Terapia Cognitiva Sintética El presente escrito muestra un nuevo enfoque de “terapia psicológica”. Aunque denominada terapia Cognitiva Sintética (TCS), en realidad se trata de un protocolo que utiliza técnicas que incluyen la mayoría de las psicoterapias hasta ahora conocidas, unido al conocimiento científico aportado desde la psicología Cognitiva y la neuropsicología.
Tiene tres pretensiones: ser claro en su formulación, conciso en su aplicación y profundo en cuanto a los efectos del tratamiento. Los dos aspectos principales de la propuesta son la síntesis y la integración. La síntesis se centra en la simplificación de las distorsiones cognitivas de la terapia de Beck y de las ideas irracionales de Ellis.
La integración se ve reflejada en tres puntos: 1) la consideración de que la mayoría de psicoterapias existentes utilizan herramientas terapéuticas comunes; 2) la propuesta de integrar como métodos con capacidad para generar una “reestructuración cognitiva” la resolución de problemas (por su estrecha vinculación con los procesos de control ejecutivo o funciones ejecutivas) y la psicoeducación (por ejercer un cambio cognitivo gracias a la clarificación conceptual que supone concretar sus contenidos mediante la TCS; y 3) se hace hincapié en el procesamiento de información, considerando las cogniciones como parte de la múltiple información que contiene nuestro cerebro y, por tanto, procesa. En definitiva, desde un punto de vista clínico aplicado, este planteamiento pretende simplificar la evaluación, el diagnóstico del problema y la elección de técnicas concretas.
Victoriano Ramos Linares. Práctica Privada. José Antonio Piqueras Rodríguez. Profesor titular Universidad Miguel Hernández
TERAPIA COGNITIVA SINTÉTICA
Victoriano Ramos Linares1, José Antonio Piqueras Rodríguez2
1. Doctor en psicología. psicólogo Clínico. Práctica Privada. Alicante.
2. Doctor en psicología. Neuropsicólogo y psicólogo Clínico. Profesor Titular de la Universidad
Miguel Hernández. Elche (Alicante)
bgvictor@cop. es
terapia cognitiva. Cogniciones. psicoeducación. Síntesis. Integración. neuropsicología. psicología cognitiva.
Control ejecutivo. Funciones ejecutivas.
Cognitive Therapy. Cognitions. Psychoeducation. Synthesis. Integration. Neuropsychology. Cognitive Psychology.
Executive Functions. Executive Control.
RESUMEN
El presente escrito muestra un nuevo enfoque de "terapia psicológica". Aunque denominada
"terapia cognitiva sintética" (TCS), en realidad se trata de un protocolo que utiliza técnicas que
incluyen la mayoría de las psicoterapias hasta ahora conocidas, unido al conocimiento científico
aportado desde la psicología cognitiva y la neuropsicología.
Tiene tres pretensiones: ser claro en su formulación, conciso en su aplicación y profundo en
cuanto a los efectos del tratamiento. Los dos aspectos principales de la propuesta son la síntesis y la
integración. La síntesis se centra en la simplificación de las distorsiones cognitivas de la terapia de
Beck y de las ideas irracionales de Ellis. La integración se ve reflejada en tres puntos: 1) la
consideración de que la mayoría de psicoterapias existentes utilizan herramientas terapéuticas
comunes; 2) la propuesta de integrar como métodos con capacidad para generar una "reestructuración
cognitiva" la resolución de problemas (por su estrecha vinculación con los procesos de control
ejecutivo o funciones ejecutivas) y la psicoeducación (por ejercer un cambio cognitivo gracias a la
clarificación conceptual que supone concretar sus contenidos mediante la TCS; y 3) se hace hincapié
en el procesamiento de información, considerando las cogniciones como parte de la múltiple
información que contiene nuestro cerebro y, por tanto, procesa. En definitiva, desde un punto de vista
clínico aplicado, este planteamiento pretende simplificar la evaluación, el diagnóstico del problema y
la elección de técnicas concretas.
INTRODUCCIÓN
El marco teórico de referencia de la terapia cognitiva sintética (TCS en adelante) es el enfoque
terapéutico cognitivo-conductual, la psicología cognitiva y la neuropsicología. Además, entiende que
cualquier psicoterapia, en el fondo, incluye el procesamiento de información y/o el cambio de conducta
para cambiar emociones.
La TCS utiliza los conocimientos proporcionados por los estudios científicos disponibles y se basa
en las herramientas terapéuticas utilizadas históricamente por otras psicoterapias. Por todo ello, más
que una nueva terapia es un "protocolo", un nuevo enfoque, destinado a dotar al terapeuta de
habilidades que le sirvan en el ejercicio de la profesión de un modo más sencillo, sintético y
parsimonioso. Es una característica notable también la utilización de un lenguaje claro y sencillo, sin
renunciar al lenguaje técnico cuando es preciso.
Esta propuesta es fruto de la reflexión generada a partir de nuestra amplia experiencia clínica
durante años, un trabajo acumulado que nos ha hecho llegar a la conclusión por un lado, de que las
formulaciones cognitivas de Beck (distorsiones cognitivas) [1] y Ellis (ideas irracionales) [2], las más
empleadas por terapeutas cognitivo-conductuales, pueden sintetizarse en gran medida como más
adelante se propone y, por otro, que se pueden integrar como "técnicas de elección" las estrategias o
herramientas utilizadas desde los diferentes enfoques terapéuticos y que suelen ser, con variantes,
las mismas. Así, cabe mencionar las técnicas de reestructuración cognitiva, exposición, relajación,
entrenamiento asertivo, resolución de problemas, programación de actividades
agradables, psicoeducación , aceptación, programas de higiene del sueño, entrenamiento en comunicación,
autoinstrucciones, habilidades de negociación, experimentos conductuales, habilidades
instrumentales; además de otras herramientas muy comunes en cualquier psicoterapia como son el
uso de metáforas, acotación y/o aclaración de conceptos o ideas, perspectiva desde "el otro", etc.
