Se realizó una investigación cualitativa con un diseño de estudios de casos múltiples con una muestra constituida por 4 adolescentes de una escuela de conducta, con el objetivo de describir las vivencias de los adolescentes con respecto al maltrato infantil.
Se concluyó que estos han vivenciado dos tipos de maltrato: el físico y el psicológico, destacándose como figuras maltratadoras: madres, padres y padrastros. Los adolescentes manifiestan rechazo hacia el maltrato porque les provocan sentimientos desagradables que les impide un adecuado funcionamiento biológico, psicológico y social.
Maltrato infantil. Vivencias en adolescentes.
María Elena Rodríguez Lafuente *; Josefa María Gutiérrez Cordoví**; María Elena Alonso García ***; Gianny Fernández Rielo ****; Yuliet Caballero Rodríguez ****; Sudleydys Nuñez García ****.
* Especialista y máster en psicología de la Salud. Máster en psicología Clínica. Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García. Servicio de psicología, hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Email: mariaelena. rdguez@infomed. sld. cu
** Especialista y máster en psicología de la Salud. . Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García. Policlínico Marcio Manduley. Email: josefamg@infomed. sld. cu
*** Especialista y máster en psicología de la Salud. Máster en Sexualidad. Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García. Servicio de psicología, hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Email: marielen@infomed. sld. cu
**** Estudiantes de Licenciatura en psicología (mención salud). Facultad de Ciencias Médicas Calixto García
PALABRAS CLAVE: adolescencia, Maltrato infantil.
Se realizó una investigación cualitativa con un diseño de estudios de casos múltiples con una muestra constituida por 4 adolescentes de una escuela de conducta, con el objetivo de describir las vivencias de los adolescentes con respecto al maltrato infantil. Se concluyó que estos han vivenciado dos tipos de maltrato: el físico y el psicológico, destacándose como figuras maltratadoras: madres, padres y padrastros. Los adolescentes manifiestan rechazo hacia el maltrato porque les provocan sentimientos desagradables que les impide un adecuado funcionamiento biológico, psicológico y social.
Introducción
El síndrome de maltrato Infantil es un fenómeno complejo de la sociedad, conocido desde hace siglos pero con características especiales en la etapa actual puesto que puede envolver cualquier grupo socioeconómico en mayor o menor grado, y resultan las familias desposeídas las más afectadas. (1, 2)
En la historia de los pueblos antiguos se menciona que en ocasiones se exigía la muerte de un primogénito cuando la vida del rey estaba bajo amenaza, consiguiendo calmar la ira de los dioses con esta inmolación. (2, 3)
En las grandes civilizaciones antiguas como Grecia y Roma, 400 años a. c. se consentía el abuso infantil. Aristóteles decía: “Un hijo o un esclavo son propiedad y nada de lo que se hace con la propiedad es injusto”. Por otra parte Platón era partidario de abandonar a los minusválidos y a los deficientes en el monte Taigeto para alimentar las bestias. (3)
El infanticidio es uno de los actos más violentos practicados sobre los niños y aceptado en tiempos remotos por motivos religiosos o disciplinarios. Las tribus tamalas de Madagascar, sacrificaban al hijo nacido en día nefasto para proteger a la familia, los egipcios ofrendaban una niña al Nilo para que fertilizara la cosecha anual; en Grecia y Roma los niños enfermos y malformados eran eliminados; mientras que en China, arrojar el cuarto hijo a las fieras constituía un método de control de la natalidad. (4)
En el siglo IV d. c. en la antigua Grecia las niñas eran sacrificadas, y en Jericó los niños eran empotrados en los cimientos de las murallas para fortalecerlas y darle suerte a la cuidad. Además son descritos castigos impuestos a los menores como pincharlos con púas, dejarlos sin comer, quemarles el pelo, etc. (3)
En el siglo XIV, niños inocentes fueron lanzados al Thames por el mero hecho de no ser deseados. (1)
Es en el siglo XVII cuando comienza un cambio de actitud respecto a los niños. La protección de estos ha ido aumentando a medida de que han pasado los siglos, los padres llevaban a los hijos a las consultas de los médicos y comenzaron a enmascarar las violencias físicas cuando se les preguntaba sobre lo ocurrido. Esto permitió el comienzo del estudio de los apaleamientos.
