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Estigma y abuso de sustancias en la mujer.

Autor/autores: Iris Luna Montaño
Fecha Publicación: 01/01/2004
Área temática: Adictivos, Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Las adicciones femeninas son cuantiosas (juego, sexo, trastornos de la alimentación, trastornos de la imagen corporal, compras) sin embargo, el abuso de alcohol y otras sustancias ha sido, y continuará siendo el tipo más severo y estigmatizante de todas las adicciones femeninas. En muchas sociedades se tienen estándares diferentes para hombres y mujeres, en lo que hace referencia al consumo de alcohol.

Estas normas diferenciales han estado basadas en unas creencias populares bastante arraigadas en relación a los diferentes efectos que puede producir el alcohol en hombres y mujeres, entre esas creencias, se destaca que el uso del alcohol por parte de la mujer, puede llevar a la misma a tener comportamientos promiscuos e irresponsables. Es útil dar una mirada histórica al fenómeno del consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, pues dicha perspectiva histórica, puede permitirnos entender las adicciones en la mujer dentro del papel que ella juega dentro de la sociedad.

Palabras clave: Estigmatización, Historia, Mujer, Sustancias


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Estigma y abuso de sustancias en la mujer.

Iris Luna Montaño.

Médica Psiquiatra

*Facultad de psicología. Área de maestría en psicología con énfasis en Adicciones y Violencia. Universidad Católica de Colombia, Bogotá (Colombia)

* Facultad de psicología. Instituto Konrad Lorenz. Área de maestría en psicología clínica. Bogotá (Colombia)

E-mail: irisluna@yahoo. com

PALABRAS CLAVE: Sustancias, Mujer, Estigmatización, Historia.

(KEYWORDS: Substances, Woman, Stigmatization, History. )

página 1
 
[2/2/2004]


Resumen

Las adicciones femeninas son cuantiosas (juego, sexo, trastornos de la alimentación, trastornos de la imagen corporal, compras) sin embargo, el abuso de alcohol y otras sustancias ha sido, y continuará siendo el tipo más severo y estigmatizante de todas las adicciones femeninas. En muchas sociedades se tienen estándares diferentes para hombres y mujeres, en lo que hace referencia al consumo de alcohol. Estas normas diferenciales han estado basadas en unas creencias populares bastante arraigadas en relación a los diferentes efectos que puede producir el alcohol en hombres y mujeres, entre esas creencias, se destaca que el uso del alcohol por parte de la mujer, puede llevar a la misma a tener comportamientos promiscuos e irresponsables. Es útil dar una mirada histórica al fenómeno del consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, pues dicha perspectiva histórica, puede permitirnos entender las adicciones en la mujer dentro del papel que ella juega dentro de la sociedad.

Abstract

Women`s additions span to wide scope (gambling, sex, eating disorders, image disorders, shopping) Nonetheless, it is the abuses of alcohol and other drugs that there are been, and remains, the most pervasive and most stigmatizing of all addictions for women. Many societies permitting alcohol uses have prescribed drinking standard for women that differ from those for man. These separates norms have been based on deeply held cultural beliefs about the different effects of alcohol on the two sexes, among them the belief that alcohol uses by women leads to promiscuous and Irresponsible behaviour It is instructive to look at the history of women´s uses of alcohol and other drugs in the world, because such to historical perspective helps us understand women substance abuses problems in the context of their role in society.



Introducción

“En realidad, primero fue un compañero casi ignorado, luego se convirtió en un amigo fiel que no tardó en hacerse íntimo, hasta que por fin el alcohol se erigió en amante tiránico. La dinámica es así de sencilla: el alcohol hace que todo mejore, hasta que lo empeora todo…Beber podría arruinar mi mente y mi futuro. Podría acabar con mi cuerpo y el de mis hijos de la misma manera que el cáncer mina los huesos, la sangre y los tejidos, destruyéndolo todo a su paso….
(Drinking: A love history)
Caroline Knapp (1)

 

El abuso de sustancias psicoactivas es un problema generalizado que influye decididamente en toda la población mundial. Aparte del ingente coste social, las conductas adictivas tienen considerables implicaciones para el usuario, relacionadas con estados de cronicidad, recurrencia, comorbilidad médica y psiquiátrica, discapacidad y muerte.