Como más abajo se detalla, la combinación de alguna o varias de estas técnicas o herramientas
terapéuticas son lo que conforman las diferentes psicoterapias, aun partiendo de diferentes marcos o
modelos explicativos. La TCS propone la selección de técnicas concretas para un tratamiento específico
dirigido a un cliente paciente, consistiendo parte del protocolo, llegado el momento, en la adecuada
selección de técnicas. Este punto de vista de la TCS coincide en gran medida con los supuestos de la
terapia cognitivo-conductual transdiagnóstica. El transdiagnóstico es una nueva forma de concebir los
trastornos mentales, no centrándose en lo específico de cada trastorno, sino en los procesos cognitivos
y conductuales comunes que subyacen a la mayoría de ellos; se basa en una concepción dimensional
de la psicopatología, sin olvidar la clasificación categorial. Así, los esquemas cognitivos, creencias
disfuncionales, sensibilidad a la ansiedad, internalización/externalización, atención focalizada,
principios de condicionamiento, perfeccionismo, alexitimia, afecto positivo/negativo, anhedonía,
vulnerabilidad biológica y vulnerabilidad psicológica, reforzamiento/extinción, hiperactivación
autónoma, activación cortical, impulsividad, exigencia, catastrofismo, baja tolerancia a la frustración,
sesgos de procesamiento de información, incontrolabilidad, moralidad, metacognición, etc. se
consideran conceptos y procesos que están detrás de la mayoría de trastornos psicopatológicos, tales
como los emocionales (ansiedad, depresión), trastornos de personalidad, psicóticos, de conducta,
neuróticos, adicciones, control de impulsos, alimentarios, esquizofrenia, etc. [3].
Resultante de esta concepción, la terapia cognitivo-conductual transdiagnóstica se concentra en la búsqueda de
protocolos integrados válidos para un conjunto de trastornos [4], algo con lo que coincide en gran
medida la TCS.
También desde el punto de vista integrativo, la TCS propone la resolución de problemas como
técnica cognitiva como algunos autores [5], si bien la mayoría de ellos la ubican entre las técnicas
cognitivo-conductuales o técnicas de entrenamiento en habilidades de afrontamiento [6-7]. Aun no
siendo siempre considerada como técnica cognitiva en sí misma, implícitamente creemos que así ha
sido durante décadas en la práctica terapéutica.
Del mismo modo, la psicoeducación también puede ser considerada como técnica de
reestructuración cognitiva al modificar áreas de memoria con contenidos cognitivos que, al ser
novedosos, influyen en el procesamiento cognitivo al disponer el cerebro de nueva información [8].
Además de estas bases en las que se asienta, la TCS considera algunos aspectos que se detallan
más adelante, como lo son: a) la perspectiva fundamental de los seres vivos de búsqueda del bienestar
y la evitación del malestar como mecanismo de supervivencia y que enlaza con los objetivos que
cualquier psicoterapia persigue: bien el alivio del sufrimiento, bien el desarrollo de potencialidades
(resiliencia, o fortaleza, si empleamos un término español equivalente) para buscar la satisfacción
personal o felicidad y que se acerca a las nuevas aportaciones desde la psicología positiva [9]; b)
concepción del término "emoción" como un contenido informativo compuesto de otros dos: las
sensaciones físicas (sistema límbico) y la interpretación de esos estados corporales (sistema cortical);
c) la aclaración y concreción de términos (etiqueta-concepto), que incluye la delimitación del término
"cognición"; d) en la misma línea, delimitar el término "reestructuración cognitiva", distinguiendo si
hacemos referencia a él como variable independiente o como variable dependiente [8]; y e)
tratamiento de la "asertividad" en toda su dimensión de déficit de comunicación interpersonal. La falta
de asertividad está implicada en cualquier relación interpersonal, de pareja, familia o social.
CONSIDERACIONES PREVIAS DESDE LA TCS
Bienestar Malestar
Desde un esquema muy sintético, la TCS propone inicialmente la búsqueda del bienestar y la
evitación del malestar. Esta idea no es ni mucho menos original, ya que cuenta con numerosos
antecedentes tanto filosóficos, como biológicos y psicológicos. Así, los primeros estudiosos que
plantearon esta idea fueron Epicuro y sus seguidores con el hedonismo, una doctrina filosófica basada
en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Entre los
antecedentes científicos destacan las teorías biológicas evolucionistas de Ekman y Plutchik [10-11],
que defienden el esquema adaptativo de las emociones como mecanismo de supervivencia y de
defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia,
siendo normal y beneficioso para el individuo y su especie y cuyo fin coincide con nuestra propuesta,
búsqueda del bienestar y evitación del malestar.
Además desde las neurociencias, se señala que esta
función adaptativa de las emociones tiene su reflejo en la forma de organización del cerebro de los
seres vivos en tres capas: la 1ª capa (cerebro reptiliano) que regula las acciones orientadas a la
supervivencia, como por ejemplo, comer, respirar, etc. ; la 2ª capa (sistema límbico) que se encarga
de la conservación de la especie y del individuo, mediante la regulación de las emociones, respuestas
de lucha, escape, evitación del dolor y búsqueda del placer y la 3ª capa (corteza cerebral) que es la
responsable del pensamiento racional y abstracto. Entre las teorías psicológicas vigentes, es preciso
destacar aquí la coincidencia de nuestra propuesta con la teoría de personalidad del aprendizaje
biosocial de Millon [12]. Una de las premisas de partida de su modelo es la idea de que hay un patrón
de reforzamiento instrumental que el sujeto emplea para maximizar la obtención de refuerzos y
minimizar el dolor o sufrimiento asociado a su logro (dimensión actividad-pasividad). Más
concretamente, tomando como premisa de partida los factores biológicos y ambientales, explica
teóricamente el origen de los patrones o pautas de personalidad sobre la base de dos dimensiones:
1) Una dimensión de "acción" (actividad versus pasividad), entendida como patrón básico de
reforzamiento instrumental que el sujeto emplea para maximizar la obtención de los refuerzos y
minimizar el dolor o sufrimiento asociado a su logro de actividad: búsqueda activa de refuerzo
(proactivo) y pasividad: búsqueda pasiva de refuerzo (reactivo). Se trata de una dimensión anclada
en lo biológico (individualidad biofísica del sujeto) y modelada por el aprendizaje instrumental; y 2)
la dimensión "clase de vínculo interpersonal entre el sí mismo y los otros", dimensión entendida como
objetivación resultante del desarrollo psicológico de la fuente u origen primario de las satisfacciones
y refuerzos que el sujeto logra.
