Partiendo de las consideraciones de algunos autores de prestigio alrededor del Psicoanálisis y la Psicoterapia Psicoanalítica, el texto anima a pensar y debatir en torno a estas dos formas de relación de ayuda. Estas reflexiones se enriquecen con la ayuda de definiciones informales.
Se enviaron 58 cuestionarios por vía telemática y fueron obtenidas 22 respuestas, datos que ya adelantan la dificultad para precisar ambos términos. Semejanzas y discrepancias parecen diluirse en la dinámica de la práctica analítica.
Francisco J. Jiménez González
Víctor Ramírez Puga
Andrés Ojeda Hernández
Iván L. Alemán Ruiz
Psicoterapia Psicoanalítica y psicoanálisis. Encuadre.
Resumen:
Partiendo de las consideraciones de algunos autores de prestigio alrededor del psicoanálisis y la psicoterapia Psicoanalítica, el texto anima a pensar y debatir en torno a estas dos formas de relación de ayuda. Estas reflexiones se enriquecen con la ayuda de definiciones informales. Se enviaron 58 cuestionarios por vía telemática y fueron obtenidas 22 respuestas, datos que ya adelantan la dificultad para precisar ambos términos. Semejanzas y discrepancias parecen diluirse en la dinámica de la práctica analítica.
Palabras clave: Relación de Ayuda, psicoanálisis, psicoterapia Psicoanalítica, Técnica, proceso, Definición, Definición Informal.
Psychoanalytic Psychotherapy and Psychoanalysis. Setting
Abstract:
The text encourages to think and debate around this two forms of help relations, considering as a starting point the observations of some prestigious authors about Psychoanalytic Psychotherapy and Psychoanalysis. These reflections become richer with the help of informal definitions. There were 58 questionaries sent via telematic and 22 answers obtained, data which anticipates the difficulty to precise both terms. Similarities and discrepancies seem to dilute in the dynamics of the analitic practice.
Key Words: Help Relation, Psycoanalysis, Psychoanalytic Psychotherapy, Technique, Process, Definition, Informal Definition
1. Introducción
En el intento de delimitar excesivamente el concepto, se corre el peligro de perder por el camino parte de su esencia, que no es otra que amoldar los conocimientos y hallazgos al servicio del sujeto (paciente y analista). Se pretende en este trabajo invitar a la reflexión, abarcar desde diversos puntos de vista la amplitud que encierran tanto el psicoanálisis como la psicoterapia Psicoanalítica, considerando que las palabras, los términos y los conceptos están en continuo movimiento, tanto movimiento como el que origina el propio proceso analítico o psicoterapéutico. Por ello nos apuramos a decir que no podría existir la definición definitiva de psicoterapia Psicoanalítica o de psicoanálisis. Obsérvense, por ejemplo, las diversas variaciones que sufrió el término en manos del propio Freud, quien a lo largo de su obra fue moldeando el concepto que abrigaría toda la teoría psicoanalítica. En el presente trabajo, no nos quedaremos pues en una revisión y reflexión sobre lo escrito hasta el momento, sino que añadiremos la experiencia subjetiva de aquellas personas que de una u otra manera conocen y están implicadas en lo psicoanalítico. Estas experiencias, como no podía ser de otra manera, se han recogido textualmente según han aportado las definiciones los participantes, con un lenguaje coloquial, el cual posiblemente, en consonancia con la obra de Winnicott, es el que nos acerca más a la creatividad, porque en definitiva el presente trabajo no pretende más, que recordar la necesidad imperiosa de creación que requiere un modelo como el psicoanalítico.
Se trata de intentar analizar y reflexionar sobre las convergencias y divergencias existentes entre ambos términos. La experiencia como psicoterapeutas evidencia cómo, a menudo, tanto en consulta como en la calle ante la pregunta de un otro que quiere conocer más antes de plantearse iniciar la experiencia analítica, si bien es cierto que la casuística nos dice que esa pregunta muchas veces responde a resistencias propias del inicio, indica también la necesidad de un manejo adecuado de esta información que se solicita. Esto no sólo requiere al psicoterapeuta un buen nivel técnico para trabajar con las resistencias de ese otro en cuestión, sino que además, en nuestra opinión, es clave a la hora de ayudar a tomar la decisión final, que como profesionales de la salud mental, manejemos un abanico suficientemente amplio de definiciones sobre el tema en cuestión. En definitiva, será fundamental que nuestro rango de posibilidades para explicar qué es la psicoterapia Psicoanalítica y qué es el psicoanálisis nos permita manejarnos con amplitud y flexibilidad ante estas situaciones que muchas veces se dan en las primeras entrevistas, e incluso, muchas otras, en preentrevistas de manera informal.
Se plantean dos cuestiones que abordaremos desde dos puntos de vista:
1. Lo que dicen los autores.
2. Lo que aportan de manera informal terapeutas y personas vinculadas a la Salud Mental, principalmente como analizandos o profesionales en formación.
Las dos cuestiones a abordar son ¿qué es la psicoterapia Psicoanalítica?, ¿qué es el Psicoanálisis?
2. Empezando la reflexión
Revisando la literatura sobre el tema en cuestión, la información resulta excesiva. Parece que lo más interesante y operativo sería dejar que “hablaran” los expertos en la materia, y los autores del presente trabajo, apuntaremos, comentaremos, cuestionaremos y acompañaremos al lector en su reflexión.
