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Abordaje biopsicosocial en la prevención de adicciones en adolescentes. Su análisis desde el ámbito educacional.

Autor/autores: Raquel Soriano
Fecha Publicación: 01/03/2007
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Los psicólogos institucionales trabajamos con niños y adolescentes los cuales están en una etapa en la que pueden ser víctimas de las adicciones. La sociedad actual, en todas las latitudes fomenta el desmembramiento familiar, el consumismo desenfrenado e insustancial, tratando de crear la desorganización social generando una crisis de valores, situación que propicia y fomenta distintas adicciones. Para lograr una vida sin adicciones la prevención es una labor prioritaria. Los educadores y los psicólogos educacionales deben tomar un papel protagónico en la generación de proyectos preventivos de este flagelo. En muchas ocasiones el psicólogo y el educador pueden ser los únicos adultos en la vida de estas personas, los únicos que se preocupen y ocupen de lo que le esta sucediendo. Debemos estar preparados, informados y tener convicciones claras sobre nuestra.

Tanto el educador como el psicólogo han de formar más que informar, la información sola no protege. Debemos fomentar y fortalecer la autoestima del adolescente y buscar asesoramiento en caso de adolescentes con problemas, ya que no debemos, ni podemos realizar asistencia. La prevención de las adicciones es la utilización de recursos humanos, materiales e institucionales de que dispone la comunidad para atender las necesidades y resolver los problemas de las adicciones antes de que aparezcan. En esta tarea de prevención nosotros tenemos la posibilidad de ser los grandes protagonistas, de llegar al alumno con las herramientas que nos brinda la pedagogía y la psicología para hablar su mismo lenguaje, no podemos quedarnos en una lección magistral, sino en una labor constante, persistente, útil. En síntesis, observamos que la temática planteada estaría dada en la falta de prevención de la drogadicción en los adolescentes y que debemos integrar la información en todas las actividades normales del proceso educativo.

Palabras clave: adicciones


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Abordaje biopsicosocial en la prevención de adicciones en adolescentes. Su análisis desde el ámbito educacional.

Raquel Soriano.

Universidad Argentina John F. kennedy.

“Ni la adormidera ni la mandrágora
ni todos los adormecedores jugos de la naturaleza te ayudarán a recuperar el dulce sueño que hasta ayer fue tuyo”
Shakespeare W.

Resumen

Los psicólogos institucionales trabajamos con niños y adolescentes los cuales están en una etapa en la que pueden ser víctimas de las adicciones. La sociedad actual, en todas las latitudes fomenta el desmembramiento familiar, el consumismo desenfrenado e insustancial, tratando de crear la desorganización social generando una crisis de valores, situación que propicia y fomenta distintas adicciones. Para lograr una vida sin adicciones la prevención es una labor prioritaria. Los educadores y los psicólogos educacionales deben tomar un papel protagónico en la generación de proyectos preventivos de este flagelo. En muchas ocasiones el psicólogo y el educador pueden ser los únicos adultos en la vida de estas personas, los únicos que se preocupen y ocupen de lo que le esta sucediendo. Debemos estar preparados, informados y tener convicciones claras sobre nuestra. Tanto el educador como el psicólogo han de formar más que informar, la información sola no protege. Debemos fomentar y fortalecer la autoestima del adolescente y buscar asesoramiento en caso de adolescentes con problemas, ya que no debemos, ni podemos realizar asistencia. La prevención de las adicciones es la utilización de recursos humanos, materiales e institucionales de que dispone la comunidad para atender las necesidades y resolver los problemas de las adicciones antes de que aparezcan. En esta tarea de prevención nosotros tenemos la posibilidad de ser los grandes protagonistas, de llegar al alumno con las herramientas que nos brinda la pedagogía y la psicología para hablar su mismo lenguaje, no podemos quedarnos en una lección magistral, sino en una labor constante, persistente, útil. En síntesis, observamos que la temática planteada estaría dada en la falta de prevención de la drogadicción en los adolescentes y que debemos integrar la información en todas las actividades normales del proceso educativo.



El presente trabajo intenta abordar la problemática de las adicciones en adolescentes desde una mirada integrativa, buscando superar el antiguo paradigma dualista y reconocer lo biopsicosocial como integrador y dinámico. Se consideraran los aportes de diferentes investigadores en factores como lo biótico, psicológico, social y preventivo con el fin de enriquecer dicha concepción, además pretendemos dar una explicación de la significación del rol del psicólogo dentro del ámbito educacional, como así también, la elaboración de programas preventivos dentro del diseño curricular institucional.

Hasta fines de los 70 la visión psicoanálitica fue la predominante en desmedro de lo biótico. Hoy, ante los impresionantes descubrimientos de las neurociencias, podemos caer en el riesgo del reduccionismo biologista. El modelo biopsicosocial como nuevo paradigma propone una integración de los factores bióticos y psicosociales tanto en la comprensión diagnóstica como en la planificación preventiva. Vemos que “la experiencia subjetiva, los procesos interpersonales y el autoconocimiento son aspectos que no deben soslayarse ante la excitación producida por los neurotransmisores y la genética molecular. Más aún, un aspecto de la psiquiatría como especialidad es su interés en definir los rasgos singulares de la persona” [1]. Sin embargo reunir los conocimientos de diversas disciplinas y aplicarlos en el ejercicio profesional representa un verdadero desafío a la capacidad sintética y de integración.  

Consideramos que el fenómeno de las adicciones no se limita a un problema de sustancias o drogas, sino que responde al tipo de vínculo que nosotros y nuestra comunidad establecemos con los diferentes tipos de sustancias: tanto con drogas legales como el alcohol, el tabaco o los medicamentos; y con drogas ilegales como la marihuana, la cocaína, los productos inhalables; con niveles de consumo que incluyen el uso, el abuso y la dependencia (adicción). Para comprender este vínculo es necesario tener en cuenta los procesos individuales de cada persona, la sustancia y el contexto socio-cultural, en un momento histórico determinado.

