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Formación de profesionales en temas transculturales.

Autor/autores: Eglée Iciarte Lavieri
Fecha Publicación: 01/03/2006
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Los movimientos migratorios han estado presente desde tiempos remotos de la historia de la humanidad. En España dicho fenómeno es relativamente reciente. Su magnitud le hace adquirir una relevancia, que incumbe a los ámbitos socio-económicos y políticos. La peculiaridad de la experiencia migratoria, induce al individuo y a la sociedad de acogida, al desarrollo de competencias biculturales adaptativas y aprendizajes sociales, dirigidas a lograr la integración del inmigrante, sobre una base de igualdad.

El choque cultural y otras variables que pudieran entorpecer dicho proceso, redundarán negativamente en su salud física y mental. Formando parte de las estrategias conducentes a facilitar la integración del inmigrante y su familia, se contempla la formación en temas transculturales, de los profesionales y técnicos que los asisten. Su conscientización y sensibilización, atenuará el impacto psicosocial y su trascendencia.

Palabras clave: Competencia bicultural, Formación, Inmigración, Transculturalidad


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Formación de profesionales en temas transculturales.

Eglée Iciarte Lavieri.

UAM / AMTPFSH

PALABRAS CLAVE: Transculturalidad, Integración, Inmigración, Competencia bicultural, Formación

(KEYWORDS: Transculturality, Integration, Immigration, Bicultural competence, Training)

Resumen

Los movimientos migratorios han estado presente desde tiempos remotos de la historia de la humanidad. En España dicho fenómeno es relativamente reciente. Su magnitud le hace adquirir una relevancia, que incumbe a los ámbitos socio-económicos y políticos.  

La peculiaridad de la experiencia migratoria, induce al individuo y a la sociedad de acogida, al desarrollo de competencias biculturales adaptativas y aprendizajes sociales, dirigidas a lograr la integración del inmigrante, sobre una base de igualdad. El choque cultural y otras variables que pudieran entorpecer dicho proceso, redundarán negativamente en su salud física y mental.

Formando parte de las estrategias conducentes a facilitar la integración del inmigrante y su familia, se contempla la formación en temas transculturales, de los profesionales y técnicos que los asisten. Su conscientización y sensibilización, atenuará el impacto psicosocial y su trascendencia.

Abstract

The migratory movements have occurred since early times in the history of humanity. In Spain, this phenomenon is very recent. However, its dimension makes it a matter of socio-economical and political concern.  

The special characteristics of the migratory experience promote that both the immigrant and the host society develop adaptive bicultural competences and social learning, which are aimed for the integration of the immigrant, based on equality terms. The physical and mental health of the immigrant will be negatively affected by the cultural shock and other variables that could hamper the integration process.  

Special transculturality training for assistance professionals and technicians is contemplated as a strategy to ease the integration of the immigrant and his or her family. The awareness and sensibility of these professionals will attenuate the psychosocial impact and its consequences.



Introducción

Cada día aumenta el número de personas que se trasladan a otros países por motivos de estudios, trabajo o por huir, de una situación económica o política no acorde con sus ideales y metas existenciales. Todo acto migratorio, sea éste elegido o impuesto, es temerario ya que además de comprometer la vida del individuo, ocasiona modificaciones de la historia familiar y propicia un contacto intercultural.

La complejidad de esta experiencia, induce al inmigrante a adquirir diversas competencias adaptativas y aprendizajes sociales. El enfrentamiento de los poderes públicos y las fuerzas de la sociedad de acogida, ante este fenómeno, es usual, al encontrarse comprometidos de brindarles amplias oportunidades de participación sobre una base de igualdad y de ausencia de discriminación. Partiendo del principio de que una sociedad equitativa, se caracteriza porque los servicios públicos y privados, sean accesibles para todos, sus proveedores tienen la responsabilidad de reducir y eliminar las barreras de acceso a las que pudieran enfrentarse determinados grupos (18).  

Los inmigrantes son uno de los colectivos que con mayor frecuencia encuentran obstáculos de inclusión social, ya sea debido a sus diferencias lingüísticas o culturales, o por el atavismo de los autóctonos de preservar el territorio y los recursos de supervivencia implícitos en él, ante el que viene de afuera. Con esta perspectiva, se obvian los beneficios concretos de ese potencial humano que viene dispuesto a desarrollarse ya sea en aspectos laborales, profesionales, culturales, sociales y hasta genéticos.  

Por consiguiente, su participación activa en la sociedad depende de un esfuerzo mancomunado para abordar y eliminar dichos obstáculos. Tanto si una institución o país se encuentra todavía en las primeras fases de un cambio de cultura organizativa como si ha transitado todo el proceso, es esencial que cuente con personal preparado para poner en práctica y gestionar las estrategias de inclusión e integración.