El primero que describió el síndrome del niño golpeado fue Ambroise Tardieu en 1868 después de realizar 32 autopsias a niños golpeados y quemados. Para esto tuvo en cuenta los hallazgos clínicos y las justificaciones que daban los padres. (2, 3, 4)
En 1874 se da la primera denuncia que se conoce del maltrato familiar a un niño, en la cuidad de Nueva York. Fue el caso de una niña que era golpeada y encadenada por sus padres adoptivos, los vecinos los llevaron a los tribunales. La niña tuvo que ser representada por la Sociedad Protectora de animales porque no existía una instancia legal que defendiera a los niños. Dado este suceso surge en Nueva York la primera Sociedad para la Protección de la crueldad contra los niños y posteriormente se crearon otras semejantes en varios países. (3)
En 1924 se establece la Primera Declaración de los Derechos del Niño, llamada Declaración de Ginebra y el 11 de septiembre de 1946 fue creada la UNICEF, con el fin de socorrer a la infancia y aliviarla de los efectos de la guerra más devastadora de la historia. Su creación fue fruto de la preocupación por garantizar una protección adecuada a los niños.
En 1962 Kempe y Silverman usaron la expresión síndrome del Niño Golpeado, basándose en las características clínicas presentadas por los casos que ingresaban en el Servicio de Pediatría del hospital General de Denver. Este concepto fue ampliado por Fontana, al indicar que estos niños podían ser agredidos no sólo en forma física sino también emocionalmente o por negligencias, de modo que sustituyó el término golpeado por el de maltratado y desde entonces se ha publicado una serie de artículos sobre el concepto que tratan de abarcar las diferentes modalidades que existen en cuanto a la acción de maltratar.
A pesar de que las Naciones Unidas proclamaron en 1959 la Declaración de los Derechos del Niño, la situación de la niñez en el mundo siguió mostrando estadísticas alarmantes, por lo que en 1979 la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas elaboró una nueva convención que fue firmada por los jefes de gobiernos de casi todas las naciones, promulgada en 1990. Con la entrada en vigencia de esta convención sobre los Derechos del Niño se marcó un nuevo nivel de conciencia en el ámbito internacional sobre la condición del niño como ser humano y miembro de la sociedad, y la protección de su dignidad a través del sistema legal.
A partir de que surge el término de síndrome de niño maltratado, que abarca todo tipo de violencia ejercidas en la persona del niño, es que se comienza a considerar la enorme complejidad del fenómeno del maltrato infantil y su repercusión negativa en el desarrollo evolutivo del niño y su posterior adaptación social como futuro adulto.
Según el Centro Internacional de la infancia de Paria, “el maltrato infantil es cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, instituciones o por la sociedad en su conjunto y todos los estados derivados de estos actos o su ausencia, que priven a los ninos de la libertad o de sus derechos correspondientes y/o dificulten su óptimo desarrollo”. (5)
Belski (1980) aborda un modelo para investigar el maltrato infantil, que propone que esta conducta puede ser descrita como inserta en varios niveles: a) in nivel ontogenético, que corresponde a las características de la persona maltratadora y de su historia personal, en la cual uno de los factores que ha sido mayormente utilizado se refiere a la historia de abuso en la niñez de los sujetos maltratadores; b) un nivel de microsistema, que corresponde a las características de la familia en que se desarrolla la conducta de maltrato, en este sentido, ciertas prácticas como el autoritarismo y la agresión entre los integrantes viene a constituirse en los elementos de este sistema; c) un nivel ecosistema, que corresponde a las características del contexto social inmediato tales como la vecindad o el barrio en el cual está inserto el grupo familiar, el nivel de desempleo, las malas condiciones del lugar y/o del trabajo, el aislamiento, la falta de redes sociales formales e informales y la falta de acceso a salud y educación y, por último, d) un nivel de macrosistema, en el cual se insertan los dmás sistemas y que corresponde a las características culturales y sociales respecto del uso de la fuerza y de la solución de conflictos. (6)