Desde la psicología educacional se trabaja con niños y adolescentes los cuales están en una etapa en la que pueden ser “víctimas de las adicciones” [2]. La sociedad actual, en todas las latitudes fomenta el desmembramiento familiar, el consumismo desenfrenado e insustancial, tratando de crear la desorganización social generando una crisis de valores, situación que propicia y fomenta distintas adicciones.

En tal sentido cuando hablamos de prevención de drogas hay que hablar no solamente de prevención sino además de programa preventivo. Un programa preventivo es un conjunto de actuaciones con el objetivo específico de impedir, o retrasar, la aparición del problema al que se dirige dicho programa, que en el caso de las drogas es impedir, o retrasar, la aparición de conductas de consumo y abuso de las distintas drogas.

La mayoría de los programas preventivos del abuso de drogas se orientan a la prevención de drogas legales (tabaco y alcohol), en algún caso a prevenir el consumo de marihuana, y prácticamente ninguno a drogas ilegales. Lo que pretendemos es que las personas no lleguen a probar y luego consumir regularmente esas sustancias o a retrasar la edad de inicio de la prueba y posterior consumo regular, abuso y dependencia.

Subyacente a todo ello está la idea de que si prevenimos, impidiendo el consumo o retrasando el inicio del mismo, de las drogas por así decir de iniciación, evitaremos no sólo los graves problemas físicos, psicológicos y sociales que las drogas legales producen, sino que también impediremos que las personas pasen al consumo de sustancias consideradas más peligrosas, las drogas ilegales, como es por excelencia la heroína.

El psicólogo debe tomar un papel protagónico en la generación de proyectos preventivos, a los efectos de poder comprender de este flagelo. Nuestra profesión nos convierte en personas privilegiadas para interpretar a niños y adolescentes que pueden tener problemas de adicciones. La escuela, después de la familia, es el lugar con más grandes posibilidades de actuación frente a este problema.

En muchas ocasiones el psicólogo y el educador pueden ser los únicos adultos en la vida de estas personas, los únicos que se preocupen y ocupen de lo que le esta sucediendo. Debemos estar preparados, informados y tener convicciones claras. Tanto el educador como el psicólogo han de formar más que informar, la información sola no es suficiente y por lo tanto no protege.

La información no debe crear curiosidad innecesaria. El educador deberá comprender el comportamiento de sus alumnos aportando su experiencia para guiar sus conductas y no quedarse en la crítica. Deberá dar cabida en su accionar docente al tema de las adicciones y cooperar para su desmitificación. . Deberá fomentar y fortalecer la autoestima del adolescente y buscar asesoramiento en caso de que estos presentes problemas, ya que su rol no es el asistencial.

La prevención de las adicciones es la utilización de recursos humanos, materiales e institucionales de que dispone la comunidad para atender las necesidades y resolver los problemas de las adicciones antes de que aparezcan. En esta tarea de prevención los psicólogos y los educadores tenemos la posibilidad de ser los grandes protagonistas, de llegar a los estudiantes con las herramientas que nos brinda la pedagogía y la psicología para hablar su mismo lenguaje. No podemos quedarnos en una lección magistral, sino en una labor constante, persistente, útil y competente.  

En síntesis, es que nos proponemos considerar a la escuela como agente institucional de prevención comunitaria específica, lo que implicará constituirla en la vía adecuada para el desarrollo de acciones preventivas directas e indirectas para evitar la adquisición de hábitos perjudiciales para la salud de la persona y de terceros y a través de la misma elaborar ejes preventivos en los diseños curriculares institucionales.


El factor biótico en las adicciones

Se están investigando las bases neuroquímicas de la conducta y ya se sabe por ejemplo, que el feto responde con alteraciones del ritmo cardiaco, succión del dedo y movimientos a situaciones de estrés de la madre. Podemos suponer entonces que a través de mensajes neuroquímicos se va plasmando una pauta de respuestas conductuales en germen, que después del nacimiento se expresarán en diferencias de respuestas psicológicas entre un niño y otro frente a la ansiedad, el miedo, la frustración, etc. Tampoco podemos olvidar que la ingesta por parte de la madre de ciertas substancias como alcohol, tabaco, psicofármacos y otros, también van a ejercer su efecto sobre la evolución y estructuración biopsicológica del feto-futuro hombre.

Primeramente hay dos factores bióticos claramente relacionados con el mayor o menor consumo de drogas, como son el sexo (masculino) y la edad. Sistemáticamente se encuentra que hay una clara diferencia por sexos para el consumo de drogas. En este sentido, ser varón es un factor de riesgo para el consumo de drogas, especialmente las drogas ilegales, el consumo de las drogas legales es actualmente semejante en varones y mujeres, para el tabaco y el alcohol.  

En segundo lugar varios estudios y revisiones han indicado a situaciones circunstanciales como el dolor o la enfermedad crónica como factores de riesgo para el consumo de drogas aunque no se ha analizado mucho esta cuestión, con la excepción de las personas que tienen problemas de salud mental, que descubren las drogas y las utilizan para automedicarse o para reducir el propio estado que les produce la enfermedad.

Al mismo tiempo, la influencia ambiental estimula el desarrollo de dentritas que forman esquemas cognitivos relacionados con la construcción de representaciones internas. Las conexiones nerviosas entre corteza, sistema límbico y sistema autónomo se enlazan en circuitos de acuerdo con experiencias específicas del desarrollo del organismo. memoria y emoción se asocian juntas a raíz de patrones consistentes de conexión debidos a estímulos del ambiente. Este patrón de desarrollo se ha resumido de manera que las células que disparan juntas sintonizan juntas.


