En la Comunidad de Madrid no existe ninguna unidad que trate los trastornos de conducta alimentaria de forma específica, disponiendo de camas para la hospitalización. Actualmente se tratan en unidades de hospitalización psiquiátrica general y en forma de hospital de Día (H. Santa Cristina). La media de las tasas de incidencia anual de anorexia Nerviosa entre 10 y 30 años es de 19/100. 000 hab. En estos últimos años, está aumentando los casos entre mujeres menopausicas y en puérperas. Según Morandé, en Madrid, hay un incremento del 50% en la prevalencia entre 1985 y 1994, y, lo que consideramos más grave aún, la cifra de 20% de jóvenes que tienen "actitudes anoréxicas", con el riesgo que esto conlleva.
Entre un 15 y 30% presentan conductas suicidas. Y hasta un 30% se cronifican. La incidencia de bulimia Nerviosa entre los 10 y 30 años se ha multiplicado por 3 en los últimos 10 años, alcanzando una tasa del 50/100. 000 hab. , con una prevalencia del 3%. En Madrid, se ha observado un aumento de prevalencia del 1. 1 al 2. 3% de mujeres en edad de riesgo. Estos datos, sumados a la aparición de nuevos trastornos de conducta alimentaria, como son la ortorexia, vigorexia, anorexia reversa, comedores compulsivos nocturnos, etc. , creemos conveniente unidades de tratamiento en régimen de hospitalización con una atención integral y multidisciplinar al paciente y la familia. De aquí la decisión de presentar este trabajo con el que damos a conocer las necesidades de la Comunidad de Madrid con respeto a los trastornos de conducta alimentaria.
Estudio de la necesidad de apertura de camas de hospitalización para tratamiento de trastornos de la conducta alimentaria en la Comunidad de Madrid.
Bravo Ruiz, Paloma; León Pérez, Lucía; Rodríguez Albarrán, Raquel.
Hospital Dr. Rodríguez. Lafora. Madrid
Resumen
En la Comunidad de Madrid no existe ninguna unidad que trate los trastornos de conducta alimentaria de forma específica, disponiendo de camas para la hospitalización. Actualmente se tratan en unidades de hospitalización psiquiátrica general y en forma de hospital de Día (H. Santa Cristina). La media de las tasas de incidencia anual de anorexia Nerviosa entre 10 y 30 años es de 19/100. 000 hab. En estos últimos años, está aumentando los casos entre mujeres menopausicas y en puérperas. Según Morandé, en Madrid, hay un incremento del 50% en la prevalencia entre 1985 y 1994, y, lo que consideramos más grave aún, la cifra de 20% de jóvenes que tienen "actitudes anoréxicas", con el riesgo que esto conlleva. Entre un 15 y 30% presentan conductas suicidas. Y hasta un 30% se cronifican. La incidencia de bulimia Nerviosa entre los 10 y 30 años se ha multiplicado por 3 en los últimos 10 años, alcanzando una tasa del 50/100. 000 hab. , con una prevalencia del 3%. En Madrid, se ha observado un aumento de prevalencia del 1. 1 al 2. 3% de mujeres en edad de riesgo. Estos datos, sumados a la aparición de nuevos trastornos de conducta alimentaria, como son la ortorexia, vigorexia, anorexia reversa, comedores compulsivos nocturnos, etc. , creemos conveniente unidades de tratamiento en régimen de hospitalización con una atención integral y multidisciplinar al paciente y la familia. De aquí la decisión de presentar este trabajo con el que damos a conocer las necesidades de la Comunidad de Madrid con respeto a los trastornos de conducta alimentaria.
La anorexia y la bulimia son las dos enfermedades más conocidas dentro de los Trastornos de conducta Alimentaria (TCA). En los últimos años los medios de comunicación han prestado más atención y han dado mayor difusión a estas enfermedades.
Se ha producido una alarma social, al verse la influencia de la sociedad, la cultura, la moda y muchos más elementos del entorno, en el aumento de los casos de TCA. La delgadez se ha convertido en símbolo imprescindible asociado a la independencia y al éxito profesional y social. Se ha demostrado que la enfermedad tiene un carácter epidémico y su propagación a través de los medios de comunicación, publicidad, etc.
Ante un problema tan importante la sociedad y las fuerzas políticas han decidido intervenir y el los últimos años se lucha contra la enfermedad desde múltiples campos que la han favorecido:
. Desde el Ministerio del Interior, encontramos la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), con diferentes campañas de prevención de los TCA. La última de estas campañas se ha centrado en la preocupación por la obesidad infantil.
. En la Comunidad de Madrid se ha firmado en Pacto Social contra la anorexia y la Bulimia1, en el que encontramos diversas medidas que engloban a todos aquellos agentes sociales (prensa, deportes, tallaje de ropa…) y fuerzas políticas que repercuten en los TCA, con el objeto de coordinar actuaciones y promover compromisos de distintos agentes sociales, dirigidos a fomentar y difundir, entre todas las personas, y especialmente, entre los jóvenes, una imagen saludable (tenemos, por ejemplo, las medidas tomadas en la Pasarela Cibeles en cuanto al IMC de las modelos). Actualmente en la Comunidad de Madrid no existe ningún recurso de hospitalización completa específica para el tratamiento de los Trastornos de conducta Alimentaria (TCA). Dichos trastornos se tratan en unidades de hospitalización psiquiátrica generales y en centros de día. En la Comunidad de Madrid encontramos los siguientes dispositivos de atención a los TCA:
. Unidad de TCA en régimen de Hospitalización de Día en H. Santa Cristina.