El término “adicción” en el contexto que voy a tratar en éste documento, corresponde al vocablo “dependencia”, definido como un intenso e irresistible deseo de consumir la sustancia, acompañado por la incapacidad de controlar la ingesta o de determinar la cantidad que se usa. Cuando estos criterios diagnósticos están presentes, la persona experimenta un aumento de la tolerancia frente a la sustancia específica. En el momento en que se es dependiente del alcohol u otra sustancia psicoactiva la necesidad de obtener la dosis siguiente crea una sensación de urgencia, en perjuicio de otras necesidades personales, con el fin de alcanzar alivio de los efectos desagradables que sobrevienen. Si se diminuye la cantidad de la sustancia administrada o se suprime por completo, se produce un poco después el estado de abstinencia, observándose un aumento cada vez mayor en el tiempo que la persona requiere para recuperarse de ese estado. A causa de esas molestas consecuencias, el individuo continúa utilizando la sustancia. El llamado síndrome de abstinencia está presente cuando se es físicamente dependiente del alcohol u otra droga.

(2) Por droga entendemos, siguiendo la clásica definición de la OMS: “toda sustancia que introducida en un organismo vivo, puede modificar una o mas funciones de dicho organismo” y por droga de abuso: “cualquier sustancia, tomada a través de cualquier vía de administración, que altera el estado de ánimo, el nivel de percepción o el funcionamiento cerebral” (3) Por ello hay que considerar según esta definición de drogas (sustancias), tanto las consideradas de uso legal, el tabaco y el alcohol, como las de uso ilegal como marihuana, cocaína, heroína, éxtasis, etc. (Ver tabla número 1)


Tabla 1

Todas las definiciones insisten en tomar en cuenta tanto las sustancias legales como ilegales. Por ejemplo la Asociación Psiquiátrica Americana, cuando se refiere a los trastornos relacionados con sustancias; según el DSM-IV-TR, se aplica a todas aquellas sustancias que introducidas en el organismo afectan el estado de ánimo y la conducta, acarrean trastornos incapacitantes para el consumidor en la esfera personal, laboral, social, física y familiar, así como síntomas y estados característicos como intoxicación, tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. Incluye tanto las de tipo legal como ilegal.

La dependencia o patrón desadaptativo del consumo de sustancias psicoactivas conlleva a un deterioro o malestar clínicamente significativos y se manifiesta con la aparición de algunos síntomas (como se acaba de enunciar) que se hacen ostensibles en algún momento, dentro de un período continuado de doce meses. A continuación se definen algunos conceptos relevantes en el campo de las adicciones (4) (5)

 

 

 


Tabla 2

En las personas dependientes los objetivos, valores y lazos de unión pasan a estar subordinados al empleo de una sustancia psicoactiva. Estos individuos pierden el autocontrol y la auto eficacia, pasan a estar enganchados en un círculo vicioso de craving o deseos irrefrenables por consumir, presentan cambios precipitados en el estado de ánimo y unos mayores niveles de ansiedad, que sólo puede ser aliviada inmediatamente por la utilización reiterada de la sustancia. (6)

Lejos de apaciguar las adversidades de la vida, las sustancias psicoactivas crean una nueva clase de problemas y en muchos casos hacen más evidentes trastornos ya presentes en las personas; recuerdo a una paciente que me repetía con frecuencia una sentencia popular: “deseaba ahogar mis penas en el alcohol, pero mis penas aprendieron a nadar”.

Es frecuente que las personas fármacodependientes realicen enormes desembolsos de dinero para obtener sustancias ilegales, pierdan su empleo o presenten dificultades familiares y de pareja.

Al hacer referencia al género, es bien conocido el hecho de que los hombres presentan unas mayores probabilidades de consumir sustancias psicoactivas que las mujeres; pero tanto hombres como mujeres, una vez han ensayado una sustancia presentan las mismas probabilidades de volver a consumirla y de progresar desde un uso experimental u ocasional hasta la adicción manifiesta.

En la población femenina, el consumo de sustancias puede tener patrones especiales y acarrear problemas particulares que requieren de métodos específicos para su abordaje y tratamiento comprensivo. Sin embargo, hombres y mujeres parecen diferir en su vulnerabilidad a algunas sustancias; hombres y mujeres tienen las mismas probabilidades para llegar a ser dependientes a cocaína, heroína, tabaco, alucinógenos o inhalantes.