Assoun (2005) nos recuerda que Freud aportó formulaciones sucesivas del psicoanálisis entre el temprano 1896 y sus últimas exposiciones en la década de 1930. Quizás la definición con mayor grado de aceptación, o cuanto menos, la más repetida en los diversos manuales de psicoterapia y psicoanálisis, cuando se quiere hacer alusión a la aproximación que Freud realiza del término, es la aportada en 1922 en Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis” y “Teoría de la libido”, en la que define el psicoanálisis como:
“1) Un procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) Un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) Una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica. ” (Freud, 1979)
Hornstein (1983) concreta que Freud caracteriza al psicoanálisis en función de una teoría, un método y una técnica. Una teoría de la personalidad, un método de psicoterapia y una técnica o instrumento de investigación científica, manteniendo en nuestro criterio la tesis de que estas tres características permanecen indisolubles, ya que la técnica de investigación coincide con la aplicación del método de psicoterapia, y sin ambas, no sería posible el desarrollo de una teoría de la personalidad.
Partiendo de la definición freudiana, para el presente artículo, nos centraremos principalmente en el método de psicoterapia, ya que es el elemento donde parecen encontrarse las mayores divergencias entre aquellos que separan conceptualmente el psicoanálisis de la psicoterapia Psicoanalítica. En lo concerniente a la teoría de la personalidad y al instrumento de investigación científica, realizaremos sólo apuntes necesarios, ya que son lugares comunes de ambas tendencias sobre las que se nutren las diferentes praxis del método.
Es preciso destacar también que dentro de las Psicoterapias Psicoanalíticas, se dan diferentes variantes de la misma. Según Ávila y Poch (1994) éstas, abarcarían todas las técnicas Psicoanalíticas excepto la Cura tipo, es decir: la propia psicoterapia Psicoanalítica, psicoterapia breve, psicoterapia de apoyo, psicoterapia institucional y psicoterapia grupal. Otto Kernberg (2000) propone una diferenciación estricta entre el psicoanálisis clásico (Cura Tipo), la psicoterapia Psicoanalítica y la psicoterapia de apoyo basada psicoanalíticamente. A modo de introducción, se ofrecen algunas definiciones de varios autores sobre ambos términos y posteriormente nuestras reflexiones.
Según Gill (1954), “el psicoanálisis es la facilitación de una neurosis de transferencia regresiva y su resolución por medio de la interpretación, llevada a cabo por un psicoanalista desde una posición de neutralidad técnica. ” Así mismo, para Nacht (1962) “la Cura tipo es una técnica que se basa en la utilización terapéutica de la neurosis de transferencia mediante el arte de las interpretaciones” y, en la misma línea, Laplanche y Pontalis (1996) realizan una extensión de la definición freudiana de 1922: “Un método psicoterapéutico basado en esta investigación y caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido se utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de Cura Psicoanalítica […]”
Ávila y Poch (1994) van algo más lejos, describiendo el psicoanálisis como la “Técnica que se caracteriza por el análisis en profundidad de la neurosis transferencial, la elevada frecuencia de las sesiones terapéuticas (4 ó 5 a la semana), y el trabajo sobre focos móviles y múltiples”. Además de nuevas condiciones necesarias que más adelante trataremos, puntualizan la necesidad de ahondar en el análisis de la transferencia.
Sabiendo que las estructuras psíquicas son principalmente modificables desde un análisis transferencial minucioso, Villamarzo (1986) lo enfatiza definiendo psicoanálisis como “todas aquellas técnicas, estrictamente freudianas, cuyo objetivo terapéutico fuera el de modificar radicalmente las mas profundas capas de la estructura de la personalidad. ” Del mismo modo, según Kernberg (2000) “el objetivo del psicoanálisis es el fundamental cambio estructural, la integración del conflicto inconsciente reprimido o disociado en el yo consciente. ”
Algunas definiciones de psicoanálisis se centran en un análisis transferencial laborioso y en resultados estructurales contundentes, mientras que las definiciones de psicoterapia Psicoanalítica parten del uso adecuado de la transferencia para alcanzar otros fines no necesariamente nucleares, persiguiendo en su caso objetivos estructurales algo más discretos. Es así cómo la describe Villamarzo (1986), desde su perspectiva la psicoterapia Psicoanalítica son “todas aquellas técnicas cuyo objetivo terapéutico pretende, mediante una adecuada utilización de la transferencia, posibilitar la evolución pulsional del individuo desde las fases autoeróticas o incestuosas narcisísticas infantiles, hasta las mas evolucionadas fases de relación de objeto. ” Según Ávila y Poch (1994): “este término se usa, en singular, para denominar a una sola técnica, derivada de la Cura-Tipo Psicoanalítica, que se caracteriza por el trabajo sobre algunos focos psicopatológicos específicos y delimitados previamente, con objetivos más parciales que la Cura tipo Psicoanalítica y con menor frecuencia de sesiones semanales”.
Kernberg (2000) especifica que en la psicoterapia Psicoanalítica “[…] el objetivo es una reorganización parcial de la estructura psíquica en el contexto de cambio sintomático significativo”, sin embargo, Laplanche y Pontalis (1996): hablan de “[…] una forma de psicoterapia basada en los principios teóricos y técnicos del psicoanálisis, aunque sin realizar las condiciones de una Cura Psicoanalítica rigurosa”, como si ésta fuera una versión incompleta del psicoanálisis.