Las políticas de integración deben encontrarse orientadas a facilitar la incorporación de los inmigrantes en los ámbitos de la convivencia, el empleo, la vivienda, la educación y la salud. Si bien es cierto que las alternativas y normas institucionales, gubernamentales y políticas requieren una actualización imprescindible, también es cierto que una genuina adecuación debe iniciarse desde las raíces de las personas, en donde corresponde reconsiderar diversos aspectos que incumben a su espacio psicosocial, que al ser modificados, proporcionen una pauta nueva de funcionamiento y actitudes, conducentes a la integración.

Por ello la integración como fenómeno, es un proceso que puede prolongarse en el tiempo, hasta después de adquirida la ciudadanía o incluso hasta la segunda y la tercera generación, o no ocurrir nunca. Se plantea sobre un compromiso por parte de la sociedad receptora que se propone acoger a los inmigrantes y les ofrece oportunidades para familiarizarse con la lengua, los valores básicos, las costumbres y su bienestar material, y por parte de los inmigrantes, la determinación de formar parte de esa sociedad receptora, sin abandonar completamente su cultura originaria (17).

A propósito de las necesidades planteadas en este sentido, dentro de las políticas dirigidas a paliar el choque cultural y promocionar la integración de los inmigrantes, se debe contemplar, en los presupuestos destinados con este fin, la promoción e investigación de cuestiones relacionados y la publicación de dichos materiales.  

De manera similar, es oportuna la formación y sensibilización de quienes participamos en los diversos estamentos que se encuentran involucrados en promocionar la citada integración. No es suficiente solo la capacitación de este personal, sino que en algunos países existen Programas de Introducción con la finalidad de ayudar a los recién llegados a adquirir las competencias biculturales necesarias para participar plenamente en la sociedad de acogida. Esta formación tiende a una educación multicultural y necesariamente debe considerar las realidades y dificultades existentes (3).  

Cada vez mas, una amplia variedad de profesionales preparados en las disciplinas de la salud, mediación intercultural, educación, asistencia social e interpretación y traducción, requieren su formación en temas transculturales que tienen que ver no solo con su desempeño laboral, sino también con el trabajo personal acerca de sus propias respuestas emocionales ante el inmigrante y el fenómeno multicultural. Esta nueva dinámica permite crear vínculos para compartir vivencias y recibir y aceptar al otro, manteniendo su propia identidad y tomar consciencia de los propios referentes.

El movimiento multicultural debe ser entendido como un fenómeno que comprende las áreas sociales, legales, psicológicas e intelectuales. Por ello se precisa de una educación intercultural dirigida a la conscientización y sensibilización, que induzca al personal que asiste al inmigrante, y al inmigrante en particular, reconocer los mecanismos psicosociales que explican la aparición de la heterofobia y el etnocentrismo, de forma que les permita adquirir una distancia crítica ante su aparición. ello implica, desde luego, adoptar igualmente una actitud ecuánime respecto a su propia cultura. EL ideal es alcanzar una capacidad de apertura al mundo donde los mecanismos excluyentes desaparezcan y donde los acontecimientos les permitan situar la relación con el que es diferente, en un campo distinto al del miedo y de la amenaza de la propia identidad mediante la incorporación de conocimientos, habilidades y herramientas transculturales, que conlleven un cambio de actitud, promoción de la tolerancia, del respeto y el reconocimiento de derechos (3). A nivel individual se requiere una modificación cognitiva que incluya una reconsideración de los prejuicios y temores ante las potenciales amenazas que impliquen a ambos participantes.  

De manera general, los objetivos a afrontar, serían:

-Promocionar la tolerancia de las diferencias, apoyada en los cambios cognitivos, derechos humanos y en la legislación.
-Ofrecer una perspectiva real de interacción multicultural.
-Reconocer y redimensionar las semejanzas y diferencias de cada cultura, ya que pretendemos promover la identidad y el diálogo bicultural.
-Reconocer las distintas ideologías culturales en cuanto a roles, status, jerarquía, actitud ante la infancia, ancianidad y el género femenino. Concebir sus diferentes significados, como factores de protección personal.
-Rechazar el etnocentrismo, como poseedor de la “verdad”. Partir del principio de que no existe “una verdad única”, lo que permite relativizar el concepto de cultura.
-Mantener una actitud tolerante, no consintiendo que la subjetividad influya en 
la relación.
-Crear un clima de interés y afecto en donde se fomente la confianza del sujeto para que se sienta aceptado.
-Favorecer la confianza mediante un diálogo apropiado. Para ello es básica la escucha activa tanto del propio individuo como de su familia, prestando atención a las interpretaciones que hagan de las situaciones generales de la vida diaria, ya que proporcionan información de lo que piensan y sienten, permitiendo la expresión libre de sus sentimientos.
-Implementar una comunicación no verbal dirigida a facilitar la interacción, mediante el mantenimiento de un espacio interpersonal y un contacto visual adecuado a su cultura. Escuchando con objetividad y respetando silencios y la cadencia temporal.