. Unidad de Adolescentes de H. G. U. Gregorio Marañón, que si bien no es una unidad específica de TCA, si tiene programas específicos para estos trastornos.
. Unidad de psiquiatría del H. Niño Jesús, en la que se tratan de forma específica los TCA en población infantil.
En los últimos 30 años encontramos datos epidemiológicos que nos dan una idea del aumento de la problemática que se nos plante con los TCA2, 3:
+ Se ha doblado la incidencia de AN
+ Se ha quintuplicado de incidencia de BN
- Hay un claro aumento de la incidencia y de la prevalencia
- Persisten dificultades etiopatogénicas, nosológicas y terapéuticas.
- De consecuencias a veces fatales, somáticas o psíquicas, y mortales (5-10% puede fallecer)
En relación a la anorexia nerviosa:
- Prevalencia: 1/ 100000 habitantes
- La padecerán: 1 de cada 150 chicas entre 12 y 18 años. 30 - 40 chicas entre 15 y 25 años/ 100000 habitantes
- + 7-8 chicas frente a 2-3 chicos
- + Comienzo no más tarde de los 25 años. Lo habitual es entre los 14 y 18 años.
- + Más del 10 % consumen tóxicos como anorexígenos o estimulantes.
- + del 70- 80 % de las anoréxicas desarrollan BN.
- El 5% de las quinceañeras desarrollan AN subclínicas que no necesitan tratamiento.
En relación a la bulimia Nerviosa:
- Prevalencia: 1-3%
- Incidencia: 7 -8 %
- 7 -8 mujeres frente a 2 -3 varones
- Comienzo, por lo general, entre los 18 y los 25 años.
- comorbilidad más elevada: depresiva, ansiosa, obsesiva, adictiva (alcohol, estimulantes), cleptomanía.
- Existe una mayor prevalencia de cuadros subclínicos que de típicos.
- Prepuberal: 14 mujeres / 6 varones
- Pospuberal: 19 mujeres / 1 hombre
- El 25% en prepuberales son varones
Datos estadísticos
- 20- 30% de las AN y BN se cronifican
- 40 – 60 % de las AN y BN mejoran o se curan
- 15 – 30 % presentan conductas suicidas, se da más en las BN.
. Entre el 10 y el 70% consumen tóxicos, en mayor grado el consumo se da en las bulímicas.
. Hay cuadros parciales que se derivan a otros profesionales.
. A mayor edad mayor precisión diagnostica.
. Las AN siempre hacen dieta al inicio, mientras que la BN no tienen porque empezar así.
. Casos parciales: son el 5-10%, tienen mayor comorbilidad, son más atípicos, pero no siempre menos graves.
. Entre los estudiantes, desean pesar menos, el 80% de las chicas y el 20% de los chicos; haciendo dietas restrictivas el 30% de las chicas y el 6% de los chicos.
. Las chicas obesas, representan entre las clases bajas el 11, 6% en las clases altas el 5, 5%
. El 50% de los siguen una dieta para perder peso, tienen un peso normal.
. El 45% de las amas de casa hacen dieta una vez al año.
. En Alemania, en 1974, en el 55% de los hogares había una persona que hacía dieta.
. A más bajo nivel económico, mayor obesidad, lo que hace evidente la importancia de la educación alimentaria.
. El 60 -70% de las amas de casa presentan bulimias transitorias. Según Morandé 4, en los estudios epidemiológicos de Madrid, constata un incremento del 50% en la prevalencia entre 1985 y 1994, y lo que es más grave aún, la cifra del 20% de los jóvenes con lo que se llama “actitudes anoréxicas” que constituyen una situación de riesgo importante.
La incidencia anual de BN entre 10 y 30 años se ha multiplicado por 3 en los últimos 10 años alcanzando una tasa del 50/100. 000, considerándose en la actualidad que su prevalencia es de un 1-3 %. La edad de inicio está generalmente entre los 16 y los 25 años. En el estudio de Madrid, se observó un aumento de prevalencia de BN del 1. 1 a un 2. 3 % de mujeres en edad de riesgo entre 1985 y 1994.
La mayoría de los casos de AN se inicia entre los 12 y los 18 años. En la BN, la edad prevalerte de inicio es posterior, entre los 16 y 25 años.
En el Informe sobre el Estado de Salud de la población de la Comunidad de Madrid correspondiente al 20045, se incluye en el Objetivo Nº 6 la “Mejora de la Salud Mental” de los madrileños: “Para el año 2020, se deberá mejorar el bienestar psicosocial de la población y ofrecer servicios completos mejores y más accesibles a las personas con problemas de salud mental”. En este apartado se presta especial atención a los trastornos de la conducta alimentaria, con los siguientes datos a destacar:
. La tasa de ingresos por TCA en adolescentes como diagnostico principal en 2004 fue de 9. 9/1000 habitantes.
. La proporción de mujeres es del 90. 3%
. El 34. 3% de las chicas y un 15. 7% de los chicos se perciben con sobrepeso u obesidad, percepción que lleva a realizar dietas adelgazantes al 30. 2% de las chicas y al 6. 1% de los chicos. Es menos frecuente el uso de laxantes, diuréticos y píldoras adelgazantes.
. Las crisis de atracones se dan en un 27. 5% de las mujeres y en el 10. 1% de los hombres.
