Las neurociencias, en general, se han ocupado poco de la felicidad pero en cambio si lo han hecho con el placer o con las recompensas a corto plazo. Nuestras intuiciones acerca de la felicidad proceden de la filosofía, sin que en ella se hayan logrado discriminar las diferencias que existen en cuanto a delimitar la felicidad del placer a corto plazo, dando por entendido que la felicidad es una forma de placer y por tanto igualmente efímero.
Existen dos concepciones filosóficas antagónicas de la felicidad; Nietzsche y Epicuro. Para Nietzsche felicidad es un sinónimo de poder, el poder de conseguir algo desde un viaje accidentado desde el displacer o el dolor hasta el placer o felicidad. Apela por tanto a un concepto de felicidad dionisiaca, corpórea y sensorial donde el exceso no es sino el coste doloroso de la experiencia elevada, una forma de hacer frente a las dificultades, quizá autoimpuestas.
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