En primer lugar analizamos los modelos explicativos del síndrome de déficit de atención con o sin hiperactividad: el modelo psicofisiológico, el modelo neuropsicológico y el modelo cognitivo-conductual. En segundo lugar, exponemos la prevalencia del síndrome. En tercer lugar, exponemos los criterios utilizados para el diagnóstico del déficit de atención con o sin hiperactividad.
En el último capítulo exponemos el proceso de evaluación y los instrumentos utilizados para el diagnóstico del déficit de atención con hiperactividad.
* Universidad del País Vasco (Facultad de Psicología)
DEFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD: ETIOLOGÍA, prevalencia, DIAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN
Mikel Haranburu Oiharbide, Jesus Guerra Plaza, Nekane Balluerka Lasa, Arantxa Gorostiaga Manterola
Universidad del País Vasco
mikelharanburu@euskalnet. net
RESUMEN
En primer lugar analizamos los modelos explicativos del síndrome de déficit de atención con o
sin hiperactividad: el modelo psicofisiológico, el modelo neuropsicológico y el modelo cognitivoconductual. En segundo lugar, exponemos la prevalencia del síndrome. En tercer lugar, exponemos
los criterios utilizados para el diagnóstico del déficit de atención con o sin hiperactividad. En cuarto
lugar, exponemos el proceso de evaluación y los instrumentos utilizados para el diagnóstico del déficit
de atención con hiperactividad. En el último capítulo mostramos los programas de tratamiento más
habituales: programas conductuales, cognitivo-conductuales, bioquímicos y combinados.
I. MODELOS EXPLICATIVOS
El trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad se puede explicar desde diferentes
perspectivas. Según Cabanyes, García Villamisar y Polaino-Lorente (1), se han desarrollado tres
modelos para estudiar la hiperactividad infantil: el modelo cognitivo-conductual, el modelo
psicofisiológico y el modelo neuropsicológico:
A) modelo cognitivo-conductual: tiene su origen en la teoría del aprendizaje Social, pero se
basa también en las investigaciones de Luria (2) y Vygotsky (3), quienes utilizan
estrategias cognitivas como las auto-instrucciones (autorregulación por el lenguaje). El
modelo cognitivo-conductual adiestra a los educadores tanto en técnicas de modificación
de la conducta como en técnicas de autocontrol y resolución de problemas. Para lograr la
autorregulación de la conducta, hace falta un entrenamiento que pasa por estas fases: 1)
Se controla la conducta del niño por medio de instrucciones externas; 2) El niño se autoregula: controla su propio comportamiento con la ayuda de un apoyo externo; 3)
Autorregulación del comportamiento con la ayuda del lenguaje interior (hacia los 7 años).
B) modelo psicofisiológico
1)modelo de la hipoactivación: el sistema nervioso central está demasiado poco activado,
por lo que se da un déficit de las funciones inhibidoras de la conducta. Hay una similitud
con lo que ocurre en los sujetos extravertidos (Eysenck). Al existir un nivel de
activación cortical muy bajo, no se filtran las señales ni se inhiben las respuestas:
hiperactividad e impulsividad.
2)modelo de la activación excesiva: no se diferencian las señales importantes y no
importantes: actividad excesiva, déficit de atención, impulsividad (4).
3)modelo del equilibrio (5): el equilibrio entre el mundo exterior y el mundo interior exige
una estimulación adecuada.
C) modelo neuropsicológico: estudia las relaciones entre el sistema neuropsicológico y las
funciones cognitivo-conductuales.
Son los lóbulos frontales los que se encargan de adecuar las respuestas a los
estímulos. El lenguaje cumple también una función en la regulación de las conductas. Los
sujetos con TDAH tienen un déficit de autorregulación por el lenguaje (6) y dan respuestas
motoras estereotipadas.
D) Existen también el modelo psicosocial, para el que el TDAH es un comportamiento
aprendido dentro del sistema social, y el modelo de la interacción, para el que este
trastorno nace de la interacción entre factores psicofísicos y sociales. Desde la perspectiva
psicosocial, se han realizado pocos estudios destinados a relacionar las características de
la personalidad de los padres con la psicopatología del niño. La mayor parte de los mismos
se han realizado utilizando el MMPI (Minnesota Multiphasic Personality Inventory) y la
Sensation Seeking Scale. Se han efectuado también algunos estudios utilizando el modelo
de los Cinco Grandes Factores. Así, se ha relacionado el neuroticismo de la madre con la
delincuencia y los comportamientos externalizantes del niño (7) (8). Se ha sugerido que la
extraversión paternal puede estar relacionada con problemas de conducta. La baja
amabilidad de los padres se ha relacionado con problemas de conducta de los niños. El
bajo nivel de conciencia de los padres se ha relacionado con el TDAH y el comportamiento
antisocial del niño. El nivel de apertura se ha relacionado con la búsqueda de sensaciones
y con el comportamiento antisocial (10) (11).
Según Nigg y Hinshaw (12), las madres de los niños con TDAH muestran más a menudo que las
madres de otros niños síntomas de depresión mayor y ansiedad. Tienen un mayor nivel de
neuroticismo y han solido tener más a menudo padres con TDAH.