Choque cultural e integración

El advenimiento de la modernidad y actualmente de los movimientos globalizadores, paradójicamente parecieran incidir en acentuar las diferencias religiosas, lingüísticas y culturales, lo que tiende a delimitar intensamente las identidades culturales y étnicas. No obstante, la globalización incluye una demanda laboral, que necesariamente contrarrestará esta situación, e incidirá en que las diferencias nacionales se minimicen y que los intereses sean más universales, estimulando la correspondencia de las políticas con objeto de compensar las demandas del mercado global (3). En consecuencia, los movimientos migratorios son expresión de este requerimiento socio-económico-político, que inducen a las personas a realizar cambios vitales, en donde los proyectos migratorios, mas o menos cumplidos, son testimonios de la experiencia del choque cultural implícito.  

Por este motivo, se hace necesario un análisis mas detallado del fenómeno transcultural, que no puede dejar de contemplar el enfrentamiento íntimo, que transcurre paralelo a las políticas dirigidas a optimizar recursos conducentes a la integración de los inmigrantes. La comunidad receptora se adapta defendiendo su espacio e ideologías, para lo que se vale de la creación de estereotipos, como alternativa organizativa de sus mapas cognitivos particulares, ante una realidad social cambiante. De esta manera, los inmigrantes son clasificados según una escala de valores, que es construida de acuerdo a la su cercanía étnico-cultural, a la facilidad de amoldarse a los valores dominantes y al propio quehacer del inmigrante (12).  

Asimismo, se contemplan los componentes simbólicos y de significados, unidos al proceso de construcción de la nueva realidad y de la identidad ahora compartida, ya que juegan un papel preponderante en la dinámica de las relaciones interpersonales y grupales, y que también forman parte de las manifestaciones sociales, como prejuicios, valores y visiones estereotipadas cerca de los otros. Estas actitudes y creencias se adscriben a la nueva escala de valoración social y del imaginario colectivo, constituyendo una de las dificultades básicas que reiteradamente, impide a los inmigrantes incorporarse al nuevo medio, por emerger a través de actitudes xenófobas y defensas paranoides (3).  

Los individuos más prejuiciosos perciben como amenazadores a ciertos grupos sociales, entre los que se encuentran las minorías étnicas y los inmigrantes en general. Dicha percepción de amenaza se justifica al considerar que los citados exogrupos, violan y atacan los valores fundamentales de su sistema social. (McConahay, 1986; Sears, 1988) (23). Esta actitud también se manifiesta a través de la discriminación y el racismo. Este último, referido a las actitudes negativas hacia determinados colectivos, por causa de su raza o comportamiento; en algunas oportunidades, incluye el término xenofobia, o rechazo del extranjero. Sin embargo, en todos los casos es posible observar algunos elementos comunes, como el desprecio y la desvalorización del otro, alegando diferencias biológicas o culturales y que atañen al temor de ver amenazado su éxito personal, prestigio y perdida del control sobre los demás (13, 23).  

En cuanto al inmigrante, al encontrarse en otro país se enfrenta a un entorno totalmente diferente al que estaba acostumbrado. Las diferencias, no solo geográficas, sino entre las normas, las actitudes, las creencias, los roles y los valores compartidos en la propia cultura, al enfrentarse con las existentes en el país de acogida, son parte de su experiencia de choque cultural. Pasar de una cultura a otra, produce un impacto y requiere un gran esfuerzo para adaptarse y comprender las nuevas pautas y códigos del país receptor. Las nuevas realidades influyen en sus emociones, conductas e interrelaciones. Es digno de considerar que las habilidades con que se resuelvan en mayor o menor medida las dificultades adaptativas, incidirán en la actitud asumida por éste en la sociedad de acogida.  

Berry y Kim (1988), desarrollaron el modelo de estrés de aculturación, para analizar la relación entre el proceso de aculturación y la salud mental del inmigrante. Sobre esta base, Bourhis (1998), citado por estos autores, propone el modelo Interactivo de aculturación, que integra los distintos aspectos de las sociedades multiculturales. Ellos describieron cuatro modelos de aculturación: en primer lugar la asimilación, que ocurre cuando un individuo no desea mantener su identidad cultural y busca la incorporación completa en la sociedad dominante. Un segundo modelo es la Separación, en la que el individuo valora su cultura de origen y evita la interacción con la cultura receptora. Su aspecto negativo es que contribuye a la formación de ghettos. El tercer modelo es la Marginación, cuando no existe interés ni por mantener la identidad cultural previa, ni adquirir la de la sociedad de acogida. Este constituye el peor modelo aculturativo. Por último describe la Integración, como modelo en el que existe interés por conservar la identidad cultural propia y por mantener la interacción con los demás, basada en la igualdad de derechos de la población inmigrada, en la sociedad de acogida. Es el modelo aculturativo ideal, por la plena incorporación a la sociedad receptora.

