La psicoterapia Corporal Energética se basa en el análisis de Reich y enfoca la terapia a nivel del cuerpo, las emociones, la intencionalidad y el psiquismo. Resulta de combinar 25 años de praxis con una extensa formación y colaboración profesional con sus discípulos Lowen, Keleman y en particular, John Pierrakos. Al nivel físico, la neurosis del carácter puede ser "leída" en el cuerpo: una persona con una estructura histérica o histriónica se mantiene erguida pero resistiendo en los talones, como temiendo entregarse o caer hacia delante; tiene un ego bien desarrollado, anclado en la realidad, un cuerpo bien construido y una buena coordinación. Sin embargo, la espalda está siempre muy rígida y el cuello tenso, al tiempo que sumamente frágil, como si fuera a quebrarse. Por otra parte, el pecho tiene una privación de tipo oral, con una respiración reducida: un territorio listo para la ansiedad y la angustia.
Por el contrario, el área pélvica y las piernas son suaves, bien formadas, atractivas. Así, la parte superior e inferior del cuerpo reflejan de alguna manera esa pujante contradicción entre amor y sexo, la niña pequeña y la mujer. Lo que caracteriza principalmente a esta organización defensiva corporal energética es un bloqueo del afecto con un intenso miedo hacia el sexo unido al amor. El terapeuta debe ser capaz de manejar un intenso y complejo problema transferencial, enfrentando su actitud hacia los hombres con mucha comunicación oral y movilizando su energía a través de la expresión de emociones negadas.
El síntoma histérico en psicoterapia corporal energética*.
Jaime Guillén de Enríquez; Inmaculada Serrano.
Instituto de psicoterapia Corporal Energética.
(Asociación Española de Psico-Somatoterapia)
Sección Psico-corporal de la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas FEAP.
*Psicoterapia Corporal Energética es la denominación del método que utilizamos, basado en un intento de integración de las formulaciones y técnicas analíticas de Wilhelm Reich con los distintos abordajes teórico-prácticos de algunos de sus más destacados seguidores. Enfoca la terapia en base al funcionamiento en el cuerpo de la energía vital, incluyendo los niveles físico, emocional, psíquico e intencional, y resulta de combinar más de 25 años de práctica con una extensa formación y colaboración posterior con Alexander Lowen, Stanley Keleman y, particularmente, John Pierrakos, fundadores respectivamente del análisis Bioenergético, el proceso Somático y la Corenergética.
Resumen
La psicoterapia Corporal Energética se basa en el análisis de Reich y enfoca la terapia a nivel del cuerpo, las emociones, la intencionalidad y el psiquismo. Resulta de combinar 25 años de praxis con una extensa formación y colaboración profesional con sus discípulos Lowen, Keleman y en particular, John Pierrakos. Al nivel físico, la neurosis del carácter puede ser "leída" en el cuerpo: una persona con una estructura histérica o histriónica se mantiene erguida pero resistiendo en los talones, como temiendo entregarse o caer hacia delante; tiene un ego bien desarrollado, anclado en la realidad, un cuerpo bien construido y una buena coordinación. Sin embargo, la espalda está siempre muy rígida y el cuello tenso, al tiempo que sumamente frágil, como si fuera a quebrarse. Por otra parte, el pecho tiene una privación de tipo oral, con una respiración reducida: un territorio listo para la ansiedad y la angustia. Por el contrario, el área pélvica y las piernas son suaves, bien formadas, atractivas. Así, la parte superior e inferior del cuerpo reflejan de alguna manera esa pujante contradicción entre amor y sexo, la niña pequeña y la mujer. Lo que caracteriza principalmente a esta organización defensiva corporal energética es un bloqueo del afecto con un intenso miedo hacia el sexo unido al amor. El terapeuta debe ser capaz de manejar un intenso y complejo problema transferencial, enfrentando su actitud hacia los hombres con mucha comunicación oral y movilizando su energía a través de la expresión de emociones negadas.