Los padres de los niños con trastorno Negativista Desafiante muestran más a menudo una baja
amabilidad, un alto neuroticismo y ansiedad generalizada, en comparación con los padres de niños
que no tienen esos problemas. Pero la psicopatología más evidente no aparece en las madres de los
niños con hiperactividad, sino en las madres de niños con hiperactividad y trastornos de conducta
(13). El TDAH de los niños sin problemas de conducta no aparece relacionado con una mayor
psicopatología en sus madres. La conducta antisocial manifiesta, la agresividad y la desobediencia de
los niños se ha relacionado con la ansiedad y depresión, el neuroticismo, la amabilidad y el nivel de
conciencia de la madre. Las madres de los niños hiperactivos muestran menos satisfacción y más
conflictos familiares. Las familias de los niños con TDAH aparecen como más desestructuradas, más
conflictivas, con mayores diferencias culturales, más separaciones y divorcios que las otras familias
(14).
Aspectos biológicos, neurológicos y genéticos del TDAH
Según el modelo biológico, existen factores neurológicos, genéticos o metabólicos en
el origen del TDAH. Se hace mención expresa a desequilibrios en neurotransmisores, a
trastornos en el lóbulo frontal o a variaciones en el perfil del EEG.
1. Dentro del modelo biológico, Miranda, Roselló y Soriano (15) destacan dos hipótesis:
1. 1. Lo que dificulta la atención selectiva hacia los estímulos significativos para la
resolución de una tarea es la excesiva activación del cortex cerebral. Los niños con
TDAH prestan excesiva atención a estímulos no significativos, no realizan una
filtración de los estímulos, por lo que no pueden mantener una atención sostenida en
los estímulos pertinentes. Se muestran excesivamente vigilantes y con un umbral de
reactividad muy bajo en relación con estímulos nuevos. No solamente cometen errores
de omisión, dejando de responder a estímulos pertinentes, sino que cometen también
errores de comisión, dando respuestas positivas a estímulos no pertinentes. El
tratamiento de la hiperactividad se ha centrado a menudo en la reducción de los
estímulos del entorno (16), y en este sentido se consideran como paradójicos los
efectos beneficiosos de los psicoestimulantes. Los que piensan que los pacientes con
TDAH tienen una hiperactivación del cortex cerebral, tratarán de reducir los estímulos
del entorno en el tratamiento de los mismos. Por ejemplo, cuando un paciente con
TDAH está realizando una tarea escolar, se tratará de que tenga en la mesa solamente
los objetos que sean indispensables para la realización de la misma.
1. 2. modelo del déficit de activación del cortex cerebral: los pacientes con TDAH
muestran un nivel de actividad eléctrica inferior al de las personas normales. Según
han podido comprobar Zametkin y cols. (17) por medio de la tomografía por emisión
de positrones, los adultos con TDAH tienen un nivel de actividad cerebral inferior al
de los adultos normales. El excesivo movimiento de los niños con TDAH se debe a su
necesidad de compensar a través del movimiento excesivo el déficit de
funcionamiento de ciertas estructuras (18). Desde este punto de vista, los efectos del
tratamiento por psicoestimulantes no se considerarán paradójicos, en cuanto que
ayudan a lograr el nivel de activación cerebral adecuado. En este sentido, para Zentall
(19) el comportamiento hiperactivo obedece a un mecanismo homeostático que está
destinado a compensar una estimulación demasiado baja. Esta estimulación se logra
por medio de los movimientos que los hiperactivos realizan en los entornos rutinarios.
En esta misma línea de hipoactivación, los hiperactivos carecen de la cantida
necesaria de neurotransmisores (noradrenalina, serotonina, dopamina) del sistema
inhibidor del cerebro (20) y tienen dificultades para la autorregulación y el control de
impulsos. Según Jensen y Garfinkel (21), la dopamina está directamente relacionada
con la hiperactividad. Los niños hiperactivos tienen una actividad metabólica débil en
el lóbulo frontal y en los núcleos de la base cerebral, y muestran una simetría
izquierda/derecha (derecha = izquierda) en la zona frontal del cerebro, mientras que
los niños normales muestran una asimetría derecha/izquierda (derecha > izquierda)
(22).
Existe una pérdida del metabolismo del núcleo caudado derecho en los sujetos
hiperactivos. La asimetría caudado derecho/caudado izquierdo (caudado derecho >
caudado izquierdo) que muestran los niños normales no aparece en los niños con TDAH
(23) (24) (25). Los niños con TDAH muestran un menor flujo sanguíneo en la zona
cortical, y sobre todo en el núcleo caudado, núcleo que es importante para asociar la zona
frontal con el sistema límbico, para controlar la conducta y para mantener la atención.
Cuando se le proporcionan estimulantes al paciente con TDAH sube el flujo sanguíneo del
núcleo caudado.
Los niños hiperactivos tienen un cuerpo calloso más delgado que los normales (26) (27).
Los pacientes con TDAH muestran una disfunción de las funciones ejecutivas del cortex
frontal, puesto que tienen un menor nivel de flujo sanguíneo, de actividad eléctrica y
metabólica del cortex que los individuos normales, y tienen asimismo menos desarrollados
el cortex prefrontal derecho, el núcleo estriado y caudado, el cuerpo calloso y el cerebelo,
estructuras todas ellas que tienen que ver con la inhibición del comportamiento.