El cambio de valores y las respuestas actitudinales, no siempre positivas, tanto de la sociedad de acogida como del propio inmigrante, afectan su identidad, percepción y conducta. Las personas se encuentran fuera de su red de significados, a lo que se añade la perdida de status, la asunción del rol de inmigrante y el aumento de las demandas del medio. Esta nueva realidad supone parte del choque cultural, y se relaciona con la afectación de su salud física y mental, al asociarse al estrés, a desordenes psicológicos (depresión, ansiedad, frustración y desorientación) y de aprendizaje sociocultural, que dificultan su integración. Además de arriesgar la estabilidad emocional de su entorno familiar al potenciar conductas adictivas y violentas, que pueden desplazarse al ámbito laboral.


El choque cultural es la consecuencia del percibir las diferencias que existen entre la cultura de origen y la de acogida, al cambiar las costumbres, valores, la manera de sentir y pensar y además percibir el rechazo, ya sea explícito o solapado (Smith y Bond, 1998; Ward , 2001) (5, 24). Berry en 1998 (6), denominó a esta experiencia, estrés Aculturativo, que como se ha visto, se manifiesta no solo con la alteración de su salud física y mental, sino de otras áreas de funcionamiento, como su ambiente familiar, económico y entorno laboral y social.  

En definitiva se puede decir que el choque cultural proviene de la perdida del marco cultural interno desde el cual desciframos la realidad externa, al concebir la cultura como una dimensión que permite definir las categorías para entender al mundo y dar un sentido a los hechos. Esas categorías son arbitrarias y difieren de una cultura a otra, Son esquemas constituidos por el idioma, el sistema de parentesco, de una manera de hacer, de modos de producir y de la escala de valores compartidos, que facilitan las redes de significados y que hacen previsible la vida social a través de expectativas y conductas. Estos elementos se estructuran y formalizan las representaciones, que a su vez permiten la experiencia subjetiva. Estas representaciones son incorporadas y seguidamente reelaboradas según criterios propios, conflictos internos y rasgos de personalidad. Por todo ello, la cultura permite una codificación y decodificación, de la totalidad de la experiencia vivida (5).

De allí que la cultura constituya un conjunto dinámico de representaciones cambiantes en trasformación continua, que se articulan unas con las otras, formando un sistema abierto y coherente en interacción constante con el sujeto. A ésta dimensión, se añade la dinámica de los acontecimientos migratorios, sus consecuencias potencialmente traumáticas para el individuo y siempre la aculturación secundaria a la migración. (6).

Formando parte del proceso de reorganización del psiquismo de quien emigra, no se puede dejar de contemplar la experiencia del duelo que acontece como consecuencia del perder algo que le es valioso al individuo. En nuestro caso, la perdida se encuentra asociada con la reelaboración de los vínculos que se han dejado en el país de origen (personas, cultura, paisajes, etc. ). Las alteraciones psicológicas surgirían de las dificultades en la elaboración de esos duelos. Estas dificultades se acentúan cuando la migración se ha realizado, forzada por circunstancias ajenas al individuo como serían razones políticas, de exclusión, explotación laboral, graves carencias sanitarias y de vivienda, entre otras, o por antecedentes de trastornos emocionales propios del sujeto (Morrison, 1973) (1, 9).

El duelo elaborado de manera inadecuada, suele conllevar secuelas de cuadros clínicos psicosomáticos y ansioso-depresivos. Estas alteraciones también se han asociado a una menor consistencia y elaboración del proyecto migratorio que en todos los casos está acompañado de expectativas positivas o negativas y de su logro y dificultades encontradas; ya que no siempre la ruptura con lo conocido, es considerada una ocasión para un cambio favorable, o para un replanteo existencial, reto al que se debe enfrentar el inmigrante (9).  

Existen evidencias de que los hijos de los inmigrantes tienen un mayor riesgo de padecer trastornos mentales que sus padres. Los adultos al cambiar de país ya poseían un modelo de referencia psico-cultural estructurado, con el que enfrentan su nueva realidad. En cambio los hijos de los inmigrantes han nacido en la nueva sociedad y con frecuencia no presentan puntos de referencia claros; esta situación se encuentra agravada si en el país de acogida se sienten excluidos socialmente. Este malestar se manifiesta con conductas desadaptativas, como comportamientos psicopáticos, elevado índice de fracaso escolar, cuadros depresivos, drogadicción y somatizaciones (1, 2).  

A la situación antes referida, por la que atraviesan los hijos de los inmigrantes, se añaden las dificultades de la reagrupación y de la desestructuración familiar, como consecuencia de las tensiones a las que se hallan sometidos. Esto constituye un panorama preocupante en relación a la inserción social de estos colectivos, ya que si estos nuevos ciudadanos no entran en el mercado laboral y en la dinámica social en igualdad de condiciones que los hijos de los autóctonos, se estará estructurando una sociedad fragmentada con la marginación subsiguiente y sus potenciales crisis (1, 2).  

