero que todo trastorno emocional trivial que nos afecta se remonte al útero. La vida no es estática (…). Es importante recalcar que los acontecimientos nos afectan de manera muy distinta en las primeras etapas de la vida. Un adulto y, en menor medida, un niño han tenido tiempo de desarrollar defensas y respuestas. Un niño intrauterino no puede hacerlo. Lo que le afecta lo hace de manera directa. Las emociones maternas se graban tan profundamente en su psique y su fuerza sigue siendo tan poderosa más tarde en la vida. Las principales características de la personalidad rara vez cambian. Si el optimismo queda grabado en la mente del niño intrauterino, más adelante serán necesarias muchas adversidades para borrarlo”.

El objetivo de estos estudios pretende desarrollar la capacidad de identificar y prevenir el origen de graves problemas de personalidad. Para ello afirma que “el hecho de que más embarazadas empezarán a comunicarse con sus hijos representaría un comienzo extraordinario”. Señala que “es necesario hablarle y pensar en él, de lo contrario, su espíritu y a menudo también su cuerpo comienzan a debilitarse (…). En líneas generales, la personalidad del niño intrauterino que una mujer lleva en sus entrañas es una función de la calidad de la comunicación madre-hijo y también de su especificidad”.

Deduce que si “el vínculo después del nacimiento es enormemente provechoso para la madre y el hijo, es lógico pensar que el vínculo antes del nacimiento sería igualmente importante”. Y que la mente del niño evolucione “depende, en gran medida, de que sus pensamientos y emociones sean positivos y reforzadores o negativos y cargados de ambivalencia” Insiste en señalar que las dudas y las incertidumbres ocasionales no dañan al niño. Ya que tales sentimientos son naturales e inofensivos. “Se refiere a un patrón de conducta bien definido y constante. Sólo este tipo de emoción intensa y constante puede crear los tipos de aprendizaje condicionado y que afectarán negativamente a un niño” Así “un nacimiento físicamente difícil con sus tensiones emocionales concomitantes no modifica las cosa. Lo importante es lo que la madre quiere, siente y comunica al bebé”
Es tan importante lo que comunica la madre al bebé, mientras piensa en él. Son estos pensamientos los que definen y modelan la vida emocional del niño. “Lo que se forma son tendencias más amplias y más profundamente arraigadas, como el sentimiento de seguridad o de autoestima. A partir de estas tendencias, más adelante, en la infancia, se desarrollan rasgos específicos del carácter”.


Otro aspecto significativo lo representa el redescubrimiento del papel del padre en el proceso de gestación. Si había sido olvidado, el Dr. Thomas, lo redescubre al señalar la importancia de que “un hombre cariñoso y sensible proporciona a la mujer un sistema constante de apoyo emocional”, en concreto “la seguridad y el nutrimento emocional para la mujer y su hijo no nacido”. Ampliando el marco de la relación madre-bebé señala “todo lo que le afecta incide en él. No hay nada que le afecte más profundamente ni que alcance con un impacto tan hiriente como las preocupaciones con respecto a su marido (compañero)”. Se ha descubierto que el papel del futuro padre es absolutamente indispensable su apoyo hacia la madre y para el bienestar del hijo. –De aquí que es importante el momento en que el padre establece la relación con su hijo y la repercusión en la relación con la madre.

Resultado de sus investigaciones enumera los siguientes descubrimientos:


1. El feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender in útero. Lo más importante es que puede sentir, no con la complejidad de un adulto, si bien, de todos modos, siente.

2. Consecuencia de este descubrimiento es el hecho de que lo que un niño siente y percibe comienza a modelar sus actitudes y las expectativas que tiene con respecto a sí mismo. Si finalmente se ve a sí mismo y, por ende, actúa como una persona feliz o triste, agresiva o dócil, segura o cargada de ansiedad, depende parcialmente de los mensajes que recibe acerca de sí mismo mientras esta in útero.