Los pacientes con lesiones del lóbulo frontal y los niños hiperactivos parecen tener
conductas similares (15): impulsividad, déficit de atención, poca tolerancia a la frustración,
poca capacidad de planificación de actividades y de demora de la gratificación, conductas
conflictivas y variabilidad emocional. Esta sintomatología puede deberse a la disociación
entre el lóbulo frontal y el sistema límbico (28). El lóbulo frontal no evalúa las
consecuencias de sus acciones, por lo que el comportamiento del paciente carece de
regulación. También la disfunción del hemisferio derecho parece estar relacionada con la
impulsividad (29).
Respecto a la genética, parece ser que los genes relacionados con la dopamina tienen
alguna relación con el TDAH (30). Si destruimos en los animales las zonas cerebrales
dopaminérgicas, esos animales se vuelven más hiperactivos, puesto que se trastornan los
receptores post-sinápticos de la dopamina. La unión funcional entre las estructuras
prefrontales y los núcleos de la base se realiza a través de la dopamina. En los pacientes
con hiperactividad están afectados los circuitos dopaminérgicos (31), no se filtran los
estímulos que sobrecargan su campo de atención y les resulta difícil focalizar su atención.
6. Si atendemos a estudios genéticos realizados con gemelos monocigóticos y dicigóticos,
vemos que en el caso de un niño con TDAH hay una probabilidad del 10-30 % de tener un
familiar cercano con el mismo trastorno; en el caso de gemelos monocigóticos, si uno de
los gemelos tiene el TDAH, la probabilidad de que también el otro gemelo lo padezca
ronda entre el 50-100 % de los casos. En el caso de los gemelos dicigóticos y de los
hermanos, la probabilidad está entre el 30-40% de los casos.
7. Según se ha podido comprobar en estudios con familiares de pacientes con TDAH, los
familiares de los niños con TDAH tienen un gran riesgo de padecer trastornos psiquiátricos
comórbidos (32). Los padres con TDAH tienen grandes probabilidades de tener hijos con
el mismo síndrome.
Entre los factores que funcionan como antecedentes del TDAH se han solido
mencionar los siguientes: el consumo de sustancias peligrosas por la madre durante el
embarazo, problemas de alimentación y salud durante el embarazo, problemas y
accidentes ocurridos en el parto, hipotiroidismo congénito, abandono del hogar por parte
del padre, familia uniparental etc.
II. PREVALENCIA
-Según los criterios de diagnóstico del DSM-IV (33), este trastorno afecta a una población que se
sitúa entre el 3 y el 5 % de los niños en edad escolar. Según los criterios del CIE-10, afecta
únicamente al 1% de la población infantil. Según los criterios de diagnóstico del DSM-5 (34), en
la mayoría de las culturas el 5% de niños y el 2, 5% de adultos sufren de TDAH.
-Según los sexos, este trastorno afecta con una frecuencia cuatro veces mayor a los niños que a
las niñas. Pero según Barkley y Biederman (35), está poco diagnosticado en las chicas, debido a
que su comportamiento no es tan perturbador. Aun así, se diagnostica cada vez más este trastorno
a chicas, adolescentes y adultos.
-Algunos profesionales (36) se han mostrado preocupados por el hecho de que son cada vez más
las personas a las que se les diagnostica el TDAH. Pero el incremento no afecta a la cantidad de
personas que padecen el TDAH, sino al número de personas a las que se les diagnostica.
Seguramente siempre han existido personas con problemas de atención, pero se les ha clasificado
como personas inmaduras, holgazanas y faltas de motivación. Hoy en día, sin embargo, se les
clasifica como personas que sufren de un síndrome que se puede tratar.
- Si consideramos la prevalencia del trastorno según el subtipo de TDAH que padecen, el TDAH de
tipo combinado es el más frecuente en el ámbito clínico psiquiátrico, puesto que es el trastorno
que presenta la mitad o más de la mitad de la muestra de pacientes. Pero en la población general
el trastorno más común es el del déficit de atención. El subtipo menos extendido es aquel en el
que predominan la hiperactividad y la impulsividad. El subtipo del déficit de atención se muestra
más relacionado con los problemas académicos y abunda más en los niños de ciudad, mientras
que el subtipo hiperactivo-impulsivo está más relacionado con problemas de conducta y abunda
más en los entornos rurales (37).
Según los estudios de Wolraich y Baumgaertel (38), se da una mayor frecuencia de TDAH
cuando se hace el diagnóstico siguiendo los criterios del DSM-IV que según los criterios de DSMIII-R: según el DSM-III-R, el 7, 3 de la población; según el DSM-IV, el 11, 4 de la población. Debido
a eso, hoy en día se identifica a más niños que antes. En este incremento de diagnósticos inciden
también otros factores como la influencia de los medios de comunicación que exigen un intervalo
corto de atención y la influencia de una civilización que funciona a un ritmo acelerado.
-El número de niños con déficit de atención y con hipercinesia desciende según los niños progresan
de la niñez a la adolescencia. Aun así, una gran cantidad de niños que muestran TDAH en la niñez
sigue con el mismo trastorno en la adolescencia, y entre 1/3 y 2/3 continúa con el mismo problema
en la fase adulta. Según Biederman y cols. (39), los problemas de atención de la niñez
se mantienen en la adolescencia y en la edad adulta, aunque la hiperactividad y la impulsividad
pueden desaparecer.
III. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Robin 40) se pregunta si el TDAH es un trastorno real o un mito. Según Armstrong (41), no es más que un
constructo teórico, creado por intereses económicos, culturales y políticos. Armstrong afirma que este trastorno
aparece y desaparece a lo largo del tiempo y dependiendo de las situaciones. Si fuera un trastorno real, no
desaparecería. Robin (40) responde diciendo que del hecho de que aparezca en ciertos ámbitos y desaparezca en
otros no se deduce que no exista. Existen también otras enfermedades que aparecen en ciertos ámbitos, y
desaparecen en otros.
Armstrong afirma que las herramientas de diagnóstico que se utilizan no son adecuadas, y que los padres
y profesores influyen mucho en el diagnóstico. Robin responde diciendo que el diagnóstico del TDAH es un largo
proceso en el que se toman en consideración datos de tests, datos de la entrevista y datos de la evaluación de los
padres y de los profesores.
-Existe cierto consenso entre el DSM-IV (33) o el DSM-5 (34) de la Asociación Psiquiátrica
Americana y el CIE-10 (42), en relación con el TDAH.
-Los criterios del DSM-IV están basados en criterios de un extenso comité científico, en una
revisión de los estudios sobre el TDAH, en una revisión de las dimensiones conductuales
halladas en las escalas utilizadas para evaluar el TDAH y en análisis estadísticos de estudios
realizados en distintas poblaciones de EEUU.
A menudo encontramos una débil correlación entre los datos suministrados por los
padres y por los profesores sobre la conducta infantil, debido a que el niño cambia su
comportamiento según se encuentre en una u otra situación (43). La conducta del niño con
TDAH cambia según se encuentre en la familia o en la escuela; puede ocurrir que le traten
en la escuela como hiperactivo y sea considerado normal en casa. La conducta empeora a
menudo cuando se encuentra con los compañeros; se comporta mejor en situaciones nuevas
que en situaciones conocidas; su conducta es mejor cuando la gratificación es inmediata, o
la tarea es nueva.
Cuando un niño presenta problemas de déficit de atención, hiperactividad, problemas
escolares y problemas de conducta, hay que realizar la evaluación correspondiente al
trastorno de Déficit de atención con hiperactividad. Se pueden utilizar los criterios del DSM5 para ello, pero estos criterios no son específicos, porque diagnostican el TDAH utilizando
criterios estadísticos.
-Se puede considerar que un niño es hiperactivo si cumple los criterios del DSM-5. Pero hay
que descartar las otras patologías. Además, los síntomas tienen que darse en dos situaciones
diferentes por lo menos (por ejemplo, en casa y en la escuela). Pero cuando se quiere aplicar
un programa de tratamiento, hay que conocer los déficits funcionales del niño, y en este
caso el proceso de evaluación tiene que ser más complejo.
-No se diagnostica TDAH a niños con un CI inferior a 85, aunque tenga los síntomas del
TDAH, porque se considera que hay un trastorno más fundamental que puede estar en la
base de los síntomas. Hay que examinar con cuidado los casos de los niños con dificultades
de lectura, porque éstas suelen estar muy relacionadas con el CI verbal.
-A menudo se diagnostica TDAH a los niños que tienen problemas de conducta. Pero muchas
personas que tienen trastornos de conducta no son más activas que las personas normales,
y las personas hiperactivas son muy activas tanto en acciones positivas como en negativas;
no se especializan en conductas negativas. Los que tienen trastorno de conducta no se
arrepienten, al contrario de lo que ocurre con los que tienen TDAH. Se puede diferenciar a
los que tienen TDAH sin comorbilidad y a los que tienen trastorno disocial o trastorno
negativista desafiante sin TDAH por medio del continuous performance test (cpt) (44) (45);
los sujetos con TDAH muestran más déficit de atención y cometen más errores que los que
tienen trastorno disocial o trastorno negativista.
-Se pueden diferenciar dos grupos entre los que tienen TDAH: los que tienen déficit de
atención sin agresividad y los que tienen hiperactividad agresiva con atención normal. Los
que tienen déficit de atención sin agresividad, presentan trastornos afectivos y ansiedad.
Los que tienen agresividad sin déficit de atención, muestran más hiperactividad e
impulsividad. En el primer caso estamos ante un trastorno internalizante; en el segundo,
ante un trastorno externalizante.
-El sujeto impulsivo responde al entorno teniendo en cuenta las características físicas de los
estímulos, así como su estado emocional. Cuando percibe sus emociones, no activa sus
capacidades cognitivas y no aplica sus estrategias cognitivas. De lo que se trata es de
aumentar la reflexividad, estableciendo relaciones contingentes entre el comportamiento y
los estímulos del entorno.
-Según Barkley, DuPaul y McMurray (46), más de la mitad de los niños con déficit de atención
e hiperactividad mostraban también problemas de conducta; solamente una quinta parte de
los niños con déficit de atención sin hiperactividad mostraban problemas de conducta. A los
niños con déficit de atención e hiperactividad se les clasifica junto a los que tienen trastornos
de conducta, en el aula de apoyo; a los niños con déficit de atención sin hiperactividad, se
les clasifica junto a los que tienen dificultades de aprendizaje. Los que tienen déficit de
atención con hiperactividad muestran más agresividad, menos autoestima, menos
rendimiento y más rechazo social cuando están realizando tareas cognitivas y motrices. Los
que tienen déficit de atención sin hiperactividad, muestran más ansiedad, más dificultades
para focalizar la atención y más dificultades para procesar la información.
