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Tabaquismo y género: Diferencias en estrés, ansiedad y depresión.

Autor/autores: María Dolores Diaz Palarea
Fecha Publicación: 01/03/2009
Área temática: Adictivos, Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Objetivo: estudiar la asociación entre el estrés, la ansiedad y la depresión con el consumo de tabaco, teniendo en cuenta las diferencias de género, sí como la interrelación entre estas variables y la adicción a la nicotina. Método: estudio con un diseño cuasi experimental de dos grupos independientes, experimental (fumadores) y control (no fumadores), con medidas solo post, en una muestra de 246 personas (55, 2% mujeres) de una edad media de 32, 3 años. Resultados: las mujeres manifiestan mayor nivel de depresión, ansiedad, estrés y arousal que los hombres.

Los fumadores muestran mayor nivel de ansiedad y estrés que los no fumadores, no encontrándose diferencias en la depresión. Los hombres fumadores presentan mayor ansiedad y activación que los no fumadores, no encontrándose diferencias en las mujeres. En la muestra de fumadores, la ansiedad se correlaciona positivamente con la depresión; el estrés se correlaciona positivamente con el arousal, la ansiedad y la depresión y el arousal se correlacionan negativamente con la dependencia a la nicotina. Conclusión: el consumo de tabaco se asocia en hombres a una mayor afecto negativo, pero no en mujeres. Las mujeres presentan mayor afecto negativo que los hombres independientemente de si fuman o no.

Palabras clave: Ansiedad, Dependencia a la nicotina, Depresión, Estrés, Género, Tabaco


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TABAQUISMO Y GÉNERO: DIFERENCIAS EN ESTRÉS, ansiedad Y DEPRESIÓN

Mesa:
1m2 39057

Comi Diaz, Cristina; Diaz Palarea, María Dolores; *Calvo Francés, Fernando.
* fcalvo@denf. ulpgc. es

Resumen
Objetivo: estudiar la asociación entre el estrés, la ansiedad y la depresión con el
consumo de tabaco, teniendo en cuenta las diferencias de género, sí como la
interrelación entre estas variables y la adicción a la nicotina. Método: estudio con
un diseño cuasi experimental de dos grupos independientes, experimental
(fumadores) y control (no fumadores), con medidas solo post, en una muestra de
246 personas (55, 2% mujeres) de una edad media de 32, 3 años. Resultados: las
mujeres manifiestan mayor nivel de depresión, ansiedad, estrés y arousal que los
hombres. Los fumadores muestran mayor nivel de ansiedad y estrés que los no
fumadores, no encontrándose diferencias en la depresión. Los hombres fumadores
presentan mayor ansiedad y activación que los no fumadores, no encontrándose
diferencias en las mujeres. En la muestra de fumadores, la ansiedad se correlaciona
positivamente con la depresión; el estrés se correlaciona positivamente con el
arousal, la ansiedad y la depresión y el arousal se correlacionan negativamente con la
dependencia a la nicotina. Conclusión: el consumo de tabaco se asocia en hombres a
una mayor afecto negativo, pero no en mujeres. Las mujeres presentan mayor afecto
negativo que los hombres independientemente de si fuman o no.

Palabras clave: tabaco, estrés, ansiedad, depresión, dependencia a la nicotina, género.

Este trabajo está parcialmente financiado por la ayuda TS12005-07764-C02-02
I+D+I del Ministerio de Educación y Ciencia con fondos FEDER.

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SMOKING AND GENDER: DIFFERENCES IN STRESS, ANXIETY AND DEPRESSION

Abstract
Objective: This study examines the association between stress, anxiety, depression
and the use of tobacco, taking gender into account, as well as the interrelationship
between these variables and nicotine addiction. Method: A quasi-experimental
design study of two independent groups, experimental (smoking) and control (no
smoking), with only post measurements, in a sample of 246 people (55. 2% women)
average age of 32. 3 years. Results: women express higher levels of depression,
anxiety, stress and arousal than men. Smokers show higher levels of anxiety and
stress than non-smokers, but no differences in depression. Male smokers have
higher anxiety and activation than non-smokers. No differences were found among
women. In the sample of smokers,

anxiety was positively correlated with

depression, stress correlates positively with arousal, anxiety and depression and
arousal are negatively correlated with the dependence on nicotine. Conclusions:
smoking is associated in men, but not in women, with greater negative affect.
Women express more negative affect than men regardless of whether they smoke or
not.
Keywords: tobacco, stress, anxiety, depression, nicotine dependence, gender.

Este trabajo está parcialmente financiado por la ayuda TS12005-07764-C02-02
I+D+I del Ministerio de Educación y Ciencia con fondos FEDER.

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Actualmente, el consumo de tabaco constituye una de las principales
causas de muerte que pueden ser objeto de una activa prevención (1, 2), así como de
una clara disminución de la esperanza de vida y de un incremento del gasto social y
sanitario (3). En el contexto mundial, varios estudios informan la prevalencia de
consumo de tabaco en la población general, la prevalencia varía de una región a
otra, (4, 5). Una prevalencia del 22, 8% en Estados Unidos (6), el 34. 4% en Kuwait
(7). En países del Medio Oriente como Arabia Saudita se informan prevalencias
tan bajas como 11, 6% (8), el 19. 7% en Pakistán (9). En países europeos como
Estonia se encuentran prevalencias superiores al 41, 3%