3. La principal fuente de dichos mensajes formadores es la madre del niño. Esto no significa que toda preocupación, duda o ansiedad fugaces que una mujer experimenta repercutan sobre su hijo. Lo importante son los patrones de sentimiento profundos y constantes. La ansiedad crónica o una intensa ambivalencia con respecto a la maternidad pueden dejar una profunda marca en la personalidad de un niño no nacido. Por otra parte, emociones intensificadoras de la vida, como la alegría, el regocijo y la expectación, pueden contribuir significativamente al desarrollo emocional de un niño sano.

4. Las nuevas investigaciones también comienzan a dedicarse mucho más a los sentimientos del padre. Hasta hace poco, no se tenían en cuenta sus emociones. Nuestros últimos estudios indican que esta posición es peligrosamente errónea. Demuestran que lo que un hombre siente hacia su esposa y el niño no nacido es uno de los factores más importantes para determinar el éxito de un embarazo.


La Dra. Alexandra Piontelli realizo un estudio sobre la vida prenatal y su impacto en el desarrollo futuro del niño. Cuando decidió empezar el estudio sobre la vida fetal ya sabía que lo que observaría serían las manifestaciones motoras y somáticas. Pensó que la observación de cómo el feto va desarrollándose y convirtiéndose en bebé y luego en niño, le daría la base para desarrollar hipótesis acerca de la importancia de la vida en su estadio fetal. Con la observación de fetos mediante la exploración ecográfica, una vez al mes, durante cinco o seis meses. Empezando sobre la semana dieciséis de gestación hasta antes del nacimiento. Después del parto, observó a estos bebés utilizando la Técnica de Observación de Bebés de Esther Bick. Estas observaciones a domicilio tenían una periodicidad semanal hasta que el bebé cumplía el año.

Después se realizó una observación mensual hasta que cumplía los dos años. Y luego se realizaban dos o tres observaciones al año, hasta que los bebés cumplían cuatro años. Quería extender la Técnica de observación de bebés al periodo de vida antes del nacimiento y así poder observar a los fetos y a sus madres antes y después del nacimiento. De esta forma unir un campo nuevo de observación (el feto), con un campo familiar de observación (bebé y niño) y el pensamiento psicoanalítico.

Utilizo las técnicas ecográficas, por ser inocuas y no invasivas. Y a pesar de las limitaciones, era posible ver y observar al feto, sin molestarlo en su ambiente natural. Ya sabía, por la formación científica, reconocer los hitos más importantes del desarrollo somático fetal y los puntos de vista esenciales en su fisiología y su patología, pero lo que le sorprendió era “la riqueza y complejidad de los movimientos que uno podía observar a partir ya de las primeras etapas. Los bebés podían chupar, estirarse, rascarse, bostezar, frotarse sus manos y sus pies, mucho antes de que las madres pudieran percibir alguno de estos movimientos”. También le sorprendió, particularmente en las primeras etapas, la libertad de movimientos de cada feto en el líquido amniótico.

Considero que con el importante impacto de la gravedad, en el nacimiento, esa libertad se perdía, al menos durante un cierto periodo de tiempo y, en ese punto el bebé podía parecer una criatura mucho más impotente que el feto. Se fue dando cuenta que su visión estereotipada de los fetos cambiaba en el sentido de “una mayor diferenciación y personalización”. Se sorprendió por la individualidad de movimientos de cada feto y por sus posturas y reacciones preferidas. “Ya no podía mirarlos como no-personas pues cada uno de ellos parecía ser ya un individuo con su propia personalidad, preferencias y reacciones. Cada feto parecía relacionarse de manera diferente con su ambiente y las diversas partes que lo constituían”. Recuerda como en todas las observaciones, que hacía coincidiendo con las revisiones obstréticas, se intercalaban comentarios como los siguientes: “éste es de naturaleza nerviosa, ésta tiene buen carácter, éste usa la placenta como almohada o, mira que mal trata el cordón” Y que estas tendencias no eran fruto de una observación aislada, sino que cuando estos comportamientos se repetían observación tras observación, había que ir convenciéndose que estos comportamientos tienen una consistencia y un significado que había de ser comprendido.