Si bien parece que el concepto de histrionismo es más amplio y general que el de histeria, la tendencia de las clasificaciones internacionales viene siendo la de reemplazar el vocablo histeria por el de histrionismo, más indicativo de simulación o falsedad y con menor carga social peyorativa. A partir del DSM III (1980) las características de la ahora personalidad histriónica son definidas con al menos cuatro de estos criterios:
tendencia a dramatizar, necesidad de llamar la atención, deseo de sensaciones fuertes, hiperactividad ante pequeños acontecimientos, accesos de cólera y trastornos en la relación interpersonal…Por su parte, el CIE 10 (1993) establece como criterios: Representación de un papel, teatralidad y expresión exagerada de las emociones. Sugestibilidad y facilidad para dejarse influir por los demás. afectividad lábil y superficial. Búsqueda imperiosa de emociones y actividades en las que ser el centro de atención. conducta o apariencia inapropiadamente seductora…Y aunque no como síntomas necesarios para el diagnóstico, completa el cuadro clínico con egocentrismo, indulgencia para sí mismos, deseo continuo de estimación, falta de consideración con los demás, facilidad para sentirse herido y comportamiento manipulatorio constante.
La palabra histriónica incita a considerar a estas personas como simuladoras o falsas. En realidad sus conflictos no están en el nivel consciente y representan una falta de recursos maduros con los que acompañar sus demandas (Salvanés). Sería injusto o superficial valorar exclusivamente en términos de exageración, simulación o seducción las manifestaciones histéricas de angustia ante un vértigo u otra fuerte somatización sin síntomas lesionales. Como concluyó Charcot en una demostración clínica “ella no puede estar simulando”. Pero debemos a Freud ser el pionero en el tratamiento psicoterapéutico de la histeria: no sólo por descubrir inicialmente la existencia de traumas psíquicos subyacentes, sino al intuir la dramática necesidad de afecto bloqueada tras la seducción aparente.
La calificación histriónica resulta más omnicomprensiva al no aludir al útero (histeris), como si el trastorno se circunscribiera a la mujer. En nuestra práctica terapéutica hemos podido comprobar -por el diagnóstico a través de la lectura corporal y los propios desarrollos personales, - la similitud de rasgos estructurales en mujeres y hombres. Queremos destacar cómo la organización defensiva característica de la personalidad histriónica presenta en el cuerpo del hombre y la mujer similares tensiones musculares crónicas, contracturas posturales y bloqueos energéticos.
Así pues, el correspondiente masculino al término de mujer histérica (ahora histriónica) no sería el impropiamente utilizado de histérico ni el de fálico-narcisista como a veces se ha empleado, sino el de un varón histriónico que, en 1933, Wilhelm Reich describe como histérico: afectado con blandura y cortesía excesiva, expresión facial femenina y comportamiento femenino”. Previamente Reich describe la histeria como una conducta sexual evidente, en combinación con un tipo específico de agilidad corporal, una coquetería en el andar, en la mirada o en el hablar. . .
Y sin embargo, cuando se encuentra próxima a conseguir sus objetivos, toda esa actividad intensa se torna en tensa pasividad: los movimientos “espontáneos y sexualmente provocadores” -que indicarían excitabilidad y apasionamiento, se paralizan por el pánico cuando llega el momento del encuentro sexual.
Lo que origina en todo caso esta neurosis caracterial es un bloqueo del afecto unido a las sensaciones sexuales reprimidas y negadas por una prohibición de índole superior. Así, aunque el yo de la persona esté anclado en la genitalidad y su cuerpo tenga belleza y proporción, hay una fuerte aprensión a la entrega sexual, junto a un intento de reprimir las sensaciones genitales. Hay una separación, un corte, entre amor y sexualidad. La persona puede tener fuertes sentimientos de amor en la parte superior del cuerpo y también sensaciones sexuales en la mitad inferior pero no quiere conectarlos. Será muy importante trabajar terapéuticamente para conseguir esa conexión.