En definitiva, la adaptación a una nueva cultura supone un aprendizaje de habilidades y nuevas reglas, códigos y recursos emocionales, que permiten establecer una comunicación eficaz con los autóctonos, manejar la ambigüedad y reconsiderar las expectativas personales.


Atención al inmigrante

Una manera de atenuar la situación de crisis que implica todo proceso migratorio, es la capacitación en calidad y sensibilidad cultural, de los profesionales y técnicos, a quienes corresponde la asistencia al inmigrante. Es esencial el abordaje ecosistémico del inmigrante y de su entorno familiar, considerando la relación existente entre el individuo y el impacto de los factores culturales, sociales, políticos y jurídicos.

Como hemos visto, el contacto intercultural genera ansiedad, incertidumbre, inquietud, incomodidad, extrañeza y duda. Estas vivencias pueden originarse por la exposición a lo desconocido, a otro universo cultural, no solo en el sujeto inmigrante, sino también en quien lo asiste. Ambos participantes se encuentran ante lo desconocido, al tener que manejar códigos ambiguos, ser incapaces de entender plenamente al otro, no poder predecir cómo va a responder y ser consciente no sólo del contenido de la comunicación sino de su proceso o metacognición, o sea, en cómo nos comunicamos.  

Para desarrollar este tipo de relación es primordial comprender las diferencias y buscar las semejanzas. La información cultural puede ayudar a entender al otro pero también puede ser fuente de activación de estereotipos provenientes de la cultura subjetiva del profesional, que se basa en sus creencias, roles, normas y valores. Los valores compartidos juegan un papel clave para el funcionamiento psicológico entre los individuos. Cada cultura se expresa de diferentes formas. El leguaje verbal y no verbal, al que subyace todo un mundo de significados puede conllevar confusión. La lengua, sistema de signos verbales propios de una cultura, grupo o individuo, actúa como manifestación de las representaciones y pensamientos, afectos, cosmovisión, hábitos y costumbres (4).  

Por lo antes referido, la competencia intercultural se debe incluir como parte del perfil exigido para contratar educadores y trabajadores de centros escolares, personal administrativo, sanitario, asistentes sociales y otros. Su contratación y formación son estrategias complementarias en la capacitación de estos profesionales y en las políticas de acogida al colectivo inmigrante.


Aspectos a considerar en la asistencia al inmigrante

El contacto con una persona inmigrante debe propiciar la puesta en marcha de determinados mecanismos, por parte del profesional, que le permitan entender y decodificar de manera simultánea el mensaje emitido. Este análisis se puede realizar a un nivel ontológico del ser, mediante los interrogantes: ¿Cuál es su representación de la naturaleza, de su origen, de su identidad, de su función? ¿Qué es un niño, una madre o un padre para él/ella? ¿Qué necesita?. A un nivel etiológico, ¿Cuál es el sentido de su situación y malestar? ¿Cómo trata de responder a las preguntas respecto a la enfermedad? ¿Cómo concibe sus consecuencias? Y en relación al hacer: ¿Cuál es la lógica de la acción de los cuidados que realiza? ¿Cómo hace para reordenar su vida luego de la confusión y del desorden?. Estos tres niveles: el ser, el sentido y el hacer, participan en la construcción del pensamiento de los individuos, en un momento preciso de su vida (16).

Además de éste análisis, el conocimiento de ciertas dimensiones mediante las que funcionan determinadas culturas, contribuye a catalogar las fuentes de choque cultural. Hofstede (1999) (12) describió las dimensiones culturales que permiten clasificar las fuentes de choque cultural. Entre otras describe el Individualismo/Colectivismo, la Distancia Jerárquica, el Control de la Incertidumbre, la Feminidad/Masculinidad, la expresividad Emocional, el Sentido del tiempo y la comunicación de alto y bajo contexto. (24).

Las culturas comparten un funcionamiento similar que las identifica como grupo. La primera dimensión Individualismo/Colectivismo describe un continuo entre unas relaciones sociales voluntarias donde el individuo prioriza sus propios objetivos e intereses, y unas relaciones de dependencia cuando la pertenencia al grupo (clan o la familia extensa) es muy relevante y apreciada. El 'Individualismo' es un conjunto de creencias, valores y prácticas culturales en el que los intereses individuales predominan sobre los grupales. De forma opuesta, el 'Colectivismo', como característica cultural, se asocia a una dependencia y lealtad de las personas con respecto a los grupos adscritos y/o familiares.  

Desde el punto de vista del autoconcepto y de la representación social del individuo, en las culturas individualistas se enfatiza la independencia, la autonomía, la distinción y la autosuficiencia, mientras en las culturas colectivistas predomina el “yo” interdependiente vinculado a la lealtad grupal, familiar o de clan (Markus y Kitayama, 1991). En el individualismo se admiten las discusiones y la confrontación directa dentro del grupo (24).

