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Comportamientos sexuales problemáticos. Agresores sexuales adictos sexuales vs. agresores sexuales no adictos.

Autor/autores: María Bernarda Romero
Fecha Publicación: 01/03/2009
Área temática: Adictivos, Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Como el conocimiento de la adicción sexual y de la victimización sexual va creciendo día a día, es necesario que los profesionales de la salud encuentren un campo común para que trabajen en la evaluación y tratamiento de aquellas personas con comportamientos sexuales inapropiados. Es por esto que resulta ineludible que los profesionales puedan hacer un diagnóstico diferencial entre los adictos sexuales agresores sexuales; los agresores sexuales no adictos sexuales; los adictos sexuales no agresores; y aquellas personas que presentan problemáticas sexuales no transgresoras.

El propósito de este trabajo es solo presentar un modelo que elabore las características, la evaluación y posibles tratamientos para todas aquellas personas que presentan comportamientos sexuales problemáticos. El objetivo buscado es lograr que la discusión acerca del adicto sexual ? agresor sexual brinde ímpetu para posteriores investigaciones, donde estudios futuros puedan examinar este modelo ?tanto en forma cualitativa como cuantitativa? y poder ampliar así las premisas básicas aquí presentadas, debido a que se necesitan más investigaciones, y una actitud crítica para incrementar el conocimiento sobre las conductas de las personas que sufren disímiles trastornos sexuales que traen aparejados diversas dificultades en las relaciones del hombre consigo mismo, y con la comunidad.

Palabras clave: Adictos sexuales agresores sexuales, Agresores sexuales no adictos sexuales, Comportamientos sexuales problemáticos, Diagnóstico diferencial, Evaluación, Investigación


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COMPORTAMIENTOS SEXUALES PROBLEMÁTICOS
AGRESORES SEXUALES ADICTOS SEXUALES VS.
AGRESORES SEXUALES NO ADICTOS

Por Maria Bernarda Romero. Psicóloga, Sexóloga Clinica.
Parte del presente trabajo ha sido publicado en la Revista de la Sociedad Argentina de
Sexualidad Humana Año 20 Primavera 2006-Otoño 2007

Resumen
Como el conocimiento de la adicción sexual y de la victimización sexual va creciendo día
a día, es necesario que los profesionales de la salud encuentren un campo común para que
trabajen en la evaluación y tratamiento de aquellas personas con comportamientos sexuales
inapropiados. Es por esto que resulta ineludible que los profesionales puedan hacer un
diagnóstico diferencial entre los adictos sexuales agresores sexuales; los agresores sexuales
no adictos sexuales; los adictos sexuales no agresores; y aquellas personas que presentan
problemáticas sexuales no transgresoras.
El propósito de este trabajo es solo presentar un modelo que elabore las características,
la evaluación y posibles tratamientos para todas aquellas personas que presentan
comportamientos sexuales problemáticos.
El objetivo buscado es lograr que la discusión acerca del adicto sexual ­ agresor sexual
brinde ímpetu para posteriores investigaciones, donde estudios futuros puedan examinar este
modelo ­tanto en forma cualitativa como cuantitativa­ y poder ampliar así las premisas básicas
aquí presentadas, debido a que se necesitan más investigaciones, y una actitud crítica para
incrementar el conocimiento sobre las conductas de las personas que sufren disímiles
trastornos sexuales que traen aparejados diversas dificultades en las relaciones del hombre
consigo mismo, y con la comunidad.
Palabras clave: Comportamientos sexuales problemáticos. Adictos sexuales agresores
sexuales. Agresores sexuales no adictos sexuales. Investigación. Evaluación. Diagnóstico
diferencial.

PROBLEMATIC SEXUAL BEHAVIORS
SEXUAL ADDICTS SEXUAL ATTACKERS VS.
NON ADDICTIVE SEXUAL ATTACKERS

As the knowledge of sexual addiction and sexual victimization grows day by day, it is
necessary that health professionals find a common ground to be able to evaluate and treat
those persons who have inappropriate sexual behavior.
Because of this it is inevitable that professionals should be able to diagnose the
difference between sexual addict's sexual attackers; sexual attackers not sexual addicts; sex
addict's non attackers; and those persons who present none transgress sex problems.
The purpose of this report is to present a model to elaborate these characteristics, the
evaluation and possible treatments for those persons who present problematic sexual behavior.
The objective is to reach an understanding regarding the sex addict - sexual attacker for
further investigations, where future studies may examine this model - in a qualitative and
quantitative way - and be able to expand on the basic premises which are hereby presented,
due to the fact that more investigations are needed, and a critical attitude to increase the
knowledge on conducts of persons who suffer different sexual disruptions which in turn create
diverse difficulties in man's relationships with himself, and with the community.
Key words: Problematic sexual behavior. Sex addicts sex attackers. Sexual attackers non
sexual addicts. Investigation. Evaluation. Differential diagnosis.

INTRODUCCIÓN
Se parte del suceso de que en la actualidad encontramos una gran cantidad de
literatura psicológica y médica-psiquiátrica que documenta la existencia de un comportamiento