Zaldívar (citado por Artiles) plantea con relación al maltrato infantil que: “las vivencias y experiencias en los primeros años de vida tienen un importante significado en la formación de la personalidad de los seres humanos. La clínica infantil nos ofrece numerosos ejemplos de los trastornos a que se ven expuestos los niños que han sido víctimas de algunas de las múltiples formas que suele adoptar el maltrato infantil, provocándole daños que en alguna forma interfieren u obstaculizan su desarrollo físico, psicológico- emocional o como ser social”. (7)
Los niños que crecen en hogares donde se les maltrata suelen mostrar desórdenes postraumáticos y emocionales. Los efectos que crea el maltrato infantil no terminan con la niñez, sino que estos en su desarrollo pueden vivenciar sentimientos de baja autoestima, depresión y ansiedad, además del abuso de sustancias tóxicas como el alcohol o drogas, que en la adultez pueden llegar a la adicción. Estos pueden llegar a ver este proceso como normal, aprenderlo y proceder de esa manera en el futuro con los niños que le rodeen. (4, 5)
Es evidente que de estos hechos se derivan secuelas en las distintas edades y esferas, por ejemplo (8):
- Preescolar: patrones anormales de interacción social, suelen evitar a las personas, responden de manera agresiva a sus acercamientos o son abusivos con otros niños.
- Escolar: baja autoestima, conducta retraída o agresiva, desajustes emocionales o conductuales en la escuela, menor rendimiento intelectual.
- Adolescentes: internalizan estilos de reacción agresivos, riesgo suicida.
- Adultos: conductas antisociales.
Aunque el maltrato puede ser generado por instituciones o por la misma sociedad, la familia desempeña un papel primordial en la proporción de seguridad al niño.
Martínez (9) plantea “. . . como es sabido es ene l interior de las relaciones familiares donde se viven las pasiones y sentimientos más intensos. Una familia donde se abuse, ya sea física, sexual, psicológica o simplemente por negligencia, deja de cumplir las funciones básicas y se convierte en un antro de insatisfacciones y malestar, capaz de generar conductas denigrantes que rompen el equilibrio biológico, psicológico y social que debe tener todo individuo saludable”.
En un estudio realizado en San Miguel del Padrón, Ciudad de la Habana, la autora encontró que los niños perciben el maltrato infantil de forma amplia, identificando diferentes formas de dicho maltrato, fundamentalmente de tipo físico y emocional y que los niños tienen mayor percepción del maltrato que la que tienen sus progenitores. (3)
El maltrato infantil es un problema multicausal determinado por múltiples fuerzas que actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura donde el niño se desenvuelve, impidiendo o dificultando su desarrollo integral. Los factores de riesgo identificados, se han clasificado en tres grandes grupos: factores socioculturales y ambientales, factores familiares y factores individuales. (2)
- Factores socioculturales y ambientales.
La cultura y las tradiciones de cada país también influyen en la concepción que se tenga sobre el maltrato infantil. Existen aún en muchos países ideas tales como que los hijos pertenecen a los padres y que ellos pueden decidir sobre su destino. (3)
Araos en 1999 (3) planteó que uno de los factores más influyentes que intervienen en la existencia del abuso y violencia contra los niños son los patrones culturales de crianza que legitimizan el derecho de los padres a emplear la fuerza física con los hijos, en estos patrones se asocia el maltrato con el amor, se dice que se castiga a los niños por su bien, por lo que el castigo físico se usa para disciplinar o corregir.
Entre los problemas ambientales y socioeconómicos que pueden actuar como factores de riesgo para que se produzca una situación de maltrato se encuentran: problemas económicos, desempleo, inestabilidad laboral, excesiva carga horaria, vivienda inadecuada, hacinamiento, viviendas compartidas con otros familiares, malas condiciones de habitabilidad, necesidades básicas insatisfechas, problemas de marginalidad y otros. En las personas que viven en estas condiciones aumentan las tensiones y el estrés, lo que favorece los episodios explosivos de violencia. (1, 3, 9)
Los medios de comunicación masivos, sin lugar a dudas, desempeñan un papel fundamental en la difusión de programas que refuerzan la actitud violenta, cuando no están bien dirigidos a una educación formativa del individuo. (1)
- Factores familiares.