(10) o el 25. 9% en

Bulgaria (11).
A pesar de ser bien conocidos los beneficios de dejar de fumar (12) y de que
actualmente se dispone de una amplia gamma de tratamientos y abordajes del hábito
tabáquico (13), todavía no se consiguen los resultados deseados. El descenso en la
prevalencia del consumo de tabaco se está produciendo lentamente habiendo pasado la
proporción de fumadores entre la población mayor de 16 años de un 38. 1% en 1987 a
un 36, 9% en 1995 y a un 35, 7% en 1997 (14). El 70% de los fumadores quiere dejar
de fumar (12) pero menos del 10% alcanza la abstinencia al cabo de un año (15) ya
que el porcentaje de recaídas es muy elevado al igual que en otras dependencias. Se
estima que entre un 50% y un 75% de los fumadores que han seguido un programa de
tratamiento recaen en el año siguiente (16) incrementándose estos porcentajes en
aquellos que abandonan el consumo de forma espontánea (12). La mayoría de las
recaídas se producen en los tres primeros meses posteriores al abandono (17, 18) y
muchos fumadores van a requerir varios intentos antes de alcanzar la abstinencia
consolidada (19). El considerar la recaída como parte del proceso de dejar de fumar es
por tanto fundamental al abordar este tipo de adicción.
La recaída constituye un evento frecuente en el proceso de dejar de fumar
siendo, en parte, responsable de la alta prevalencia de tabaquismo. Los estados de
ansiedad, depresión, irritabilidad y estrés están vinculados a episodios de recaídas.

2

Shiffman, 1986 (20) informa que los estados emocionales negativos podían
condicionar los episodios de recaída, resultados que han sido reproducidos
posteriormente en otros estudios (21, 22, 23). Drobes, Meier y Tiffany, (1994) (24)
exponen un programa para dejar de fumar sometiendo a los sujetos a situaciones
imaginarias de alto riesgo y encuentran que al incorporar a las situaciones elementos
relacionados con emociones negativas los sujetos manifiestan ser menos capaces de
afrontarlas sin fumar. Estos autores concluyen que la capacidad para mantener la
abstinencia se ve claramente disminuida bajo estados emocionales negativos. En este
sentido, Shiffman y colaboradores, (1996) (25) encuentran que el 62% de los
participantes de un programa cognitivo conductual para abandono del tabaco afirma
que cuando fumaron por primera vez después de un periodo de abstinencia de 24
horas, se encontraban bajo estados emocionales altamente negativos, principalmente
de estrés e ira. Estos autores concluyen que el hecho de fumar puede deberse a un
intento por parte de la persona de controlar estados de ánimo negativos.
Existen evidencias de la asociación entre los trastornos mentales en general
y el consumo de nicotina (26). En la población corriente se observa una relación
importante entre el fumar y los trastornos mentales más comunes, trastornos de
ansiedad, depresivos, psicóticos y relacionados con el consumo de sustancias (27,
28). De la misma forma, en personas con un diagnóstico formal de trastorno mental
se encuentra con mayor frecuencia el consumo de tabaco (29, 30). Es necesario
considerar que no todos los fumadores reúnen criterios para dependencia de
nicotina (31). Se observa en personas con dependencia de nicotina mayor
frecuencia de trastornos relacionados con el consumo de sustancias, depresivos y
ansiedad (13). Estos hallazgos podrían ser una prueba palpable de las dificultades
que tienen las personas con trastornos afectivos para dejar de fumar, así como una
mayor vulnerabilidad para iniciarse y mantener el hábito de fumar.
trastorno DE ansiedad Y DEPENDENCIA DE NICOTINA
Se puede definir la ansiedad como una respuesta emocional o conjunto de
respuestas que se manifiestan en el área cognitiva o de pensamiento, conductual,

3

motora y psicofisiológica. Inicialmente, los trabajos que han intentado determinar la
relación entre tabaquismo y trastornos de ansiedad, han obtenido resultados
discrepantes. Estudios preliminares realizados en población general no han
demostrado que exista una clara asociación entre ambas (32, 33, 34). Sin embargo,
en investigaciones entre pacientes psiquiátricos, se encontró una alta prevalencia de
tabaquismo entre pacientes con trastornos de ansiedad (35). Breslau et al. , (1991)
(31), demostró que la asociación entre trastornos de ansiedad y tabaquismo sólo era
significativa en aquellos fumadores con dependencia de nicotina, y que la
intensidad de esta asociación variaba con el nivel de severidad de la dependencia.
Para estos autores la diferencia en los resultados de los distintos trabajos está en que
en los trabajos en que no se encontró asociación significativa entre ambas
condiciones, no fue considerada la clasificación de los fumadores en dependientes y
no dependientes. Posteriormente estos mismos autores describieron que personas
con historia de cualquier trastorno de ansiedad manifestaban síntomas de privación
de nicotina más severos que las personas sin dicho antecedente (36). En esta línea
John U, et al, (2004) (37) informa que el grado de dependencia a la nicotina y los
síntomas de abstinencia están relacionados con trastornos mentales. La ansiedad,
como síntoma del "craving", juega un papel fundamental en el mantenimiento de la
conducta de fumar, contribuyendo al mecanismo de refuerzo negativo,
considerándose uno de los factores más determinantes del abandono terapéutico de
la deshabituación y causante de las recaídas en el consumo tras largos periodos de
abstinencia (38). Entre los síntomas de abstinencia al tabaco destaca el estado de
ánimo depresivo o disfórico y la ansiedad (39) y,

aunque la mayoría de los

síntomas de la abstinencia desaparecen en un plazo de cuatro semanas, la ansiedad
por fumar pueden mantenerse durante años (13). Así miso, Parrott, AC (2004) (40)
muestra el tabaquismo no muestra beneficios en el control de ánimo sino más bien
la dependencia de la nicotina se asocia con la labilidad de ánimo, dando lugar a
sentimientos de mayor estrés y la depresión en muchos fumadores regulares, sin
embargo encuentra que tras el abandono del tabaco existe una mejora permanente
de ánimo. Tanto la ansiedad como al depresión se han manifestado como unos
predictores significativos de la intensidad de los síntomas posteriores a la