1

sexual compulsivo con todas las características de la adicción sexual como un trastorno
adictivo [1] y que, como consecuencia de ello, observamos en el abordaje de su estudio un
esfuerzo de tipo transdisciplinario entre la psicología, la psiquiatría, la medicina de adicciones,
la medicina de traumas, la sexología y todos aquellos servicios que colaboran con la justicia,
apuntando al entendimiento de esta patología para incluirla en programas de prevención social,
tanto para el tratamiento en abuso sexual infantil, acoso sexual, violación, prostitución y sexo
anónimo.
El presente trabajo tiene como intención mostrar un modelo posible de diagnóstico
diferencial y tratamientos para cuatro comportamientos sexuales problemáticos, no solo para la
persona que lo padece, sino para toda la comunidad, destacando que dicha literatura y estudio
coordinado es realizado en los países del primer mundo.
Los países en vías de desarrollo nos encontramos, por el momento, en los albores del
entendimiento del problema que está aquí en cuestión.
El campo de la adicción sexual y el de los agresores sexuales siempre fue visto
históricamente como entidades únicas; sin embargo, recientemente, profesionales que trabajan
en ambos campos han examinado similitudes y diferencias entre los mismos, sugiriendo que
puede haber más superposiciones entre ambas poblaciones de lo que alguna vez se pensó [2].
"Estadísticas recientes indican que el 44, 3 % de los delincuentes sexuales en
tratamientos personales, se incluyen en el ciclo adictivo propio de los adictos sexuales.
Ciertamente, hay que considerar que no todos los delincuentes sexuales son adictos, ni todos
los adictos sexuales son delincuentes; sin embargo, dada la proporción de delincuentes
sexuales, podríamos especular preguntándonos por qué los tratamientos para esta población
no incluyen modelos de adicción como otras modalidades terapéuticas" [3].
Por esta razón, se espera que se puedan dejar de lado los prejuicios profesionales y que
se pueda contribuir, desde el campo en el que se trabaje, ya sea la sexología, la psicología, la
psiquiatría, las adicciones o desde el campo judicial, a ampliar la evaluación y los modelos de
tratamientos que apunten a un diagnóstico diferencial lo más cercano posible a la realidad del
sujeto que padece comportamientos sexuales problemáticos.

EVALUACIÓN
La evaluación es la pieza esencial para trabajar dentro de este modelo a esbozar. Para
esto es necesario contar no solo con profesionales que conozcan acerca de la personalidad de
los agresores sexuales, sino también acerca de comportamientos adictivos, debido a que
operar bajo esta premisa es fundamental para diferenciar los tratamientos a abordar y el éxito
de los mismos.
En consecuencia, habría que considerar sumar a los exámenes psicológicos estándares,
como son la utilización del inventario Multifacético de la personalidad de Minnesota (MMPI-2)
[4] el inventario Clínico Multiaxial de Millon-II (MCMI-II; Millon, 1992) o el test para déficit
atencionales (ADD-ADHD) en adultos (TOVA; Greenberg, 1996), entre otros, los instrumentos

2

que han sido desarrollados más específicamente para los adictos sexuales, como son el Test
de Detección de adicción Sexual (SAST, Carnes 1989), el inventario de dependencia sexualrevisado (SDI-R; Carnes & Delmonico 1997) y el inventario Multifacético sexual (MSI-I y II;
Nichols & Molinder, 1984).
El test de evaluación de adicción sexual (SAST) provee un perfil de respuesta que puede
ayudar a los profesionales a discriminar entre comportamientos adictivos y no adictivos. Consta
de veinticinco preguntas, es fácil de administrar y evaluar, y se encuentran variantes para
hombres, mujeres y homosexuales.
El inventario de Dependencia Sexual-Revisado (SDI-R) es un dispositivo de evaluación
más amplio y comprensivo, diseñado para evaluar la presencia no solo de comportamientos
adictivos sexuales más específicos ­como ser fantasías, rol seductor, voyeurismo,
exhibicionismo, sadomasoquismo, sexo anónimo, entre otros­, sino que también se ocupa de
la historia sexual del adicto y de la evolución de sus desórdenes.
El inventario Multifacético Sexual (MSI-II y II) fue normado tanto para mujeres como para
hombres agresores sexuales, midiendo su nivel de responsabilidad en la ofensa, su nivel de
negación, conocimiento sexual, pensamientos obsesivos sexuales y motivación para el
tratamiento.
Corrientes actuales indican que es necesario también evaluar el sexo compulsivo por
Internet o cibersex compulsivo, utilizando el Test de detección de adicción sexual por Internet
(ISST; Delmonico, 1999).
El conjunto de estos instrumentos más los tests poligráficos ­realizados dentro de un
proceso terapéutico y no como un interrogatorio policial­, y los tests phallometric que permiten
medir los niveles de excitación sexual ­que en muchas ocasiones sirven para realizar diálogos
francos con el paciente acerca de cuáles podrían llegar a ser los disparadores de excitación
sexual­, son las mejores herramientas para proveernos una visión más amplia de las
características generales de los comportamientos sexuales que pueden ser problemáticos no
solo para el paciente, sino para toda la sociedad.
Una vez evaluado e identificado al paciente como un probable adicto sexual, o no, el
siguiente paso sería, si es adicto sexual, conocer en qué nivel de adicción sexual se encuentra.
Uno de los pioneros en la investigación sobre el tema de las adicciones sexuales,
diferenció varios niveles de adicción sexual [5] tales como:
Nivel 1: Aquellos que son mejor tolerados socialmente, como la masturbación
compulsiva; relaciones sexuales tanto heterosexuales como homosexuales, anónimas en forma
compulsiva o no; pornografía; prostitución.
Nivel 2: Aquellos suficientemente riesgosos como para garantizar severas sanciones
legales, tales como exhibicionismo, voyeurismo, llamadas telefónicas indecentes y vandalismo
sexual (consiste en rápidas e inapropiadas caricias que pueden ser denominadas "pequeñas
violaciones").
Nivel 3: Abuso sexual infantil e incesto, violación y violencia sexual.

3

Una vez finalizada esta etapa de evaluación, podríamos introducirnos en la historia del
sujeto y poder así arribar a un diagnóstico diferencial un poco más aproximado a la realidad
psíquica del sujeto en cuestión.