Solimano y Bergallo (2005) dicen que la característica que la define es la resistencia, “el sujeto está incluido en su padecer con una responsabilidad que desconoce y rechaza. Es el conflicto psíquico. ” Y se preguntan “¿hay una psicoterapia Psicoanalítica que no sea Psicoanálisis?”, respondiéndose que la meta del psicoanálisis es el ser comprendido y esta experiencia incluye el alivio del sufrimiento, por lo que habría identidad entre objetivo de investigación y objetivo terapéutico. Esta propuesta integradora de Solimano y Bergallo resulta sugerente. El “desinterés” por la delimitación conceptual en beneficio de la unificación de teoría, técnica y objetivos orientados al proceso e individuo, da soporte a nuestras venideras reflexiones. La pregunta de si existe psicoterapia Psicoanalítica que no sea psicoanálisis se extiende como un eco que nos alumbra.
A modo orientativo, en cuanto a los objetivos o criterios de curación en psicoanálisis y poder valorar la homogeneidad o no entre psicoterapia Psicoanalítica y psicoanálisis, empleamos la siguiente clasificación de Horstein (1983):
“Se suelen diferenciar dos tipos de criterios en relación al proyecto terapéutico:
1º Criterios metapsicológicos: hacer consciente lo inconsciente, levantar las resistencias, mayor plasticidad del yo, refuerzo del yo (en la escuela americana), “des-ser”, destitución subjetiva (en la escuela lacaniana), etc.
2º Criterios clínicos: desaparición de síntomas, adaptación, creatividad, satisfacción en las relaciones objetales, en las laborales profesionales, en la sexualidad.
Se podría hacer un enorme inventario de criterios de curación en psicoanálisis. Como síntesis provisoria podría postular que, para Freud, el proyecto terapéutico tendría por fin:
1º Una reducción cuantitativa del espacio psíquico bajo la égida de lo inconsciente;
2º Permitir que el yo someta a sus propios fines una parte de los deseos inconscientes, posibilitando recursos sublimatorios y teniendo un placer sexual y relacional, en general, realizable con otros reales que no sean fuente de conflicto.
3º Cambiar la relación presente entre el yo y los efectos, en su propio espacio, de lo reprimido que retorna;
4º Transformar la organización fantasmática, es decir, algunos de los contenidos inconscientes de manera que pierdan sentido las inhibiciones, las defensas, la angustia, los síntomas y los estereotipos caracteriales a las que el yo se veía obligado a recurrir”.
Una somera lectura indicaría, de acuerdo a las definiciones aportadas, que los criterios metapsicológicos establecidos por Horstein pertenecerían en mayor medida a la Cura tipo, mientras que los criterios clínicos serían territorio de la psicoterapia Psicoanalítica. Se pretende cuestionar al respecto, que si por establecer criterios u objetivos a priori, sería éste un elemento suficiente para realizar una diferenciación entre ambos conceptos. A lo largo del artículo se aportarán reflexiones que quizás ayuden clarificar esta cuestión.
En el espectro de la técnica, observamos como elementos comunes en las definiciones expuestas que a) el abordaje consistente de la relación transferencial, b) la consideración del dinamismo y movilidad del tratamiento psicoanalítico y c) la mayor frecuencia de las sesiones, sobre a) el trabajo más focal, b) parcial y c) menor en cuanto a la frecuencia, son los aspectos que resaltan estos autores para definir psicoanálisis y psicoterapia Psicoanalítica respectivamente.
Desde el punto de vista de Kernberg, y al igual que Ávila y Poch, los objetivos de ambas modalidades de tratamiento parecen también diferir, principalmente como consecuencia de la diversa aplicación en cantidad y cualidad de la técnica psicoterapéutica, poniendo pues aquí el acento que delimita ambos conceptos. Al respecto, consideramos que los logros alcanzados por el paciente en cualquier tipo de relación de ayuda, psicoanálisis en todas sus modalidades inclusive, pueden trascender a las expectativas y objetivos del psicoterapeuta y a los criterios técnicos empleados. No podría ser de otra manera a no ser que pensáramos que el analista, que tras su valoración inicial decide emprender una psicoterapia Psicoanalítica con sus respectivos objetivos parciales, presenta una autoridad tan asfixiante como para no permitir que el individuo, más allá de los objetivos ladinos establecidos por su analista, no logre elevarse por encima de dichas expectativas y produzca modificaciones estructurales no planeadas en un principio. Se puede afirmar que la vida se abre paso y que el paciente presenta capacidad potencial para superar, a no ser que su cuadro clínico lo imposibilite, los objetivos expuestos por su analista. Por lo tanto, se puede considerar que si en cuanto a los objetivos del tratamiento nos situamos en una polaridad modificación focal - modificación estructural para establecer la diferencia entre psicoterapia Psicoanalítica y psicoanálisis respectivamente, se observa que se pueden producir cambios estructurales relevantes en pacientes tratados con psicoterapia Psicoanalítica. Sería pues a través de la técnica o método donde se pueden encontrar las divergencias más significativas. En adelante se verá si es la técnica en sí o quizás la técnica en conjunción con las características personales de analista y paciente las que puedan estar jugando un papel central en la delimitación del concepto y del proceso terapéutico.