Este segundo punto de nuestra propuesta acude a los procesos psicológicos básicos o
necesidades biológicas humanas básicas que, siguiendo a Maslow [13], determinan la existencia de
los seres vivos: i) fisiológicos, tales como la necesidad de alimento, la necesidad de procreación, etc. ;
ii) de seguridad, tales como la necesidad de un hábitat adecuado; de filiación y afecto, tales como la
necesidad de bienestar lúdico; las relaciones interpersonales (sociales y familiares) y que variarán en
función de las diferentes culturas. Todo esto constituye el "mundo emocional" que será subjetivo para
cada individuo y que en su esencia se correspondería con las emociones positivas y las negativas.
Conceptualización del término "emoción"
Como continuación del punto anterior, la TCS parte de la consideración de la emoción como
interpretación de sensaciones corpóreas, así como de la clasificación más universal de las emociones
básicas: positivas (alegría/placer) y negativas (miedo, ira, tristeza y asco), dejando aparte la sorpresa
que sería la activación producida por un evento hasta que nuestro organismo lo clasifica como positivo
o negativo y considerando el asco como una reacción de huida ante un estímulo que intenta
introducirse en nuestro organismo [14]. En línea con los estudios de Duncan y Barret [15] y los de
Storbeck y Clore [16] la TCS considera la emoción como un tipo de cognición que interpreta
sensaciones, conocimiento que permite elaborar acciones encaminadas a mantener nuestro bienestar.
De igual modo, se considera que cognición y emoción son simples abstracciones mentales de aspectos
diferentes al servicio de la acción, implicando así procesamiento de información para el cual son
necesarios otros procesos computacionales como la transformación, síntesis, elaboración,
categorización, comparación, almacenamiento, recuperación y utilización de estímulos sensoriales
[17], que culminan en lo que entendemos como resolución de problemas, emisión de juicios,
categorización de emociones, etc.
Concluyendo, según la TCS la noción de emoción estaría compuesta de dos contenidos
informativos: ideas o pensamientos y sensaciones físicas o estados corporales, dos tipos de
información diferentes referidos a un mismo evento [18]. Independientemente de que el debate sobre
cuál de ellas antecede a la otra continúe, a efectos funcionales no es necesaria esta consideración
para la práctica terapéutica.
aclaración de términos
A través de la estrategia denominada "aclaración de conceptos" el terapeuta, en los casos en los
que resulta necesario, no debate con el cliente determinadas ideas o conceptos, sino que se aclara
con él que su idea, por definición, no se corresponde con lo que dice el diccionario o con lo que el
contexto cultural entiende. Yendo un poco más lejos, se acuerda con el cliente/paciente la
denominación (etiqueta) que en el transcurso de la terapia se utilizará junto al terapeuta para referirse
a determinados conceptos o ideas, sin entrar en debates, pero aislando y aclarando ideas. Se espera
que con este cambio en el contenido informativo a través del tiempo de terapia se produzca una
reestructuración cognitiva.
Cogniciones
Continuando con la intención de clarificar, la TCS intenta delimitar el concepto del término
"cognición". Según el diccionario de la real academia de la lengua [19] define, este vocablo hace
referencia al "conocimiento", que en esencia es "información" y, como es sabido, en las redes
neuronales (formadas por neuronas y sus conexiones o sinapsis) de nuestros cerebros existe mucha
más "información" (conocimiento) que la producida o aprendida por nuestras experiencias a lo largo
de nuestras vidas. Gran parte de esa "información" está genéticamente programada y permite el
funcionamiento de nuestro cuerpo físico (ordenes a la musculatura, pulmones, funciones biológicas
básicas, etc. ) así como de nuestro funcionamiento psicológico (reacción ante un peligro, estructuras
para interaccionar con el entorno, categorización de emociones, etc. ). Con esto se pretende sentar la
base de que la "información" o "cogniciones" (conocimiento) contenida en nuestras neuronas es mucho
más amplia que los pensamientos, que serían parte de nuestras "cogniciones". Esto cobra sentido
partiendo de los supuestos de la psicología cognitiva, puesto que la información en nuestros cerebros
está en continuo cambio, ésta se combina y se encadena en secuencias y por tanto, si modificamos
áreas de memoria con contenidos de información "dañinos o perjudiciales" podemos aliviar el
malestar. Un ejemplo de esto podemos observarlo cuando un contenido informativo como lo es la
sensación fisiológica de notar el latido del corazón acelerado (taquicardia) se conecta con otro
contenido informativo: "esto significa que me voy a morir". Si actuamos con una técnica de exposición
y tras ésta el individuo "no muere" (como él creía iba a suceder), su contenido informativo (cognición)
cambia, sin haber utilizado otra estrategia como podría haber sido el debate socrático (terapia
cognitiva de Beck o Ellis). Dicho de otro modo, la exposición modifica cogniciones (información).