UN modelo DE DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
AGRESORES SEXUALES

CARACTERÍSTICAS GENERALES



CUADRO I

CUADRO II

adicto SEXUAL

NO adicto SEXUAL

-Más frecuencia de menores actos

ofensivos


-Comportamientos con rituales

-Comportamiento sexual más ofensivo



-Comportamientos con menos rituales

sexuales

sexuales






-Recuerdos sexuales desde la más

-Los comportamientos y las fantasías

sexuales comienzan entre el final de la

temprana edad, con clara progresión de

adolescencia y el comienzo de la adultez

fantasías sexuales





-Comportamientos adictivos

comportamientos adictivos

comórbidos


-Baja frecuencia de otros



-Vergüenza relacionada con el

-Falta de vergüenza, alto narcisismo

sobre la ofensa realizada

comportamiento agresivo



-Uso mínimo de pornografía



-Uso ritualizado de pornografía



-Angustia, frustración, odio



-Frustración, rechazo, vergüenza, falta



-Historia de abuso físico

de poder


-Historia de negligencia, abuso

emocional, sexual y físico
CUADRO I: EL AGRESOR SEXUAL adicto SEXUAL
Características generales: Típicamente, los adictos sexuales agresores sexuales,
reportan recuerdos tempranos y extensos de fantasías y comportamientos sexuales
ampliamente ritualizados. Aquellos que se encuentran en este cuadro I, son los que
usualmente tienen alta frecuencia de transgresiones sexuales del nivel 2 (ej. voyeurismo,
exhibicionismo, acoso sexual, etc. , ) y menor frecuencia en el nivel 3 (violaciones o abuso
sexual infantil).
Básicamente reportan una historia de múltiples formas de abusos o negligencias en su
niñez, tales como: que los progenitores no asumieron la responsabilidad de cuidar y proteger
mínimamente a sus hijos, no satisfaciendo sus necesidades básicas de cuidado, de salud
física, custodia, higiene personal, alimentación, educación. Encontrándose que el 72% de los

4

adictos sexuales estuvieron expuestos en su infancia al abuso físico, el 81% al abuso sexual y
el 97% al abuso emocional [6].
Estos vínculos destructivos originados en la niñez podrían haber afectado la habilidad de
los mismos para regular sus afectos, la capacidad

de funcionar en una relación íntima

saludable y están directamente relacionados con las expectativas de las creencias acerca de
uno mismo y de los otros. Manteniéndose estos esquemas de creencias constantes a lo largo
de toda su vida. Por este motivo en caso de situaciones estresantes o que generan ansiedad el
adicto, no está capacitado para tolerarlas y se resiste o evita ser aliviado de una manera
funcional utilizando, entonces el sexo como un aliviador de esas sensaciones [7].
Coleman (1986), en su teoría del desarrollo del "comportamiento sexual compulsivo"
atribuyó esto a dos dinámicas: una que predispone a un individuo al uso compulsivo de
sustancias o comportamientos con el sentido de aliviar el dolor emocional, y la segunda que
lleva al individuo con esa predisposición a seleccionar cierto tipo de comportamientos sexuales
como sus preferidos para aliviar ese dolor.
De acuerdo con la teoría de Coleman, la base de dicha predisposición podría estar
constituida por algunas disfunciones de la intimidad en la familia de origen del individuo, tales
como abusos o negligencias en la niñez. En respuesta a este trauma el niño desarrolla un
sentido de vergüenza, percibiéndose a sí mismo como la causa de ese abuso o negligencia y,
como resultado de esto, se siente desvalorizado e inadecuado. La vergüenza y la baja estima
interfieren en sus relaciones interpersonales surgiendo relaciones íntimas disfuncionales o
inexistentes. Al vivirlo en soledad disminuye aún más, en consecuencia, su propia estima.
Coleman identificó estos hechos y sentimientos como el origen de la predisposición
compulsiva, diciendo:
Todos estos hechos y sentimientos causan dolor psicológico a la persona y para
aliviarlo, la persona comienza a buscar un agente con cualidades analgésicas. Para
algunos, ese agente es el alcohol. Para otros podrían ser las drogas, ciertos
comportamientos sexuales, comidas particulares, patrones de trabajo, juego, etc.
Todos parecen causar cambios físicos y psicológicos, que alivian el dolor y brindan
alivio temporario. (Coleman 1986 p. 9; 1987 p. 196) [8]
Esta hipótesis de Coleman se asienta en que la dinámica específica que lleva al
individuo a manifestar un comportamiento sexual compulsivo es un antecedente de ciertas
actitudes disfuncionales, restrictivas y conservadoras relacionadas con la sexualidad. Ya sea
como un intento de elaboración de sucesos traumáticos o en el sentido de aliviar el dolor
emocional, el comportamiento sexual adictivo estaría cumpliendo la función de alterar el estado
emocional displacentero, mediante refuerzos positivos y negativos para la persona que la
padece [9].
Los adictos sexuales agresores pueden pasar y variar su acting out sexual desde un
nivel 3 hacia un nivel 1, como aspectos diferentes del mismo ciclo adictivo, es bastante común
que suceda. Observándose que tanto la masturbación compulsiva como el uso de pornografía,
muchas veces comienza en la más temprana edad y progresa con la misma frecuencia e
intensidad en tanto se va desarrollando la adicción. Esta "progresión", principalmente el uso

