La salud biopsicosocial de la persona se asienta en gran medida en el buen desarrollo embrionario y perinatal. Pero para que ello sea posible es necesario que se implementen estrategias de prevención primaria eficientes. Muchas de esas estrategias dependen de políticas sanitarias globales, pero otras tantas se relacionan con el conocimiento y, juntamente con ello, la toma de conciencia de la necesidad de cambios comportamentales que tiendan a mejorar las condiciones de vida en general y durante el período gestacional en particular. Los profesionales de la salud no podemos desconocer los factores que alteran el normal desarrollo en tanto las consecuencias, sean éstas predominantemente bióticas, psíquicas y sociocognitivas, afectan la totalidad de la existencia de quien las padece. Por ello, a los efectos de ejercer acciones terapéuticas eficaces, pero fundamentalmente a los efectos de evitar su necesidad en tanto sea posible, nos proponermos recorrer sin pretenciones de exhaustividad, la amplia gama de factores que más habitualmente de lo que deseamos, producen malformaciones y/o disfunciones del Sistema nervioso Central.
De antiguo el hombre se ha preocupado por el futuro. En todas las culturas ha habido personajes sociales a quienes se asignaba el don del vaticinio. Dichos personajes cumplían la importante función de calmar el ánimo frente a la angustia que genera la incertidumbre. En el uso corriente, la palabra "profeta" se entiende como "el que predice el futuro". Dentro de nuestra cultura judeo cristiana, estos personajes no faltan. La Biblia es quizá el mayor exponente de relatos en los que una persona es "el que es llamado y tiene el encargo de llamar a otros"; es quien señala al pueblo lo que sucederá. Pero salvando algunas excepciones en las que recibían revelaciones por medios sobrenaturales, la gran mayoría de ellos estaban instados por Dios a llamar la atención sobre datos perceptibles de la realidad del momento cuyas consecuencias eran lógica y evidentemente desastrosas porque contradecían la ley divina, pero no eran notados por el pueblo. Cuando Jeremías anticipa la catástrofe que se cierne sobre Jerusalén y que terminará con la conquista del Rey Nabucodonosor y la posterior cautividad en Babilonia, no hace otra cosa que reconvenir al pueblo sobre la necesidad de revertir las conductas de idolatría que se habían generalizado y que estaban explícitamente prohibidas. Tienen, entonces, una función primordialmente preventiva. En la actualidad son muchos los datos científicos con los que se cuenta para evitar una enorme cantidad de daños futuros. Se conocen y divulgan los factores de riesgo cardio y cerebrovascular, se desarrollaron gran cantidad de normas y elementos que hacen más seguro el transporte, etc. Pero también ha sido enorme el avance en el descubrimiento de factores que influyen en la aparición de trastornos del desarrollo. Mucha es la expectativa que los futuros padres tienen respecto del bebé en gestación. Se preguntan sobre los ojos de quién heredará, qué color de pelo tendrá?. Pero sin duda también los preocupa su futuro estado de salud. No se conoce todo, pero se conoce y se puede prevenir mucho. Tal vez seamos los profesionales de la Salud, en sentido amplio como la define la OMS, los primeros que tengamos que ver con claridad las evidencias de la necesidad de una prevención primaria más eficaz que impida la aparición de gran cantidad de existencias frustradas en la plenitud de sus potencialidades, para contribuir a una humanidad más sana. Muchos de los factores que provocan discapacidades de diversos tipos son desconocidos y respecto de ellos poco podemos hacer; pero una gran cantidad se conocen y aún así no se toman medidas adecuadas para evitarlos. Muchas veces, esas medidas dependen de decisiones de política sanitaria que nos exceden en lo particular, pero lo que no podemos permitirnos es que esas medidas no se lleven a cabo por nuestra ignorancia. El dicho popular reza: "No hay peor sordo que el que no quiere oír" y las evidencias están a la vista. La palabra noxa es la sustantivación de nocivo (del latín nocivus: dañoso, perjudicial) [1]. Las noxas pueden ser de diversos tipos según sea el momento del ciclo vital en el que aparecen. De este modo, existen noxas post-natales (traumatismos, infecciones, etc. ) que producirán lesiones específicas en determinados tejidos. Pero también existen aquellas que afectan el normal desarrollo gestacional. En lo sucesivo intentaremos hacer una aproximación -que no pretende ser exhaustiva- a aquellos factores que pueden intervenir nocivamente en el desarrollo embrionario del humano. La palabra Teratogénesis "proviene del griego teratos, que significa monstruo. El sentido original de la palabra se refiere a malformaciones anatómicas macroscópicas, aunque los