Delimitación del término "reestructuración cognitiva"
Otro aspecto que creemos interesante concretar es el término "reestructuración cognitiva" que
frecuentemente hace referencia a las psicoterapias cognitivo-conductuales [5]. Utilizando la
"aclaración", si hablamos de reestructuración cognitiva sin especificar nada más, la misma etiqueta
"reestructuración cognitiva" puede estar haciendo referencia a las técnicas utilizadas desde los
enfoques cognitivo-conductuales, en cuyo caso se trataría de una variable independiente (VI en
adelante) o a los resultados obtenidos tras un tratamiento psicológico, en cuyo caso se trataría de una
variable dependiente (VD en delante). Considerando la "reestructuración cognitiva" como VD,
cualquier modificación que se haya producido en la información contenida en nuestra memoria habrá
sido efectuada por algún tipo de tratamiento o intervención (VI) pudiendo haber sido ésta por cualquier
tipo de psicoterapia o elemento constituyente de ésta [8]. Si lo que queremos es que la información
contenida en un área de memoria (imágenes, sonidos, ideas, sensación física, etc. ) cambie y como
consecuencia deje de producir sufrimiento, cualquier método utilizado (VI) que consiga ese objetivo
produciría la reestructuración (cambio en la información) y habríamos modificado la VD. Por tanto, la
TCS parte del uso de técnicas o herramientas (VI) como medio de producir una "reestructuración
cognitiva" (VD), es decir, un cambio en los contenidos de áreas de memoria (información). De este
modo se equipararían técnicas como la exposición o la psicoeducación con el debate socrático, por
ejemplo, cómo método para reestructurar cogniciones (información).
Asertividad
Aunque es una herramienta constituyente de los paquetes de entrenamiento de habilidades
sociales y es dentro de ese bloque donde se suelen entregar al cliente para leer, tras una breve
explicación, los derechos asertivos [20], la TCS considera la "asertividad" en su sentido amplio de
habilidad de comunicación interpersonal. De hecho, los patrones de comportamiento interpersonal que
se caracterizan por oscilar entre los dos extremos de los estilos de comunicación, esto es: el estilo
agresivo y su polo opuesto el pasivo, vienen recogidos en una categoría diagnóstica del DSM-IV-TR y
el CIE-10 [21-22] como trastorno pasivo-agresivo (negativista) de la personalidad que se caracteriza
por la falta de asertividad. Aunque en el DSM-V [23] desaparece este trastorno, puede diagnosticarse
como indica literalmente el manual como trastorno de personalidad no especificado, poniendo como
ejemplo este trastorno.
La terapia asertiva entiende la asertividad como la facultad de poder expresar opiniones, deseos,
etc. sin miedo a la opinión de los demás. Este primer derecho asertivo listado por Manuel J. Smith
englobaría el resto de su decálogo de derechos asertivos [24]; de nuevo podemos utilizar la síntesis,
pues de él se derivan el resto de derechos listados originalmente por él y que se han ido ampliando a
través de los años en múltiples publicaciones de otros autores. Este primer derecho es expresado en
su libro de la siguiente manera: "Tenemos derecho a juzgar (decidir, añadimos nosotros) nuestro
propio comportamiento, nuestros pensamientos y nuestras emociones, y de tomar la responsabilidad
de su iniciación y de sus consecuencias". Desde el enfoque de la TCS, ésta es una clave cuando se
intenta reestructurar el modo de pensar, ya que habitualmente se suele utilizar la asertividad en las
terapias con personas con problemas de pasividad, sin embargo nos encontramos en la práctica con
personas agresivas o pasivas que son implícitamente agresivas, pues mentalmente se enfadan porque
los demás no les comprenden, obviando que pueden pensar de manera diferente y negándoles de
este modo su derecho asertivo a pensar como quieran, además de enfadarse con ellos mismos por no
responder o actuar como les gustaría. El cliente ha de comprender qué implica realmente considerar
que cada individuo (él y los demás) tiene sus derechos asertivos pues tiene importantes implicaciones
a la hora del tratamiento: los demás, al tener los mismos derechos, no tienen la obligación de pensar
igual que él y esa idea ha de ser reestructurada y a través del debate que mantenemos con el
cliente/paciente hablamos de que cualquier persona tiene derecho a pensar, sentir, comportarse como
él crea, que en esencia conforman los "valores personales". La creencia de que "el mundo ha de
funcionar como yo quiero" (perfeccionismo patológico), como se verá más adelante, se constituye en
uno de los principales factores causantes de problemáticas en muy diversos trastornos psicológicos.
Como herramienta terapéutica, la comprensión en toda su dimensión del concepto "asertividad"
resulta imprescindible ya que se emplea en cualquier problema que afecte a las relaciones
interpersonales (incluyendo problemas de ansiedad, de personalidad, afectivos, de relación, etc. ), ya
se trate de patrones de comunicación y/o de comportamiento con estilos: pasivos, agresivos, o pasivoagresivos.
BASES DE LA TCS
psicología Cognitiva y Neuropsicología
La TCS parte, en primer lugar, de los supuestos del paradigma del procesamiento de información
de la psicología cognitiva y de las aportaciones de las teorías
neuropsicológicas que señalan la relevancia de las funciones ejecutivas como sistema atencional supervisor [25]. El objetivo de la
psicología desde un enfoque cognitivo consiste en conocer cómo el ser humano adquiere información
sobre el mundo que le rodea, cómo la representa, cómo la transforma, cómo la almacena y cómo la
recupera una vez almacenada para su utilización. Como es conocido, esto implica los procesos de:
atención, percepción, memoria, representación, categorización, pensamiento, solución de problemas,
lenguaje, motivación y emoción. El enfoque actual proviene de los años cincuenta, bajo la influencia
de la cibernética, la lingüística y la teoría de la información [26] y todos estos procesos implican
procesamiento de información (véase figura 1).