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abstinencia a la nicotina y se mantienen durante 18 horas después de la retirada
(41).
Por otro lado, el hábito tabáquico es altamente prevalente en la mayoría de
los trastornos de ansiedad. El tabaquismo aumenta el riesgo para el posterior
desarrollo de determinados trastornos de ansiedad, y los fumadores con trastornos
de ansiedad tienen más graves los síntomas de abstinencia durante la
deshabituación tabáquica de los fumadores, sin los trastornos de ansiedad (42). En
este sentido,

Collins BN, Lepore SJ. , (2008) (43), encuentran una asociación

significativa entre el nivel de ansiedad y fumar y que los fumadores actuales
presentan una mayor ansiedad que los no fumadores y que los exfumadores, y que
entre los fumadores actuales, el mayor nivel de ansiedad se asocia con una mayor
dependencia a la nicotina. Es interesante señalar que si bien existiría una clara
mayor frecuencia de tabaquismo en pacientes con trastornos de ansiedad, aparece
como excepción el trastorno obsesivo compulsivo con una prevalencia de
tabaquismo de solo un 9%, claramente menor que la de la población general (44).
La explicación de la asociación existente entre tabaquismo y trastornos de
ansiedad no está clara, ya que no existe acuerdo en que el fumar disminuya los
síntomas de ansiedad en estos pacientes. Khazaal Y, Cornuz J, y Zullino D. , (2004)
(45) estudian la relación entre varios tipos de trastornos de ansiedad y el consumo
de tabaco y argumentan que la nicotina probablemente modula la función de las
vías involucradas en la respuesta de estrés y ansiedad en el cerebro normal, lo que
da lugar a alteraciones de los niveles de ansiedad. Los trastornos de ansiedad no
parecen estar relacionados con una determinada forma de consumo de tabaco. Sin
embargo, el consumo de tabaco es más frecuente en estos pacientes y parece estar
implicado en algunas de sus estrategias de afrontamiento.
El esclarecimiento de las bases neurobiológicas y mecanismos de
comportamiento que subyacen a la asociación entre el tabaquismo y los trastornos
de ansiedad es necesaria para entender mejor la interrelación entre estas variables,

5

incluidos los predictores, los moduladores y los mecanismos de acción implicados
en el desarrollo y mantenimiento del tabaquismo (46). El estudio en estas áreas
deben impulsar la prevención, así como el desarrollo y la mejora de los programas
para dejar de fumar para las personas con ansiedad y otros trastornos psiquiátricos

DEPRESIÓN Y DEPENDENCIA A LA NICOTINA
Existen toda una serie de estudios que demuestran con claridad la relación
entre fumar y depresión (35, 27). Las personas depresivas fuman en una gran
proporción, presentan una importante dependencia a la nicotina y son menos
capaces de dejar de fumar que aquellas que no tienen historia de depresión. Existe,
además, evidencia de la fuerte asociación que existe entre la historia de depresión
mayor (32, 28), la sintomatología depresiva (33) y fumar cigarrillos. Los fumadores
con episodios previos de depresión tienen más riesgo de presentar síntomas
depresivos durante el síndrome de abstinencia pudiendo ser motivo de recaída
(32, 33, 47). También se ha encontrado que los individuos que han experimentado
depresión es 1. 6 veces más probable que lleguen a ser fumadores que aquellos que
no lo han padecido (35). La depresión también se ha asociado con la recaída (48) y
se ha especulado que los sujetos depresivos pueden utilizar la nicotina como una
forma de automedicación para prevenir la aparición de episodios depresivos (49).
Vázquez y Becoña (1998) (50) en una revisión de las publicaciones sobre este tema
concluyen que dejar de fumar es más difícil para el fumador deprimido que para el
resto de la población, pues presenta síntomas de abstinencia más intensos
(irritabilidad, ansiedad y disforia) teniendo mayor probabilidad de fracasar en su
intento. Mykletun A et al, (2008) (51), en un estudio sobre la relación entre
ansiedad, depresión y tabaquismo informan que la asociación con el consumo de
tabaco fue mayor en la situaciones de comorbilidad ansiedad-depresión, seguida
por la ansiedad, y sólo marginal en la depresión. Las asociaciones fueron más
fuertes en las mujeres y los jóvenes participantes. Así mismo, estos autores
encontraron que la ansiedad y la depresión son más frecuentes en fumadores
actuales, seguido por los exfumadores, y finalmente los que nunca han fumado. Sin

6

embargo, no se encontró disminución de la ansiedad o la depresión con el paso del
tiempo desde la abstinencia.
Por otro lado, la recurrencia de la depresión después de dejar de fumar se ha
documentado entre los fumadores con antecedentes de depresión. Bock BC,
Goldstein MG y Marcus BH. (1996) (52) analizan el desarrollo de depresión mayor
después de dejar de fumar entre tres mujeres sin notables historias de la depresión.
Poco después de dejar de fumar, estas mujeres desarrollaron importantes síntomas
depresivos que requieren intervención psiquiátrica. Estos autores proponen la
importancia de controlar los síntomas depresivos en pacientes sometidos a
tratamiento para dejar de fumar.
La depresión parece guardar mayor relación con los efectos farmacológicos de
la nicotina. La nicotina del tabaco, además de sus propiedades reforzadoras, parece
aliviar los efectos adversos del estrés (53, 54), lo que probablemente aumente su
potencial adictivo en pacientes depresivos. No obstante, la nicotina per se presenta un
añadido efecto depresogénico propiciar cambios en la formación y liberación del
neurotransmisor serotonina (5-HT), que suele manifestarse principalmente durante la
abstinencia (53, 55). Por lo tanto, el tabaco inhalado tiene propiedades agudas y
crónicas en la elevación del humor, pero su retirada produce síntomas depresivos,
disforia e irritabilidad. Los mecanismos biológicos de la depresión comparten algunas
vías y neurotransmisores que también intervienen con la inhalación de tabaco. Así, la
nicotina no sólo incrementa la actividad dopaminérgica al activar los receptores de
acetil colina (nAch), sino que además incide sobre neurotransmisores como la
noradrenalina (NA), 5-HT, GABA o glutamato, en varias regiones del cerebro
(54, 46).
El tratamiento con antidepresivos reduce los déficit en la neurotransmisión
monoaminérgica tras la retirada, e induce una mejora en los síntomas inducidos por la
abstinencia. Los fármacos más empleados en este contexto, o que se están estudiando,
son: algunos antidepresivos tricíclicos como la nortriptilina y la doxepina; algunos
inhibidores reversibles de la MAO-A como la moclobemida, e inhibidores selectivos