Los factores de riesgo para que se produzca una situación de maltrato dentro de una familia están referidos tanto a la estructura de la misma, como al funcionamiento y la dinámica de ésta. (2, 3)
En cuanto a las condiciones de tipo estructural se encuentran: número de integrantes de la familia, familias monoparentales, padres adolescentes, alteraciones en la organización jerárquica de la familia, etc. (3)
Entre los factores de riesgo relacionados con el funcionamiento familiar se encuentran las malas relaciones, dificultad en la comunicación, carencia de intercambios entre la familia y su entorno. (2, 3) Otros elementos que pueden influir de manera negativa en la dinámica familiar, contribuyendo a que se produzca una situación de maltrato infantil, son la inexistencia de límites o reglas familiares, y una mala relación de pareja, entre otros. (3, 6)
Frente a cualquiera de estas situaciones de desequilibrio en el grupo familiar, generalmente el niño se convierte en la víctima del maltrato.
Paul Ochotorena plantea que una parte importante de las familias maltratantes son monoparentales, están casi todas integradas por madres solas con varios hijos. También refiere citando a Kruman y a Margalin, que el maltrato físico ocurre con mucha más frecuencia cuando la figura paterna que convive con el niño no es su padre biológico; tiende a establecerse una competencia entre los subsistemas: madre- compañero y madre- hijo, que puede llegar a convertirse en grandes problemas. (3)
- Factores individuales.
Algunos aspectos relacionados con los propios niños se han abordado como causantes de situaciones de maltrato, como por ejemplo: niños no deseados, niños prematuros, niños portadores de una malformación física, padecimiento crónico, deterioro neurológico o cualquier problema de salud (congénito o adquirido) que conlleven a impedimento físico o psíquico; niños hiperactivos, niños con bajo rendimiento escolar. (2, 3)
También se pueden identificar como factores de riesgo características individuales de los padres, como rasgos de inmadurez, irritabilidad, autoestima baja, neuróticos, ansiosos, con adicciones (alcohol, drogas), impulsivos, hostiles, con poca tolerancia a la frustración y pobre autocontrol; una percepción inadecuada respecto al niño, antecedentes de maltrato en su niñez, inexperiencia en la crianza, entre otros. (2, 3, 8, 9)
Es necesario destacar que estos factores de riesgo señalados son sólo una muestra del total de situaciones adversas que pueden propiciar maltrato infantil. Lo más importante es tener en cuenta su multicausalidad.
Tipos de maltrato
Existen diversas clasificaciones de maltrato dadas por los investigadores del tema.
Gallardo (3) comienza su clasificación refiriendo el maltrato y la negligencia intrauterina. Define este maltrato como aquel conjunto de acciones efectuadas por la mujer para dañar intencionalmente al feto con la única finalidad de interrumpir su estado de gestación. La negligencia intrauterina como consumo indiscriminado de alimentos inapropiados como alcohol, consumo de tabaco, drogas, que influyen poderosamente sobre el desarrollo del feto provocándole anormalidades o problemas graves al futuro niño.
El maltrato físico, es definido por la American Academy of Chile and Adolescent Psichiatry (AACAP) en 1988, como “acción no accidental de algún adulto que provoca daño físico o enfermedad en el niño, o que le coloca en grave riesgo de padecerlo como consecuencia de alguna negligencia intencional. (3)
Néstor Acosta (1) en 1998, lo define como la agresión corporal que recibe un menor de un adulto, producida por una parte del cuerpo, un objeto o líquido manipulado de manera intencional por el agresor.
Eller Carde (3) en el 2001, define maltrato físico como cualquier lesión física infringida al niño (hematomas, quemaduras, fracturas u otras lesiones) mediante pinchazos, mordeduras, golpes, tirones de pelo, torceduras, puntapiés u otros medios con que se lastime al niño de manera intencional por sus padres u otros cuidadores.