Decidió establecer las sesiones en cinco o seis observaciones coincidiendo con las visitas mensuales de las madres a la clínica, momento en que la ecografía era llevada a cabo, de manera rutinaria para comprobar el crecimiento y desarrollo del feto. La duración de una hora por sesión, coincidía con el tiempo dedicado en la Técnica de Observación de Bebés y le pareció que cumplía los requisitos de máxima seguridad para el feto y, a la vez, no causaba demasiadas molestias a la madre. En su opinión “ninguna de la madres observadas sufrió algún afecto o influencia de signo negativo debido a la observación de su niño en la pantalla. Las reacciones variaban desde el interés y el entusiasmo a la tranquilización y, en pocos casos, mostraron indiferencia o desconcierto, todo ello dependiendo de la personalidad básica de la madre”.

A las madres que participaron en el estudio, se les explico lo que esto suponía y todas estuvieron dispuestas a colaborar. Como el objetivo era observar al feto en su medio natural, sin molestarlo, durante las observaciones (ecografías) no se administro ningún tipo de estimulo, por parte de los obstetras. Con el permiso de los padres se registraban en video las exploraciones y en audio los comentarios que se producían durante la exploración. Estas técnicas (Grabaciones en audio o video) que no se consideran apropiadas para observación de los bebés en sus domicilios, parecía que eran menos intrusivas en las observaciones ecográficas ya de por sí muy tecnificadas. Grabaciones que eran muy rápidamente olvidadas en el calor de la observación. Posteriormente se pudo constatar que otras madres que no participaron en el estudio decían que les hubiera gustado participar, porque les parecía interesante y además tranquilizador haber sido seguidas (acompañadas) tan de cerca durante el embarazo. Para las madres que participaron en el estudio, las observaciones eran vividas como “cuidados y atenciones que se daban a unas cuantas madres privilegiadas”.

Su plan original consistía en asistir también al parto de los casos observados. Ya que el parto es considerado como un suceso muy importante y también, a menudo, traumático, para el niño. Así como un momento crucial para la vida mental y emocional del bebe. Aunque por razones logísticas sólo pudo acudir al nacimiento de uno de los casos observado.

En las visitas de observación domiciliaria, la Dra. indicaba a las madres que debían llevar a cabo sus actividades cotidianas sin modificarlas por causa de su presencia. De hecho, en esta etapa, las madres están muy atareadas y la mayoría de actividades se centran en el niño. La experiencia le llevo a formular que “la mayoría de las madres acogían con mucho gusto la presencia de un observador comprensivo, dispuesto a escucharlas, dándoles la oportunidad de hablar de ellas mismas, de sus niños y de sus problemas. Pocas veces se tiene en cuenta cuán solas se sienten muchas madres en nuestros días, en la aislada y absorbente tarea de cuidar de sus hijos pequeños. Familias nucleares y modernos bloques de apartamientos, de muchas plantas, no les ofrecen muchas posibilidades de contacto, de compartir sus experiencias, o de recibir ayuda de vecinos o amigos”.

También emprendió el seguimiento en embarazos de gemelos y su posterior etapa infantil, pero por razones diferentes a los estudios de autores que pretendían esclarecer la controversia entre la trascendencia entre la herencia o el medio. Quería saber más respecto al misterioso nexo que une a los gemelos. Esperaba que las observaciones de gemelos le permitieran ponderar cada una de las siguientes teorías que consideran que: I) El bebé no nace psicológicamente hasta después de los primeros meses de vida postnatal. II) La vida mental del bebe opera desde el nacimiento, siendo el parto crucial para la puesta en marcha del funcionamiento mental; y III) El efecto absoluto de las influencias maternales sobre el feto, durante el embarazo. De forma que se concibe al feto como si no tuviera entidad propia, como algo totalmente maleable en el que la madre deja su huella en función de su estado mental y emocional.