5

compulsivo de pornografía, es muy común en los agresores sexuales adictos sexuales. Esta
graduación puede ser tanto en frecuencia del comportamiento ­que se va incrementando en el
tiempo­, como en la intensidad del comportamiento ­escalada hacia comportamientos cada
vez de más alto riesgo­. Pero no todos los individuos progresan de la misma forma, a menudo
la progresión se hace evidente cuando se conoce la historia de su acting out sexual.
Según Blanchard (1990) un diagnóstico diferencial clave con el agresor sexual no adicto
es que, a menudo, los adictos sexuales agresores sienten remordimientos, culpa y vergüenza
acerca de su comportamiento ofensivo, y luchan con sus sentimientos de desvalorización,
frustración, rechazo e impotencia.
También es frecuente, que los pacientes de este cuadro intenten complacer al terapeuta
y manipular los resultados del tratamiento, debido a las frustraciones a que los lleva su
impotencia, como resultado de esto tiende a ocultar o no reportar la frecuencia y los tipos de
sus comportamientos ofensivos.
No es inusual que individuos de este grupo experimenten adicciones múltiples con otras
sustancias u otros tipos de comportamientos compulsivos. La mayoría de las veces ocurren
simultáneamente a la adicción sexual. Las más comunes son el alcohol, las drogas, el juego y
las compras compulsivas.
CUADRO II: EL AGRESOR SEXUAL NO adicto SEXUAL
Características generales: En este cuadro nos encontramos con agresores sexuales que
tienen comportamientos ilegales parafílicos sin evidencia subyacente de compulsividad sexual
[10]. Estos individuos, reportan frecuencia más baja de comportamientos sexuales agresores
en comparación con los del cuadro I. La edad de comienzo de fantasía sexuales y de
comportamientos sexuales inapropiados suelen darse al final de la adolescencia y al final de la
adultez; esto puede ser un diagnóstico diferencial clave con respecto al cuadro I.
"Reportan los más altos niveles de frustración, angustia y odio, los que pudieron haberse
originado en formas violentas de maltrato en la niñez. Esta evolución estaría apoyada en
evidencias clínicas que sostienen que los agresores sexuales no adictos reportan más abuso
físico en la niñez, que abuso sexual, como suele darse en los adictos sexuales" (Blanchard
1990).
Presentan menor frecuencia de rituales sexuales, de comportamientos adictivos
comórbidos y uso mínimo de pornografía.
Finalmente, los individuos de este cuadro pueden no sentir gran culpa o remordimiento
por sus comportamientos transgresores. Su alto narcisismo a menudo no les permite registrar
el daño causado, y solo se permiten una terapia, más por su propia conveniencia frente al
sistema legal, que por reparación o empatía con la víctima.
ABORDAJES DE TRATAMIENTOS

AGRESORES SEXUALES
CUADRO I
adicto SEXUAL

CUADRO II
NO adicto SEXUAL

6





-Compromiso, responsabilidad e



Compromiso, responsabilidad e

involucramiento (donde se pueden

involucramiento (se logran cambios de

lograr cambios de 2º orden)

1º orden)

-Prevención de recaídas enfocada en



los agravios y en el comportamiento

-Prevención de recaídas enfocada en
el comportamiento agresivo

adictivo


-Puede haber un acercamiento hacia



-Entrenamiento empático hacia la

la víctima, con entrenamiento

victima, sin acercamiento

empático y concientización sobre el

(concientización sobre su narcisismo)

impacto causado en la víctima






-Puede ser necesaria la intervención



farmacológica (para pensamientos

angustia, control de los impulsos y/o

obsesivos, depresión o ambas)

reducción de testosterona)

-Intervenciones





Intervenciones

cognitivas/conductuales para el

cognitivas/conductuales para el

manejo de la angustia y el estrés

manejo de la angustia y el estrés

-Trabajo del trauma (mitad del



tratamiento)


-Intervención farmacológica (para la

-Trabajo del trauma (al final del
tratamiento)

-Intervención psicoeducativa sobre



-Intervención psicoeducativa sobre

sexualidad saludable e intimidad

sexualidad saludable, control y

y comprensión del ciclo adictivo

comportamientos sexuales ofensivos

-Intervenciones de parejas y familias



-Intervenciones psicoprofilaticas a las

que incluyan psicoprofilaxis para los

parejas y familias del agresor y

miembros familiares del agresor y

concientización sobre su seguridad

educación para su seguridad.


Participación en grupos anónimos del
programa de los 12 pasos
ABORDAJES DE tratamiento CUADRO I
A menudo, el tratamiento de los agresores sexuales adictos sexuales presenta

complejidad y años para la culminación de los mismos. Requieren múltiples modalidades de
abordaje para un tratamiento exitoso. Pero al involucrar a toda la familia, no solo se está
previniendo que su ciclo adictivo se pueda detener, sino que también disminuya la posibilidad
de transmisión del trauma transgeneracional. Debido a que no es inusual encontrarse con
padres adictos sexuales y luego con hijos adictos sexuales.
El tratamiento para estos agresores adictos sexuales se basa en los "Cambios de
segundo Orden" [11]. Los cambios de segundo orden, no solo modifican o detienen el
comportamiento sexual inadecuado, sino que promueven la introspección para un cambio de
estilo de vida mucho más saludable. Es sabido que los agresores sexuales que detienen su
comportamiento sexual agresor solo basados en posibles consecuencias, es muy probable que

7

reincidan más que aquellos que lo hacen por un giro en el cambio de sus actitudes y creencias
acerca de sí mismos, de otros y del mundo.
Un objetivo común en cualquier cuadro, es responsabilizar al agresor por sus
comportamientos presentes, pasados y futuros, haciéndole tomar conciencia del daño causado
no solo a las víctimas, sino a sí mismo y a los integrantes de su propia familia. El acercamiento
empático hacia la víctima de su agresión es algo que se puede lograr en forma positiva en el
cuadro I y es de gran ayuda para la prevención de la reincidencia.
El primer trabajo que deberá realizarse con el adicto sexual agresor es que pueda
reconocer su propio ciclo adictivo (la obsesión, la ritualización, el comportamiento sexual
compulsivo, su desesperación) [12], utilizándose para esto biblioterapia, estrategias
cognitivas/conductuales con reforzamientos positivos, reestructuración cognitiva para el
autoconocimiento y la autoaceptación, resaltando la importancia e influencia de nuestros
pensamientos en nuestras emociones, conductas y en la percepción de uno mismo. El
conocimiento del ciclo adictivo desarrollado por Carnes [13] brinda una introducción útil de los
patrones de los comportamientos sexuales compulsivos. Este ciclo adictivo comienza con el
sistema de creencias del adicto sexual, basado en los mensajes aprendidos en la infancia y la
familia de origen, un sistema que influencia la forma en que los individuos se ven a sí mismos y
al mundo. Carnes identifica cuatro creencias centrales comunes entre los adictos sexuales.
1.