Las mujeres tienen más probabilidades de llegar a ser abusadoras o dependientes a psicofármacos y menos propensas a abusar de alcohol y marihuana. Así también, las personas del sexo femenino suelen incursionar a edades más tempranas en el consumo de sustancias, y a medida que aumenta la edad se alejan de patrones de consumo masculinos. (7) Muchas mujeres consumen de “puertas adentro” y utilizan las sustancias que provocan menor rechazo social (alcohol, tabaco y ansiolíticos). Aquí vale la pena tener en cuenta: el estigma, estereotipos sociales, prejuicios, ideas sobre-valoradas y sesgos de información alrededor del consumo de sustancias por parte de la población femenina, que obligan a la misma a mantener oculta su condición. Pero a medida que la sociedad toma conciencia de la verdadera naturaleza del alcoholismo y abuso de sustancias, también disminuye su consideración como estigma social, las afectadas y sus familias lo ocultan menos y buscan ayuda en forma más oportuna. En el caso de la población femenina, la anterior premisa tiene mucho sentido porque se ha observado que el curso de los trastornos asociados a consumo de sustancias psicoactivas entre las mujeres es más fulminante o acelerado.

Se ha descrito que para desarrollar dependencia, las mujeres necesitan beber, fumar o de utilizar drogas ilegales por menos tiempo y en menor cantidad. Todavía más, cuando las personas que sufren dependencia al alcohol u otras sustancias buscan la ayuda profesional o de grupos de Alcohólicos Anónimos, la severidad de la adicción, así como la cantidad y la gravedad de las complicaciones médicas y psicosociales es generalmente mayor entre las mujeres. (8)

Un gran número de mujeres consumidoras de alcohol y sustancias psicoactivas han tenido que encarar a lo largo de su existencia graves desafíos a su bienestar físico y mental, pero pocas han tenido la oportunidad de narrar de forma tan audaz su “idilio” ordinario y destructivo con el licor, como lo hizo la escritora y periodista norteamericana Carolina Knapp en su libro: “El alcohol y yo: una historia de amor”

“El alcohol es un maquillaje líquido que se aplica desde el interior", “Escribí un libro durante mi último y mas activo año de alcoholismo. Escribí varias de mis columnas mas galardonadas. Pasé el tiempo en un gran ajetreo de actividad muy concentrada – redactando historias, reuniéndome con los escritores y redactores – y solo una clase muy particular de persona (talvez otro alcohólico) podría haber observado en ese cubículo y se hubiera dado cuenta de que, de hecho, estaba abriéndome el camino en la computadora a golpes de tecla con mis resacas que martillaban mi cerebro, o sentada allí al final de la jornada, con el cuerpo pidiéndome a gritos un nuevo trago”. (9)

Las historias de un gran número de mujeres alcohólicas y fármaco dependientes se han desarrollado en circunstancias vitales adversas. La investigación en este campo señala que hasta un 70 % de la población femenina que refiere haber abusado de sustancias psicoactivas también menciona antecedentes de violencia familiar, maltrato físico y abuso sexual.

 

 

(10) Los datos indican que hay mucha más probabilidad de que la mujer informe sobre una historia de alcoholismo o fármaco dependencia en sus padres que el hombre. Pero no debemos olvidar que aunque dicha vulnerabilidad genética es importante para la emergencia del abuso de sustancias en la mujer, se requiere el concurso de otros factores que interactúen para que se presente dicha adicción.

· La sustancia tiene que estar disponible
· La mujer genéticamente vulnerable tiene que decidir consumir la sustancia, y muchas optan por no hacerlo aunque se encuentre en el mercado en forma legal, como el alcohol y el cigarrillo.
· Una vulnerabilidad genética no conlleva en forma automática del consumo a la dependencia.

Las mujeres fármaco dependientes presentan mayores problemas de salud y complicaciones relacionadas con la forma de consumo (embarazo en mujeres adolescentes, infección sexualmente transmitida, hepatitis, sida, osteoporosis, algunas formas de cáncer, maltrato físico, abuso sexual etc). (11) (12) (13) (14)

La percepción social y cultural de la mujer farmacodependiente está colmada de prejuicio, estigma y rechazo; lo que impide en muchas oportunidades el acceso de la persona afectada a un tratamiento profesional acorde a sus propias necesidades de género. (15)

Para realizar un enfoque comprensivo del fenómeno de las adicciones en la mujer, es obligado hacer referencia a variables responsables del desarrollo y mantenimiento de las adicciones femeninas. Estas son diferentes a las observadas en la población masculina.