. En cuanto a las conductas compensatorias con el fin de perder peso, el vómito autoprovocado es 10 veces mayor en mujeres.
. Sólo el 10. 5% de las chicas y el 40. 8% de los chicos que se perciben con sobrepeso u obesidad presentan un IMC > 25. Es de destacar que el 30% de las chicas que se perciben con sobrepeso u obesidad presentan un IMC por debajo de 20.
A todos estos datos estadísticos, le tenemos que sumar los numerosos trastornos de conducta alimentaria que se están definiendo estos últimos años, que nos llevan más allá de la preocupación por “la extrema delgadez” o la obesidad. Se están empezando a definir otros tipos de trastornos de conducta alimentaria, que si bien no están reconocidos ni codificados en el DSM IV como entidades patológicas, sí que están empezando a ser un problema social por la repercusión en las actividades de la vida diaria tanto de las personas que lo sufren como sus familias.
Definición y concepto de algunos de estos trastornos de conducta alimentaria 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13
Anorexia Nerviosa La anorexia nerviosa se caracteriza por la restricción voluntaria de la ingesta, causada por un verdadero pánico a engordar que se traduce en una pérdida importante de peso que nunca satisface, pues cuanto más adelgaza todavía más desea perder, pudiendo llegar a la desnutrición extrema y la muerte.
La anorexia mental o nerviosa es un trastorno del comportamiento alimentario que tiene un diagnóstico y un tratamiento inicialmente psiquiátrico. El tratamiento dietético empezará por una reeducación para aprender lo que es una alimentación normal.
¿Cómo reconocer una anorexia?
1. miedo intenso a convertirse en obesa.
2. Trastornos de la imagen corporal.
3. amenorrea (desaparición de la menstruación) durante 3 ciclos consecutivos.
4. Rechazo intenso a mantener el peso corporal por encima de un 85 % del teórico.
Además, a menudo, nos encontramos con:
• Lanugo: vellosidad suave en el cuerpo, empezando por la espalda.
• vómitos provocados. Ingesta de laxantes que provocan crisis de dolores abdominales.
• crisis de bulimia alternando con la anorexia.
• hiperactividad física y mental debida a la disminución de peso.
• Rechazo a admitir la gravedad.
• Interés exagerado por los temas de nutrición.
• Comen picando pequeñas cantidades
• Potomanía: beben mucha agua.
Los datos sobre su pronóstico:
35-50% Se curan sin secuelas
10-20% Continúan siempre muy delgadas. Se consideran enfermos crónicos
8% Mueren
Bulimia Nerviosa
La bulimia es el hecho de tener episodios de comer compulsivamente y sin obtener ningún placer. Comienza con una fase de angustia que se intenta arreglar comiendo la mayor cantidad posible de alimentos "concentrados" seguida de una sensación de culpabilidad que seguramente creará una fuerte angustia.
La bulimia es también un trastorno del comportamiento alimentario, pero éste, mucho más difícil de diagnosticar que la anorexia nerviosa, pues no es un hecho evidente por un cambio de peso. O sea, no tienen porque variar de peso. El tratamiento también inicialmente (como en la anorexia), psicológico. A menudo la bulimia se alterna con la anorexia.
No debe de confundirse con ataques de hambre que a menudo son una forma de desahogarse.
¿Cómo reconocer una bulimia?
. Episodios recurrentes de bulimia al menos 2 veces por semana durante 3 meses o más.
. sentimiento de pérdida de control durante estos episodios (se empieza a comer y no pueden parar).
. Episodios de auto-inducción al vómito, ingesta de laxantes y diuréticos, periodos de dieta estricta o a veces de ayuno. (El hecho de hacer una dieta muy estricta puede conducir a una bulimia).
. Interés excesivo y persistente por el peso y el tamaño corporal.
Otras características:
• Consumo solitario y sin testimonios.
• Consumo de alimentos de altos contenidos calóricos y fáciles de ingerir, durante las crisis. Aunque si no encuentran nada pueden llegar a comer cualquier cosa aunque esté estropeada.
• El final de una crisis puede venir marcada por dolores abdominales o vómitos voluntarios. • Fluctuaciones frecuentes de peso de más de 5 Kg debido a las alternancias entre bulimia y dieta hipocalórica.
Consecuencias de la bulimia:
• Irregularidad menstrual.
• Trastornos de iones. A menudo falta Na+ y K+
• Dilatación y rotura del estómago.
• Hipertrofia paratiroidea debida a los esfuerzos que comporta el acto del vómito. También hipertrofia de las glándulas salivales.
• Esofagitis.
• Pneumopatía de deglución. Falsas vías.
• Esmalte dental alterado por los ácidos del vómito.
• Labios cortados.
• Petequias: rotura de venillas por el esfuerzo del vómito.
Tratamiento de la bulimia
La bulimia es un trastorno psicológico que se manifiesta a través de una conducta alimentaria alterada. Es por ello que el tratamiento es psicológico. El tratamiento dietético es posterior y se basa en la reeducación para conseguir unas pautas alimentarias correctas.
Si te encuentras en esta situación busca ayuda psicológica. Es imprescindible controlar las crisis para luego continuar con un control dietético para normalizar hábitos y estabilizar el peso cuando éste sea correcto.
Ortorexia
La ortorexia nerviosa es también un trastorno alimentario de origen psicológico. Se trata de la obsesión que algunas personas sienten por la comida sana hasta alcanzar un punto patológico.