El abandono físico es otro tipo de maltrato, definido como la situación en que las necesidades físicas básicas del menor (alimentación, higiene, seguridad, atención médica, vestidos, educación, vigilancia, etc. ) no son atendidas adecuadamente por ningún adulto del grupo que convive con él. Este es conocido también como maltrato por descuido o negligencia. Se produce cuando los padres no velan por las necesidades del niño. Estos niños tienen accidentes como caídas, quemaduras, intoxicaciones, extravíos en la calle, atropellamiento por automóviles y desarrollan enfermedades que pueden prevenirse. (9)
La negligencia física y emocional puede definirse como el deterioro progresivo corporal y emocional del niño o el adolescente, por insuficiencias de los padres o tutores para prever y proporcionarle satisfacción a las necesidades básicas para la vida; y no controlar o fiscalizar debidamente la atención del niño durante sus etapas de crecimiento, formación y desarrollo intelectual. (1)
El maltrato emocional es descrito como las conductas de los padres o cuidadores tales como insultos, rechazos, amenazas, humillaciones, desprecios, burlas, críticas, aislamientos, atemorización, que causen o puedan causar deterioros en el desarrollo emocional, social o intelectual del niño. (3)
Este tipo de maltrato es una de las formas más sutiles pero más extendidas de maltrato infantil. Algunos autores añaden que el niño que se encuentra sometido de forma permanente a presenciar actos de violencia física o verbal hacia otros miembros de la familia está siendo maltratado también.
El abandono emocional aparece como la situación en la que el niño no recibe el afecto, la estimulación, el apoyo y protección necesaria en cada estadío de su evolución y que inhibe su desarrollo óptimo. Existe una falta de respuesta por parte de los padres o cuidadores a las expresiones emocionales del niño (llanto, sonrisa, etc. ) o sus intentos de aproximación o interacción.
Hay autores que definen estos dos últimos tipos de maltrato de manera integrada y los denominan maltrato psicológico. Este se vincula a descalificación, insultos, amenazas de abandono, amenazas de golpes, portazos o tirar objetos al piso, así como silencios prolongados, decirles malas palabras, desearles cosas negativas, dejarles de hablar. Todo esto de forma cotidiana, que se ve como algo común, suele provocar trastornos en el funcionamiento intelectual y emocional del niño. Además está el abandono afectivo cuando no se le da amor, ternura, cuando no se le habla, no se juega o se comparte con los hijos. Aquí hay que incluir el abandono filial, que puede ser materno o paterno (este último es el más común, fundamentalmente tras un divorcio). (7)
El abuso sexual como otro tipo de maltrato se define como: cualquier clase de placer sexual con un niño por parte de un adulto desde una posición de poder, autoridad. No es necesario que exista un contacto físico (en forma de penetración o tocamientos) para considerar que existe abuso, sino que puede utilizarse al niño como objeto de estimulación sexual; se incluye aquí el incesto, la violación, la vejación sexual (tocamiento, manoseo a un niño con ropa o sin ella, alentar, forzar o permitir a un niño que toque inapropiadamente a un adulto) y el abuso sexual sin contacto físico (seducción verbal, solicitud indecente, exposición de órganos sexuales a un niño, realización del acto sexual en presencia de un menor, masturbación en su presencia, pornografía) (1, 3 4, 9, 10)
Otro tipo de maltrato es el síndrome de Muchuasen (maltrato por poder) que se caracteriza porque el maltratador, generalmente la madre arremete contra su hijo mediante otra persona (el médico), simula y describe síntomas y signos falsos o provocados, obligando a hospitalización, exploraciones y tratamientos innecesarios que, a veces, ponen en peligro la vida del niño. (9)
También está el maltrato institucional, que se entiende por malos tratos institucionales, cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente de los poderes públicos o bien derivada de la actuación individual del profesional que comparte abuso, negligencia, detrimento de la salud, la seguridad, el estado emocional, el bienestar físico, la correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño y/o la infancia. (3)
De manera integrada, el maltrato psicológico según la UNICEF (1997) es “la conucta sostenida, repetitiva, persistente e inapropiada (violencia doméstica, insultos, actitud impredecible, mentiras, decepciones, explotación, maltrato sexual, negligencia y otros) que daña o reduce sustancialmente tanto el potencial creativo como el desarrollo de facultades y procesos mentales del niño (inteligencia, memoria, reconocimiento, percepción, atención, imaginación y moral) que lo imposibilitan a atender y manejar su medio ambiente, lo confunden y/o atemorizan haciéndolo más vulnerable e inseguro, afectando adversamente su educación, bienestar general y vida social. (3)
Indicadores de maltrato infantil
Los problemas que tienen los niños maltratados se traducen en manifestaciones que pueden ser físicas, conductuales y/o emocionales. Estas manifestaciones son las que nos señalan e indican que un niño puede encontrar en una situación de riesgo o maltrato.