· Pobres redes de apoyo sociales y familiares
· mayor vulnerabilidad biológica (más lesiones y progreso más rápido, más efectos tóxicos con dosis menores, más historia familiar de abuso).
· mayor vulnerabilidad psicosocial (parejas con trastornos por abuso de sustancias, mayor prevalencia de psicopatología, más acontecimientos vitales estresantes incluyendo abuso sexual, malos tratos en la infancia y en la adolescencia, disfunciones sexuales, etc);
· más consecuencias sociales (no aceptación social, soledad, complicaciones sociolaborales, pérdida de apoyo social incluyendo divorcios y separaciones, marginación),
· más consecuencias psicológicas (depresión, más tentativas suicidas, más suicidios, más ansiedad, mayor deterioro cognitivo). (8)

El fenómeno de las adicciones femeninas ha cobrado especial importancia en las últimas cuatro décadas. Es indudable que se ha venido presentando un cambio en el status social de la mujer contemporánea y existen algunos factores que influyen decididamente al cambio de mentalidad y retos femeninos. Por ejemplo, al hacer referencia al grupo de mujeres trabajadoras vemos como ellas suelen tener: menos niños, más aparatos domésticos, más tiempo fuera de casa, más preparación académica, más divorcios, más ambiciones a nivel económico y laboral, más tensiones, más estrés, más libertad sexual y más contacto con el alcohol y sustancias psicoactivas.

La decadencia de las industrias pesadas y las cadenas de montaje, el fenómeno de la globalización, la sociedad de consumo y la oferta de empleos cada vez más especializados, han ayudado a que la mujer actual se desempeñe en el área de la salud, ejerza cargos ejecutivos y cumpla un papel importante en la industria de servicios. (16)

Los retos laborales, académicos y familiares de la mujer del tercer milenio, podrían exponerla al consumo de alcohol y otras sustancias y se han descrito dos elementos relacionados con la percepción social de las sustancias psicoactivas y su consumo:

· Elemento estructural: relacionado con las expectativas sociales y roles específicamente asignados a las mujeres en el conjunto de la sociedad actual. “mujer exitosa laboralmente, buena madre y esposa”

· Elemento dinámico: hace referencia a las formas posibles de acomodación y trasformación de esos roles femeninos dentro de la sociedad contemporánea. (17)

El consumo y demanda de las sustancias psicoactivas a su vez, se relaciona con los cambios sociales y económicos acelerados de la actualidad; los que por una parte traen consigo el rápido progreso, la urbanización, intercambios entre países y continentes de personas y productos; pero por otra parte se hacen evidentes los cambios en los valores sociales, los conflictos civiles, la aparición de industria del “narco-tráfico”, los desplazamientos humanos, la violencia en todas sus manifestaciones, las epidemias, el desempleo, la desintegración familiar y las dificultades económicas extremas para un gran grupo de individuos.

Brenner encontró que en los períodos de crisis económica y desempleo creciente se produce un incremento en las ventas de licores: “las tasas de consumo se elevan al tiempo que la estabilidad económica desciende. (18)

 

Es precisamente en este contexto socio-cultural vigente, cuando tímidamente se empieza a exponer la problemática de las adicciones en las mujeres; y sólo en fechas más recientes se inició la búsqueda de un manejo comprensivo de este trastorno en el sexo femenino, así como se hizo énfasis en la búsqueda de las características diferenciales frente a los hombres. Las mujeres consumidoras pueden diferir de los hombres en lo que se refiere a su experiencia, sus razones para emplear sustancias, sus problemas psicosociales, sus necesidades de respuesta. Comparadas con su contraparte masculina, las mujeres adictas, se encuentran a menudo en peores condiciones de supervivencia. Es importante tener en cuenta que el común de las mujeres latinoamericanas tiene menor acceso a educación, capacitación técnica, salud y sano esparcimiento.

En contraste con los casos de consumidores masculinos cuyas esposas a menudo permanecen a su lado, haciéndose cargo de los hijos, e incluso haciendo esfuerzos para rehabilitarlos, una mujer alcohólica o consumidora de drogas es a menudo abandonada por su esposo y los hijos le son arrebatados pues deja de ser vista por la sociedad como una buena esposa y madre responsable, por esta razón las mujeres consumidoras de sustancias permanecen, a menudo, ocultas de la mirada del público (19).

 

El abordaje de los aspectos históricos del consumo de sustancias por parte de la mujer, es un tema bastante complejo y apasionante para quienes trabajamos en el área de salud mental, y si bien los profesionales sabemos que una mujer dependiente además de este trastorno suele padecer problemas asociados al rol femenino tanto o más delicados, Es mandatario conocer el pasado para generar estudios y alternativas terapéuticas válidas para el manejo de este cuadro patológico que mina de manera especial la salud femenina. (20)

Por las razones anteriormente expuestas considero que el siguiente apartado podría facilitarnos un poco la comprensión de este fenómeno “tan escondido”, y permitir el desarrollo de novedosos programas de promoción y prevención acordes a las necesidades particulares de la mujer.


