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El síndrome de la memoria falsa.

Autor/autores: D. Vázquez
Fecha Publicación: 01/03/2007
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

El síndrome de la memoria falsa es un trastorno relativamente desconocido que está aumentando su incidencia espectacularmente debido en gran parte a la utilización de determinadas técnicas terapéuticas por parte de personas escasamente preparadas.

Los sujetos afectados por este síndrome recuerdan haber sido víctimas de todo tipo de experiencias traumáticas (violaciones, secuestros, abusos) y muestran síntomas psicológicos típicos del trastorno por estrés postraumático. Los recuerdos son tan reales que llevan a estas personas a emprender acciones legales contra sus presuntos agresores, muchas veces sus propios familiares.

Palabras clave: memoria falsa


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El síndrome de la memoria falsa.

Latorre JI*; García MA**; Quintanilla M A***; Vázquez D***; Gómez G***; Esteban E****.

* psicólogo Clínico
** psicólogo Interno Residente
*** Psiquiatra
**** Médico Interno Residente (Psiquiatría)

Resumen

El síndrome de la memoria falsa es un trastorno relativamente desconocido que está aumentando su incidencia espectacularmente debido en gran parte a la utilización de determinadas técnicas terapéuticas por parte de personas escasamente preparadas. Los sujetos afectados por este síndrome recuerdan haber sido víctimas de todo tipo de experiencias traumáticas (violaciones, secuestros, abusos) y muestran síntomas psicológicos típicos del trastorno por estrés postraumático. Los recuerdos son tan reales que llevan a estas personas a emprender acciones legales contra sus presuntos agresores, muchas veces sus propios familiares.

Abstract

The false memory syndrome is a relatively unknown disorder that is increasing its incidence spectacularly due to a large extent to the practice of determinate therapeutic techniques on the part of barely prepared people. The subjects affected by this syndrome remember having been victims of all type of traumatic experiences (rapes, kidnappings, abuses) and show typical psychological symptoms of posttraumatic stress disorder. The memories are so real that lead these people to undertake legal actions against their supposed attackers, often their own relatives.



Introducción

Beth Rutherford trabajaba como enfermera en Springfield, en una unidad especializada en tratar pacientes con cáncer. Cuando tenía diecinueve años acudió a un orientador debido al estrés que sufría en su trabajo. Durante los dos años y medio de terapia con el consejero espiritual de su iglesia, comenzó a recobrar “recuerdos” de haber sido víctima de abusos sexuales por parte de su padre desde los siete a los catorce años.  

Ella emprendió acciones legales contra su padre acusándolo de varias cosas, entre las cuales destacaban el haberla dejado embarazada dos veces y el haberle practicado un aborto utilizando el alambre de una percha. Su padre se enfrentaba a una condena de siete años de prisión.

Una serie de acontecimientos llevó a Beth a darse cuenta de que estos “recuerdos” eran falsos. Tiempo después de retractarse de sus acusaciones, se reconcilió con su familia y ahora ofrece su testimonio para prevenir que lo que le sucedió a ella pueda ocurrirle a otras personas.

La historia que recordó era totalmente falsa, no sólo porque el padre de Beth se hubiera hecho una vasectomía con anterioridad a las fechas en las que ella recordaba los embarazos, sino porque después de haber sido sometida a diversos exámenes médicos, se confirmó que Beth seguía siendo virgen (1).

Un numero creciente de personas en todo el mundo han llegado a creer que son víctimas de “memorias reprimidas” de abusos sexuales durante su infancia. Si bien, naturalmente, algunas de estas denuncias son ciertas, otras son el resultado del síndrome de la memoria Falsa (SMF), producido muchas veces por prácticas terapéuticas inadecuadas.

Este síndrome tiene un efecto devastador, no sólo sobre las víctimas, sino también sobre sus familiares, muchos de los cuales han llegado a ser detenidos e incluso procesados. En algunos casos se ha llegado a consumar el suicidio (2).


Polémica “Recuerdos reprimidos” vs. “SMF”

Los métodos originales asociados con los “recuerdos recuperados” surgieron con Sigmund Freud en 1897. Él utilizó procedimientos sugestivos hipnóticos y su “técnica de apremio” para inducir escenas de abuso sexual infantil en 18 mujeres que no tenían ningún recuerdo espontáneo al respecto.

La hipnosis implicaba una forma de inducir un estado de relajación durante el cual se hacían las sugestiones y se alentaba el proceso imaginativo. Su “técnica de apremio” consistía en poner las manos en la cabeza de la paciente y pedirle que describiera lo primero que le viniera a la mente. Si el “recuerdo reprimido” no emergía en ese momento, el proceso continuaba hasta que finalmente lo hacía (2).

Existe una ardua polémica entre los defensores y los detractores del concepto de “represión”. Para sus defensores, sería posible que nuestra mente “reprimiera” determinados contenidos por ser excesivamente desagradables, amenazantes o claramente disruptivos para nuestros esquemas de pensamiento, posiblemente en un intento de protegernos de la elevada ansiedad que nos producirían tales contenidos mentales.

Para los detractores del concepto no existiría semejante mecanismo y las dificultades para recordar una determinada información se deberían a procesos normales de olvido o de falta de capacidad de almacenamiento.

Para los primeros, sería posible no recordar una experiencia traumática cuya memoria quedase latente, produciendo tal vez en algún momento síntomas de ansiedad. De hecho, incluso otros trastornos aparentemente no relacionados (e. g. , algunos casos de obesidad) estarían causados por estos recuerdos reprimidos.

Para los segundos, el período “reprimido” puede ser explicado simplemente como un período olvidado. Un ejemplo sería el estudio de Read y Lindsay (3) sobre períodos de amnesia parcial y completa para sucesos no traumáticos. Si estos casos no se consideran recuerdos reprimidos, sino olvidados, los detractores del concepto “represión” se preguntan por qué ha de haber un mecanismo distinto para explicar el mismo fenómeno en el caso de los sucesos traumáticos.