Pero en la terapia reacciona negando airadamente el significado sexual de sus gestos: -lo cual indica precisamente el carácter defensivo con que usa su sexualidad. Hay una fijación en la etapa edípica del desarrollo infantil. La niña o el niño tienen que reprimir sensaciones incestuosas que mantienen su catexis. Después, la niña –a la que nos referiremos particularmente, se defenderá alineándose rígidamente con la aprensión de la madre hacia los hombres y bloqueando el afecto hacia el padre y lo masculino. De ahí que sus intentos adultos resulten infantilmente entreverados por la agresividad hacia un supuesto hombre traidor junto al miedo y al tiempo, la atracción, a una completa y hermosa sensación entonces vivida de eros, amor y sexualidad que resultó prohibida por razones superiores. El fuerte rasgo oral de este carácter proviene de la privación de aquel afecto ingenuo y perfecto. La defensa subsiguiente será la ilusión de un príncipe azul, -un padre ideal, que retorne el paraíso perdido.
Por tanto, siente un miedo invencible a la entrega sexual y se defiende negándolo. Y cuando intenta superarlo, lo hace desde su bloqueo afectivo –aunque la expresión resulte a los demás claramente flirteante y coqueta. Ella lo hace siempre para sondear el peligro, sin que signifique que quiera realmente tener sexo…, pero, ¡el hombre lo cree así!, y al insistir, el carácter histérico responde: “te conozco, eres un cerdo como todos”. Si ha mantenido relaciones sexuales, incluso promiscuas–y en este sentido ha habido cambios revolucionarios desde los tiempos de Freud, - la defensa permanece en diferente escala pero con idéntica fuerza negadora. Intenta desbloquear su afecto, pero sus intentos fracasan muy pronto al no encontrar frente a sí al príncipe azul o al padre ideal sino a un ser humano con defectos y carencias que se vuelven insoportables. Las opciones restantes también se resuelven de forma neurótica: convirtiendo la relación de pareja en una adaptación del modelo familiar en el que prima un papel de madre que se hace extensivo a la pareja. O bien, cerrando el corazón para siempre y así evitar nuevos desengaños y traiciones y acabar con la inseguridad.
El terapeuta corenergético hace un diagnóstico inicial del tipo de personalidad o estructura de carácter (Reich) basada en una lectura del cuerpo que luego contrasta con la historia del sujeto. Son factores importantes: la postura, el modo de pisar el terreno real; la forma física de estar presente, -ahora y en los tiempos de estrés; el modo de moverse o hacer contacto; la forma de respirar y las tensiones musculares crónicas; así como la diferente carga y dirección de la energía a través de los centros vitales o chakras y la percepción del propio núcleo energético interior o esencia individual.
Veamos la organización muscular defensiva en el cuerpo característico del trastorno histriónico. La persona se mantiene erguida pero resistiendo en los talones, como temiendo perder la cara o caer hacia adelante, rasgo que puede agudizarse con una fuerte ansiedad a caer al caminar en la calle. Hay una tensión crónica en la espalda que se intensifica ante las presencias importantes, junto a una específica rigidez y fragilidad en el cuello, como a punto de quebrarse. Es como estar contrarrestando un sentimiento de inseguridad y necesidad con otro de orgullo. El pecho tiene una privación de tipo oral, con una respiración reducida que se corta provocando sensaciones de ahogo, bolas en el cuello, presión o palpitaciones: un territorio listo para la angustia y la ansiedad.
Por el contrario, el área pélvica y las piernas son suaves, atractivas, bien formadas. En este sentido, podemos decir que en la estructura histérica hay proporción y belleza, un cuerpo armónico, un yo fuerte en contacto con la realidad y una función sexual anclada en la genitalidad. Pero la antítesis entre un pecho cerrado, descargado y débil, y unas piernas y pelvis energéticamente cargada y fuerte, reflejan la división entre el amor-necesidad idealizado y la genitalidad desarrollada pero escindida del sentimiento.