Lesiones producidas por sustancias psicoactivas

A nivel cerebral tenemos que las señales nerviosas viajan a través de las células nerviosas, denominadas neuronas, que están conectadas entre sí por las sinapsis. En la sinapsis es donde se liberan los neurotransmisores, que actúan sobre la siguiente neurona en unos puntos específicos llamados receptores. La interacción de los neurotransmisores en los receptores produce una serie de cambios que permiten que la información vaya de una neurona a otra.  

Las drogas alteran el funcionamiento cerebral modificando la producción, la liberación o la degradación de los neurotransmisores cerebrales de tal forma que se produce una modificación del proceso natural de intercomunicación neuronal y en la producción y recaptación de los neurotransmisores.

Al respecto Weilandt, se pregunta “¿cómo afectan las drogas al cerebro? Las drogas, introducidas en nuestro cuerpo por diferentes vías, llegan alojadas en el torrente sanguíneo hasta el cerebro atravesando la barrera hematoencefálica. Una vez que han llegado al cerebro, lugar donde reside el control de las funciones superiores del ser humano, alteran su normal funcionamiento actuando sobre unas sustancias bioquímicas naturales llamadas Neurotransmisores”. [3]

El DSM-IV-TR considera que “el consumo de drogas puede producir los siguientes trastornos clínicos: abuso, dependencia, intoxicación, síndrome de abstinencia (con y sin delirium), trastorno psicótico, síndrome amnésico, trastorno del estado de ánimo, trastorno sexual, trastorno del sueño, trastorno perceptivo u otros” [4]

De esta forma es como las drogas logran alterar nuestra percepción sensorial, tanto como de dolor o bienestar, los ritmos de sueño-vigilia, la activación, etc. Estos cambios bioquímicos que se producen en el seno del cerebro se tratan con medicación con el objeto de restablecer el equilibrio natural y permitir el normal funcionamiento de nuestro sistema.

El cerebelo participa de la memoria procedural y cuando el cuerpo se ve afectado por el abuso severo de drogas se produce daño en los nervios que controlan los movimientos motores, lo que resulta en pérdida de coordinación general. Los adictos crónicos experimentan temblores y agitación incontrolable.  

A nivel del corazón el uso de determinadas sustancias, como el tolueno y gas butano, puede producir "Síndrome de Muerte Súbita". En medula ósea se ha comprobado que las drogas causan envenenamiento provocando leucemia. A nivel de los Nervios Craneales, a los Nervios Ópticos y Acústicos causando problemas visuales y pobre coordinación de los ojos. Además, destruyendo las posibles conexiones entre las células que envían el sonido al cerebro. ello deriva en graves posibilidades de cegueras y sordera. En cuanto a la sangre, las drogas bloquean químicamente la capacidad de transportar el oxigeno. El Sistema Respiratorio se puede ver afectado por graves irritaciones a nivel de las mucosas nasales y tracto pudiendo producir asfixia.


El factor psicológico

El tóxico como muleta:

La relación entre tóxico, partenaire y síntoma tiene un antecedente muy fuerte en la obra de S. Freud En primer lugar Freud no duda en comparar la relación amorosa con la relación que el alcohólico tiene con el alcohol y a la vez nos dice “se trata del matrimonio del alcohólico y las características del lazo de dicho sujeto con tan peculiar objeto comparado con el matrimonio del amante con su partenaire” [5]. Pero también Freud ubica al tóxico como una "muleta"[6] contra el malestar en la cultura. Es en dicho texto que el tóxico aparece compartiendo su lugar con una serie de diferentes alternativas para enfrentarse con el malestar en la cultura. Así el tóxico, como el amor, el delirio, la neurosis, la religión, etc. , tienen la característica de ser diferentes modos alternativos que la persona tiene a mano para suplir la falta. El término muleta tiene todo su interés para nosotros, ya que se trata de aquello que suple una ausencia y permite al sujeto caminar. Por otro lado Freud, tampoco duda en presentar la paradoja que implica cada una de estas respuestas subjetivas. Es decir, que cada una de ellas puede tener el valor de lo que compensa, pero a su vez tiene la posibilidad de enfrentarnos a un "peligro" o "riesgo". Queremos señalar con esto la cara sintomática en tanto es lo que permite localizar algo pero a la vez lo que se pone en cruz en el camino, el palo en la rueda. Por lo cual esta práctica quedaba reducida a momentos de una intimidad solitaria con la posibilidad de ser descubierto. Se ve aquí el estatuto de resolución sintomática que tiene el partenaire como vida oficial y una práctica clandestina de consumo a su lado. Se trata de un partenaire que junto al consumo permite localizar sintomáticamente y singularmente el goce. Miller, al respecto cita: “un goce que con estas condiciones – manteniendo a un costado lo íntimo - puede pasar al campo del Otro y enlazarse con un partenaire” [7]. No hay que dejar de señalar que una vez establecidas las cosas con este orden el problema de cómo enfrentarse sexualmente a su partenaire se transforma en lo que se pone en cruz. Era un sujeto que podía prescindir de la "práctica efectiva del sexo" o mantenerlo muy de vez en cuando.  

Ahora bien, lo que podemos analizar es que “se trata de ver que en la psicosis y en ciertas neurosis, sea por la vía de inventarse una identificación - ser toxicómano -, o un delirio parcial - sentirse perseguido por su consumo -, o una práctica bien delimitada el uso de la droga no cumple con su función de ruptura” [8], o sea que la droga sirve claramente para limitar un goce.  

