El desarrollo de antipsicóticos a partir de la década de 1950 permitió que millones de pacientes con enfermedades psiquiátricas severas se beneficiaran, e hicieron posible que muchos de esos pacientes se reinsertaran en la sociedad y no permanecieran confinados en instituciones psiquiátricas. Los fármacos de este tipo producidos al inicio, antes llamados neurolépticos y denominados ahora antipsicóticos típicos o de primera generación, inexorablemente estaban asociados a la generación de efectos adversos graves, especialmente trastornos del movimiento. Estos efectos adversos se relacionaban invariablemente como un componente esencial de la actividad antipsicótica de estos compuestos por el bloqueo de receptores dopaminérgicos D-2 en los ganglios basales. Los avances en la neurofisiopatología han provocado una explosión de medicamentos con el objetivo de desarrollar fármacos con un perfil de seguridad más favorable para tratar los trastornos mentales; no obstante, no se conoce a ciencia cierta como estos influyen en el desarrollo natural de estas enfermedades, y se plantea con mayor certeza cada día, que la acción de estos fármacos solamente modifica un eslabón en la compleja cadena de acontecimientos que deben producirse en la generación de las enfermedades mentales. Como consecuencia de lo anterior han aparecido en el mercado los llamados antipsicóticos de segunda generación o atípicos.
Su irrupción ha provocado una reestructuración de las teorías que sustentaban la fisiopatología de las enfermedades mentales severas porque estos medicamentos casi no producen bloqueo de receptores dopaminérgicos, y sin embargo, son eficaces en el manejo de estas enfermedades. La literatura disponible sobre estos fármacos, apoyada en ensayos clínicos controlados y meta-análisis, más que ayudar, a veces confunde porque no existe uniformidad acerca de la información que se publica, sin contar que la mayoría de ellos están patrocinados por las compañías farmacéuticas que los producen y comercializan. Estamos en una era en la que la medicina se basa en la evidencia; no solo importa el efecto clínico sino, con mayor fuerza, la eficacia, la efectividad, la seguridad, la conveniencia y el costo de los medicamentos. Recientemente han comenzado a surgir reportes de que los antipsicóticos atípicos, a pesar que presentan un riesgo menor en la generación de extrapiramidalismo, provocan la generación de una nueva gama de efectos metabólicos adversos como diabetes, aumento de peso y dislipidemias, entre otros. ¿Será que es necesaria la aparición de efectos metabólicos derivados de estos fármacos para lograr la mejoría de los pacientes con enfermedades psiquiátricas graves como lo es la generación de trastornos del movimiento por los fármacos más antiguos? ¿Hasta qué punto es factible tratar un paciente para una enfermedad psiquiátrica e inducirle otra de origen cardiovascular que lo puede llevar a un desenlace fatal y acortarle su período de vida? En la conferencia a exponer se abordarán temas relacionados con estas reflexiones y se analizarán algunos datos disponibles sobre los estudios clínicos realizados con los antipsicóticos atípicos luego de su comercialización y los nuevos problemas que están surgiendo.
Caracterización de los hallazgos electrocardiograficos con el uso de psicofármacos en salas de estancia prolongada del Hospital Psiquiátrico Santa Rosita, enero 2022 a abril 2022
Gabriel Alejandro Aguilera Poveda et. al
Fecha Publicación: 20/05/2022
Mortalidad. ¿Afecta a la esperanza de vida de nuestros pacientes el tratamiento antipsicótico.
Clemente Garcia Rizo
Fecha Publicación: 24/05/2020
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Iñaki Markez
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Trastorno por déficit de atención e hiperactividad y vulnerabilidad al desarrollo de las adicciones.
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REHABILITACION FUNCIONAL EN UNA UNIDAD DE LARGA ESTACIA
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