Perspectiva histórica del abuso de sustancias psicoactivas en la mujer

La historia nos muestra que en las diversas culturas y civilizaciones se ha permitido el uso del alcohol y otras sustancias psicoactivas, y dentro de dicho salvoconducto cultural, se han definido estándares diferenciales en cuanto al uso y ello como veremos a continuación a influido en el aspecto de género.

Desde épocas inmemoriales existe la creencia de que el uso de alcohol y sustancias psicoactivas en las mujeres les lleva a la degradación moral y la promiscuidad. Es así como en el antiguo Israel se crearon normas que restringieron el consumo de alcohol en el sexo femenino, fundamentadas en el criterio de que esta sustancia actuaba como un estimulante sexual y promovía el adulterio.

El TALMUD, expresa este punto de vista:

“Una copa de vino es buena para la mujer, dos son degradantes, tres la inducen a actuar como una mujer inmoral y cuatro causan que pierda el respeto por ella misma y su sentido de vergüenza. ” (21) (22) (23)

La Biblia en el antiguo testamento, refiere que Hannah, la madre del profeta Samuel, fue falsamente acusada de ser una alcohólica (1 sam. 1: 13-15) (24);

En el mismo libro sagrado; en la carta del Apocalipsis capitulo 17 se refiere al juicio de Babilonia de la siguiente forma: “Ven, voy a mostrarte el juicio de la famosa prostituta establecida al borde de las grandes aguas. Con ella pecaron los reyes de la tierra. Y con el vino de su idolatría se emborracharon los habitantes de la tierra.

Dicho esto me llevó al desierto: era una nueva visión. Ahí una hermosa mujer estaba montada sobre una bestia de color rojo. La bestia estaba ataviada de títulos y frases que insultaban a Dios y tenía siete cabezas y diez cuernos. En cuanto a la mujer estaba embriagada, vestía ropas color púrpura y rojo escarlata, y brillaba con el oro, las piedras preciosas y las perlas. Tenía en su mano una copa de oro, llena de las repugnantes impurezas de su prostitución…… y observé que esa mujer estaba ebria de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús” (25)

En la antigua Roma, las mujeres tenían estrictamente prohibido el consumo de licor y es así como la ley de Rómulo aplicó la pena de muerte tanto a las señoras que ingerían bebidas alcohólicas como a las que cometían adulterio; ambas conductas eran consideradas igualmente sancionables. Tales restricciones estaban instituidas con criterios muy afianzados en ese tiempo: “El licor propicia la lujuria en la mujer y la lleva a cometer excesos”. Aristóteles por otra parte aseguraba que las mujeres alcohólicas tenían hijos como ellas, "lánguidos y ariscos"; señalando los efectos nocivos del alcohol en el feto. (26)

La mujer que tomaba licor incitaba a la llamada ‘concupiscencia’, término compuesto de cupere, ‘desear’, para designar la afición desmedida por los placeres sexuales.
En el contexto de las adicciones en la mujer, Vale la pena traer a colación Baco, en la mitología romana, dios del vino, identificado como Dioniso, el dios griego del vino, y con Liber, el dios romano del vino. Una de las caracterizaciones de este dios apunta a los misterios de esta divinidad que inspiraba cultos orgiásticos, de los que son ejemplo las ménades o bacantes. Este grupo de mujeres abandonaba el hogar y vagaba por el desierto entrando en un estado de éxtasis en su devoción al dios. Vestían pieles de cervatillo, eran lujuriosas y se creía que poseían poderes ocultos de seducción.

Eurípides extrajo una trama de la misma fuente mitológica, inclinándose de manera especial por estos personajes que sugerían emociones violentas y actos desordenados. (27) En su obra “Las bacantes”, puso de manifiesto el aspecto liberador de la religión dionisíaca, y los peligros que entraña la pérdida del control y la razón bajo efectos dionisiacos: “presas de un frenesí báquico, Agave y las mujeres de Tebas descuartizan a Penteo, sin que Agave sea consciente de que la víctima es en realidad su propio hijo” (28)

Al revisar la historia de los pobladores antiguos de los andes orientales, se puede ver que entre los indios chibchas de Colombia así como otros grupos indígenas andinos de Perú, Bolivia y Chile utilizaban una serie de plantas con efecto terapéutico, entre las que se destaca la coca. Sus hojas se machacaban y se mezclaban con polvo de caracoles o cal apagada; se utilizaba para preservar el cuerpo de muchas enfermedades, para atacar y aplacar las hinchazones de las llagas y dar resistencia y fortaleza para labrar la tierra.