-Los pacientes con TDAH a menudo son torpes en sus movimientos, por falta de
autorregulación de sus movimientos, por falta de previsión, planificación y reflexión.
TDAH y los Cinco Grandes Factores de la personalidad
1)Hasta hace poco sólo se han estudiado las relaciones entre algunos rasgos concretos de la
personalidad y el TDAH. Así, por ejemplo, se ha estudiado la relación entre la faceta de búsqueda
de sensaciones del factor extraversión y el TDAH (47). Según una investigación realizada con
adultos jóvenes (48), la sintomatología del TDAH está positivamente relacionada con la
extraversión. Se piensa que los sujetos con TDAH no están suficientemente estimulados desde el
interior, por lo que utilizan el comportamiento hiperactivo para compensar su falta de activación.
La extraversión aparece positivamente relacionada con los síntomas hiperactivo-impulsivos
del TDAH (49), pero no se relaciona con los síntomas del déficit de atención. En lo que respecta
a la extraversión, no se ven diferencias entre los que tienen déficit de atención y los del grupo
control.
El TDAH está relacionado con la extraversión, en la medida en que la extraversión implica
actividad e impulsividad. Pero no se muestra relacionado con la extraversión en lo que respecta
a las emociones positivas. Los extravertidos tienen más habilidades sociales, ponen más atención
en las relaciones con los otros y logran un mayor nivel en la jerarquía social. Los que tienen TDAH,
sin embargo, muestran pocas habilidades sociales, están más aislados socialmente y tienen más
reacciones negativas.
El núcleo del TDAH consiste en un déficit de inhibición del comportamiento, que afecta a
algunas funciones ejecutivas como la autorregulación de la activación del afecto, la internalización
del lenguaje, la memoria de trabajo y el análisis del comportamiento. La persona con TDAH tiene
pues unas carencias que le llevan a buscar una motivación externa, por medio del incremento de
la actividad frenética y la búsqueda de emociones (47). Así, en un estudio realizado con adultos
jóvenes se ha visto que las personas con TDAH muestran más búsqueda de sensaciones que los
del grupo control (50).
2)El neuroticismo se caracteriza por una tendencia a vivir emociones negativas y por la inestabilidad
emocional (51). La dimensión del neuroticismo se refiere a las diferencias individuales en relación
con las emociones negativas: vulnerabilidad al estrés, ansiedad, depresión. Los que tienen TDAH
tienen un humor más inestable, más afectos negativos, más dificultad ante el estrés que los del
grupo control (52) (53); muestran inestabilidad emocional y tendencia a dar respuestas emotivas
exageradas (54). Los síntomas del TDAH se muestran positivamente relacionadas con el
neuroticismo (55): el neuroticismo está positivamente relacionado con el déficit de atención, con
la hiperactividad y con la impulsividad.
3)Se ha prestado menos atención a la relación entre el TDAH y la responsabilidad, la amabilidad y
la apertura a la experiencia.
La persona que tiene una baja responsabilidad muestra dificultades para mantener la
concentración en el trabajo. Las personas conscientes se muestran como bien organizadas,
responsables, eficientes y autocontrolados. El nivel de responsabilidad predice el rendimiento
escolar de los niños (56) y el rendimiento laboral de los adultos (57). Incluso los padres de los
niños con TDAH muestran un nivel de conciencia inferior al de los padres de los niños sin TDAH
(58). Según Robins, John y Caspi (59), los problemas externalizantes y la delincuencia de los
niños están relacionados con un nivel bajo de conciencia y amabilidad. La responsabilidad y la
conciencia se muestran como los mejores predictores del déficit de atención. Y aunque no en el
mismo nivel, la responsabilidad se muestra como un predictor significativo de la hiperactividad y
de la impulsividad.
La dimensión de la amabilidad aparece como un buen predictor de la hiperactividad y de la
impulsividad. Los sujetos hiperactivo-impulsivos puntúan menos que los del grupo control en
amabilidad. Graziano, Jensen-Campbell y Finch (60) han encontrado una relación moderada entre
la amabilidad y los comportamientos inadaptados del aula en una muestra de adolescentes. La
amabilidad se muestra a través de aspectos como la confianza y el altruismo. Las personas que
puntúan bajo en amabilidad muestran agresividad, hostilidad y antagonismo. La amabilidad y la
conciencia correlacionan negativamente con los problemas de conducta del TDAH (61). Los
problemas interpersonales y de comportamiento de los sujetos con TDAH son indicativos de
problemas de amabilidad. El éxito en los estudios superiores y en el mundo laboral está unido a
la amabilidad y a la responsabilidad en relaciones interpersonales (62). Según Nigg y Hinshaw
(58), los padres de los niños con TDAH y negativismo desafiante puntúan más bajo en amabilidad
que los padres de los niños que no tienen TDAH.
Los síntomas del TDAH están firme y consistentemente relacionados con tres de los Cinco
Grandes Factores: alto neuroticismo, baja responsabilidad y baja amabilidad.
A pesar de que los rasgos de personalidad están correlacionados con muchas características del
TDAH, en este trastorno aparecen síntomas y problemas que no están reflejados en evaluaciones de
la personalidad. Los factores ecológicos y del medio ambiente cumplen una función importante en el
desarrollo y en la expresión del TDAH.