Este marcado contraste entre la mitad superior –en especial el pecho-, energéticamente descargada y oralmente agresiva, con una mitad inferior rígida y contenida, puede manifestar otras contradicciones, como son: una buena disposición al control externo a través de ojos, manos, boca y genitales y una aprensión hacia el contacto interior o la introspección; o como señala Reich, una escasa tendencia a la sublimación y a la realización intelectual. ello junto a una fuerte inclinación a descargar en el perfeccionismo y la actuación, con la idea ilusoria de que la performance, la apariencia y el éxito lo es todo.
B. Brennan, discípula de John Pierrakos, destaca el rasgo de la falta de autenticidad. ello como consecuencia de la separación del yo respecto a su esencia interna y una concentración absoluta en conservar el aspecto de su mundo exterior en perfectas condiciones.
Para Lowen la característica psicológica más importante viene dada en el miedo a rendirse. El carácter rígido histérico se mantiene siempre alerta, extremando un control inflexible, como un centinela ante un entorno peligroso mientras anhela descansar en el amor espontáneo y la aventura de vivir. miedo a rendirse a los sentimientos, a volver a abrir un corazón herido, miedo al sexo pleno si se deja ir. miedo a caer y perder su orgullo. miedo a lo que no puede controlar.
Keleman ve la rigidez histérica como una distorsión del amor. La persona no quiere perder el control. La ternura y la sexualidad representan esa pérdida. La histérico-narcisista y el fálico-narcisista son la princesa y el príncipe encantados del mundo,
la amazona y el guerrero, si no en la realidad, sí en la fantasía y en la intención… y aunque no puedan conseguirlo, ese sigue siendo su deseo. Las personas rígidas sienten el mundo a través de sus acciones, están divorciadas de su propia ternura. La atención está en ellas mismas, no en los demás. y siempre hay conflicto entre el sentimiento y la acción. Las familias de estructura rígida preparan a sus hijos para enfrentarse a un mundo competitivo enseñándoles que el amor tiene que ser práctico. El amor no es una realidad. Dicen:”te quiero”, lo que significa que te cuido, me preocupo por ti, comparto, te necesito. No piensan en el amor como intimidad sino como en un producto.
Por su parte, John Pierrakos señala cómo desde el propio campo energético, la estructura caracterial más unificada, que es la rígida, es también la más resistente a una plena reciprocidad activa-receptiva del flujo de energía, con una negación defensiva de la operación receptiva. La energía pulsa fuertemente y el movimiento es armónico y equilibrado en todo el organismo, y ese movimiento proporciona la base para unas excepcionales habilidades ejecutivas y una buena actuación social. Sin embargo, la buena integración general se ha conseguido a costa de los sentimientos suaves y profundos que operan en el núcleo personal. El corazón no está abierto, así que mientras la rígidez puede manejarse con competencia, ejerciendo la autoridad o terminando las tareas, las relaciones holísticas son distantes y no recompensadoras ni nutricias a nivel afectivo.
Pierrakos es el discípulo de Reich que más desarrolla la investigación en el campo de la energía y en especial su naturaleza terapéutica. Fundador de la Corenergética, (Core Energetics 1970), -y antes, con Lowen, de la bioenergética (1957), define el core o centro energético del ser humano como el núcleo de energía universal individuada, un concepto similar a la mónada de Leibnitz o el lògos de Heráclito. “Cada célula y cada una de las entidades más complejas, hasta el conjunto mismo del organismo, consiste y contiene una energía pulsátil que es consciente. Cada uno de estos elementos tiene un centro y una periferia y cada uno emite y recibe fuerza vital. Cada uno de ellos no solo comparte sino que consiste en la totalidad de la energía/conciencia universal. La totalidad de los centros es el core del ser humano”. En el núcleo de cada ser humano hay una operación única, indivisible y continua de emociones o capacidades positivas primarias al modo de una masa incandescente de calor y luz.