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de la recaptación de serotonina, como por ejemplo la fluoxetina, o de dopaminanoradrenalina, como el bupropion (53, 56, 58).
La relación entre tabaco y depresión hace pensar que también existe una
vulnerabilidad genética para ambas condiciones: la adicción a la nicotina y los
episodios de depresión mayor. Probablemente esta predisposición biológica sea
responsable tanto del mayor riesgo de depresión en fumadores como de la diaria rutina
de fumar en sujetos depresivos. También, posiblemente, pueda explicar la notable
correlación negativa hallada entre síntomas depresivos y éxito en la retirada del
tabaco. La mayor parte de los fumadores informa de una sensación de bienestar, de
calma, y de mejora en la atención y en la concentración después de fumar. La
localización y función de los receptores nicotínicos son las responsables de estos
efectos. La activación de las distintas subunidades del receptor nAch en el tálamo, la
corteza cerebral, el estriado y el cerebelo parece mediar los mecanismos atencionales,
de memoria y de integración sensorial asociados al tabaquismo (57, 58).

ESTRES Y DEPENDENCIA A LA NICOTINA
La nicotina se comporta como una droga responsable del desarrollo de una
conducta adictiva al inducir numerosos cambios bioquímicos y estructurales en el
sistema nervioso central. Dentro de la actividad central de la nicotina, destaca el
desarrollo de una activación cortical y se ha demostrado que promueve la liberación
de acetilcolina en las vías colinérgicas ascendentes que se dirigen hacia la corteza
(59, 60). Esta actividad colinérgica produce una desincronización cortical
esencialmente igual a la hallada cuando las personas están procesando eficientemente
información (61, 62). Los posibles efectos de la nicotina en el almacenamiento de
información se han atribuido a la producción y mantenimiento del estado de arousal
cortical inducido por esta sustancia, especialmente mediante la activación de la vía
colinérgica que va desde el núcleo basal de Meynert al neocórtex (63, 59). Así, por
ejemplo, se ha observado un incremento en el flujo sanguíneo de la arteria cerebral
media cuando una persona está fumando (64). Esta activación cortical podría estar

8

relacionada con la sensación inicial de bienestar inicial y la autopercepción del que
el fumar ayuda a reducir el estrés que manifiestan los fumadores (65).
Por otro lado, hay que tomar en consideración, que los niveles de estrés de
los fumadores adultos son ligeramente más altos que los de los no fumadores, es
más, en un estudio hecho en adolescentes fumadores se encontró un progresivo
aumento de los niveles de estrés a medida que aumentan periódicamente las pautas
de fumar (66). Así mismo, fumar cigarrillos también ha demostrado que aumenta
los niveles de excitación en los informes de autovaloración del estado de
sentimientos de excitación, por lo que lejos de actuar como una ayuda para el
control de ánimo, la dependencia de la nicotina parece exacerbar a largo plazo el
estrés y la excitación (65, 66). De este modo, el aparente efecto relajante inicial de
fumar sólo refleja la inversión de la tensión e irritabilidad que se desarrollan
durante el agotamiento de la nicotina. Estos estudios demuestran la importancia del
control del estado de ánimo como un motivo para fumar.
El estado de ánimo en los fumadores está sujeto a un ritmo circadiano (67),
en este sentido, Adan A, Prat G, Sánchez-Turet M (2004) (68) realizaron un
estudio con el objetivo de determinar la influencia de la dependencia de nicotina en
las variaciones diurnas de la percepción subjetiva de activación y estado de ánimo
en fumadores sin las restricciones habituales en sus hábitos de fumar, en
comparación con los no fumadores. La apreciación subjetiva del estado de ánimo y
la activación de los fumadores mejoró después de haber fumado su primer cigarrillo
por la mañana, y este efecto fue mayor para los fumadores con mayor nivel de
dependencia a la nicotina. Sin embargo, el estado de ánimo fue bajando a lo largo
del día, siendo en más bajo para los fumadores con alta dependencia a la nicotina,
intermedio-bajo en los fumadores de dependencia moderada y mayor en los no
fumadores. Además, los fumadores mostraron un retraso en la máxima diurna
subjetiva de activación de 2 horas para los de dependencia baja a la nicotina y de 3
horas para los de alto nivel de dependencia. Así mismo los fumadores de mayor
dependencia a la nicotina presentan una disminución de la amplitud diurna de la