Lo que algunos autores sospechan es que los recuerdos “recuperados” después de un período de “represión” pueden ser en realidad recuerdos creados de sucesos que nunca ocurrieron (4).

Cuando una persona acaba por “recordar” que en su infancia fue víctima de abusos sexuales, los unos entenderán que se ha podido superar la barrera de la represión para traer a la conciencia los recuerdos almacenados y dichos recuerdos tendrán un gran valor terapéutico. Para los otros, tal cosa no sería posible y tenderían a pensar que el recuerdo de esa persona no es preciso e incluso que es totalmente fantaseado. Se trata de una polémica estéril, ya que ambos casos pueden darse.

En el libro de casos del DSM-III-R se explica la historia de Zelda Padlevner (5), una mujer de 59 años, judía ortodoxa, que presenta síntomas de trastorno por estrés postraumático de inicio demorado. Zelda comienza a mostrar todos los síntomas típicos a raíz de un incendio que se desata en la fábrica de vestidos en la que había estado empleada como costurera durante 15 años. Los tejidos sintéticos que ardieron produjeron un olor especial que pudo desatar en ella un recuerdo: a los 17 años había estado prisionera en Auschwitz. Bajo el epígrafe “Recuerdos”, en el mencionado libro se describe de esta manera su experiencia:

Siendo joven y fuerte, había sido seleccionada por el Dr. Mengele, el sádico médico del campo, para tomar parte en los trabajos forzados. Después de la selección, a ella y a cientos de otras mujeres se les ordenó vestir la ropa de trabajo y esperar instrucciones. Como el campo estaba superpoblado en extremo, fueron empujadas al interior de un sótano extraño y vacío, sin ventanas. El lugar tenía un olor peculiar. Cuando unas horas más tarde fueron trasladadas, se dio cuenta de que habían estado guardadas temporalmente en una cámara de gas. Cuando se dio cuenta de que el olor en el incendio de la fábrica le había traído a la memoria el de la cámara de gas se puso a gritar frenéticamente. (p. 8)

El autor comenta (5):

Este caso ilustra un trastorno por estrés postraumático, de tipo retardado. El incendio de la fábrica en la que trabajó Zelda desencadenó el recuerdo de su experiencia en Auschwitz, aunque no fue consciente de ello hasta que habló con el psiquiatra. La razón por la que un suceso relativamente poco importante pudo desencadenar una respuesta tan intensa después de tantos años es un misterio. (p. 8)

En la otra cara de la moneda tenemos el caso de Donald Watt (4):

En 1987, Donald Watt le dijo a su esposa […] que durante la Segunda Guerra Mundial había sido fogonero en Auschwitz. En su autobiografía, Fogonero (Stoker), revive cómo por primera vez él reveló a su esposa que se había escapado de Stalag 357 (un campo de prisioneros de guerra), para volver a ser capturado más tarde por los nazis, torturado y posteriormente enviado a alimentar los incineradores de las cámaras de la muerte […] Relata los horrores de ver un tren cargado de judíos luchando por un trozo de pan, y cómo vio que muchos eran pisoteados hasta morir. Watt sigue describiendo cómo se las arregló para escapar de las cámaras de gas de Bergen-Belsen, sólo para acabar en Auschwitz. Fue allí, recuerda, donde fue fogonero de los hornos crematorios que se deshacían de los miles [de seres humanos] que habían sido exterminados. (p. 54)

Los errores históricos que aparecen en sus recuerdos evidencian que se trata de recuerdos falsos. Por ejemplo, en la época en la que Watt dice haber visto un tren de deportados lleno de judíos, todavía no era obligatorio para ellos llevar la estrella de David, así que no podría haberlos identificado como judíos; tampoco pudo haber escapado de las cámaras de gas de Bergen-Belsen, porque en ese campo de concentración no había cámaras de gas; y la forma en la que describe Auschwitz, incluyendo un cobertizo cerca del crematorio, no se ajusta a la realidad.

No podemos utilizar este argumento para negar la existencia del holocausto, de la misma forma que no se puede decir que las mujeres que recuerdan haber sido víctimas de abusos en su infancia sean víctimas sólo del síndrome de la memoria falsa.

Hemos de entender que hay personas que han sufrido la tortura de un campo de concentración, así como otras que simplemente lo recuerdan sin que les haya sucedido; hay muchas personas que han sido víctimas de abusos en su infancia, y asimismo hay otras que recuerdan haber sufrido los abusos sin que éstos hayan sido reales; existen personas que han sufrido todo tipo de experiencias traumáticas, de la misma manera que hay otras que sufren igualmente porque las recuerdan, a pesar de que no hayan sido auténticas.

Esta frase de una mujer que recuerda haber sido secuestrada por seres extraterrestres nos muestra lo que comparten ambos tipos de experiencias: “El terror es real” (6).


Concepto

El síndrome de la memoria falsa es, como síndrome, un conjunto específico de signos y síntomas. Los recuerdos falsos son su base, pero no constituyen en sí mismos el síndrome, ya que todos tenemos recuerdos que no son exactos.

El trastorno podría diagnosticarse cuando el recuerdo está tan profundamente implantado que orienta la personalidad y el estilo de vida del individuo, desestabilizando toda clase de conductas adaptativas.

El Doctor John F. Kihlstrom, profesor de psicología de la universidad de Yale, ha sugerido la siguiente definición (7):

Una condición en la cual la identidad de una persona y sus relaciones interpersonales se centran alrededor del recuerdo de una experiencia traumática que es objetivamente falsa pero en la cual la persona cree intensamente. ( 3)

El síndrome puede ser especialmente destructivo puesto que el sujeto evita constantemente la confrontación con cualquier evidencia que pudiera desafiar su recuerdo. De esta manera, se encierra en su propia vida, encapsulado y resistente a la corrección. El individuo puede llegar a estar tan centrado en su recuerdo que llegue a descuidar los problemas reales de su vida.