Por otro lado, en las dos últimas décadas, la neurología conductual y la neuropsicología han
evolucionado vertiginosamente bajo el influjo de modelos teóricos provenientes de la psicología
cognitiva, así como por el avance de sofisticados métodos que permiten estudiar la actividad cerebral
durante los procesos cognitivos. Así, un sólido cuerpo de evidencia científica demuestra que los lóbulos
frontales se hallan implicados en la ejecución de operaciones específicas tales como: la memorización,
la metacognición, el aprendizaje y el razonamiento. De esta relación se infiere que los lóbulos frontales
se encargan de una función ejecutiva o supervisora de la conducta. El concepto de control ejecutivo o
funciones ejecutivas basa sus definiciones en aproximaciones de los modelos de procesamiento de la
información y se ha definido como mecanismos implicados en la optimización de los procesos
cognitivos implicados en la inhibición, atención, asociación de ideas, integración de nueva información,
formulación de la intención, plan de consecución del logro, toma de decisiones, memorización,
aprendizaje y razonamiento para orientarlos hacia la resolución de situaciones complejas,
problemáticas y/o novedosas. Este procesamiento de orden superior implica una relación de doble
dirección con otros procesos cognitivos, con los que interaccionan [27].
Luria fue el primer autor que, sin nombrarlas, conceptualizó las funciones ejecutivas como
implicadas en la motivación, formulación de metas y planes de acción. Diversos autores como Lezak
(quién acuñó el término), Sholberg o Mateer se han referido posteriormente a las funciones ejecutivas
como las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada
socialmente [28]. Las funciones ejecutivas, situadas en los lóbulos frontales, son el resultado de un
sistema supramodal de procesamiento múltiple en el que implícitamente se reconoce su relación
recíproca con otras funciones cerebrales en una doble dirección, por ejemplo con otros módulos de
procesamiento de información en el cortex posterior, como los lóbulos temporal y parietal, estructuras
límbicas, como la amígdala (implicada en el almacenamiento y procesamiento de reacciones
emocionales) y el hipocampo (memoria y procesamiento de información procedente de casi la totalidad
del neocórtex), el núcleo estriado, el cerebelo y los sistemas monoaminérgico y colinérgico
ascendentes.
Las personas con déficit ejecutivo presentan dificultades en el establecimiento de nuevos
repertorios conductuales, limitaciones en la productividad, creatividad y tienen escasa flexibilidad
cognitiva. Desde la neuropsicología se han estudiado múltiples trastornos psiquiátricos como la
esquizofrenia, el trastorno disocial de la personalidad, el autismo o el trastorno obsesivo compulsivo
[27]. Estos estudios nos hacen entender que los pensamientos, ideas y creencias irracionales en estos
trastornos son síntomas psicológicos que dependen en gran medida de procesos neuropsicológicos o
de un procesamiento de información alterado. Así, por ejemplo, se suele señalar a las funciones
ejecutivas como la forma genérica de control de la cognición y de la autorregulación de la conducta a
través de procesos cognitivos interrelacionados y, por tanto, estaría en la base de estos problemas
cognitivos [29-30].
Figura 1. Diagrama de flujo (modificado) propuesto por Baddeley [31] para
representar los procesos dentro del sistema cognitivo
Estímulos
Ambientales
ALMACÉN
SENSORIAL
Visual
Auditivo
Gustativo
Olfativo
Háptico
Interoceptivo
memoria DE
TRABAJO
MEMORIA
PERMANENTE
Atención
Comparación
Categorización
Conocimientos
Habilidades
Creencias
Etc.
PROCESOS DE CONTROL EJECTUTIVO
Planes, Esquemas
Estrategias
Objetivos, Metas, Etc.
Estos supuestos de partida desde la psicología cognitiva y la neuropsicología son esenciales para
considerar, como se decía líneas arriba, que los contenidos informativos en nuestro cerebro son
representados o registrados en redes neuronales y que pueden contener información muy variada. De
este modo, la TCS utiliza la noción de "información" más que la de "cognición", siendo ésta un tipo de
información. En esta línea consideramos que la información contenida en las redes neuronales de
nuestros cerebros es muy variada y gran parte de ella genéticamente programada; como en cualquier
microchip, están contenidas las instrucciones para mover músculos, hacer latir el corazón, etc. Así, el
aprendizaje o adquisición de nueva información implica los procesos de atención, percepción,
categorización, representación, memorización que se concretan en los procesos de pensamiento y
estos bidireccionalmente en los de motivación, lenguaje, resolución de problemas, etc. , y la
perspectiva terapéutica de la TCS se centra en seleccionar las herramientas más apropiadas para
corregir los déficit en cada caso concreto (resolución de problemas, técnicas de reestructuración de
pensamiento, exposición, psicoeducación, etc. ).
Síntesis de los principales modelos de "terapia cognitiva"
La segunda base de la TCS consiste en la utilización sintetizada de los principales modelos de
terapia cognitiva como técnica de reestructuración de ideas o pensamientos: la terapia racional
emotivo-conductual (TREC) de Ellis [32] y la terapia cognitiva de Beck [2], consideradas como
paradigmas de la psicología cognitivo-conductual. Ambos parten de la base de que el sufrimiento está
causado por nuestra manera de interpretar los acontecimientos, no por estos directamente [33].
Los esquemas cognitivos distorsionados o erróneos son grandes creencias filosóficas no basadas
en datos objetivos que son la base de los pensamientos automáticos negativos, los cuales son reflejos,
aparecen sin querer, son persistentes y el sujeto los da por ciertos. Según Beck [34], los pensamientos
automáticos negativos están sustentados por diez errores o distorsiones cognitivas que se producen
en el procesamiento de información y son mencionados como sigue: dicotomía, abstracción selectiva,
generalización, magnificación/minimización, inferencia arbitraria, etiquetación, personalización,
razonamiento emocional, deberización y descalificación de lo positivo, aunque esta denominación varía
según diferentes traducciones y autores. La TCS propone reducir (sintetizar) estos diez errores a dos:
la "dicotomía" y la "inferencia arbitraria" considerándolos como génesis del resto de errores listados
por Beck inicialmente. La dicotomía consiste en una categorización en sus extremos de cualquier
atributo, adjetivo o, dicho de otro modo, la polarización de experiencias individuales, que tienen su
manifestación en pensamientos cotidianos, tales como son: "correcto/incorrecto", "todo/nada",
"blanco/negro", "bueno/malo/", "bien/mal" "perfecto/imperfecto", "lógico/ilógico", "justo/injusto", y
otras manifestaciones como: "la verdad", "el sentido común", "esto es así", "la razón", etc. Como
puede observarse esta forma de pensar no da opción a otra distinta. La inferencia arbitraria consiste
en dar por ciertos argumentos o pensamientos (propios o ajenos) y llegar a conclusiones sin base
empírica fundamentada o sin evidencias que los confirmen.