En la familia muisca (chibchas), existían algunas situaciones sexistas manifestadas por ejemplo en la creencia de la impureza ritual de las mujeres menstruantes; cuando a la muchacha le venía su primera menstruación la confinaban seis días en un rincón, tapada con una manta cabeza y rostro, después de los cuales se lavaba, le asignaban un nombre en una ceremonia especial, la retornaban a su casa y le hacían fiestas con mucha CHICHA (bebida embriagante derivada de la fermentación del maíz). A las mujeres delgadas las cuidaban no con alimentos animales altamente proteínicos, sino con vegetales de fácil consecución como la coca; a ellas las ponían a mascar HAYO (hojas de la Erytroxylon coca) (29)

Más adelante, Durante el período de la Colonia, (en lo que ahora corresponde al territorio colombiano) Los estamentos sociales fueron inicialmente permisivos con algunas mujeres que desempeñaban ciertos oficios y labores llamados “de conveniencia social”. En este orden de ideas vemos a las “plebeyas” en faenas domésticas y casas de lenocinio, y entre uno y otro extremo, como damas de compañía, concubinas o pequeñas empresarias domésticas. Es aquí dónde el papel femenino cobró un especial significado, pues la elaboración de chicha y guarapo (bebida embriagante derivada de la fermentación de la caña de azúcar) estuvo exclusivamente en manos de mujeres casadas, viudas, solteronas y principalmente plebeyas y desposeídas. Las mujeres de baja alcurnia no solo se dedicaron a la producción de chicha, sino que organizaron las chicherías, en dónde administraron su venta. Pero lo anterior las convirtió en objeto de abuso por parte de las autoridades, que vieron e ellas la causa de pecado y múltiples desordenes sociales. (30)

Tanto en América como en Europa se describían anécdotas acerca del consumo de sustancias por parte del sexo femenino. Por ejemplo, se puede ver como el controvertido escritor Geoffrey Chaucer presentó a la sociedad inglesa los famosos Cuentos de Canterbury durante el siglo XVI y en una de sus historias llamada la mujer de Bath enunció lo siguiente:

“Siempre que tomo vino
Tengo que pensar en Venus,
Así como el frío engendra granizo
Una boca lujuriosa engendra un trasero lujurioso
La mujer con unas copas encima no tiene defensa
Como es bien conocido por un libertino de gran experiencia”

Éste fragmento de Chaucer ejemplifica el pensamiento difundido por aquellos años: el alcohol percibido como un estimulante sexual para la mujer y su embriaguez vista como una invitación a las arremetidas sexuales masculinas. (31)

Curiosamente durante el siglo XVIII en la misma Inglaterra se popularizó el uso de una ginebra bastante económica entre las mujeres pobres de la región; y se habló de una famosa “epidemia causada por la ginebra”, lo anterior, llevó a una preocupación de los pobladores; al poder constatar el gran impacto del consumo de las bebidas alcohólicas sobre la salud de estas mujeres y sobre su descendencia. (32)

Immanuel Kant, el filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna, en 1798 publicó un compendio que contenía una expresión de sus ideas en materia religiosa y se pronunció sobre el alcoholismo entre las mujeres. Señalaba que ellas debían evitar embriagarse debido al lugar privilegiado que ocupaban en la sociedad, basándose en que tienen un código moral más alto e intoxicarse provocaría un escándalo.

La visión de la mujer subida en un pedestal de virtudes asociada a las creencias culturales tradicionales acerca de la mujer que consumía licor, Ayudan explicar un poco el estereotipo de la mujer alcohólica como “mujer caída”. (33)

Michael de Montaigne, en el ensayo de la embriaguez refirió lo siguiente:

“Cerca de Burdeos, una mujer de pueblo, viuda y de muy casta reputación, al abrigar sus primeras sospechas sobre un embarazo, decía a sus vecinas que si hubiera tenido marido habría creído estar en cinta. Mas al ir creciendo día a día la probabilidad de esta sospecha hasta llegar al fin a una evidencia, decidió hacer anunciar desde el púlpito de la iglesia que prometía perdonar a quien fuera responsable de aquel hecho, si lo confesaba, y casarse con él si lo estimaba conveniente. Un joven labriego, criado suyo, envalentonado por aquella proclamación, declaró haberla encontrado, un día de fiesta en el que ella había tomado demasiado vino, dormida tan profundamente cerca de su hogar, y tan indecentemente, que pudo aprovecharse de su cuerpo sin despertarla siquiera. Aún hoy siguen casados y viven juntos” (34)

 

Además de todas las implicaciones morales que tenía y aun tiene para el sexo femenino el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, llama la atención la manera como fueron utilizadas por médicos y farmaceutas para aliviar padecimientos “femeninos” como vemos en el apartado siguiente.