Este nivel de energía positiva, donde están las fuerzas del eros, la sexualidad y el amor, está protegido por otro de emociones negativas primarias, que corresponderían a los impulsos negativos inconscientes descritos por Freud. Estas emociones destructivas se cargan cuando los impulsos positivos de vida provenientes del anterior nivel son negados desde una instancia externa o desde el propio organismo. Esta negación es la base para las distintas reacciones de lucha o huida que definimos como, ira, pánico, orgullo, terror, obstinación, egoísmo, destructividad etc, entendiendo estos términos como una polaridad energética sin calificación moral alguna, pues no niegan la vida sino que la afirman o protegen respondiendo a la condición dual de nuestra existencia: sin que puedan considerarse instinto de muerte (Freud) o fuerzas intrínsecamente patológicas (Reich). Dice Pierrakos que nuestra energía –pura inteligencia y amor-, tiene que batallar con las intrusiones que percibe a su integridad del mismo modo que tiene que rechazar los gérmenes.
Aquí encontramos los terrenos fundamentales del mecanismo neurótico defensivo de los distintos trastornos de personalidad. La energía paralizada por el terror y mantenida con la distorsión constante del rechazo (trastorno esquizoide); perdida o inhibida con la dependencia (oral dependiente); desplazada hacia arriba para el control (trastorno psicopático); contenida o sofocada para no estallar (neurosis masoquista); -o reprimida y negada interiormente, -como en el caso de la rigidez histérica, para evitar la entrega-, va formando una corteza defensiva superpuesta, que esconde a los demás el dolor y la huella de las heridas primeras así como las emociones negativas: un tercer nivel energético en el mapa de la conciencia que no fluye como los dos anteriores sino que es denso, estratificado y turbio: como una fachada aparente o una máscara de amor, simpatía etc que distorsiona la verdad negativa y presenta a los demás, en distintas versiones, la imagen idealizada o conveniente de uno mismo. Este nivel periférico incluye el elemento consciente del ego y tiene también una función protectora, -como la corteza de un árbol o la piel de una manzana. Pero también aloja un quantum de material inconsciente que influencia las percepciones conscientes del ego. De esta forma, esta máscara o periferia defensiva puede ser al mismo tiempo el lugar del pensamiento ejecutivo consciente y el área de la negación o la impostura.
La energía en una persona sana, en circunstancias positivas, fluye libremente en sus funciones receptivas y activas. Pero la cultura impone condiciones a nuestra libre expresión desde la edad más temprana. El niño asimila las prohibiciones, las internaliza. Pero hay que decir, respecto al enfoque psicoanalítico tradicional, que lo hace no sólo a un nivel ideacional sino somático.
El bloqueo energético y la consiguiente tensión muscular cronificada, suele ser la expresión física actual de un conflicto emocional agudo o bien repetido en el tiempo, especialmente en las etapas críticas del desarrollo infantil. A veces, cuando en el recinto seguro de la terapia, permitimos que se desarrolle un acceso real de cólera o de llanto, esperamos el núcleo de la catarsis, el ojo del huracán, donde aparece la imagen prístina del acontecimiento doloroso. Esta se presenta con absoluta claridad al liberar la expresión retenida o congelada en la contractura muscular.
La tensión pélvica que a veces dispone rígidamente la pelvis hacia atrás en la estructura histriónica, suele indicar la drástica prohibición sexual de la organización defensiva del carácter. La mujer tiende a tener una excitación vaginal que no descarga, somatizando con irritaciones vaginales, procesos inflamatorios de vejiga e incluso infecciones que tienen que ver con esta represión de la descarga.
Cuando la mujer histérica era niña, hubo un padre que acariciaba a esa niña, dándole dulzura y energía. Y esa niñita, de cuatro o seis años genitalizó: sintió una muy fuerte energía genital. Pero repentinamente, este sentimiento en los genitales quedó prohibido. El no lo permite. Puede ser por varias razones, incluyendo un miedo a su propia excitación. La niña empieza a merodear y a insistir y el padre se vuelve y ataca a la niña. La critica, y corta sus sensaciones. Este puede ser un caso.
Otras veces, la situación amorosa, -la niña jugando con su papá o sentada en sus rodillas- puede ser brutalmente interrumpida por una madre que viene observando la escena con descontento o con celos y que estalla condenando a su hija y diciéndole que eso lo hacen las malas mujeres. . . Otras veces, el padre siente que está excitado y puede perder el control, y actúa drásticamente atacando a esta bella criatura, como una flor que ordena cortar.