9

activación subjetiva. Por todo ello, estos autores concluyen existen diferencias en la
ritmicidad circadiana entre los no fumadores y fumadores, y que el nivel de
dependencia de nicotina en los fumadores es un factor relevante para la
interpretación de las variaciones diarias del estado de ánimo (68).
Abrams (1993) (69) advierte que la adaptación del tratamiento a las
características individuales de cada sujeto es imprescindible para mejorar las tasas de
eficacia de los tratamientos para el abandono del tabaco. Sin embargo, antes de que
los tratamientos puedan ser diseñados y probados, se deben dar dos requisitos previos:
a) identificar las dimensiones psicológicas y otras que permitan discriminar con
fiabilidad a los fumadores y, b) aclarar los procesos cognitivos y motivacionales que
sustentan el hábito de fumar entre los subgrupos de fumadores (50). Intensificar los
programas de tratamiento, entrenar en habilidades para afrontar las distintas
situaciones de riesgo y el control de los factores emocionales así como fomentar la
búsqueda de apoyo social son formas de intervención que se han mostrado eficaces
para la prevención de la recaída en el abandono del consumo de tabaco (70).
La respuesta de salud pública al consumo de tabaco por lo general ha
consistido en campañas dirigidas al cese del consumo o a desalentar el inicio del
hábito de fumar. En esta línea se ha puesto de relieve la necesidad de centrarse en
las personas con trastornos mentales (71). Si bien se ha constatado que entre los
efectos del cese del consumo del tabaco en personas con una historia de trastorno
de depresión mayor (MDD) se incluye un mayor riesgo de desarrollar un nuevo
episodio de MDD en las siguientes 4 semanas y 6 meses (32), 42Morissette SB et
al, (2007) (42) informa que dejar de fumar no supone un mayor riesgo de sufrir un
nuevo episodio depresivo en comparación con no fumadores, sin embargo
argumenta que la sintomatología de ansiedad determina una mayor dificultad para
el abandono del tabaco. En este sentido, Mykletun, et al, (2008) (51) advierte sobre
la importancia de tener en cuenta la comorbilidad entre ansiedad y depresión, el
tiempo después del abandono del tabaco, así como las diferencias de género.

10

En relación a las diferencias de género, las investigaciones han demostrado
que las mujeres son más propensas a desarrollar depresión o ansiedad durante el
transcurso de su vida en comparación con los hombres (72). Las diferencias en como
los hombres y las mujeres responden a los acontecimientos estresantes quizás un
factor clave en explicar estas diferencias de género. Por ejemplo, algunos estudios han
demostrado que las mujeres en autoinformes subjetivos de sensación de peligro
manifiestan mayor respuesta a sucesos vitales estresantes que los hombres (73), y una
mayor exposición reactividad fisiológica al reto de laboratorio (74). Otro factor
potencialmente importante de los aspectos diferenciales en la respuesta a la exposición
inicial de estrés es el medida en que los hombres y las mujeres se adaptan a un
estresante dado tras repetidas exposiciones. En esta línea, Schmaus BJ, et al (2008)
(75) investigaron las diferencias de género en respuesta subjetiva y reactividad
cardiovascular a la exposición repetida a una situación estresante inducida en
laboratorio, así como los mecanismos cognitivos responsables de estas diferencias de
género. En este estudio encontraron que las mujeres exhibieron significativamente
mayor la frecuencia cardíaca (FC) y reactividad negativa (NA) a la segunda
exposición en comparación con los hombres. Las mujeres también informaron
significativamente mayor evitación de pensamientos después de la primera exposición
que los hombres. Los autores indican que las mujeres pueden ser más vulnerables a las
reiteradas exposiciones de estrés en comparación a los hombres sugiriendo el
desarrollo de una mayor sensibilización al estrés.
El objetivo general de este trabajo es estudiar la relación entre fumar, estrés,
la sintomatología de ansiedad y de depresión.
Los objetivos específicos fueron los siguientes: (a) estudiar la asociación
entre el consumo de tabaco, el estrés, la ansiedad y la depresión teniendo en cuenta
las diferencias sexuales, (b) estudiar la asociación entre el estrés, la ansiedad y la
depresión y haber fumado en el pasado, (c) estudiar la interrelación entre el estrés,
la ansiedad, la depresión y la dependencia a la nicotina.

11

MÉTODO
Diseño
Dado que la variable independiente (fumador versus no fumador) no ha
sido manipulada, y es, por tanto, de carácter únicamente clasificatorio, se trata
de un diseño cuasi experimental de dos grupos independientes, experimental
(fumadores) y cuasi-control (no fumadores), con medidas solo post (Montero y
León, 2005). La recogida de datos se realizó mediante una batería de test.
Participantes
La muestra se compuso de 246 personas, con una edad media de 32, 35
años (18 ­ 63, + 13, 04) y un porcentaje de mujeres del 55, 2%. La muestra
actual analizada en este trabajo quedó distribuida, en 44, 6% personas para el
grupo de fumadores actuales y 55, 4% para el grupo de no fumadores. A su vez
en el grupo de no fumadores se diferenció entre los que nunca han fumado
(41, 6%) y los que fumaron en el pasado (13, 9%). El nivel de instrucción
académica y la profesión se recoge en las Tablas 1 y 2 respectivamente.

Lee y escribe
Estudios primarios
ESO/BUP o equivalente
Estudios universitarios: hasta el curso. . .
Estudios universitarios: carrera completa
Total

Frecuencia

Porcentaje

2
41
86
74
37
246

, 8
17, 1
35, 8
30, 8
15, 4
100, 0

tabla 1. - Nivel de Instrucción académica

Ejecutivo, directivo
Técnico grado superior
Técnico grado medio
Negocio independiente
Trabajador cualificado, propietario agrícola
Trabajador no cualificado
Ama de casa
Estudiante
Jubilado
Total

Frecuencia

Porcentaje

6
26
17
8
49
26
21
84
1
246

2, 5
10, 9
7, 1
3, 4
20, 6
10, 9
8, 8
35, 3
, 4
100, 0

tabla 2. - Profesión

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Instrumentos
Se empleó el inventario Diferencial de Adjetivos para el Estudio del
Estado de Ánimo (IDDA-EA) (76). El IDDA-EA está compuesto por 28 pares
de adjetivos antónimos, situados en los extremos de una escala de 7 puntos (-3 a
+3) de tipo diferencial semántico. Se estudian tres dimensiones de la evaluación
individual del potencial de energía que experimenta cada persona en cada
momento:


Activación, representado por adjetivos referidos a la actividad concreta que
el individuo está realizando. Determina el nivel de energía empleada en el
mantenimiento del interés y atención necesario en una situación o actividad
concreta. Una alta puntuación en esta dimensión indica un elevado nivel de
energía determinado por alto grado de interés y motivación exigidos por la
actividad en la que están involucrados,



estrés, representa los sentimientos desagradables de activación corporal de
respuestas negativas a las exigencias del medio. . El individuo se describe a
si mismo evaluando lo emocional vegetativo y autonómico en la percepción
de su estado de ánimo. Puntuaciones altas en esta dimensión determinan que
el individuo evalúa su estado de animo en términos negativos para un nivel
alto de energía



arousal (energía interna), continuo de energía vinculada a la actividad del
cortex cerebral mantenida por la formación reticular, es un factor
prácticamente residual y que se puede confundir con la Activación que es
más independiente del medio y de la situación concreta del individuo.
Determina las características endógenas del sujeto, antes que las demandas
de la situación. Se utiliza para identificar la energía corporal que se ve
afectada por los ritmos circadianos vigilia-sueño. Una puntuación alta se
relaciona con el grado de bienestar y de no estar afectado por sueño o fatiga.
Joseph M. Tous Ral y Antonio Andrés Pueyo (76) informan en el

manual sobre la constatación de la validez convergente y discriminante de cada
par de adjetivos para cada uno de los factores, así como de la validez

13

concurrente y el rango de fiabilidad que va desde un mínimo de 0, 81 a un
máximo de 0, 91. Los autores nos comentan que ha sido construido para medir e
investigar el continuo de intensidad, no direccional, desde la excitación extrema
hasta el sueño profundo en cada individuo. La construcción de este inventario se
basa en la presunción de que un único listado de adjetivos es suficiente para la
evaluación del estado de ánimo.
La EADG fue desarrollada por Goldberg en 1988 a partir de una versión
modificada de la Psychiatric Assessment Schedule, con la finalidad de lograr
una entrevista de corta duración para ser utilizada por médicos no psiquiatras
como instrumento de cribaje. La versión en castellano ha sido validada por
Montón, Pérez-Echevarría, Campos y otros (1993), (77). Consta de dos escalas,
una de ansiedad y otra de depresión, con 9 ítems cada una, todos ellos de
respuesta dicotómica (Sí/No); se da una puntuación independiente para cada
escala, con un punto para cada respuesta afirmativa. Cada una de las subescalas
se estructura en 4 ítems iniciales de despistaje para determinar si es o no
probable que exista un trastorno afectivo, y un segundo grupo de 5 ítems que se
formulan sólo si se obtienen respuestas positivas a las preguntas de despistaje;
el punto de corte es > 3 para la subescala de ansiedad y > 2 para la subescala de
depresión. Su aplicación es hetero-administrada y puede ser aplicada incluso por
personal no médico, sin precisar estandarización, con lo cual no hay ninguna
dificultad en que sean los propios alumnos los que la administren. , en la que se
interroga al paciente sobre si ha presentado en las dos últimas semanas alguno
de los síntomas a los que hacen referencia los ítems. La EADG tiene una
sensibilidad del 83, 1%, especificidad 81, 8% y valor predictivo positivo del
95, 3%.
Para determinar el nivel de dependencia física a la nicotina se utilizó el
test de Fragerstorm (1978) (78). Se trata de un test de seis preguntas con
respuestas múltiples. Dependiendo de la respuesta que cada fumador dé a cada
una de las preguntas se obtiene una determinada puntuación. Al sumar los

14

puntos ganados en cada una de las cuestiones se obtiene una puntuación total
que oscila entre 0 y 10 puntos.
La valoración del test, no sólo servirá para conocer el grado de
dependencia física que el fumador tiene por la nicotina, sino que también puede
ser utilizado con fines pronósticos y de indicación terapéutica. La valoración se
hizo de acuerdo con el siguiente esquema donde se representan las puntuaciones
de corte (Tabla 3).
Nivel de dependencia
El fumador es poco dependiente de la nicotina
Implican dependencia media
El fumador es altamente dependiente a la nicotina

P. Corte
4
5y6
7

tabla 3. - Puntos de corte en test de Fragerstorm

Procedimiento
Actuaron como encuestadores los alumnos matriculados en una
asignatura optativa de la Diplomatura de Enfermería. Cada uno de estos
alumnos encuestó

a 4 personas de 18 o más años hasta con la siguiente

distribución: 2 varones: 1 fumador, 1 no fumador; 2 mujeres: 1 fumadora, 1 no
fumadora; Así mismo los propios alumnos cumplimentaron el cuestionario.
2. 5. Análisis
Depurados los datos se realizaron los análisis descriptivos, diferencias de
medias (pruebas t y ANOVA) y correlaciones pertinentes al estudio. Se utilizó
la versión 14 del paquete estadístico SPSS para Windows, en cuya base da datos
se volcaron los cuestionarios.
RESULTADOS
En relación a la sintomatología afectiva, los síntomas más frecuentes de
ansiedad en la muestra en general son nerviosismo (69, 1%) y preocupación
indefinida (70%).