La síntesis que propone la TCS se concreta del siguiente modo: el error "deberización" quedaría
equiparado al dicotómico ya que en esencia es la misma idea (las cosas deben ser de un modo único);
generalización, etiquetación, abstracción selectiva, descalificación de lo positivo,
magnificación/minimización y personalización se constituyen en derivados, combinaciones o ambas
de los dos "errores madre" (utilizando la analogía biológica de célula madre): dicotomía e inferencia
arbitraria. La generalización en el fondo es una inferencia que se desvía hacia los extremos, la
etiquetación es una forma de anclar una idea, la abstracción selectiva consiste en una inferencia
concreta, la descalificación de lo positivo es otra forma de etiquetación, la magnificación y
minimización son equiparables a la abstracción selectiva y, por último, el razonamiento emocional es
considerado una inferencia que incluye desconocimiento de información acerca del concepto "emoción"
(da como válido o cierto un pensamiento por el malestar causado por la sensación fisiológica). De este
modo, la TCS aísla la dicotomización y la inferencia arbitraria como los "errores madre" de los que se
derivan el resto. Esto se traduce, en el ejercicio terapéutico, en un ahorro temporal cuando ha de
explicarse al cliente el origen de sus "pensamientos automáticos negativos" (nomenclatura de Beck)
como por ejemplo: "todo me sale mal" o "como Juanita no quiere ser mi novia, me quedaré soltero
toda la vida", así como una mejora en la profundidad del análisis y comprensión, ya que entendido el
error, el esfuerzo y estrategias para corregirlo son más sencillas y consistentes.
Por su parte, la terapia racional emotivo-conductual (TREC) de Ellis [2, 32] es una escuela de
psicoterapia y una filosofía de vida, basada en la premisa estoica de que: "la perturbación emocional
no es creada por las situaciones, sino por las interpretaciones que la persona hace de esas situaciones"
(Epicteto, siglo I d. C. ) y lista en sus inicios once ideas irracionales que mantienen esa perturbación.
Según Ellis, las ideas irracionales se derivan de los dogmas absolutistas: "Tengo que. . . ", "tienes
que. . . ", "debo de. . . ", "debes de. . . " y listó originalmente once ideas irracionales que posteriormente él
mismo sintetizó en tres, como puede observarse en la figura 2 [35].
Figura 2. Las 3 creencias Irracionales Básicas sintetizadas por Albert Ellis
Con respecto a:
Uno mismo
Los demás
La vida o el mundo
Idea irracional
"Debo hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los demás por mis
actuaciones".
"Los demás deben actuar de forma agradable, considerada y justa"
"La vida debe ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para poder
conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo y comodidad"
Esta forma de ver el mundo es equivalente a una visión única por parte del individuo, como un
guión general o esquema que el individuo no sabe modificar y que engloba (según la TCS) a todas las
ideas irracionales listadas por Ellis. Nuestra propuesta es que la síntesis puede acentuarse aún más:
"las cosas tienen que suceder de un modo predeterminado" en lo que respecta a mí, a los demás y al
mundo o la vida. De otra forma: "el mundo tiene que funcionar como yo quiero". Como puede
observarse, esta forma extrema de concebir las cosas es en esencia lo que Beck denomina "error
dicotómico" y para Ellis la esencia de su terapia racional emotiva. Si las cosas funcionasen en cada
momento como cada individuo quiere sería "perfecto". De este modo, la TCS partiendo de la base de
que esto no es posible, utiliza el término "perfeccionismo patológico" cuando la persona no es
consciente de que esa manera de pensar, lejos de ayudarle en su vida cotidiana, se vuelve en su
contra y lejos de producir bienestar consigue todo lo contrario. Este esquema o guión para conducirse
en la vida, se convierte en el núcleo principal de atención de la TCS y utiliza este término coloquial de
"perfeccionismo patológico" pues muchos clientes cuando describen los problemas que le traen a
consulta es expresado muy habitualmente así: "si las cosas no me salen como yo quiero, me enfado,
me deprimo, o ambas cosas". De hecho, estudios recientes plantean que el perfeccionismo clínico o
patológico debe ser entendido como un proceso o fenómeno transdiagnóstico, es decir, que es un
factor de riesgo y de mantenimiento de numerosos trastornos (alimentación, ansiedad y depresión),
así como equiparan el pensamiento dicotómico con el perfeccionismo clínico [36-37]. Estos trabajos
basan su propuesta en cuatro pilares: 1) la presencia de puntuaciones elevadas en perfeccionismo en
pacientes con estos trastornos frente a los controles; 2) el perfeccionismo elevado se asocia a coocurrencia de psicopatología; 3) la conceptualización del perfeccionismo clínico o patológico puede
utilizarse para entender el concepto de perfeccionismo como proceso transdiagnóstico; y 4) el
tratamiento del perfeccionismo mejora los resultados del tratamiento de la ansiedad, la depresión y
los trastornos de alimentación.