Se rescata la siguiente definición de Strupp (1977) sobre psicoterapia por la brillante explicación acerca de la naturaleza de la relación terapéutica “[…] el campo llamado psicoterapia comprende a una persona que ha reconocido que necesita ayuda, a un experto que ha consentido en proporcionarla y a una serie de interacciones humanas, cuyo carácter suele ser sumamente intrincado, sutil y prolongado, y que tiene por objeto producir cambios beneficiosos en los sentimientos y la conducta del paciente […]”.
Profundizando en la triada (intrincado, sutil y prolongado) se puede entender por “intricado” algo difícil, enrevesado, por “sutil” delicado pero de gran penetración y hondura y como tales, dan lugar a la tercera característica, “prolongado” en el tiempo. Parece que estas son características comunes del estilo de relación de ayuda que se intenta definir en este trabajo, independientemente del término que se desee o crea conveniente utilizar, psicoanálisis o psicoterapia Psicoanalítica. Resulta difícil negar que la psicoterapia Psicoanalítica, la Cura tipo por descontado, es un arte intrincado y sutil en las acepciones que planteamos y que para su adecuada aplicación se requiere de gran destreza y preparación. En este sentido, Caparrós (2007) apunta “[…] la psicoterapia Psicoanalítica no es un género menor con respecto al psicoanálisis, sino el producto de los nuevos desarrollos del psicoanálisis, tanto teóricos como técnicos, que permiten ampliar su campo clínico de acción”. Se puede añadir que incluso en relación a la prolongación del tratamiento, aspecto central de lo psicoanalítico, empieza a disiparse la idea de que es la Cura tipo la modalidad de tratamiento que requiere de dicha prolongación mientras que a la psicoterapia Psicoanalítica le pertenecieran tiempos y ritmos más limitados. Bernardi, Defey, Garbarino, Tutté, y Villalba, L (2004) en relación a esta atribución a la Cura tipo en detrimento de la psicoterapia Psicoanalítica de aspectos centrales del tratamiento como el mayor número de sesiones, mayor neutralidad y mayor profundidad, señalan: “[…] hoy en día algunos de estos criterios están en revisión, poniéndose énfasis en el encuadre interno del analista, más que en sus características externas y en las cualidades del proceso terapéutico, existiendo distintas posiciones al respecto”.
Caparrós (2007) refuerza este planteamiento: “Está muy extendida la opinión de que una frecuencia de tres o cuatro sesiones semanales es un requerimiento esencial para que la intervención terapéutica se pueda llamar psicoanálisis, mientras que una sesión a la semana es cosa propia de la psicoterapia Psicoanalítica. Esta creencia debe ser revisada […] la tendencia más actual hace hincapié sobre todo en la extensión que el tratamiento requiere más que en su intensidad”. Al inicio del artículo se indicaba que las definiciones y los criterios teóricos y técnicos están saludablemente en continuo movimiento, parece que no podría ser de otra manera. ¿Acaso puede el analista por un lado, el paciente por otro, o ambos en conjunto incluso, determinar a priori si la tarea que van a emprender va a tener como fin la reducción de síntomas o la modificación estructural de la personalidad?, ¿no estaría el concepto limitando el proceso? Parece evidente la crucial relevancia del encuadre, la importancia de valorar las condiciones personales de analizabilidad y la disposición socioeconómica y demográfica de la persona al tratamiento propuesto, pero el respeto por y para el paciente y su proceso obliga a ampliar el campo de visión y no pretender por las citadas cuestiones, considerar que los cambios realizados en el proceso se dirigen a una mejoría sintomática o estructural por el hecho de haber empleado mayor o menor neutralidad, mayor o menor utilización de la interpretación, o mayor o menor análisis de la transferencia. Como se señaló anteriormente, da la impresión de que no es una cuestión a valorar a priori por ninguna de las dos partes si se va a proceder a realizar cambios focales o estructurales como si de una intervención quirúrgica se tratase, sino en todo caso, la profundidad o no de la creación conjunta que se ha realizado, debería ser una cuestión a valorar a posteriori por ambas partes.
Se parte de que la mejor descripción del valor de una intervención psicológica siempre vendrá de la mano del paciente y su subjetividad y no de la ortodoxia o heterodoxia de la misma sea cual fuere su escuela. Siempre que se quiera adaptar la técnica a la fenomenología particular de cada caso, no se debería escandalizar ningún terapeuta cuando fuese de obligado cumplimiento “hacer la vista gorda” en la abstinencia ante por ejemplo, un yo escasamente construido. Tampoco minimizar la interpretación transferencial tras tiempo de análisis de un paciente con poca capacidad simbólica debería ser una blasfemia. Parece claro que tal terapeuta no debería ser tachado de polizón en el barco psicoanalítico, tampoco zarandeado de un lado al otro del continuo psicoterapia Psicoanalítica-Psicoanálisis, sino aplaudido por su cintura a la hora de adaptarse a los requerimientos del caso.
Da la impresión que cuando en una “supuesta” psicoterapia Psicoanalítica se garantizan los aspectos teóricos esenciales del psicoanálisis en el tratamiento, léase, “[…] lo inconsciente, la sexualidad infantil y la defensa […]” (Caparrós, 1996) y los procedimientos técnicos (interpretación, análisis de la transferencia y neutralidad) son el eje central del trabajo psicoterapéutico, ¿no se trataría de Psicoanálisis?, ¿estaría en las limitaciones clínicas del paciente para abordar este tratamiento la clave que diferenciara un concepto de otro?, ¿sería quizás la limitación personal, sea cual fuese, del analista el factor que determinará si es psicoanálisis o psicoterapia Psicoanalítica?, ¿podría ser la conjunción de ambas? Kernberg (2000) arroja luz: “[…] no es la técnica per se la que permite la diferenciación de estos tratamientos, sino la interacción entre la técnica y la respuesta del paciente, o aún la interacción entre la personalidad y la técnica del terapeuta, por un lado, y la personalidad del paciente y la interacción con el terapeuta por otro […]”.