En este recorrido hemos intentado diferenciar principalmente el uso de la droga para mantenerse casado con el órgano, del que sirve para romper con el falo “lo propiamente toxicómano y estragarte” [9]. Podría agregarse que es también muy común utilizar la droga para envalentonarse y enfrentarse al Otro sexo –el llamado uso del rendimiento -. Pero todos estos modos quedaban dentro del campo de la neurosis y como posibles formaciones de ruptura.

Finalmente y ya tomando la última enseñanza de Lacan, J (1974) y con la propuesta de Laurent, (1994) se ve que hay un uso resolutorio que no sigue la lógica de la ruptura. En este punto se resalta el lugar del partenaire sexual como localizador sintomático del goce. Aunque hay que hacer la salvedad que tanto para el célibe como para el sujeto que se travestía la droga en tanto tal no ocupa el lugar del partenaire, sino más bien es lo que acompaña. En el primer caso tenemos la muleta – como decía Freud (1912) - que permite sostener el casamiento con el falo. En el segundo es el hilván que permite mantenerse enlazado con un partenaire sintomático que lo localiza.  

Es importante resaltar, también, lo expresado por cuando sostiene que “el surgimiento en nuestro mundo del goce uno lleva a una toxicomanía generalizada en tanto nos transformamos todos en consumidores"[10]. Queremos decir también que más allá de los diferentes usos de la droga nos dirigimos claramente hacia un uso único y globalizado de la misma. En este punto deseamos destacar la diferencia de la droga cuando es propuesta por el mercado para todos por igual lo cual hace en muchas ocasiones “que la persona, ya sea hombre o mujer, quede enlazado en una relación estragante de la droga cuando sirve de enganche sintomático y singular como resolución subjetiva” [11].

 

El factor social:

La subjetividad de un niño surge de una compleja interacción entre su cuerpo biológico y los discursos que reglamentan las relaciones del medio en el que habita. Es importante distinguir “infancia” de “niño”. infancia es el conjunto de intervenciones institucionales que, actuando sobre el chico y su familia producen lo que cada sociedad llama niño. De modo que niño es el producto de los efectos de la infancia sobre una materialidad biológica.

Se habla de la adolescencia como de un segundo nacimiento; y como todo nacimiento, supone una ruptura con una situación anterior y la entrada en un mundo nuevo. Para Rousseau “Nacemos por así decirlo dos veces: una para existir y la otra para vivir. . . El hombre no está hecho para quedarse en la infancia, sale de ella en la época prescrita por la naturaleza y este momento de crisis tiene importantes influencias” [12].

Continuando con esta línea de pensamiento vemos como la familia constituye un elemento esencial en la socialización del adolescente. Por ello la familia deberá facilitar el tránsito y la adaptación a la sociedad actual. El desarrollo de un niño se produce a través de la interacción continua, directa y recíproca de su familia, colegio y vecindario. En todas las sociedades se considera a la familia como el elemento más importante de socialización. La misma tiene su mayor peso en la infancia, que es cuando el niño es más dependiente y su maleabilidad es mayor. En ocasiones la influencia de la familia se mantiene a lo largo de toda la vida. En esos primeros años el niño va siendo modelado a través de refuerzos y castigos, siendo sus padres los modelos más importantes. Además, los padres son los que eligen el lugar donde viven o donde llevan viviendo desde hace generaciones sus antepasados por haber nacido allí. Además, controlan el acceso de sus hijos a los bienes materiales, ejercen control físico sobre ellos y tienen más conocimientos que sus hijos.

Es importante destacar la significación que tiene el medio en la vida de una persona en un barrio conflictivo caracterizado por un alto nivel de delincuencia, consumo de drogas u otro tipo de conductas antisociales con un importante nivel de desorganización comunitaria la persona tiene un mayor riesgo de verse, primeramente, implicada en conductas problemáticas y, a partir de las mismas, de desarrollar conductas antisociales y de cometer más actos delictivos y comenzar tempranamente a consumir sustancias.

A esto se hace más difícil que los padres puedan enseñar a sus hijos conductas prosociales, siempre que lo quieran hacer, porque en ocasiones también es más probable que los padres tengan conductas antisociales. Cuando en un ambiente como éste falla también el proceso de socialización o no es el adecuado. En otros casos, la carencia de supervisión parental que lleva a no tener al chico o el adolescente puntos claros de referencia en su familia. Estos los obtendrán fuera o los irá viendo en otros modelos que quieren o consiguen lo inmediato, sea por medios legales o ilegales. El surgimiento de personalidades antisociales en este contexto es fruto de un caldo de cultivo previo que se puede prever. De ahí la relevancia de aplicar programas específicos para estos lugares.

Dado que la cultura es un elemento constituyente necesario de cada nivel psicológico de la persona, influyendo los componentes biológicos, cognitivos, motivacionales, interpersonales y del grupo la falta de identificación con la misma o la comprobación de que no se pueden conseguir las metas que propone, lleva al surgimiento de otros problemas en la esfera individual, familiar y del grupo social más cercano, en este caso del barrio.


Las personas se van apropiando de las manifestaciones culturales que tienen un significado en la actividad colectiva, por eso "los procesos psicológicos superiores se desarrollan en los niños y jóvenes a través de la enculturación de las prácticas sociales, a través de la adquisición de la tecnología de la sociedad, de sus signos y herramientas, y a través de la educación en todas sus formas"[13] La apropiación es sinónimo de adaptación que se da mediante procesos culturales y naturales, por tal razón "el proceso de apropiación realiza la necesidad principal y el principio fundamental del desarrollo ontogenético humano la reproducción de las aptitudes y propiedades del individuo de las propiedades y aptitudes históricamente formadas por la especie humana, incluyendo la aptitud para comprender y utilizar el lenguaje. "[14]

Vigotsky, L (1978) señala que en el desarrollo psíquico de la persona toda función aparece en primera instancia en el plano social y posteriormente en el psicológico, es decir se da al inicio a nivel interpsíquico entre los demás y posteriormente al interior del niño en un plano intrapsíquico, en esta transición de afuera hacia dentro se transforma el proceso mismo, cambia su estructura y sus funciones. Este proceso de internalización, Vigotsky lo llamó "Ley genética general del desarrollo psíquico (cultural)"[15], donde el principio social está sobre el principio natural-biológico, por lo tanto las fuentes del desarrollo psíquico de la persona no está en la persona misma sino en el sistema de sus relaciones sociales, en el sistema de su comunicación con los otros, en su actividad colectiva y conjunta con ellos.