Auto imagen: Soy básicamente malo, una persona sin valor

2.

Interpersonal: nadie me amara tal cual soy

3.

De necesidades: mis necesidades nunca serán cubiertas si tengo que depender de

4.

Sexualidad: el sexo es mi necesidad más importante

otros
Estas creencias generan pensamientos engañosos, distorsiones cognitivas, que termina
en una visión distorsionada de la realidad y de la respuesta hacia ella. Esto incluye el empleo
de mecanismos de defensas, como la negación, la racionalización, la minimización, la
justificación, culpar a otros y las excusas. Estos pensamientos son lo que lo llevan a iniciar el
ciclo adictivo. Donde la experiencia adictiva ocurre en un ciclo de cuatro fases. Siendo estas:
1. La obsesión: El pensamiento del adicto esta completamente absorbido por ideas
sexuales. Esto origina una búsqueda obsesiva de estimulación sexual.
2. La ritualización: Esta fase incluye una serie de rutinas que lo conducen al
comportamiento sexual compulsivo. Donde el ritual intensifica la obsesión y
agrega excitación.
3. El comportamiento sexual compulsivo
4. La desesperación: sentimiento de completa desesperación del adicto ante su
impotencia para controlar el comportamiento compulsivo. Esta fase lo lleva a un
estado de ingobernabilidad, angustia que refuerza el sistema de creencia que
pone al ciclo nuevamente en movimiento. La rueda gira y el ciclo continúa hasta
que su vida se vuelve inmanejable.

8

Este es solo un modelo del ciclo adictivo que se le puede presentar al adicto sexual,
existen otros como el desarrollado por Laren Bays y Robert Freeman-Longo (1989), en su libro
de ejercicios para Delincuentes sexuales (SOS) "¿Por qué Lo hice de nuevo? Entendiendo mi
ciclo de comportamientos problemáticos". Estos ejercicios pueden ayudar al adicto hacer un
insight acerca de las diferentes fases de su ciclo adictivo, llevándolo a comprender como
comienza cada día de su vida, sus sentimientos acerca de sí mismo y de los otros (su angustia,
aburrimiento, depresión), las fantasías acerca

del placer sexual, la excitación sexual, la

obsesión por medio de la pornografía o la fantasía, el planeamiento de la ofensa sexual (fase
de elaboración) y finalmente como lleva todas estas fantasías a la realidad (fase del acting
out). Luego se lo ayuda a revisar la fase de justificación que involucra un amplio conjunto de
mecanismos de defensas que utiliza para frenar la culpa, el temor, el odio, el sentimiento de
falla y la depresión. De esta forma se lo lleva a que pueda ver su pretendida normalidad debido
a que es habitual que nieguen tener algún problema y en consecuencia negar también
cualquier evidencia del problema (Pretendida fase de normalidad).
Este libro de ejercicios y el conocimiento del ciclo de los delincuentes sexuales sirven
como un elemento importante para la psicoeducación. Los libros no solo ayudan a que estos
pacientes se familiaricen con el comportamiento adictivo y los elementos básicos de los ciclos
adictivos, sino que alientan y explicitan la auto-examinación en relación a como estos patrones
y ciclos adictivos se aplican a sus vidas.
Un segundo trabajo a considerar es enseñarles a manejar el estrés y reducir la angustia;
esto más el trabajo de los traumas tempranos de su infancia en la mitad del tratamiento es
prioritario para el éxito del tratamiento. Aquí podrán utilizarse técnicas de relajación, de
desensibilización sistematica como EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing)
o TIR (Traumatic Incident Reduction), entre otras.
Una técnica psicoterapéutica descripta por Gold (2000) y utilizada como un
procedimiento

especifico

para

reducir

o

eliminar

las

conductas

asociadas

a

la

adicción/compulsividad sexual, dentro de un marco de un tratamiento contextual, es la
denominada SCAN-R , acrónimo que se forma con las etapas de intervención que son:
Seleccionar, Claves, Analizar, Notar y Revisar. Consiste sintéticamente en seleccionar un
incidente relacionado con la compulsividad sexual, luego identificar las claves o señales que
desencadenan la conducta sexual compulsiva, analizarla y luego reconocer o notar los detalles
del patrón de conducta adictiva/compulsiva que hasta el momento habían permanecidos
ocultos [14].
Con respecto a las terapias farmacológicas para los pensamientos obsesivos, depresión
o ambos, que pueden presentar habitualmente los adictos sexuales, podemos decir que como
la adicción sexual mayoritariamente se presenta con otros desordenes de comportamientos
adictivos asociados, incluyendo el abuso de alcohol, de sustancias, comida, nicotina o cafeína,
juego patológico, gastos compulsivos, cleptomanía, desordenes de la personalidad, y
desordenes psiquiátricos, la medicación psicotrópica podría ayudar a esta población de
pacientes a manejar sus comportamientos adictivos sexuales. Pero, aunque hay estudios que