Reich habla de cómo quienes, al ver a otro ser humano vibrando, sintiendo y moviéndose, algo les hace sentir incómodos y dicen: ¡basta, es inmoral lo que estás haciendo!. . . Mucha gente no puede tolerar la plena posesión de la energía vital y mantiene el miedo a estar completamente vivo. . . O un hombre puede amar a una mujer, pero si ella viene a él, vibrante, se retrae diciéndose: ¿Qué voy a hacer yo con tanta energía? Quizá el principal problema de las personas rígidas sea el temor al placer, a abrirse, a vibrar y ser uno con la vida: por pensar que perderán la fuerza, que se volverán débiles e ineficaces.
Así es pues como ocurre: la niña tiene que eliminar la sensación sexual, reprimirla profundamente.
En el caso de la mujer histérica, de modo similar aunque opuesto a como ocurre en el caso del fálico-narcisista, es precisamente el hombre quien provoca sus sentimientos y la coloca en un lugar donde se encuentra como en un test continuo. La mujer histriónica siente que el hombre está interesado en su sexualidad, lo cual la encoleriza porque no quiere ser objeto de los deseos sexuales del hombre. De ahí, la explicación a una actitud alternante de seducción y rechazo que el hombre percibe como inexplicable y contradictoria: es la máscara de su miedo simultáneo al sexo y a la soledad y el abandono.
Energéticamente hay un fuerte desequilibrio entre la carga y la descarga. Repentina y fácilmente puede llegarse a una intensa carga emocional que puede incluso desembocar en un estallido o una parálisis, si bien esto era más frecuente en el pasado. Básicamente se trata de angustia. Normalmente provocada por el vértigo de una ilusión cargada de energía sin la posibilidad de descarga en el contexto real. El componente oral de la neurosis fabrica de modo vertiginoso una fantasía seguida de un desbloqueo afectivo que inunda de energía el corazón y llena la mente de imágenes sublimes.
Pero cuando llega el momento de la verdad física, se produce la realidad de la frigidez sexual. Fenichel viene a considerar la reacción real que imposibilita la descarga como un trastorno sensorial consistente en el extrañamiento del propio cuerpo. O una anestesia tipo guante: siente una parte de la mano y en la otra no siente nada (Pierrakos), con una espasticidad localizada y crónica.
De otra parte, la frigidez es compatible con un comportamiento que revela actitudes claramente provocativas y sexuales. Se trata de una frigidez que Lowen considera como parte de otro problema más amplio, la inhibición sexual en general, y que, por extraño que parezca, puede habitar en un organismo bien cargado energéticamente, con un alto grado de realidad y competencia.
Cuando se llega al matrimonio o a una situación estable de pareja, con frecuencia se da la sumisión en la mujer. Se somete al hombre y al mismo tiempo controla la sexualidad, como su manera de sentirse segura. A continuación despliega una estructura de carácter vibrante y poderosa. En términos corenergéticos, la máscara se expresa en un sentimiento de superioridad u orgullo que dice: “soy mejor que tú, yo lo sé todo”.
Debajo de esto, el nivel negativo o yo inferior (Eva Broch Pierrakos) está diciendo: “Nunca te lo daré, no me rendiré, nunca sabrás lo que siento. Sacrifico mis sentimientos, los niego, para tener más poder”. La sumisión es una técnica para atrapar al sexo opuesto. En el nivel negativo, hay una continua reserva de los sentimientos. Un contener y negarse, una tozudez y un orgullo desmedidos. Y en el fondo, un sentimiento muy profundo de haber sido herida y traicionada.
¿Cómo tratar con esto? En primer lugar, dice John Pierrakos, deberá haber mucha comunicación oral, en el sentido de analizar la actitud histérica hacia los hombres. Básicamente, esa máscara ante el hombre dice: “Sí. . , mira como me muevo y te provoco. . , pero no te lo voy a dar!”.