Ésta síntesis, a la hora de trabajar cuando una idea ha de ser modificada para que no produzca
sufrimiento, facilita la compresión del problema por parte del cliente a la vez que economiza el esfuerzo
del terapeuta para mostrar al cliente el foco o raíz del problema. De este modo se evita hacer un
repaso por todas las ideas irracionales o por todas las distorsiones cognitivas de Beck. Todo esto tiene
notables consecuencias en el desarrollo y resultado de la terapia psicológica: a) contribuye a que la
terapia requiera un menor número de sesiones, con el consiguiente ahorro económico para el cliente
y la mejora en la eficiencia del trabajo psicoterapéutico; b) aporta claridad al no tener que explicar
cada idea irracional (Ellis) o error cognitivo (Beck) centrándose la TCS en las inferencias y en la
dicotomía y c) mejora la adherencia al tratamiento, ya que facilita el llegar al origen del problema más
rápidamente (esto siempre que el cliente acepte o reconozca que es él el que tiene que cambiar y no
el resto del mundo).
Así, la TCS se basa en los errores cognitivos en el procesamiento de la información: "dicotomía"
(distorsión de Beck e idea irracional sintética de Ellis) y la "inferencia", como los dos errores claves
(esquemas madre) y se centra en buscar entre las ideas que manifiesta el cliente si contiene alguno
o ambos de estos errores para, seguidamente, a través del debate socrático, sugerir o persuadir para
el cambio al cliente. No obstante, se puede hacer uso como herramienta adicional, en la práctica
terapéutica, del resto de errores cognitivos mencionados por Beck o del resto de ideas irracionales de
Ellis, no siendo necesario acudir a ellas si tras las ideas o pensamientos del cliente se encuentran la
dicotomía o la inferencia, resultando así una forma muy directa de llegar a la causa del malestar del
paciente/cliente.
Llegados a este punto y utilizando los presupuestos asertivos, la TCS enlaza así los juicios con
el error dicotómico, ya que nuestros juicios de valor cotidianos, si los hacemos, implican que estamos
haciéndonos poseedores de "la verdad" (dicotomía) y obligando de este modo a los demás a acatar
nuestro modo de pensar y/o actuar. A través del debate socrático, explicamos nuestro punto de vista
de que las "reglas" han de estar manifiestamente explicitadas y registradas; así como consensuadas
cuando es necesario ("la leyes"), de no ser así se constituyen en subjetivas. Lo mismo sucedería con
los "valores". Así, utilizar "el sentido común", algo a lo que habitualmente recurre la gente, sería un
error dicotómico, a la vez que una forma agresiva de proceder cuando alguien no opina igual que
nosotros. Es muy importante saber distinguir entre lo "legal" (objetivo) y lo "justo" (subjetivo si no
está previamente explicitado); las leyes (religiosas o civiles), las reglas o las normas no son subjetivas.
Como puede observarse, la falta de asertividad se constituye en un modo de ver el mundo que
no se acepta, que no es perfecto, quedando como error de primer orden, junto a las inferencias, la
dicotomía/deberización o lo que nosotros llamamos "perfeccionismo patológico".
Concretando, la utilización de la dicotomía y la inferencia, así como la conceptualización de la
asertividad desde la TCS tiene claras implicaciones terapéuticas si la persona que nos visita piensa
que el mundo (exterior y/o interior) y el futuro se tienen que adaptar a un guión predeterminado por
él, y que si ese guión no se desarrolla exactamente como él quiere, se produce el sufrimiento
(perfeccionismo patológico), expresado en sensaciones o sentimientos de ira, tristeza, contradicción,
frustración, indecisión, desesperanza, no entenderse a uno mismo o a los demás, etc. , que se traducen
en patologías como: trastornos adaptativos, trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de
conducta, trastornos de personalidad y que a su vez pueden propiciar otros trastornos como las
adicciones, trastornos disociativos, episodios psicóticos, etc.
Síntesis de las técnicas utilizadas por las psicoterapias e integración de sus elementos
comunes como "técnicas de elección"
En tercer lugar, la TCS se centra en aislar (sintetizar) los componentes utilizados en las muy
diversas "terapias psicológicas" para después integrarlos como técnicas o herramientas terapéuticas
y seleccionar en cada caso la más adecuada al paciente/cliente, entendiendo de este modo que las
diferencias entre las diversas psicoterapias residen en los componentes utilizados, no por ser un
método terapéutico diferente. Aunque explícitamente no se hable de estas herramientas o estrategias,
implícitamente cualquiera de las psicoterapias existentes incluye, tanto de forma aislada como
combinada con otros, en mayor o menor medida estos elementos: técnicas de reestructuración
cognitiva, exposición, relajación, entrenamiento asertivo, resolución de problemas, programación de
actividades agradables, psicoeducación, aceptación, programas de higiene del sueño, entrenamiento
en comunicación, autoinstrucciones, habilidades de negociación, experimentos conductuales,
habilidades instrumentales; además de otras herramientas muy comunes en cualquier psicoterapia
como son el uso de metáforas, acotación y/o aclaración de conceptos o ideas, perspectiva desde "el
otro", juegos de rol, etc. Como ejemplos más recientes tenemos las denominadas terapias de conducta
de tercera generación. Según Mañas [38], el grupo de terapias que conforman este grupo son las
siguientes: i) la terapia de aceptación y compromiso (acceptance and commitment therapy o ACT)
[39-46], cuya clave es la congruencia con los valores propios y la aceptación del sufrimiento como
parte de la vida; en realidad se pretende un cambio cognitivo que implica la modificación de un área
de memoria (pensamientos), además de utilizar las metáforas, paradojas o ejercicios experienciales
[47]; ii) la psicoterapia analítico-funcional (functional analytic psychotherapy o FAP) [43, 48, 49], que
se propone como la primera metodología terapéutica basada en los resultados de la experimentación
del conductismo radical de Skinner y que se centra en la importancia de la relación terapeuta-cliente
dentro del contexto clínico, preponderando el papel de las conductas condicionadas por las reglas del
refuerzo; iii) la terapia de conducta dialéctica o dialéctico-comportamental (dialectical behavior
therapy o DBT) [50-52], que incluye psicoeducación, resolución de problemas, comunicación y
expresión de sentimientos (validación) así como reestructuración cognitiva; iv) la terapia integral de
pareja (integrative behavioral couples therapy o IBCT) [53-54], que utiliza principalmente dos tipos
de intervenciones: el intercambio conductual, dirigido a promover el intercambio de comportamientos
positivos de los miembros de la pareja y aumentar la satisfacción, entrenamiento en resolución de
problemas y comunicación; v) la terapia cognitiva basada en mindfulness para la depresión
(mindfulness-based cognitive therapy o MBCT) [55-58], que se considera, entre otras cosas, como
una técnica y un componente de las terapias desarrolladas en el marco del conductismo contextual o
terapias de tercera generación: la terapia de aceptación y compromiso, la terapia de conducta
dialéctica o psicoterapia analítica funcional.