Teniendo en cuenta que cada observación fetal tiene un fuerte trasfondo emocional, las emociones intangibles, no se pueden registrar y se pierden, y así se comprueba al revisar las cintas de video, por muy fielmente que se realicen. Por lo que al mismo tiempo que el observador registra el comportamiento, debe también describir sus reacciones, impresiones, emociones. Así como también el efecto que su presencia puede provocar durante la observación. Es por esta razón que la Dra. Alexandra decidió que, además de grabar en video y audio, tomaría notas después de cada observación fetal. Registrando las impresiones y emociones que provocaban en ella los sucesos e intercambios que tenían lugar durante las observaciones.

 

La Dra. Alexandra decidió asumir ella personalmente toda la observación, tanto pre como postnatal, dada su experiencia en la Técnica de Observación de Bebés. Según la cual, es muy importante para las madres no sentirse meros sujetos de investigación, sino que necesitan que se les permitiera establecer una relación “humana” con cualquiera que las estuviera observando, y comprendió que la continuidad de la figura del observador era importante para ellas. Tanto es así, que en el momento del nacimiento de sus hijos, la mayoría de las madres se sentían muy unidas a ella y esperaban con ganas sus visitas en la privacidad de sus hogares. Se puede concluir que la continuidad del observador parece esencial para lograr la espontaneidad durante las sesiones y asegurar la continuidad de las mismas.

De acuerdo con las indicaciones de la Técnica de Observación de Bebés, la Dra. escribía sus anotaciones sólo después de las observaciones en la casa , con la intención de no interferir la espontaneidad de los intercambios que tenían lugar y también para registrar mentalmente y responder libremente a las emociones surgidas durante la misma observación. Después de cada sesión, se trata de recordar y anotar todos los hechos, cualquiera que sea su naturaleza, separándolos de las inferencias que pudieran inspirar.

La Dra. Alexandra aprendió la Técnica de la mano de Martha Harris y de la propia Esther Bick, en la clínica tavistock en Londres. Entiende que, igual que en las investigaciones etológicas, ecológicas o antropológicas, un “observador participante” debe observar a los bebés periódica y sistemáticamente. Desde su nacimiento en su entorno natural familiar, tratando de encajar, lo más posible, con la rutina y la subcultura del hogar. Debe intentar interferir lo menos posible en la dinámica de las personas que observa (que usualmente serán la madre y el bebé) para que interactúen libremente en su vida diaria. Por ello, el observador ha de refrenar sus ganas de dar directrices de experto y hacer comentarios solicitados o no. Al mismo tiempo que trata de ser agradable y receptivo, dado que le han permitido entrar en la privacidad del hogar. Ya que el comportamiento observado tiene su significado en el contexto de las relaciones espontáneas con las personas que le rodean. Este comportamiento no verbal del bebe forma parte del vasto repertorio de comportamientos común a la especie humana.

En su estudio combina aspectos propios del desarrollo del comportamiento del feto, la etología y el psicoanálisis. Dado su interés por la vida fetal y los orígenes de la vida biológica y mental.

Dado lo limitado de los medios de que disponía no pudo reunir un gran numero de observaciones, comparables a lo que se aportan normalmente en las investigaciones médicas, biológicas y psicológicas. Su opción coincide con la tendencia a llevar a cabo una observación longitudinal larga en cada individuo aislado, y no tanto buscar datos estadísticos, en un intento de favorecer la profundidad de la comprensión. Tal longitud y profundidad consumen mucho tiempo y energías. Pero puede aprenderse más de la detallada descripción y análisis, aunque se trate de un solo caso, que de una recopilación enorme de datos sueltos. Concluye que la experimentación y la cuantificación nunca serán completamente aplicables a este tipo de estudios que se centran en el individuo y su mundo, tanto interno como externo.