conceptos actuales de este término se han extendido para incluir anomalías del desarrollo más sutiles como el retraso del desarrollo intrauterino, alteraciones de conducta y otras deficiencias funcionales. " La significación del término señala la índole de las antiguas creencias que otorgaban a la intervención divina o satánica, a hibridación con otras especies o a una experiencia terrorífica de la mujer gestante el papel preponderante en su génesis, en contraste con la etiología multifactorial que hoy en día se acepta. De esta manera definiremos un teratógeno como cualquier sustancia química, agente físico, infeccioso o estado carencial que, actuando durante el período embrionario o fetal es capaz de producir una alteración morfológica o funcional, siendo la Teratología la ciencia que estudia las causas, mecanismos y manifestaciones del desarrollo fetal anormal desde el aspecto estructural y funcional. El término deformación o deformidad se utiliza para indicar una alteración de la forma, del tamaño o de la posición de una estructura que había tenido un desarrollo inicial normal (pie zambo, luxación congénita de la cadera). El término disrupción se usa a veces para indicar el fracaso o la interrupción del desarrollo de una estructura previamente bien formada (formación de hendiduras). displasia debe ser usado sólo cuando lo que existe es una organización anormal de los tejidos de un órgano o estructura. Sin embargo, muchas veces estos términos son utilizados de forma indistinta. Se estima que un 2-4% de los nacidos vivos tienen anomalías congénitas en forma de alteraciones estructurales mayores, aumentando el porcentaje a 8-10% si se considera el desarrollo hasta los 5 años. Esto se debe a que muchos teratógenos, por sus características o por el momento de la gestación en el que aparecieron, tienen consecuencias funcionales que no se manifiestan hasta más tarde. A pesar de la importancia de su conocimiento para su prevención y/o tratamiento de las consecuencias, tanto desde el punto de vista médico como social, se desconoce la causa del 40-70% de los casos de malformaciones congénitas. Esto hace pensar en que los teratógenos existentes son en realidad mucho más variados de lo que la ciencia puede dar cuenta. Se sabe que las enfermedades hereditarias constituyen el 15-20%, los trastornos cromosómicos el 5% y los factores ambientales como la exposición a fármacos 2-4%; el resto está causado por infecciones congénitas y enfermedades sistémicas [2]. Por otro lado, en la mayoría de los casos, las consultas médicas se producen cuando la mujer sabe o sospecha que se encuentra gestando y han transcurrido varias semanas por lo que ya ha ocurrido gran parte del proceso de diferenciación celular y muchas posibles noxas han podido actuar negativamente. Existe una rama de la Teratología, la Teratología Experimental, que junto con la Embriología hace constantes esfuerzos para ampliar la gama de factores teratogénicos conocidos y de ese modo mejorar las posibilidades de prevención. Sin embargo, la experimentación con animales no siempre ha permitido extrapolar con éxito los resultados a la especie humana debido a que, como lo señalara Wilson en los principios básicos de la Teratología de su famoso tratado "Envaironment and birth defects", la susceptibilidad a un agente teratógeno depende del genotipo del embrión y de la manera en que este interacciona con los factores ambientales. Prueba de ello es la tristemente famosa talidomida, droga utilizada entre 1959 y 1965 en las embarazadas para tratar la ansiedad y las náuseas y cuyos efectos teratogénicos consistentes en un defectuoso desarrollo de las extremidades, no pudieron preverse debido a que en ciertas especies de experimentación como conejos y ratones las malformaciones aparecían a dosis altísimas que nunca se hubieran administrado en humanos y más aún, en otras especies como perros y gatos, las malformaciones nunca aparecieron. En este momento existen numerosas asociaciones médicas en franca protesta por la vuelta de la talidomida a las farmacias (ya que en E. E. U. U. estuvo prohibida su comercialización luego de los terribles hallazgos) debido a que se ha probado su utilidad para tratar ciertas complicaciones de la lepra. Estas asociaciones argumentan que una vez liberada su venta será muy difícil controlar su uso.
EL SINDROME DE DEPRIVACION
Luis Fernando Pérez Torres
Fecha Publicación: 21/02/2023
VISION ENTRELAZADA DE LOS LIBROS DEL PSIQUIATRA Y ESCRITOR DOCTOR LUIS FERNANDO PEREZ TORRES
Luis Fernando Pérez Torres
Fecha Publicación: 07/02/2023
A MAS Y MEJOR COMUNICACION MEJOR SALUD MENTAL Y VICEVERSA
Luis Fernando Pérez Torres
Fecha Publicación: 07/02/2023
Prevención de conductas suicidas y autolíticas en infancia y adolescencia
Ignacio Redondo Y García
Fecha Publicación: 21/05/2021