Además de estas terapias, otros enfoques terapéuticos más alejados de la terapia cognitivoconductual también comparten muchos de estos elementos. Así, por ejemplo, las terapias
postmodernas (terapia narrativa, terapia colaborativa) utilizan básicamente la resolución de
problemas y la comunicación [59]; la terapia breve centrada en soluciones, que es una aplicación
estructurada de la técnica de resolución de problemas en la que se centran en el "cómo" más que en
el "por qué" pero que básicamente sigue los pasos de los autores originales de la técnica [60-62]; la
terapia conductual cognitivo-afectiva, que incluye la relajación, reestructuración cognitiva, la
regulación de las emociones y el entrenamiento en habilidades interpersonales [63]; la psicoterapia
gestalt que se concentra en el presente, la toma de conciencia, el centrado en el "cómo" más que en
el "por qué" y que utiliza básicamente la vivencia experiencial a través de metáforas y dramatizaciones
[64]; la terapia sistémica, que basa sus técnicas en la comunicación y en la premisa de que las
interacciones humanas son cambiantes, cada sesión puede ser distinta y la improvisación es un parte
esencial del terapeuta [65]; desde la psicología positiva, que aun no dirigiendo su ámbito de acción
principalmente a las patologías, la psicoterapia positiva ha mostrado su eficacia en el tratamiento de
la depresión [66-68] etc.
Como puede observarse, aun siendo múltiples las denominadas "psicoterapias", las técnicas o
herramientas terapéuticas se repiten, intentando modificar la manera de pensar (aceptar es un cambio
en la forma de pensar), la forma de comportarse y, como consecuencia, el modo de sentir
(emociones). Las estrategias y/o herramientas concretas para conseguir esos objetivos es lo que
diferenciaría una psicoterapia de otra. De este modo, la TCS propone una integración en un único
protocolo que, de algún modo también es una forma de síntesis, consistiendo esta parte del protocolo
en la selección de la técnica más adecuada para el tratamiento de un determinado paciente/cliente,
consiguiendo además unificar lo que últimamente persigue la psicología (véase figura 3), la concepción
del bienestar como algo más que el alivio del sufrimiento, prestando cada vez más atención a la
psicología positiva a través del desarrollo de potencialidades (resiliencia, o fortaleza, si empleamos un
término en español equivalente) para buscar la satisfacción personal o felicidad [9].
Figura 3. Propuesta sintética de integración de técnicas orientadas hacia un objetivo.
Objetivo
Evitación
del
Malestar
Aumento
del
Bienestar
Selección de Técnicas
o
Selección de Técnicas
o
Herramientas Concretas
Herramientas Concretas
Bienestar
Resolución de Problemas: Técnica Cognitiva
En cuarto lugar, la TCS utiliza también como estrategia para reestructurar el pensamiento la
técnica de "resolución de problemas". Aunque los creadores de esta técnica la proponen como terapia
[60-61], habitualmente ha sido utilizada como herramienta secundaria. Sin embargo, la TCS
profundiza en algunas ideas claves del método, sobre todo por la implicación que tiene con las
funciones ejecutivas, que como se ha mencionado antes, son mecanismos o procesos cognitivos de
orden superior que implican aspectos como la inhibición, la memoria de trabajo o la toma de
decisiones, es decir, una serie de estrategias encaminadas a preparar una respuesta ante una situación
novedosa para la que es preciso una representación mental del problema, aplicar una planificación
adecuada, ejecutar un plan y evaluar el resultado para poder detectar los errores y corregirlos [69].
Partiendo de las fases que componen la técnica de resolución de problemas: 1) orientación; 2)
definición operativa; 3) generación de alternativas; 4) toma de decisiones (análisis de pros y contras
y selección de la mejor opción); y 5) puesta en marcha o verificación, la TCS introduce lo que considera
contenidos informativos que ayudan al cambio cognitivo al estructurar los pasos a seguir y localizar
las fases en la que nos hallamos, maximizando el esfuerzo en la "solución" o, mejor dicho, la
consecución de nuestro objetivo. De este modo intentamos construir una estructura ordenada en el
pensamiento que ayude en la superación de las dificultades. Explicamos también que tener p
IMPORTANTE: Algunos textos de esta ficha pueden haber sido generados partir de PDf original, puede sufrir variaciones de maquetación/interlineado, y omitir imágenes/tablas.
Psicoeducacion para mejorar la adherencia a la nutricion adecuada para un buen funcionamiento intestinal
Aurora Suárez Gomez et. al
Fecha Publicación: 20/05/2024
Depresión Mayor, un enemigo silencioso: A propósito de un caso
Marcos Manuel Vásquez Mendoza
Fecha Publicación: 20/05/2024
Un cerebro sano ¿ Un comportamiento sano?
Formación Psiquiatria.com
Fecha Publicación: 10/01/2023
Psicoeducación a familiares de pacientes con esquizofrenia
Nicolás Alejandro Hernández-Lira et. al
Fecha Publicación: 01/02/2022
Similitudes y diferencias entre la terapia cognitiva y la terapia psicoanalitica
Rosario Merino Villaquiran
Fecha Publicación: 01/02/2022
Psicoeducación a familiares con pacientes con trastorno por el consumo de alcohol.
María Guadalupe Sánchez-Gutiérrez et. al
Fecha Publicación: 15/11/2021