9

reportan y sostienen la promesa de los beneficios del tratamiento del comportamiento sexual
adictivo con los antidepresivos IRSS, tanto para las obsesiones como para las depresiones,
debe tenerse en cuenta que en realidad esa respuesta puede ser debido a un desorden
psiquiátrico asociado. A falta de investigaciones y estudios que profundicen la adicción sexual
como un desorden adictivo, no hay evidencias o intervenciones de medicación especifica para
el comportamiento sexual adictivo. Mientras tanto, las terapias de reestructuración cognitiva
individuales y grupales incluyendo el programa de los 12 pasos, los psicoterapeutas con
entrenamiento en adicciones que utilizan técnicas de desensibilización sistemática (EMDR,
TIR, otras) les están brindando a los pacientes herramientas o destrezas para manejar este
doloroso y destructivo desorden.
En cuanto a lo farmacológico lo que se puede decir es que según experiencias clínicas
de John R. Sealy (1995) en su estudio de adictos sexuales con grandes depresiones, -que
incluyó pacientes con una historia de abuso de sustancias no muy grande, pero con síntomas
clínicos claros de grandes depresiones, incluyendo disforia no pasajera, fatiga extrema,
insomnio severo, concentración pobre, poca memoria, idea de suicidio, alta irritabilidad, falta de
esperanza, falta de ayuda y profunda baja autoestima-, observó que los pacientes respondieron
bien a los IRSS, medicación antidepresiva, más comúnmente la fluoxetina. Y ante efectos
colaterales de nauseas, diarrea, nerviosismo o insomnio demasiado severos, fue a menudo
efectivo la sertralina. La falla en la respuesta a un antidepresivo IRSS no necesariamente
significa falla con otros IRSS antidepresivo. El insomnio severo por la fluoxetina o sertralina fue
manejado con trazodone. Unos pocos pacientes estuvieron tomando paroxetina con admisión y
continuidad de la medicación, los que respondieran pobremente, fueron cambiados por
fluoxetina. Los antidepresivos tricíclicos fueron además muy efectivos cuando los efectos
colaterales del IRSS fueron intolerables o el insomnio fue severo (ej, desipramina, imipramina o
amitriptilina). Los antidepresivos triciclicos fueron también preferidos por algunos, dado que no
son caros comparados con los IRSS.
Los IMAO parecieron ser lo más indicado en pacientes con depresión atípica o que no
tuvieron respuesta a otra terapia antidepresiva. Pero raramente es una droga de primera
elección. Las más serias reacciones de estas medicaciones involucran cambios en la presión
sanguínea, y crisis hipertensas a veces fatales. Los pacientes deben evitar alimentos con altos
grados de tiramina.
Como todos los antidepresivos, pero particularmente los IRSS, pueden afectar el
funcionamiento sexual, se les informó a los pacientes de los posibles efectos sexuales
colaterales, incluyendo la disminución de la libido, la dificultad para lograr orgasmos y el
disfrute de este, tanto para hombres como para mujeres. Además, los hombres, presentaron
eyaculación retardada y eyaculación retrograda con disminución o la ausencia de la sensación
de orgasmo. Esta información ayudó a los terapeutas que trabajan con adictos sexuales a tratar
la disfunción sexual independientemente de la mirada que tienen los mismos hacia su persona,
que se ven a si mismas como personas defectuosas, permitiéndoles de esta forma poder hacer
una reestructuración cognitiva sobre su problemática en particular.

10

Hoy en día se puede tener en cuenta que el bupropión es una nueva clase de
antidepresivo que parece no tener efectos desfavorables en la respuesta sexual.
Continuando con los estudios de Sealy se observó también que muy pocos pacientes
mostraron comportamientos hipomaníacos intermitentes. Hubo una respuesta combinada hacia
el carbonato de litio dentro del rango terapéutico. Dos pacientes con episodios de angustia
explosiva seguido por mucho remordimiento respondieron muy bien a bajas dosis de carbonato
de litio.
La megalomanía fue considerada, como un síntoma maniaco solo si no cedía, esto es
muy importante considerarlo debido a que es un síntoma común entre los adictos sexuales en
la primera etapa de su recuperación.
En cuanto al estudio de los adictos sexuales con desorden compulsivo-obsesivo
asociado que incluyó pacientes que sufrían sintomatologías más típica de los desordenes
compulsivos-obsesivos (OCD), incluyendo ansiedad intensa y continúa, donde sus obsesiones
más que ser moralmente repugnantes para ellos, tendían a estar sintonizadas con su Yo. En
este estudio fue clínicamente claro que a pesar de todos los esfuerzos para cooperar, la
obsesión del paciente, no podía ser controlada y la compulsión, ya no significaba placer, sino
que les bajaba el nivel alto de ansiedad.
La medicación IRSS, en altas dosis, fueron una parte esencial del tratamiento para OCD.
La fluoxetina, la fluvoxamina o sertralina fueron usadas exclusivamente en el programa de
recuperación de los adictos. Dentro de los tricíclicos la clomipramina fue pobremente tolerada
en altas dosis, debido a la severa sedación. Se tuvo en cuenta que la medicación psicotrópica
puede necesitar ser tomada durante 8 semanas o más para reducir los síntomas de OCD, por
eso, los pacientes tienen que estar preparados para la toma a largo plazo.
Finalmente se puede decir que basados en evidencias, la combinación de la
farmacoterapia y la terapia cognitiva conductual brindó el tratamiento mas efectivo para la
mayoría de los pacientes adictos con OCD.
Un tercer trabajo a considerar es sumar a lo expuesto hasta aquí la terapia en grupos de
apoyo, la terapia de familia, ya que estas tanto en forma individual como grupal refuerzan aún
más el probable éxito de recuperación y de no reincidencia delictiva.
Generalmente los procedimientos legales se concentran solamente en el delincuente,
pero se debe considerar que si el programa de tratamiento refleja este enfoque, sin tener en
cuenta a las parejas e hijos, estos también pasan a ser victimas. Además de esto, lo mejor para
el adicto sexual es involucrar a la familia en la recuperación. Debido a que desde la perspectiva
sistémica, la interacción patológica de la familia puede mantener el comportamiento desviado.
En consecuencia la ausencia de la terapia intensiva familiar podría llegar a incrementar la
posibilidad de la reincidencia.
Es importante considerar que para el adicto sexual, el comportamiento sexual
compulsivo ha sido el mecanismo de defensa para manejar el estrés, la angustia, los temores y
los sentimientos no expresados. Envuelto en los problemas de la vida por fallas personales
tempranas o por sentimientos de injusticia del mundo, el adicto siente que se merece una