El joven al estar en contacto con la cultura adquiere las características físicas del medio y los significados culturales de una manera natural, por tanto, el desarrollo individual está mediatizado por el ambiente social y cultural que lo lleva a construir su subjetividad y su identidad. En este proceso intervienen tanto las relaciones sociales que rodean a las personas, la familia y la escuela como también los diferentes medios de comunicación que transmiten informaciones, valores y concepciones ideológicas que cumplen una función más dirigida a la reproducción de la cultura dominante que a la reelaboración crítica y reflexiva de la misma. En este intercambio simbólico, el lenguaje adquiere un papel fundamental como instrumento básico para la comunicación, la transmisión de la cultura.

En el ámbito escolar se transmite la cultura, de tal modo en la escuela, los chicos van asimilando los contenidos del currículum e interiorizando los mensajes de los procesos de comunicación que se activan en la clase, van configurando su cuerpo de ideas y representaciones subjetivas.

El rol actual del psicólogo en la Institución Educativa.

El psicólogo educacional, inserto en una institución que está sometida a los desafíos reseñados anteriormente, tiene un rol fundamental. Porque el psicólogo educacional deberá centrar “su objetivo fundamental es la descripción, comprensión y explicación de los procesos biopsicosociales implicados en toda situación educativa; considerando la singularidad humana, desde las modalidades de aprendizaje y apropiación de la realidad, como asimismo de las complejas organizaciones educativas formales y no formales”[16].

Si entendemos su labor como la promoción de las capacidades de las personas, de los grupos y de la institución misma basándose en la reflexión e intervención sobre las interacciones, el psicólogo es un agente de cambio al interior del sistema educativo. En ese sentido, su rol es evaluar donde está actualmente la institución (incluyendo a las personas que participan de ella) y adónde puede llegar con apoyo. En palabras de Monereo (1996), la idea es que la institución desarrolle el máximo de sus potencialidades, estableciendo un paralelismo entre el concepto de zona de desarrollo potencial de los individuos en el proceso de aprendizaje y lo que sería una zona de desarrollo potencial institucional. El psicólogo educacional contribuiría a salvar la distancia teórica existente entre los avances que puede realizar una institución educativa sin ayuda o con la ayuda de un asesoramiento eficaz.

En ese marco, el psicólogo puede y debe ayudar al sistema a responder el desafío que les implica la Reforma Educativa. Sin embargo, para ello debe deshacerse de las antiguas investiduras de su rol tradicional de psicólogo que resuelve problemas en una oficina de la escuela, manteniéndose aislado del sistema. De ser un clínico que está dentro de la escuela, debe pasar a integrar el sistema, mirándolo como objeto de su intervención, promoviendo el cambio al interior de éste, (Palazzoli, M. , 1993).

Lo anterior implica una variación en la manera de enfocar una serie de aspectos relacionados con la intervención, los que se modifican de la siguiente forma haciendo un traspaso (Palazzoli, 1993):

• De lo individual a lo sistémico: en el que el sujeto de intervención ya no es la persona, sino los procesos que se desarrollan al interior de la institución y que van a determinar una metodología de acción que se inicia con el análisis global de las demandas y necesidades existentes y una valoración de la situación que permite generar las estrategias más efectivas para una cobertura mayor.

• De lo remedial a lo preventivo lo que consiste en poner el foco de la intervención en la creación de ambientes estimulantes al desarrollo de sujetos sanos e integrados. Esto implica trabajar sobre las interacciones entre las personas que conforman los sub-sistemas al interior de la escuela, incluyendo a los padres. El psicólogo ya no enfrenta tratamientos frente a las problemáticas, sino que apoya el desarrollo del potencial institucional a través de la participación en el diseño planificación y aplicación de una variedad de propuestas que van desde las políticas educativas, análisis, evaluación y desarrollo de sistemas, incorporación de aspectos formativos al currículum escolar, formación y desarrollo de equipos, entre otras.

• Del trabajo aislado al trabajo en equipo. Esta mirada trae consigo una concepción del quehacer profesional interdisciplinario en estrecha colaboración con otros para lograr satisfacer las demandas que plantea la institución educativa. De este modo, el psicólogo no es requerido para resolver problemas, sino que participa en la co-construcción de intervenciones en las que aporta la mirada psicológica. Cada integrante del equipo se compromete y responsabiliza con las tareas acordadas en conjunto. Lo anterior permite ir dando cuenta de las exigencias que se le plantean al sistema y al profesor. Se abordan las demandas en el trabajo en equipo, sin que el psicólogo supla al profesor en una calidad de experto. El efecto secundario de esta forma de abordaje es el desarrollo paulatino de la autonomía de la institución educativa. Bajo estas condiciones es posible abordar los objetivos transversales, las tareas de formación en general, la constitución de trabajo en equipo de los alumnos, el trabajo en equipo de profesores y así, las múltiples exigencias actuales.

• Desde el foco en lo psicológico al foco en lo psicoeducativo: lo cual implica tener la mirada en la conducta en situaciones educativas y en las interacciones que se producen en éstas. Esto requiere un manejo de conocimientos, habilidades y competencias que son mucho más amplias, tratando de incluir en forma simultánea e integrada las prácticas actuales en psicología y Educación.