IV. proceso DE EVALUACIÓN
Hay que analizar primeramente el estado de salud del niños o de los adolescentes, para ver si
tienen algún trastorno orgánico o neurológico que pueda explicar los síntomas que presentan:
infecciones neurológicas, trastornos del sistema nervioso central, intoxicaciones, enfermedades
vasculares del cerebro. . . Se evalúan las características del paciente como peso, altura, sensibilidad,
funcionamiento hormonal, desarrollo sexual. Se hace una evaluación de los trastornos comórbidos y
un diagnóstico diferencial de los trastornos que producen síntomas parecidos al TDAH.
A continuación, se examina si el niño o el adolescente cumplen los criterios diagnósticos del
DSM-5. Se examina si presentan los síntomas de la hiperactividad, del déficit de atención y de la
impulsividad, desde cuándo los presentan, y si afectan el funcionamiento de los diferentes ámbitos.
Se concretan los cuestionarios y escalas que van a rellenar profesores y padres. En la entrevista con
los padres se revisan los criterios del DSM-5, se analizan las comorbilidades y se hace el diagnóstico
diferencial. Se hace la evaluación del funcionamiento familiar, analizando la depresión parental y los
conflictos entre los padres. Se hace asimismo una evaluación de los problemas académicos y de los
trastornos cognitivos.
El proceso diagnóstico puede prolongarse unas 6 o 7 horas.
Instrumentos para evaluar el TDAH a través de padres y profesores
entrevista con los padres
Hay que hacer al comienzo una entrevista clínica a padres y profesores. Los objetivos de la
entrevista son los siguientes:
-Establecer una buena relación con los padres.
-Proporcionarles la información que necesitan.
-Establecer la historia clínica y evolutiva del problema del niño.
-Analizar el nivel de sufrimiento familiar: conflictos, tensiones, estrategias disciplinares etc.
-Ayudar a los padres a analizar los problemas principales y a establecer el diagnóstico.
La entrevista puede ser estructurada, semiestructurada o no estructurada. El DISC-2 y el DISC3 son escalas estructuradas para una entrevista diagnóstica para niños, basadas en el DSM-III y el
DSM-IV. La entrevista semiestructurada más utilizada es la de Barkley.
Escalas para la evaluación del TDAH
El niño puede tener sólo Déficit de atención, sólo Hiperactividad-Impulsividad o trastorno
combinado. Las anteriores versiones al DSM-IV no exigían la aparición de síntomas de la hiperactividad
en dos o más medios, para que fuera diagnosticada la hiperactividad. El DSM-IV y el DSM-5 dan
prioridad a que los síntomas aparezcan en dos o más medios. La hiperactividad que se generaliza a
más de un medio es más grave que aquella que aparece solamente en uno.
Criterios del DSM-IV para el diagnóstico del TDAH
A. (1) o (2)
(1) Seis o más de los siguientes síntomas de déficit de atención persisten durante seis meses o
más, en un grado que es inadaptado o perjudicial para el nivel de desarrollo:
Déficit de atención
(a) a menudo no pone atención a los detalles o comete errores por descuido en el trabajo
escolar, trabajo, u otras actividades;
(b) a menudo tiene dificultad en sostener la atención en las tareas o actividades de juego;
(c) a menudo no aparenta escuchar cuando se le habla directamente;
(d) a menudo no sigue las instrucciones y no completa el trabajo escolar, quehaceres, o
deberes en el lugar de empleo (no se debe al diagnóstico de negativismo desafiante ni la
inhabilidad para comprender las instrucciones);
(e) a menudo tiene dificultad al organizar sus tareas y actividades;
(f) a menudo esquiva, le disgusta, o es reacio a participar en tareas que requieren un esfuerzo
mental sostenido (tales como el trabajo o deberes escolares);
(g) a menudo pierde las cosas necesarias para las tareas o actividades (por ejemplo, juguetes,
tareas escolares, lápices, libros, o herramientas);
(h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos ajenos;
(i) a menudo se olvida fácilmente de las tareas diarias.
(2) Seis o más de los siguientes síntomas de hiperactividad/impulsividad persisten durante seis
meses o más, en un grado que es inadaptado o perjudicial para el nivel de desarrollo:
HIPERACTIVIDAD
(a) a menudo mueve las manos o los pies o está inquieto en la silla;
(b) a menudo deja su asiento dentro del salón de clases o en otras situaciones en las cuales se
espera que se mantenga en su asiento;
(c) a menudo corre o se sube a los árboles u otros objetos excesivamente en situaciones en las
cuales es inadecuado (en los adolescentes o adultos, esto puede limitarse a un sentimiento de
intranquilidad subjetiva);
(d) a menudo tiene dificultad en jugar o participar en actividades de recreo tranquilamente;
(e) a menudo está "en movimiento" o a menudo se comporta como si fuera "movido por
motor eléctrico"
(f) a menudo habla excesivamente
IMPULSIVIDAD
(g) a menudo deja escapar las respuestas antes de que las preguntas hayan sido completadas;
(h) a menudo tiene dificultad en esperar su turno;
(i) a menudo interrumpe o se mete en los asuntos de otros (por ejemplo, interrumpe las
conversaciones o juegos de los demás).
B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causan deterioro
estaban presentes antes de los 7 años.