Fonagy, Roth y Higgitt (2005), parecen apuntar en similar dirección al poner el acento en la habilidad de los clínicos y su vinculación con el resultado del proceso más que predefinir conceptualmente el tipo de trabajo que se va a desarrollar. Textualmente citan: “[…] quizá baste con que digamos que no podemos ver las directrices, por muy sofisticadas que sean, como sustitutas de la pericia y la experiencia clínicas, al igual que el Código de Circulación no puede sustituir la habilidad conduciendo. La investigación venidera tal vez debiera fijarse también en la habilidad con que los clínicos implementan sus tratamientos particulares y la relación de la misma con el resultado del paciente”. En consonancia, cabe incidir una vez más en la habilidad del analista y del vínculo que establezca con el analizando como factores relevantes para determinar y conceptualizar, más allá de las directrices técnicas, el tipo de relación de ayuda que se establece. Asimismo y conscientes de la dificultad que entraña, parece adecuado vincular también la habilidad del clínico en torno al manejo transferencial y su relación con la evolución del paciente. Da la sensación que en esta complejidad se encuentra la grandeza del modelo, canalizada a través de lo personal como señalan Ey, Bernard y Brisset (1980) escribiendo sobre “[…] el acto por el cual el espíritu viene en auxilio del espíritu, en un encuentro saludable de comprensión y restauración. ”
3. Profundizando
Entonces, ¿Psicoanálisis y psicoterapia Psicoanalítica? y por qué no, ¿lo psicoanalítico?, ¿proceso psicoanalítico? o ¿continuo psicoterapia Psicoanalítica-Psicoanálisis? Retomemos a Freud volviendo a la técnica, concretamente a la extensión del tratamiento. Albani, Pokorny, Blazer, König, Geyer, Thoma y Kächele (2002) citan: “Freud comparó el proceso analítico con el ajedrez y estableció analogías entre el hacer del arqueólogo, del pintor y del escultor con el del analista”. Ilustró también la distinción de la psicoterapia Psicoanalítica de las técnicas sugestivas, “[…] la técnica sugestiva opera “per via di porre”: aplica la sugestión sobre el síntoma, sin tomar en cuenta su origen ni su significado, suponiendo que su fuerza impedirá la exteriorización de la idea patógena. La terapia analítica en cambio actúa “per via di levare”, no quiere agregar o introducir nada nuevo, sino restar y retirar lo que reprime u oculta, lo que desfigura la fuerza del origen y la significación de los síntomas patológicos. ” Jung (2006) en esta línea plantea “[…] el psicoanálisis es un método que sirve para la reducción analítica de los contenidos psíquicos a su mas simple expresión y para el descubrimiento de la línea de menor resistencia en el desarrollo armónico de la personalidad”. Ferenczi (2006) apunta también en esta tendencia, a la transferencia como resolución del proceso: “Desenmascarar todo lo posible las relaciones ficticias, haciéndolas retornar a su verdadera fuente, lo que entraña su disolución”.
Esta alusión a la transferencia de Ferenczi, se asocia también al concepto que Lacan (1987) llama "destitución subjetiva", y que emplea en varias direcciones (política, religiosa, conocimiento y análisis). Roudinesto (1995) dice que “[…] Lacan llamaba chute du sujet supposé savoir (que se entiende literalmente como “caída del sujeto que se supone que sabe”, pero en una construcción francesa donde se lee a la vez “sujeto supuesto” y donde “saber” va en infinitivo, forma nominal del verbo, todo lo cual no es indiferente) a la liquidación de la transferencia por la cual el analista se encontraba en posición de “resto” después de haber sido investido de un saber supuesto (savoir supposé), de una omnipotencia. ”
Dichos aspectos teórico-técnicos son terreno de lo psicoanalítico en general y consecuentemente que su profunda dificultad requiere de una adecuada y precisa extensión del tratamiento, la cual es considerado condición sine qua non para una efectiva aplicación del método, en mayor medida en el caso de personas con perfil patológico y precario. Por lo tanto sea cual fuese el concepto analítico a emplear, se observa esta característica como elemento propio también de la psicoterapia Psicoanalítica. Es bien sabido que derribar e incluso reforzar resistencias sin ofrecer un marco contenedor y seguro sobre el que cimentarlas, puede amenazar a la capacidad funcional de la persona. Parece claro pues que la extensión del proceso, es entre otras cuestiones, una de las características esenciales para estructurar ese nuevo marco de construcción personal.
En esta línea y como se trató anteriormente, ¿podría entenderse como un continuo donde empezaríamos con psicoterapia Psicoanalítica y en un momento del proceso accederíamos a la Cura Tipo? Al menos con una parte de los pacientes da la impresión que sería viable. En un extremo se encontraría la Cura tipo propiamente dicha, basada básicamente en la interpretación de la transferencia, defensas y conflictos inconscientes. En el otro extremo del continuo situaríamos a la psicoterapia Psicoanalítica con base teórica y técnica Psicoanalítica, centrada en mejorar las fortalezas del paciente, hacerle más llevadera su realidad y para ello, analizar las defensas, tener en cuenta lo transferencial y auspiciar la toma de conciencia. Quizás los dos polos no se encuentren a tanta distancia.