Sin embargo estos indicadores por si solos no son suficientes para demostrar la existencia del mismo, sino que además hay que tener en cuenta la frecuencia de las manifestaciones, cómo, donde y con quien se producen.
Según diferentes investigadores, algunos de los indicadores que se pueden identificar en el niño son:
- Señales físicas repetidas (hematomas, contusiones, quemaduras, etc. )
- Niños que se ven sucios, malolientes, con ropa inadecuada para la estación, sin que la condición de los padres sea de pobreza.
- Cansancio o apatía permanente (suele dormirse en el aula).
- Cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente.
- Conductas agresivas y/o rabietas severas y persistentes.
- actitud hipervigilante (en estado de alerta, receloso).
- Demuestra comportamientos o conocimientos sexuales inapropiados para su edad. conducta de masturbación en público. El niño/a tiene dificultad para caminar o sentarse. Ropa interior rasgada, manchada o ensangrentada.
Padece de secreciones en los órganos sexuales, enfermedades de transmisión sexual (estas manifestaciones son propias de los niños abusados sexualmente).
- Niño que evita ir a su casa (permanece más de lo habitual en la escuela o los alrededores). Demuestra temor hacia los padres.
- Es incapaz de hacer buenas amistades, tiene pocos amigos en la escuela.
- muestra poco interés y motivación por las tareas escolares.
- Después del fin de semana vuelve peor a la escuela (triste, sucio, etc. ).
- Presenta dolores frecuentes sin causa aparente.
- Problemas alimenticios (demasiado apetito o
pérdida del mismo).
- Falta a clases de forma reiterada y sin justificación.
- Retrasos en el desarrollo físico, emocional e intelectual.
- Presenta problemas en el aprendizaje que no pueden atribuirse a causas físicas o neurológicas.
- Presenta conductas antisociales: fugas, pequeños hurtos, etc.
- intento de suicidio y sintomatología depresiva.
- Regresiones conductuales (conductas muy infantiles para su edad).
- Falta de cuidados médicos básicos.
- Cambios abruptos de comportamiento, desde timidez excesiva a agresividad e hiperactividad.
- Siente miedo cuando llora otro niño.
- El niño comenta frecuentemente que se queda solo en la casa o al cuidado de otro menor.
- Busca que le den cariño en cualquier oportunidad.
- Tiene mala opinión de si mismo.
- Dice que nadie se preocupa por él.
- Quemaduras por cigarrillos, agua caliente, planchas; fracturas múltiples, heridas, moretones, rasguños y arañazos en el rostro.
En los padres y/o cuidadores también podemos encontrar indicadores tales como:
- Parecen no preocuparse por el niño. Se muestran indiferentes a lo que el maestro dice de él.
- No acuden a citas y reuniones de la escuela.
- Sienten a su hijo como una propiedad (puedo hacer con mi hijo lo que quiero. . . ).
- Desprecian y desvalorizan al niño en público. Se refieren a él de manera despectiva.
- Ante una lesión o traumatismo evidente en el niño no brindan una explicación convincente o se enojan ante la
pregunta de lo ocurrido.
- Los padres están fuera de casa (nunca tienen tiempo para. . . ).
- Trato desigual entre los hermanos.
- Recogen y llevan al niño a la escuela sin permitir contacto social, son celosos y lo protegen desmesuradamente (propio en padres y cuidadores que abusan sexualmente del menor).
- Abiertamente rechazan al niño y lo culpan de todo.
- Tienen una situación socioeconómica que no explica el descuido en la higiene, vestimenta o en la solución de problemas de salud que presenta el niño.