C. Algunas alteraciones se presentan en dos o más ambientes.
D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social,
académica o laboral.
E. Los síntomas no aparecen exclusivamente cuando existen otras patologías (trastorno
generalizado de desarrollo, esquizofrenia o trastorno psicótico) y no se explican mejor por la
presencia de otro trastorno mental (trastorno del humor, trastorno de la ansiedad, trastorno
disociativo, trastorno de la personalidad).
Criterios del DSM-5 para el diagnóstico del TDAH
A. Un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere
en el funcionamiento o desarrollo, que se caracteriza por 1 y/o 2:
1. Desatención: seis (o más) de los siguientes síntomas han persistido por lo menos
durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación
con el nivel de desarrollo y que tiene un impacto negativo directo sobre las actividades
sociales y académicas/laborales:
Nota: los síntomas no son meramente una manifestación de una conducta oposicionista,
desafiante, hostil o de una dificultad para comprender tareas o instrucciones. Para los
adolescentes mayores y adultos (17 o más años), se requieren al menos cinco síntomas.
a. A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en
las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades (p. ej. ignorar o equivocarse en los
detalles, trabajo impreciso).
b. A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas escolares o en actividades
lúdicas (p. ej. dificultades para mantener la atención durante discursos, conversaciones o
lecturas largas).
c. A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente (p. ej. Parece como si su
mente estuviera en otro lugar, aunque no exista ninguna distracción obvia).
d. A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos u
obligaciones en el lugar de trabajo (p. ej. comienza las tareas pero rápidamente se despista y
con facilidad se desvía de la tarea).
e. A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades (p. ej. dificultades para
manejar una secuencia de tareas; dificultades para mantener los materiales y las pertenencias
en orden; realiza los trabajos de forma desordenada, desorganizada; maneja mal el tiempo;
no efectúa los quehaceres antes de la fecha límite).
f. A menudo evita, le disgusta o es reticente a dedicarse a tareas que requieran un esfuerzo
mental sostenido (p. ej. trabajos escolares o domésticos; en adolescentes mayores y adultos,
preparar informes, completar formularios, revisar el papeleo muy extenso).
g. A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej. materiales escolares,
lápices, libros o herramientas, carteras, llaves, papeles, gafas, teléfonos móviles).
h. A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes (p. ej. Para adolescentes
mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados con lo que se está haciendo).
i. A menudo es descuidado en las actividades diarias (p. ej. haciendo tareas, cumpliendo
recados; para adolescentes mayores y adultos, devolver llamadas, pagar facturas, mantener
citas).
2. hiperactividad e impulsividad: seis (o más) de los siguientes síntomas han
persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa
e incoherente en relación con el nivel de desarrollo y que tiene un impacto negativo
directo sobre las actividades sociales y académicas/laborales:
Nota: los síntomas no son meramente una manifestación de una conducta oposicionista,
desafiante, hostil o de una dificultad para comprender tareas o instrucciones. Para los
adolescentes mayores y adultos (17 o más años), se requieren al menos cinco síntomas.
a. A menudo mueve en exceso manos y pies, o se remueve en el asiento.
b. A menudo abandona el asiento en situaciones en las que se espera que permanezca
sentado (p. ej. se levanta de su asiento en clase, en la oficina o en el lugar de trabajo, o en
otras situaciones que requieren mantenerse en el sitio).
c. A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en las que es inapropiado
hacerlo. (Nota: en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de
inquietud).
d. A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
e. A menudo "está en marcha" o suele actuar "como si tuviera un motor" (p. ej. es incapaz o
se encuentra incómodo si tiene que estar quieto un tiempo prolongado, como en
restaurantes, reuniones; pueden ser percibidos por los demás como personas incansables o
que resulta difícil seguir su ritmo).
f. A menudo habla en exceso.
g. A menudo da respuestas precipitadas antes de haber sido completadas las preguntas (p. ej.
termina las frases de los demás; no puede esperar su turno en la conversación).
h. A menudo tiene dificultades para guardar su turno (p. ej. mientras espera en una cola).
i. A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de los otros (p. ej. se
entromete en conversaciones, juegos, o actividades; puede empezar a usar las cosas de otras
personas sin pedir o recibir permiso; para adolescentes y adultos, pueden entrometerse o
terminar lo que otros estaban haciendo).
B. Varios síntomas de desatención o hiperactividad-impulsividad estaban presentes antes de
los 12 años de edad.
C. Varios síntomas de desatención o hiperactividad-impulsividad están presentes en dos o
más ambientes (p. ej. en casa, en la escuela o en el trabajo; con amigos o familiares; en otras
actividades).
D. Hay una clara evidencia de que los síntomas interfieren o reducen la calidad del
funcionamiento social, académico o laboral.
E. Los síntomas no se presentan exclusivamente en el transcurso de la esquizofrenia u otro
trastorno psicótico, y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej.
trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la
personalidad, intoxicación o abstinencia de substancias).
Especificar si:
Presentación combinada: si cumple los criterios A1 (desatención) y A2
(hiperactividad/impulsividad) durante los últimos 6 meses.
Presentación predominante de desatención: si cumple el criterio A1, pero no el criterio A2
durante los últimos 6 meses.
Presentación predominante de hiperactividad-impulsividad: si cumple el criterio
A2, pero no el criterio A1 durante los últimos 6 meses.