El doctor Benjamín Rush considerado por muchos, el padre de la psiquiatría Americana, se anticipó a la teoría de la “automedicación” con alcohol cuando en 1780 señaló que muchas mujeres buscaban alivio en el consumo del licor para aplacar los espíritus ardientes de lo que fue entonces denominado “enfermedad de procrear” (trastorno disfórico premenstrual).

Los médicos contemporáneos a Rush, comenzaron a prescribir alcohol para una gran variedad de padecimientos femeninos “aliviar el malestar del embarazo, así como también mejorar la tensión premenstrual y prevenir las infecciones después del parto. Hay algo que se popularizó tanto, que aún después de 200 años tiene vigencia en los medios populares: La administración de cerveza a las mujeres para que pudieran tener una lactancia abundante y enriquecida. (35) (36)

Por otra parte, se asevera que por la misma época (1780) en la isla de Nantucked, era una práctica bastante frecuente, que cada mañana las mujeres tomaran una dosis de opio. El uso de opiáceos llegó a incrementarse de tal forma en los años venideros que, a finales del siglo XIX, dos tercios de los adictos a opio y morfina pertenecían al sexo femenino.


Cualquiera haya sido la extensión del uso de la droga para fines lúdicos, la mayor razón para el incremento del consumo de opiáceos legales fue por parte de médicos y farmacéuticos.

Es curioso evidenciar las actitudes tolerantes frente al consumo del opio en la época Victoriana; dicha sustancia era vista por la sociedad como algo más “gentil” y “femenino”. Así, durante gran parte de la mitad del siglo XIX, las mujeres eran sobre medicadas no solo por una amplia variedad de quejas orgánicas sino también por un sin número de vagas quejas denominadas en su momento “neurastenia” o “debilidad de los nervios” ó “histeria” cuadros que en su conjunto habría ayudado al florecimiento de toda una rama de la farmacéutica norteamericana. (37)


Gráfica 1


En el ambiente artístico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, ninguna exposición de pintura de cierto rango estaba completa, sin las imágenes de fumadoras de opio o mujeres adictas a la morfina. La mujer solía aparecer retratada en Jugend como la personificación del hachís y la belladona. Eugene Grassèt la mostraba inyectándose, en una litografía escalofriante por su precisión clínica. (Gráfica número 1) . En los medios artísticos y en la población empezaron a recibir nombres femeninos; así: a la cocaína se le denomina “dama blanca”, a la marihuana se le conoce como “María”, a la heroína le dicen “tía avellana” y últimamente a los antidepresivos les llaman “damas rosadas” (38).


Gráfica 2


Se publicaron muchas iconografías llamativas, como por ejemplo una alegre dama de ropajes transparentes promocionando un tónico de vino francés y una sensual imagen de una mujer con el torso desnudo que promocionaba en “Cocaine Lil”; lo anterior señala en parte la asociación de lo femenino a las adicciones. (Ver gráfica número 2)
Pero poco a poco, al verse los desastres a largo plazo generados por el uso de estas sustancias en la mujer (Síndrome alcohólico fetal, bajo peso al nacer, labio leporino y paladar hendido) efectos de los opiáceos en los recién nacidos), se empezó a restringir cada vez más su uso en las mujeres hasta llegar a sancionarse.

No obstante, a principios del siglo XX había todavía una gran demanda de algunas sustancias psicoactivas en el área terapéutica, incluso fueron empleadas para manejar las adicciones a otras sustancias; por ejemplo, la morfina era recomendada para curar el alcoholismo, y a su vez la cocaína recomendada para curar la adicción a la morfina. Incluso Sigmund Freud recomendó el uso de la cocaína como una panacea para el dolor, la fatiga y las adicciones con morfina. (39) Freud creía que la cocaína podía llegar a convertirse en un remedio útil para las curas de desintoxicación de los morfinómanos. Sacó esta teoría de una revista médica, Editada en Detroit con el nombre de Therapeutic Gazete. Freud la mencionó en un famoso artículo de 1884.