Es una obsesión que provoca la exclusión de la dieta de los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas pero también excluyen la carne y todos los alimentos que contienen grasa. Prefieren llegar a pasar hambre antes que "intoxicarse" con los alimentos habituales. Toda esta obsesión les lleva, como la mayoría de trastornos psicológicos, a dificultar las relaciones sociales (inicialmente con su entorno más cercano) con tal de evitar exponerse ante cualquier plato de comida o simple refresco. Intentan, además, que otras personas de su entorno sigan su ejemplo.
Esta obsesión lleva fácilmente a tener carencias nutricionales:
• Anemia.
• Enfermedades por carencia de vitaminas o minerales.
• Insuficiencia energética.
Una anorexia puede derivar en algunos casos en una ortorexia. Un ortoréxico pasa varias horas del día pensando en la dieta sana. Lo que menos le importa es el placer que obtiene de la comida y a medida que aumenta la calidad de la comida disminuye la calidad de vida. Esto también conlleva un grave problema económico para el paciente y la familia, porque ni qué decir tiene el coste que tienen aquellos alimentos que el paciente considera “adecuado” a su dieta (por ejemplo, 1 Kg. de tofu cuesta alrededor de 24 Euros).
Vigorexia La vigorexia, un término inusual pero real, es un trastorno caracterizado por la presencia de una personalidad obsesiva compulsiva por el físico y la musculatura, el ejercicio, las pesas y una distorsión de la imagen corporal, también conocida como dismorfia o el complejo del espejismo.
Las personas que sufren de este trastorno son en su mayoría hombres y suelen realizar ejercicio físico de una manera excesiva con el fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo normal, pues de lo contrario se sienten débiles.
Los afectados pueden llegar a invertir fortunas en fármacos y todo tipo de androgeneizantes, muchas veces obligados a recurrir al mercado negro donde se encuentran sustancias fraudulentas, adulteradas y sin ninguna garantía.
Llegan a mostrarse obsesionados por el peso y la imagen. Por ejemplo, escogen básculas en las que el peso puede ser mayor, o se tratan de “hinchar” para pesar más, aunque fuera conteniendo aire o tomando litros de agua. También realizan los ejercicios frente a aquellos espejos que aumentan volumen.
Uno de los peligros es que los afectados continúan con su rutina exagerada de ejercicios pese a sufrir dislocaciones o lesiones, abusando de los analgésicos para combatir el dolor.
También sufren de alteraciones en el comportamiento, pues la obsesión lleva a un aislamiento social, por el entrenamiento constante y las horas extras dedicadas al gimnasio.
Pueden llegar a abandonar sus aficiones y a renunciar a su tiempo libre e incluso a la vida sexual para gastar menos energía. Se encierran para no ser vistos de mala manera y alteran sus horarios de trabajo para poder mantener su ritmo de ejercicios o de alimentación. Pueden llegar incluso al fracaso laboral, poniendo en serio peligro su propia situación económica y la de su familia.
A los problemas de aislamiento social y laboral, se le suman los derivados de este ritmo de vida: alteraciones nutricionales, metabólicas, androgenización por los anabolizantes, deformaciones óseas y problemas articulares por la hipertrofia y el sobreesfuerzo muscular.
Existe una auto imagen distorsionada y se consideran poco atractivos para el sexo opuesto. Tienen una baja autoestima y son introvertidos.
Anorexia reversa
La anorexia reversa o el "Complejo de Adonis”, como ha sido llamada, comparte ciertas características similares a otros trastornos como la anorexia, la bulimia, la ortorexia (obsesión por la comida sana) o la dismorfia corporal.
Al igual que la anorexia, estas enfermedades llevan la calificación de "patologías del narcisismo" y se le atribuye su aparición a la moda y a la venta de un estilo de vida impuesta por los medios de comunicación y las publicidades. Algunas investigaciones apuntan a que el 10% de quienes acuden regularmente al gimnasio podrían estar afectados por esta patología
Culto al cuerpo
¿Dónde se encuentra el origen del problema? Muchos señalan a la falta de información y la moda. Otros culpan a una “cultura narcisista”, emergente a finales del siglo pasado, que se da en la cultura occidental con mayor magnitud. Otros atribuyen las causas a problemas psiquiátricos, comportamientos y personalidades obsesivas compulsivas.
Aunque el factor físico, es decir, alteraciones bioquímicas en los niveles de neurotransmisores cerebrales, son identificadas y relacionadas con estas patologías, la mayoría de los expertos concuerdan que los modelos socioculturales del mundo actual tienen una gran responsabilidad sobre todos los trastornos de la alimentación y la dismorfia corporal, ya que todos están íntimamente relacionados por una obsesión por la aceptación social, el culto al cuerpo y el deseo de tener una “imagen perfecta” según los cánones impuestos por la moda.
Como en cualquier patología, la mejor solución es la prevención, difícil por los constantes bombardeos publicitarios e imágenes de cuerpos “perfectos” y el culto a la juventud.
Lo “ideal” seria que tanto padres como educadores e instructores enseñen desde la infancia que la belleza impuesta por las revistas y modelos publicitarios no es la llamada “ideal” y que uno debe aceptarse tal y como es. Como muchos dicen, aunque no practican: una persona atractiva es la que se siente cómoda en su propia piel. Sin embargo, si uno ya se encuentra atrapada en la condición, el tratamiento es complejo, pero posible. Es multidisciplinar, centrándose sobre todo en terapias cognitivas-conductuales destinadas a modificar la autoestima, la imagen corporal que se tiene de sí mismo, y conductas tales como pesarse varias veces al día y el entrenar excesivamente o sentirse culpable si no lo hizo. La terapia fundamental es de tipo psicológico. El objetivo es modificar la conducta del afectado, recuperando su autoestima y superando el miedo al fracaso. El paciente debe aceptar que necesita ayuda de un especialista.