Especificar si:
En remisión parcial: cuando ha cumplido previamente todos los criterios pero no los
ha cumplido en los últimos 6 meses, y los síntomas todavía producen limitaciones en
el funcionamiento social, académico o laboral.
Especificar la gravedad actual:
Leve: pocos, si alguno de los síntomas que presenta el individuo exceden de lo
requerido para efectuar el diagnóstico, y los síntomas producen pequeñas limitaciones
en el funcionamiento social o académico/laboral.
Moderado: los síntomas o las limitaciones en el funcionamiento que presenta el individuo se
encuentran entre "leve" y "severo".
Severo: muchos de los síntomas que presenta el individuo exceden de lo requerido
para efectuar el diagnóstico, o varios síntomas que son particularmente graves están
presentes, o los síntomas resultan en unas marcadas limitaciones en el funcionamiento social
o académico/laboral.
Los componentes más importantes del proceso de la evaluación son las escalas de evaluación
aplicadas a padres y profesores. Se puede elegir alguno de los instrumentos siguientes:
1. La escalas de Barkley (Barkley´s Scales) (63): cuestionarios de los trastornos de conducta,
de las situaciones del hogar y del colegio, y el inventario de temas para padres y profesores.
También existe la entrevista clínica de Barkley (Barkley Clinical Interview Form) (64).
2. Las escalas de TDA para niños, padres y profesores de Brown (Brown ADD Scales for
Children, Parents and Teachers): el formulario diagnóstico de Brown para niños entre 3-12
años (Brown ADD Diagnostic Form for Children), el formulario diagnóstico para adolescentes
entre 12-18 años (Brown ADD Diagnostic Form for Adolescents) (65).
3. Las Escalas de Conners para Padres y Profesores (Escala de hiperactividad para Padres y
Profesores) (66): recoge los criterios del DSM-II. Apenas tiene ítems para describir el déficit
de atención, y evalúa los problemas de conducta más que la hiperactividad.
4. EMTDA-H: Escalas Magallanes de Evaluación del trastorno por Déficit de atención con
hiperactividad (67). Escalas para evaluar el TDAH en niños que van de 6 a 12 años. Tiene
dos formas: la que utilizan los padres para evaluar al niño: EMTDA-H (Af). La que utilizan los
profesores: EMTDA-H (Ae).
5. escala EDAH 68): se utiliza para evaluar el TDAH de los niños de 6 a 12 años.
6. cuestionario para evaluar las conductas problemáticas del niño de Educación Infantil de
Miranda y Santamaría (69).
Para complementar estas escalas específicas, se puede utilizar alguna de las siguientes escalas:
-El CBCL de Achenbach (Child Behavior Checklist, 1983) (70): inventario para evaluar la
conducta de niño a través de padres y profesores. Analiza el aislamiento, las quejas
somáticas, los problemas de ansiedad y depresión, problemas de conducta, problemas
sociales y de agresividad, problemas de atención y pensamiento.
-Youth Self-Report (71) para adolescentes.
-Para la evaluación del niño por los padres: Behavior Assessment System for Children (BASC)
(72). Tiene tres formas: Educación Infantil (4-5), Educación Primaria (6-11) y Educación
Secundaria (12-18). Tiene 131 ítems y se puede aplicar en 10-20 minutos.
-escala de Problemas de conducta para padres (EPC) (73).
-Se pueden utilizar también registros de observación del comportamiento: Código de
Observación del Comportamiento del Aula de Abikoff y Gittelman (74) y Sistema de
Codificación de Conductas Hiperactivas de Barkley (75).
-Lista de Comportamientos de TDAH del DSM-IV: para la evaluación del comportamiento
actual del adolescente por los padres: Lista de control de comportamientos del TDAH (38):
Esta lista se puede aplicar a padres y adolescentes. Los profesores no conocen a menudo
bien al adolescente, porque no coinciden con él en muchas clases. Se puede utilizar la misma
lista con padres y adolescentes, cambiando las instrucciones del inicio de la tabla. Los ítems
de los números impares evalúan el déficit de atención; los de los números pares, la
hiperactividad y la impulsividad. Criterios para evaluar el TDAH: 1) Seis o más ítems de
ítems impares para el TDAH: subtipo de déficit de atención. 2) Seis o más ítems de ítems
pares para el TDAH: subtipo hiperactivo/impulsivo. 3) Seis o más ítems de ítems impares
para el TDAH y seis o más ítems de ítems pares para el TDAH: subtipo combinado. A
continuación hay que realizar la suma de las puntuaciones: Robin proporciona baremos para
el Déficit de atención, para la Hiperactividad/Impulsividad y para el tipo combinado (38).
-Rejilla para la Historia Escolar del TDAH (38): se utiliza para describir el TDAH, el Trastorno
Negativista Desafiante y los problemas escolares y de aprendizaje desde Educación Infantil
hasta la adolescencia.
Para los profesores de Secundaria resulta difícil evaluar los síntomas del TDAH y la actividad
escolar, porque el adolescente puede llegar a tener entre 5 y 8 profesores diferentes. El profesor de
Educación Primaria tiene una visión más global del alumno. Gran parte de la actividad del estudiante
adolescente ocurre fuera del aula de su tutor, y éste no lo puede controlar. La inquietud física del
alumno de Primaria se convi
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