- Tiene antecedentes de haber sido niños maltratados o abandonados.
Indudablemente estos indicadores pueden encontrarse en otras situaciones que no sean de maltrato por lo que hay que ser muy cuidadosos en su evaluación.
Los padres maltratadores no suelen reconocer la existencia de maltrato y rechazan cualquier tipo de ayuda, llegando a justificar con argumentos muy variados este tipo de acciones, en cambio los padres con dificultades suelen reconocerlas y admiten cualquier tipo de ayuda que se les ofrezca.
Dados estos elementos es de suma importancia el estudio de las percepciones, vivencias, y expresiones subjetivas de dicho maltrato en niños y adolescentes para poder implementar intervenciones dirigidas a disminuir el impacto emocional de esta situación.
Así nos cuestionamos cómo vivencian el maltrato al que son sometidos un grupo de adolescentes, por lo que nos trazamos el siguiente objetivo: describir las vivencias de maltrato en adolescentes víctimas del mismo de una escuela de conducta.
Metodología
Se realizó una investigación cualitativa, con un diseño de estudio de casos múltiples. Para cumplir nuestro objetivo se visitó una escuela de conducta y se solicitó apoyo de su dirección para realizar la investigación, la cual se mostró identificada con esta temática y nos posibilitó el acceso a la muestra de estudio.
De un universo de 62 estudiantes, se escogió una muestra a base de criterios que quedó constituida por 4 adolescentes. Los criterios fueron los siguientes:
- Adolescentes que estuvieran comprendidos en las edades de 12 a 14 años.
- Que estén matriculados en dicha escuela.
- Que hayan sido víctimas de maltrato infantil. Los instrumentos utilizados fueron: una entrevista semiestructurada, y dos técnicas proyectivas (completamiento de frases y 3DRM).
Análisis de los resultados
La investigación se realizó con 4 adolescentes de 12 a 14 años de séptimo grado, que habían sido identificados por sus maestros como víctimas de maltrato. Tres del sexo masculino y una femenina. La muchacha tiene 12 años, dos de los varones tienen 13 y el mayor tiene 14 años. Todos mantuvieron una actitud cooperadores durante el transcurso de la investigación, aunque el mayor evadió hablar directamente de su situación de maltrato.
Los entrevistados entienden como maltrato infantil que los regañen, les peguen, les griten, castiguen, los insulten, no los dejen jugar y sólo uno de ellos, la muchacha identifica formas de maltrato más sutiles como el rechazo, la despreocupación, la falta de afecto, de comunicación y el abandono filial por parte de la figura paterna. Esto evidencia la vivencia de dos tipos de maltrato, el físico y el psicológico, los que inhiben el desarrollo óptimo de los mismos para ser en un futuro adultos sanos y capaces.
Menos el mayor que la mamá falleció teniendo él cinco años, los demás conviven con sus madres y refieren mantener una relación adecuada con las mismas, pero cuando cuentan sus vivencias se develan comentarios que reflejan falta de comunicación, privación de afectos, castigos y maltratos físicos severos.
En su mayoría refieren sentir que a sus hermanos se les brinda más afecto y comprensión, ya sea porque tienen algún padecimiento o porque son menores, pero esto no lo reconocen como una forma de maltrato.
Sólo la adolescente reconoció tener malas relaciones con su papá, con el cual no convive. Refiere que le grita, la insulta, la humilla delante de sus amistades, no la escucha y le pega, por esto no le habla actualmente.
El mayor vive con su papá, dice que mantiene buenas relaciones, pero se conoce en la escuela que el padre lo maltrata y que existen situaciones específicas de violencia que él cuenta durante la entrevista como si fueran situaciones sin compromiso afectivo, que le pasa a otro, a su vecino; lo que evidencia que evade la situación de violencia en que de desenvuelve y que está envuelto en un conflicto de lealtad familiar.
Otro de los adolescentes refiere tener grandes conflictos con su padrastro porque siempre le quiere pegar y en muchas ocasiones lo logra, su mamá trata de defenderlo algunas veces pero no puede hacerlo siempre, ya que esto trae grandes discusiones entre ellos, afectando sus relaciones conyugales, y otras veces está de acuerdo con que este le peque. Esto refleja que se desenvuelve en medio de una familia disfuncional.