Funciones del psicólogo educacional:

Como una síntesis de lo expresado, se realiza una descripción de las funciones posibles del psicólogo educacional inserto en el sistema educativo hoy, tomando como referencia lo que plantea Risueño (2005b):

· Creación y seguimiento de equipos de trabajo: la estructura básica para el logro de los objetivos está dado por equipos que trabajan en pos de éstos mismos. El psicólogo puede ayudar a su conformación y desarrollo, para luego otorgar la necesaria autonomía.

· Asesoría a los líderes formales de la institución en la conformación de equipos de trabajo: se refiere al trabajo realizado con los directivos, jefes de departamento y otros líderes formales en pos de la conformación y desarrollo de sus equipos de trabajo.

· Intervención en el mejoramiento educativo: esta función está relacionada con la participación del psicólogo educacional en equipos multidisciplinarios preocupados de adecuar las situaciones educativas a las características individuales y grupales de los alumnos y docentes. Dichos equipos apoyan técnicamente la labor del profesor tanto en su actividad general (adaptación de programas, organización del entorno, métodos de enseñanza aprendizaje, creación y aplicación de programas de sexualidad y otros) como en la atención a alumnos o grupos de alumnos con necesidades educativas especiales, a través de la propuesta de adecuaciones curriculares, procedimientos de atención, y otros. El psicólogo aporta la mirada y el conocimiento propio de su disciplina a las mencionadas problemáticas.

Todo psicólogo que haya participado en instituciones educativas, sabe que las demandas de los sistemas son, la mayoría de las veces, muy diferentes a las que resultan de la concepción del rol planteadas. Muchas veces los sistemas piden un "psicólogo educacional" pero a la hora de asignar tareas, éstas resultan propias de un clínico inserto en el sistema. Lo anterior ocurre, a nuestro modo de ver, porque las unidades educativas y el sistema educativo, en general, desconocen sus necesidades en relación con el rol del psicólogo educacional. Como resultado de ello, le atribuyen una serie de poderes respecto a problemas del sistema y le plantean la expectativa de que "él" o "ella” los solucione en forma aislada al mismo sistema y a través de capacidades que se supone que “él" o "ella" deben poseer. La concepción del colegio respecto al psicólogo es la de un “mago sin magia"[17] como bien ha señalado Palazzoli.


Por otro lado, y paradójicamente con todo ese poder atribuido, el psicólogo también es considerado un ignorante, un advenedizo en los terrenos de la educación. No es el que está en la sala de clases, no sabe de pedagogía, no sabe lo que es estar con los alumnos de a treinta o cuarenta o cincuenta por vez. Y, en cierta forma, tienen razón. Tienen razón, porque no es el experto en pedagogía, el experto es el profesor.

La única forma, entonces, de enfrentar los desafíos y demandas de la situación educativa es la reflexión conjunta en equipos de trabajo transdisciplinnarios con las características de los que se han mencionado, en los que psicólogos, profesores y otros profesionales de la educación unen fuerzas, evitando así las escaladas simétricas de incompetencia. Este es un camino que se debe trazar. El cambio requiere una modificación de la cultura de las escuelas respecto al rol del psicólogo y ello debe ser promovido por los psicólogos mismos. (Risueño, 2005b)

La interdisciplina y la transdisciplina como estrategia de abordaje en la psicología educacional:

“La interdisciplina nace, para ser exactos, de la incontrolable indisciplina de los problemas. . . de la dificultad de encasillarlos. Los problemas no se presentan como objetos, sino como demandas complejas y difusas que dan lugar a prácticas sociales inversas de contradicciones e imbricadas con cuerpos conceptuales diversos” [18]. La orientación interdisciplinaria parte de una concepción constructivista de la realidad “. . . siendo esta considerada como una totalidad estructurada pero a la vez estructurante. Desde esta visión, la interdisciplina reconoce que la realidad no es algo obvio, unívoco y simple que se puede comprender fácilmente, sino que es contradictoria la interdisciplina se basa en la complejidad y unidad de la realidad. . . ”[19].  

Una aproximación interdisciplinaria incluye la mirada desde la especificidad de cada disciplina a través de intercambios disciplinarios, que producen enriquecimiento mutuo y transformación. “Estos intercambios implican además interacción, cooperación y circularidad entre las distintas disciplinas a través de la reciprocidad entre las áreas (. . . ) En este sentido deben estructurarse coordinadamente la pluralidad de dimensiones implicadas en la unidad de la situación problema” [20] Pero “es indudable que desde esta mirada se converge en un trabajo transdisciplinario con otros especialistas (psicopedagogos y licenciados en ciencias de la educación). El campo del psicólogo educacional es un ámbito de acciones compartidas sin desconocer las incumbencias que se legitiman a partir de su formación y que se legalizan en las normativas que la reglamentan” [21] 

Prevención:

Como señalamos al comienzo del presente trabajo, la “Prevención” está íntimamente ligada al concepto de educación entendido como un proceso social complejo por la cantidad de personas que convoca y las variables que propone (sociedad, economía, etc. ). En la historia de la humanidad, el Derecho a la Educación siempre ocupó un lugar de privilegio. Es promotor de la movilidad social, del pleno desarrollo de la persona y del sentido de su dignidad, razón por la cual ha sido y es objeto de permanente reivindicación. Entendemos que el acceso a la educación es uno de los pilares básicos de una sociedad libre y democrática, de esta manera, el control institucional radica en una sociedad educada, que puede expresarse con criterio propio.  

Como consecuencia, la educación es un derecho inalienable del hombre protegido y amparado por la constitución, que está vinculado al derecho de enseñar y aprender y lógicamente la educación está directamente relacionada con el Derecho a la libertad, porque sólo aquellos que reciben una educación integral son realmente libres, pero además, pueden ejercer esa libertad.