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compensación transitoria brindada por el comportamiento adictivo. Como la confianza puesta
en los comportamientos adictivos es automática e impensada, y depende poco de una elección
conciente se debe ayudar al paciente a derribar la barrera disociativa que aísla las experiencias
de adicción/compulsión sexual de la conciencia focal y el procesamiento cognitivo. Por esta
razón Gold (2000) reflexiona diciendo que: "el reconocimiento de la calidad disociativa de las
conductas de adicción/compulsión sexual es esencial para comprender y desarticular las
conductas compulsivas". Siendo entonces uno de los elementos más críticos para la
prevención de las recaídas llevar todos los elementos del ciclo adictivo automático al plano
conciente. Los adictos sexuales en recuperación necesitan identificar esos ciclos personales y
señalar los disparadores, o sea las fuentes internas y externas de estrés que apresuran la
respuesta y el escape subsiguiente por medio del comportamiento adictivo.
Para parar el ciclo adictivo, los adictos sexuales necesitan comenzar a mirar las
pequeñas cosas de la vida, los detalles que a primera vista parecieran no tener consecuencias,
pero que en realidad han sido disparadores.
Reconocer y entender los viejos patrones es un paso necesario para el cambio de
segundo orden.
Ejemplo de un caso clínico Cuadro I:
Chad de 34 años, recuerda de que empezó a espiar por las ventanas a la edad de 10
años, cuando se excitaba sexualmente mirando por la ventana a sus vecinos. Su historia
de niñez incluía un medio-ambiente sexual donde su padre abiertamente miraba
pornografía y alentaba a sus hijos a hacer lo mismo. En su hogar había un ambiente de
conversaciones y bromas acerca del sexo y de múltiples asuntos sexuales tanto de su
padre como de su madre. Chad se sentía aislado de sus pares y usaba la pornografía de
su padre como un escape de la realidad. Cuando adolescente había sido atrapado
espiando por las ventanas, pero siempre fue minimizado como "cosas de muchachos". A
la edad de 35, la corte le ordenó tratamiento. A pesar de eso continuó espiando y
teniendo comportamientos sexuales compulsivos (pornografía, concurrencia continua a
sex shops, acting out, sexo pago). Después de un año de terminada la condena
(probation), rápidamente el comportamiento de Chad empeoró, y fue arrestado muchas
veces en 12 meses. Luego de esto voluntariamente entró al programa de tratamiento
para manejar su adicción y agresión sexual, que incluyó en primer lugar el
reconocimiento de sus abusos sociales y el trabajo de los abusos y negligencias sufridos
en su niñez. Chad se responsabilizó de todas las formas de su comportamiento sexual
inapropiado y comenzó a construir un sistema de apoyo que valorizó su recuperación, El
tratamiento de Chad incluyó fluvoxamina, para disminuir sus pensamientos obsesivos
junto con terapia del trauma, terapia cognitivo/conductual individual y grupal con
concurrencia al programa de los 12 pasos para adictos al sexo anónimos [15].
ABORDAJE DE tratamiento CUADRO II
Inicialmente en este cuadro el enfoque primario de tratamiento será detener el acting out,
mediante técnicas cognitivas/conductuales, con manejo de la angustia y del estrés, las cuales
deberán estar enfocadas primariamente en la prevención de los comportamientos agresivos.
En este cuadro, en particular se deberá considerar la posibilidad de que los cambios logrados
solo puedan llegar a ser "cambios de primer Orden" [16], a diferencia de los agresores del
cuadro I; debido a que su estructura psíquica, a menudo perversa ilegal parafílica no les
permite, en la mayoría de los casos, el logro de cambios profundos. Sin embargo, se puede

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apuntar a responsabilizarlos haciendo un trabajo de concientización sobre su narcisismo, con
un entrenamiento empático hacia la víctima, pero sin acercamiento a las mismas. Una
psicoprofilaxis hacia una educación sexual saludable, control y concientización sobre los
comportamientos sexuales ofensivos, podrían llegar a reducir la reincidencia de los mismos. En
estos casos el trabajo de trauma temprano al final del tratamiento, nos daría la posibilidad de
que, a través de conocer su propia victimización, puedan llegar a obtener alguna especie de
empatía hacia las víctimas.
Las intervenciones expuestas en el cuadro I, como segundo y tercer trabajo a realizar
con los agresores sexuales, podrían llegar a ser aquí de gran utilidad, pero como ya se expresó
en el párrafo anterior debe considerarse la posibilidad del no logro de cambios profundos y
duraderos, por este motivo la psicoprofilaxis hacia la pareja y/o familia del agresor deberán
estar orientadas hacia una concientización para la seguridad de sus miembros y el de toda la
comunidad.
Es importante considerar, en este cuadro, la intervención farmacológica para disminuir la
angustia, el control de los impulsos y en casos necesarios la reducción de testosterona. Pero
considerando que la intervención farmacológica amerita un desarrollo amplio que excede los
objetivos del presente trabajo, se dejará el mismo para futuros escritos.
Por último podemos agregar aquí que los tests phallometric que permiten medir los
niveles de excitación sexual son útiles no solo para la evaluación, sino también para el
tratamiento de los agresores sexuales, debido a que los agresores sexuales a menudo
muestran excitación sexual en escenarios específicos que se ajustan a su comportamiento de
acting out; siendo entonces las técnicas de reacondicionamiento de la excitación una forma
efectiva de redireccionar los patrones de excitación desviados y también una forma para
realizar diálogos francos con el paciente acerca de cuáles podrían llegar a ser los disparadores
de la excitación sexual. Reveer esto puede ayudarlos a concientizarse y responsabilizarse de
su comportamiento desviado.
Ejemplo de un caso clínico Cuadro II:
Joe es un agresor sexual de 40 años. El abusaba de su hijastra de 14 años. Venia de un
hogar donde fue testigo de un hogar violento entre su madre y su padre y había sido
emocionalmente y físicamente agredido en variadas ocasiones por su padre.
Joe fue llevado al tratamiento con mucha angustia, con baja tolerancia a la frustración y
con pobres control de sus impulsos. No contó historias de comportamientos sexuales
compulsivos (no pornografía, sexshop, prostitutas etc. ). Sin embargo sí contó que
cometía asaltos físicos sexuales. No manifestaba culpa o remordimiento por sus
comportamientos abusivos y los justificaba culpando a la víctima por su comportamiento
promiscuo. Se enojó cuando la corte le ordenó terapia dado que según él, no tenía
problemas emocionales o de comportamientos. El tratamiento se enfocó en el control de
los impulsos y la reducción de la angustia. También fue educado acerca del ciclo del
abuso y se le enseño varias técnicas cognitivas/conductuales para prevenir la recaída.
Las habilidades de comunicación fueron discutidas como una forma posible de expresar
su angustia hacia sus padres por el abuso del pasado. No se le solicito intervención
farmacológica ni terapia de grupo [17].
NO AGRESORES SEXUALES
CON COMPORTAMIENTOS SEXUALES PROBLEMÁTICOS
CARACTERÍSTICAS GENERALES
CUADRO III
CUADRO IV