Ubicación diagnóstica

. Trastornos relacionados:

Además de otros trastornos que pueden estar aparentemente relacionados con el SMF, debido a su especial relevancia, cabe destacar el trastorno conocido como “amnesia de fuente”. También puede relacionarse con las paramnesias, la pseudología fantástica y, por su parecido sintomático, con el trastorno por estrés postraumático y los trastornos facticios.

. La amnesia de fuente:

El SMF estaría relacionado en algunos casos con la alteración de la memoria conocida como “amnesia de fuente”. En tales casos, la historia puede no haber sido apenas distorsionada, pero el sujeto atribuye su contenido mental al recuerdo de algo vivido, cuando en realidad puede tratarse del recuerdo de algo oído, visto, leído o imaginado, que nunca ha llegado a sucederle realmente.

En la campaña presidencial de 1980, Ronald Reagan solía contar la historia de un piloto de la Segunda Guerra Mundial cuyo avión había sido alcanzado por el fuego enemigo, obligando a la tripulación a saltar en paracaídas. Uno de sus artilleros estaba demasiado malherido para lanzarse y el piloto se quedó junto a él. Reagan apenas podía contener sus lágrimas al pronunciar la heroica respuesta del piloto: “Saltaremos juntos”.

El único problema es que esta descorazonadora historia no era real. Se trataba de una escena de Una escuadrilla y una oración (A Wing and a Prayer), una película de 1944. Él recordaba los detalles pero no la fuente de donde los había sacado, creyendo que eran reales.

El psicólogo Daniel Schacter utiliza esta anécdota de Reagan en su libro Searching for memory (8) para ilustrar cómo ciertos relatos que hemos escuchado pueden comenzar a parecernos reales (9).

Un caso todavía más dramático de amnesia de fuente es el de una mujer que acusó al doctor Donald Thompson, un especialista en el estudio de la memoria, de haberla violado.

Thompson estaba haciendo una entrevista en directo para un programa de televisión justo antes de que tuviera lugar la violación. La mujer había visto el programa y aparentemente confundió en su recuerdo la imagen tomada de la pantalla del televisor con la imagen del rostro del violador (10).

Jean Piaget, el conocido experto suizo en psicología evolutiva, declaró que su más temprano recuerdo era haber estado cerca de ser secuestrado a la edad de dos años. Recordaba algunos detalles como estar sentado en su cochecito de bebé, viendo cómo su niñera se defendía del secuestrador. Recordaba las marcas de arañazos en la cara de la niñera y un oficial de policía con una capa corta y una porra blanca persiguiendo al secuestrador. La historia fue corroborada por la enfermera, la familia y otras personas que habían oído la historia.

Piaget estaba convencido de que recordaba el suceso. Sin embargo, nunca sucedió. Trece años después del supuesto intento de secuestro, la antigua niñera de Piaget escribió a sus padres para confesar que se había inventado toda la historia (11).

El mismo Piaget (12) interpretaba de esta forma su experiencia:

[…] por lo tanto debí de haber oído de niño el relato de esta historia […] y debo de haber proyectado al pasado en forma de memoria visual lo que era el recuerdo de un recuerdo, pero falso. ( 15)

En todos estos casos el contenido sería correcto, pero se atribuye erróneamente el origen de los recuerdos a vivencias propias, cuando en realidad la fuente es otra, siendo algún mecanismo similar a éste el que está involucrado en la mayoría de los casos de memoria falsa.

. Otras alteraciones de la memoria:

El SMF podría relacionarse también con otra alteración de la memoria conocida como “paramnesia”. Ésta se distingue por la creación de recuerdos falsos o por la distorsión de otros reales y por el valor subjetivo de realidad que el sujeto les otorga a dichas creaciones. Estos nuevos recuerdos sustituyen a los hechos reales que el sujeto no puede recordar.

La paramnesia estaría relacionada con la confabulación (de etiología orgánica), los falsos reconocimientos y las ilusiones de lo “ya visto” y lo “ya vivido”.

. La pseudología fantástica:

Este concepto podría considerarse un antecedente histórico del SMF. De hecho, el término “pseudología fantástica” comenzó a utilizarse originalmente para referirse a niños que habían acusado a sus padres de incesto (13).

La pseudología fantástica se caracteriza por el impulso incontrolado de relatar historias fantaseadas que el sujeto acaba por creerse. El objetivo del sujeto consiste en la obtención de admiración, compasión, reconocimiento o protección por parte de los demás, sin que el mentir per se constituya un estímulo placentero primario. La interferencia sociofamiliar puede llegar a ser grave, como lo es en el SMF.

En la pseudología fantástica algunos hechos reales se entremezclan con fantasías muy elaboradas. El paciente puede dejarse llevar por una tendencia a mentir incontrolable y enfermiza. Se da en personalidades patológicas y probablemente esté relacionado con una baja autoestima y con la falta de control de los impulsos (14).

En el caso del SMF, no se da esta compulsión y las historias son más verosímiles, o al menos lo son dentro de la subcultura del paciente.

. El trastorno por estrés postraumático:

El trastorno con el que tal vez sea más fácil de confundir el SMF es el trastorno por estrés postraumático (normalmente, de inicio demorado). En ambos casos pueden presentarse síntomas de revivicción (recuerdos intrusivos que provocan malestar, pesadillas y flashbacks), de aumento de la activación general, de evitación (de personas o de situaciones) e incluso puede haber fobias asociadas.

La diferencia, muchas veces crucial, es que en un caso las experiencias que han desencadenado los síntomas han sido reales y en el otro caso no.

. Los trastornos facticios:

En los trastornos facticios el paciente puede fingir o autoprovocarse síntomas psicológicos con la intención de asumir el papel del enfermo. Bajo esta intención subyace una patología obvia.