Ahora bien desde este concepto ¿qué entendemos por prevención? Básicamente, la prevención tiene el propósito de evitar la aparición de riesgos para la salud de la persona, de la familia y la comunidad. Implica actuar para que un problema no aparezca o, en su caso, para disminuir sus efectos, esto se logra a través de la investigación, del trabajo en equipo y también es necesario el conocimiento, la iniciativa y la creatividad.  

Si bien la prevención puede caracterizarse como primaria, secundaria y terciaria, en este trabajo focalizamos en las dos primeras dado su alcance y metodología. La prevención primaria apunta a anticipar el daño, es decir su no ocurrencia, tendiendo a mejorar las condiciones de salud; la secundaria tiene por objeto reducir los daños ya existentes evitando que conduzcan a consecuencias físicas, psicológicas y/o sociales sobre agravadas. Finalmente la prevención terciaria, se lleva a cabo algún tiempo después de que la enfermedad se haya declarado y su objetivo es evitar complicaciones y recaídas.

Hay que destacar que es importante abordar la prevención en forma articulada con el eje basado en la participación y el reconocimiento de los problemas por parte de los conjuntos sociales y sus posibles respuestas, es por tal razón que las acciones preventivas se dirigen a facilitar procesos en los cuales se develan y enuncian conflictos. Los dispositivos de intervención generados desde esta conceptualización, favorecen acciones orientadas a la creación y apropiación de espacios que sirvan para la reflexión, redefinición, crítica y elaboración de propuestas en torno a las adicciones y sus determinaciones de acuerdo al contexto actual y a las posibilidades, necesidades e intereses de cada persona o conjunto social.


Modelos preventivos:

Es por tal razón que se hace indispensable un programa específico dentro del diseño curricular y que a su vez exija a sus profesores el suficiente apoyo técnico y profesional para los problemas que se vayan encontrando en estos casos concretos de la prevención de las adicciones.

Proyecto Curricular:

Los conflictos relacionados a las nuevas patologías sociales, así como el problema de las adicciones, afectan el proceso educativo. Justamente, representan todo lo contrario al desarrollo personal, que tiene como finalidad promover la independencia.

Pensar en las enfermedades sociales como bulimia, anorexia, tabaquismo, alcoholismo, violencia y el fenómeno de las drogas implica considerar el deterioro en el aprendizaje y la convivencia escolar. Con el consumo de sustancias tóxicas surge un proceso atravesado, como en el resto de las enfermedades sociales, por un problema circular entre la formación individual (del alumno), la vida institucional (la cultura escolar), el entorno familiar y el contexto cultural.

La escuela siente una sobrecarga frente a las demandas sociales. Su característica de ser la única institución que contiene a su población-objetivo durante, por lo menos, diez años y, principalmente, por ser el tiempo en el cual se constituyen como sujetos sociales, hace imprescindible la necesidad de trabajar con las problemáticas de salud que se plantean en la sociedad actual. Para contrarrestar estas variables de riesgo es necesario que la escuela desarrolle otras que las prevengan. Es preciso generarlas a partir de un marco conceptual claro. Los factores de protección a fomentar en el ámbito educativo tienen relación, fundamentalmente, con la personalidad de los alumnos. Se debe desarrollar la autoestima, enseñándoles a valorar sus cualidades y a conocer sus limitaciones para enfrentar las dificultades.  

El abordaje de la prevención (de todas las adicciones) se lleva a cabo a través de cuatro ámbitos claves: valores, toma de decisiones, habilidades sociales y actitudes. Es competencia de cada institución educativa seleccionar y recrear estas herramientas, acordes al diagnóstico y al proyecto institucional, para lograr que los grupos de jóvenes que lo integran desarrollen habilidades, valores y actitudes que les permitan la aceptación y autovaloración de sí mismos.

Creemos fundamental dentro del trabajo de prevención que se promuevan espacios de reflexión en los colegios, donde los docentes acompañen a los jóvenes en un proceso de búsqueda y estimulen la posibilidad de pensar, reflexionar, preguntar y criticar. Donde cada integrante pueda hablar de sus propias dudas metas y miedos y donde se puedan construir proyectos educativos y comunitarios que permitan que los adolescentes sean protagonistas de su futuro. De esta manera proponemos trabajar creando opciones frente a la metodología tradicional autoritaria que, desde un lugar de supuesto saber, receta soluciones de manera vertical sin tener en cuenta las necesidades de los grupos ni su diversidad cultural.

El desarrollo de un programa de prevención en el contexto escolar como el que nos proponemos desarrollar, debe integrarse en el curriculum y la aplicación del mismo, si queremos que éste llegue a un número amplio de alumnos, debe ser una tarea institucional. La literatura sobre programas de prevención en el marco escolar nos muestra la necesidad de formar a los profesores para lograr un grado de aplicación adecuada de los materiales preventivos. La implantación de un programa de estas características en el contexto escolar requiere del apoyo institucional y un esfuerzo de coordinación por parte de las distintas instancias implicadas en su puesta en marcha. Una de las acciones consiste en impulsar proyectos de prevención de adicciones con el objetivo de potenciar la prevención de la comunidad educativa.  

El proyecto curricular sobre prevención trasciende el marco institucional. De esta forma, con la intervención de todos, es posible enfrentar el flagelo de las adicciones, en la que el adolescente es la persona en riesgo. Intenta brindar conciencia social, aumentar la autoestima y lucha contra el marketing y la publicidad. Sostiene que conociendo a fondo el problema, se pueden plantear soluciones. Estas soluciones pueden aplicarse en forma organizada y operativa para evaluar los resultados obtenidos. Dentro de los contenidos de las materias, se determina el tratamiento del tema adicciones.  