En este sentido, la continuidad más allá del síntoma puede no precisar de grandes saltos, tan sólo seguir la andadura sin que signifique una huida de la angustia, donde quizás los beneficios sentidos al acudir a terapia sean suficientes para sostener el hábito aun cuando permanezca la angustia. En ocasiones somos los terapeutas quienes animamos y damos así permiso al paciente a sumergirse a mayor profundidad y a prolongar el proceso inevitablemente en el tiempo. Surge la sospecha de que apelar al narcisismo del paciente avivando por ejemplo su ambición o capacidad analítica sean estrategias no escasamente utilizadas con esta intención. Sin embargo, sea como fuere, más allá de los motivos que empujan a la primera consulta puede que la adherencia del paciente al diván siempre esté motivada en algún grado por la utópica búsqueda de la protección ante la angustia y nada mejor que conocer las propias estructuras para situarse ante ésta. Estas son muestras que llevan a incidir en la importancia de la rigurosa formación analítica del psicoterapeuta o analista, sin distinciones sobre si ejecuta un trabajo más centrado en el polo de lo psicoterapéutico o más próximo a la Cura tipo. Se considera que cualquier técnica que aborde lo inconsciente debe tener las mismas exigencias formativas. En este caso no se observa tampoco en los conceptos diferenciación para determinar la preparación del profesional. En esta línea, así como hay autores que plantean para la formación de la práctica de la psicoterapia Psicoanalítica una determinada forma de aprendizaje para los terapeutas noveles, Caparrós (2007) defiende que el psicoterapeuta psicoanalítico necesita de una sólida formación en psicoanálisis que le permita valorar, manejar y elaborar el proceso psicoterapéutico.
De la cuestión anterior surge una nueva pregunta: ¿cuánto más nos alejamos de la Cura tipo menos valor se le atribuye a la psicoterapia Psicoanalítica? Aunque parece existir una corriente latente que respondería afirmativamente, como se ha ido observando, también hay posicionamientos divergentes.
Se pueden realizar también varias aproximaciones que puedan atisbar una respuesta, o quizá, al menos que generen nuevas preguntas que ayuden a reflexionar sobre ello.
A) Una de ellas es la mencionada formación del terapeuta, el estar capacitado para realizar una Cura tipo, o sea, el estar formado como psicoanalista (teoría, análisis personal, supervisión de la práctica). Se considera que ésta debe ser condición indispensable para desarrollar otras Psicoterapias de corte analítico (Psicoterapia Psicoanalítica, psicoterapia Psicoanalítica de apoyo, psicoterapia breve Psicoanalítica), lo cual garantizaría la seguridad y calidad del tratamiento, y quizás así, se minimizarían consecuentemente aquellas posturas más puristas acerca del método.
Volviendo al continuo psicoanálisis psicoterapia Psicoanalítica, Poch y Ávila (1998) apuntan:
“En lo relativo a esta cuestión, se ha constatado repetidamente un doble fenómeno: por una parte no todos los pacientes pueden beneficiarse del tratamiento psicoanalítico como tal, en función de sus características estructurales; por la otra se han constatado diferencias sistemáticas en numerosos indicadores diferenciales de naturaleza sociocultural, demográfica y de salud en los pacientes a los que se les indica tratamiento psicoanalítico estricto respecto de los que reciben indicaciones para psicoterapia de orientación analítica”. Se observa como entran en juego numerosas variables para determinar el tipo de tratamiento a aplicar. Se hace evidente que se trata de un asunto demasiado complejo como para reducirlo al empleo de determinadas técnicas o al establecimiento de determinados objetivos.
Paralelamente se va abriendo el campo de enfoques basados en la teoría Psicoanalítica, lo que parece un avance en el campo de la psicoterapia que va permitiendo responder a los nuevos retos que presenta el desarrollo de nuestra sociedad, lo cual da la sensación de ser un enriquecimiento para nuestra labor.
B) Atendiendo al continuo, en la Cura tipo, el paciente es el elemento activo de la díada aportando mediante asociación libre los contenidos de la sesión que el terapeuta modulará con sus señalamientos e intervenciones, tratando que el paciente adquiera un mejor conocimiento personal. En la psicoterapia Psicoanalítica parece que, siempre en función de las características del paciente, el papel del terapeuta es mas activo, clarificando, confrontando, señalando e interpretando. Donde ya se plantea que más que interpretación y por lo tanto dirigida al proceso primario (inconsciente) posiblemente se está hablando, a priori, de otras intervenciones (hacer preguntas, dar información, clarificar reformulando el relato, recapitular, sugerir, confrontar) en las que nos estaríamos dirigiendo aparentemente al proceso secundario (consciente). Se dice “aparentemente”, porque el psicoterapeuta debe tener constancia y observancia de los movimientos inconscientes, si no, no se estaría hablando de psicoterapia Psicoanalítica.