Considera su hallazgo más importante el haber constatado en sus investigaciones la continuidad remarcable del comportamiento antes y después del nacimiento. Cada feto presentaba conductas propias y peculiares que continuaban de una forma u otra en la vida postnatal. Parte de la evidencia de que cada recién nacido es una criatura muy individualizada y que la interacción entre “la herencia” y el “ambiente” se dan en el útero desde el mismo momento de la concepción. Por lo que, opina, que ciertas experiencias prenatales pueden ejercer efecto emocional profundo en el niño, especialmente si estos acontecimientos prenatales se ven reforzados por experiencias postnatales. En sus conclusiones no considera que todo comportamiento de los niños investigados deba atribuirse a las experiencias prenatales, pero sí que afirma que las interacciones con los padres juega un importante papel. Siempre queda sorprendida por la continuidad, incluso la predictibilidad, de algunos de los comportamientos de algunos bebés de los que ha seguido en contacto durante veinte años.


La teoría del apego

El apego consiste en la vinculación afectiva, estable y consistente que se establece entre un niño y su madre, como resultado de la interacción entre ambos.

Se consideran como antecedentes o precursores de la teoría del apego tres descripciones sobre comportamientos: a) El síndrome de hospitalismo o deprivación materna, b) El descubrimiento sobre la impronta, descrito por K. Lorenz y c) La descripción sobre las conductas afectivas realizada de Harlow. Que le otorgan a la necesidad del vinculo (mediante el apego) la entidad de convertirse en una necesidad primaria, al igual que como hasta entonces lo habían sido consideradas la conducta alimentaría y sexual.

Los estudios sobre el hospitalismo señalan que la privación del amor materno, en niños criados en instituciones tipo hospitales, orfelinatos, etc. provoca retrasos en el desarrollo, incluso con alteraciones físicas y mentales. El retraso puede afectar a la inteligencia, a la capacidad de pensamiento abstracto, a la madurez social, a la capacidad de seguir reglas, a la socialización y al desarrollo del lenguaje. Esta situación viene dada porque, aunque si bien reciben un adecuado cuidado físico, no tienen la posibilidad de establecer un vínculo con una persona en concreto, ya sea debido a la rotación del personal, o bien por la escasez del mismo.

Lorenz denomina “impronta o troquelado” al proceso por el cual se establece un vinculo con los progenitores independientemente de la alimentación. Forma parte del programa biológico de cada especie y que se despliega a partir del nacimiento.

Harlow, con el estudio de las crías de macacos comprobó que marcaban una clara preferencia por la madre tierna (de tejido de felpa) aunque también ficticia, más que por la madre alámbrica que les proporcionaba alimento mediante un biberón. Confirmando la teoría de que la necesidad de establecer vínculos sociales con la madre es un proceso primario independiente de la alimentación. Al contrario de lo que se había considerado anteriormente por los psicoanalistas y conductistas.

La configuración del apego se estructura a modo de dialogo entre la madre y el hijo. A los mensajes de cualquiera de las partes le sigue un tipo de respuesta determinada, que a su vez determina la calidad y cantidad de los nuevos mensajes. Es decir, la madre inicia la interacción con su hijo y en función de la respuesta del niño sus conductas se verán aumentadas, disminuidas o transformadas. En lenguaje propio de la teoría del aprendizaje, se puede expresar diciendo que no solo la madre enseña al niño sino que también el niño enseña a la madre. La forma en que la madre se dirige e interactúa con su hijo depende tanto de sus características, heredadas genéticamente, como de las experiencias previas relacionadas con sus propias interacciones. Es decir, de cómo se relaciono cuando era una niña con su propia madre y demás personas allegadas, de sus relaciones de niña con otros niños, y de sus experiencias como adolescente.

El niño, en condiciones normales, viene dotado genéticamente con un repertorio de conductas que le permitirán adaptarse socialmente. Este repertorio de conductas le sirve para atraer la atención de su madre, pero si estas conductas no son reforzadas y estimuladas, no podrán desarrollarse sobre ellas conductas más complicadas. Como parte de su desarrollo, de su maduración y de la adquisión de nuevas destrezas, habilidades y conocimientos. Así pues, va a depender tanto de la madre como del hijo, la calidad de las interacciones que establezcan. Así se define la calidad del apego como el fruto de las respuestas del cuidador a las señales que el niño emite en su búsqueda de proximidad y contacto.