15

Al separar la muestra en fumadores y no fumadores, destaca que los fumadores
manifiestan como síntomas de ansiedad mayor sensación de preocupación
indefinida (X=0, 75; SD=0, 43 fumadores v. s. no fumadores X=0, 65; SD=0, 48;
t=1, 71; gl 228, p<0, 001)), nerviosismo (X=0, 73; SD=0, 44 fumadores v. s. no
fumadores X=0, 65; SD=0, 48; t=139. gl 228; p<0, 005) y como síntoma de
depresión la pérdida de peso (X=0, 18; SD0, 38 fumadores v. s. no fumadores
X=0, 10; SD=0, 28; t1, 88; gl 228; p<0, 001).
Los estudios según el sexo demuestran que las mujeres presentan un mayor1
nivel de estrés (p<0, 001), arousal (p<0, 001), ansiedad (p<0, 05) y depresión
(p<0, 01) que los hombres, y que los hombres muestran un mayor nivel de
activación que las mujeres (p<0, 001) como se muestra en las Tablas 1 y 2.
ACTIVACION
X
SD

ESTRÉS
X
SD

AROUSAL
X
SD

Hombre
982, 9***
104, 65
686, 78
87, 8
602, 34
73, 69
Mujer
896, 71
83, 77
795, 99**
70, 92
845, 55**
105, 32
t
6, 92
-10, 44
-20, 52
tabla 1. Prueba t en la puntuación total en el test IDDA-EA por sexo. X= media; SD=
desviación estándar . N= 246; g. l. 227; ***P<0, 001; ** p<0, 01; *p<0, 05 hombre v. s. mujer

ANSIEDAD
DEPRESION
X
SD
X
SD
Hombre
3
3, 5
2, 04
2, 44
Mujer
3, 99*
3, 33
2, 91**
2, 53
t
-2, 23
-2, 61
tabla 2. Prueba t en la puntuación total en el de
Goldberg por sexo. X= media; SD= desviación
estándar . N= 246; g. l. 227; ** p<0, 01; *p<0, 05
hombre v. s. mujer

Constatadas las diferencias entre hombres y mujeres en las variables
estudiadas, al pasar a comparar fumadores v. s. no fumadores, se han
diferenciado, a su vez, por sexo. El estudio de la prueba t para el grupo de
"fumadores" y "no fumadores" revela que los hombres fumadores muestran un
mayor nivel de estrés que los no fumadores (p<0, 01) (Tabla 3).

16

ACTIVACION
ESTRÉS
AROUSAL
X
SD
X
SD
X
SD
Fuma
991, 46
126, 63
711, 44**
80, 42
602, 02
73, 40
No Fuma
975, 15
80, 26
664, 45
87, 87
602, 62
74, 66
t
0, 78
2, 79
-0, 04
tabla 3. Prueba t en la puntuación total en el test IDDA-EA en hombres. . X= media;
SD= desviación estándar . N= 101; g. l. 99; **p<0, 01 fumador v. s. no fumador
HOMBRES

Asimismo, la prueba t en la población femenina revela que las mujeres
fumadoras también muestran un mayor nivel de estrés que las no fumadoras
(p<0, 05) (Tabla 4). No se encontraron diferencias en los niveles de ansiedad ni
depresión (Tabla 5).
ACTIVACION
ESTRÉS
AROUSAL
X
SD
X
SD
X
SD
Fuma
906, 35
84, 25
816, 91*
60, 71
853, 23
96, 53
No Fuma
888, 30
83, 01
778, 79
74, 9
838, 10
111, 05
t
1, 20
3, 08
0, 80
tabla 4. Prueba t en la puntuación total en el test IDDA-EA en MUJERES. X=
media; SD= desviación estándar . N= 128; g. l. 125; *p<0, 05 fumadora v. s. no
fumadora

MUJERES

HOMBRES
ANSIEDAD
DEPRESION
X
SD
X
SD
Fumador
3, 44
3, 38
2, 17
2, 61
No Fumador
2, 60
3, 30
1, 92
2, 29
t
1, 25
0, 49
MUJERES
Fumador
3, 96
3, 28
2, 93
2, 56
No Fumador
4, 00
3, 42
2, 9
2, 54
t
-0, 59
0, 06
tabla 5. - Prueba t en las puntuaciones totales en el test
de Goldberg. Hombres N = 101, g. l. 99; mujeres N=
128, g. l. 125

Con el objetivo de analizar la variable "fumar" se diferenció entre las
personas que "fuman actualmente", los que actualmente no fuman pero
"fumaron en el pasado" y los que "nunca han fumado".
Se realizó una prueba de ANOVA para las puntuaciones totales obtenidas en
el IDDA-EA, y subescalas de ansiedad y depresión de Goldberg. En el caso de la
población masculina, los hombres que "nunca han fumado" presentan menores

17

niveles de estrés que los que"fumaron en el pasado"; p<0, 022 y que los que "fuman
actualmente"; p<0, 0001 (Tabla 6)
HOMBRE
S
FA
FP
NF

ACTIVACION
N
X
SD
4

992, 17 129, 15

6
1

982, 88

7
3

65, 88

ESTRES
X
SD
716, 09**
*
710, 00*

AROUSAL
X
SD

77, 28

600, 35

74, 28

103, 53 618, 41

62, 53

972, 54 85, 87
643, 95
70, 59 597, 22 79, 35
7
tabla 6. - Anova de las puntuaciones totales en IDDA-EA en hombres.
FA: fuma actualmente; FP: fumó en el pasado; NF: nunca ha fumado;
X= media; SD= Desviación estándar. *** p<0, 001 FA v. s. NF; *p<0, 05
FP v. s. NF

La prueba de ANOVA en la población femenina revela que las mujeres que
"nunca han fumado" presentan también un menor nivel de estrés que las que
"fuman actualmente"; p<0, 009, no encontrándose significación estadística con la
que "fumaron en el pasado"; p = 0, 727 (tabla 7). Sin embargo, las diferencias en el
nivel de ansiedad sólo alcanzaron significación en la población masculina, donde
los hombres que "fumaron en el pasado" muestran menor nivel de ansiedad que los
"nunca han fumado"; p<0, 014 (tabla 8).