En el SMF también pueden obtenerse beneficios secundarios, como los de pertenecer a grupos terapéuticos, recibir el apoyo social de las personas que creen haber pasado por experiencias similares, e incluso adquirir una cierta identidad como “superviviente”. Este tipo de refuerzos puede ser especialmente importante cuando el sujeto haya roto ya sus lazos afectivos con los “perpetradores”, con los que los defiendan y con todo aquel que no haya creído su historia, perdiendo de esta manera muchos y muy importantes vínculos afectivos y sociales.

La diferencia principal con el trastorno facticio es que en el SMF los recuerdos no son inventados conscientemente con ninguna intención, y el sujeto está convencido de su realidad.

. clasificación diagnóstica:

El SMF no aparece como tal en ninguno de los actuales sistemas diagnósticos. No podría establecerse como diagnóstico clínico siguiendo ninguno de los manuales actualmente utilizados. No obstante, comparte algunas características con diversos trastornos conocidos y con mayor entidad nosológica.

Dentro de la clasificación general del síndrome, se podría establecer una subcategoría de “Recuerdos o creencias falsas de abuso sexual”, debido a la especial prevalencia de este tipo de casos. También sería conveniente hacer una subdivisión señalando si el trastorno es o no “Inducido por la terapia” (15).

Desde el punto de vista de su clasificación, por sus características principales, el apartado del DSM-IV con el que podría relacionarse sería el de los “Trastornos facticios”, a pesar de que, por sus diferencias, no podría ser catalogado dentro de esta categoría de forma estricta.

La característica esencial de los trastornos facticios es el fingimiento o la producción intencionada de los síntomas y en el caso de la memoria falsa los recuerdos pueden ser inducidos sin ninguna intencionalidad. La sintomatología es también inventada, pero no de forma voluntaria.

Por otro lado, el sujeto no busca asumir el papel del enfermo y muchas veces puede no obtener ningún beneficio, ni siquiera secundario, de aceptar como reales sus recuerdos.

Si nos centramos en los síntomas que algunas de estas personas pueden sufrir, el trastorno podría clasificarse dentro de la categoría de “Trastornos de ansiedad”, junto al “Trastorno por estrés postraumático”, o bien dentro de la categoría de “Trastornos adaptativos”. La diferencia con estas categorías diagnósticas sería que en el caso de la memoria falsa el estresor se recuerda, pero no ha sucedido realmente.

Los sujetos afectados por el SMF padecen el sufrimiento que les provocan sus recuerdos y los pensamientos en torno a éstos. Ésta es la característica más importante que comparten con las personas que han sido víctimas realmente de un suceso estresante grave.

El SMF podría estar relacionado con la psicosis compartida o folie a deux. Al igual que en ésta, el sujeto puede llegar al convencimiento de la veracidad de una historia falsa debido a la influencia de otra persona (muchas veces su propio terapeuta). Comparten asimismo la peculiaridad de que las ideas son conservadas mientras exista un entorno que las apoye. Del mismo modo, estas ideas se mantienen en la medida en que al sujeto se le impide contrastar la información con la realidad, como en los casos en los que el paciente es incitado a perder el contacto con las personas que supuestamente se han visto involucradas en su personal tragedia.

No obstante, a pesar de que la forma en la que se mantienen ambos pueda tener características compartidas, el tipo de creencias es distinto y en el SMF no hay un trastorno psicótico primario, ni se comparten los demás criterios diagnósticos.

En próximas ediciones de las principales clasificaciones diagnósticas, podría incluirse al menos como una categoría más de las propuestas para estudios posteriores, a fin de establecer unos criterios válidos para su diagnóstico.

. Subtipos:

Podemos hacer una clasificación basándonos en el contenido de las historias recordadas o en la forma en la que el sujeto ha llegado a desarrollar el trastorno.

La variedad de historias que pueden ser recordadas es muy amplia, como nos demuestra la casuística y la investigación experimental. No obstante, existen varios tipos de recuerdos que se repiten especialmente y que comparten algunas características distintivas, bien en su desarrollo, bien en su mantenimiento. Podríamos dividir los temas que aparecen más comúnmente en el SMF en: abusos sexuales en la infancia, abusos rituales satánicos, abducciones alienígenas, recuerdos de vidas pasadas y misceláneos.

. Abusos sexuales en la infancia

La mayor parte de los casos de SMF están relacionados con recuerdos de haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia, normalmente por parte del padre o algún otro familiar cercano.

Algunos psicoterapeutas creen que el abuso sexual infantil es la causa específica de numerosas enfermedades físicas y mentales que pueden desarrollarse a lo largo de la vida del paciente, incluso muchos años más tarde. Esta hipótesis ha llegado a concretarse en el denominado “Síndrome de los Supervivientes al Incesto” (SSI).

No existe ningún tipo de evidencia firme de que esto sea así, puesto que incluso cuando se ha documentado un abuso sexual real durante la infancia, existen otros muchos factores que pueden explicar los malestares físicos o emocionales que aparecen años después en el adulto.
Este tipo de terapeutas supone que los niños reprimen inmediatamente todos los recuerdos de abuso sexual, poco después de que éste ocurra, haciendo que se desvanezcan de la memoria sin dejar rastro. Se cree que el precio de haber reprimido los recuerdos es el desarrollo final del SSI.

El paso siguiente es tratar de "curar" el SSI involucrando a los pacientes en alguna forma de terapia de recuperación de recuerdos, a fin de que éste revele, no sólo el recuerdo total y preciso de antiguos traumas sexuales, sino también “recuerdos corporales reprimidos” (como los dolores físicos) que ocurrieron en el mismo momento del trauma (16).

. Abusos rituales satánicos 

Hay personas que afirman haber sido testigos de sacrificios humanos de niños e incluso de bebés por parte de los integrantes de sectas satánicas considerablemente organizadas. Algunos de los testimonios de estas personas pueden ser más o menos verosímiles, mientras que otros resultan extremadamente bizarros.