 

“Tuve la oportunidad de observar una repentina desintoxicación de morfina utilizando cocaína en un hombre que había padecido los más duros síntomas de abstinencia en una cura de desintoxicación anterior. El estado era esta vez soportable, sobre todo porque desaparecían la depresión y las nauseas mientras se mantenía el efecto de la coca. El escalofrío y la diarrea eran los únicos síntomas permanentes que hacían pensar en la abstinencia” (40)


En el fenómeno de la adicción femenina actual, se entrelazan varios elementos biológicos, psicológicos y sociales (Tabla número 3)

 
Tabla 3

En el siglo XX e inicios de este siglo, se cambian drásticamente los patrones de consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias psicoactivas en la mujer y dicho cambio es reflejo de los nuevos roles femeninos dentro de la sociedad. Las diversas causas a las que se atribuye el aumento en las últimas décadas del abuso de sustancias en las mujeres, están relacionados con las responsabilidades, la competencia laboral y las disfunciones familiares tan frecuentes en estos días.

Podemos concluir que en aquellas sociedades donde las sustancias han estado accesibles a través del tiempo, las mujeres han representado un porcentaje importante de los usuarios adictos a pesar de los estereotipos, prejuicios y estigmas. Las mujeres adictas poseen una gran variabilidad racial, geográfica y socioeconómica, biológica y estos factores en su conjunto han generado unos patrones individuales del consumo de drogas que debemos tener en cuenta en el momento de abordar el fenómeno de las adicciones femeninas. (43)

 

Entre las mujeres, el abuso y la dependencia a sustancias pueden presentar problemas diferentes y requerir distintas intervenciones en los tratamientos. Es menos probable que las mujeres adictas tengan estudios y trabajo y, es más probable que tengan otros problemas de salud, que presenten antecedentes de tentativas de suicidio y haber sufrido abuso sexual u otro abuso físico.

Las mujeres con antecedentes de abuso sexual, presentan tasas inferiores de retención en los tratamientos, incluso en aquellos tratamientos que proveen el cuidado de los niños. (44) La investigación señala que las mujeres pueden beneficiarse más de los programas de tratamiento, si éstos ofrecen servicios integrales para satisfacer sus necesidades, fundamentalmente: alimentos, ropa y albergue, transporte, orientación laboral, asistencia legal, alfabetización y oportunidades de educación, adiestramiento para madres, terapia familiar, orientación psicológica para parejas, atención médica, cuidado infantil, servicios sociales, apoyo social, atención de salud mental, servicios de planificación familiar, etc.

Se ha observado que para el tratamiento de la mujer, un factor importante es tener un apoyo continuo en el seguimiento para prevenir recaídas. Se ha señalado mayores índices de fracaso terapéutico en el sexo femenino, en parte porque estas acuden solas a tratamiento, bien porque la familia desconoce la situación, bien porque no presta apoyo o, bien porque creen poder afrontar el tratamiento ellas mismas. Lo que se produce es un abandono más temprano del tratamiento. También se ha encontrado que las mujeres en tratamiento presentan más problemas psiquiátricos, médicos y sociales que los hombres. Las mujeres diagnosticadas con trastornos mentales y abuso de sustancias presentan una variedad de dificultades que requieren intervención -vulnerabilidad múltiple (problemas de salud, inestabilidad en vivienda, sin techo, historia de abuso sexual). (45)

Recientes investigaciones han encontrado que las mujeres en tratamiento recaen menos que los hombres, debido a que las mujeres se comprometen más firmemente con los tratamientos. Una mayor adherencia con el tratamiento puede asociarse a tasas de recaída menos elevadas. También se ha argumentado que las mujeres parecen estar dispuestas a buscar más la ayuda profesional para sus problemas de salud en comparación con los hombres (46)

La terapia cognitivo-conductual es un procedimiento eficaz para dependientes a alcohol y cocaína y, también para dependientes a opiáceos, puede ser utilizado en el tratamiento de las mujeres adictas a estas sustancias. La terapia cognitivo-conductual se basa en el aprendizaje de estrategias de autocontrol, la utilización del análisis funcional como herramienta de trabajo, permite identificar las necesidades específicas de cada paciente. La evaluación individualizada de las necesidades y limitaciones, permite un abordaje flexible para concretar los objetivos de tratamiento y las técnicas para conseguirlos, sea el paciente hombre o mujer. (47)


Bibliografía

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