Puesto que la energía se retiene, deberá haber mucha movilización energética, trabajando repetidamente con la espalda. Es necesario abrir los hombros porque el pecho y el vientre están tensos. A veces la cara tiene una cualidad mortecina porque la persona no quiere reflejar sus sentimientos en ella. Hay que intentar llevar energía a la cara y dejar que se exprese recuperando la posibilidad de ruborizarse.
Es necesario observar constantemente el movimiento, pues aquí la armadura defensiva es más bien una cota de malla (Lowen), o como una red de pesca con peces que se juntasen y trasladaran de una parte a otra del cuerpo. Observar donde se está conteniendo. La pelvis está siempre cargada e inmovilizada
Por otra parte y simultáneamente, hay un nivel energético bajo, debido a la carencia oral y la represión: hace falta mucha respiración y movimiento expresivo para elevarlo. Después, más movimiento y vibración, que es integradora. Traer la energía desde la espalda al cuello, trabajando en contacto con los significados que estos ejercicios tienen para la persona. Por tanto, se trata de elevar la energía de todo el cuerpo a un nivel más alto para conseguir que descargue en la terapia.
Por último, ir al núcleo somático de la defensa, la función mandíbula-pelvis. La mandíbula protege la pelvis. Se pide al paciente que colabore mediante una respiración bucal profunda y espontánea. Puede desatarse un llanto profundo que liberará una energía negativa, un odio largo tiempo retenido hacia el hombre “traidor”, causante de una herida artera, inconscientemente negada a sí y al mundo. La energia del llanto desbloquea el vientre e induce frecuentemente una determinada vibración generalizada en pelvis y piernas.
El intento terapéutico de fondo es integrar la división crónica entre el corazón y la pelvis, el amor y la sexualidad. Esta división tiene que hablarse y entenderse. En la historia de la humanidad es fácil descubrir el trauma perpetuado de la mujer traicionada por el desamor o abandonada en las guerras. . . y la historia se repite. Esa herida brutal y frecuente es un puñal ominoso en el corazón de un bello ser que necesita amar nuevamente.
La descarga física y emocional que se produce con la expresión liberadora de la negatividad, lleva de suyo a entrar en contacto con el nivel de energía positiva. Esa energía, -ahora consciente, es pura inteligencia, creatividad y amor disponible en abundancia para la evolución personal.
Bibliografía
Salvanés, Roberto: trastorno histriónico de la Personalidad
Elsevier España 2003
Charcot, Jean Martín: Clinique des maladies du Système nerveux Alcan. Paris 1892
Freud, Sigmund: Esquema del Psicoanálisis
Alianza Editorial. Madrid
Fenichel, Otto: teoría Psicoanalítica de la Neurosis
Paidós. Barcelona 1982
Reich, Wilhelm: análisis del Caracter
Paidós. Buenos Aires 1976
-- La Función del Orgasmo
Paidós. Barcelona 1983
-- Escucha Pequeño Hombrecito
Bruguera. 1979
Brennan, Barbara A: Light Emerging
Bantam. New York, 1993
Lowen, Alexander: El lenguaje del Cuerpo
Herder, Barcelona 1995
-- Bioenergética
Diana. México 1980
-- El miedo a la Vida
Era Naciente Buenos Aires 1984
Pierrakos, John C. : Core Energetics
Life Rhythm 1987. Mendocino P. O Box 806 CA 95460 USA
-- eros, Love and Sexuality:
Life Rhythm 1997. Mendocino P. O Box 806 CA 95640 USA
Pierrakos, Eva: No Temas el Mal
Pax México 1994
-- Del miedo al Amor
Pax México 1997
-- Buscando a Dios en mi interior
Pax México 1999
Keleman, Stanley: Anatomia Emocional
Traducción y Prólogo: Jaime Guillén. Desclée. Bilbao 1997
-- La Experiencia Somática
Traducción y Prólogo: Jaime Guillén. Desclée. Bilbao 1996
-- El Amor. Una perspectiva somática.
Traducción y Prólogo: Jaime Guillén. Desclée. Bilbao 2000
IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.