La Distancia Jerárquica hace referencia hasta qué punto los miembros de los grupos menos poderosos aceptan las desigualdades de poder. Las culturas con alta distancia de poder valoran la jerarquía social y el respeto a la autoridad y a los representantes del poder. Se valora la conformidad, la dignidad, el respeto y la obediencia, así como se apoyan actitudes autocráticas y autoritarias.  

Otro parámetro es la evitación o Control de la Incertidumbre, que refleja la necesidad de tener las reglas claras y precisas para cada situación, o por el contrario, sí hay una mayor flexibilidad e improvisación en los escenarios sociales. La incertidumbre y la ambigüedad se perciben como una amenaza continua que debe combatirse por medio de reglas formales, informales y del control social. Esta dimensión es muy relevante para los contactos interculturales puesto que refleja el miedo y la ansiedad ante lo nuevo o diferente que se percibe como amenazante o, por el contrario, una actitud de curiosidad ante lo desconocido y/o distinto (Hofstede, 1999, 2001) (24).

La dimensión Masculinidad/Feminidad expresa el énfasis puesto en la armonía y la comunión interpersonal en oposición al logro, la asertividad y la competición. Las culturas masculinas contienen las características que en el mundo occidental son estereotípicamente atribuidas a la masculinidad: la dureza, la instrumentalidad y la orientación al logro. Las culturas femeninas corresponden al estereotipo de la feminidad y enfatizan la solidaridad, la cooperación y el compartir afectivo. Así, las culturas masculinas están centradas en los logros individuales y la competición, mientras que las culturas femeninas enfatizan la armonía interpersonal y las relaciones comunales. La feminidad cultural se caracteriza por una mayor expresividad y por una mayor vivencia mental de las emociones, especialmente positivas.  

A través de los Estilos Comunicativos, también se perciben diferencias interculturales. Comunicarse no significa lo mismo para todos, la cultura decide a qué se presta atención y que se ignora. En las Culturas de Bajo Contexto la mayor parte de la información es explícita y verbal. Esto determina diferencias en el habla y en los estilos de comunicación. La noción del tiempo también es variable. El Tiempo Policrónico establece que los compromisos temporales son flexibles y se pueden hacer varias cosas a la vez. El Tiempo Monocrónico está previamente estipulado: hacer una cosa tras otra, la puntualidad es norma, y el orden de llegada se respeta rigurosamente, esto es más típico de culturas individualistas.  

Para analizar este intercambio cultural, se debe entender como el individuo autóctono se sitúa en relación con el otro, con sus maneras de hacer, de pensar, de definir la enfermedad y sus experiencias vitales, en fin en relación con todo lo que constituye su ser cultural (16). Como se ha planteado antes, el adiestramiento debe encontrarse dirigido a entender y potenciar la comunicación intercultural, en sus aspectos no verbal, paraverbal, kinésico y al uso del silencio, además de la interacción verbal. También se debe considerar la comunicación intercultural escrita, mediante folletos, impresos y otros textos para inmigrantes. El adiestramiento también debe informar acerca de las relaciones intergrupales, reconocimiento de los valores culturales y de las actitudes, creencias y comportamientos ante la inmigración y del propio inmigrante, como prejuicios y estereotipos y acerca de procedimientos burocráticos y servicios de la administración (24).

El profesional que atiende a población inmigrante deberá prepararse no solo en el entendimiento de su sentido cultural, sino en aspectos relativos a religión, etnicidad y costumbres, para así evitar simplificaciones e interpretaciones erróneas. También deberá ejercitarse en el empleo de metáforas, role-playing y ejercicios grupales. De esta manera la persona preparada en lo transcultural lo apoyará de manera mas eficaz.


Equipo multidisciplinar formado en temas transculturales

Como hemos estudiado, una de las áreas que mayormente se encuentran afectadas en el individuo inmigrante, es el de la salud y específicamente la salud mental. La integración y las medidas conducentes a ella, actúan como factores de protección. Para ello es pertinente la sensibilización y capacitación de los trabajadores sanitarios, mediante la incorporación del enfoque intercultural en su formación y la promoción de servicios de salud con calidad y sensibilidad cultural.

La atención a la salud mental de la población inmigrante requiere de un enfoque intercultural que permita conocer sus concepciones del proceso salud-enfermedad y sus terapias tradicionales para atender estos procesos adecuadamente, respetando sus tradiciones y cosmovisión. La intervención debe partir de la diferenciación en la intervención de los clínicos, curanderos y pacientes en situaciones interculturales.  