Trastorno alimentario no especificado (NOES)
Con mucha frecuencia se pienso que los trastornos de la alimentación son únicamente la anorexia y a la bulimia; sin padecer todos los síntomas de esas dos enfermedades, hay un tercer trastorno, el trastorno Alimentario no Especificado, que define las dolencias que no encajan del todo en la anorexia o la bulimia.
Esta categoría incluye a la paciente anoréxica, pero sin amenorrea, o las que se atracan con menos frecuencia de lo que indica la bulimia, o a la bulimarexia. . .
Se padece un NOES:
- Cuando se cumplen todos los requisitos para el diagnóstico de anorexia nerviosa pero no hay alteraciones del ciclo menstrual.
- Cuando se cumplen todos los requisitos para el diagnóstico de anorexia nerviosa pero aunque presenta una perdida sustancial de peso, su peso está en un parámetro normal.
- Cuando se cumple todos los requisitos para el diagnóstico de bulimia nerviosa pero no tiene atracones con la frecuencia que exige el diagnóstico -2 veces a la semana por un período de tiempo mínimo de 3 meses.
- Cuando un individuo, aunque tenga un peso corporal normal, presenta prácticas alimentarias, como vomitar o purgarse después de consumir alimentos en cantidades normales -no después de comilonas o atracones-.
- Cuando una persona tienen repetidos episodios de atracones o comilonas sin presentar comportamientos inapropiados de compensación como el vómito, la purga, los laxantes o práctica de ejercicios en exceso.
Trastorno por atracón (Binge Eating Disorder, BED)
Aunque sus síntomas a menudo se confunden con la bulimia, el trastorno por atracón se ha diferenciado claramente en los últimos estudios. Los afectados por este desorden ingieren grandes cantidades de comida en un período de tiempo de unas dos horas, sin poderse controlar, hasta que se sienten atiborrados.
Se sienten culpables y dolidos, pero no intentan liberarse de las cantidades de comida ingerida, como hacen los bulímicos. No vomitan, ni usan laxantes, ni hacen ejercicio excesivo. Es un trastorno que puede ser compatible en casi en el 50% de los grandes obesos, a los que por supuesto, dificulta enormemente la pérdida de peso.
Los problemas que conlleva son lesiones en los sistemas digestivos y endocrinos con consecuencias físicas que incluyen obesidad, diabetes, hipertensión, problemas cardíacos, daño o pérdida del riñón, artritis, deterioro del sistema óseo e incluso la muerte.
A diferencia de otros trastornos, que afectan mayoritariamente a mujeres, muchos de los enfermos por atracón (se cree que un 40%) son varones.
Comedores Compulsivos
Las personas afectadas por este TAC no pueden dejar de comer, por muy poco tiempo que haya transcurrido desde la última comida: comen especialmente alimentos dulces o ricos en grasas, de manera atropellada y sin poder contenerse, y en grandes cantidades. Se sienten adictos a la comida, y especialmente sensibles a las presiones y la publicidad de las marcas alimenticias.
El perfil psicológico es el de una persona que combina un alto nivel de perfeccionismo y de ansiedad con una baja autoestima y un nivel de estrés muy elevado. Son conscientes de que tienen un problema, y de los riesgos que corren: ataques cardiacos, alta presión sanguínea, colesterol elevado, daños o pérdida de riñón, artritis, deterioro del sistema óseo e incluso la muerte.
En ocasiones provienen de familias autoritarias o con problemas de límites, con la convicción de que la comida es una fuente de liberación de stress, o con padre o madre muy preocupados por la estética.
Características de los comedores compulsivos:
- Frecuentes episodios de comilonas (al menos dos veces a la semana durante seis meses)
- Episodios de voracidad que pueden ser de más de una hora de duración, frente a emociones como la ansiedad, el enojo, la tristeza, etc.
-Generalmente ingieren grandes cantidades de agua.
-Comen más rápido que la mayoría de las personas y a veces en secreto.
-Comen grandes cantidades de alimentos sin seleccionar sabores.
-Sensación de culpa y pérdida del control mientras se come.
-Sensación de culpa y depresión después de comer.
-Incapacidad para evitar alguna comida.
-No pueden parar de comer.
-Los episodios de voracidad pueden ser planeados o espontáneos.
-Ideas, incluso obsesiones por no aumentar de peso.
-Estar a dieta una y otra vez, con fracasos recurrentes.
-Baja autoestima y autoevaluación. ansiedad, tristeza y depresión recurrentes.
- Distensión abdominal.
Potomanía
Se trata de un trastorno relativamente desconocido, que tampoco está registrado aún como enfermedad. Los médicos recomiendan la ingesta de 1, 5-2 l de agua al día. La poto manía es, básicamente, la adicción al agua, que se ingiere en cantidades muy superiores a las recomendadas, de manera compulsiva y sin sentir sed. Afecta principalmente a mujeres, convencidas de los beneficios de beber muchos líquidos, que siguen este consejo con intención generalmente de adelgazar, o dejar de fumar, y sus consecuencias son gravísimas. Al enfermo le cuesta resistirse a la tentación, percibe tensión antes de cometer el acto, y luego siente placer, gratificación o liberación. Después puede haber arrepentimiento o sentimiento de culpabilidad.