Hay mujeres que dicen recordar haber sido utilizadas para procrear niños que poder sacrificar en los rituales de estos cultos. Se habla de sectas satánicas integradas por miembros de varias generaciones, multitud de personas, a veces hasta de un pueblo entero. Las víctimas dicen ser drogadas o sometidas a lavados de cerebro para que no puedan recordar los abusos. Los miembros de la secta supuestamente programan a sus hijos para que continúen con estas prácticas de generación en generación.

Este tipo de relatos puede parecernos absurdo, típico de una imaginación desbocada pero, como grupo, las personas que los sufren suponen aproximadamente el 18% de todos los casos de memoria falsa (7), lo cual supone un número nada despreciable de afectados.

Muchas personas han sido falsamente acusadas e incluso encarceladas por el testimonio de sus propios familiares, víctimas de este síndrome y, lo que puede parecernos aún más incomprensible, algunos han “recordado” haber cometido ellos mismos estos delitos, cuando en realidad no sucedieron en absoluto (18).

Las sectas satánicas sí que existen y también es cierto que se han podido llegar a realizar sacrificios humanos y multitud de aberraciones en algunos rituales, pero en ningún caso a la escala a la que se refieren los citados testimonios.  

Los crímenes que tienen mayor probabilidad de ser falsos son los que hacen referencia a sacrificios humanos y canibalismo, así como los que relatan las chicas que dicen haber sido utilizadas para engendrar los bebés que después eran sacrificados.

Los creyentes en la veracidad de este tipo de abusos rituales satánicos mantenían con tal firmeza sus posiciones que incluso llegaron a constituirse en una asociación con el fin de salvaguardar sus derechos. Dicha asociación utiliza las siglas ARS (Abuso Ritual Satánico).

Hoy en día no es posible creer el testimonio de estas personas precisamente por las dimensiones que ha cobrado el asunto. Sólo por la cantidad ingente de niños que se necesitarían para los sacrificios de ser ciertas todas las historias que relatan, resultarían físicamente inviables.  

Ni podrían conseguir tantos niños, ni sería fácil deshacerse de los cadáveres. Durante estos años el número de niños que habrían tenido que asesinar en los rituales se contaría por miles, y la participación en estos rituales involucraría a tantas personas que alguna habría sido detenida, al menos en alguna ocasión (18).

El experto en sectas y antiguo líder de la unidad de ciencias del comportamiento del FBI Kenneth Lanning (19) concluyó, después de haber investigado miles de casos, que no había ninguna prueba de la existencia de este tipo de “sectas masivas”.

Se supone que adolescentes a las que se ha lavado el cerebro son utilizadas por los miembros de la secta como “parideras” para traer al mundo niños que sacrificar. Sin embargo, muchas de estas chicas habían sido sometidas a chequeos médicos en su niñez y adolescencia, que habrían descubierto los abusos, otras fueron sometidas a exámenes que demostraban que nunca habían estado embarazadas y algunas de estas chicas, que recordaban haber sido utilizadas de esta forma tan denigrante, resultaron ser vírgenes.

La ARS consciente de la falta de credibilidad de muchos de estos relatos optó por mantener sus siglas pero aduciendo que su significado real es Abuso Ritual Sádico. Otros creyentes más acérrimos, contraatacan diciendo que los que proclaman la inexistencia de tales sectas son en realidad miembros de la misma que tratan de confundir al público y de ocultar la verdad (18).


. Abducciones alienígenas

Existe un grupo heterogéneo de personas que dicen haber sido secuestradas por extraterrestres. Son, por emplear el término jurídico con el que ellos se definen, los “abducidos”.

Los relatos de estas personas comparten muchos elementos, pero podríamos diferenciar varios tipos de experiencias. Por un lado tenemos las que suceden en los estados próximos al sueño, que estarían relacionados con las conocidas alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas.  
Estos fenómenos perceptivos, en absoluto patológicos, podrían explicar muchos de los casos de lo que en círculos ufológicos se conoce como “visitantes de dormitorio”.

Por otro lado, estarían aquellas personas que tienen “lagunas temporales”, períodos de tiempo que no pueden recordar. En no pocas ocasiones estas personas se encontraban conduciendo de noche por una carretera solitaria o realizando cualquier otra actividad monótona, lo que pudo haber provocado que su conducta se volviera automática. La oscuridad de la noche produce una cierta uniformidad estimular, que unida a un ligero cansancio y a la monotonía producida por la conducción en una carretera sin tránsito, pueden provocar que el conductor “encienda el piloto automático”. Este estado desaparece ante cualquier tipo de estimulación intensa, tras la cual es sujeto no es capaz de recordar lo que ha pasado.

En algunas ocasiones, estas personas refieren haber visto extrañas luces en el cielo antes de que esto les sucediera, lo que explicaría que al fabular el contenido de ese “tiempo perdido” aparezcan temas relacionados con extraterrestres.

En muchos otros casos, el sujeto simplemente sospecha que ha podido ser víctima de un secuestro que no recuerda, o al menos considera la posibilidad de que algo parecido haya podido sucederle. En algunos casos, estas personas se ven atraídas por la literatura ufológica, por películas o por series de televisión que tratan el tema. Su deseo de confirmar si sus sospechas son reales puede llevarlos a conocer a algún “investigador” que muy probablemente tratará de ayudarles a “recordar” por medio de la hipnosis.

La utilización de la hipnosis aumentará la probabilidad de que recordemos cualquier suceso, tanto si nos ha ocurrido, como si no. En cualquier caso, la aparatosidad de esta experiencia, la aparente autoridad de los “investigadores” y, especialmente, la espeluznante vivencia de recordar haber sido secuestrado por seres extraterrestres, serán más que suficiente para convencer al sujeto de que su experiencia fue real, aunque no tenga ni una sola prueba física independiente de su recuerdo.

Algunas personas presentan cicatrices y extrañas marcas que coinciden aparentemente con las manipulaciones a las que recuerdan haber sido sometidos. No es improbable que estas personas ya tuvieran dichas marcas o se las hubieran causado inadvertidamente durante el sueño.