Por todo lo expresado es que proponemos tener en cuenta los diversos aspectos asociados al fenómeno prevención. No alcanza con una prevención centrada en la sustancia, ni sólo en la persona, ni sólo en el contexto. Para comprender esta problemática particular es necesario tener en cuenta la relación entre los procesos de las personas, las sustancias y la organización social, en un momento histórico determinado.

Las acciones de prevención integral promueven el fortalecimiento de las organizaciones y redes ya existentes y la conformación de otras nuevas, de acuerdo a los intereses y necesidades de la comunidad, a efectos de aumentar los factores de protección y de disminuir los factores de riesgo asociados al consumo de sustancias.

Es entonces que a partir de las propuestas formuladas en este punto, se trate de empezar a generar otras historias entorno de la prevención y de cómo el trabajo institucional permite la construcción de nuevas significaciones en relación con la práctica docente. Es necesario colaborar en la negociación sobre las prácticas preventivas, para que el equipo de docentes, padres, alumnos y directivos encuentren argumentos con los que puedan fundamentar sus decisiones y en definitiva las acciones por las cuales opta. Desde aquí estamos construyendo dispositivos en los que se puede mirar, escuchar y analizar a través de ellos a la vez de poner en evidencia la especificidad de la institución educativa en relación con la prevención.


Conclusión

En el presente trabajo hemos perfilado claramente el cuadro de las adicciones, tanto desde el conocimiento de las distintas sustancias que tienen poder adictivo, como del proceso por el que pasan las personas cuando consumen, cuando están en una etapa de intoxicación, cuando tienen síndrome de abstinencia, tolerancia, etc. , así como el modo de diferenciar claramente el uso o consumo puntual, del abuso y de la dependencia. Hemos explicado también la interacción entre sustancia, persona y ambiente. Esto es, la sustancia concreta que se consume, como la persona que consume como el tipo de ambiente donde se consume o se facilita el mismo. Vimos como esta triple combinación, se puede multiplicar por varias posibles combinaciones más, dependiendo del tipo de sustancia, o tipos de sustancias, haciendo que tengamos un gran número de posibilidades. Lo que nos lleva a que el problema del consumo de drogas no sea simple sino complejo.  

Analizando detenidamente el modelo integrador biopsicosocial que hemos presentado, vemos que podemos abordar dichos programas preventivos con mayor facilidad desde el ámbito escolar. Con ellos se nos facilita de modo muy importante nuestro trabajo y nos abre un camino por donde podemos seguir con acierto. Esta mirada es una ventaja, nunca una desventaja, ya que nos permite ver el mismo fenómeno desde perspectivas distintas, a veces complementarias y, lo más importante, con apoyo empírico y de cara a nuestro trabajo cotidiano, con ello se nos da un recurso más, un recurso que es de una gran relevancia, porque permite explicar lo que hacemos y, de igual importancia, fundamentar el por qué lo hacemos de ese modo.

La observación que hemos intentado esbozar sobre la falta de un plan preventivo integrador, en las instituciones educativas, nos ha permitido develar, desocultar en una mirada más abarcativa y nos ha generado la necesidad de articular esta cuestión de explorar, indagar, contemplar con atención, una significación y una interpretación, es decir que además de darle significación a aquello que se ve se lo pueda interpretar. Este proceso que hemos situado más allá de la percepción, no es solo lo que se mira, sino también lo que se interpreta y cuando decimos que se interpreta podríamos pensar que es lo que nos habilita para estructurar y reestructurar también aquello que nos permite interpretar y volver a interpretar.  

Hemos comprobado que la educación, como base de toda prevención, se logra con un largo ejercicio práctico y diario sostenido en una base teórica que debe ser libre y no condicionada, no delimitada, debe ser narrativa, entendida como desarrollo de acciones de situaciones de hechos, de significados, intenciones, atribuciones, que tenga sentido, que sea coherente. Una de las preocupaciones de la educación va a ser cómo transmitir el conocimiento, y es aquí donde se pregunta ¿ qué docente se necesita para que cuente las historias constituyentes del alma del joven , del niño, de aquel que tiene que hacerle frente a la vida?, ¿qué docencia hace falta para construir algo que enriquezca a la persona, que no olvide, que retenga la memoria, que sepa narrarla al escuchar la narración, que recupere las tradiciones y que piense lo viejo en lo nuevo y lo nuevo en lo viejo?. Entendiendo a la memoria como aquello valioso, como lo que hace al fundamento y que pueda construirse en sentido profundo.  

Esta persona tiene que ser alguien capacitada para transmitir el sentimiento sabiendo que en esa transmisión se encuentra en el mundo de la práctica, de la moral, de la memoria, de los valores, del sentimiento, que es ese mundo que está más allá de la razón científica. El transmisor debe ser una persona con una conciencia histórica pensada filosóficamente.

Por tal razón es que nos parece oportuno abordar el estudio del “Último Narrado” de Benjamín, W (1930) quien dice: “que el narrador se asemeja bastante a la figura docente y esto se debe al hecho de que es aquella persona que viene de lejos para aquellos que lo están escuchando, a contar historias que son lejanas”[22] Éste narrador es una persona que puede y debe transmitir ese mundo de valores a un humano que se va construyendo y se construye en una época en donde lo predominante es la carencia de los mismos.  

Pero ese narrador va a tener un enemigo absoluto que es la historia narrándose a sí misma, o sea la historia de los que dominan. Porque la historia dominante homogeniza y al mismo tiempo tranquiliza. Mientras que las cosas están ahí, acostadas, puestas, dispuestas, puestas en sitios que es imposible encontrarles un lugar de acogimiento. Por tal razón afirmamos que la escuela es el lugar de la cultura y la c

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