Puede impedir el funcionamiento normal del cerebro, por pérdida de magnesio, que provoca la falta de memoria y acelera el envejecimiento. Provocar cefaleas, náuseas, letargo y convulsiones. Afecta al funcionamiento de los riñones; un exceso de líquido en el cuerpo puede provocar su colapso. Disminuye el número de impulsos nerviosos que llegan a los músculos y el bajo tono de las fibras provoca fatiga. El corazón, ante la falta de potasio, pierde su ritmo y el músculo cardíaco puede pararse. La hiponatremia, el nivel muy bajo de sodio en sangre es el mayor peligro. Puede llevar al coma, la parálisis cerebral o la muerte.
Síndrome del comedor nocturno (NES)
Fue descrito por Stunkard en 1955. Este síndrome combina episodios de anorexia por la mañana, y bulimia por la noche. Los enfermos evitan las comidas durante el día, y se atracan por las tardes y/o noches, de manera que no pueden dormir. Salvo en esos atracones, no comen en grandes cantidades.
Muchas veces se originan o se mantienen como maneras de controlar o reducir el peso: generan, aparte de los problemas propios de la anorexia y la bulimia, angustia, estrés, culpa y miedo. Por lo general, el origen real es emocional: la comida esconde, en realidad, un modo incorrecto de enfrentarse a las emociones.
Síndrome de Prader Willi 14
El síndrome de Prader-Willi es una enfermedad congénita causada por una anormalidad en los genes (un fallo genético del cromosoma 15), normalmente de procedencia paternal. No es hereditario, ocurre por casualidad y se desconoce la causa. El riesgo de que PWS vuelva a ocurrir en la misma familia es muy bajo. Se deben practicar pruebas genéticas a todos los niños de los que se sospeche puedan tener PWS. Es recomendable que la familia reciba consultaría genética si se confirma el diagnóstico. Predomina: 1: 12, 000 – 15, 000 en ambos sexos, y todas las razas.
La persona con síndrome de Prader-Willi tiene un apetito insaciable causado por un defecto en el hipotálamo, que hace que la víctima nunca se sienta saciado de comida y muchas veces, si no se le controla el acceso a la comida, coma sin parar hasta morir. Pueden darse también desórdenes y anormalidades del sueño, ataques periódicos de rabia, un umbral más alto para el dolor e incluso psicosis.
Las características básicas son: hipotonía, hipogonadismo, bulimia y obsesión por la comida, pequeña o moderada retardación mental y en adultos problemas de aprendizaje, el deterioro físico, y el comportamiento difícil.
La principal preocupación medica es la obesidad extrema. La obsesión convulsiva de comer comienza antes de los 6 años. La urgencia de comer es psicológica e irresistible; difícil de controlar y requiere constante vigilancia. Los enfermos con PWS tienen además un bajo consumo de calorías causado por la inactividad y la masa muscular pequeña. Se necesita una revisión de la dieta, un control periódico del peso y una dieta hipocalórica y con suplementos de vitaminas y calcio que son muy recomendadas. El mejor plan de comida son los que la persona encargada o la familia puedan aplicarle diariamente. El control del peso depende en la restricción de comida casual que requiere mirar en la cocina y en áreas de guardar la comida. Es también esencial par el control del peso y salud ejercicio diario (por lo menos de 30 minutos)
Hasta este momento, nos se ha encontrado intervención quirúrgica o medicamento que elimine la necesidad del estricto control de la dieta y la supervisión de la comida.
Los niños con PWS generalmente son afectuosos y alegres; sin embargo los niños mayores y los adultos tienen problemas de control, sobre todo cuando cambia su rutina o cuando hay eventos inesperados. Los problemas de comportamiento comienzan al mismo tiempo que la obsesión por la comida, aunque no todos están relacionados entre sí. Ayuda fijar una rutina y un sistema diario, con limites y reglas firmes, un tiempo de descanso y recompensas positivas. Es común la depresión en adultos.
En general la salud es buena y las expectativas de vida pueden ser normales si se controla el peso. La necesidad constante de restricciones en la comida y el control de comportamiento puede ser muy estresante para los miembros de la familia. Un empleo en talleres para readaptación de minusválidos o en otras instalaciones altamente estructuradas y supervisadas funciona bien para muchos de ellos. Se debe informar perfectamente bien a escuelas, empleadores y cuidadores sobre el síndrome de Prader-Willi.
La diabulimia
La diabulimia combina un trastorno de la alimentación, asociado a la diabetes tipo I. Los diabéticos debe controlar de manera rigurosa su alimentación, y en ocasiones esa necesidad de control puede provocar obsesiones y desórdenes alimenticios. Las diabulímicas juegan con el porcentaje de insulina inyectado, ya que la falta de insulina provoca que el alimento ingerido no se asimile. El cuerpo recurre entonces a un nivel elevadísimo de glucosa en sangre con un consumo excesivo de la masa ósea y muscular.