El fenómeno se enlaza con el del abuso ritual satánico cuando algunas mujeres afirman haber sido utilizadas por los alienígenas para gestar un híbrido (20) que tiempo después les es extraído en un nuevo secuestro. Estas mujeres presentan todos los síntomas típicos de un embarazo, pero en un momento dado los síntomas desaparecen sin que haya por medio signo alguno de aborto.

Algunos de estos casos no son más que simples pseudociesis. En otros casos, los “investigadores” aseguran que algunas mujeres se somenten a pruebas de laboratorio que confirman que están embarazadas y que posteriormente dejan de estarlo (6, 21). Esto no sería tan sencillo de explicar… si fuera cierto.

Otros casos aún más desconcertantes afirman que se han encontrado en sus cuerpos objetos extraños, como pequeños implantes de origen desconocido. Algunos presentan pruebas físicas como fotografías (22), radiografías (23) y filmaciones de las operaciones quirúrgicas (24) en las que dichos objetos son extraídos, e incluso algunos de los investigadores que han seguido estos casos conservan estos implantes.

El matrimonio Lammer (25) mantiene que los implantes no son de origen extraterrestre, sino que se trata de experimentos militares llevados a cabo por gobiernos de nuestro planeta.

Claro está que las pruebas que presentan los “abducidos” no son muy difíciles de falsificar y normalmente el acceso a las mismas esta plagado de dificultades. En cualquier caso, partimos de la base de que este tipo de experiencias no se corresponde con la realidad. Si lográramos descartar el fraude y encontrar pruebas objetivas ya no estaríamos hablando de memoria falsa.

Lo extravagante de estos relatos obliga a recordar que estamos hablando siempre de personas en las que se ha descartado cualquier tipo de psicopatología. De hecho, los estudios realizados por varios autores, como el profesor de Harvard John E. Mack (26), demuestran que las personas que refieren haber sido secuestradas por alienígenas no presentan ningún tipo de trastorno mental que justifique sus relatos. A las mismas conclusiones han llegado en sus trabajos Parnell y Sprinkle; Rodeghier; Goodpaster y Blatterbauer; y Spanos et al. , entre muchos otros (27).

. Recuerdos traumáticos de vidas pasadas:

El “recuerdo” de abusos y muertes violentas sufridos en supuestas vidas anteriores se utiliza en cierto tipo de terapias como una forma de superar un amplio espectro de trastornos.

El fin último sería recordar el suceso traumático que supuestamente se halla en la base del trastorno, basándose en la creencia de que esta recuperación será muchas veces suficiente para que el paciente pueda comprender e integrar dicha experiencia traumática en su vida actual, y que de esa forma desaparezcan sus síntomas.

Edith Fiore es doctora en psicología por la Universidad de Miami y es miembro de la American Psychological Association. Ella utiliza la regresión hipnótica como terapia y explica cuál es el origen de algunos de estos trastornos, según su experiencia clínica (28):

Muchos de mis pacientes han descubierto que las causas de sus fobias, miedos e incluso sus aversiones tenían su origen en algún hecho traumático de una vida anterior […]
El miedo a la oscuridad, especialmente, parece originarse en algún terrible incidente ocurrido en la oscuridad en alguna vida anterior […] Otra paciente femenina se sorprendió al ver que su continua tendencia a evitar los viajes en tren comenzó cuando, en su última vida, vio cómo su hermana era aplastada por las ruedas de un tren. Una joven que no soportaba tener ante sí objetos de color rojo brillante […] revivió un episodio de una vida anterior en el que su madre se desangraba hasta morir después de haber sido brutalmente apuñalada. (p. 19)

Normalmente se explora bajo hipnosis la existencia de posibles sucesos traumáticos que aparentemente puedan estar relacionados con los síntomas del paciente. Si éstos no son recordados a lo largo de la vida actual, se sigue retrocediendo mentalmente hasta llegar al recuerdo de una o más vidas anteriores. En alguna de éstas el sujeto, con la guía del terapeuta, encuentra finalmente un acontecimiento claramente relacionado con sus actuales problemas y vuelve a revivirlo durante la hipnosis.
Una de las pacientes de la doctora Fiore recordó una historia similar a las más arriba citadas de Zelda Padlevner y Donald Watt, aunque con un final más trágico (28):

Una mujer de poco más de treinta años exploraba bajo hipnosis el origen del pánico que sentía casi siempre que olía un cierto olor, y muy especialmente si se encontraba en un cuarto pequeño o momentáneamente encerrada.
Comenzó la sesión describiendo un grado de pánico tan intenso que le hacía sentir náuseas, a veces casi desmayarse, y encontrarse mareada durante varios días. Había entrado inocentemente en un ascensor que acababa de ser limpiado. El olor a desinfectante aún podía notarse en el aire.

Su búsqueda de la causa de esta reacción nos llevó a la Alemania nazi a principios de los años cuarenta. Tras describir una vida llena de hechos terroríficos, se encontró a sí misma aprisionada en un carro de ganado en el que muchos otros judíos aterrorizados se apretaban contra ella en la oscuridad. El olor a excremento era insoportable. No había ventanas para que entrara el aire o la luz. Tras un tiempo que pareció una eternidad, aunque en realidad sólo fueron tres días, el tren se detuvo. Salió de él a la cegadora luz del día y fue conducida por los soldados hacia un lugar en el que se les dijo que se desnudaran y se prepararan para bañarse […] Mientras se desvestía, estaba terriblemente asustada; dejó su calzado junto a un gran montón de zapatos de todas clases, su anillo de matrimonio en otro montón y su vestido en otro. Temblando, siguió a los demás hacia una gran habitación.