Existe todo un repertorio de conductas que despliega el niño a partir del nacimiento y que tienen como objetivo provocar la proximidad y el contacto físico con la madre. Estas conducta se han agrupado de diversas forma: Bowlby distinguía entre conductas señalizadoras (no dirigidas a nadie en particular) y de aproximación (dirigidas a la madre); Ainsworth amplia la clasificación de conductas de apego en conductas: a) dirigidas a llamar la atención, b) conductas de orientación , y c) conductas de contacto físico activo. Los autores Vargas y Polaino nombran una serie de conductas encaminadas al establecimiento del vínculo: la respuesta de orientación y succión, el ajuste postural, las expresiones faciales, la mirada y el contacto ocular, la sonrisa, el llanto, la discriminación auditiva y la vocalización, la conducta de asirse y agarrarse y la imitación.

Por otra parte, las conductas de la madre resultan relevantes para determinar la calidad del apego establecido. Según Crittenden señala las siguientes posibles conductas maternas: 1) La madre disponible (atenta en todo momento a las señales que emite el niño) frente a la madre desentendida (preocupada en sus propias cosas, que suele no darse cuenta de las señales de su hijo, incluso aunque estas aumenten de intensidad), 2) La madre que acepta (su situación de madre y su atadura para atender adecuadamente las necesidades de su hijo) frente a la madre que rechaza ( expresando su enojo ante las demandas del niño, incluso no satisfaciéndolas y creando un ambiente de conflicto. 3) La madre cooperadora (que respeta las iniciativas de su hijo y procura no interferir ni ejercer un control directo) frente a la madre que interfiere ( imponiendo sus deseos por encima de los del niño, sin atender a las iniciativas o sentimientos del niño). 4) La madre sensible (que se coloca en el punto de vista del bebe y descifra adecuadamente sus señales) frente a la madre insensible (que no entiende a su bebé ni es capaz de interpretar lo que le quiere comunicar).


La sensibilidad del la madre ante las señales de su hijo equivale a estar disponible, cooperar y aceptar al niño. Con esta cualidad de sensible es posible establecer un apego seguro que constituye la base del desarrollo adecuado del niño. Ya que a partir de este apego seguro el niño podrá explorar su entorno, desde la confianza en que su madre constituye esa base segura a la que podrá regresar en caso de necesidad y la que le prestar el auxilio y sostén que necesite.

Para establecer, de una forma empírica, los distintos Tipos de apego, Ainsworth desarrollo una técnica que denomino “situación extraña”, en la que se generan distintos niveles de estrés. En función de las respuestas conductuales y afectivas del niño con relación a su madre y a las conductas de exploración estableció tres tipos básicos.

La situación extraña consiste en colocar al niño en una serie de situaciones sucesivas. Siguiendo el siguiente orden: a) Colocar a la madre y el niño juntos en una habitación extraña con juguetes. b) Una mujer desconocida entra a la habitación en la que están la madre y el niño. c) La madre deja al niño con la mujer extraña. d) La madre vuelve a entrar y la mujer extraña se va. e) La madre sale y deja al hijo solo. f) La mujer extraña vuelve. g) La madre vuelve. A partir de las respuestas comportamentales del niño se establecieron los tres grupos básicos: los niños seguros, los niños evitativos y los niños resistentes. Posteriormente otros autores han desglosado y ampliado algún tipo más. Los rasgos más significativos para cada grupo, según Ainsworth son. A) Los niños seguros utilizan a la madre como una base segura para explorar el mundo y en el momento de separación pueden demostrar angustia y se reduce su exploración, pero no tanto como en los niños inseguros. B) Los niños evitativos presentan rechazo al contacto corporal, juegan cuando la madre no esta presente. No lloran, o apenas lo hacen, durante la separación, y cuando vuelve la madre la evitan. C) Los niños resistentes demuestran mucha angustia en la separación. Cuando vuelve la madre pueden mostrarse resistentes, mostrarse enfadados o no reaccionar, como si nada hubiese cambiado.