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ADICTOS SEXUALES
-Alta frecuencia de comportamientos



NO ADICTOS SEXUALES
-Masturbación frecuente no

sexuales no deseados (masturbación

compulsiva

compulsiva, relaciones promiscuas, sexo



anónimo)

de parejas



-Comportamiento cíclico y altamente



ritualizado

-Promiscuidad y cambios frecuentes
-Parejas tanto heterosexuales como

homosexuales con promiscuidad sexual

-Reiterados esfuerzos para frenar las



-Alto porcentaje de fetichismo

fantasías y los comportamientos sexuales



-Disfunciones sexuales



compulsivos y de parar los pensamientos
obsesivos


-Sentimientos de soledad, desesperación

y de falta de ayuda


-Altos riesgos de comportamientos

sexuales, para lograr cada vez más el mismo
nivel de placer


-Obsesión para obtener o estar en

recuperación de sus comportamientos
sexuales compulsivos


-Constante doble vida



-Pocas relaciones no sexuales
ABORDAJES DE TRATAMIENTOS
ABORDAJES DE TRATAMIENTOS

-Educación sobre el proceso del ciclo adictivo
-Reconocimiento de los ritos y entrenamiento

-Educación sexual

para su abolición

- Biblioterapia

-Prevención de recaídas

-Terapia sexual individual

-Prevención para los posibles agresores

-Terapia de pareja, familiar o ambas

sexuales
- Educación para una sexualidad saludable
Trabajo del trauma (en la mitad del tratamiento)
-Intervención farmacológica (para las
depresiones u obsesiones)
-Terapia de pareja, familiar o ambos
-Participación en reuniones de 12 pasos
CARACTERISTICAS GENERALES DEL CUADRO III
Estos individuos son los que se ajustan al criterio de adicción/compulsión sexual, que a
menudo no pasan del nivel 1 ó 2. Muchos adictos sexuales no tratados en su adicción sexual
se encuentran en estos niveles por un corto periodo de tiempo, para luego pasar a los niveles

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más comprometidos para sí mismos y la sociedad. Sin embargo, un alto porcentaje de adictos
sexuales permanecen en los niveles más bajos a lo largo de su vida.
El adicto sexual reporta problemas de comportamientos sexuales excesivos, como
fantasías, masturbación, pornografía, sexo anónimo, doble vida, que en sí mismos no reportan
un problema; pero la frecuencia, la pérdida de control, la obsesión y las consecuencias
catastróficas que traen aparejadas a sus vidas, la transforman en problemáticas.
Las fantasías no son necesariamente insalubres o adictivas, pero los adictos sexuales
reportan patrones de pensamientos intrusivos repetidamente, que interfieren en su vida social,
laboral o íntima. Los recuerdos de experiencias sexuales son desde la más temprana edad y
muestran un patrón ritualizado y cíclico. A pesar de las consecuencias y los repetidos esfuerzos
para parar el comportamiento adictivo, la falta de esperanza, su angustia y su vergüenza lo
llevan a la búsqueda de gratificaciones constantes que alimentan cada vez más el ciclo de la
adicción. Este efecto tolerante en la adicción sexual, en ocasiones puede llevarlo a cruzar la
línea entre lo legal y lo ilegal, pudiendo ubicarlos en el cuadro I. Debido a que es importante
recordar que los adictos sexuales usan sus comportamientos para hacer frente a su estrés y
ansiedad, si el estrés y la ansiedad alcanzan niveles de picos altos, cruzar la barrera es
siempre una posibilidad.
En consecuencia, el tratamiento deberá apuntar a los requerimientos evaluados para el
cuadro I. Principalmente, concientizándolos de este delgado cruce de barrera entre un nivel y
otro.
Ejemplo de un caso clínico Cuadro III:
Sherry tiene 29 años y es adicta sexual. Ha tenido relaciones con más de 100 hombres
diferentes, todos conocidos en bares y clubes. El padre de Sherry abandono a la familia
cuando ella solo tenía 5 años, y nunca mas tuvo contacto con su padre. Su tío abusaba
sexualmente de ella cuando esta tenía 10 años. Contó que tenía una relación positiva y
saludable con su madre. Comenzó a ir a cl

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