Dra. F. – Dime algo más sobre el cuarto donde te encuentras, ¿qué hace la gente?
A. – Huelo algo, otra vez.
Dra. F. – ¿Cómo es?
A. – Es desinfectante. Hay unos respiraderos por los que está entrando.
Dra. F. – ¿Qué dijiste?
A. – Respiraderos. [El cuerpo le tiembla. ] La gente comienza a alejarse de ellos. . . , apretujándose y. . . alejándose.
(. . . ) Dra. F. – ¿Qué notas ahora? ¿Qué ocurre ahora con la gente?
A. – He caído.
Dra. F. – ¿Cómo ocurrió?
A. – Me sentí rara.
Dra. F. – Háblame de eso. Cuéntame cómo te encontraste justo antes de caer. ¿Qué sientes y qué piensas?
A. – Estoy llena de terror.
Dra. F. – ¿Qué ocurre ahora?
A. – Hay una masa confusa de cuerpos. . . y excrementos. (pp. 201-203) 

Muchos terapeutas, como la Dra. Fiore, han descubierto con estas técnicas la efectividad de lo que en términos cognitivo-conductuales sería una terapia de exposición en imaginación.

Sin embargo, el hecho de recordar estos sucesos, por traumáticos que sean, no es tan disruptivo para la vida del paciente como lo es el recordar acontecimientos traumáticos sucedidos en la vida presente. La diferencia estriba en que los peligros revividos de otras existencias no pueden afectar ya, al menos de forma directa, al sujeto que los recuerda.


. Misceláneos:

Prácticamente cualquier tipo de contenido podría incluirse en esta sección. Algunos investigadores han logrado inducir experimentalmente recuerdos de lo más estrambótico. Sin embargo, este tipo de experiencias no suele desestructurar el comportamiento del sujeto como lo hacen otras que hemos mencionado y pueden no alterar en absoluto su vida cotidiana.

A algunas personas se les ha hecho creer que derramaron ponche en una boda (29), que rompieron por accidente una ventana con la mano y se cortaron con los cristales (30, 31), que se perdieron en un centro comercial siendo niños (32, 33) e incluso que fueron testigos de una posesión diabólica (17).

Los recuerdos falsos que se producen de forma espontánea en nuestra vida diaria dependen totalmente de nuestras experiencias personales y pueden llegar a incluir casi cualquier tipo de incidente.

. Inducidos por la terapia:

Por su especial prevalencia, podríamos diferenciar aquellos casos que, independientemente del tema central del recuerdo, han sido inducidos en un entorno terapéutico.
Existen muchas formas de terapia que facilitan la inducción de recuerdos falsos. Algunas de éstas son la hipnosis, las terapias regresivas, entrevistas bajo los efectos de drogas como el amital o el pentotal sódico o “suero de la verdad”, la imaginería guiada, la terapia de memorias corporales, la interpretación literal de sueños o la interpretación de posturas, dolores o movimientos del cuerpo.

Lo que comparten todas estas formas de tratamiento es que el terapeuta parte de la base de que lo que extraiga de esta forma será el reflejo de algún tipo de trauma escondido (16).

. Otras formas de inducción:

Muchas personas dedicadas a la investigación del fenómeno ovni, con mejores intenciones que preparación, están haciendo “recordar” a miles de sujetos en todo el mundo su “terrible” experiencia de secuestro y manipulación por parte de seres extraterrestres.

En otras ocasiones no es necesaria la intervención directa de ninguna persona percibida como experta. La influencia puede ser igualmente poderosa cuando se realiza a través de libros, intervenciones radiofónicas o televisivas, etc.
El best-seller de Ellen Bass y Laura Davis (34) The courage to heal (El valor para sanar), al igual que otros libros sobre “recuperación de recuerdos reprimidos” han ayudado a “recordar” a miles de personas en todo el mundo, de la misma forma que lo han hecho muchos otros libros y películas relacionadas con el tema de las abducciones alienígenas.

Los relatos y las explicaciones de estas personas tienen en común que plantean al sujeto que las recoge un escenario en el cual la ocurrencia de un suceso traumático no recordado es vista como posible e incluso como probable.


Etiología

. Producción de los recuerdos falsos:

Hay multitud de fuerzas en nuestro entorno cultural que alimentan la creencia de que existe una relación causal entre los abusos sexuales sufridos en la infancia y diversas patologías que pueden desarrollarse en la edad adulta. Esta relación es ampliamente promulgada por libros populares sobre psicología, espectáculos de televisión, películas, novelas. . . Todo ello nos predispone a aceptar la posibilidad de que nosotros también hayamos podido ser víctimas sin saberlo. Esta predisposición puede ser activada si el paciente encuentra un terapeuta que mantiene firmemente este sistema de creencias (7).

El paciente, normalmente una mujer, consulta a un terapeuta con el fin de aliviar su malestar emocional. El terapeuta le advierte que puede haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia y no recordarlo, y le explica cómo esto podría ser la causa de sus síntomas. Si la explicación es aceptada y la paciente decide continuar con la terapia, comenzará la fase de “recuperación” de los recuerdos (16).

Dado que la paciente no tiene recuerdos de los supuestos abusos, es necesario “motivarla” para que recuerde. Ella parte con su propia motivación, ya que desea curarse y busca una solución para sus problemas, confía en el terapeuta que ha elegido y cree la explicación que recibe, así que hará lo que sea necesario para que aflore el recuerdo del suceso traumático y se produzca el alivio de sus síntomas (7).

Estos terapeutas utilizan varias técnicas para recuperar los recuerdos traumáticos. Muchos de ellos utilizan la hipnosis, otros realizan entrevistas estando los pacientes bajo la influencia del amital o el pentotal sódico (el suero de la verdad), otros interpretan sus sueños e incluso la aparición reciente de dolores (que ellos reconocen como “memorias corporales”).

Algunos pacientes pueden desarrollar durante el curso de la terapia síntomas de alteraciones disociativas importantes, como el trastorno de identidad disociativo. Este desorden se produce por la sugestión y el refuerzo ambiental. El terapeuta explicará que no sólo es necesario recuperar los recuerdos reprimidos, sino también descubrir “fragmentos de personalidad reprimidos”. La aparición de este tipo de trastornos prácticamente asegura que la factura por la terapia será astronómica.