Las consecuencias son muy graves: sed excesiva, coma diabético, ceguera, fallo renal, amputación de miembros…
Desorden de la Dismorfia Física (BDD) El Desorden de la dismorfia consiste en una obsesión por alguna parte del cuerpo que puede o no presentar un defecto físico. En algunos casos, esa obsesión llega a una depresión profunda, con intentos o pensamientos suicidas. Cualquier parte del cuerpo puede ser objeto de dismorfia, pero los más frecuentes son la nariz, el pelo o vello facial, la piel y sus distintos estados (pecas, manchas, acné, arrugas) y en el caso de las mujeres, las que marcan la diferencia de sexo (caderas, vientre, pechos).
Los enfermos padecen una baja autoestima, miedos irracionales al rechazo, y una fuerte conciencia de fealdad. En ocasiones saben que es una percepción falsa, pero no pueden controlar los pensamientos sobre ella. En ocasiones siguen rituales compulsivos para mirarse, ocultar los defectos, o mejorarlos, no siempre con los resultados esperados. Pueden pasar muchas horas frente al espejo, o intentando convencer a otros de su fealdad. En ocasiones acuden a medicación o a cirugía plástica compulsiva. A veces pueden intentar operarse ellos mismos, o seguir prácticas altamente peligrosas.
Puede ser compatible con enfermedades mentales como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, y la fobia social.
Megarexia Es una malnutrición continua que produce una gordura exagerada. Las personas que sufren esta enfermedad son obesas que no se ven como tales y siguen comiendo, pese a los consejos de familiares, amigos y médicos. Afecta al cerebro porque se pierde la conciencia de la realidad. Y al físico, ya que se puede llegar al extremo de pesar más de 200 kilos.
Los síntomas comienzan por el deseo de estar bien nutrido, fuerte y sano, pero se llega a confundir este estado con la gordura. Quien la padece tiende a atiborrarse de comida basura repleta de calorías vacías: dulces, féculas, almidones que, lejos de alimentar, hacen que el organismo acumule grasa y se desnutra. La persona se vuelve intransigente, hostil, maleducada y conflictiva. También está la que es consciente de su obesidad, pero ha sufrido tantos fracasos en sus intentos por adelgazar que se justifica pensando que su naturaleza es así, y tira la toalla. Ésta termina odiándose a sí misma y a todo lo que le rodea. Estos enfermos son presa fácil de la depresión.
Quien sufre esta alteración es incapaz de aceptar que tiene un problema y que necesita ayuda, por eso las personas de su entorno juegan un papel crucial. Deben llevarle, aunque sea engañándole, a un profesional especializado en trastornos de la conducta alimentaria. Lo mejor de la megarexia es que es reversible. El secreto está en dejar de comer calorías vacías, conseguir que se eleve el metabolismo e ir eliminando poco a poco la grasa acumulada.
Evolución histórica de los TCA
Desde antiguo en la historia de nuestra cultura encontramos conductas alimentarias desordenadas. Excepto en las últimas décadas y únicamente en los países desarrollados, comer suficientemente ha sido privilegio de unos pocos. El sobrepeso era signo de poder y salud, y posiblemente, por esta razón, en la antigüedad los banquetes, donde se comía y bebía exageradamente, tuvieron un marcado carácter social y sagrado. En la civilización romana eran frecuentes los ágapes donde el vómito era el remedio más común para poder reiniciar la comilona.
En la antigüedad, sabemos del fomento del ayuno para preservarse del mal y estar en estado más puro; que, por ejemplo, los antiguos egipcios ayunaban antes de entrar en los templos, que purificación y penitencia en forma de ayuno tienen un antiquísimo trasfondo religioso en la idea de la finitud física y la prevalencia del espíritu, que los ideales ascéticos estaban centrados en el ayuno y en el alejamiento de las necesidades físicas.
En el Corpus Hipocraticum, conjunto de enseñanzas y tradiciones médicas atribuidas a Hipócrates de Cos (460-377 A. C. ) se recoge que: “los efectos de un régimen debilitante y prolongado son difíciles de reparar y los mismo sucede con los de una repleción extrema y continuada”. Hipócrates reconoció la boulimos como un hambre enfermiza.
Galeno en el 155 describe un cuadro de adelgazamiento morboso y la Kynos orexia o hambre canina como sinónimo de bulimia. Es un estado del ánimo que provocaba un deseo exagerado de alimento y frecuentes ingestiones que podían asociarse con vómitos y copiosos movimientos de vientre. Enfatizó el aspecto de desmayo y la avidez por la comida que permaneció durante mucho tiempo.
En el siglo IX, un monje de Monheim (Babiera) refiere la milagrosa historia de la joven Frigerada15, que se curó en el santuario de Santa Walpurgis de una extraña enfermedad. Tras un periodo de apetito voraz, Frigerada rechaza los alimentos sólidos y vomita los productos lácteos que ingiere, al poco tiempo deja por completo de comer; llevada al santuario es curada milagrosamente por Santa Walpurgis.
En el siglo X Aurelianus describió el hambre mórbida como un apetito feroz con deglución en ausencia de masticación seguida de vómitos autoprovocados. En estos individuos, se observó la presencia de grandes parótidas y la existencia de caries.
En el mundo árabe, en el siglo XI, encontramos a Avicena, que hace la descripción de la enfermedad del joven príncipe Hamadham, que está muriendo por negarse a comer, preso de una intensa melancolía; Esta descripción se considera la primera relativa a la anorexia en un texto médico; aunque seguramente sea secundaria a un cuadro depresivo16.