C) Otra aproximación en la que se aprecian a priori divergencias entre el psicoanálisis y la psicoterapia Psicoanalítica es en el uso de la palabra y de los silencios. En la Cura tipo se cede al paciente la iniciativa de la verbalización y los silencios. En el análisis lacaniano el analista calla hasta que el paciente habla con significado e interrumpe la sesión para remarcar que se ha dicho algo importante. En psicoterapia Psicoanalítica, es más frecuente el diálogo del terapeuta con importante incidencia de los silencios. Para Etchegoyen (1988) la palabra y el silencio tienen un valor relativo. Van a estar en función de la pertinencia de la situación y no callar o hablar en función de la ansiedad del paciente o del terapeuta. Pero lo cierto es que en ocasiones se tiende a no evitar frustración como forma de generar pensamiento. He aquí quizás un matiz relevante, el manejo del silencio y la palabra no como condición técnica sino como elemento diagnóstico de la ansiedad de paciente y terapeuta.
Estos aspectos técnicos descritos, se pueden entender como punto de partida y no de llegada a la hora de definir el método analítico empleado, ya que como se ha ido apuntando, los objetivos o metas alcanzados, dependerán de otros factores más complejos. Como se ha apuntado, en el presente trabajo, junto a otros autores, la esencia del proceso y su conceptualización, pueden estar más cerca de las características y capacidades personales tanto del analista como del analizado y del vínculo que establezcan, que de unas cuantas aplicaciones técnicas predeterminadas. A partir de aquí, si las condiciones mencionadas son óptimas, las posibilidades del proceso son ilimitadas. Recordar si no, como descubrió Freud (1996) en 1895 la asociación libre como regla fundamental del Psicoanálisis: Emmy Von N. ante las continuas interrupciones de Freud (en una suerte de aplicación de lo que hoy se denominaría psicoterapia Psicoanalítica) reivindicó el derecho al silencio de su analista para poder hablar libremente y comenzar así su análisis. Las capacidades de la paciente para reclamar un terreno que era suyo (pese a sus limitaciones clínicas) y la pericia de Freud para escuchar y entender lo que aquella le pedía, promovieron el salto de lo supuestamente psicoterapéutico a lo psicoanalítico. Parece pues, que el vínculo y el proceso pesaron más que la técnica diseñada a priori. Winnicott (1993) comentó en 1961 con su particular y cercano estilo, apunta en esta dirección haciendo parecer simple lo que entraña tanta dificultad. En una disertación en la que pareciera definir la atención flotante afirma: “Por lo demás, entre las dificultades que tiene un paciente, ¿cuántas se deben al simple hecho de que nadie los ha escuchado nunca de manera inteligente? […] podría decirse que el psicoanálisis es una larga, larguísima recepción de una historia […]”. Añadir que estos aspectos, sutiles y profundos pertenecen por entero al continuo Cura Tipo-Psicoterapia Psicoanalítica.
Abriendo el espectro para posteriormente poder ir “cerrando”, viene al caso exponer en este momento la definición aportada por Erroteta (2009) en la que ajeno a cuestiones técnicas y objetivos pre-establecidos, define un estilo de relación de ayuda en el que parece poder tener cabida el continuo al completo. Dice: “No considero el análisis como una experiencia emocional correctora ni como volver consciente lo inconsciente reprimido, aunque ambas cosas puedan ocurrir durante el proceso. El análisis es para mí la creación de un espacio entre dos seres humanos, que no es adentro ni afuera, ni del paciente ni del analista, sino mucho más y diferente que la suma de sus factores precipitantes. Es el lugar intermedio donde la ilusión puede volver a surgir y con ella, la esperanza de que no sea demasiado tarde. Donde la pulsión se atreva, nuevamente a crear y conquistar al objeto. ”
Estimando los principios esenciales de lo psicoanalítico, se destaca esta definición de Erroteta, con marcada influencia de Winnicott, en la que resaltan palabras que no suelen estar presentes en definiciones al uso. Palabras como “ilusión” y “esperanza”, que por otro lado son aspectos fundamentales que no sólo son beneficios del análisis, sino que a su vez son necesidades del análisis mismo para que éste pueda tener un mínimo éxito. Sugiere la idea de considerar e imaginar el trabajo personal como un “taller de artesanía” donde el paciente y el analista se juntan para atreverse a crear, para recordar formas alternativas sobre cómo se puede jugar la vida en unos tiempos y en unos términos más sanos que los que les han llevado a encontrarse en ese lugar. Dicho de otra manera que cada cual encuentre su juego, el juego que le permita crear la obra más preciosa que esconde. Como si de un buen crisol se tratara. Las preguntas ¿jugamos? o ¿quieres que te acompañe a encontrar tu juego? Se pueden convertir en preguntas trascendentes. Surge la pregunta inevitable: ¿por qué no saldrán más las palabras ilusión y esperanza en las definiciones de otros autores? Parece una cuestión interesante para debatir y da la impresión de que estos aspectos son territorio común e indispensable de lo psicoanalítico.
Teniendo todos estos factores en cuenta, Winnicott (1991) habló en 1961 de lo esencial de lo psicoanalítico en una especie de metáfora integradora a tener en cuenta cara a la aceptación del continuo “¿Qué es lo más importante de cuanto nos dice el psicoanálisis sobre la gente? Nos habla del inconsciente, de la vida profunda y oculta de cada individuo humano, que tiene sus raíces en la vida real e imaginaria de la más temprana infancia […]” Esa infancia génesis del neurótico, donde quizá no fue debidamente reconocido o respetado. Donde quizás se le forzó en todo o en parte a ser quien no era, o si no se le forzó, al menos fue objeto de importantes expectativas en este sentido. Lo psicoanalítico, el continuo en toda su dimensión, debe ofrecer ese espacio en el que la persona retome o inaugure, según el caso, la capacidad para escucharse con mayúsculas a través del otro. Otro (analista – psicoterapeuta psicoanalítico) como vehículo que ayude a recorrer el arduo y maravilloso camino hacia sí mismo.