El terapeuta puede incluir a la paciente en un grupo de “supervivientes” en el que conocerá a otras mujeres que también la animarán a que intente recordar. Estos grupos de apoyo, así como la lectura de libros sobre autoayuda o sobre la llamada “terapia de los recuerdos recuperados” envuelve a la paciente en un ambiente de validación de las teorías del terapeuta.

Esta terapia a menudo incita a la paciente a que dirija su atención únicamente a su mundo interno para encontrar las pruebas de que realmente fue víctima de abusos sexuales en la infancia. Basándose en que esto es lo importante, se utilizan técnicas como la meditación para producir fantasías, terapia artística en la que se dibujan imágenes, o se llevan diarios de asociaciones mentales. También escuchar o leer sobre los “recuerdos recuperados” de otras personas puede servirles de inspiración.

Se pide a la paciente que busque fotografías en álbumes familiares y compruebe si parece triste en alguna de ellas. Ésta sería otra forma de “confirmar” el supuesto abuso (16).

Todas estas técnicas pueden producir los recuerdos que se buscan, con total independencia de que hayan ocurrido realmente o no. Todas pueden influir para que se recuerde algo, pero su utilización no prueba que lo recordado haya sucedido realmente, sino más bien al contrario.

. Mantenimiento de los recuerdos generados:

Una vez que el recuerdo ha sido creado, existen varios factores que propician que la creencia se mantenga. A la paciente se le incita a romper sus relaciones, no sólo con el supuesto autor de los abusos, sino también con todo aquel que no apoye sus nuevas creencias, ya que eso impedirá su “recuperación”. De esta forma, se pierde cualquier oportunidad de encontrar explicaciones alternativas a los sucesos que la paciente ha podido interpretar como “pruebas” de los abusos.

El considerarse una víctima puede acabar convirtiéndose en una seña de identidad del individuo y proporciona una fuerte sensación de unión con los demás “supervivientes” de un abuso.

La paciente puede llegar a estar recluida en un centro en el cual todo el mundo comparta el mismo sistema de creencias. Los grupos de apoyo, e incluso convenciones, también pueden promover que la paciente se vea cada vez más inmersa en este ambiente. La aceptación social por parte de estas personas es también importante de cara al mantenimiento de sus creencias.

Es posible del mismo modo que algunos pacientes simplemente se aferren a este tipo de recuerdos porque al menos les facilitan una explicación de su sufrimiento psicológico (7).

Es necesario comprender que cuando se han causado daños, peleas, ha habido arrestos o incluso condenas, puede ser especialmente doloroso retractarse y admitir los propios errores.

. Producción experimental de recuerdos falsos:

La investigación experimental ha demostrado que para aumentar la probabilidad de que un sujeto acepte que un suceso cualquiera le ha ocurrido a él, lo único que hay que conseguir es que le parezca posible (17).

Prácticamente cualquier recuerdo puede llegar a aceptarse como real si se sigue el procedimiento adecuado. Naturalmente, el efecto no se produce en todos los sujetos pero los porcentajes que se han alcanzado en varios de los experimentos realizados hasta la fecha son de sobra significativos. En algunos de los experimentos anteriormente citados, más del 20% de los sujetos recordaba un suceso que no le había ocurrido, pero este porcentaje puede ser incluso mayor, dependiendo de la naturaleza del recuerdo que se quiera implantar y de las características individuales del sujeto.

El primer paso es conseguir que el suceso sea percibido como plausible (e. g. , utilizando lecturas relacionadas); el segundo, que el sujeto adquiera la creencia autobiográfica de que es posible que le hubiera ocurrido a él; y el tercero, que interprete sus pensamientos y fantasías sobre el suceso como recuerdos.

El primero y el segundo de estos pasos pueden manipularse experimentalmente. El tercero depende más del individuo y de sus características de personalidad, aunque también puede incitarse al sujeto a interpretar sus imágenes mentales en un sentido o en otro.

La simple lectura de un artículo breve es capaz de aumentar tanto la plausibilidad percibida por el sujeto de un acontecimiento determinado, como la probabilidad subjetiva de que dicho suceso le haya ocurrido a él mismo. Estos dos aspectos son independientes. Por ejemplo, la lectura de un texto relacionado con el tema en cuestión pero ambientado en otra cultura o en otro tiempo, puede aumentar la plausibilidad que el sujeto le otorga a dicho suceso, pero sin producir ningún cambio en la probabilidad con la que estima que aquello le haya podido suceder a él.  

Muchas de nuestras creencias autobiográficas (e. g. , el lugar donde nacimos) están basadas en conocimientos que son independientes de nuestra memoria autobiográfica. Sin embargo, la sensación de conocimiento puede convertirse en una sensación de recuerdo, lo que significa que las personas no sólo saben que un suceso les ocurrió en el pasado, sino que pueden llegar a tener recuerdos específicos que acompañen a dicho conocimiento (17).

Todo esto refuerza la idea de que es necesario ser cuidadoso con la utilización de procedimientos potencialmente sugestivos que puedan cambiar la probabilidad percibida por el sujeto de la ocurrencia de sucesos no recordados.

Epidemiología y curso

No es posible concretar la tasa de prevalencia de un trastorno tan poco estudiado y sobre el cual apenas existen estudios de campo en la actualidad. Todo lo que podemos hacer son estimaciones.

Los más fervientes defensores de la existencia de este síndrome aseguran que ha cobrado proporciones epidémicas. Los detractores niegan incluso la existencia del mismo. Entre ambos extremos, Hovdestad y Kristiansen (35) realizaron un estudio con 100 mujeres que creían haber sufrido abusos sexuales en la infancia. Según sus conclusiones, sólo entre un 3. 9% y un 13. 6% de estas mujeres cumplían los criterios establecidos.

Appelle et al. (27) han realizado un escrupuloso estudio sobre la evidencia y la interpretación de casos de supuestos secuestros de seres humanos por parte de criaturas aparentemente extraterrestres. En este estu

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