En toda sociedad, la atención a la salud y la enfermedad conforma un sistema médico compuesto de distintos sectores o modelos. Autores como Kleinman (1978) y Menéndez (1992) (16) consideran la existencia de tres sectores o modelos: el sector popular (familia, red social, comunidad), el sector folk (curadores populares) y el sector profesional; Menéndez habla de tres modelos: el modelo médico hegemónico, representado por la medicina académica u occidental; el modelo alternativo subordinado, integrado por las prácticas denominadas “tradicionales”, así como las prácticas médicas de alto nivel de complejidad y organización desarrolladas al margen del sistema médico occidental como la acupuntura, la medicina ayurvédica, la herbolaria china o la medicina curanderil urbana y el modelo de autoatención, basado en el diagnóstico y atención llevados a cabo por la propia persona o personas cercanas de su grupo familiar o comunal, donde no interviene un curador profesional.  

El sector folk y el profesional constituyen modos diferentes de representarse y aprehender los procesos de salud, enfermedad y muerte. Se trata de dos formas diferentes de explicarse el origen de las cosas (ontológicas), los motivos de los males (etiológicas) y sus soluciones (técnicas), las maneras de relacionarse con si mismo, los otros, los vivos y los muertos. Responden a lógicas diferentes e implican dos posiciones epistemológicas y técnicas distintas en los temas de la salud, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento, malestar físico y emocional, que están siempre asociados (Ricouer, 1992) (16).

También es de utilidad, el tener presentes los conceptos de “emic” que es lo que el paciente padece subjetivamente y que se equipara a la palabra inglesa “illness” que es traducida en la literatura etnopsiquiátrica como malestar, y de “etic”, que corresponde a la palabra inglesa “desease” que se traduce como enfermedad. Lo que el paciente aporta corresponde a la esfera de lo “emic” y quien lo trata, lo sitúa en la esfera de lo “etic” y de esa interacción surge lo que Artur Kleinman denominó "la construcción de la realidad clínica” (12).  

Una herramienta de gran utilidad para entender la salud mental del inmigrante, es la Formulación Cultural de Casos Psiquiátricos, según el Manual diagnóstico y estadístico de la Enfermedades Mentales (DSM IV-TR) (10), que contempla:

I. Historia Clínica:
-Identificación
-Enfermedad actual
-Historia psiquiátrica
-Historia social y del desarrollo
-Historia familiar
-Curso y resultado
-Formulación diagnostica en 5 ejes.

II. Formulación Cultural:
A. identidad cultural:
-Grupo cultural de referencia.
-Lengua.
-Factores culturales en el desarrollo.
-Implicaciones con la cultura de origen.
-Implicaciones con la cultura huésped.

B. Explicaciones culturales de la enfermedad:
-Idioma predominante del distrés y categorías locales de enfermedad.
-Sentido y severidad de los síntomas en relación a las normas culturales.
-Causas percibidas y modelos explicativos.
-Experiencias y planes de búsqueda de ayuda.

C. Factores culturales relacionados con el entorno psicosocial y niveles de funcionamiento:
-Estresantes sociales.
-Soporte social.
-Niveles de funcionamiento y discapacidad.

D. Elementos culturales en la relación médico-paciente.

E. Valoración cultural global.


En el campo de la educación, también es primordial la formación transcultural de los docentes, educadores y pedagogos. En general la escuela constituye la primera entrada a la cultura de acogida, del menor inmigrante. Allí de manera inicial establece contacto interpersonal con compañeros, padres y maestros, oriundos del país, que al ser mas o menos tolerantes, propiciarán o dificultarán su incorporación grupal. Se ha constatado que su mejor adaptación e integración en ese medio es un predictor de su bienestar futuro (20).

Otro de los profesionales que cada vez más, adquiere una inusitada vigencia, es la figura del intérprete/traductor, al formar parte necesaria del equipo multidisciplinar de atención al inmigrante. Expertos en interpretación y traducción son elementos claves en los servicios de atención e información al inmigrante, así como en la elaboración de folletos informativos e impresos administrativos en distintos idiomas, con el fin de que toda persona con otra lengua materna distinta del español tenga acceso a los servicios en condiciones de igualdad. Su función radica tanto en la traducción lingüística como en la interpretación de significados.

La formación de profesionales plurilingües, en el campo de la traducción e interpretación, los prepara para el desempeño en servicios de información, atención, asesoría y acompañamiento al ciudadano inmigrante. Ya que éste escuchando su lengua natal, se pondrá en “sintonía afectiva”, en primer lugar por sentirse escuchado, y en segundo lugar por percibir el compromiso del equipo al tratar de entenderlo (Lebovici, 2002) (4). Su formación se apoya en la adquisición de conocimientos y destrezas para facilitar la intercomprensión entre los hablantes de las distintas lenguas, actuando de puente y asegurar la comunicación cuando no se dispone de una lengua común de intercambio.