MUJERE
S
FA
FP
NF

ACTIVACION
N
X
SD

ESTRES
X
SD

AROUSAL
X
SD

5

906, 3

84, 9

816, 91*

60, 7

853, 2

7
1

5
912, 8

3
65, 1

*

1
62, 5

3
817, 5

1
5

2
882, 7

0
86, 7

3
77, 5

5
840, 4

798, 73

98, 53
147, 78

776, 28
104, 46
7
2
6
2
7
tabla 7. - Anova puntuaciones totales en IDDA-EA en mujeres. FA:
fuma actualmente; FP: fumó en el pasado; NF: nunca ha fumado; X=
media; SD= Desviación estándar; p<0, 01 FA v. s. NF

Por último, se estudió en la muestra de fumadores, la relación entre las
puntuaciones obtenidas en el IDDA-EA en activación, estrés y arousal, en las
subescalas de ansiedad y depresión y en el Test de dependencia física de

18

Fargerstrom, mediante correlación de Pearson.

Se encuentra una correlación

negativa (-0, 24) entre la dependencia física a la nicotina (t Fagertrom) y el arousal,
p<0, 015. La activación se correlaciona negativamente con el estrés (-0, 246; P<
0, 01) y con la puntuación en la subescala de depresión (-0, 253; p<0, 009). El estrés,
asimismo, se correlaciona positivamente con el arousal (0, 43; p<0, 0001), con la
puntuación en la subescala de ansiedad (0, 338; p<0, 0001) y con la puntuación en la
subescala de depresión (0, 257; p<0, 008). Las puntuaciones altas en las subescalas
de ansiedad se correlacionan con las obtenidas en la subescala de depresión (0, 558;
p<0, 0001) (Tabla 9).
HOMBRES
ANSIEDAD
DEPRESION
anova
N
X
SD
X
SD
FA
46
3, 48
3, 41
2, 26
2, 62
FP
17
4, 41*
3, 62
2, 12
2, 52
NF
37
1, 84
2, 82
1, 78
2, 20
MUJERES
FA
57
3, 96
3, 28
2, 93
2, 56
FP
11
4, 45
3, 93
3, 00
2, 60
NF
57
3, 91
3, 32
2, 91
2, 57
tabla 8. - Anova puntuaciones totales en test de Goldberg. FA: fuma
actualmente; FP: fumó en el pasado; NF: nunca ha fumado; X=
media; SD= Desviación estándar; *p<0, 05 hombres FP v. s. hombres
NF

Activación
Activación
Estrés
Arousal
Ansiedad
Depresión

Estrés

arousal ansiedad Depresión

-, 246(*)
, 011

-, 185
, 059
, 430(**)
, 000

-, 025
, 800
, 338(**)
, 000
-, 054
, 587

-, 253(**)
, 009
, 257(**)
, 008
-, 162
, 099
, 558(**)
, 000

Fagerström
, 155
, 121
, 013
, 900
-, 240(*)
, 015
, 079
, 432
, 127
, 206

Fagerström
tabla 9. - correlación de Pearson puntuaciones totales IDDA-EA y Goldberg en
fumadores y Test de Fagerström * La correlación es significante al nivel 0, 05 (bilateral).
** La correlación es significativa al nivel 0, 01 (bilateral).

19

DISCUSIÓN
Los datos disponibles de la relación del consumo de cigarrillo y la edad son
inconsistentes. Los resultados de este estudio muestran una media de edad de 32, 35
años, Lopes et al. , (2002) (79), no encontraron relación entre el consumo de cigarrillos
y la edad, si bien es un estudio realizado en pacientes ambulatorios con trastornos
depresivos o de ansiedad. Por su parte, Poirier et al. , (2002) (80), observaron que la
prevalencia de consumo de cigarrillo disminuía con la edad, es posible que esta
diferencia sea mejor explicada por la exclusión sistemática de pacientes con
comorbilidad médica. Es probable que la presencia de una enfermedad médica sea un
factor determinante para el abandono del consumo de cigarrillo en todas las
poblaciones de fumadores. El tomar en consideración entre los fumadores, el aumento
de la edad es un buen predictor de dejar de fumar (81)

Otras investigaciones muestran en forma consistente una mayor prevalencia
de consumo de nicotina en pacientes varones que en mujeres (80), aunque estudios
en países desarrollados presentan un repunte significativo del consumo en el grupo
femenino de la población general y una disminución de la diferencia por género
(82, 6), en nuestro estudio esta variable está sesgada dado que se recogió una
muestra repartida homogéneamente entre ambos sexos.

En relación al nivel de instrucción académica, los estudios en población
general informan cambios en la tendencia del consumo, con una asociación inversa
entre escolaridad y consumo de nicotina (83, 6). En este sentido, Breslau N, Kilbey
MM, Andreski P (1993) (84) y Andreski y Breslau N. (1993) (85) señalaron que la
dependencia a la nicotina se observaba con mayor frecuencia en las personas con
menos años de escolaridad, en nuestro estudio la mayor proporción de fumadores
se encuentra en personas con un nivel de estudios entre ESO-BUP y universitarios,
teniendo en cuenta que el estudio fue realizado en estudiantes universitarios, puede
explicar la alta proporción de estos. Con respecto a la ocupación, Srinivasan y

20

Thara (2002) (86) informaron que los fumadores con mayor frecuencia tenían un
empleo remunerado. La prevalencia de fumadores puede guardar relación con la
disponibilidad de recursos para la compra de cigarrillos. En nuestro estudio, si
extraemos a los estudiantes, la proporción más elevada se encuentra en trabajador
cualificado, siendo inferior en ocupaciones de rango superior. Dentro de las
asociaciones entre las características sociodemográficas y

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