En la Edad media los vómitos eran practicados por las religiosas para purgar sus pecados o frenar la sexualidad, sobre todo en jóvenes monjes, por ejemplo, Catalina de Siena expiaba sus culpas a través del vómito y el abuso de hierbas con acción diurética. En la corte, nobles, etc. , practicaban los atracones y el vómito, y las damas más para preservar su delgadez. Esas costumbres no eran por tanto patológicas en épocas pasadas.
Las primeras referencias escritas en términos clínicos corresponden al siglo XVI. En esta época comienzan a aparecer datos sobre personas que presentan una importante inanición, sus conductas restrictivas con la alimentación son vistas como anómalas, socialmente alteradas y sin justificación religiosa alguna17.
Es a Richard Morton al que se le atribuye la primera descripción médica de la anorexia en 1689. Describe a una joven paciente en estado de desnutrición extrema: “parecía un esqueleto vivo, solamente piel y huesos, no tenía síntomas febriles y padecía un frío descomunal”. Morton constata que esta paciente afirmaba no tener apetito y sí una gran energía, tanto para hacer ejercicio como para el estudio. Observa a los dos años de iniciarse el trastorno, que la enferma presenta un grado de caquexia importante, la actividad física e intelectual es intensa, carecía de conciencia de enfermedad y no aprecia enfermedades físicas que justifiquen el cuadro. Esta es posiblemente la primera descripción de la anorexia nerviosa: anorexia, pérdida de peso, amenorrea, estreñimiento e hiperactividad. No encuentra signos físicos que justifiquen el cuadro y lo atribuye a la tristeza y las preocupaciones, lo define como una “consunción nervosa o ptisis nervosa”18.
En los años posteriores se hacen frecuentes referencias a cuadros anoréxicos, las descripciones son similares y se catalogan como: atrofia nerviosa por Whytt (1764) o delirio hipocondríaco por Marcé, médico de la Universidad de París, que escribe en 1860 un informe titulado. “Nota sobre una forma de delirio hipocondríaco, consecutivo a la dispepsia y caracterizado principalmente por el rechazo a los alimentos”.
Posteriormente el concepto de anorexia nerviosa se va perfilando en la segunda mitad de siglo XIX, bien diferenciado del de las anorexias de causa orgánica y se intenta explicar desde una etiología psicológica, siendo Gull en Londres y Lasegue en París los autores más significativos.
En 1883, Hurchard utiliza por primera vez el término anorexia mental, distinguiendo entre anorexia gástrica y nerviosa.
Durante la época del psicoanálisis, la anorexia se consideró como una neurosis relacionada con la pérdida de la libido, manifestándose a través de una conversación histérica. En esos años se pensaba que todos los apetitos eran manifestaciones de la libido o impulsos sexuales básicos. Pero Freud no dio ninguna importancia a los factores socioculturales en la anorexia nerviosa. Fue a partir de la década de los cuarenta, cuando el culto o la preocupación social por la delgadez son mayores, aparecen mejor descritas estas preocupaciones o conductas encaminadas a la delgadez como estilo de vida y como contrapartida al miedo a la obesidad como distingo-aceptación y competencia psicosocial. 19
Desde los años 60, y sobre todo desde los 70, se han multiplicado los trabajos sobre la anorexia, lo que demuestra el notable interés de los investigadores sobre el tema y la líneas terapéuticas se han diversificado. Así, Hilde Bruch destaca la importancia de los trastornos de la imagen corporal y las dificultades de interpretación de los estímulos metabólicos20. Rusell intentó simplificar y concertar las tendencias más biologiítas que ponían énfasis en el papel del hipotálamo en la génesis de la enfermedad, con las psicológicas y sociológicas21.
Siguiendo la línea de trabajo propuesta por Garfinkel y Garner22 (1982), en la actualidad se tiene una visión pragmática y heterodoxa del problema, considerando que en la génesis del trastorno deben influir una serie de factores concatenados, psicológicos, biológicos y sociales, que en un momento determinado desencadenan el trastorno.
Conclusiones
Como hemos podido observar, estos últimos veinte años ha existido un aumento de la incidencia y prevalencia de los trastornos de conducta alimentarios, así como un número mayor de casos de “conductas alteradas”, que si bien no podemos considerar trastornos como tal, sí que pueden ser indicativos de futuros trastornos.
Además del aumento epidemiológico, se han descrito nuevos tipos de trastornos de conducta alimentario que aún no están codificados como tales en el DSM IV, pero debido a la incapacitación que producen en los pacientes y su entorno familiar deben tenerse muy en cuenta en las unidades de tratamiento. Es por este carácter incapacitante por lo que creemos conveniente crear unidades de tratamiento específico en régimen de hospitalización.
También consideramos importante que se prepare a profesores, monitores deportivos, APA, y todos aquellas personas que por su trabajo o relación con adolescentes, puedan detectar los trastornos de conducta alimentaría, ya que el realizar una detección precoz del problema, da mejor pronóstico para su tratamiento y rehabilitación, así como el poder dar las herramientas necesarias a las familias para afrontar este problema.
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6. Turón, V. J. ; Fernández, F. y Vallejo, J. anorexia Nerviosa: Características demográficas y clínicas en 107 casos. Revista de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, 1992; 19: 9-15.
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20. Bruch H. Eating disorders: Obesity, anorexia nervosa and the person with in. New York: Basics Books, 1973. 6
21. Rusell GFM: The present status of anorexia nervosa. Psychol Med 1977; 7: 363-367. 7
22. Garfinkel PE; Garner DM: anorexia Nervosa: A multidimensional perspectiva. New Cork: Brunnel-Mazel, 1982.
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