La mediación intercultural es otra disciplina dirigida a disminuir el choque cultural y los conflictos interpersonales interétnico e intercomunitarios. Su capacitación se apoya en el conocimiento de los diferentes modelos y manifestaciones culturales y en la práctica de habilidades para la mediación socio-cultural. La figura de los mediadores socioculturales, se encuentra representada por personas que también pueden provenir de los diferentes colectivos de inmigrantes y desempeñar un papel fundamental en el proceso de contacto y la resolución de problemas. Todas sus intervenciones poseen un objetivo común de dar respuesta a las necesidades y circunstancias especiales de los inmigrantes y en aprovechar sus habilidades que favorezcan su sensación de pertenencia y participación en la sociedad. Son «trabajadores de enlace» que también pueden prepararse como «asesores de salud», basados en el reconocimiento de que los propios servicios de salud saldrían beneficiados igualmente de los conocimientos y las competencias interculturales. Los inmigrantes preparados como asesores de salud no sólo se encuentran en capacidad de ayudar a los miembros de su comunidad, sino que también pueden asesorar a las entidades de atención sanitaria principales.

Pero es evidente que no solamente se debe capacitar en temas transculturales al equipo multidisciplinar de atención al inmigrante. Por su parte éstos también deben formarse mediante Programas Introductorios, que faciliten su incorporación a la nueva cultura de acogida. Formas posibles de intervención son, el acompañar al inmigrante en sus primeras etapas, ayudándole a hacer más realistas sus expectativas con respecto al nuevo medio y con respecto a si mismo, el ayudarle a explorar en forma creadora sus nuevas posibilidades en el trabajo, en la integración dentro del endo y del exogrupo; en general el facilitarle la adquisición de una nueva cultura, sin abandonar ni rechazar la propia. (12).  

Con este fin en diferentes países se han diseñado programas cuya fase inicial contempla la enseñanza de la lengua, cursos de orientación cívica, formación laboral profesional y clases de «orientación social». Estas últimas constan de módulos acerca de aspectos prácticos y administrativos y ofrecen información sobre cómo acceder a actividades culturales y sociales y sobre el funcionamiento y los valores de la sociedad. Los cursos pueden aportar información acerca de los fundamentos constitucionales, como son el respeto por los derechos humanos y la democracia, y el funcionamiento del sistema político, incluidas las oportunidades de participar en él y en la sociedad civil.

En los Programas Introductorios se pueden integrar la asistencia para la búsqueda de empleo, información acerca de los centros de asesoramiento profesional, de los contratos de colaboración y la formación profesional, en paralelo a la enseñanza lingüística o junto con ella. También se puede ofrecer al inmigrante o refugiado un consejero o guía que le ayude en el desarrollo de sus competencias sociales, lingüísticas y profesionales. Cuando se trata de profesionales, los cursos a tiempo parcial, a distancia o por vía electrónica y
otros modelos similares, permiten a los participantes continuar con los programas de introducción, a la vez que desempeñan su actividad laboral (17).

El programa de formación combina la concienciación cultural, con seminarios sobre cuestiones especiales como el acoso moral, la integración en materia de género, aspectos críticos de la lucha contra la discriminación y la gestión de la diversidad. Asimismo, se presta atención y se ofrece información sobre las competencias de comunicación y la mediación intercultural. Los participantes se convierten en potenciales «pilotos interculturales» que pueden actuar como mediadores o personas de contacto para personas que han vivido discriminación, y como expertos sobre la igualdad de trato en el empleo. La impartición de tales conocimientos aumentan la confianza y autosuficiencia de los beneficiarios. También existen programas de recepción individualizados, que incluyen orientación en materia de empleo, educación y formación.


Bibliografía

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11. García Mayo M, Fernández Pérez I y Poyo Calvo F. psiquiatría e inmigración: revisión de la 
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12. Itzigsohn JA y Yair Bar-el. ATSMHI: Asociación de trabajadores de la salud mental 
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14. Martínez MC. Presentación. Tema Monográfico: Acerca de la inmigración. Anales de 
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15. Martiniano Gómez JL y García Campayo J. Los problemas de salud mental en el paciente 
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18. Paggi M. Hacia una sociedad multiétnica: Notas sobre la política de "acogida" en Italia.  
Tema monográfico: acerca de la inmigración. Anales de psicología. 10(1), 5-8; 1994.

19. Ramírez Arrizabalaga y otros. Recursos sociosanitarios. Mediadores. Aspectos 
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20. Suárez-Orozco C, Suárez-Orozco MM. La infancia de la inmigración. Madrid: Morata;  
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21. UNESCO Andizian, M. y Catani, M. Vivir entre dos culturas. La situación sociocultural de los 
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22. Universidad de California. Centro de Investigación de Políticas Públicas de California.  
Historias del Ir y Venir y la Salud Mental. Manual para Promotores/as de Salud. Iniciativa 
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23. Vera JJ. Preferencias de valores en relación con los prejuicios hacia exogrupos. Tema 
monográfico: acerca de la inmigración. Anales de psicología. 10(1)29-40; 1994.

24. Zlobina A, Basabe N. Contactos interculturales y diferencias culturales: inmigración y 
choque cultural en la CAV y Europa. 2001.

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