Tres de los adolescentes entrevistados refieren sentirse maltratados (excepto el mayor). Se encuentran entre las figuras maltratadoras madres, padres y padrastro.
Ante la situación de maltrato, dos reflejan sentirse heridos, estropeados, humillados, avergonzados, molestos, con deseos de llorar, con roña, que no los quieren, manifiestan sentimientos momentáneos de odio. El mayor refiere estos mismos sentimientos como los que experimentaría si fuera maltratado. El otro dice que cuando lo maltratan se escapa del hogar durante días y busca apoyo en otros miembros de la familia. Todo esto evidencia un deterioro en la esfera emocional y en la capacidad de enfrentar los problemas, atemorizándolos y haciéndolos más vulnerables e inseguros.
La mayoría expresan no ser merecedoras del maltrato que reciben, creen que si se les hablara y explicaran las cosas que hacen mal de forma adecuada, ellos podrían entender y no cometer de forma reiterada los errores. Sólo uno, el mayor, refiere que los maltratos, en su mayoría, son merecidos por quienes los reciben, porque cuando uno hace algo malo debe recibir un castigo, con lo que no está de acuerdo es con la ira y la violencia con que se llevan a cabo estos maltratos generalmente.
Plantean que han sido golpeados con mangueras, cintos, chancletas, palos, suizas, sogas y cualquier objeto que esté al alcance de las figuras maltratadoras en el momento de la agresión.
En sus testimonios hacen mención de diferentes formas de castigos como no dejarles ver el televisor durante semanas, ni jugar, ni hablar con los demás, que se les priva de alimentos en un horario de comida, ponerlos de rodilla por tiempo prolongado, privarles de sus ropas para que no puedan salir, realizar labores del hogar. También plantearon que se les deja de hablar. Esto evidencia que reciben castigos severos tanto físicos como psicológicos que pueden contribuir al deterioro del desarrollo emocional, social e intelectual de los mismos.
En el análisis de las técnicas proyectivas, en el completamiento de frases dos adolescentes manifiestan indicadores de maltrato infantil por parte de figuras parentales, lo que refuerza los conflictos familiares ya expresados.
En el caso de la adolescente se aprecia carencia y demanda afectiva hacia la figura paterna y un rechazo hacia el maltrato. Todos refieren buenas relaciones con sus hermanos, preocupación y sentimientos positivos hacia ellos.
En tres se manifiesta agresividad hacia los demás lo que interfiere con sus relaciones interpersonales y con los maestros. También reflejan dificultades escolares.
En el 3DRM, los dos adolescentes de 13 años develan demandas de afecto hacia la figura materna (expresada en frases como deseo que mi mamá me de un beso, deseo que mi mamá me quiera), sentimientos de infelicidad, miedo a los golpes y castigos, les disgustan los golpes y gritos a que son sometidos en su medio familiar. Esto evidencia las vivencias negativas que son capaces de generar y el grado de desestabilización psicológica que provocan estas formas de maltrato tanto físicas como psicológicas.
La adolescente continúa manifestando su necesidad de acercamiento afectivo con el padre, además sus sentimientos negativos hacia el maltrato físico y psicológico. Esto se evidencia cuando refiere que “le da roña los abusos, que un hombre le pegue a una mujer y las amenazas”.
El adolescente de 14 años mantiene su actitud evasiva frente a la situación de violencia, no exteriorizando ninguna vivencia al respecto.
Conclusiones
Los adolescentes estudiados vivencian dos tipos de maltrato, el físico y el psicológico, destacándose como figuras maltratadoras: padres, madres y padrastro. Estas situaciones de maltrato provocan en ellos sentimientos de vergüenza, humillación, odio momentáneo, carencia de afecto, tristeza, infelicidad y miedo, lo que genera en ellos un fuerte rechazo hacia cualquier tipo de maltrato. Dicho maltrato ocasiona conductas hostiles lo que dificulta sus relaciones interpersonales.
Bibliografía
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Fecha Publicación: 20/05/2024