4. Definiciones informales.
Para la obtención de las definiciones sobre psicoterapia Psicoanalítica y psicoanálisis se pasó un cuestionario vía telemática con dos preguntas concretas a 58 personas el 16 de enero de 2012, recibiendo en fecha 29 de febrero del mismo año un total de 22 respuestas. La muestra estuvo compuesta por profesionales de la Salud Mental y personas que están vinculadas a la Salud Mental, principalmente que estuvieron o están recibiendo tratamiento analítico o iniciando su formación en psicoanálisis. La naturaleza de este trabajo ha sido puramente cualitativa, siendo un espacio a la reflexión más que a la medición, pretendiendo con el presente cuestionario conocer de primera mano la impresión y valoración de los cuestionados acerca de las definiciones sobre psicoterapia Psicoanalítica y psicoanálisis.
4. 1. Definiciones de psicoterapia Psicoanalítica:
- 1. proceso de enriquecimiento personal mutuo para el paciente y terapeuta.
- 2. Estudio del pensamiento, explicación del pensamiento.
- 3. Conjunto heterogéneo de técnicas de comunicación en las que a través de la palabra o el cuerpo se pretende aliviar un estado de malestar y/o descubrir el sentido de éste.
- 4. Para mi la psicoterapia es un método que se puede emplear para tratar desde problemas leves que pueda tener alguna persona, hasta la aplicación de técnicas y métodos para canalizar problemáticas más serias.
- 5. tratamiento psicológico que busca la mayor toma de autoconciencia del paciente para afrontar patologías mentales y ayudarle en su crecimiento personal.
- 6. En una casa heredada con unos muebles donados y sin preguntarnos si van con nosotros y para que sirven vamos construyendo una forma de acercarnos al mundo y de manejarnos en él. La psicoterapia propondría la adecuada decoración donde cimientos, paredes, cables, ventanas, puertas, muebles, sillones, cocina, baño, etc. etc. permitiera una adecuación y/o utilidad y/o adaptabilidad para la persona que habita esa casa. Queda por supuesto que hay partes de la casa y de la decoración que es más difícil mover.
- 7. terapia psicológica en la que el psicólogo ayuda al paciente a descubrirse a si mismo y aprender a convivir con sus virtudes y defectos.
- 8. proceso de crecimiento personal entre una persona que busca aliviar o remitir un padecimiento emocional y otra, experta, con capacidad para acompañar a aquella en ese camino.
- 9. Espacio de relación de ayuda con un peso específico puesto en los aspectos psíquicos del paciente/s.
- 10. Técnica que ayuda al crecimiento personal/resolución de conflictos con la guía de un terapeuta.
- 11. Espacio que facilita el darse permiso.
- 12. Es el proceso por el cual una persona busca mediante el contacto con un especialista el modificar y mejorar sus acciones y manejar sus emociones de una manera más sana para él.
- 13. Encontrar la fuerza necesaria para ayudarse a sí mismo.
- 14. Poner en valor lo que haces.
- 15. Asumir las consecuencias de tus decisiones y de tus acciones.
- 16. Encontrar la voz propia.
- 17. Vivir los vacíos como espacios a llenar.
- 18. Establecer nexos entre los fenómenos que hasta ese momento aparentemente no los tenían.
- 19. Darnos cuenta que lo que nosotros consideramos los hechos es solo nuestra versión de los hechos.
- 20. Terapia que busca la eliminación de síntomas o aumentar el bienestar de la persona por medio de técnicas psicológicas.
- 21. Hablar desde un parámetro muchos temas diferentes y hablar un solo tema desde muchos lados.
- 22. Resolución del conflicto inmediato a través de un trato más cercano entre paciente y terapeuta.
4. 2. Definiciones de psicoanálisis.
- A. proceso por el cual intentas librarte de tu padre y de tu madre para siempre sin dejar de ser buen hijo.
- B. Ellos escarban y tú huyes.
- C. Para mi el análisis es el resultado que se puede dar después de estudiar a una persona con su problemática y las posibles mejoras que se aconsejan para lograr un resultado más óptimo.
- D. psicoterapia que usa la técnica psicoanalítica.
- E. Siguiendo con la metáfora del hogar. El tratamiento Psicoanalítico es esa forma de entrenar, guiar, sugerir, dar las pautas, "enseñar", una nueva forma de ver la decoración para poder acercarnos a la casa vacía y a partir de ahí elegir el mobiliario, dónde pongo el hilo musical, por ejemplo. El trabajo entre dos es donde se crea una atmósfera de reciprocidad transferencial, donde se van encontrando muebles, monstruos bajo la cama, comidas suculentas, sábanas mojadas, waters con lejía y ruidos extraños, que el profesional sabrá detectar a qué época de la vida se refiere y cómo se quedó fijada, procurando una construcción (elaboración) más útil (real) para el paciente. Es importante en este tratamiento mantener una nueva casa (encuadre) que permite a la vez que el paciente redecore la suya.
- F. Psicoanálisis: terapia centrada en la escucha inconsciente y apoyada en la asociación libre y la atención flotante.
- G. Metodología para analizar y darle a conocer al paciente l
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