Estudios posteriores han demostrado que las repercusiones del tipo de apego se extienden a lo largo de la vida. Por lo que siguiendo a Ainsworth se puede afirmar que un apego seguro en la infancia permitirá y posibilitará un adecuado desarrollo social, emocional y cognitivo.

El desarrollo social viene determinado por el tipo de apego, ya que una relación segura con la madre permitirá que posteriormente se traslade esta relación afable y confiada a sus iguales. Y fruto de esta relación con los iguales, el niño se socializara y realizará un desarrollo armónico de su personalidad. Sin embargo los niños evitativos y resistentes trasladaran estas conductas ante sus iguales y recibirán respuestas disruptivas que dificultaran el establecimiento de conductas de cooperación y participación. Con lo que su competencia social va a quedar muy menguada a diferencia de los niños con apego seguro. Especial mención merecen los niños institucionalizados o que son dados en adopción porque presentan un perfil comportamental típico de rechazo, búsqueda constante de atención, peleas con los compañeros y dificultad sino imposibilidad, de establecer relaciones afectivas.

Del mismo modo el desarrollo emocional viene determinado por las relaciones sociales que el niño establece desde su nacimiento. La construcción del yo, como el autoconcepto que tiene continuidad en el tiempo, viene condicionado por una parte por el temperamento y las capacidades cognitivas del niño y, por otra, por las interacciones sociales tempranas.

Estudios recientes constatan que el desarrollo cognitivo también viene condicionado por el tipo de apego establecido entre la madre y el niño. Ya que el tipo de apego establecido afectará a la adquisión de la permanencia del objeto. De manera que la competencia cognitiva se vera favorecida si la madre juega con el niño de forma sensible, potenciando la aparición y desarrollo de las conductas exploratorias y del lenguaje.


Conclusiones

La observación, y en concreto la técnica de observación de bebés de Esther Bick, constituye un instrumento de enorme valor para acompañar y reconocer el desarrollo social y afectivo del niño.

A través de la observación se constata la importancia tanto de los estímulos y del contexto, como de la propia actividad del niño. Y que, de la interacción con las personas y el grupo social dependen los vínculos afectivos, y también el desarrollo de los procesos superiores. De aquí, que se deban considerar las características del niño, de la familia (madre, padre, familiares, amigos, . . ) y del entorno (cultural, económico, social, …); y los diversos tipos de interacciones que se pueden establecer entre ellas, a la hora de plantear una teoría sobre la construcción de la personalidad.

La práctica de la observación representa, en muchos casos, un crecimiento personal y profesional, que amplia nuestra visión y comprensión del proceso de construcción de la personalidad.

La técnica de Observación de Bebés, en el ámbito sanitario, social y educativo, puede constituir una herramienta de prevención. A partir de la cual se puede incidir en las interacciones de la madre con su hijo dentro de un contexto específico.


Bibliografía

Abelló, N. (1996). La observación de un niño y su comprensión psicoanalítica. Barcelona: Temas de psicoanálisis. Vol. I. Perspectivas Clínicas.

Bowlby, J. (1995). Una Base Segura. Barcelona: Editorial Paidós. psicología Profunda.

Feeney; J. y Noller, P. (1996). apego Adulto. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.

Marrone, M. (2001). La teoría del apego: un enfoque actual. Madrid: Editorial Prismática. psicología Clínica.

Pérez-Sánchez, M. (1989). Observación de Bebés. Barcelona: Ediciones Paidós.

Piontelli, A. (2001) Del feto al niño. Barcelona: Espaxs.

Verny, T. y Nelly, J. (1988). La vida secreta del niño antes de nacer. Barcelona: Ediciones Urano.

Comentarios/ Valoraciones de los usuarios



¡Se el primero en comentar!

La información proporcionada en el sitio web no remplaza si no que complementa la relación entre el profesional de salud y su paciente o visitante y en caso de duda debe consultar con su profesional de salud de referencia.